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Los hombres saben esto más que las mujeres, aunque no exclusivamente.
Su activación mueve montañas, derriba tronos, cuestiona vocaciones, quiebra
empresas y destruye matrimonios.
Es hacer que dos personas afines que se gustan y/o se aman, parezcan una.
El sexo viene dado, la sexualidad hay que construirla. Hay que hacerla a nuestro
amaño. Moldearla y experimentarla desde nuestra singularidad. Por eso, la
sexualidad es personal y no transferible.
El segundo factor es el humor sintonía. No hace falta ser almas gemelas (entre
otras cosas, no creo que exista esa superposición espiritual: Dios no hace
c1onaciones), tener que reírse a coro o andar pegados de un cordón umbilical
invisible. Lo que se pretende, sencillamente, es estar del mismo lado en lo
fundamental.
El quinto aspecto es el respeto. Hay parejas que se han acostumbrado al mal trato y
soportan la violencia interpersonal como algo natural y hasta necesario, pero no es
así. El irrespeto es inaceptable bajo todo punto de vista y destructivo sin excepción.
Si violan los derechos de cualquiera de los integrantes de la relación, la enfermedad
afectiva ha hecho mella: se recomienda tratamiento urgente.
Por último, la sexta, se refiere a la comunicación. Hay que hablar. Sin llegar a la
verborrea insufrible de los que necesitan discutir y aclarar cosas todo el tiempo, hay
que dejar el canal abierto y la antena desplegada.
Las conversaciones con la media naranja siempre son recomendables, si no son
agresivas.
Cuando no hay diálogo, la relación se vuelve muda y sorda: es decir, se acaba.
La experiencia ha mostrado que con los elementos mencionados, el afecto se
desplaza, avanza, crece y se enriquece. En el momento en que una relación se
estanca, puede haber una calma aparente y cierta sensación de paz. Sin embargo,
la mugre lentamente va depositándose en el fondo hasta ensuciado todo.
Saludos..