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Dios nos advierte que probemos los espíritus (1. Juan 4:1) y la única forma de
probarlos es por medio de lo que enseña la Palabra de Dios.
Desde hace mucho tiempo, la gente que practica el hipnotismo y la hechicería han
desmayado y han hecho caer a sus adeptos de espalda. Sin embargo, no existe ni
una sola prueba bíblica de que los profetas, el Señor Jesús o los mismos apóstoles
se hayan puesto a desmayar a la gente diciéndoles que eso es "el toque del
Señor", "la obra del Espíritu Santo" o "la prueba de que se está siendo
lleno del Espíritu Santo". La Biblia nunca presenta a un predicador del evangelio
desmayando gente y esa nunca ha sido ni será una práctica de los pentecostales
del nombre. La Biblia nunca nos dice que alguien recibió el Espíritu Santo
desmayándose y retorciéndose en el suelo, sino que la evidencia clara e
indiscutible fue la de glorificar a Dios hablando en nuevas lenguas (Hechos 2:4,
10:44-45). La Biblia nunca nos muestra a alguno que se haya acercado a Dios con
un corazón contrito y humillado y se haya desmayado, haya perdido el
conocimiento y se haya retorcido en el suelo permaneciendo tirado frente a una
multitud, mientras el predicador se voltea, se ríe y levanta los brazos para agitar a
la gente.
Los predicadores golpean a las personas en la frente, les apuntan con el dedo o los
soplan y la gente va cayendo sin más ni más. Algunos los hacen levantar para
volverlos a tumbar una y otra vez, burlándose por completo de esas pobres
personas. Simultáneamente, la multitud de "adoradores" aplaude al hombre que
hace esto. ¡Definitivamente esa no es la obra del Espíritu Santo!
Los que caen desmayados, pierden el sentido y por ende su habilidad de pensar.
Eso de poner la mente en blanco en servicios religiosos no es una doctrina bíblica
sino enseñanza de la "nueva era". Eso es contrario a lo que nos enseña la Biblia
cuando alguien se acerca a Dios. La Biblia nunca enseña que cuando alguien viene
a Dios en arrepentimiento, el Espíritu Santo le roba al hombre su habilidad de
pensar o de actuar. La Biblia enseña que un corazón arrepentido no cae de
espaldas, sino que adora a Dios, y si cae, cae es de rodillas postrándose sobre el
rostro y no acostado boca arriba sin ningún conocimiento de lo que sucede.
A Dios le gusta que la persona que venga a él, venga arrepentida, en sus cinco
sentidos, en su juicio cabal, pero con un testimonio de sumisión, de humildad, de
arrepentimiento y de adoración, postrándose y humillándose ante Dios,
reconociéndole como el único salvador, adorándole con toda la mente y con todo
el corazón, y eso no lo puede hacer un desmayado.
El profeta Isaías escribió que llegaría el tiempo cuando los hombres de Dios serían
llenos del Espíritu Santo con la evidencia de hablar en nuevas lenguas (lengua
extraña o lengua de tartamudos). Sin embargo, el mismo profeta advierte que
aquellos que no han querido entrar en el reposo que Dios da caerán de espaldas y
serán quebrantados, enlazados y presos.
Por eso no es de admirarse que aquellos que no saben cómo se recibe el Espíritu,
hayan inventado que cayéndose de para atrás es la forma como Dios llena a los
hombres. Esto en vez de ser una obra de Dios es una obra del diablo que engaña a
las multitudes por no haber querido creer a la verdad.