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UNIVERSIDAD DE CONCEPCION

FACULTAD DE CIENCIAS JURIDICAS Y SOCIALES

“Análisis Jurídico y Médico-Legal de la eximente de responsabilidad


Penal consagrada en el Articulo 10 N.o 1 del Código Penal Chileno”

Memoria de prueba para optar al grado

de Licenciado en la Facultad de Ciencias

Jurídicas y Sociales.

MARIA PABLINA VEGA DEL RIO

1981
Introducción
En toda agrupación humana organizada se comenten actos delictuales que
guardan relación con las formas de vida de dicha sociedad. Estos delitos son
objeto de sanción, las cuales varían atendiendo a cada caso particular, y cuyo
objetivo es, entre otros, reprimir al autor del acto delictual.

No obstante lo anterior, hay casos de excepción en los cuales el agente


escapa a la sanción penal, quedando impune ante la ley por concurrir a su favor
una circunstancia de responsabilidad criminal.

Nuestra memoria de prueba tiene por finalidad dar una visión general, y en
lo posible clara, de la Eximente de Responsabilidad Criminal consagrada en el N°
1 del artículo 10, de nuestro Código Penal, o sea, de la circunstancia de
inimputabilidad basada en la falta de salud mental y en la privación total de razón
por causa independiente a la voluntad del sujeto.

No está demás recalcar la enorme importancia jurídica y médico legal que


reviste la eximente aludida, motivo que nos ha llevado a profundizar en tal
apasionante tema.

Han influido, en nuestra decisión de ahondar en estas materias, las siguientes


razones:

1.- Cuando concurre esta circunstancia eximente de responsabilidad en favor de


los elementos del delito, esto es, la culpabilidad; elemento que se excluye por
carecer de base sobre la cual asentar el juicio de reproche de la conducta del
sujeto; vale decir, cuando el autor de un hecho es inimputable carece de
capacidad penal sin la cual no puede cabérsele responsabilidad alguna.

2.- El gran aumento que ha experimentado en los últimos años la criminalidad en


relación con sujetos que padecen algún trastorno mental, teniendo presente que
es mayor la proporción de delitos cometidos por individuos que sufren de alguna
psicosis alcohólica.

3.- Si se pudiera determinar con precisión la enfermedad psíquica y su grado de


desarrollo e intensidad, a través de mecanismos adecuados, serviría de freno a
aquellos individuos que pretenden hacer uso de la eximente en estudio, basados
en que han ejecutado el acto ilícito en estado de locura o demencia, o privados
totalmente de razón por causas ajenas a su voluntad; lo que, a su vez, se traduce
en una posibilidad concreta de disminución de la delincuencia.

4.- Además, es de suma importancia para la adecuada aplicación de la ley, el


determinar con exactitud cuando el agente del hecho delictual es responsable
penalmente (en base a los antecedentes que existan en cada caso), ya que si no
hay certeza al respecto, bien podría sancionarse a un individuo que debiera estar
beneficiado por esta eximente, o por el contrario, eximir de responsabilidad a
quien engañosamente se ha amparado en ella.

5.- Por otra parte, es fundamental determinar con exactitud la enfermedad que
aqueja al sujeto, pues de esta forma el individuo tendría acceso a un tratamiento
psiquiátrico adecuado, que le permitiría reintegrarse a la sociedad sin representar
un peligro constante para esta.

6.- La necesidad de que existan medios idóneos para precisar cuando estamos
ante un individuo semiimputable, esto es, aquel que siendo un enfermo mental ha
obrado privado solo parcialmente de razón; lo que evitaría calificar erróneamente
la responsabilidad que le cabe al sujeto.

Ahora bien, para lograr el objetivo propuesto y deseado al iniciar nuestro trabajo,
hemos considerado necesario dividir el tema en dos partes:

a) La primera engloba el estudio jurídico de la eximente, previa precisión de los


conceptos de Imputabilidad y de Responsabilidad penal.

Dentro del estudio jurídico analizaremos el artículo 10 N° 1 de nuestro Código


Penal, separando dicha disposición en dos partes:

1.- Relativa a la calidad de loco o demente e intervalos lucidos, y

2.- Estudio concerniente a la privación total de razón por causa independiente de


la voluntad del sujeto, señalando los casos en que, según diversos autores,
existirían tal privación de razón capaz de eximir de responsabilidad.

b) En la segunda parte, nos referiremos al estudio psiquiátrico de la eximente,


tratando de precisar el concepto de enfermedad mental, las causas de estas y su
clasificación.

Luego, abordaremos los diferentes problemas medico legales que presentan los
diversos trastornos mentales, para lo cual es preciso indicar, en cada enfermedad,
la sintomatología, las características principales, la imputabilidad y la
jurisprudencia existente respecto de dichas enfermedades.
CAPITULO PRIMERO

Aspectos jurídicos de la eximente de responsabilidad del articulo 10 N° 1 del


Código Penal

Generalidades

El libro I, título I, Párrafo II de nuestro Código Penal se titula “De las


circunstancias que eximen de responsabilidad criminal”.

Dicho párrafo en el articulo 10 consagra una variedad de supuestos o


causales, todas de una gran importancia y trascendencia jurídica.

El punto de conexión entre las diversas eximentes se encuentra en el efecto


que éstas producen al concurrir respecto de un determinado sujeto que ha
realizado un delito. El resultado es impedir el nacimiento de la responsabilidad
penal que le cabria al agente si no lo afectase dicha circunstancia.

La diferencia existente entre las llamadas circunstancias eximentes radica


en que estas no eximen de responsabilidad por los mismos motivos siendo, por
consiguiente, todos de naturaleza distinta. De manera que es necesario, para su
estudio, agruparlas según cual sea su causa de origen.

De la denominación de este párrafo pareciera deducirse que se trata de


hechos que impiden la aplicación de una pena a quien ha cometido un delito, lo
que es un grave error, pues lo que en verdad sucede cuando uno de estas
circunstancias concurren es que el delito no llega a configurarse por faltar, a éste,
uno de sus elementos constitutivos. Es por ello que se trata de causas de
exclusión del delito o de aspectos negativos de alguno de los elementos del delito
ya que, “unas lo excluyen por el hecho de que cuando se dan queda eliminado en
el proceder del sujeto el concepto de acción, otras porque vienen a dar carácter
legitimo a una conducta que por regla general es plenamente ilícita, impidiendo
así, que pueda la acción ser calificada de típicamente antijurídica, y otras porque
patentizan la falta de culpabilidad en el agente” (1).

De lo antes dicho podemos concluir que nuestro Código Penal, en su


artículo 10, se ocupa de la faz negativa del delito.

Para llegar a clasificar las circunstancias que eximen de responsabilidad


criminal, debemos tratar de definir al delito y, a la vez, dilucidar los diversos
aspectos que lo integran.

Definir el delito es un asunto muy delicado en el Derecho Penal, debido a


que cada tratadista intenta conceptuarlo según los principios imperantes en él.
De este hecho deriva la gran variedad de criterios existentes a este
respecto, siendo los más importantes la noción legislativa del delito, la noción
filosófica, la sociológica y, por último, la noción jurídica.

Sin desmerecer el valor de los otros criterios que definen al delito, solo
tomaremos la noción jurídica de este, ya que su estudio técnico jurídico es el de
mayor trascendencia en el campo del Derecho Penal, criterio que claramente
comprende los elementos que lo configuran.

Noción Jurídica del delito

El estudio técnico jurídico del delito nace en Alemania, y se sintetiza en la


llamada “Teoría jurídica del delito”. Se señalan como autor precursor de dicha
teoría al penalista alemán Bohemero, quien construyó la teoría del delito con
bases netamente jurídicas. Pero el verdadero creador de esta es Ernesto
Binding, con su famosa “Teoría de las normas”, por medio de la cual pretendió
llenar el vacío técnico jurídico que quedaba entre la noción filosófica y la
legislación positiva existente.

El profesor de la Universidad de Berlín, Franz Von Liszt define al delito


como aquella “acción antijurídica y culpable castigada por una pena”. Definición
que incentiva a los estudiosos modernos a ocuparse de ella, y es a partir de
Beling, en el año 1906 que, en verdad, nace la denominada “Teoría jurídica del
delito”, teoría que más tarde fue rectificada por Mayer y perfeccionado por
Edmundo Mezger en el año 1938.

Para Edmundo Mezger, el delito existe cuando “una acción es típicamente


antijurídica, culpable y punible” (2).

Conforme a la definición transcrita, los elementos constitutivos del delito


serian: acción, antijuricidad tipificada, culpabilidad y punibilidad.

Los factores excluyentes de alguno de estos elementos corresponden a las


llamadas circunstancias que eximen de responsabilidad criminal.

De lo anterior se deduce que las impropiamente llamadas circunstancias de


responsabilidad criminal pueden ser agrupadas de la siguiente manera:

1.- Causas de falta de acción

2.- Causas de justificación

3.- Causas de exclusión de la culpabilidad


Quedan fuera de dicha clasificación las denominadas Excusas Absolutorias,
ya que cuando concurren una de estas escusas absolutorias el delito existe y es
punible, pero el actor delictual no se castiga por razones de índole extrapenal que
corresponden a un verdadero perdón legal, de manera que el hecho escapa a la
sanción de la ley penal por expreso mandato suyo. Escapan a la clasificación,
porque dichas excusas absolutorias no excluyen al delito como sucede en las
circunstancias eximente, aun cuando se presentan las excusas absolutorias, vale
decir la punibilidad.

Al analizar brevemente casa una de las causas de exclusión del delito, y por
ende, de exención de responsabilidad penal, nos referimos someramente a los
elementos que constituyen su razón de ser.

Causas de Falta de Acción

La acción se define como “la conducta voluntaria que consiste en hacer o


no hacer algo que produce alguna mutación en el mundo exterior (3). Mezger nos
dice que la acción “no es otra cosa que la realización de una voluntad
jurídicamente relevante” (4).

La acción como elemento del delito supone necesariamente la existencia de


un acto humano, activo (hacer) o pasivo (omitir), (de ahí que existen delitos de
acción, delitos de omisión y delitos de comisión por omisión). Es preciso que sea
un acto humano, porque solo el hacer o el no hacer del Hombre es punible. El
derecho es una relación de Hombre a Hombre, y todo aquello que importe una
violación al Derecho sólo por los Hombres puede ser realizado, por consiguiente,
los daños ocasionados por animales o por acontecimientos fortuitos ajenos al
actuar humano, no pueden constituir delito aun cuando fueren de bastante
gravedad.

Esta conducta humana debe reunir ciertos requisitos, a saber, que sea
externa, voluntaria y capaz de producir un resultado en el mundo externo.

Que la conducta sea externa, significa que “las determinaciones puramente


internas aunque lleguen a la mayor intensidad, no tienen valor en el Derecho so no
se manifiestan” (5). Si al pensamiento interno no se agrega un acto externo no
puede haber acontecimiento punible.

Que la conducta humana sea voluntaria significa que la acción requiere de


un querer del agente, de su autodeterminación. La acción debe ser ejecutada
libremente por el sujeto, y con conocimiento por parte de este de los que esta
ejecutando.
“Para que exista la manifestación de voluntad propia de la acción, basta que
el sujeto quiera su propio obrar, aunque no quiera el resultado del mismo” (6).

No puede haber acción sin voluntad, de manera que quedan fuera de la


responsabilidad penal:

1.- Los llamados movimientos reflejos, esto es, “los movimientos corporales
en los que la excitación de los nervios motores no está bajo un influjo anímico,
sino que es desatada inmediatamente por un estímulo fisiológico-corporal, en los
que un estímulo, subcortical mente y sin la intervención de la conciencia, pasa de
un centro sensorio a un centro motor y produce el movimiento” (7). Sería el caso
de la persona que reacciona bruscamente cuando se le hace cosquillas, botando
con ello una lámpara a parafina y ocasionando un incendio. Dicha persona no
podrá responder de este delito, pues no ha actuado voluntariamente. Igual sucede
cuando se rompe una cosa ajena durante un ataque convulsivo sufrido por un
individuo.

También escapa a la responsabilidad penal el agente que en el momento


que debía realizar una acción determinada y esperada, carece de conciencia, lo
que ocurre por ejemplo, cuando el guarda líneas del tren sufre un desmayo que no
le permite desempeñar su labor y ocasiona por ello un accidente.

2.- Los movimientos realizados bajo la influencia de una fuerza irresistible,


es decir, “movimientos corporales en los que una persona, a consecuencia de la
fuerza exterior que sobre él se ejerce, actúa como instrumento en manos de otro”
(8).

Quien hace u omite alguna cosa obligado por una fuerza irresistible o fuerza
absoluta queda fuera del concepto de acción, pues no ha actuado voluntariamente
sino que ha sido obligado a hacerlo, como sería el caso de obligar a un individuo a
firmar un documento tomándole la mano con fuerza.

Por último, que la acción sea capaz de producir un resultado en el mundo


externo, significa que la acción debe ocasionar una mutación en la realidad; por
efecto de la acción algo debe cambiar. Este cambio en el mundo externo es lo
que se ha denominado “el resultado del delito”, que se define como “la total
realización típica externa” (9).

El resultado del delito puede ser:

a) de orden material, apreciándose por hechos, como por ejemplo, homicidios,


robos.

b) de orden jurídico: injurias, calumnias, etc.


De esto resultan el gran problema existente respecto de si hay delitos sin
resultado, problema muy discutido en la doctrina y que no es del caso analizar.

Por otra parte, el resultado debe atacar un bien jurídico, pero dicho ataque
puede consistir en un daño efectivo al mismo, o en un peligro de tal daño; de lo
que deriva de la clasificación de lesión y delitos de peligro.

Ahora bien, nuestro Código Penal en su artículo 1, inciso 1, señala


textualmente: “Es delito toda acción u omisión voluntaria penada por la ley, que
puede ir dirigida a la realización de una acto positivo respecto del cual el individuo
estaba obligado a ejecutar (delitos de omisión).

En todo caso, sea acción u omisión, es necesario que exista una


manifestación de voluntad del autor; voluntad que sólo será relevante y de
trascendencia penal cuando se transforme en un movimiento corporal que
ocasione algún cambio en el mundo externo.

Toda acción u omisión, vale decir, todo movimiento corporal o toda


abstención realizada por un individuo que se encuentre privado totalmente de las
facultades cognoscitivas o volitivas, no puede considerarse como acción puesto
que le falta la base que es la voluntad.

El aspecto negativo de este primer elemento del delito es la falta de acción.


Existe falta de acción en los casos en que existe fuerza irresistible (art. 10 N° 9);
en los casos de sonambulismo y de sugestión hipnótica, ya que en ninguno de
estos estados está presente la manifestación de voluntad en lo que respecta a la
actuación misma del sujeto.

En estos tres casos, como ya hemos dicho, no hay manifestación de


voluntad, por consiguiente, falta el primer elemento del delito, esto es, la acción.
Más aún, si nuestro Código Penal no estableciera expresamente la exención de
responsabilidad criminal en el artículo 10, el delito igual no existiría, pues en el
mismo cuerpo de leyes, articulo 1, se establece un conjunto de delito al cual se
faltaría en estos casos que analizamos.

Respecto de la fuerza irresistible, articulo 10 N° 9, no hay duda alguna entre


los autores que si exime de responsabilidad criminal pues se ha consagrado
expresamente por el legislador, en tanto que respecto del sonambulismo, y de la
sugestión hipnótica el legislador no se refirió expresamente en el artículo 10, pero
se ha entendido que sí exime de responsabilidad criminal ya que en estos casos el
sujeto no manifiesta ninguna voluntad.

Causas de Justificación
Para llegar a precisar cuáles son las causas de justificación, consagradas
en nuestra legislación positiva, es necesario que, previamente, y de un modo
general, recordemos que el delito es una acción que solamente es punible cuando
es antijurídica.

“Una acción es antijurídica cuando contradice las normas objetivas del


Derecho” (10). En el derecho Penal, las acciones son prohibidas o no prohibidas
y, por consiguiente, conforme o no al derecho. Si no es conforme a Derecho, esa
acción es antijurídica. No existe pues, en el Derecho Penal una zona intermedia, y
por lo tanto, si un determinado acto no tiene el carácter de injusto falta a la acción
la antijuricidad, y sin antijuricidad no puede haber ningún delito.

La idea anterior fue consagrada por Francisco Carrara al señalar: “La idea
del delito no es sino una idea de relación, es a saber, la relación de contradicción
entre el hecho jurídico al cual se da el nombre de delito, u otro sinónimo. Es un
ente jurídico que para que exista tiene necesidad de ciertos elementos materiales
y de ciertos elementos morales, cuyo conjunto constituye su unidad. Pero lo que
completa su ser es la contradicción de esos antecedentes con la ley jurídica” (11).

Por lo expuesto anteriormente, podemos concluir que, el acto humano debe


estar en oposición con una determinada norma jurídica que prohíba u ordene su
ejecución; oposición que importe una lesión o una puesta en peligro del bien
jurídicamente protegido.

El bien jurídico protegido corresponde al valor objetivo al cual la ley


concede su protección, ya que el legislador reconoce, en cada precepto penal, un
determinado fin.

Por otra parte, no toda acción antijurídica es delito, pues además, es


necesario que dicha acción éste descrita previamente en un tipo especial, vale
decir, tipificada o definida por la ley como delito, “solo es punible el que actúa
típicamente” (12).

La adecuación del hecho al tipo legal es el modo de manifestarse la


antijuricidad. El vocablo TOPO en sentido jurídico penal corresponde al “injusto
descrito concretamente por la ley en sus diversos artículos, y a cuya realización va
ligada la sanción penal” (13).

Si en el actuar de un individuo concurre una causa de exclusión de lo


injusto no puede considerarse que ha obrado antijurídicamente, y por ende, su
hecho no constituye delito.

Se llama causas de justificación a “las circunstancias de un hecho que


borran su antijuricidad objetiva; o en otros términos, que tienen, como efecto, la
transformación de un delito en un no delito” (14). Así pues, las causas de
justificación legitiman una conducta descrita por la ley como delito.

Cuando concurre una causas de justificación el sujeto obra con voluntad


consiente, pero su acción no es delictiva pues se ajusta totalmente a Derecho.
Dicho acto no es delito, y, por lo mismo, no puede nacer responsabilidad penal ni
civil en contra de su autor, pues quien obra conforme a Derecho no puede decirse
que lesione u ofenda un interés jurídico ajeno.

Estas circunstancias se han denominado por los alemanes “Causas de


exclusión del injusto”; por los franceses “Excusas”, y distinguen entre excusas
absolutorias y excusas atenuantes; por los autores italianos se les llama
“Discriminantes ideológicas”.

El fundamento de las causas de justificación se asienta en el llamado


“Principio del interés preponderante”.

El profesor Antonio Ferrer, lo explica del siguiente modo: “Todo tipo penal
está establecido como tal en protección de un interés y precisamente para dotar al
mismo de la más fuerte tutela jurídica representada por la pena. Estando, pues, la
protección de estos intereses basada en la trascendencia de los mismos, de da el
caso de que cuando la acción objetivamente descrita por la ley como delito, si bien
lesiona el interés contemplado por el tipo, constituye al mismo tiempo la
salvaguarda de otro interés, de mayor importancia, deja de existir la razón de ser
de la punición. Esto es lo que ocurre en las causas que consideramos; en ella se
origina una lesión de interés típica, ente descritos, pero desaparece el concepto de
delito porque con la acción de tales casos se salva otros interés preponderante”
(15).

Conforme a este principio del interés preponderante, la justificación nace


cuando, frente al interés lesionado por la realización de una acción típica, aparece
un interés de más valor, de mayor importancia, interés que tiene la fuerza
necesaria para desplazar al primer interés protegido por la ley.

Las causales de justificación han sido taxativamente señaladas por el


legislador, y en nuestro Código Penal tienen tal carácter las señaladas en el
artículo 10 N°s 4, 5 y 6 que se refieren a la legitima defensa, propia, de parientes y
de extraños; el N° 7 corresponde al estado de necesidad y por último, el N° 10
relativas al cumplimiento de un deber y al ejercicio legítimo de un derecho, en
ciertos casos.
Causas de inculpabilidad

La culpabilidad corresponde al tercer elemento del delito; elemento


esencialmente subjetivo, pues valoriza el estado anímico del sujeto en el momento
de ejecutar el acto para saber si este le es o no reprochable.

Lo fundamental de la culpabilidad radica en el conjunto de


presupuestos que permiten reprochar una conducta típica y antijurídica a su autor,
de manera que éste debe ser autor material del hecho y autor moral del mismo,
pues necesariamente ha debido tener conciencia, o al menos, conocimiento del
acto realizado y de la antijuricidad de éste.

La culpabilidad se ha denominado, por Mezger, como “el conjunto de


aquellos presupuestos de la pena que fundamentan frente al sujeto la
irreprochabilidad personal de una conducta antijurídica” (196).

En el derecho penal moderno el principios “sin pena no hay culpa”


constituye la base fundamental. Por consiguiente, no puede haber delito sin culpa,
y por lo mismo, nadie puede responder ante la ley penal si no ha mediado su
propia culpa. Se limita así la responsabilidad penal a lo hecho culpablemente.

Se entiende que una acción es culpable cuando “a causa de la


relación psicológica existente entre ella y su autor puede ponerse a cargo de éste
y además serle reprochada” (17).

Culpable “es el que hallándose en las condiciones requeridas para


obedecer una ley, la quebranta consiente y voluntariamente. La determinación de
estas condiciones entre en el requisito de la imputabilidad” (18).

De lo dicho concluimos que, para que exista delito no solo se


requiere la existencia de un acto humano externo y voluntario que ha ocasionado
un resultado descrito por la ley como delito, sino que además, es menester que
dicho acto se haya ejecutado culpablemente. ¿Por qué culpablemente?, porque
atreves del juicio de valor según el cual una acción es antijurídica, se caracteriza
solamente la fase externa del delito (el comportamiento corporal), como
contradictorio con el orden jurídico. En cambio, por medio del juicio valorativo se
analizará si el sujeto ha actuado culpablemente, fase interna de la acción, y es por
ello que se dice que la culpabilidad es la valoración subjetiva de la acción.

Se entiende que un individuo actúa culpablemente cuando es


imputable; cuando el acto lo ha ejecutado mediante dolo o culpa de su parte y, por
último, cuando la ley no declara expresamente la exclusión de su culpabilidad.
La imputabilidad es el elemento esencial de la culpabilidad, es el
supuesto de ésta. “El hombre no podrá ser llamado culpable si ante no es
imputable, es decir, si no está en posesión de un mínimo de condiciones psíquicas
(y físicas) en virtud de las cuales pueda atribuírsele el delito” (20).

Existen doctrinas que explican el fundamento de la imputabilidad,


pero al margen de éstas, y de un modo general, diremos que imputabilidad es
atribuibilidad; imputar seria atribuir algo a un sujeto.

La imputabilidad para el profesor Von Listz, es la facultad de


determinación normal, desde el punto de vista formal corresponde a la capacidad
de obra plenamente. Es imputable todo hombre con desarrollo mental y
mentalmente sano, cuya conciencia no se halle perturbada. El contenido normal y
la fuerza la esencia de la imputabilidad” (21).

La regla general es la imputabilidad, pues en el Derecho Penal


se parte de la base de que todo ser humano tiene capacidad o constitución mental
normal. La excepción es la inimputabilidad, debiendo el legislador señalar
expresamente cuando desaparecen respecto de un individuo las condiciones
psíquicas, biológicas y morales exigidas por la ley para responder de actos
cometidos.

La inimputabilidad es causa de exclusión de la responsabilidad penal


en aquellas que carecen de una mente sana y madura.

Nuestro código penal establece como causas de inimputabilidad, las


consagradas en el artículo 10 N° 11 concerniente a la enajenación mental y las
señaladas en el artículo 10 N° 2 relativa a la menor de edad.

Cuando concurre una causa de inimputabilidad desaparece un


aspecto del delito, esto es, la culpabilidad. Este elemento se excluye por falta de
base sobre la que apoyar el juicio sobre la conducta del sujeto. Si el autor del
hecho delictivo es inimputable o carente de capacidad penal no sirve de nada
pronunciarse sobre si actuó dolosa o culpablemente, pues falta en estos casos lo
fundamental, vale decir, la imputabilidad del autor.

Por el contrario, cuando el hecho delictual se ejecuta por un sujeto


imputable es necesario pronunciarse acerca de si ha actuado culpablemente, esto
es, con dolo o con culpa.

El dolo y la culpa son las formas de manifestación cuyo fundamento


radica en la voluntad del agente. Así, el dolo denota la intención del autor, en
tanto que la culpa sólo importa negligentemente o imprudencia de su parte.
El dolo corresponde al grado más grave de la culpabilidad, y se ha
entendido que actúa dolosamente el sujeto que teniendo conocimiento de la
antijuricidad del acto que va a realizar, no hace nada por impedirlo, sino que, por
el contrario, ante la idea de cometerlo permanece indiferente.

