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Para comprender el papel de la ERE desde el espectro sociológico, hay que establecer los
patrones que definen una cultura. Siendo así, la cultura se identifica no sólo porque sea autóctona
y originaria de un grupo humano y unas tradiciones específicas, sino que también por la capacidad
que tiene para desarrollar a un pueblo y hacerle evolucionar en sus realidades antropológicas y
sociales. Una cultura debe caracterizarse por ser crítica ante aquellos anti-valores que pueden
llegar a profesarse dentro de sí misma, y tener la capacidad de criticarlos y superarlos como
mediación para su evolución propia.
En relación con la ERE, la cultura es el lugar en que se desarrolla esta última. Ahora, de
acuerdo al carácter de la escuela, esta ERE, si es confesional, ha de expresarse en términos de la
inculturación del evangelio, por la cual, no ha de establecerse como un ejercicio doctrinal que
impone las normativas morales y éticas de la tradición cristiana, sino que reconoce los principios y
valores humanos que en la cultura existen y a partir de ellos despliega el ejercicio de reflexión
sobre el criterio de humanización de la misma cultura. Si el caso es que la ERE es no confesional, su
diálogo con la cultura debe expresarse bajo las condiciones de identificar los patrones que rigen la
experiencia religiosa del sujeto y que no se separan de los valores y tradiciones del grupo humano
al que se refiere y en que se desarrolla.
Otra de las características de la ERE es que por la orientación y acompañamiento que
propone, sus dimensiones se incluyen en la realidad humana de cada persona, así como en las
situaciones de la sociedad y de su propia cultura. La ERE ha de buscar la humanización de la
sociedad, orientándola así como un proyecto de vida social en donde se vean reflejados el
testimonio y los valores de la escuela como son la justicia y la igualdad. La ERE en sus
características humanas, debe permanecer alejada de toda pretensión ideológica que contamine
su finalidad humanista, tiene que ser un ejercicio constante de reflexión ante las acciones y valores
que presenta la sociedad y debe ser gestora de un cambio de actitud si aquellas acciones están en
el marco de la a-moralidad.
En el contexto de la ERE, la relación que puede existir entre la racionabilidad instrumental
y la autonomía ética kantiana se debe vislumbrar en términos de cómo el ejercicio de pensamiento
y aplicación del mismo se vincula a una pretensión de la acción humana con un fin determinado: el
hombre. La racionabilidad instrumental se caracteriza por:
D e a c u e r d o c o n e
la
Relación
Técnica
sujeto-objeto
Razón instrumental
Comunicativa- Relación
estratégica sujeto-sujeto
comunicación. Siendo esto así, el docente es aquí un acompañante, un proponente de una
experiencia. Los criterios de validez de la ERE han de ser fundamentales en esta dimensión
(verdad, veracidad, rectitud, entendimiento). En este caso:
Una ERE para que cumpla con su deber dialógico, debe ser entendida en sus funciones
específicas como la relación y acompañamiento sujeto-sujeto.
Para que sea verdadera, debe ser clara en sus conocimientos.
Para que sea veraz, debe ser subjetiva y coherente, es decir, que parte de un testimonio
propio.
Para que sea recta, debe actuar de acuerdo a unas normas establecidas y determinadas.