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ENTRE

FLORES
MUERTAS
DE FRÍO

Ju an Marcel o Cast ro Mel gar


Oct ubre del 2005
Para la driade que cuida mis raíces.

Gracias Arita.
I

Esos cadáveres de osamentas preciosas


que construimos en soledad
mientras la ciudad ataúd de los sueños locos
alimenta a los gusanos...

Se levantan y procrean
como mariposas verdes
entre flores muertas de frío...

Y roban palabras a la calle


las usan en paredes vírgenes
y persiguen a las moscas
terminan bajo los puentes
entre basura y excremento...
Cuando el sol sale y despierta
la casa de los porros descansa...

Y la música de sus ojos


se repite entre bocinas,
llantos y muerte...

Cadáveres sin aliento de humo gris...

Sobrevuelan las aceras...


II

Esa mirada profunda,


iluminada entre las tinieblas,
de tu calavera perfecta
atraviesa el espacio pequeño
que existe entre la quietud y la acción.

Tus gritos lastimeros


de soledad apasionada y cruda
recuerdan a los niños muertos
que deambulan por los cementerios,
en busca de los pechos negros
que les regalen el aliento...
Tus pasos exactos y silenciosos
milimétricamente pensados
emulan a la parca en su oficio.
Y más aún, cuando tus garras
metálicas y afiladas
desgarran a este pájaro que amanece...

Y te veo acicalándote
relamiendo tus huesos
sin remordimiento.

Y los árboles se tiñen de rojo


lo mismo que los techos...
III

Si la serpiente puede arrastrarse


en la fosa común de los espíritus
¿Acaso podría sobrevivir a su veneno,
como si fuera el jinete del infierno,
que persigue a los pecadores
y les corta sus siete cabezas?

No imagines sus ojos claros y fríos


ni escuches su lengua de dos caminos.

Acá, en la oscuridad penetrante


sus huellas queman a los puros
y torturan a los muertos
mientras las hojas mienten
el viento las libera de la vida...

Entre los pecados y el catecismo


los cínicos gobiernan a los vivos...
IV

Esas flores grises


que descansan sobre tu tumba.

Mientras espero la mirada


de tus ojos de infierno
y sólo veo tus cuencas vacías
roídas por los gusanos...

La piel como el viejo Egipto


con surcos tan profundos
que no puedo distinguir
tu añorada faz...

Un anillo en tu mano izquierda


aro sin fin de la muerte
símbolo de lo eterno
ilumina este, nuestro ataúd...
Porque sin querer
tal vez deseándolo
yo estoy con vos (en la oscuridad).

Cuento tus costillas blancas


y acaricio tu columna vertebral
mientras tu pelo negro
se hace polvo con el viento...

No me importa tu aliento
de uvas añejas y bohemias,
ni la falta de tus pechos encendidos...

En esta muerte
mi preciosa muerte...

Mi muerte...
V

Todos mis soldados


acabaron muertos.
Tratando de conquistar
esas figuritas que dibujas
con tus delicados dedos...

Los ví caer estrepitosamente


apuñalados por una sonrisa,
deslumbrados por tu mirada,
despojados de tus palabras...

Cuando llegué al campo de batalla


la niebla ocultaba todo
los cuerpos, la sangre, los sueños.
Desesperado me arrastré
entre esqueletos pálidos
y míticos gusanos...

Los aromas de la muerte


se impregnaban en mi piel
hasta disimular mi extinción...

Derrotado con la mirada al cielo


entre nubes ocres,
ví tu fantasma vestido de fuego...
pasó por mi lado
creyéndome muerto.

Fue entonces
cuando tomé tus manos,
y me fundí a tus huesos...
VI

Las estrellas.
Hijas de la luz de tu mirada,
huyen desesperadas por el universo...

Mientras el vampiro púrpura


sonríe y agita su capa.

Tu piel pálida y tímida


como pétalo de mariposa enamorada
toca el agua en un latido
cuando el recuerdo es futuro
y las lluvias nos unen de nuevo...

Este ser de la noche


oculto en la redondez de la luna
te mira caer entre las hojas.
La cama de los sueños raros
entre guitarras y cortinas ciegas
seduce a las arañas...

¿Qué dirá la sábana ansiosa


al ver tu savia roja y tímida
correr por debajo de la almohada?

Princesa del crepúsculo


viento del norte agudo
cantar de gallos amanecidos

código secreto de la noche


túnica de fantasma penitente
y aroma de cohíba revolucionario...