Se define dolo como “la intención más o menos perfecta de ejecutar


un acto que se sabe que es contrario a la ley” (22).

La culpa corresponde a un grado menor de reprochabilidad de la


conducta humana; se actúa culposamente cuando el sujeto no toma con seriedad
la posibilidad de cometer un acto ilícito, o bien, cuando no estaba consiente de tal
posibilidad, pero que con un oportuno cuidado hubiese advertido dicha ilicitud, y
por ende, habría podido arrepentirse de su actuar.

Se ha definido la culpa como: “la voluntaria omisión de diligencia en


calcular las consecuencias posibles y previsible del propio hecho” (23).

Ahora bien, cuando al pronunciarse sobre la existencia de


culpabilidad (dolo o culpa) se concluye que faltan al hecho tales presupuestos, su
autor no podrá ser declarado culpable.

Son causas de inculpabilidad en sentido estricto, el caso fortuito y la


obediencia debida.

Análisis del articulo 10 N° 1 de nuestro código penal

Una de las circunstancias de inimputabilidad contenida en el artículo


10 N° 1 del Código Penal, es la enajenación mental, causal inimputabilidad basada
en las condiciones psíquicas del individuo. Esta causal constituye nuestra materia
de estudio, ya que pretendemos analizar, desde un punto de vista jurídico, los
diferentes problemas que ha suscitado la terminología de dicha disposición.

De un modo general, cabe precisar que, en principio todo ser


humano tiene razón y voluntad suficiente para poder ser sujeto de reproche, es
decir tener “conciencia y voluntad en el grado necesario para que el agente pueda
responder de los propios actos” (24). Sin embargo, hay casos en que por falta de
salud mental o de madurez mental no se reúnen estos presuntos (razón y
voluntad), circunstancia por la que el sujeto debe ser considerado inimputable,
esto es, falto de imputabilidad”.

De inmediato surde la interrogante, ¿Qué es la imputabilidad? La


imputabilidad constituye la base de todo el Derecho Penal, ya que sólo pueden ser
responsables ante la ley penal aquellas personas que son imputables, es decir,
que reúnen las condiciones psíquicas exigidas por la ley para que la acción
delictiva se les pueda imputar como suya propia. Sujeto imputable es aquel que
tiene aptitudes para responder de un hecho constitutivo de delito.

La imputabilidad en el campo del Derecho Penal puede ser


analizada desde dos líneas de razonamiento:

1.- Como materia central de Derecho Penal, es decir, imputabilidad


en el sentido de poder atribuir una sanción penal a quien ejecute un delito. Si falta
alguno de los requisitos del delito. Si falta alguno de los requisitos del delito no se
habrá dado el supuesto de la norma jurídica, y por consiguiente, no le será
imputable la consecuencia jurídica de dichos acto.

2.- Imputabilidad en el sentido de poder atribuir a una persona


determinada el hecho delictivo por él cometido. El delito es una conducta humana,
por lo que resulta necesario que dicha conducta sea imputada a un sujeto
determinado, que como consecuencia de ello se transforma en un sujeto pasivo de
la aplicación de una sanción normal.

Ahora bien, al Derecho Penal no le basta con la solo imputabilidad


física del hecho a una persona, sino que además de esta vinculación material, el
Derecho Penal requiere una vinculación total, no ya con el hombre como cosa,
sino que como sujeto de derecho.

Carrara enseña, “la imputabilidad y la imputación morales no tienen


otra condición, excepto la de que el hombre que fue causa material de un hecho,
haya sido además causa moral del mismo”. Agrega el mismo autor, “El juicio
mediante el cual el juez imputa civilmente una acción, que ya fue declarada por la
ley políticamente imputable, es el resultado de tres juicios diversos. El juez
encuentra en aquel individuo la causa material del acto, y le dice: tú lo hiciste:
imputación física. Halla que aquel individuo realizó ese acto con voluntad
inteligente, y le dice: tú lo hiciste voluntariamente: imputación moral. Encuentra
que aquel hecho estaba prohibido por la ley del Estado, y le dice: tú o imputación
legal. Y sólo después que tenga el resultado de estas tres proposiciones, podrá el
juez decir al ciudadano: te imputo este hecho como delito” (25).

Imputabilidad y Capacidad

La imputabilidad se asimila a la noción de capacidad usada en el


Derecho Privado “y del mismo modo como se habla de un capaz o incapaz para
realizar un negocio jurídico, puede hablarse de un capaz o incapaz para responder
penalmente de una acción delictiva; aunque fuere típicamente antijurídica” (26),
criterio acogido por el Código Penal Italiano al disponer en su artículo 85:
“Imputable es quien posea la capacidad de comprender y de querer”; también es
la definición dada por Mezger, autor citado por Eduardo Novoa, al señalar:
“Imputable es la capacidad de cometer culpablemente hechos punibles” (27).

Este criterio ha sido acogido por la mayoría de los tratadistas. Entre


otros, el profesor Jiménez de Asúa, define la imputabilidad como; “la capacidad de
conocer y valorar el deber de respetar la norma y determinarse espontáneamente”
(28); para Eugenio Cuello Calón, es “la capacidad de conocer y de querer” (29);
para Beling, la imputabilidad es “la capacidad de ser culpable” (30).

De lo anterior podemos concluir que, la expresión Imputabilidad es el


termino técnico utilizado para denotar la capacidad en el campo del Derecho
Penal, pues la “capacidad es una categoría jurídica universal. Entendiéndola
como posibilidad abstracta de recibir los efectos del ordenamiento jurídico (de ser
sujetos del Derecho, titulares de derechos y obligaciones), es común a todo el
Derecho Público y Privado, civil y penal. Coincide con la cualidad misma de
hombre” (31). De manera que se concibe la imputabilidad como una capacidad
jurídica de obrar, análoga a la capacidad civil.

A diferencia de lo antes dicho, hay autores que no aceptan que se


hable de una capacidad para cometer delito, pues consideran que la capacidad del
Derecho Penal es el presupuesto de la imputabilidad.

Se atribuye esta distinción entre imputabilidad y capacidad de


derecho penal al profesor Manzini, para quien la imputabilidad es la persona
considerada como subjetividad genérica. La capacidad y la personalidad son
términos correlativos y equivalentes, “en el sentido de que toda persona es
jurídicamente capaz para el ordenamiento jurídico general y que no hay capacidad
de derecho sin personalidad jurídica” (32).

Para Manzini, la capacidad jurídica en el sentido del Derecho Penal,


presupone la idoneidad personal de actuar de acuerdo con la previsión de las
consecuencias penales.

Por consiguiente, la persona capaz en derecho penal es imputable


“cuando su capacidad de entender y querer se ha exteriorizado con una
manifestación actuada de voluntad consciente, contraria al Derecho” (33).

De manera que la responsabilidad y la capacidad en Derecho Penal


constituyen el aspecto general del sujeto, en tanto que la imputabilidad
corresponde al aspecto particular del sujeto; se refiere al hecho punible concreto, y
por consiguiente, el sujeto no imputable puede ser una persona carente de
capacidad penal o una persona que goza de ésta.
A nuestro parecer creemos que, en verdad no cabe esta distinción
entre imputabilidad y capacidad de Derecho Penal, por los siguientes motivos:

1.- Porque la imputabilidad es un concepto jurídico general,


abstracto, ya que cuando la ley fija las condiciones mínimas para ser sujeto
imputable toma en consideración un hecho y un individuo idealmente
considerados.

2.- Porque la capacidad en cierto sentido también es específica,


cuando se trata de establecer si un individuo es capaz en Derecho Penal ante un
hecho punible determinado. Sólo cuando el hecho se ha cometido se pronunciará
acerca de si es o no capaz.

Eugenio Florian nos dice, acertadamente, que, “en substancia, la


capacidad de Derecho Penal no sería más que la imputabilidad considerada en
abstracto; mientras que lo que él (Manzini) denomina imputabilidad no sería más
que la imputabilidad considerada en concreto” (34).

Más aun, Maggiore señala, a este respecto que “tanto el juicio de


capacidad como el de imputabilidad son juicios abstractos y concretos a la vez,
que se unen a condiciones posibles y a situaciones reales” (35).

Ahora bien, la capacidad o aptitud que constituye la imputabilidad se


refiere a la capacidad de comprender y de querer.

Existen en la capacidad dos momentos diferentes:

1.- Cognoscitivo, que corresponde a la inteligencia o conciencia del sujeto, y

2.- Voluntario, que se refiere a la intención, al querer por parte del sujeto.

La capacidad de comprender debe ir dirigida a captar que su


conducta es contraria a derecho, que actuación es injusta, es decir, el individuo
debe ser capaz de comprender lo ilícito de su actuación, y no solo la aptitud de
éste para conocer lo que se desarrolla en el mundo que lo rodea.

La capacidad de querer significa la aptitud del sujeto para auto


determinarse, para realizar solamente aquello que se juzga que se puede hacer.

En todo caso, es necesario tener presente que la imputabilidad debe


existir al momento de ejercitarse el acto delictivo, no obstante que la capacidad es
genérica.
Concepto de Imputabilidad

La imputabilidad en sentido amplio, es la posibilidad de atribuir algo a


alguien, en tanto que para el Derecho Penal es la posibilidad de realizar hechos
culpables.

Para los clásicos, la imputabilidad se define como: “el conjunto de


condiciones necesarias para que el hecho punible pueda ser atribuido a quien
voluntariamente ejecuta la acción, como a su causa eficiente y libre” (36).

Para Maggiore, la imputabilidad es “el conjunto de condiciones


psíquicas que requiere la ley para poner una acción a cargo del agente”(37).

Modernamente se la ha definido como “la capacidad de conocer la


antijuricidad de la conducta y de autodeterminación conforme a ella” (38).

Así concebida la imputabilidad, es imputable el individuo en el cual


concurren las condiciones psíquicas, biológicas y morales apropiadas, es decir,
edad, salud mental que le permitan ser sujeto de reproche.

La inimputabilidad existe, cuando el individuo carece de estas


condiciones mínimas, esto es, capacidad de comprender y de querer. Se
entienden que faltan a éstas en aquellos individuos que carecen de un desarrollo
intelectual suficiente que les permita comportarse de un modo normal, y también
en aquellos sujetos afectados por una enfermedad grave de la mente, o lo que es
igual, por una anomalía psíquica profunda.

Se supone que aquellas personas que poseen capacidad de


comprender (reconocer lo injusto), y capacidad de querer (obrar sólo conforme a
derecho), es una persona con facultades mentales sanas en su totalidad, y sólo
ante un sujeto completamente sano de mente puede nacer la llamada
RESPONSABILIDAD PENAL.

No podemos dejar de explicar –a lo menos sucintamente- el


concepto de responsabilidad penal, aspecto que se encuentra ligado a la noción
de Imputabilidad de que nos ocupamos.

En principio, sólo pueden ser responsables penalmente, aquellos


individuos imputables, salvo que concurra a su favor una circunstancia eximente
de responsabilidad criminal diferente de la inimputabilidad.

Definir la responsabilidad penal es cuestión difícil, ya que hay autores


que consideran que los términos Imputabilidad y Responsabilidad Penal
denotan aspectos diferentes dentro del campo del Derecho Penal. Para quienes
piensan así, la imputabilidad es el presupuesto de la responsabilidad penal, y ésta
corresponde más bien a las condiciones personales que permiten ser sujeto de
derecho penal.

Así, para tratadistas como Romagnosi, Impallomeni, Manzini, entre


otros, la imputabilidad es el supuesto básico de la responsabilidad, y consiste en
las condiciones psíquicas y materiales exigidas por la ley para que una persona
pueda ser considerada causa eficiente de un delito. En cambio, consideran que la
responsabilidad ser refiere a la obligación de sufrir una pena como consecuencia
de un delito que se le ha imputado.

De este modo resulta que, la imputabilidad sería la capacidad de


cometer delito, y la responsabilidad la capacidad para asumir la pena.

Esta posición es criticada por Maggiore que, a este respecto, señala:


“Si la imputabilidad significa capacidad para la pena, no veo como las dos
nociones puedan considerarse distintas, ya que el delito es precisamente un
hecho punible. Cuando se dice delito, se dice pena; cuando se dice pena, se dice
delito; para opinar de otro modo habría que pensar en un delito no punible, lo cual
sería un absurdo” (39)

Entre los autores que niegan esta distinción se encuentran Carrara,


Pessina, Alimena, Ortolán, Garud. Para dichos tratadistas, la expresión
Imputabilidad es un término técnico dentro del Derecho Penal, circunstancia por la
que debe elegirse para ser usada dentro del Derecho Penal. Señalan que los
hechos que se imputan a una persona es con el objeto preciso de que dicha
persona deba responder por tales hechos o viceversa, es decir, cuando se le dice
a un sujeto que es responsable por un determinado acto constitutivo de delito, se
le está diciendo imputable.

En la actualidad, la responsabilidad penal no es considerada como


una condición personal del individuo que le permita ser sujeto de Derecho Penal,
sino que se entiende que la responsabilidad, desde un punto de vista material es
“la valorización afirmativa del conjunto del autor y del delito, para ser el sujeto de
la reprensión, y desde el punto de vista del procedimiento, la declaración de que
debe ser sometido a una pena” (40).

Se define la responsabilidad penal como “el deber jurídico que


incumbe al individuo imputable de responder del hecho realizado y de sufrir sus
consecuencias jurídicas” (41).

Entre los autores nacionales, Eduardo Novoa señala que la


responsabilidad penal “designa la consecuencia de reunirse en un sujeto todas las
circunstancias que hacen de él un delincuente, lo que impone la necesidad de
soportar todas las sanciones que la ley tiene previstas para sus transgresiones.
La responsabilidad penal solamente se dan en el que realizó una conducta típica,
antijurídica y culpable (reprochable), esto es, en el individuo que ha cometido
delito, y ella trae consigo la imposición de una pena” (42).

Pues bien, para que nazca la responsabilidad penal es necesario que


la acción del Hombre sea valorada tomando sólo en consideración su aspecto
interno en sentido amplio, vale decir, valorar sus facultades de conocimiento, de
inteligencia, la voluntad y la libertad que ha debido poseer el sujeto en el momento
de realizar el hecho incriminado de delito. Si estos elementos han estado
presentes al momento de la comisión del acto, el autor de dicho acto pasa a ser
responsable ante los ojos del Derecho Penal (43).

En consecuencia, ante nuestra legislación y la noción de


Responsabilidad Penal no coincidan: Nos explicamos este hecho de la siguiente
manera: la responsabilidad, como ya hemos dicho, sólo puede existir cuando en
un sujeto concurren todas las condiciones exigidas por la ley para ser imputable, y
cuando dicho sujeto ha cometido actos susceptibles de serles reprochados; pero
en ciertos casos, puede no caberle responsabilidad penal alguna como
consecuencia de haber actuado, por ejemplo, en legítima defensa o estado de
necesidad.

Antiguamente, en el derecho primaba la responsabilidad objetiva,


principio según el cual quien ejecutaba un acto ilícito debía responder de él en
todo caso, aun cuando su resultado no hubiese sido querido ni previsto por el
agente.

Sólo importaba la existencia del delito y del daño ocasionado por


este para que debiera su autor responder por él.

Existía este concepto de la responsabilidad objetiva, porque en


aquellos tiempos se ignoraba el elemento de la culpabilidad, elemento
esencialmente subjetivo del delito, existiendo por consiguiente, un
desconocimiento total del aspecto subjetivo que es fundamental para declarar o no
responsable a un sujeto.

Más tarde esta idea de la responsabilidad objetiva fue sustituida por


la noción de la responsabilidad moral. Este cambio se produjo en la Edad Media,
época en que nace el libre albedrio como punto central del Derecho Penal,
principio según el cual solo cuando el sujeto goza de libertad moral puede
responder de los hechos por él cometidos.
Durante este período toda consecuencia penal debe estar basado en
el elemento subjetivo del delito, vale decir, en la culpabilidad, consagrándose
como principio en el campo del Derecho Penal, la máxima “nullum crime sine
culpa” (no hay crimen sin culpa personal).

Fundamento de la imputabilidad y de la responsabilidad penal

No existe unanimidad en cuanto al fundamento de la imputabilidad y


de la responsabilidad. Existen infinidad de doctrinas que intentan explicarlo,
siendo las de mayor importancia y trascendencia la llamada Escuela Clásica y la
Escuela Positiva.

Para la primera, que corresponde a la doctrina del libre albedrío y de


la imputabilidad moral del hombre, doctrina que dominó durante muchos años en
el Derecho Penal, ya que solamente en el siglo pasado surgió la llamada doctrina
Determinista, que corresponde al fundamento científico de la Escuela Positiva, el
individuo es imputable moralmente siempre que goce de libre voluntad o libertad
de querer ser. Se requiere:

1.- Que el sujeto tenga inteligencia y discernimiento al momento de realizar el


acto ilícito.

2.- Que el individuo goce de libertad de su voluntad, esto es. De libertad de


elección, para así poder elegir entre los diversos motivos de conducta que se le
presenten, y a la vez, de libertad para poder decidirse según se propia voluntad
respecto de una u otra conducta.

Solamente cuando concurran ambos requisitos podrá el sujeto ser


declarado imputable y, por ende, responsable; en caso contrario, en que el
individuo no haya podido determinarse libremente, o cuando ha desconocido el
alcance moral del hecho, no podrá ser imputable no tampoco responsable
jurídicamente.

El fundamento de la imputabilidad y de la responsabilidad radica en


la llamado libertad moral, en el autodeterminismo, ya que “el hombre es un ser
inteligente y libre y por ello responsable de sus actos” (44); y quienes carecen de
inteligencia y libertad no pueden ser culpables, no pueden ser sometidos a la
sanción penal.

Para la Teoría Determinista, representada especialmente por la


Escuela Positiva Italiana, cuyo principal expositor es Enrique Ferri, quien pretende
probar que la libertad moral es una mera ilusión en el sentido que tenía la doctrina
clásica. Motivo por el cual considera que debe renunciarse a ella. Esta teoría se
asienta en la negación del concepto de libre albedrio existente en la anterior.
Para esta Escuela, el fundamente de la imputabilidad y de la
responsabilidad deriva de la existencia de la sociedad: “El hombre es imputable y
responsable por el hecho de vivir en sociedad” (45) de manera que, mientras viva
el Hombre en comunidad será responsable de los actos ilícitos que ejecute, y lo
será, porque ha realizado una acción que la ley considera capaz de perjudicar las
condiciones de vida de los demás miembros de la sociedad.

Las consecuencias que deriva de la comisión de tales hechos es la


obligación de soportar la sanción penal.

Al negar esta Escuela la libertad moral, resulta innecesaria la


distinción entre sujetos imputables e inimputables, ya que todos son responsables
de los delitos por ellos cometidos por el solo hecho de vivir en sociedad,
sustituyéndose la responsabilidad moral por la llamada responsabilidad legal o
social.

Durante mucho tiempo se estimó que esta tesis resolvía los


problemas penales existentes en aquella época, pero la verdad es que ello no era
así, sino que, por el contrario, dicha tesis adolecía de errores básicos desde su
creación misma, de manera que mal podía resolverlos.

El error fundamental fue el establecimiento de la responsabilidad sin


culpa pues, como hemos dicho, basta que el individuo ejecute un hecho ilícito para
que esté obligado a responder ante la sociedad.

Teorías Eclécticas

Entre la Escuela Clásica y la Positivista existieron un gran número de


doctrinas intermedias, que sin pretender excluir totalmente la noción del libre
albedrío, intentan modificar los fundamentos de la Imputabilidad y de la
Responsabilidad moral.

Estas doctrinas pretenden dar un explicación de la responsabilidad


sin la intervención del libre albedrio o la libertad de voluntad, que corresponden a
los principios morales y teológicos, sino que fundamentarla solamente en atención
a los elementos psicológicos.

Dentro de este grupo encontramos el pensamiento de Prins, autor


que admite la existencia en el Derecho Penal de la libertad relativa, considerando
que el derecho penal es absolutamente independiente del concepto de libre
albedrio.
Para este pensador el individuo tiene dos elementos, a saber:

1.- La libertad representada en la posibilidad de querer el Hombre


algo, y de poder elegir entre los diversos motivos de conducta que se le presentan.

2.- Un elemento de necesidad, esto es, inevitable que en la elección


que el individuo haga se refleje en cierta medida las condiciones de vida, de
familia, de raza, económicas, etc.

Para Prins es imputable el Hombre capaz de conducirse


normalmente, y aun de dejarse influir de un modo normal por los motivos de
acción.

Al respecto, Franz Von Listz expresa que, la esencia de la


imputabilidad se encuentra en la facultad normal de determinarse el Hombre,
siendo por consiguiente imputable todo Hombre sano y madura cuya conciencia
no está perturbada.

Este autor considera que la libertad moral debe ser eliminada, y por
lo tanto, que solamente se valore la facultad de actuar normalmente, de lo que
resulta que no hay imputabilidad cuando se trata de una mente inmadura y cuando
existe un estado de enfermedad mental.

Por su parte Impallomeni y Alimena aceptan la doctrina de la


imputabilidad, doctrina que nace con Romagnosi y con Feuerbach, doctrina que
estima que el asunto de la responsabilidad consiste en fijar las condiciones
necesarias para aplicar la pena, y por consiguiente, de esta forma determinar
cuáles son las personas punibles.

La pena tiene por misión intimidar, y se entiende que la mayoría de


las personas son intimidarles, a excepción de los menores de edad y enfermos
mentales.

Todos los hombres tienen capacidad, o al menos posibilidad de sufrir


la coacción psicológica de la ley penal. Alimena señala a este respecto: “la
penalidad es una forma de defensa social actuada mediante la coacción
psicológica” (46).

Para el criminalista francés Gabriel Tarda, la responsabilidad penal


se fundamenta en la idoneidad personal y en la semejanza social. Así, para que
un acto sea imputable debe existir la idoneidad personal del autor consigo mismo,
antes y después del delito; y la similitud social con aquellos otros individuos que
viven en sociedad y por los cuales ha de ser juzgados.
De lo anterior se deduce que, un acto es imputable a una persona
porque dicho acto le pertenece, porque es suyo propio, es decir porque hay una
perfecta identidad entre esta persona y el que fuera causa del delito.

El hombre es responsable no sólo porque goza de libertad para


actuar, sino que además, porque es idéntico a si mismo e igual a los otros
miembros que viven en la sociedad.

En los últimos años se ha pretendido fundamentar la imputabilidad, y


por ende la responsabilidad penal, en la peligrosidad del individuo.

En un comienzo la noción del estado peligroso surgió con el nombre


de Temibilidad, noción formulada por Garófalo, y que designa “la perversidad
constante y activa del delincuente y la cantidad posible de mal que había que
temer por parte del mismo delincuente” (47).

Se distingue, por un lado, la llamada peligrosidad social, que


corresponde a los sujetos vagos, mendigos, prostitución, aspecto que escapa al
campo del Derecho Penal, pero respecto del cual deben tomarse ciertas medidas
de seguridad para evitar su existencia. Y, por el otro, la llamada peligrosidad
criminal que incumbe netamente al Derecho Penal y que corresponde a aquellas
personas que han cometido un delito o que han intentado hacerlo, derivándose de
tales hachos la aplicación de la respectiva sanción penal atendida su gravedad.

Toda persona que comete un delito o que ha intentado hacerlo, es un


individuo peligroso para la sociedad; “la apreciación de sus condiciones
personales podrá revelarlo como más o menos peligroso, pero su peligrosidad se
ha manifestado ya de un modo evidente con el delito realizado o intentado” (48).

Para que nazca la responsabilidad penal no puede apreciarse el


grado de peligrosidad del agente, pues de ser así quedaría burlado el principio de
la legalidad de los delitos y de las penas.

Se ha estimado que la peligrosidad del delincuente puede ser


considerada en la aplicación de medidas de seguridad, o como un elemento para
la determinación de la pena.

La imputabilidad en nuestra legislación positiva

Nuestro Código Penal parte de la base de que la naturaleza hace al


Hombre libre e inteligente, y de que en principio todos los seres humanos actúan
en tal forma, constituyendo casos de excepción aquellas situaciones en que están
ausentes estos presupuestos (libertad e inteligencia). Al respecto, el autor Pedro
Javier Fernández, citado por Alfredo Etcheberry, hace el siguiente comentario: “si
el estado normal del hombre es ser libre, inteligente y reflexivo, es lógico suponer
que sus actos son conscientes. El trastorno o vicio de sus facultades es la
excepción; de aquí la necesidad de probar este estado anormal cuando se invoca
por el delincuente” (49).

En nuestro Derecho Positivo la Imputabilidad es la regla general,


motivo por el cual se omite en nuestra legislación señalar los requisitos que deben
reunirse para ser sujeto imputable, consignándose solamente los casos de
excepción, de inimputabilidad, casos que pueden ser traducidos a la tradicional
fórmula “falta de mente sana y maura” (50).

Nuestro Código Penal, artículos 10, N° 1, 2 y 3 consagra las causales


de inimputabilidad: El N° 1 establece dos eximentes vinculadas entre sí, que se
refieren a una alteración de las condiciones mentales del individuo; uno, el relativo
a la enajenación mental, y el otro, el que se refiere a la privación de razón
transitoria. Los N°s 2 y 3 del citado artículo, señalan inimputabilidad por falta de
madurez en razón de menor edad; estudio que escapa a nuestra investigación.

La causal de inimputabilidad concerniente a la enajenación mental se


encuentra consagrada en nuestro Código Penal, en su libro I, Título I, Párrafo II,
titulado “De las circunstancias que eximen de responsabilidad criminal”, El artículo
10 dispone: “Están exentos de responsabilidad criminal: N° 1: “El loco o demente,
a no ser que haya obrado en un intervalo lúcido, o el que, por cualquier causa
independiente de su voluntad se halla privado totalmente de razón”.

La simple lectura de la disposición transcrita nos revela su


imperfección científica; además, esta calificación de circunstancia que nuestro
Código da a la enajenación mental es equivoca, ya que como hemos indicado, las
causales de inimputabilidad hacen desaparecer el delito, pues a éste le falta uno
de sus elementos constitutivos que es la culpabilidad, y no se trata, como parece
deducirse de la simple lectura, de hechos extraños que rodean al delito
modificando la responsabilidad criminal del agente.

El problema de la inadecuada terminología empleada en la norma


citada es de bastante gravedad, ya que ocasiona controversias en la aplicación de
su contenido, porque según sea el modo que se interprete y el alcance que se dé
a las expresiones en discusión (loco o demente, intervalo lúcido y privación total
de razón por causa independiente de su voluntad), el enfermo mental quedará o
no afecto al beneficio de la exención de responsabilidad. De manera que este
beneficio queda entregado en definitiva a la decisión de los Magistrados de
Justicia, ya que ellos deben determinar si la enfermedad del procesado queda o
no comprendida en el artículo 10 N° 1 de Código Penal, lo que implica un peligro
para la adecuada administración de justicia.
Por los motivos indicados se ha señalado que, “la imperfección del
texto legal debe ser suplida mediante una interpretación progresiva que permita
comprender en él toda forma de enajenación reconocida por la psiquiatría, que
destruya o perturbe gravemente la responsabilidad psíquica, aun cuando no afecte
propiamente a la razón, a la inteligencia, de modo que abarque las oligofrenias, los
estados demenciales y la psicosis, los tres grandes grupos de enfermedades
mentales” (51).

Con objeto de lograr una mayor claridad y orden en el análisis del art.
10 N° 1 de nuestro Código Penal, hemos considerado necesario distinguir dos
aspectos del mismo; por un lado, la calidad de loco o demente y, por otra parte la
privación de razón por causa independiente de su voluntad.

I.- Calidad de loco o demente

La ley no ha dado un significado técnico preciso a los términos loco o


demente, de manera que, no podemos aplicar aquí la regala de interpretar las
palabras técnicas de una ciencia o arte en el sentido profesional, sino que han de
ser tomadas en el sentido natural y obvio según el uso general de las mismas
palabras. Se prefiere hablar de enajenado mental, término amplio que comprende
todas las enfermedades mentales propiamente tales, y todas las anomalías o
alteraciones psíquicas que priven de razón al sujeto y que son constitutivas de la
eximente, no obstante que el término “demencia sólo constituye un sector de la
patología mental y la locura, es un vocablo de uso general, no psiquiátrico” (52).

En consecuencia, las expresiones loco o demente utilizadas por


nuestro Código Penal comprenden a todo individuo que padece de una alteración
mental cuyos efectos le impiden valorar sus propios actos, no pudiendo, por lo
mismo, realizar actos voluntarios.

Los términos loco o demente aludidos, se deben en parte a la


pobreza existente en psiquiatría respecto de todo lo concerniente al estudio de la
psiquis y de sus diversas alteraciones al momento de la dictación de nuestro
Código Penal. Así, las palabras loco o demente designaban a las personas cuya
razón se encuentra alterada, o dicho en términos modernos, “a las personas que
padecen una grave alteración mental, de carácter permanente y de índole
morbosa, bastante para impedirle la adaptación al ambiente social corriente” (53).
Este idea se confirma en el artículo 81 inciso final del Código Penal, al señalar:
“En cualquier tiempo en que el loco o demente recobre el juicio…”, de lo que se
deduce que la locura o demencia equivalía a perdida de la razón o juicio.

Actualmente la Psiquiatría no da iguale significados a los términos


loco o demente. La palabra locura “designa ciertos periodos agudos de algunas
enfermedades mentales, en los que el enfermo exterioriza gran agitación” (54).
La palabra demencia significa “un debilitamiento psíquico, profundo, global y
progresivo, que altera las funciones intelectuales basales y desintegra las
conductas sociales” (55).

Por lo demás, hay en día en Psiquiatría se entiende que la


enfermedad mental afecta al conjunto de la vida psíquica del individuo y no solo al
juicio o razón, como en antaño se pensaba, de lo que se desprende que no puede
caberle culpabilidad al sujeto que se encuentra inhabilitado para realizar todo o
algunos de los procesados de la mente, aunque el trastorno no afecte a la razón o
juicio.

Pues bien, para precisar el concepto de loco o demente utilizado por


nuestro Código Penal, existen diversos fallos emanados de nuestros Tribunales de
Justicia. Por ejemplo, en un fallo del año 1965, la Corte de Concepción estableció:
“En las expresiones loco o demente que emplea el N° 1 del art. 10 del Código
Penal, que equivalen al más amplio de enajenación mental, han de considerarse
incluidos solamente los que padecen de graves perturbaciones psíquicas, esto es,
aquellas que alteran tan profundamente las funciones mentales de una persona
que le imposibilitan para adaptar una conducta a la vida social, con sujeción a las
exigencias del Derecho”. Luego agrega: “No se comprenden en ellas las
psicopatías, que son anomalías que importan desviaciones cuantitativas del tipo
normal y que afectan primordialmente a la voluntad y a la vida afectiva. La
psicopatía es una degeneración del carácter, pero no puede ser considerada una
enfermedad mental específica” (56).

La corte de Santiago, en el año 1968 reafirma lo anterior al expresar:


“No afirman con seguridad que el reo sea loco o demente, lo informes periciales
que expresa que se trataría de una personalidad con rasgos psicopáticos” (57).
La corte de Temuco, en el año 1970, agrega al concepto señalado que, “Un
mínimo de inteligencia excluye la locura o demencia” (58). Por último, en un fallo
del año 1965, la Corte de Valparaíso precisa el concepto de loco o demente al
disponer: “El Código Penal ha adoptado, para establecer la inimputabilidad de una
persona, el criterio psiquiátrico, toda vez que al referirse al loco o demente, vale
decir, al enajenado mental, exige que el estado psiquiátrico de esa persona sea
encasillable dentro de algunas de las entidades nosológicamente conocidas, que
esté afecto a una enfermedad mental especifica. Los psicópatas no son
enajenados mentales, ni, en consecuencia, locos o dementes” (59).

De lo anterior se desprende que nuestro legislador, con las


expresiones loco o demente quiso referirse a todos los enajenados mentales, o
más precisamente, “a todos aquellos individuos que por causa patológica
presentan una insuficiencia o alteración grave de la mente, en términos tales que
ha de estimárseles falto de razón o voluntad” (60). Entendidos así dichos
términos, quedan incluidos en esta causal de inimputabilidad por falta de salud
mental, solamente aquellos casos más graves de enfermedades psíquicas, vale
decir, aquellas enfermedades que imposibilitan o perturban los procesos
biológicos de los individuos que la padecen, colocándolos en conflicto con el
medio ambiente, como ocurre en diversas psicosis y en la oligofrenia; las
psicopatías y demás anomalías psíquicas no deben ser estimadas como
enfermedades mentales, y por consiguiente, no pueden dar lugar a la exención de
responsabilidad.

Se ha entendido que los individuos que padecen de una enfermedad


mental están exentos de responsabilidad criminal, porque son incapaces de
comprender la maldad de su acto o de dirigir sus acciones, o que es igual, porque
se trata de sujetos que no pueden conocer el deber jurídico, y por ende, no
pueden ajustar a él su comportamiento, puesto que carecen de las aptitudes
psíquicas necesarias para ello. En consecuencia, esta exención que favorece al
loco demente no es en virtud de sufrir este una anomalía psíquica, sino que en
virtud de las consecuencias que esta acarrea, esto es, que le impida realizar actos
de carácter voluntario, y siendo la voluntad un requisito esencial para que se
configure el delito, no puede nacer responsabilidad al agente, ya que en estos
actos no ha habido la voluntad exigida por la ley.

Hoy en día, los términos enajenados y alienados son los más


utilizados para referirse a los sujetos inimputables, y desde el punto de vista
Psiquiátrico, las expresiones más corrientes que se refieren a los enfermos
mentales inimputables son:

1.- “Demente: son aquellos que sufren un proceso de perdida de sus


facultades psíquicas, especialmente de la inteligencia, por causa sobrevenida
durante el curso de la vida.

2.- Oligofrénicos: qué son los que carecen de las mismas facultades
o ellas se encuentran en notable menoscabo, por causas congénitas. Se compara
a un oligofrénico con un demente, diciendo que el primero es un pobre de
nacimiento, y el segundo es un roco empobrecido.

3.- Locos: que son los enfermos mentales que se encuentran en un


periodo agudo de su mal o que presentan manifestaciones llamativas y ruidosas
de un cuadro crónico.

4.- Enajenados: que son los enfermos mentales que, por la gravedad
de sus reacciones patológicas, deben estimarse incapaces o inimputables. El
término viene del vocablo latino “alienus”, que significa ajeno o extraño y denota la
particularidad de estos enfermos de ser extraños a sí mismos, y a veces, a los
demás. Dentro de su significado técnico, estricto, los enajenados no comprenden
a los oligofrénicos.

5.- Alienados: que según su formación etimológica igual al término


anterior, son los enfermos incapaces o inimputables. Nerio Rojas propicia el uso
de esta expresión como genérica, pero autores franceses opinan que este vocablo
debe reservarse para los enfermos mentales que por su peligrosidad deben ser
recluidos. Este último significado es el que debe dársele en nuestro país.

6.- Psicópatas: o sea, enfermedad de la psiquis, que son todos


aquellos que padecen de una enfermedad mental, cualquiera que sea su
gravedad, produzca o no incapacidad e inimputabilidad. Aunque es un término
genérico, en el lenguaje vulgar se reserva para aquellos que presentan
desviaciones en su personalidad de escasa gravedad.

7.- Psicóticos: que, a la inversa, de lo anterior, son los enfermos


mentales en que hay una profunda alteración de la personalidad, más o menos
prolongada, con peligrosidad y perjuicio, para ellos mismos o para la sociedad y
con ausencia de capacidad e imputabilidad. En cierto sentido los psicóticos
conceptualmente corresponden a los enajena y pueden usarse estos, términos
indistintamente” (61).

Ahora bien, es preciso determinar que enfermedades mentales


caben dentro de las expresiones loco o demente utilizadas en nuestro Código
Penal, términos que debemos entender en su sentido amplio, vale decir, como
enajenación mental.

Es necesario en primer lugar, que se trate de una enfermedad


mental, y en segundo, que dicha enfermedad sea de cierta intensidad y profundad
para que pueda eximir de responsabilidad criminal al sujeto que ha realizado un
hecho incriminado de delito. Si el trastorno mental es de cierta permanencia pero
de escasa intensidad o profundidad, este podrá ser tomado como una
circunstancia atenuante según lo dispuesto en el art. 11 del código Penal en
relación al art. 10 N° 1 del mismo cuerpo de leyes, pero jamás como eximente de
responsabilidad. Si por el contrario se trata de una alteración psíquica profunda
pero de escasa permanencia, podrá ser considerada como privación transitoria de
razón atendiendo, por supuesto, a cada caso particular.

Dentro del término enajenación se comprenden las llamadas


oligofrenias, que corresponden a defectos del desarrollo psíquico que dicen
relación, especialmente, con la inteligencia del sujeto. Se distinguen tres grados
de oligofrenias, atendidos a las intensidades de esta enfermedad mental y no a la
permanencia de la misma, pues ésta es inmutable en estos enfermos.

Los grados de oligofrenia que se distinguen son: Idiotez, imbecilidad


y debilidad mental; solamente tienen significación penal los primeros, que
corresponden a los estados más profundos y graves de esta enfermedad que son
capaces de eximir a quien, padeciéndolos, comete un acto delictivo.

Casi unánimemente se ha resuelto que la debilidad mental no puede


eximir de responsabilidad criminal, a los más podría considerarse como una
circunstancia atenuante según los antecedentes que existan en cada caso
particular.

No quedan incluidas en el término enajenación las psicopatías, no


obstante de que se trata de anomalías permanentes del carácter y de la conducta
del individuo; ello porque no son alteraciones de una intensidad capaz de afectar
la psiquis del sujeto.

En general se señala que la expresión enajenación abarca algunas


formas de psicosis, entendiendo por tal “irrupción de un trastorno mental que
ocurre desde dentro del sujeto o por motivos exógenos, prende en un sujeto hasta
entonces sano a casi y trastorno profundamente hasta las raíces de la persona, y
acarrea un defecto masivo que alcanza, por lo común, a las estructuras nerviosas
y a menudo al organismo entero” (62). Quedan incluidos, por consiguiente, los
estados demenciales, la esquizofrenia, en aquellos casos que conduce a la
demencia, y a la epilepsia en ciertos casos.

En resumen, el termino enajenación mental no puede considerarse


sinónimo de la expresión demencia, pues de ser así quedarían fuera numerosos
cuadros clínicos capaces de eximir de responsabilidad y, por otro lado, porque no
todos los estados demenciales son excluyentes de responsabilidad, pues hay
algunos que no tienen la permanencia e intensidad suficiente para ello.

Concluimos además que, en cada caso particular se determinará el


grado de intensidad y de profundidad de la enfermedad mental en relación con las
funciones psíquicas más importantes del sujeto, esto es la inteligencia, la
afectividad, la voluntad y la conciencia; y además que, deberá tomarse en cuenta
el momento de ejecución del acto delictivo en relación con la enfermedad misma.
De aquí la gran importancia de los peritajes médicos en estas materias, ya que
necesariamente deberá hacerse un diagnostico acabado, profundo y completo de
la enfermedad especifica que aqueja al sujeto.
Entre los autores nacionales, por citar algunos, Novoa, Etcheberry,
Raimundo del Rio, se ha estimado que se comprenden dentro de los términos loco
o demente, las enfermedades mentales propiamente tales o también llamadas
psicosis; las deficiencias o anomalías mentales, también denominadas
oligofrenias; los trastornos psicosomáticos, siempre que sus afectos sean
suficientemente profundos, de modo que el sujeto no pueda dirigir su conducta de
acuerdo con las exigencias ordinarias del derecho. Se excluyen las oligofrenias al
nivel de debilidad o torpeza mental; las psicopatías; las neurosis y los trastornos
psicosomáticos que no tengan la intensidad necesaria para alterar profundamente
las funciones psíquicas. Respecto de lo que ha de entenderse por tales
expresiones, nos ocupamos de ello en el capítulo segundo, que se refiere al
estudio de las enfermedades mentales desde un punto de vista médico.

Intervalos lucidos
Dentro de este primer acápite del art. 10 N° 1 de nuestro Código
Penal, se hace mención a los llamados intervalos lucidos al disponer: “… a no ser
que haya obrado en un intervalo lucido…”. Es decir, nuestro Código Penal no
extiende la eximente de responsabilidad criminal a lo obrado por el enajenado
durante los intervalos lucidos.

A la época de dictación de nuestro Código Penal, dado los escasos


adelantos psiquiátricos, se hizo mención a los intervalos lucidos en el sentido de
que es posible la desaparición total y completa de una enfermedad mental que
afecta a un individuo determinado, circunstancia por al cual, esta pasa a ser
imputable y, por ende, responsable de los actos que cometa.

Ya en el Derecho Romano se consagraba la imputabilidad de los


sujetos que ejecutaran actos durante los intervalos lucidos, “intervalle sensu
saniora”, pues en tales casos el individuo posee conciencia y voluntad. Este
criterio fue seguido por numerosas legislaciones tratadistas. Así, Carrara
establece la responsabilidad del agente que ha actuado durante un intervalo
lucido, pero además considera que es una causa de atenuación que se justifica
“tanto por motivos humanitarios, como porque la anormalidad de las facultades
intelectivas siempre deja sospechar que la enfermedad haya podido ejercer algún
influjo sobre la determinación delictiva” (63).

Lo conflictivo de estas materias radica en poder determinar en qué


consisten los intervalos lucidos, y en qué momentos estamos en presencia de un
enajenado en el que ha cesado los síntomas recobrando totalmente la salud
mental, y cuando ante un sujeto con ocultación de los síntomas exteriores de su
enfermedad, situaciones que resultan ser claves para determinar la
responsabilidad penal del sujeto, o la irresponsabilidad de este por los actos
cometidos durante los intervalos lucidos.

Para Pessina, el intervalo lucido es “un momento fugaz, su brevedad


demuestra de una manera indudable la habitualidad de la enfermedad mental ya
que aparece en forma de intermitencias de un estado enfermizo, pero sin la
cesación del mismo, y sin que haya una plena resurrección de la inteligencia en
toda su fuerza y eficacia” (64).

Se ha entendido que el intervalo lucido es aquel espacio de tiempo


durante el cual se suspenden, al parecer completamente, las manifestaciones
morbosas de la enfermedad mental, es decir, dejan de existir en el sujeto los
síntomas que denotaban la presencia de una determinada enfermedad mental.

Existen ciertas alteraciones mentales (psicosis maniaco depresivas)


que se ven interrumpidas por periodos durante los cuales el paciente recobra real
o aparentemente la normalidad psíquica, interrupciones que corresponden a dicho
intervalo lucidos definidos como “los periodos de remisión aparente del trastorno
mental, en los que externamente el sujeto no da muestras de encontrarse loco, y
se comporta de un modo razonable” (65).

Por su parte, el autor Frances Regis, citado por Labatut, los define
como “la suspensión temporal y completa de los síntomas de la enfermedad
mental” (66). Puig Peña los define del siguiente modo: “se entienden por
intervalos lucidos aquellas fases de la enfermedad mental en las que están
latentes los síntomas de los desórdenes cerebrales, existiendo un aparente estado
de lucidez” (67). Para Friedreich, intervalo lucido es “aquel momento de la
demencia en que permanecen latentes los fenómenos de la alteración mental,
todavía perseverante” (68).

Ahora bien, para la moderna psiquiatría no existen los intervalos


lucidos, pues consideran que no es posible la desaparición total de la enfermedad
mental, sino que simplemente hay una suspensión de las manifestaciones
externas de esta, quedando en consecuencia subsistente en el sujeto los síntomas
internos; vale decir que el trastorno mental queda latente en el desarrollo interno
del individuo, y aunque la persona esté aparentemente normal, la enfermedad
existe aún en él perturbado íntegramente su personalidad.

De estas ideas resulta que para la psiquiatría el sujeto os e cura


completamente y no es más un enfermo mental, o simplemente se encuentra en
una etapa de remisión o descenso de su enfermedad, continuando enfermo. Es
posible que desaparezcan totalmente la enfermedad pasando el individuo a ser
imputable, o que haya una ocultación de los síntomas externos de la enfermedad.
Es preciso que en cada caso particular se tome en consideración el
correspondiente peritaje médico legal, ya que solo un examen psiquiátrico
exhaustivo podrá, en definitiva, determinar si el individuo en el momento de
ejecutar el acto delictual se encontraba sano totalmente, o si por el contrario, se
trataba de una simple remisión de los síntomas externos de la enfermedad.

El autor Kraft-Ebing, citado por Rene Farías Rojo, respecto de la


valoración de los intervalos lúcidos expresa: “Su valor se reduce notablemente por
el hecho de que la enfermedad no cesa más que exteriormente pero persiste en el
interior, y es difícil, por no decir imposible, separar con claridad el intervalo lúcido
de los últimos síntomas del periodo morboso que termina y los primeros del que
comienza; con frecuencia el estado lucido es puramente hipotético, pues el
enfermo oculta, disimula los síntomas morbosos” (69).

Por su parte, Luis Cousiño Mac Iver, en su obra “Manual de Medicina


Legal”, observa sobre este particular que, “hay numerosas psicosis que se
caracterizan por la lucidez perfecta del enfermo, como por ejemplo, la paranoia,
entre otras, v,gr. Ciertas formas de psicosismaniacodepresivas (psicosis circular),
el paso de una fase maniaca a una melancólica se ve, a veces, interrumpido por
un corto período de tiempo en que el enfermo parece haber vuelto a la normalidad
psíquica; en otros casos de parálisis general, ciertas demencias, etc. El curso del
mal detiene momentáneamente su marcha y también hay apariencias de lucidez
del enfermo. En todos los ejemplos propuestos, la psiquiatría rechaza en absoluto
la suposición que puede haber cesado el estado de enajenación y solo admite que
hay una desaparición temporal de los síntomas”. A continuación, agrega: “En
cambio, existen otros casos en que el psicótico recobra plenamente su lucidez,
aun cuando pueda creerse fundadamente que el acceso había de repetirse con
posterioridad; v.gr. en la epilepsia y la psicosis maniaco-depresivas cuándo hay
largas pausas. Pero en puridad, no existen aquí intervalos lucidos, sino estados
de salud mental; por esta razón la psiquiatría moderna rechaza en absoluto en
concepto de intervalo lucido, como momentos o periodos en que el enfermo está
en condiciones de normalidad psíquica que le permiten celebrar contratos o ser
imputable de delito; y en cuanto a la última situación analizada, resuelve que su
lucidez, no se debe a un intervalo de normalidad, sino a una remisión efectiva dell
mal” (70).

El autor Weygandt, sobre los intervalos lucidos señala: “los intervalos


lucidos, momentos pasajeros de apariencia normal dentro del curso de una
enfermedad metal, carecen de todo valor para la psiquiatría y la legislación
moderna” (71).
Ahora bien, no obstante lo antes dicho, el sujeto que siendo
enajenado mental realiza un acto delictivo durante un intervalo lucido, es
imputable y jurídicamente responsable de su acto. Ello porque la ley vigente tiene
fuerza obligatoria, a pesar de las críticas que se le pueden formular, de manera
que, en estas materias el criterio aceptado en nuestra legislación es el de la
imputabilidad, ya que concurren en el individuo todas las condiciones psíquicas,
biológicas y morales necesarias para ello; en consecuencias, “si el individuo está
en condiciones equivalentes a un hombre normal, cosa que establecerá el
correspondiente peritaje psiquiátrico, debe tenerse por capaz de responsabilidad
penal, aun cuando pueda sospecharse la subsistencia de un proceso morboso que
vuelva a aflorar más adelante” (72).

De las actas de las Jornadas Internacionales de Derecho Penal se


advierte que este problema de los intervalos lucidos no tiene solución alguna,
quedando “en verdad subsistente, derivándola a la existencia de salud o
enfermedad mental del sujeto, lo que es cosa muy diferente, pues, si este se
encuentra en un menoscabo en cuanto a sus facultades psíquicas superiores, en
condiciones equivalentes a las de un hombre normal o sano, sano está en eso
momento, aunque haya estado enfermo antes o torne a estarlo después”. Agrega
luego, “el problema del intervalo lucido es otro y su misma noción implica la
persistencia real de la enfermedad, de tal manera que si ésta, por su naturaleza y
gravedad, priva de la imputabilidad, inimputable es el sujeto, cualesquiera que
sean sus apariencias, e incapaz efectivamente de culpabilidad. Por tanto, la ley
que en tal situación lo considera responsable y exige que se le pune, viola el
principio de la culpabilidad” (73).

Este breve estudio de la primera parte del art. 10 N°1 de nuestro


Código Penal nos permite distinguir tres situaciones respecto a la inimputabilidad
de los individuos que menciona:

1.- El sujeto plenamente imputable, es decir, cuando goza de salud


mental, o cuando, siendo un enajenado mental, delinque durante un intervalo
lucido.

2.- El sujeto absolutamente inimputable, esto es, cuando padece de


una forma de enajenación mental capaz de destruir o perturbar gravemente las
facultades psíquicas de éste.