Todas las cosas son en vos


como mi eterna letanía reclama:...
¡Líbrame de las estrellas!
¡Líbrame de tu savia!
¡Líbrame de la vida eterna!
¡Líbrame de los gallos!
¡Líbrame de la pena de matarte!

Escapo por la ventana azul


que mira la oscuridad serena
y mi mano no responde
para decirte adiós amada mía,
y una lágrima de piedra
rompe el cielo en mil pedazos;
Los guardo en el cofre de la musiquilla,
por si acaso los quieres unir algún día...

Vuelo hasta el cementerio


para dormir entre los muertos
esperando tus flores amarillas...
VII

Sonríes y el último aullido


rompe la noche.
La desangra...

Me incorporo a la legión
de sueños desesperados
e inmaduros...

Busco alejarme de la almohada


y me acurruco en las raíces
de la existencia...

Suspiro aletargado
entre el polvo y la ventana
por el beso de la orquídea...
Este mar incomprendido
que azota tus playas
recoge tus redes...

Eres la driade que agoniza.


Por esta mi osadía
de vivir entre los cementerios...

Donde el horizonte
se extingue súbitamente
para liberar a los espíritus...

Y el canto de la lechuza
oráculo de la penumbra
desata la tormenta...
Entre caminos colorados
ejércitos tristes
marchan hacia el destierro...

Esas palabras inertes


de soldados acabados
que repican las campanas...

Sucumben ante tu risa


entre las copas de los árboles
de este bosque encantado...

Y me repito en la agonía
de la tumba descuidada
solitaria y nostálgica...

En el camino de las flores


la muerte teje su telaraña
y yo la miro desde mi cruz...

Mi santa cruz...
VIII

El Vampiro sale a caminar


espera la noche más quieta y solitaria.

Aunque la luna todavía no se pronuncia


él la imagina y la desnuda...
Se come las flores del Toborochi
y las calles inmensamente largas
no terminan con su angustia...

Bebe cada estrella para olvidar


ese recuerdo que golpea su cabeza;
pero las estrellas no se acaban
y los gallos anuncian la realidad.

El día
torpemente llega...
IX

La luna se derrama entre las sábanas


de esta madrugada
Insaciable
es la humedad que provoca
el recuerdo verde mariposa
de ese vuelo sobre las amapolas
Murmullo de yerba mágica
humo profundo pulmón
La tos
Viaje interminable de luciérnagas
Intermitentes
Luces de felinos y aullidos de perros
Voraces
Sueños perdidos en vos
amante del Vampiro
Suspira
Suspiro y alzo vuelo...
X

El sudor helado de la madrugada


recorre las horas por mis mejillas.

El Vampiro desvelado
descansa su osamenta púrpura
antes del primer rayo solar.

Medita ante las estrellas


que miran la noche con esperanzas
de volverse a encontrar...

Amanece y ya no hay salida


¿Volar?
Ciego como mariposa nocturna
Estropajo de la aurora
engendro de la niebla...
El dolor es insoportable
aunque tenga tus manos
acariciando mi capa...

Duele este amor nocturno


como el parto de una galaxia
que se desangra lentamente
ante el hijo bastardo
que costó placeres
y madrugadas heladas...
XI

Perro de cenizas ardientes


que nubla tu cerebro.

Fumarola interminable
de ese tren fantasma
que transporta mi cadáver
hasta el lecho más profundo.

Las lunas de invierno


crecen por el arrullo del viento
que silba entre la yerba buena.

Yo te veo sencillamente
arrodillada en pleno mimetismo
con las flores de esta noche
que custodian mis inmortales restos.
Quiero decirte que no llores
las lágrimas rojas me devastan
y no puedo levantarme
y mi capa se hace más pesada
la oscuridad más profunda
tu distancia más amarga...

El viaje es interminable
y el invierno se esfuma
tal vez llegue con la primavera
para asfixiarte
con un beso...
Pájaro Azul

Y se posó en la rama
cual ave del infierno.
Aleteando entre la oscuridad
esparciendo la llovizna.

El viento calló su murmullo


para esperar el trino
de la mensajera eterna
que llega a su nido.

Y el silencio entre telarañas


palabras de niños hambrientos
flores atrapadas
en las bocas del sueño...

Recuerdos de invierno
entre sus garras mortíferas
alimento para sus demonios
voraces y crueles, mendigos...
EDITORIAL
“ILUSTRES DESCONOCIDOS”
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SANTA CRUZ-BOLIVIA 2006

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