3.- El individuo que tiene imputabilidad disminuida, vale decir, aquel


sujeto que puede invocar una circunstancia atenuante a su favor, lo que ocurre
cuando tratándose de un enfermo mental el sujeto está privado solo parcialmente
de razón.
Fórmulas legales sobre inimputabilidad por falta de salud mental
Existen diversas fórmulas o métodos para precisar el concepto
de inimputabilidad:

1.- Formula Psiquiátrica o Biológica:

Según ésta, basta que el sujeto delincuente padezca de una forma


de anormalidad psíquica para se declare su inimputabilidad. O sea, basta la
existencia de una forma de enajenación mental contemplada en la disposición
legal que declare la irresponsabilidad del procesado, sin atender a la motivación
del delito; método adoptado en el Código Francés, art. 64., al disponer: “No hay
crimen ni delito cuando el acusado se hallaba en estado de demencia al momento
de la acción”; también es el criterio aceptado en el Código Belga, art. 71; Código
Holandés y Código Penal Chileno, articulo 10 N° 1.

Este criterio psiquiátrico es muy sencillo, ya que la ley se limita a


señalar cuales anomalías psíquicas hacen al sujeto que las padece, inimputable.

Esta fórmula presenta ciertos inconvenientes debido a que “la


psiquiatría es una ciencia que dista mucho de haber sentado principios
inamovibles, pues se halla en pleno desarrollo, con lo cual los términos pierden su
significación o pasan a designar cosas diferentes” (74). Es pues imposible incluir
en esta fórmula legal de irresponsabilidad la gran variedad de psicosis y
fenómenos mentales que producen incapacidad psíquica en el individuo, motivo
por el cual se establece en términos generales, que se incluyen todas las formas
de trastornos mentales que merezcan este beneficio de la exención de
responsabilidad penal, lo que a su vez, presenta el inconveniente de interpretar el
alcance que se ha de dar a dichos términos, para así determinar en qué formas de
enfermedades mentales han de quedar incluidos ellos. Si los tomamos en sentido
amplio, cabrían toda la gama de enfermedades psíquicas estudiadas por la
psiquiatría, en tanto que, si es necesario restringirlo, quedan fuera de estos
términos todos los trastornos mentales no constitutivos de demencia.

Además, esta fórmula presenta el inconveniente de disminuir las


facultades del Juez, pues los peritajes psiquiátricos son los que en definitiva
deciden sobre la existencia de la enajenación mental, de manera que, la “pericia
psiquiátrica tiende a asumir un papel preponderante que parece restar el
enjuiciamiento del juez, las facultades que solamente a éste competen” (75).

2.- Formula Psicológica


Quienes aceptan este criterio fundamentan la exención de
responsabilidad criminal no en la enfermedad mental misma, sino que en las
consecuencias de ésta, al decir, “no en la dolencia misma, sino en las
perturbaciones psíquicas que acarrea y que impiden al sujeto conducirse
normalmente” (76). Entre las legislaciones que aceptan este criterio, se
encuentra el Código Penal de Italia, el polaco, el Noruego, el Alemán.

Lo que importa para esta fórmula no es el diagnostico de una


determinada enfermedad mental, sino que, como bien señala el autor Raimundo
del Rio, interesa “determinar si el individuo es capaz o no de realizar sus
actividades psíquicas con relación al acto ejecutado, en forma normal” (77). En
consecuencia, según este criterio es necesario determinar los efectos que la
anomalía psíquica ha de ocasionar en la psiquis del agente y, el respectivo tribunal
de justicia será quien dirá la última palabra respecto de la capacidad de éste.

En resumen, para eximir de responsabilidad penal según este criterio


psicológico, es indispensable que el delito sea una consecuencia de la
enfermedad que afecta al agente.

3.- Fórmula Mixta o Psicológico - Jurídica:

Este criterio es una combinación de los anteriores, que “exige


solamente la existencia de una alteración morbosa de la psiquis, sino también que
le enfermo se encuentre privado de la facultad de apreciar la ilicitud de su
conducta o de obrar en armonía con esa apreciación, o sea, la enfermedad mental
que afecte el individuo ha de impedirle comprender la criminalidad del acto y de
dirigir sus acciones.

Se ha estimado por diversos autores, que el criterio psicológico es el


más amplio y científico y, por ende, el más aceptable, ya que considera los efectos
de las enajenaciones mentales en la conducta del individuo, además, porque
permite considerar incluidas en la causal de exención de responsabilidad penal, a
todas las diferentes perturbaciones de la mente, sean estas transitorias o poco
evidentes, siempre que se compruebe que ellas han producido en el sujeto la
pérdida de su capacidad psíquica normal, lo que a su vez a determinado su
conducta irregular, Raimundo del rio señala que esta fórmula es la más aceptable
porque lo que exime de responsabilidad al enajenado, no es la enfermedad sino la
perturbación psíquica que se presenta como una consecuencia de ella.

Como ya hemos dicho, nuestra legislación positiva consagra el


criterio psiquiátrico en el artículo 10 número 1 del código penal, y en
consecuencia para que sea aplicable la eximente de responsabilidad
criminal a un individuo determinado, debe existir una forma de enajenación
mental que afecte el conjunto de la vida psíquica de esta, Dicha
enajenación debe ser más o menos completa y definida, para su sola
apreciación aparezca la imputabilidad del sujeto afectado por la
enfermedad.

Responsabilidad disminuida y medidas aplicables a los


enajenados mentales

El análisis de la eximente de responsabilidad correspondiente a la


enajenación mental consagrada en el artículo 10 numero 1 de nuestro
código penal, nos presenta dos problemas concernientes al primero a la
llamada responsabilidad disminuida, y el segundo a las medidas aplicables
a los enajenados mentales.

1.- Responsabilidad disminuida:

Antiguamente se pensaba que entre la salud mental y la locura existía una


separación tajante, de manera que, el sano era absolutamente responsable y el
enfermo mental, irresponsable penalmente.

Más tarde, con el avance de la psiquiatría se pudo demostrar que en verdad


tal separación no existe en forma cortante sino que, por el contrario, entre la salud
mental y la locura o más claramente, el paso entre la conciencia y la inconciencia
se verifica a través de numerosos grados sucesivos apenas perceptibles, dando
origen así a la llamada zona intermedia, fronteriza o limítrofe.

Pues bien, como se ha señalado, la enfermedad mental debe ser


permanente y de cierto grado de intensidad para poder ser excluyente de
responsabilidad. La determinación de la profundidad es un asunto complicado, ya
que debe tomarse en consideración el grado de desarrollo de la alteración
psíquica en relación con el momento de ejecución del acto delictual, por otra parte,
existen diversas personalidades, como es el caso de las psicopatías, que no
alcanzan a tener la intensidad necesaria para excluir de responsabilidad al agente
del acto delictivo, pero tampoco puede hablarse de un sujeto sano y normal en su
integridad.

De manera que este problema de la responsabilidad disminuida se presenta


debido a que hay anormalidad psíquicas que no llegan a constituir demencia, ello
porque entre los completamente alineados y los hombres sanos y normales,
existen individuos cuyo estado mental parece fluctuar entre la sana razón y la
locura, gentes que se hallan en una zona intermedia entre la salud mental y la
completa alineación. En efecto, porque las enfermedades mentales constituyen
alteraciones patológicas de los procesos psíquicos, y no todas las alteraciones
psíquicas se pueden afectar a un individuo normal, constituyen procesos
patológicos salvo que se trate de notable menoscabo de facultades, de
exageraciones morbosas o de perturbaciones de las mismas. Hay pues
alteraciones mentales que no privan al sujeto de sus facultades de comprensión y
de razonamiento, lo que permite una determinación y consiente, circunstancia que
lo separa de los seres normales, pero sin llegar a ser enajenado propiamente tal.

Antes estos casos de alienación incompleta, de capacidad disminuida,


surge la posibilidad de consagrar la imputabilidad también disminuida, de lo que
resultaría la aplicación de una pena en forma atenuada.

Quienes piensan de este modo consideran que es totalmente injusto aplicar


una pena en su totalidad a quienes se encuentran en las zonas limítrofes, y
preconizan la idea de disminución de la pena en razón de que los favorece una
atenuante, ya que no se trata de seres completamente normales, o como bien lo
señala el profesor Novoa, de individuos en que haya solamente un determinado
aspecto psíquico que sea presa de la perturbación, sino de desequilibrios o
anomalías que afectan toda la personalidad del sujeto, pero que no alcancen a un
grado que permita calificarlos como enajenados mentales, por subsistir, aunque a
veces disminuido los procesos intelectivos y volitivos.

Por su parte Carrara señala la necesidad de disminuir la pena de estos


sujetos que se encuentran en la zona media, ello porque él hace una distinción
entre la imputabilidad e imputación. La imputabilidad considerada como potencia
no admite grados, en tanto que, el juicio sobre una imputación de un hecho
concreto puede sufrir modificaciones atendidas a las circunstancias del hecho
mismo, de manera que puede hablarse de causa que disminuyen la imputación.
Expresa este autor que el hombre no es más ni menos imputable, sino que el
hecho es más o menos imputable al hombre. Se disminuye la imputación, como
consecuencia de que la fuerza moral subjetiva del delito, en la cual reside el
elemento de su imputabilidad para quien fue su causa, se encuentra en menor
grado, porque la esfera del albedrio fue más restringida o porque se vio más
perturbada la función intelectual del agente al que le debo imputar aquel hecho,
también debemos disminuir la pena, lo que es absolutamente justo.

La opinión mayoritaria en estas materias se formula en el sentido de


aceptar el establecimiento de la denominada responsabilidad disminuida respecto
de todos aquellos individuos que se encuentran en la zona intermedia, entre la
normalidad y la anormalidad psíquica, correspondiéndoles, por consiguiente, una
pena disminuida.

A estos individuos, que se encuentran entre la salud y la enfermedad


mental, se les ha denominado psicópatas, semi-locos o fronterizos, y forman este
grupo, especialmente las personas psicopáticas, las neurosis, algunas
toxicomanías, las oligofrenias al nivel de debilidad mental, y en general, todas las
anormalidades psíquicas que no llegan a constituir demencia.

Se ha señalado que es equivoca este denominación de imputabilidad


disminuida, ya que según Beling, en estos casos hay plena imputabilidad y
responsabilidad lo que sucede a su juicio, es que se produce una disminución de
culpabilidad. Reinhart Maurach opina en igual sentido al afirmar que, la
disminución de la imputabilidad implica una disminución de la culpabilidad, por
consiguiente, su reconocimiento presupone como comprobante valorativo una
disminución de la capacidad de conocimiento o dirección del autor, por obra de
una causa biológica.

Esta denominación de imputabilidad disminuida es la fórmula utilizada por la


escuela clásica para dar solución al problema jurídica que presentan estas
enfermedades mentales que no alcanzan a constituir una enajenación capaz de
eximir responsabilidad criminal, formula que acarrea la disminución de la pena.
Hecho que se critica porque coloca en situación de privilegio con visible detrimento
de los intereses sociales a individuos sociales, a individuos peligrosos en razón de
que resistan menos sus impulsos que los normales. Es por tanto perjudicial para
defensa social, ya que deja prematuramente en libertad a delincuentes de mayor
peligrosidad ya que se trata de individuos que tienen una menor resistencia a los
estímulos delictivos.

Frente a este problema, Mezger señala que, en estos casos es procedente


la adecuación de la pena atendida a la naturaleza misma de estos individuos
delincuentes pues afirma que lo que resuelve el problema de la denominada
imputabilidad disminuida en derecho penal, no es el acortamiento esquemático de
la pena, sino una configuración de la misma poniéndola en armonía con la
personalidad del sujeto, de lo que resulta que los casos de imputabilidad
disminuida requieren de un tratamiento jurídico penal diverso a la simple
atenuación de la pena.

La disminución de la responsabilidad de estos individuos enfermos se


combate especialmente por los positivistas, ya que esta escuela considera tal
situación como un absurdo que permitiría favorecer justamente a los individuos
socialmente más peligrosos, en razón de que su inteligencia los habilita para
delinquir con más habilidad y menos peligros de ser descubiertos, y de que su
base patológica no permite separar de ellos una readaptación. O sea porque se
ponen en libertad más pronto a seres peligrosísimos, puesto que saben
perfectamente elegir los medios y los momentos más adecuados para llevar a
cabo sus propósitos.
Por las razones expuestas, se ha pretendido por algunos tratadistas
disminuir la responsabilidad en tales casos, y por consiguiente, atenuar la pena,
pero una vez que esta se haya cumplido por el sujeto, proceder de inmediato a su
internación en algún lugar destinado a enfermos de este tipo, o en definitiva, dejar
de lado este sistema de penas y reemplazarlo por el sistema de medidas de
seguridad.

Nuestro código penal no establece expresamente la imputabilidad


disminuida, pero la jurisprudencia, en reiterados fallos, respecto de este tipo de
enfermos, ha consagrado la circunstancia atenuante del artículo 11 número 1 del
mismo cuerpo de leyes, disposición que señala: Son circunstancias atenuantes,

1.- Las expresadas en el artículo anterior, cuando no concurren todos los


requisitos para eximir de responsabilidad en sus respectivos casos.

Sobre este punto se nos presenta el siguiente problema debe considerarse


dentro de esta atenuante la eximente de responsabilidad contemplada en el
artículo 10 número 1 del código penal, la eximente señalada no consta de
requisitos establecidos taxativamente por el legislador, circunstancia por la cual se
estimó, que el articulo 11 número 1 del código penal estaba reservado
exclusivamente para aquellas eximentes que se componían de requisitos
copulativos, quedando por consiguiente fuera de la eximente en análisis.

De gran interés resulta en estas materias lo señalado por Pacheco, autor


citado por Etcheverry, quien expresa: Las eximentes que solo moralmente
divisibles también constituyen atenuantes si no llega a concurrir en ellas su
intensidad, la calidad que determina su exención. Siempre, claro está, que
concurra la base de la circunstancia, privación de razón, (aunque no sea total).

Los tribunales de justicia han consagrado incluida en la atenuante del


articulo 11 número 1 del código penal la eximente del articulo 10 número 1 del
mismo cuerpo legal, Así, la corte de apelaciones de Talca, en el año 1961, señala:
El débil mental que actúa impulsivamente con un control reflexivo disminuido, obra
privado parcialmente de razón, y agrega, la disposición del número 1 del artículo
11 del código penal, se refiere no solo a las eximentes que constan de varios
requisitos materialmente distintos, sino también a aquellos que consisten en
elementos puramente morales, sujetos a graduación, como la enajenación mental
sin privación total sino parcial de la razón.

La corte de Santiago, en el año 1951, acogió la circunstancia atenuante del


artículo 11 número 1 del código penal en relación con el articulo 10 número 1 del
mismo cuerpo legal, al establecer, si bien la atenuante del número 1 del artículo 11
del código penal solo opera en los casos en que sea necesaria la concurrencia de
requisitos copulativos o sea, en el caso de circunstancias atenuantes complejas,
dichos requisitos copulativos son tanto de orden objetivo y externo como de una
naturaleza objetivo y externo como de una naturaleza subjetiva o interna, de tal
modo que solo carecen de esta complejidad nacida de la concurrencia de
requisitos aparentes o internos, la del número 1 relativa a la menor edad del
inculpado. Este hecho de aplicar las circunstancias atenuantes en relación con el
articulo 10 numero 1 permite apreciar en un determinado caso la graduación que
existe en el campo de las enajenaciones mentales y la imputabilidad parcial o
limitada que pueda afectarle al agente en razón de la mayor o menor capacidad de
su razón en el momento de delinquir, o sea, de la perdida solo parcial de sus
facultades intelectuales, necesarias para atribuirle la voluntariedad del acto
enjuiciado.

La corte de Santiago, en el año 1956, acogió la atenuante del articulo 11


número 1 del código penal en relación con el número 1 del artículo 10 del mismo
código, en atención a que las enfermedades mentales permiten ser graduadas,
correspondiéndole por consiguiente, o la exención total de responsabilidad o la
simple atenuación de esta.

En el año 1951, ante un recurso de casación en el fondo, la exelentisima


corte suprema señalo: entre la salud mental y la perturbación psíquica absoluta,
existen grados y trastornos mentales incompletos que producen una imputabilidad
disminuida.

En consecuencia, se acepta la eximente del articulo 10 número 1 del


código penal como circunstancia atenuante, en aquellos casos en que la
enfermedad mental no sea capaz de tener presente que no solo basta que exista
una enfermedad mental constituida de la atenuante del articulo 11 número 1 del
código penal, sino que es necesario, además que dicha enfermedad se relación e
con el hecho constitutivo del delito ejecutado por el individuo para así poder
determinar en qué forma esa enfermedad que afecta al individuo ha influido
respecto de la ejecución del delito.

2.- Medidas aplicables a los enajenados mentales: Como ya lo hemos anticipado,


el enajenado mental es irresponsable ante nuestra ley positiva. La escuela clásica
consagro la irresponsabilidad de estos sujetos afectados por una alteración
psíquica profunda que les ocasiona una perturbación total de la conciencia, lo qure
les impide realizar actos voluntarios y libres. Para esta escuela son irresponsables,
porque falta la inteligencia y la libertad necesaria para responder por los actos
cometidos por tales individuos, Por su parte, la escuela positiva, también proclama
la irresponsabilidad de estos sujetos, pero solo desde el punto de vista moral, ya
que desde el punto de vista social la responsabilidad subsiste, pues todo hombre
es responsable de sus actos por el solo hecho de vivir en sociedad.

Al margen de estas discusiones doctrinarias. Ambas escuelas propugnan el


establecimiento de ciertas medidas de seguridad tendientes a proteger a la
sociedad del peligro que implica la existencia de tales individuos en ella.

Nuestra legislación positiva, con el objeto de evitar que se causen males


mayores al ordenamiento jurídico por parte de estos individuos que carecen de
responsabilidad criminal, en atención a la causal de inimputabilidad que los afecta,
ha señalado ciertas medidas de seguridad.

Pues bien en el estudio de estas medidas seguridad hemos considerado


necesario distinguir las diversas situaciones que en la práctica pueden producirse

1.- Caso del loco criminal, esto cuando el sujeto delinque estando afectado por
una enfermedad mental determinada, y 2.- Caso del criminal loco, vale decir,
cuando el individuo delinque estando completamente sano y por consiguiente
imputable, y cae posteriormente en estado de enajenación mental, normalmente
en estos casos se trata de sujetos que, ya al momento de realizar el acto delictual
se encontraban perturbadores mentalmente, perturbación que no fue percibida por
el tribunal respectivo, pero que se agrava desde la condiciones de la prisión.

A.- Caso del loco criminal:

Corresponde aplicar a estos sujetos las medidas consagradas en el artículo 10


numero 1, incisos 2 y 3, de nuestro código penal, que dispone: Cuando un loco o
demente hubiera ejecutado un hecho que la ley califica de crimen o incurriere en
reiteración de otros, que importen simples delitos, el tribunal decretara su reclusión
en uno de los establecimientos destinados a los enfermos de aquella clase, del
cual no podrá salir sin previa autorización del mismo tribunal. El profesor Eduardo
Novoa comenta esta disposición, pues a su juicio debió haberse hablado de
internación y no de reclusión, porque la internación es por tiempo indefinido y
solamente concluye cuando, el mismo tribunal que la ha dispuesto, ordena hacerla
cesar. Solamente el tribunal puede decretar la reclusión y la salida del
establecimiento, de manera que, el tiempo que puede estar el individuo en uno de
estos establecimientos dependerá exclusivamente del estado de su enfermedad
mental, y del grado de peligrosidad que presente el paciente.

El inciso tercero del artículo 10 número 1 del código penal, establece: En


otro caso será entregado a su familia bajo fianza de custodia, y mientras no se
preste dicha fianza se observara lo dispuesto en el acápite anterior. Es decir,
cobra aplicación esta disposición cuando se trata de hechos de menor gravedad
que los anteriores.

Según el profesor Labalut, el código de procedimiento penal modifica la


situación en forma desfavorable para la defensa social, ya que el artículo 421 del
citado cuerpo de leyes señala: Si un sobreseimiento definitivo o temporal afecta a
un reo loco o demente, este será puesto en libertad, pero si se le ha imputado un
hecho que la ley califica de crimen se adoptaran las medidas de precaución
indicadas en el número 1 del artículo 10 del código penal.

Ahora bien, según lo dispuesto en el artículo 408 número 4 del código de


procedimiento penal, corresponde al juez del crimen sobreseer definitivamente,
cuando compruebe la existencia de una causal de exención de responsabilidad
penal, y si se trata de un enajenado mental que ha realizado un acto constitutivo
de delito, el juez deberá decretar su sobreseimiento definitivo, y en ese momento
cabe aplicar el artículo 421 del código de procedimiento penal, disposición que
contradice lo establecido en el artículo 10 del código penal no obstante, esta
norma debe aplicarse, pues se ha producido la derogación tacita del articulo 10
número 1 del código penal, pues la norma del artículo 421 del código de
procedimiento penal, es una norma posterior.

En resumen, solo el tribunal puede decretar la internación del enfermo


cuando el hecho realizado por este sea calificado de crimen. En otros casos
deberá decretar su libertad.

En algunas legislaciones, como es el caso de Francia y Alemania, esta


tarea corresponde a las autoridades administrativas, quienes decretaran o la
internación del sujeto o la libertad, atendiendo por supuesto, a los antecedentes
existentes en cada caso particular. En otras cosas, como Italia, Holanda, Bélgica y
Chile, corresponde tal labor a las autoridades judiciales.

Las medidas de seguridad establecidas para estos individuos en la mayoría


de los países, en su internamiento en un manicomio, sean estos comunes
(Francia, España), o criminales (Inglaterra, Estados Unidos).

En la actualidad se ha formulado por diversas psiquiatras, necesidad de


crear establecimientos especiales que realmente tiendan a proteger a la sociedad
de estos sujetos. Se trata de poder internar en asilos especiales, a todos los
sujetos que padecen de una alteración mental, haya o no cometido un acto
delictivo, para que en verdad se puede hablar de asilos especiales de seguridad.

Por otro lado, en la actualidad en numerosos países se ha considerado


como absolutamente necesario que las personas llamadas a administrar la justicia
penal posean una cierta educación mínima de psiquiatría, que les permita discernir
los casos en que sea necesario recurrir a peritajes psiquiátricos.

B.- Caso del criminal Loco:

De estos sujetos se ocupa el artículo 81 del código penal al disponer: Si


después de cometido el delito cayere el delincuente en estado de locura o
demencia, se observaran las reglas siguientes:

1- Cuando la locura o demencia sobrevenga antes de pronunciarse la


sentencia de termino, se suspenderán los efectos de esta sin aplicarse
al reo pena alguna corporal hasta que recobre la razón, observándose lo
que para tales casos se determine en el código de procedimientos: de
manera que
2- e, el proceso criminal se suspende según lo dispone el artículo 409
número 3 del código de procedimiento penal; si es por crimen, deberá
internarse al inculpado en un establecimiento psiquiátrico; si el delito es
de menor gravedad el sujeto quedara libertad, según lo establecido en el
artículo 421 del código de procedimiento penal.
3- Cuando tenga lugar después de pronunciarse dicha sentencia, si ella le
impone pena de crimen, el tribunal dispondrá su translación a uno de los
hospitales destinados a los enfermos a aquella clase, y si la pena fuere
menor, podrá acordar, según las circunstancias o bien que sea
entregado a su familia bajo fianza de custodia y de tenerla a disposición
del tribunal o que se le recluya en un hospital insanos.

Por consiguiente, cuando la enajenación surge después de dictada la


sentencia de termino, se aplican por el tribunal medidas semejantes a
las dispuestas en el artículo 10 número 1 del código penal.

En todo caso, si el enfermo mental recobra el juicio, deberá hacerse


efectiva la sentencia, pero si esta le impusiere una privación de libertad
temporal, se imputara a su duración el tiempo que haya durado la
enajenación, según lo dispuesto en el artículo 81 del código penal, en
su parte final.

En el caso del criminal loco, no se trata de un problema de


imputabilidad, sino, como bien nos dice el profesor Novoa, de aclarar el
criterio legal respecto de la forma de procesar o de hacer efectiva la
condena de quien se hubiere transformado en enajenado después de
cometer el delito de incurrir, por ende, en responsabilidad penal.

II.- Privación total de razón por causa independiente de su voluntad:


Nos corresponde ahora analizar la segunda parte del articulo 10 número
1 del código penal, disposición que exime la responsabilidad, al que por
cualquier causa, independiente de su voluntad se halla privado de razón.

Nuestro código penal exige una privación total de razón, porque a la


época de su dictación, en psiquiatría se estimaban que existían ciertos
trastornos mentales que no suprimían por completo la voluntad del
sujeto y por consiguiente no eximían su responsabilidad, y también
existían otros trastornos mentales de mayor profundidad que si
alcanzaban a suprimir por completo la voluntad del agente, ocasionando
la irresponsabilidad de este, caso que corresponde a la situación del
loco o demente.

Ahora bien, se pensaba que el trastorno mental que no alcanzaba a


eximir de responsabilidad debía originarse en una situación diferente a
la de una enfermedad mental, pero debía producirse el mismo efecto
que en los casos del loco o demente, esto es, que el individuo afectado
por el trastorno fuese privado de sus facultades de raciocinio,
inteligencia y voluntad. Tomando en consideración estos aspectos, el
legislador estableció esta parte final del artículo 10 número 1 privación
total de razón por causa independiente de su voluntad.

Se critican los términos privación total de razón, pues hoy en día la


imputabilidad se aprecia en atención a la capacidad del sujeto para
dirigir su conducta, y no tomando en consideración, solamente, las
facultades cognoscitivas e intelectivas del agente. Por estas razones, es
que en la practica el tribunal debe averiguar respecto de cuál ha sido
efecto que la alteración mental ha ocasionado en la conducta del
individuo pues como ya lo hemos señalado para que exista delito se
requiere una acción u omisión voluntaria del sujeto, no pudiendo
configurarse delito alguno, si no ha habido capacidad para dirigir su
conducta por parte del autor de hecho.

Cuando falta al autor totalmente la conciencia no existe acción alguna,


pues a la acción pertenece a querer, y tal querer es imposible en los
casos en que la vida animica se halla temporalmente extinguida por
completo. Y a su vez, si falta la acción, el proceso queda de antemano
excluido de la consideración jurídico penal.

El artículo 10 numero 1 comprende dos situaciones: La del enfermo


mental cuya perturbación supone una cierta permanencia y la del
individuo que se halla privado de sus facultades mentales en forma
transitoria. Ambos situaciones se diferencian, en cuanto a los efectos
legales que originan. Así, en el primer caso, el enfermo será recluido en
un hospital psiquiátrico, según lo dispuesto en el artículo 10 numero 1
incisos 2 y 3, en tanto que el segundo caso, no se hace legalmente esta
reclusión.

En todo caso, es necesario que queda claro lo siguiente: dentro de estas


dos situaciones que hemos indicado, deberán quedar comprendidos todos los
casos en que exista una anomalía, enfermedad o alteración psíquica que origine
en el individuo una disminución de sus facultades superiores, esto es, inteligencia,
voluntad, afectividad, libertad.

Se ha pensado por algunos autores, que nuestro código penal en estas


materias quiso referirse a la distinción que hace el código penal español, articulo
9 numero 1 al disponer: están exentos de responsabilidad criminal: 1.- El
enajenado y el que se halla en situaciones de trastorno mental transitorio, a no ser
que haya sido buscado de propósito para delinquir, si así fuera, nuestro articulo 10
numero 1, están exentos de responsabilidad criminal, numero 1; El loco demente a
no ser que haya obrado en un intervalo lucido, y el que se halle en estado de
trastorno mental transitorio, a no ser que haya sido buscado de propósito para
delinquir.

Esta fórmula del trastorno mental transitorio es mucho más moderna y


científica que la consagrada en nuestra ley, de manera que, se ha pensado que
esta debería ser adoptada por nuestra ley positiva. Según esta fórmula, se eximen
de responsabilidad criminal todos los individuos que teniendo una base patológica
que les ocasiones una privación de la conciencia, ejecute un acto típico y
antijurídico, ello porque el sujeto se encontraba en esos momentos en la
imposibilidad de dirigir su actuación como consecuencia de afectarlo un trastorno
mental transitorio.

Sucintamente diremos que, el trastorno mental transitorio fue establecido


por el psiquiatra Sanchis Banus, y se define jurídicamente como todo aquel de
causa inmediata, necesaria y fácilmente evidenciable, de aparición mas o menos
brusca, de duración en general no muy extensa y que termina por la curación sin
dejar huellas, producido por el choque psíquico de una agente exterior cualquiera
sea su naturaleza, es decir, una verdadera reacción de situación que produce en
el individuo la alteración de su mente en términos tales que le hacen irresponsable
de los actos en aquel momento ejecutados por el mismo.

Para la psiquiatría, el trastorno mental transitorio es una enajenación


relámpago, pues quien lo sufre es como un enajenado por un corto tiempo.
Es preciso que este trastorno mental transitorio se presenta en los
individuos no completamente normales desde el punto de vista psíquico, sino que
en individuos con una base patológica definida, vale decir, la reacción de un sujeto
psíquicamente normal frente a un estímulo externo determinado, no puede ser
considerado dentro de este eximente, pues necesariamente el sujeto debe
presentar una anormalidad.

Además, el trastorno mental transitorio requiere de una cierta intensidad


para que sea capaz de alterar las funciones psíquicas superiores del sujeto que
los padezca, ocasionándole una anulación de la inteligencia y de la voluntad,
colocándolo en verdadero estado de inconciencia.

En cuanto a la duración del trastorno mental transitorio, se dice que no


puede ser muy extenso, debe más bien ser breve, pero la transitoriedad no se
refiere tanto a que sea de duración escasa como a que sea pasajera y no tenga
motivos internos por los que haya de volver a presentarse obligadamente. La
brevedad que se requiere en estos casos presenta el grave inconveniente
respecto de la apreciación que debe hacer el psiquiatra de dicho trastorno, pues
cuando ya ha desaparecido este el psiquiatra deberá tomar en consideración los
antecedentes del hecho, el acto en sí mismo, las condiciones particulares del
sujeto afectado por el trastorno y los motivos que llevaron el agente a reaccionar
de tal modo frente al estímulo externo.

Por otra parte, es necesario que el trastorno mental transitorio no deje


secuela en el individuo que lo sufra, de manera que al desaparecer el trastorno no
debe quedar huella alguna en el agente.

Respecto del fundamento de esta causal de exención, se señala que radica


en el estado o condición del sujeto que ejecuta un acto incriminado de delito, es
decir, la base de la exención es la privación de la razón, vale decir, de los
procesos psíquicos preponderantemente intelectivos, que permiten al individuo
discurrir o formarse juicio sobre sí mismos y sobre las cosas del mundo.

En las jornadas internacionales de derecho penal al comentar esta parte de


nuestro código penal, se dijo que el código chileno no pudo ni siquiera vislumbrar
este concepto de privación de razón, y que a pesar del propósito de amplitud con
que se redactó el precepto, lo cierto es que no fue posible que resultara más
razonable y comprensivo respecto de múltiples situaciones de alteración mental,
no mórbida, y por ende, transitoria, ni siquiera con las de ausencia involuntaria y
plena de razón, y en particular, por la originadas por la embriaguez, que son las
más frecuentes, y que dan origen a consecuencias criminales de mayor gravedad.
Dice textualmente el texto: Solo la perdida pasajera de la razón y no la del dominio
del actuar, así bien cabe subsanar este inconveniente mediante una interpretación
progresiva, entendiendo, de conformidad, con el perfeccionamiento de los
conocimientos psicológicos y psiquiátricos, abarcando dentro de aquella cualquier
trastorno profundo de las funciones psíquicas superiores que no tenga base
patológica, sino originados en factores exógenos, ocurre, por otra parte, más en
concreto, que no exime sino en situaciones de inconveniencia, además de total,
forzada y accidental o fortuita, independiente de la voluntad, según la expresión de
la ley, no en aquellos a que llega proponiéndoselo o aceptándolos el sujeto, o a lo
menos, pudiendo preverlas, aunque de ningún modo haya querido ni admitido, ni
aun le haya sido posible representarse, al colocarse en tal estado, el delito que en
las mismas puede realizar.

Por lo antes dicho, podemos concluir que esta segunda parte del articulo 10
número 1 del código penal se refiere a una privación temporal de razón, transitorio
y no permanente, ya que de ser así, estaríamos presencia de la locura o
demencia, que exime de responsabilidad criminal en virtud del artículo 10 numero
1 primera parte.

Nuestros tribunales de justicia así han entendido esta privación de razón.


´Por ejemplo, en un fallo del año 1965 la corte expresa: La segunda parte del
artículo 10 del código penal, se refiere a una privación transitoria o accidental de la
razón: agrega luego; esta privación debe provenir de causas que no sean
enfermedad mental, por consiguiente, de otros fenómenos o circunstancias.

Se ha estimado que la privación de razón, total o transitoria podría deberse


a fenómenos fisiológicos normales, como el sueño, o a fenómenos artificialmente
provocados por sustancias u operaciones especiales como la narcosis y la
hipnosis, o a causas patológicas de características principalmente somáticas, que
no pueden ser incluidas propiamente en el concepto de enfermedad mental, como
son el desmayo y las fiebres de origen infeccioso, o a predisposición anormal del
individuo, como el sonambulismo, etc. O sea que la privación de razón debe
originarse como una reacción del individuo ante motivos externos, sean físicos o
psíquicos que no pueden incluirse en el concepto de enajenación mental
propiamente tal.

Requisitos de la eximente de privación total de razón:

Para que opere esta eximente es necesario la concurrencia conjunta de dos


presupuestos:

1- Privación total de razón y


2- Que la causa que motive la privación total de razón del sujeto, sea
independiente de su voluntad.
1.- Privación total de razón: Corresponde este presupuesto, al estado o
condición de inconciencia de carácter transitorio y no originado en una
enfermedad mental. El profesor Raimundo del Rio ha entendido por privación
total de razón, la perdida de facultades, el debilitamiento o el desorden de las
mismas, la anormalidad en el funcionamiento de todas o de cualquiera de las
reacciones psíquicas del conjunto de la persona humana producidas por otra
causa que las enajenaciones mentales propiamente dichas siempre que dicha
perdida, debilitamiento, desorden. Anormalidad o alteración sean causa directa
o indirecta del conflicto del sujeto con la ley o de su inadaptación al medio.

La privación de razón, en consecuencia, ha de ser total, y así se ha confirmado


en diversos fallos emanados por nuestros tribunales, como por ejemplo, en el
año 1966 un fallo expresa que ha de entenderse por privación de razón, al
disponer: el artículo en referencia exige que la razón, esto es, las condiciones
psicológicas mínimas que condicionan el acto voluntario, representación
deliberación y volición, estén exentos totalmente. De tal fallo se desprende
que, una reducción parcial de los procesos psíquicos, no es causal suficiente
para eximir de responsabilidad criminal al sujeto afectado.

Ahora bien, es preciso aclarar el alcance de este primer requisito, de la


eximente, en el sentido de que la privación total de razón debe provenir de
causas diferentes a una enfermedad mental, debe tratarse de una privación
transitoria de la razón y por ultimo esta privación transitoria de razón debe
originarse en una enfermedad propiamente tal.

Respecto del primer punto, podemos señalar que la disposición en


estudio hace una distinción entre dos instituciones diversas: la enfermedad
mental propiamente tal, por un lado, y por el otro, la privación total de razón, al
disponer que están exentos de responsabilidad criminal, “el loco o demente, a
no ser que haya obrado en un intervalo lúcido, y el que, por cualquier causa
independiente de su voluntad, se halla privado totalmente de razón”.

De la sola lectura de la disposición transcrita, se deduce el hecho de


que la privación de razón debe originarse en causas diversas de una
enfermedad mental, pues de ser así, quedaría el sujeto exento de
responsabilidad criminal por aplicación del art. 10 N° 1, primera parte, caso del
loco o demente.

En lo concerniente al segundo aspecto, esto es, privación de razón


transitoria, podemos decir que no puede afectar a un individuo una
anormalidad en forma permanente, pues si así fuera, pasaría éste a ser un
enajenado mental, debiendo por consiguiente, acogerse al art. 10 N° 1, primera
parte. Este presupuesto de la privación de razón se refiere a la existencia en
un sujeto de una anormalidad en su funcionamiento, originado
involuntariamente o en forma accidental, pero no provocada por este, pues en
tal caso no podríamos hablar de privación total de razón capaz de eximir de
responsabilidad, ya que el segundo requisito de esta eximente es precisamente
que ella provenga de causas independientes a la voluntad del sujeto.

La transitoriedad de la privación de razón dice relación, en definitiva,


con el funcionamiento normal de las facultades superiores de un individuo, vale
decir, que el fenómeno fisiológico (sueño), o el fenómeno provocado
artificialmente por el sujeto (hipnotismo), o la predisposición anormal del
agente (sonambulismo), debe privar al sujeto, al momento de cometer el acto
típico y antijurídico, de su normal funcionamiento.

Con respecto al último punto de este requisito, esto es, que la


privación total de razón, transitoria o pasajera, deba tener su origen en una
enfermedad propiamente tal quiere decir, como ya lo hemos formulado, que no
puede nacer en una enfermedad mental, sino que debe producirse como
consecuencia de otros fenómenos, sean estos de orden fisiológico, como sería
el caso del sueño; o sean fenómenos provocados en forma artificial por el
sujeto, caso de hipnotismo; o bien deberse a una predisposición anormal del
individuo, como es el caso del sonambulismo.

En resumen, la privación total y transitoria de razón debe ocurrir


como una reacción del sujeto ante fenómenos físicos que no pueden incluirse
en el concepto de enajenación mental, eximiéndose este de responsabilidad
por encontrarse privado de razón, pero sin ser loco o demente.

2.- Que la causa que motive la Privación de razón del sujeto sea independiente
de su voluntad: Corresponde a la “no provocada ni querida por el agente”
(106); es aquella extraña al querer del individuo, ajena a su libertad.

El individuo que en forma voluntaria se pone en estado de


inconciencia, cuando de propósito busca uno de los estados que ocasionan
privación de razón, no queda amparado por la eximente de responsabilidad,
pues, como bien nos dice Eugenio Cuello Calón, “el que con ánimo de cometer
un delito se coloca en aquella situación y hallándose en ella perpetra el hecho,
no podrá ser declarado exento de responsabilidad criminal” (107).

El requisito en estudio fue establecido para excluir expresamente al


ebrio, ya que este, aun cuando puede estar privado de razón, no lo está por
causas independientes de su voluntad, sino por el contrario, la decisión de
beber es absolutamente voluntaria, aunque no sea así el efecto, esto es, la
ebriedad. De manera que, en general, podemos afirmar que la exención de
responsabilidad consagrada en el art. 10 N° 1 del Código Penal no favorece al
individuo que en estado de ebriedad realiza un acto delictual.

Resumiendo, podemos afirmar que, la segunda parte del art. 10 N° 1


del Código Penal exime de responsabilidad a todos aquellos individuos que,
por motivos ajenos a su voluntad presentan un trastorno de su conducta como
consecuencia de una perturbación psíquica que lo afecta, no en forma
permanente, sino transitoria.

Causas de la privación de razón

Entre las causas que determinan la privación temporal de razón se


señalan, por los autores, el sueño, el sonambulismo, la sugestión hipnótica, las
intoxicaciones (alcohólica, estupefacientes y otras alcaloides); los estados
emocionales, casos estos en que el individuo se encuentra privado de su
facultad de poder discernir sobre los actos que pudiere ejecutar.

Nos corresponde ahora hacer un estudio de las diversas situaciones


señaladas, tratando en lo posible de dilucidar si constituye la eximente de
privación total de razón según se cumplan o no los requisitos mencionados
anteriormente.

a.- El sueño

Se define como “la suspensión de las funciones de la vida en relación


que anula la conciencia” (108). Es un verdadero estado de inconciencia
normal que destruye la responsabilidad de los actos delictuales cometidos
durante él por un individuo determinado, como por ejemplo, las palabras
injuriosas que pudiere emitir el durmiente (somnílocuo).

¿Por qué no existe en tales casos responsabilidad para su autor?


Porque se ha estimado que, los actos o movimientos que durante el sueño se
realizan no son queridos por la razón del agente, está por tanto, ausente la
conciencia, presupuesto éste en que se apoya la imputabilidad, constituyendo
por consiguiente una causal de inimputabilidad. Mezger sobre este aspecto
señala, “la perturbación de la “conciencia del yo” respecto a la conciencia del
mundo exterior; para comprender esto hay que partir del “Yo consciente del fin”
entendido como aquella parte consciente de la personalidad, adecuada a la
realidad, en contraste a las fuerzas elementales, impulsivas e inconscientes”.
Luego agrega: “En el estado normal de vigilia posee el hombre
“autoconciencia”, que de una parte abarca este yo consciente del fin, y por la
otra las referencias del yo al mundo exterior y con ello el mundo exterior
mismo. En los casos de una perturbación de alto grado de la consciencia
aparece perturbada e interrumpida la relación de la autoconciencia al yo y al
mundo externo, de tal modo que queda excluido el flujo del yo en el mundo
exterior; existe a lo sumo una consciencia parcial, es decir, el total yo no
interviene ya, en estos casos, en el proceso de formación de la voluntad” (109).

Por su parte Carrara expresa que, no hay responsabilidad respecto


del individuo que ejecuta actos en estado de inconciencia ya que para este
autor “los actos cometidos durante el sueño, aun cuando en los individuos que
están sometidos al misterioso fenómeno del sonambulismo presentan a
primera vista la apariencia de haber sido ejecutado con inteligencia, son actos
puramente maquinales que no están dirigidos por una voluntad racional no por
la conciencia de las propias actuaciones” (110).

De lo antes dicho podemos afirmar que, los actos de inconciencia


descartan tanto la capacidad de culpabilidad del sujeto, como la capacidad de
acción del mismo ya que, un individuo inconsciente puede ejecutar un
movimiento corporal determinado o no realizarlo, y en ambos casos, no puede
importar delito pues está ausente la voluntad del sujeto.

¿Es causal de inimputabilidad el sueño? En principio debemos


responder a esta interrogante en forma afirmativa, “aunque para determinar la
responsabilidad de los sujetos dormidos o aquejados de pesadillas, debe
tenerse en cuenta, que los sueños surgen, a veces, de una percepción real,
que se desarrolla, con excesiva rapidez, debido a la relativa inactividad en que
las células cerebrales perceptivas se encontraban con anterioridad” (111),es
decir, el sujeto percibe una sensación real que se desarrolla dentro de él en
forma errónea, transformándose en un drama; pero para dar una respuesta
acabada, es preciso que hagamos mención a los diversos estados del sueño,
esto es, el sueño normal, los estados crepusculares y la llamada embriaguez
del sueño.

b.- El sueño normal

También se denomina sueño pleno, y es aquel durante el cual es


posible la subsistencia de ciertos procesos anímicos, la aparición de
alucinaciones que se presentan en “un estado de degradación de la
conciencia, se singularizan por las siguientes características: son sobre todo
visuales, fantásticas, movibles, escénicas, desarrollan una intriga o argumento
y detrás de ella o a su lado no se percibe el mundo de la realidad, lo que se
desprende de sí mismo ya que el sujeto se encuentra dormido” (112).

De lo expresado podemos deducir que en los casos de sueño normal


la posibilidad de cometer actos constitutivos de delitos es mínima, ya que el
individuo se encuentra en un estado absoluto de inercia, con anulación y
abolición de la conciencia.

En doctrina no se considera el sueño normal como causa de


inimputabilidad, y en opinión de algunos tratadistas cabría en estos casos
ausencia de acto, a menos que el acto ejecutado por el sujeto acarree
consecuencias dañosas e imputables a título de culpa, es decir, el sueño
constituye un supuesto de “accio libera in causa” imputable a su autor,
normalmente a título de culpa. La razón por la cual pensaban así estos
autores, radica en el hecho de considerar que el sueño normal no influye en la
capacidad del sujeto, y por ende, no puede afectarle su responsabilidad.

Ante nuestro Derecho Positivo, el individuo que durante el sueño


profundo, lo que implica un compromiso de su conciencia, “presenta
reacciones psicomotoras en los casos de sonambulismo y de hipnotismo, actúa
en estado crepuscular, y si unida a tal circunstancia presenta una base o fondo
patológico, podría invocarse a su favor una exención de responsabilidad
criminal, en base al art. 10 N° 1, de privación transitoria de razón, si actúa
delictuosamente” (113).

c.- Los estados crepusculares

Sobre estas materias podemos decir que estos estados se presentan


antes y después de la llegada del sueño y, que su característica principal, es el
retardo o la demora que el sujeto presenta para volver a la conciencia de sí
mismo.

En cuanto a la duración de los estados crepusculares se señala que


normalmente es breve, pero no obstante ello, existen casos de excepción en
los cuales dichos estados han durado por semanas o meses, etapas durante
las cuales el sujeto ha realizado actos de cierta complejidad, a pesar de que su
conciencia ha permanecido alterada durante dicho lapso.

Se señalan ciertas causas predisponentes a la aparición de un


estado crepuscular, como por ejemplo, la ingestión previa de bebidas
alcohólicas por el sujeto; la fatiga o cansancio físico o psíquico; el tratarse de
un individuo de sueño muy profundo, o bien, de un sujeto propenso a sufrir
estados crepusculares.
Durante los estados crepusculares se producen en el individuo
ciertas alucinaciones que son el producto de un proceso patológico, el Sr.
Tellez expresa que tales “alucinaciones no son legítimas, pues se ven como
cuadros o películas (sin corporalidad) que pasan ante ojos cerrados del
reposante (en un espacio interior menta) (114).

Como consecuencia de encontrarse el sujeto bajo el efecto de las


alucinaciones, es posible que realice actos delictivos, los que también podrían
ser el producto de las falsas apreciaciones que el individuo tiene del mundo
externo, o bien, por existir en éste error en las percepciones.

Normalmente, los actos delictivos que estos individuos ejecutan, van


dirigidos en contra de las personas que los rodean, sea porque piensan que se
trata de enemigos, o por considerar que son delincuentes de los cuales es
necesario obrar en legítima defensa. Después de realizado el acto, sólo queda
un recuerdo muy vago de lo sucedido.

Se ha señalado que durante los estados crepusculares se produce


“un estrechamiento del campo de la conciencia”. (115), de manera que, los
actos ejecutados durante tales estados no pueden configurar delito alguno,
pues carece de voluntad culpable, y siendo la voluntad el requisito esencial del
delito, se ha estimado que dicho acto es inimputable a su autor pues concurre
a su favor una causal de inimputabilidad.}

La embriaguez del sueño

Corresponde al último de los estados del sueño señalados, y


constituye una situación muy especial, pues ella se presenta una vez que el
individuo ha despertado. Se produce como consecuencia de demorarse el
sujeto en volver a la vigilia total.

En la llamada embriaguez del sueño es posible la ejecución de actos


delictivos de carácter principalmente violento, ya que en el sujeto aún persisten
algunas de las imágenes elaboradas por él durante el sueño.

El autor Alfredo Etcheberry señala que la denominada embriaguez


del sueño “se produce inmediatamente antes y después del sueño, en
personas del sueño profundo, temperamentalmente nerviosa y bajo tensión
emocional” (106).

Se denomina así porque al despertar el retorno de la conciencia se


retarda por cierto espacio de tiempo, impidiendo una clara apreciación del
mundo externo, hasta llegar a producir un estado de verdadera confusión
mental, que puede compararse con la embriaguez; y además, porque antes del
sueño hay una actividad decreciente de los sentidos, que trae aparejada la
desaparición de conciencia de la realidad.

El profesor Jiménez de Asúa ha señalado que, “a veces el retorno de


la conciencia está retardado por la acción de excitantes sensoriales que
provocan casos de delirios de los sentidos, y que mantienen la confusión
mental que es su resultado” (117).

Entre las causas que hacen al sueño más profundo, se señalan: la


falta prolongada de sueño, la previa ingestión de bebidas alcohólicas, las
comidas abundantes, etc. También se señalan causas ocasionales, como son
las pesadillas que despiertan a quien duerme a sobresalto, el despertar agitado
de los niños, y el despertar brusco de la persona que duerme tranquilamente.

Los momentos anteriores a la iniciación del sueño y los siguientes del


despertar, constituyen verdaderas causales de inimputabilidad, pues producen
absoluta inconciencia en el sujeto, y por consiguiente, faltaría el requisito
esencial del delito, esto es, la voluntad.

En términos generales, podemos concluir que el individuo se


encuentra incapacitado para dirigir su actuación conforme a las reglas
ordinarias del Derecho, y en nuestra ley positiva cabría aplicar en estos casos
el art. 10 N° 1 de nuestro Código Penal, que establece la privación del sujeto,
ya que en él concurre una predisposición patológica que lo induce a actuar en
estado mental transitorio, con compromiso de su conciencia.

2.- El sonambulismo

Etimológicamente, viene del término latino “in somo ambulare”, que


significa sueño en acción, en movimiento. Se define por Etcheberry como “un
estado anormal del sueño, durante el cual el sujeto ejecuta actos corrientes de
la vida en relación, sin conciencia de ello y sin recordarlos al despertar” (118).
Para el tratadista argentino Eusebio Gómez, el sonambulismo es “un estado de
sueño anormal, con aptitud para la ejecución, mientras dura, de actos de la
vida en relación exterior, con pérdida consecutiva de la memoria” (119).

Generalmente, el sonambulismo se presenta durante la niñez o en la


época de la pubertad. El Dr. Massion-Verniony, citado por Jiménez de Asúa,
señala: “el sonambulismo del niño es trivial; en el adulto es raro. En este
último implica un desequilibrio constitucional, a veces moderado y lo más
frecuente, grave” (120). En todo caso, es necesario tener presente que es
más frecuente su presencia en personas con temperamentos histéricos.
Como características del sonambulismo se menciona el hecho de
que el sujeto realiza movimientos totalmente naturales y armónicos; la
ausencia del recuerdo al despertar,; el fin específico al cual van dirigidos, o
sea, el sonambulismo está constituido por “una serie de manifestaciones
perfectamente coordinadas y dominadas de una manera absoluta por la
atención y con la apariencia de actos realizados en estado de conciencia, no
obstante que la conciencia del sujeto permanece sumergida en el sueño
fisiológico (121).

Siempre la acción de un sonámbulo va dirigida a un fon determinado,


no obstante que estos sujetos carecen de conciencia y de voluntad, razón por
la cual se dice que sus actos son de carácter automático.

De lo antes dicho podemos afirmar que, en la personal sonámbula


hay una anulación o privación total de la razón, de la conciencia. Igual cosa
ocurre en el sueño, pero la diferencia radica en que en el primer caso puede el
sujeto ejecutar actos físicos, de los cuales el individuo no tiene conciencia,
como resultado de ejecutarlo en forma automática, sin siquiera recordarlos
cuando recobra el estado de vigilia. De manera que, “en el sonambulismo no
se halla impedida la conversión en actos motores de los fantasmas de la
mente, y de las representaciones que se verifican durante el sueño” (122).

En cuanto a la responsabilidad del sonámbulo podemos señalar que,


antiguamente se consagró su irresponsabilidad ante el Derecho Penal, pues se
estimaba que en tales casos había ausencia de voluntad y de conciencia.
Más tarde se sostuvo la irresponsabilidad de los sujetos sonámbulos basados
en la idea de que sólo era posible ejecutar durante el sueño actos que habían
sido programados con anterioridad a éste, vale decir, durante la vigilia. Esta
doctrina ha quedado totalmente obsoleta pues hoy en día se consagra
universalmente la irresponsabilidad del sonámbulo, pues “los actos del
sonámbulo se juzgan inimputables, sin perjuicio de considerar la parte de culpa
o imprudencia que le pueda corresponder en la ejecución de los mismos,
cuando, en conocimiento de su anomalía, no procura evitarlos pudiendo
hacerlo” (123).

En nuestra legislación positiva se considera inimputable al


sonámbulo de los actos delictuales que en tal estado pudiere ejecutar, pues fue
precisamente la consideración de tales individuos la que llevó a la Comisión
Redactora de nuestro Código Penal a agregar en el art. 10 N° 1 del mismo
cuerpo de leyes, la eximente de privación temporal de razón, de manera que
no podemos negar su aplicación al que el tal estado incurriera en la comisión
de un acto típico y antijurídico.
Es posible que el sujeto, teniendo conocimiento de la existencia de
su mal, no tome las precauciones necesarias para evitar la realización de un
delito, y en tales casos, se ha estimado por los tratadistas que estaríamos en
presencia de una “accio libera in causa”, ya que el sujeto debió prever el
resultado, siendo en consecuencia responsable por su conducta negligente, ya
que ha mediado culpa de su parte. O sea, como bien nos dice Carrara, “se
admite que el sonámbulo se le pueda atribuir culpa, no ya por lo que hizo
durante el sueño, sino más propiamente, por no haber tomado precauciones
cuando despierto, si, en conciencia de la propia enfermedad, pudo prever que
ésta lo llevaría a violar la ley estando dormido, y no procuró impedir el mal”
(124).

De todo lo dicho, podemos concluir que, en los sujetos


sonámbulos hay un estrechamiento del campo de la conciencia lo que unido a
su personalidad histérica (que es la más usual), nos hace pensar que hay un
evidente trastorno patológico que lo hace beneficiario de la eximente de
responsabilidad criminal relativa a la privación total de razón por causa
independiente a la voluntad del agente.

3.- El Hipnotismo

Se define como “un conjunto de situaciones especiales del sistema


nervioso, producido por maniobras de carácter artificial” (125). Por su parte,
Mezger define la hipnosis como “el estado de sueño producido artificialmente
por sugestión” (126).

Se dice que el hipnotismo es un estado similar al sueño en el cual el


individuo se encuentra totalmente pasivo pero no totalmente inhibido como
sucede en el sueño, hecho que le permite al sujeto hipnotizado poder
responder a las preguntas que se le formulen y, proceder a la realización de los
actos ordenados por el hipnotizador, vale decir, “ se diferencia del sueño
natural porque en él se mantiene la relación (el llamado rapport) con el
hipnotizador, pudiendo éste enviar al hipnotizado ilusiones, impulsos,
mandatos, etc.” (127).

El hipnotismo produce ciertos trastornos psicológicos transitorios en


la mente del sujeto hipnotizado ya que se distorsionan sus procesos
perceptivos.

Se distinguen el pequeño hipnotismo del gran hipnotismo, En el


primero se produce somnolencia, letargia, pero sin perder el sujeto su lucidez,
lo que le permite oponerse a la realización de los actos que le proponga el
hipnotizador. En el gran hipnotismo se pueden presentar tres estados diversos:
a) Cataléptico: caracterizado por la rigidez muscular y la
inmovilidad del sujeto
b) Letárgico: estado en el cual el sistema muscular del individuo
permanece inerte.
c) Sonambúlico: estado éste que acarrea, por una lado, una
actividad del cerebro y, por el otro, una actividad del cerebro y,
por el otro, un aumento de la fuerza muscular del sujeto
hipnotizado; aquí también se produce una insensibilidad al dolor y
una falta de recuerdo de lo que ha sucedido durante ese lapso.

En cualquiera de estos estados, pequeño o gran hipnotismo, el


sujeto hipnotizado actúa sometido a la voluntad del hipnotizador, quien
ejerce un dominio tanto de la actividad física como mental del individuo
hipnotizado; incluso podría obligarlo a ejecutar actos contrarios a los que el
propio paciente ejerce de ordinario. Al respecto, el Dr. Mariani opina que,
“el sujeto hipnotizado, no efectúa de ordinario hechos opuestos a su
manera de ser. Si bajo estas condiciones comete un acto antisocial es
porque sus tendencias son coincidentes con la idea criminal sugerida, esto
es, el sujeto se vale o desea la sugestión hipnótica para ejecutar el acto
delictivo. En este caso se trataría siempre de una persona psicopática con
tendencias criminales” (128).

Ahora bien, de lo antes dicho surgen las siguientes


interrogantes: ¿Puede una persona bajo la sugestión hipnótica realizar
actos contrarios a su voluntad, específicamente actos criminales, sin que
tenga la posibilidad de rechazar la orden emanada del hipnotizador? En el
supuesto de darse tal posibilidad, ¿Quién es el responsable jurídicamente?

En lo concerniente a la primera interrogante, no existe una


solución científica a tal problema. La ciencia médica solamente ha podido
comprobar que la hipnosis produce amnesias parciales y alucinaciones
síquicas en el sujeto hipnotizado, pero nos e ha demostrado que el sujeto
pueda realizar actos contrarios a su querer durante la hipnosis.

No obstante se ha estimado por algunos autores que sí es


posible inducir a un individuo a cometer actos típicos y antijurídicos,
valiéndose para ello de ciertos elementos que dicen relación con el sujeto
hipnotizado, factores tendientes a lograr el resultado propuesto por el
hipnotizador, tales son: “1 que crea el sujeto hipnotizado que la sugestión
es una medida protectora; 2 que el hipnotizado confíe en el hipnotizador; 3
que confíe que las indicaciones del hipnotista obedecen a razones
legítimas; 4 que tenga el hipnotizado tendencias o impulsos criminales
ignatos; 5 que se emplee un método que provoque perturbaciones
perceptivas en el sujeto de modo que no considere antisocial lo sugerido”
(129).

En doctrina existen diversas escuelas que opinan sobre estas


materias. En primer término encontramos la Escuela de Nancy,
representada por Liébault, Liégous, Bernheim, Mesnet, Beaunis, según la
cual es posible que el sujeto hipnotizado ejecute actos contrarios a su
voluntad, ya que este sujeto se encuentra privado casi totalmente del juicio
crítico, de manera que ejecuta de un modo automático los actos sugeridos
por el hipnotizador, sean éstos contra su propia persona o contra terceros.
Al respecto, Beaunis expresa: “en todo caso, incluso cuando el sujeto se
resiste, es siempre posible, insistiendo, acentuando la sugestión, hacerle
ejecutar el acto querido. En el fondo el autismo es absoluto, y el sujeto no
conserva de espontaneidad y de voluntad más que lo que quiere dejarle su
hipnotizador” (130). En consecuencia, a la segunda interrogante esta
escuela responde: que el hipnotizado carece de responsabilidad y, por
ende, el hipnotizador es el único responsable del acto ejecutado.

En segundo lugar, la Escuela de París, representada por


Chacort, Brouadel y Gilles de la Tourette, advierte que no es posible que tal
situación se presente, pues el sujeto hipnotizado no puede llegar a realizar
acto alguno contrario a su fuero moral interno, ya que éste puede analizar el
valor y al gravedad del acto sugerido por el hipnotizador, lo que le permitirá
negarse a su ejecución cuando sea contrario a su querer. Por consiguiente,
no existe para esta Escuela la llamada obediencia absoluta. En opinión de
Brouardel, “se puede someter a un sonámbulo a sugestiones agradables o
indiferentes, pero si las sugestiones pugnan con sus afecciones personales
o con sin sentimientos naturales, opone una resistencia casi invencible.
Hay allí un elemento más allá del cual no va el poder del magnetizador”
(131).

Por último, la Escuela Ecléctica o intermedia afirma que sí es


posible la realización de dichos actos, siempre que se den en el sujeto
ciertas condiciones básicas, es decir, es necesario que se trate de
individuos degenerados, predispuestos al delito, o sujetos desprovistos de
sentido moral, en los cuales la sugestión hipnótica pueda ser irresistible y
cumplida en forma automática.

Fuera de estos casos, es decir, cuando el individuo no reúna


las condiciones señaladas anteriormente, sólo puede obedecer la sugestión
cuando se trata de hechos de pequeña importancia jurídica, como por
ejemplo, hurtos pequeños, engaños, etc.; cuando se trate de ejecutar
acciones de mayor gravedad el sujeto hipnotizado podrá oponerse a su
ejecución.

En cuanto a la responsabilidad, esta escuela afirma que sería


necesario el establecimiento de ciertas medidas de seguridad destinadas a
aplicárseles a los sujetos degenerados o predispuestos al delito, pues el
individuo hipnotizado que reúne esos caracteres es inimputable y por ende,
irresponsable jurídicamente. El hipnotizador, quien ha sugerido la
realización del acto delictivo, será el responsable ante los ojos del Derecho
Penal.

Ahora bien, ante nuestra ley positiva, se resolvemos esta


interrogante en forma afirmativa, el hipnotismo cabría entres los estados
que comprende la eximente de responsabilidad criminal, esto es, la
privación transitoria de razón consagrada en el art. 10 N° 1 de nuestro
Código Penal; por consiguiente, siempre será imputable y responsable la
persona del hipnotizador que ha sugerido la ejecución del acto delictual,
debiendo responder como autor del mismo, aún cuando su sugestión no
fuere irresistible, de acuerdo con lo establecido en el art. 15 N° 2 del mismo
cuerpo de leyes. Respecto al hipnotizado, deberá resolverse en cada caso
particular, en atención a los antecedentes, y según los datos que
proporcione el respectivo informe de peritos, jugando un rol de importancia
fundamental la pericia psiquiátrica.

Además puede presentarse la situación del sujeto que se haga


hipnotizador exprofeso, para darse el valor necesario para cometer un
delito, y también el caso del sujeto que habiendo cometido el delito se hace
hipnotizador con posterioridad para poder acogerse a la eximente del art. 10
N° 1. En la primera de estas situaciones surge el problema de la “accio
libera in causa”, ya en estos casos es decisivo que la culpabilidad exista al
momento de manifestarse la voluntad, siendo indiferente el estado mental
del sujeto al instante de producirse el resultado. De manera que, la
imputabilidad existe al momento de planear el delito, pero no al momento de
realizarse. Estas accio libera in causa están regidas indirectamente en el
art. 10 N° 1 de nuestro Código Penal, que exime de responsabilidad
criminal al que por cualquier causa independiente de su voluntad se halle
privado de razón.

En el segundo caso, no corresponde aplicar la eximente de


privación transitoria de razón, pues es sujeto se ha sometido a la sugestión
hipnótica con el objetivo de provocarse un trastorno mental transitorio
después de haber cometido el hecho delictual, por consiguiente, éste le es
imputable a título de dolo o de culpa.

De un modo general, se puede concluir que, la sugestión


hipnótica por sí solo, no es capaz de anular por completo la personalidad y
la conciencia del sujeto hipnotizado. Por consiguiente, es preciso hacer un
estudio acabado en cada caso particular, a fin de determinar la existencia y
cuantía de la capacidad de determinación de la voluntad.

Dentro del campo del hipnotismo, puede presentarse la


situación del llamado Mandato Posthipnostico, esto es, “de un mandato
durante la hipnosis para que se ejecute después que el hipnotizado
despierta”. En estos casos, agrega el mismo autor, “hay que admitir un
renovado estado de comprensión de la conciencia en el momento en que se
ejecuta lo mandado” (132).

Ahora bien, el acto típico y antijurídico sugerido por el


hipnotizador y realizado con posterioridad a la hipnosis por el agente que
fue hipnotizado, le es inimputable a éste, pues cabe aplicar a su respecto el
art. 1 de nuestro Código Penal, ya que en tal acto no ha mediado su
voluntad, y como lo hemos señalado en reiteradas oportunidades, no puede
configurarse delito alguno sin que exista voluntad por parte de su autor.
Además, obra en su favor la eximente del art. 10 N° 1 del Código citado,
esto es, el hallarse privado totalmente de razón y eximente del art. 10 N° 9,
vale decir, el obrar violentado por una fuerza irresistible.

La responsabilidad en estos casos es para el hipnotizador, ya


que cabe aplicar a su respecto el art. 15 N° 2 de nuestro Código Penal que
establece: “Se consideran autores: N° 2: “Los que fuerzan o inducen
directamente a otro a ejecutarlo”.

4.- Las Intoxicaciones

Existen numerosas substancias que pueden ocasionar en el


individuo una intoxicación aguda o crónica, como consecuencia de haberse
acumulado en su organismo el tóxico de que se trate.

Las más comunes son el alcohol, los estupefacientes y los


barbitúricos. A continuación, pasaremos a analizar cada uno de estos
tóxicos:
a) Alcohol: El caso de mayor importancia y frecuencia en la práctica es el
de la ebriedad o embriaguez producida por el alcohol “que es causa de
perturbaciones de las funciones psíquicas, aunque no puede
equipararse con la enfermedad mental” (133).

La embriaguez produce un menoscabo agudo (acentuado), y capaz de


transformar totalmente las funciones mentales del sujeto. Por esta
razón es que Politoff señala, acertadamente, que “en la ebriedad el
sujeto sólo conserva sus funciones vitales, con pérdida absoluta de la
vida de relación” (143).

Entre los tratadistas no existe duda en cuanto a que el uso


excesivo del alcohol origina graves perturbaciones en la mente de los
individuos; ya que por un lado, altera o atenúa el sentido crítico de estos
y, por el otro, produce irregularidades en su freno inhibitorio, creando
estados de anulación de la conciencia del sujeto. En tal sentido, Mezger
expresa: “Ya la más sencilla embriaguez es una perturbación del espíritu
artificialmente producida, la más aguda especie y de la mejor prognosis”
(135). Por su parte, Eusebio Gómez nos dice: “la embriaguez puede ser
causa productora de un estado de inconciencia” (136). Y el tratadista
italiano Floria, señala: “La doctrina común nos enseña que el estado de
embriaguez suprime total o parcialmente en el delincuente, la conciencia
de los actos propios; por lo que sólo podrá imputársele el hecho punible
cometido a título de culpa” (137).

Ahora bien, a nosotros nos interesa poder determinar


cuando la embriaguez importa una privación total de razón por causa
independiente a la voluntad del sujeto, casos en los cuales cabría
aplicárseles el art. 10 N° 1 de nuestro Código Penal, parte final. Para
dar una clasificación de la embriaguez, atendiendo a su origen o causas,
por una parte, y por la otra, según cual sea la intensidad o grado de
ésta.

Respecto del primer aspecto, esto es, según cual sea el origen
o la causa de la embriaguez, se distingue:

a) Embriaguez forzada: es decir, cuando el sujeto es obligado a beber


mediante fuerza física o mental.
b) Embriaguez fortuita o accidental: corresponde a la ebriedad no
querida ni prevista por el sujeto, o sea, cuando el agente ha caído en
estado de embriaguez, sino dolo o culpa, o por ignorar las cualidades
de la bebida o las condiciones de debilidad de su organismo o
porque lo indujo a beber un compañero malévolo.
c) Embriaguez culpable: esto es, cuando el individuo bebe
inmoderadamente pero sin buscar la embriaguez, sino que por el
contrario, suponiendo que ella no se producirá.
d) Embriaguez intencional o voluntaria: se produce cuando el sujeto
ingiere bebidas alcohólicas sabiendo su naturaleza y buscando la
ebriedad, pero sin prever que durante tal estado podría cometer un
delito.
e) Embriaguez pre ordenada: ocurre cuando el sujeto se embriaga con
el propósito de cometer un delito determinado, o bien, para adquirir el
valor necesario para cometerlo. Es la adquirida deliberadamente
para cometer el delito bajo su influencia, generalmente con el
propósito de buscar en la bebida impulso para ejecutarlo, o para
proporcionarse una causa de exención o de atenuación de la
responsabilidad.

En relación con este último tipo de embriaguez surgieron numerosas discusiones


en cuanto a la determinación de la responsabilidad que a estos sujetos les
corresponde, discusiones que se vinculan en parte a, las llamadas acciones libera
in causa, que corresponden a los que el sujeto ha querido libremente, pero que las
ejecuta en un estado que lo hace legalmente inimputable.

La doctrina clásica y la neo clásica se ocupan de este problema de la


embriaguez pre ordenada, y al respecto se han formulado las siguientes teorías:

1.- Para un grupo de autores en este caso la embriaguez ha sido querido por el
sujeto, pero no con el objetivo de realizar un fin determinado (delito), y por lo tanto
el delito que en tal estado ejecute le será imputable a su autor, aun cuando la
embriaguez haya sido total y hubiese ocasionado un estado de inconciencia es el
agente.

Carrara opina que, cuando la embriaguez ha sido pre ordenada al delito, o


como se dice, estudiada, con razón podrá castigarse al culpable por lo que realizo
en estado mental sano, cuando con lucida previsión y firme voluntad se convirtió a
si mismo en futuro instrumento del delito a que tendía. La imputación en contra
suya se hace radicar en tal instante, lo que ocurre después es consecuencia de su
acto doloso; no se imputa lo que hizo el ebrio, sino lo que hizo el hombre en sus
cabales, al cual, como causa única, es atribuible el delito. El hombre sano es el
sujeto activo primario del delito, y se encuentra en condiciones de plena
imputabilidad el hombre ebrio es el sujeto activo secundario.

2.- Otros autores niegan la imputabilidad del sujeto que en este estado de
embriaguez preordenada hubiese cometido un delito, pues estiman que en tal
delito no ha habido concomitancia entre el dolo y la acción. Esta posición es
objetada por Carrara ya que este autor expresa que: La concomitancia del dolo
con la acción no es condición absoluta de la imputabilidad.

3.- Por su parte, Garraud, piensa que el individuo en estado de embriaguez pre
ordenada ejecuta el acto estudiado y por el cual se embriago, lo que estaría
demostrando que no hay ausencia de conciencia en dicho acto, siéndole por
consiguiente, imputable.

4.- Por último, Von Liszt estima que es posible que un sujeto se utilice para
ejecutar un acto delictivo en estado de embriaguez pre ordenada, y su existente
relación de causalidad y la culpabilidad del sujeto se demuestra con respecto al
resultado, el individuo será el responsable del acto delictual, pues este no se
encontraba ebrio al momento de crear la causa del resultado producido.

Para la Escuela Positiva este problema que analizamos no puede presentarse, ya


que según esta escuela, prima el principio de la responsabilidad legal en el cual el
estado de inconciencia no puede considerarse causal de irresponsabilidad. Ferri,
principal expositor de esta teoría expresa: El delincuente que dolosamente o
culposamente se embriaga sea completa o incompletamente responde de su delito
como responde el no ebrio, Sera solo cuestión de adaptar la forma y la disciplina
de la sanción represiva a su peligrosidad personal, segregándolo por tiempo
indeterminado; cuando la mínima gravedad del delito y de las circunstancias
reales y personales no hagan suficiente una sanción pecuniaria o interdicto.

La embriaguez según su grado o intensidad, se clasifica de la siguiente manera:

1.- Embriaguez de primer grado: se caracteriza por un estado de excitación,


durante el cual el sujeto no se pierde su lucidez, no obstante que se encuentra ya
estimulado en su actividad psíquica lo cual importa un debilitamiento de sus
inhibiciones.

2.- Embriaguez de segundo grado, semi plena o incompleta: En este caso el sujeto
no pierde totalmente la razón no obstante que es una fase de perturbación con
verdadera confusión mental y anulación de las prohibiciones y de los sentimientos
éticos.

3.- Embriaguez de tercer grado, completa o plena: Aquí el sujeto pierde totalmente
su lucidez, su juicio y cae en un estado comatoso que le imposibilita incluso la
actividad física.

Cuando la embriaguez es eximente o atenuante de responsabilidad criminal, sobre


este aspecto los autores han estimado que la embriaguez actúa como eximente o
como atenuante de responsabilidad criminal, cuando sea capaz de suprimir o
disminuir la conciencia y la libertad de los actos que el sujeto ejecute en tal estado,
o sea que, el trastorno mental que la embriaguez ha de ocasionar debe tener la
hondura suficiente como para poder eximir o atenuar de responsabilidad.

Dentro de la clasificación efectuada, cuales son capaces de eximir o atenuar la


responsabilidad del autor del acto ejecutado en ese estado, Carrara señala que la
embriaguez culposa y la voluntaria, si nos completas, suprimen toda imputación en
razón del dolo, pues la dejan subsistente por motivo de culpa, y si son
incompletas, no producen sino una minoración. La embriaguez accidental nunca
puede hacer surgir la configuración de culpa, o es completa, y entonces destruya
toda imputabilidad o es incompleta, y entonces debido a que queda el agente una
facultad de conocimiento actual, se mantiene la imputación, del hecho doloso,
salvo la minoración del dolo, como en la incompleta, culposa y voluntaria.

Nuestra ley positiva no resuelve en forma expresa la imputabilidad del ebrio, y en


consecuencia, dicha labor queda entregada a las manos del interprete, quien
deberá buscar la solución que parezca ser la mas justa. En todo caso, debemos
tener presente que durante la elaboración de nuestro código penal, la comisión
redactora adopto un criterio de bastante severidad frente a la ebriedad. En efecto,
en la sesión 5 se estimó necesario dar una mayor amplitud al articulo 8 del código
español, comprendiéndose situaciones similares a la locura o demencia, como es
el caso de sonambulismo, pero sin autorizar abusos como es el caso de completa
ebriedad. Además durante la revisión del proyecto sesión 120 se estableció en
forma unánime, que el caso del delirum tremen, producido por exceso de alcohol,
no puede constituirse eximente de responsabilidad, pues el articulo 10 numero 1,
parte final exige que la privación total de razón provenga de causa independiente
de la voluntad del sujeto, requisito que no se cumple en el caso señalado. Mas
aun es la sesión 8 se eliminó en el artículo 11, la atenuante consagrada en el
código español en favor del que delinque en estado de embriaguez que no fuere
habitual, o posterior al propósito de delinquir. De lo dicho podemos deducir que, la
comisión redactora de nuestro código penal se consideró a la embriaguez ni como
posible eximente como atenuante de responsabilidad criminal.

No obstante lo antes dicho, se ha entendido por los penalistas que la ebriedad


completa, esto es, aquella que altera tanto la inteligencia como la conciencia del
sujeto ebrio, produce una privación total de razón capaz de eximir de
responsabilidad criminal, requisito eximente en el artículo 10 numero 1 de nuestro
código penal, que el estado de excitación o euforia generalmente no priva de
razón y que el caso de ebriedad semi plena o incompleta se puede considerar
como productora de privación total o razón exigida en la disposición citada.

Debemos tener presente que en los casos de embriaguez es necesario analizar


cada caso en particular, atendiendo al mérito de los antecedentes, al hecho
delictual cometido, al a constitución misma del agente, de manera que será el
correspondiente peritaje medio el que en definitiva, establecerá si la ebriedad
produjo o no en el sujeto la privación total de la razón. Si así se comprueba, se
daría cumplimiento al primer requisito exigido en el artículo número 10 número 1
en la parte final del código penal, esto es, al presupuesto de la intensidad de la
privación de razón.

Por otra parte, esta disposición exige que la privación total de la razón provenga
de causa independiente de la voluntad del sujeto, presupuesto que corresponda al
segundo requisito exigido por nuestra ley para que opere la eximente de
responsabilidad. Se ha entendido por los autores que la embriaguez forzada y la
fortuita deben considerarse como causa independiente de la voluntad del
individuo, ya que en ambos casos no ha sido libre elección para el sujeto, pues ha
sido obligado mediante fuerza física o moral a beber (forzada), o bien, el sujeto no
ha tenido conocimiento de las cualidades de la bebida, de la debilidad de su
organismo o de la intención del amigo que lo indujo a beber. En consecuencia, la
embriaguez forzada y la fortuita o accidental; permiten al individuo beneficiarse
con la eximente de responsabilidad criminal, siempre que concurra a la vez, el
anterior requisito analizado, vale decir, que dicha embriaguez le haya producido
una privación total de razón.

Como conclusión podemos afirmar que, en nuestra ley positiva solamente exime
de responsabilidad criminal la ebriedad total forzada y la ebriedad total fortuita, de
manera que nuestro código penal no responsabiliza al ebrio o a cualquier otra
persona que se halle en trastorno mental transitorio, por los delitos que puedan
ejecutar en tal situación, sino solo cuando es total y no se ha puesto en la misma
por su voluntad, o sea, queriéndola o admitiéndola, o por lo menos, pudiendo
prever que caería en ella. (146).

En resumen, los actos ejecutados por un sujeto en estado de


ebriedad culpable le son imputables a su autor, ya que no pueden quedar
amparados por la eximente en estudio tales individuos, pues dicha embriaguez,
aun cuando lo priva totalmente de razón, no proviene de una causa independiente
de la voluntad del sujeto, sino por el contrario, el acto mismo de beber ha sido
querido por el agente que debió prever la posibilidad de cometer un acto típico y
antijurídico; estos actos normalmente le serán imputables a título de dolo, ya que
ésta es una especie de culpabilidad que la ley normalmente presume.

Ahora bien, si el agente se embriaga voluntariamente para ejecutar


un hecho delictivo e invocar posteriormente la eximente de responsabilidad, cabe
aplicar en tal caso, los principios de la “accio libera in causa”, no pudiendo por
consiguiente, declararse su inimputabilidad, pues el acto le será imputable a título
de dolo o culpa.

Nuestros Tribunales de Justicia no tienen una posición unánime en


estas materias, sino por el contrario, en algunos casos se ha declarado la
irresponsabilidad del ebrio, y en otros, se ha estimado que existe en su favor una
causal de atenuación de la responsabilidad, como consecuencia de faltar a su
respecto uno de los requisitos exigidos para que opere la eximente, esto es, que
sea por causa independiente de su voluntad.

Además de lo anteriormente analizado, es necesario hacer un


estudio de ciertas formas clínicas de embriaguez, tales son: la embriaguez aguda,
la embriaguez patológica, la embriaguez sintomática y el alcoholismo crónico.

1.- Embriaguez Aguda o ebriedad

Corresponde a aquel proceso voluntario o fortuito de corta duración y


de gran intensidad, en el cual el sujeto se embriaga con alcohol volviendo muy
pronto a su vida normal son que quede secuela alguna y no pasando de ser una
mero accidente del cual solamente quedará un recuerdo difuso y desagradable.

Mezger señala que la embriaguez ordinaria es “la perturbación


morbosa de la actividad del espíritu de índole transitoria producida por el alcohol
en sujetos sin base morbosa” (147).

Durante el período de la ingestión alcohólica la psiquis del sujeto


sufre ciertas alteraciones; se distinguen tres grados:

a) Periodo de excitación: caracterizados por fugas mentales,


afluencia de ideas, ligera ofuscación de la conciencia.
b) Periodo médico-legal: en la cual existe una ausencia de
coordinación, frases incoherentes, absurdas, parcial pérdida de la
conciencia.
c) Periodo de sueño toxico o coma: se produce porque la ebriedad
ocasiona en el sujeto un sueño irresistible en el cual se entorpece
íntegramente la conciencia.

En las dos primeras fases existe la posibilidad de que el sujeto


realice algún acto delictual, ya que en éstas presentan una gran violencia y
agresividad, en tanto que en la tercera fase es absolutamente imposible que ello
ocurra, pues en esta etapa el sujeto se encuentra privado totalmente de la
conciencia y casi sin posibilidad de efectuar movimiento corporal, más bien aquí
este sujeto podría ser víctima de atentados contra su persona o cosas.
2.- Embriaguez Patológica

Se define la embriaguez patológica diciendo que es “una reacción


fundamentalmente psíquica, condicionada por un substrato orgánico y en la que el
sujeto experimenta una profunda alteración de su conciencia y sus efectos en
relación a la ingestión de una cantidad ínfima de alcohol. Son individuos de
apariencia y conducta normales, cuya ingestión les produce un estrechamiento de
la conciencia y un estado anímico en el que se superpone una angustia
intensísima con una agresividad sin freno. Corresponde ésta a una crisis de
epilepsia psicomotora que de por sí es una causa de inimputabilidad y que no
requiere, en modo alguno, de la concomitancia con la ebriedad” (148).

Este tipo de embriaguez se da especialmente en individuos


neurópatas, psicópatas y epilépticos, actúa sobre “una disposición epileptoide,
esquizoide, sobre motivos pasajeros como el agotamiento, falta de sueño, etc.”
(149), de forma que esta embriaguez es más pequeña cantidad de éste para que
se produzca en el sujeto una reacción violenta que altera su conciencia y procesos
psíquicos, lo que acarrea una brusca liberación de sus tendencias agresivas,
razón por la cual Mezger afirma que lo característicos en estos casos son “los
graves actos explosivos de violencia de índole criminal” (150).

Los sujetos que sufren embriaguez patológica normalmente ejecutan


actos delictivos, como por ejemplo, homicidios, incendios, violaciones, atentados
sexuales, etc.

Los rasgos típicos que se presentan en el ebrio patológico son: la


excitación repentina, distimia o estado crepuscular, carencia de coordinación,
desorientación de corta duración, quedando como secuela la amnesia.

Frente a un caso de embriaguez patológica es necesario que se


valoren las consecuencias que dicho estado acarrea, y no la intensidad de la
intoxicación; por consiguiente, se tomarán en consideración los trastornos
psíquicos que hubiere provocado en el sujeto, en relación con la condición mental
de éste antes de ingerir el alcohol.

En la embriaguez patológica se configura claramente el trastorno mental


transitorio, pues, como bien dice Ferrer Sama, en tal caso se cumplen todos los
requisitos para considerársele como tal, es decir, es de iniciación rápida, de
duración breve, pasa sin defecto, se elabora sobre una disposición patológica que
no es bastante para pensar en enajenación, ocurre por un motivo mínimo es
mínimo obligadamente el motivo exógeno la cantidad de alcohol, y mínimo o nulo
el motivo ambiental para desencadenar el delito, produce inconciencia plena y no
vuelve a ocurrir si no vuelve a actuar el mismo motivo exógeno, razón por la cual
se ha estimado que caber aplicar la eximente de responsabilidad criminal del
articulo 10 numero 1 parte final, de nuestro código penal, este es, la de privación
total de razón por causa independiente a la voluntad del agente.

En caso contrario, el individuo será responsable de los actos que ejecute en tal
estado, a menos que pruebe que la embriaguez patológica ha sido forzada o
fortuita, se comprende en este último caso, la que debe al desconocimiento de su
neuropatía, lo que implica que el sujeto estaba impedido de prever las
consecuencias que la bebida alcohólica le podía producir.

3.- Embriaguez sintomática: Lo característico en este tipo de embriaguez es que el


sujeto llega al uso y abuso del alcohol en forma regular o irregular hasta
embriagarse, hecho que demuestra la presencia en este de alguna alteración
física o mental, o de alguna condición social especifica que lo conduce a beber.

En estos casos, la ingestión excesiva de alcohol puede ser:

a) Ocasional: Vale decir, aquella que solo sucede como consecuencia de


existir en el sujeto alguna preocupación de orden económico, familiar,
laboral, etc, que prefiere atenuar.
b) Regular: Cuando el individuo busca cualquier pretexto para beber pues tal
hecho le causa placer.
Pues bien, los bebedores excesivos regulares no presentan una pérdida de
la capacidad de control, reconocen su dependencia psíquica al alcohol,
pudiendo a veces presentar etapas de abstinencia, pero su actuar no puede
importar la comisión de delito alguno. En el caso de ejecutar un acto típico y
antijurídico, este le será imputable a su autor, pues el bebedor sintomático
no es propiamente un enfermo alcohólico, sino que es un hombre
completamente sano que gusta de beber. Sin embargo, podría suceder que
la embriaguez le ocasionara una privación total de razón al sujeto, y a pesar
de ello el acto le será imputable, pues la privación de razón no ha sido por
causa independiente a la voluntad del agente.

Las consecuencias que acarrea el alcoholismo crónico son múltiples,


entre otras produce, alteraciones psíquicas profundas, degeneración de las células
del sistema nervioso, carencia de frenos inhibitorios, alteraciones graves de los
procesos intelectivos, etc.

Se distinguen tres fases en el alcoholismo crónico:

a) Fase prodrómica: cuya iniciación queda mostrada por la presencia de la


primera amnesia alcohólica. En esta fase el individuo bebe a
escondidas, trata de no tocar el tema del alcohol y se preocupa por el
hecho de beber en exceso, se produce un aumento de amnesias
alcohólicas ante una menor dosis de alcohol. Cuando aparece la perdida
de la capacidad de control, entramos a la fase crucial.
b) Fase Crucial: En la cual el sujeto no puede dejar de embriagarse al
beber una cantidad de alcohol determinado, pretendiendo justificar su
actuación en cualquier pretexto. Se pone más agresivo, más violento,
reaccionando bruscamente ante ciertas situaciones, pero después se
arrepiente de ello, se ve marginado de la sociedad lo que lo induce a
alejarse de sus amigos y familiares buscando nuevos amigos para
beber. En esta fase el sujeto presenta celos alcohólicos y posibilidad al
uxoricidio.
c) Fase crónica: También se denomina fase terminal, corresponde a
aquella en que el sujeto bebe diariamente e incluso en ayunas. Aquí
aparecen las llamadas crisis de ingestión o síndrome de intoxicación,
etapas que pueden durar semanas o meses: además, pueden originarse
las denominadas psicosis alcohólicas, vale decir, delirium tremens o
psicosis de Korsakov.
En la fase crónica, el sujeto se embriaga con una dosis menor de
alcohol y una vez que desaparecen sus efectos el individuo comienza a
temblar, a sentir un miedo intenso, una inercia psicomotora que incluso
lo hace pensar que está incapacitado para ejecutar un movimiento
corporal sin el estímulo de alcohol.
En este periodo se produce el síndrome de abstinencia ocasionado por
falta de ingestión alcohólica, lo que puede traducirse en numerosos
actos de transcendencia jurídica, ya que el sujeto por cualquier medio
intentara procurarse el alcohol necesario.
En cuanto a la valoración jurídica del alcoholismo crónico, debemos
señalar que, en principio, se ha estimado por los autores que no es
capaz de eximir de responsabilidad pues no tiene el grado exigido para
eximir a título de enajenado, no obstante ello, en los casos de síndrome
de abstinencia puede el sujeto actuar privado totalmente de razón y por
lo tanto, cabría aplicar a su respecto, el articulo 10 numero 1 de nuestro
código penal, y en los casos de crisis o síndromes de intoxicación, como
consecuencia de que el sujeto pierde su capacidad de control, podría
ejecutar actos delictuales privado de razón, en todo caso, es necesario
tener presente que, en ambos casos es preciso que el individuo haya
sufrido una privación total de razón transitoria para que podamos aplicar
el artículo 10 numero 1 parte final de nuestro código penal.
Como ya hemos señalado, el alcoholismo crónico podría dar origen a las
llamadas psicosis alcoholicas tales son: el delirium tremens y la psicosis
de Korsakov.
a) Delirium Tremens: se caracteriza por presentarse en el sujeto
enfermo ideas delirantes, alucinaciones terroríficas, de tipo visual,
táctil y auditivo, además ocasiona alteraciones psíquicas profundas,
temblor, falta de coordinación, Se observa en el sujeto enfermo una
sugestibilidad que lo hace vivir en un mundo irreal, imaginario.
Dada la gravedad de esta enfermedad, es posible que el sujeto
ejecute actos delictivos sea contra su propia persona o respecto de
terceros.
b) Psicosis de Korsakov: Novoa señala que esta psicosis se caracteriza
por perturbaciones en la atención y en la memoria de fijación y por la
pérdida de la facultad de orientación en el tiempo y en el espacio.
A partir de cierta época de la vida del alcohólico, se va perdiendo en
este el recuerdo de lo que a ella le ocurrió, como también se pierde
el recuerdo de los últimos estímulos acaecidos y es normal que este
tipo de enfermos trate de llenar estos vacíos con las llamadas
confabulaciones. Que corresponden a hechos o circunstancias
creadas por la imaginación del enfermo, esta pueden cambiar
bruscamente dependiendo solamente de la sugestión del sujeto.

Suelen presentarse, además, síntomas físicos como es el


hormigueo, calambre en las piernas, paralización de algún musculo ocular,
cansancio mental, lentitud, etc.

En lo concerniente a la valoración jurídica de estas psicosis


alcohólicas cabe señalar que en ambos casos estamos en presencia de una
enajenación mental, y por consiguiente, debemos aplicar la eximente del articulo
10 numero 1 primera parte, de nuestro código penal, vale decir, calidad de loco o
demente; no obstante que la comisión redactora se refirió expresamente al caso
del delirium Tremens negándole a su respecto la aplicación de la eximente, pero
se ha entendido por los autores y también por la jurisprudencia, que en este caso
el sujeto privado totalmente de razón por causa independiente de su voluntad.

En todo caso, es necesario que tengamos presente que en


cada caso particular el correspondiente peritaje medico determinara la magnitud
del compromiso de la conciencia del sujeto.

Los casos de menor gravedad, aquellos que no alcanzan a


constituir una enajenación mental, será aplicable la atenuante del articulo 11
número 1 en relación con el articulo 10 numero 1 de nuestro código penal, vale
decir, nos encontramos en presencia de una imputabilidad disminuida y que por
ende, lleva aparejada una pena disminuida para su autor.
B) Toxicomanías: Se ha denominado toxicomanía o
narcomanía el exceso habitual de ciertas sustancias de origen vegetal, cuya
ingestión produce intoxicación, con efectos estuporosos o de excitación, que
abarcan esferas intelectuales, efectivas y volitivas del individuo. Estas sustancias
se denominan genéricamente, estupefacientes, en el lenguaje vulgar drogas
heroicas.

Las toxicomanías producen problemas jurídicos análogos a los


del alcoholismo, dando así origen a la problemática de determinar la
responsabilidad de los adictos que delinquen.

Los tóxicos más usados son: la morfina, el opio, la cocaína y la


marihuana.

Respecto de los síntomas que presenta el sujeto que las


ingiere, solo diremos de un modo general, que los más graves los origina el
consumo de la morfina y el opio, ya que al momento de interrumpirse su ingestión,
se produce el llamado síndrome de abstinencia que se traduce en una perdida
brusca de la fuerza, estornudos, sudores, fatiga, calambres, miedo, etc. Tales
síntomas desaparecen al momento de proporcionársele al individuo una nueva
dosis del toxico.

Por su parte la cocaína, que se consume, especialmente por


personas del ambiente artístico, y de sexo masculino, se inicia por la simple
aspiración del polvo cocaínico produciendo en el individuo un efecto semejante al
de la embriaguez alcohólico.

Con mucha frecuencia estos adictos presentan


pseudopercepciones visuales y táctiles, siente ruidos, voces que le amenacen.
También originan las llamadas Alucinaciones liliputienses, es decir, aquellas en
que el sujeto cree ver seres muy pequeños que se mofan de él.

La intoxicación originada por el consumo de estas substancias


produce en el sujeto perturbación de su conciencia que puede ser más o menos
estable, alteración que deberá tomarse en cuenta al momento de determinar la
responsabilidad del adicto en caso de haber realizado el acto delictual.

Se ha estimado por los psiquiatras, que la simple ingestión de


estas sustancias demuestra que no se trata de un ser normal sino que de un
individuo con base patológica, y por lo mismo, debe necesariamente consagrarse
a su respecto una responsabilidad atenuada. Sostienen por otra parte, que si el
acto se cometiere durante la fase del síndrome de abstinencia de los
morfinómanos, el sujeto sería irresponsable de dicho acto, siempre que este diga
relación con la necesidad de proporcionarse la droga.

A la luz de nuestra ley positivo, se puede eximir de responsabilidad


criminal a la persona toxicómana que ejecuta un delito durante el “síndrome de
intoxicación o de abstinencia, ya que en ambos caos existe un evidente
compromiso de la conciencia del sujeto que le ha impedido dirigir su conducta. O
sea, se declara la irresponsabilidad del agente en atención al art. 10 N° 1, parte
final de nuestro Código Penal, esto es, por encontrarse privado de razón por
causa independiente de su voluntad.

Es posible que el sujeto ingiera el tóxico con el fin de cometer un


delito e invocar posteriormente la eximiente en estudio, caso en el cual estamos
en presencia de la teoría de las “accio libera in causa”, donde hay una privación de
razón provocada por el agente, por lo que el acto le es imputable a su autor a título
de dolo o culpa, según corresponda.

No olvidar que, es de especial importancia que en cada caso


particular se valoren todas las todas las circunstancias y antecedentes que
permitan calificar acertadamente la responsabilidad que le cabe al sujeto
toxicómano.

c.- Barbiturismo

Corresponde a los trastornos producidos por el uso habitual de


barbitúricos, como por ejemplo: el menbutal, el seconal y el luminal, etc.

En estos casos el sujeto jamás será un adicto, pues el no uso de la


droga en un momento determinado no le ocasiona el síndrome de abstinencia,
sino que simplemente volverá a producirse en el individuo el síntoma que
pretendía atenuar con el consumo de tal droga, como por ejemplo: un sujeto que
deja de tomar luminal para dormir empieza nuevamente a sufrir de insomnios.

Cuando se abusa de esta droga (dosis excesiva) se produce una


intoxicación en el individuo, el cual presenta compromiso de conciencia, que
puede incluso llevarlo al estado de coma y posteriormente a la muerte. Es muy
poco probable que en tal estado pueda cometer un acto delictual, por encontrarse
impedido para ello tanto física como mentalmente. Si a pesar de lo señalado se
cometiese un delito por el sujeto, no podrá aplicarse a su autor la eximente de
responsabilidad criminal consagrada en el art. 10N° 1 parte final, de nuestro
Código Penal, ya que la ingestión de barbitúricos en un sujeto normal no puede
producirle un trastorno y privación de razón, y en caso de producirse el trastorno
mental transitorio éste será voluntario, por lo que podemos concluir que estas
sustancias no tienen trascendencia alguna para nuestros estudios.

D.- Los estados emocionales

Existen fenómenos psíquicos que pueden producir un cambio en el


estado anímico del individuo, entre los cuales ocupa un rol de importancia
fundamental los llamados estados emotivos.

La emoción se manifiesta ante hechos como son la sorpresa, el


terror, la ira, el temor, y se caracteriza por su aparición brusca, profundidad e
inestabilidad.

Carrara distinguen entre pasiones ciegas y pasiones razonadoras.


Señala, “las primeras actúan con vehemencia sobre la voluntad y supeditan los
frenos de la razón, dejando el entendimiento en menor capacidad de reflexionar.
Por el contrario, las segundas agudizan los cálculos de raciocinio y dejan al
hombre la plenitud de su arbitrio. Las primeras deben admitirse como causas que
aminoran la imputación, porque merece excusa quien se deja arrastrar al mal por
el ímpetu de súbita perturbación. Las segundas no, porque el hombre que razona
y que calcula, corre por completo con la obligación de recordar las prohibiciones
de la ley y de reflexionar en las consecuencias de las propias acciones” (155).

La emoción puede llegar a casos de exaltación extrema ocasionando


el llamado “Parixismo emocional”, momento en el cual el sujeto puede ejecutar un
acto constitutivo de delito por encontrarse ante un verdadero trastorno mental
transitorio.

Es poco frecuente la realización de un acto delictivo en estado


emocional o pasional violento, pero en caso de presentarse será necesario
resolver la responsabilidad que le corresponde a su autor conforme a las
eximentes o atenuantes que contempla las situaciones emocionales, sin acudir a
la eximente del art. 10 N° 1, parte final, pues no se trata de un sujeto con base
patológica. En el caso de tratarse de un sujeto con base patológica cabria aplicar
a su respecto la eximente del art. 10 N° 1 de nuestro Código Penal, vale decir, las
normas de la perturbación mental.

Se ha comprobado por psiquiatras, que la pasión y las fuertes


emociones originan en el sujeto perturbaciones mentales transitorias, que pueden
ir desde la simple disminución de la conciencia hasta la pérdida total de esta. En
los casos de pérdida de la conciencia, puede invocarse la atenuación de la
responsabilidad y, en casos excepcionales, siempre que así lo estime el
correspondiente peritaje psiquiátrico, podrá eximirse de responsabilidad al agente,
tomando en consideración:

1.- La intensidad de la pérdida de la conciencia

2.- La causa que originó la reacción pasional o emotiva violenta, y

3.- Los antecedentes personales del sujeto.

Capitulo Segundo

Aspectos medico legales de las enfermedades mentales

Generalidades

El hombre para poder actuar en la vida jurídica debe reunir ciertos


elementos especiales que dicen relación con su capacidad intelectual, con sus
sentimientos y algunas condiciones de carácter, es decir, el individuo debe poseer
normalidad psíquica y física, tanto para actuar como para responder de los actos
que ejecute como sujeto de derecho. Es por esto que se dice que la conducta del
individuo está regulada en definitiva, por el estado de sus facultades mentales, lo
que da lugar a la llamada Capacidad en materia Civil y a la denominada
Imputabilidad en el Derecho Penal.

A continuación trataremos de precisar lo que ha de entender por normalidad


psíquica, y luego, tomando en consideración tal aspecto, podremos determinar
que individuos no poseen la integridad de sus potencias, es decir, que sujetos son
anormales psíquicamente, respecto de los cuales debe aplicarse un tratamiento
especial destinado a protegerlos de si mismo y a la sociedad donde actúan.

La importancia de establecer los conceptos de normalidad y de


anormalidad psíquica radica en que, por regla general, todo conflicto que se
presente en relación con las leyes que regulan la vida social, presuponen una
anormalidad.

Pues bien, el ser humano es un animal hermenéutico, definición que


explica claramente el origen de las alteraciones psíquicas que pueden afectar a un
individuo, vale decir,, alteraciones de base orgánica o no orgánicas “sino
puramente emocionales y referenciales, es decir, pertinentes a las relaciones,
comportamentales, del sujeto con su mundo” (156).

La persona es una, entera, e indivisible y, por lo tanto, debe ser


estudiada como unidad. Debido a la complejidad de su comprensión, resulta casi
imposible el poder definir con exactitud al hombre normal, tanto desde un ángulo
físico como psíquico; se ha llegado incluso a pensar que este es un ser son
existencia real, ya que es un ideal excepcional.}

El concepto de normalidad es esencialmente subjetivo, pero a pesar


de ello, existen algunas características objetivas y estables. Se entiende que
existe normalidad psíquica en aquellos casos en que la actividad psíquica de un
sujeto, integrada por las diversas funciones como son la afectividad, la
inteligencia, la memoria, la instintividad, la atención, la reflexión, el conocimiento,
etc., se encuentran totalmente equilibrados, permitiéndonos, por consiguiente,
hablar de una actividad psíquica consiente.

El Dr. Ignacio Matte expresa que, “siempre calificamos la actividad


psíquica del individuo frente a sus potencialidades óptimas” (157)

¿Qué es la conciencia?

Etimológicamente, viene del termino latín “cum scientia”, que significa


una ciencia acompañada de otra ciencia.

De un modo general, podemos decir que es aquello que nos permite


darnos cuenta, con claridad, de las diferentes vivencias o realidades.
El ser consciente, se define por el Sr. Caballeiro como un “estado
fundamentalmente neurobiológico, el cual hace posible que la actividad psíquica
del hombre, en su casi totalidad, se halle en óptimas condiciones para realizar sus
especificas funciones, pero, sobre todo, permite a aquel la captación del mundo
externo, las vivencias procedentes de su mundo externo y con la claridad
necesaria, para hacerse cargo de la realidad, de las cosas y de sí mismo” (182).

Lo básico en un ser consiente es la claridad, pues solo cuando este


requisito está presente podemos decir que la actividad consiente se encuentra en
óptimas condiciones. Más aun este presupuesto determina los límites, es decir, si
disminuye la claridad el individuo se acerca a una zona psíquica menos clara, esto
es, preconsciente o inconsciente, según el caso.

Para la ciencia estadística una persona normal es aquella que esta


más próxima a la tendencia de un grupo típico de individuos, de manera que lo
normal, es lo común, lo general, y la anormalidad corresponde a lo morboso. Este
criterio nos permite separar las personas anormales de las normales, pero no nos
permite precisar si se trata o no de un enfermo mental.

Desde un punto de vista psiquiátrico se considera normal la


existencia de un amplio margen de autodeterminación, buena adaptación al
medio, equilibrio caracterológico y clara conciencia del yo; todo lo cual permite al
individuo discurrir o discernir correctamente conforma a los valores culturales,
morales y sociales de su medio, con comprensión del significado, valor y
transcendencia de sus actos. Todo esto, en el marco de una voluntad libremente
expresada, auto determinada, autogenerada, sin pulsiones patológicas,
lógicamente motivada y en congruencia, finalmente, con representaciones
psíquicas normales.

La anormalidad psíquica se origina, o por alteraciones con las cuales


nace el sujeto, o bien, de perturbaciones producidas por causa variadas durante el
curso de la integración psíquica del sujeto.

Para la psiquiatría el concepto de anormalidad se dirige por un lado,


a un aspecto valorativo, es decir, parte de un hombre perfecto y ve degradaciones
respecto de todas las anormalidades que se alejen de tal modelo, y por el otro, un
aspecto estadístico, según el cual se incluyen dentro de lo normal a todos los
individuos que reúnen las cualidades o funciones poseídas por la mayoría de los
miembros de la sociedad en un momento determinado.

Ambos aspectos se critican. Así el valorativo porque entrega el juicio


sobre normalidad a la opinión subjetiva de una determinada persona, y el
estadístico, porque se estimarían como anormales las personas sobresalientes
que pueden aportar algo nuevo, ya que por tal hecho quedan fuera de las
cualidades comunes al término medio de la población.

Por tales motivos se ha estimado por los autores que la anormalidad


debe nacer del concepto fenomenológico del hombre, según el cual en el individuo
existen un numero variado de propiedades agrupadas en un orden y apoyadas
mutuamente entre sí, de tal manera que cada una contribuye al desarrollo mejor
de las otras y recibe a su vez apoyo similar.

Al respecto, el doctor Cabaleiro expresa: La anormalidad no es más


que una variación de la norma, del término medio, pero siempre que se produzca
en un sentido negativo tanto en el campo de las desviaciones anormales de la
inteligencia como en el de las personalidades anormales, es decir, de la manera
de valorar las diversas situaciones que durante el curso de la vida se presentan,
las diferentes reacciones que tales hechos les produzcan, serán diversos a las que
experimente el hombre normal.

Desde el punto de vista clínico, se considera anormal a aquella


persona que no es capaz de gobernar su propia vida, o que pone en peligro la de
los demás miembros de la sociedad en que se desenvuelve.

Ahora bien, de los individuos anormales se ocupa una rama de la


ciencia médica denominada psiquiatría. Se define como la rama de la medicina
que tiene como objeto el estudio del hombre con anomalías en su modo de ser
psíquico o con manifestaciones morbosas de sus psiquismo consecutivas a una
alteración somática que modifica la estructura de sus ser, cambiando y
trastornando su modo de estar en el mundo, y haciéndole tomar una postura ante
su yo, ante su mundo exterior y frente a su morbismo, especifica y singular; y
como tal rama de la medicina tiene como objeto final modificar y tratar estas
anomalías y perturbaciones morbosas, de acuerdo con los caracteres personales
del hombre-anormal o enfermo psíquico en cada caso, con un concepto
terapéutico totalista , personal y antropológico.

Respecto de los sujetos que no reúnen las condiciones exigidas para


actuar en la vida jurídica, como consecuencia de adolecer de alguna deficiencia
psíquica, se ocupa de la ciencia denominada por la mayoría de los tratadistas,
psiquiatría forense.

La psiquiatría forense, la define el doctor Vallejo, aquella rama de la


medicina se copa del diagnóstico y tratamiento de las alteraciones y anomalías del
pensamiento, de los sentimientos, de las emociones, de la conducta, de las
relaciones interpersonales y de la adaptación social y profesional.
Por su parte, el Doctor Pasmanik señala que, la psiquiatría forense
se ocupa de la patología neurosiquica de los individuos que transgreden la
legislación del país.

En consecuencia, al a psiquiatría forense le corresponde determinar


el diagnostico psiquiátrico en los casos que se requiere, el que indicara la
existencia de la normalidad o de la anormalidad psíquica, la especificación de la
alteración, la valoración del trastorno mental en cuanto a su intensidad, o sea, el
grado de la anomalía, pues este puede ser de tal gravedad que prive el sujeto de
su libertad de acción, comprometiéndole su capacidad intelectual y volitiva.

De lo antes dicho podemos concluir que, el objeto de la psiquiatría


forense es precisar el estado de las facultades mentales de un sujeto determinado
al momento de realizar un acto típico antijurídico. De este estudio el psiquiatra
puede colegir:

1.- Que el sujeto es realmente enfermo mental pues presenta alteraciones


profundas de sus facultades psíquicas.

2.- Que se trate de un individuo que presenta alteraciones de algunos elementos


caracterológicos o de su personalidad.

3.- Que el sujeto es completamente sano desde el punto de vista psíquico, o bien,
con un escaso compromiso de su capacidad mental.

Concepto de Enfermedad Mental:

Intentar una definición aceptable de enfermedad mental, que satisfaga a


juristas y psiquiatras, es labor difícil, ello porque existe una gran diversidad de
opiniones al respecto, de manera que no hay dos tratadistas que a lo menos estén
de acuerdo en la apreciación misma del concepto, y además, porque el concepto
de enfermedad también tropieza con grandes dificultades en la patología general,
y no existe, por consiguiente, una definición unánime de estas.

Para la Medicina general, el término enfermedad permite ser estudiado


desde dos ángulos distintos:

1.- Como enfermedad exógena, es decir, aquellas que se originan por la presencia
en el organismo del sujeto de una determinada noxa que permanece durante un
cierto lapso de tiempo, la que al desaparecer, puede o no dejar huella, como por
ejemplo, las infecciones, los tóxicos, etc.
2.- Como enfermedad endógena, esto es, aquella que son consecuencia de la
deficiencia o desequilibrio interno del organismo de un sujeto, vale decir, son todas
aquellas enfermedades que tienen una base patológica.

Antiguamente se pensaba que las enfermedades mentales no existían, que


eran un mito, y que estas se traducían en una posibilidad de conducta y de
adaptabilidad social, circunstancia por la cual su estudio escapaba de la medicina
y le correspondía a la sicología. Además se decía que, las enfermedades
mentales para poder ser llamadas como tales, debían estar asentadas sobre un
trastorno somático concreto y duradero.

En lo concerniente a la apreciación jurídica de estos seres que adolecen de


una enfermedad mental no ha habido un mismo criterio a través del tiempo, sino
que por el contrario, podemos distinguir varias etapas a este respecto:

1.- Primer periodo: Comprende la antigüedad, donde hay un predominio de las


creencias religiosas y sobrenaturales y se estimaba que la enajenación mental se
debía atribuir a la maléfica influencia de alguna divinidad.

2.- Segundo periodo: Comienza con Hipócrates, se inicia este periodo


considerando que la locura era una enfermedad ocasionada por trastornos
biológicos, circunstancia por la que debía ser tratada igual que los otros males
físicos, mediante un tratamiento médico. Más tarde, Galena, descubre algunas
formas clínicas como por ejemplo la melancolía, lo que permite sugerir una
distinción entre las diversas enfermedades mentales y comienza a observar sus
síntomas físicos.

3.- Tercer periodo: Abarca la edad media, donde hay un predominio por las
creencias supersticiosas de manera que vuelve al concepto primitivo de las
enfermedades mentales, vale decir, se atribuye la locura a la posesión demoniaca,
a la acción de los espíritus sobrenaturales.

4.- Cuarto periodo: Se inicia con la era moderna siglo xvii, época en que el estudio
de la patología mental entra definitivamente en campo científico, pero la condición
de estos seres dejaba bastante que desear, ya que los manicomios donde los
recluían, más tenían de cárceles que de establecimientos dedicados a su
curación. A fines del siglo XVIII, Felipe Pinel inicia una verdadera cruzada
humanitaria en favor de estos seres desdichados, trazando así las primeras
normas sobre hospitalización de los alienados, y elevándolos a la categoría de
enfermos que requieren de un tratamiento médico para su curación.

Concepto: Samuel Gajardo define enfermedad mental diciendo que son estados
biológicos anormales del individuo que alteran en forma permanente o transitoria
el correcto funcionamiento de sus procesos psíquicos y en consecuencia se
traducen en una conducta generalmente antisocial.

Por su parte, el profesor Alonso García Gerkens señala que, la enfermedad


mental es un proceso morboso del psiquismo orgánico o funcional, más o menos
permanente, caracterizados por el menoscabo, perversión o desorden de las
facultades mentales.

Para el Dr. Ignacio Matte, el enfermo mental es un desconcentrado con


respecto de si mismo porque no se encuentra situado, en su propio interior, en el
punto desde donde puede irradiar la plenitud de sus posibilidades.

El termino alienación también se emplea para señalar aquellas personas


que pasan a desempeñar el rol de enfermedades mentales. Esta expresión viene
de la palabra alemana Entfrendung, que significa enajenación.

Para la psiquiatría en el campo médico legal, la alineación mental


corresponde a un trastorno general y persistente de las funciones psíquicas, cuyo
carácter patológico es ignorado o mal comprendido por el enfermo y que le
impiden la adaptación lógica y activa a las normas del medio ambiente, sin
provecho para sí mismo ni para la sociedad.

Según el autor Speeman, la expresión alienación tiene, hoy en dia, cinco


sentidos diferentes: 1.- falta de poder, 2.- falta de significado. 3.- falta de normas,
4.- aislamiento, 5.- auto alineación. Expresa este autor que estos sentidos tienen
un significado sociopolítico y también psiquiátrico, al señalar que, la falta de poder,
de significado, forma parte del ritual del internamiento. El aislamiento es su
consecuencia. La auto alineación es la actitud que termina por adoptar el marcado
del enfermo.

Tipos de Enfermedades Mentales:

En psiquiatría se estudian tres tipos de trastornos mentales:

1.- Disposiciones psíquicas anormales y sus desarrollos ulteriores Psicópatas.

Trastorno en el cual las causas son en la mayoría de los casos, absolutamente


independientes de las influencias que puede ejercer el medio ambiente; por el
contrario, hay un dominio claro de la disposición, que en algunos casos desarrollo
con independencia del medio ambiente, siempre de una manera igual o
semejante.

2.- Reacciones psíquicas anormales: Trastorno que, a diferencia del anterior, la


influencia del medio ambiente es la causa fundamental de su aparición. La
existencia de las reacciones psíquicas anormales depende del medio ambiente y
de las vivencias del sujeto, a las que las psiquis puede rechazar ya que esta goza
de fuerza propia que lo permite en el momento en tales factores aparezcan,
oponerse, fuerzas que se encuentran concentradas y ocultas en el conjunto de la
personalidad.

Cualquiera persona, sea que disfrute o no de salud mental, es influida en su


desarrollo y en la formación de su carácter por el medio ambiente, y a veces en
mayor proporción que la que nosotros nos podemos imaginar.

3.- Enfermedades psíquicas en sentido estricto: Estas enfermedades se deben a


procesos psíquicos cerebrales. Se clasifican en endógenas y exógenas. Las
primeras son aquellas enfermedades cuyo origen radica en una disposición
deficitaria, vale decir, disposición hereditaria alterada, constitución patológica, Se
incluyen en este grupo la esquizofrenia, la psicosis maniacodepresiva, la epilepsia
genuina, las personalidades normales, que incluyen las personalidades
psicopáticas y los estados de debilidad mental heredados.

La segunda, o sea, las exógenas, corresponden a enfermedades mentales


cuya causa específica, es la lesión que viene de fuera de la vida mental, ya sea
del cerebro o del cuerpo, de manera que se refieren a todo aquello que conduce a
un trastorno mental, no obstante de tratarse de una disposición cerebral sana.

En consecuencia, las enfermedades psíquicas exógenas pueden afectar a


un sujeto totalmente sano, como a un individuo que tenga una disposición
patológica, Por otra parte, el hecho de que un determinado sujeto padezca de un
trastorno mental exógeno no es suficiente para asegurar que en su descendencia
necesariamente haya de estar presente.

Entre las psicosis exógenas se incluyen todas las enfermedades cerebrales


infecciosas y las diversas intoxicaciones cerebrales: la paralisis progresiva, la
encefalitis, la lues cerebral, el cretinismo y otras alteraciones de las acreciones
internas.

Para la psiquiatría, las causa de mayor importancia de las enfermedades


mentales exógenas, son el alcohol y las intoxicaciones por drogas en general.

Causas de las enfermedades mentales: Podemos señalar, en general, que esta


materia es compleja y difícil de precisar con exactitud respecto de cada una de las
enfermedades mentales.

Previamente, haremos mención a dos aspectos de gran importancia, tales


son la herencia y la edad.
1.- La herencia: En las enfermedades mentales endógenas el motivo fundamental
que las origina, es la disposición deficitaria que corresponde a la llamada Teoría
Constitucionalista. Esta teoría parte suponiendo que existe un número de
individuos que poseen un temperamento, llegado por la vía de la herencia,
denominado constitución patológica.

El autor Kahn, citado por M. Reichard, en su obra de psiquiatría general y


especial, llamada constitución del organismo al conjunto de sus propiedades
morfológicas, funcionales y evolutivas, en la medida que son heredadas o
heredables, de decir, que están ligadas a su estructura genotípica” (171).

Por su parte, Wolff expresa que, la constitución es la “resultante de la


configuración de los genes y de la interacción entre la herencia y ambiente” (172).

La herencia se define como la “no fatalidad, sino posibilidad de


fatalidad, fatalidad amenazadora” (173); o como la “transmisión biosociológica de
las características paternas y maternas por medio de los cromosomas y genes”
(174).

Debemos tener presente que al hablar de constitución, no


necesariamente estamos diciendo características heredadas e invariables, sino
que, por el contrario, la constitución de un individuo puede ser adquirida
(especialmente durante la primera infancia), o, congénita, la cual puede variar en
el curso de los años.

Ahora bien, para establecer si la herencia ha sido el factor causante


de una determinada enfermedad mental que afecta a un sujeto, es necesario que
analicemos todos los casos de enfermedad mental manifiesta que existan en su
familia, y también las posibles tendencias que los demás miembros de la familia
puedan tener hacia la esquizoide e hipomanía, ya que es posible que en estos
individuos se presente con mayor claridad la tendencia hacia una enfermedad
mental que en la persona misma que está enferma.

La circunstancia de que un individuo se encuentra aquejado por una


determinada anomalía psíquica, no es un hecho determinante para predecir con
seguridad que su descendencia también adolecerá de la misma enfermedad
mental o que, por el contrario, estos serán absolutamente sanos desde el punto de
vista psíquico.

Existen ciertas enfermedades mentales que siguen hereditarias, pero


en opinión del Dr. Vallejo-Najera, “lo que se hereda no es la enfermedad sino la
disposición a padecerla, y su aparición en el fenotipo o su no presentación aun en
los casos de herencia de carácter dominante, dependerá de muchos factores,
entre ellos el llamado “penetrancia del gene” (175).

De lo antes dicho podemos concluir que, no todos los portadores de


una disposición deficitaria enfermedad, sino que ello dependerá de la existencia
de otros factores externos que concurran conjuntamente con la disposición del
sujeto. Por este motivo, es que se ha señalado que toda enfermedad mental es el
producto de dos grupos de causas:

1.- Las provenientes del mundo circundante

2.- La disposición, es decir, el conjunto de lo heredado, del genotipo.

2.- La edad. Muchas enfermedades mentales aparecen por primera


vez en una determinada etapa de la vida, y se estima que en la pubertad y en la
edad de la involución, existe una mayor disposición a las enfermedades mentales
endógenas, del estado de ánimo y de la mente; ambos términos, pubertad e
involución, deben entenderse en sentido amplio, vale decir, como aquellos
periodos de tiempo en los que se producen una serie de cambios de
trascendencia para el organismo del sujeto, en lo que dice relación con los
órganos de la generación, de manera que, en estas dos fases de la vida se
producen, por un lado, modificaciones corporales y, por el otro, modificaciones
psíquicas profundas.

En efecto, durante los primeros diez años de vida tiene gran


importancia las diferentes formas de debilidad congénita o adquirida (debilidad
mental que dura para toda la vida), la epilepsia secundaria por lesiones cerebrales
ocurridas durante el embarazo, parto y la primera infancia del sujeto. Además, es
posible que durante este decenio se presenten trastornos conductuales, como por
ejemplo: temor a la oscuridad, hurtos, fugas, miedo nocturno, etc.

El médico en estos casos no debe emitir un diagnostico prematuro,


pues en la medida que este individuo vaya desarrollándose hasta lograr su
madurez total, es posible que desaparezcan tales alteraciones psíquicas, dando
paso, por consiguiente, a la existencia de un ser totalmente normal.

Por otra parte, durante este periodo, pueden presentarse


enfermedades mentales exógenas, como por ejemplo, los delirios febriles y los
ataques convulsivos cerebrales, que surgen como consecuencia de infecciones o
intoxicaciones; las lesiones anatómicas graves y permanentes del cerebro; la
detención del desarrollo mental por enfermedades infecciosas o toxicas, como por
ejemplo, la parálisis cerebral infantil.
Durante la etapa de la pubertad, entre los 15 y los 20 años,
suelen destacarse las disposiciones psicopáticas y las desviaciones instintivas, y
la epilepsia genuina.

Entre los 20 y 25 años de edad, aparecen la mayoría de los casos de


esquizofrenia y las terceras partes de todas las primeras fases
maniacodepresivas.

En el cuarto y quinto decenio se presentan las psicosis paranoides y


climatéricas, y también las alteraciones psíquicas por la ingestión inmoderada de
alcohol.

Entre el sexto y séptimo decenio se producen con mayor frecuencia


las psicosis melancólicas, las paranoides y paranoides involutivas, y también las
enfermedades cerebrales preseniles.

Por último, en el octavo decenio, hay un predominio de la demencia


senil.

Causas que originan los diversos trastornos mentales

Existen enfermedades mentales cuyas causas son difíciles de


precisar debido a su complejidad, no obstante lo anterior, trataremos de enunciar,
someramente, las causas u orígenes de los trastornos mentales que más
frecuentemente se presentan entre los individuos y que, por ende, revisten mayor
importancia.

1.- Personalidades Psicopáticas. Se entiende por personalidades


psicopáticas “aquellas personalidades de unidad, ya que por permanecer éstas en
un periodo evolutivo primario infantil, ya por encontrarse todavía integradas tales
personalidad merced a las leyes del pensamiento mágico-arcaico” (176).

El psicópata es un ser inmaduro, ya que ni biológica ni


psicológicamente ha llegado a su completo desarrollo, razón por la cual puede
reaccionar en forma inadecuada provocando un verdadero conflicto, dado que su
personalidad no se encuentra capacitada para adaptarse a los demás miembros
de la sociedad.

En cuanto a las causas que originan estas personalidades


psicopáticas,, existen diversas teorías que pueden ser agrupadas: 1) Teorías que
atribuyen a factores biológicos u orgánicos la base de las personalidades
psicopáticas; 2) Teoría que señala como base de dichos trastornos, factores de
orden psicológico.
1.- Teorías Biológicas: Según estas, las causas de las
personalidades psicopáticas son de orden orgánico y su fundamento radica en:

a) Exploraciones electroencefalografías: es decir, en el


electroencefalograma de un psicópata aparecen ciertas anormalidades, como por
ejemplo “la observación de ondas lentas diseminadas, con deficiente organización
del trazado que corresponde a la noción de inmadurez del cerebro” (177).

b) La constitución del sujeto: se ha entendido por los autores, que la


mayoría de los casos de personalidades psicopáticas tienen su origen en la
constitución del individuo, e incluso que ya desde su niñez se observan ciertos
indicios, como por ejemplo, periodos prolongados de terquedad, tics, pero en la
educación y el ambiente contribuyen al desarrollo de estas personalidades.

c) Secuelas de lesiones cerebrales sufridas durante la infancia: como


consecuencia de lesiones cerebrales surgen en el sujeto alteraciones de su
conducta, cuyas características son diferentes a las del psicopático constitucional.

2.- Teorías Psicológicas: La escuela Psicoanalítica forma parte de


este grupo, que considera que las causas de las personalidades psicopáticas son
psicológicas.

F. Aleixandre, autor citado por el Dr. Vallejo señala que, “el psicópata
trata de resolver un conflicto interno por medio de la acción, viviendo sus impulsos
fuera de sí mismo, en un comportamiento objetivo”. Este autor hace un contraste
entre neurosis ordinaria –en la cual los impulsos reprimidos encuentran una
expresión simbólica o sustitutiva en síntomas subjetivos-, y los desórdenes
psicopáticos (neurosis de carácter), en los cuales los impulsos inconscientes
aparecen en conducta objetiva inadaptada” (178).

2.- Psicosis Maniaco Depresiva. Se puede presentar como


fases maniacas y depresivas, que se alternan a través de la existencia, o por
depresiones solamente, o solo por manías.

A) Psicosis Maniaco Depresiva: Es una enfermedad cuyo rasgo


característico es la presentación en el individuo de fases maníacas y
fases depresivas, en diferentes momentos de su vida

En estas psicosis la herencia juega un rol de importancia, estimándose


que el factor hereditario no influye más de un 24% en los casos de
gemelos nacidos de madre y padre que padecen de un determinado
trastorno mental.
Es posible que otros factores, como por ejemplo la falta de higiene
necesaria, las condiciones de vida y angustia por la espera de una
enfermedad mental cuando se sabe que un familiar cercano la padece,
puedan alterar la estabilidad biopsíquica y hacer surgir una
predisposición y una precipitación a la aparición de la enfermedad
mental temida.
B) La depresión endógena o melancólica. Cuya causa fundamental es
precisamente su endogeniedad, vale decir el hecho de no estar
vinculada a ningún agente externo físico ni psíquico. Existe en estos
casos tristeza, desesperanza, nostalgia, etc., síntomas que son
totalmente inmotivados.

En las depresiones endógenas la herencia juega un rol preponderante,


ya que la mayoría de estos casos, la presencia de la enfermedad es de
carácter hereditario; pero, en cuando al mecanismo de transmisión de la
herencia no se ha precisado aun. “Se supone que se trata de varias
disposiciones parciales que actúan en conjunto, de las cuales por lo
menos seria dominante” (179).

En esta enfermedad la predisposición constitucional también puede


influir en su aparición, y se ha llegado a determinar, después de haber
observado la constitución física y la personalidad pre psicótica de los
individuos portadores de psicosis depresivas, que existe una marcada
relación de la enfermedad a un cierto biotipo o psicotipo, o sea, a lo
menos un 75% de estos enfermos pertenecen al biotipo pícnico de
Kretshcmer, esto es, individuos de “baja estatura, tendencia a la
obesidad, cavidades viscerebrales grandes, extremidades delgadas,
manos y pies gráciles, sin excesivo desarrollo muscular, con tendencia a
la caída precoz del cabello, excepto en las zonas temporales y occipital
inferior” (180).

Existen también causas psicológicas que pueden dar lugar a la


depresión y se ha demostrado que siempre esta enfermedad se
presentan en individuos con marcada tendencia a los cambios de
estados de ánimo (alegría o tristeza); pero dentro de los términos de la
normalidad. Generalmente se trata de sujetos con un sentido práctico,
dinámicos, sociables, comunicativos, rápidos e ingeniosos, trabajadores
y creativos.
C) La manía. Se caracteriza por la elevación del estado de ánimo o
euforia inmotivada; el paciente se muestra exaltado, confiado y
excitable.

Respecto de las causas de esta enfermedad, se presenta más patente


aún se endogeniedad que en las anteriores, siendo, por consiguiente,
absolutamente inmotivadas.

La manía es de carácter hereditario, y en lo relativo a la predisposición


constitucional, es decir, al biotipo pícnico y al temperamento ciclotímico,
estos se presentan en los maniacos en un porcentaje menos que en las
depresiones.

En general, podemos señalar que ambos desordenes (manía y


depresión) son, en realidad, fases diferentes de un mismo trastorno, cuya causa
radica para los clínicos, con base biológica, en un mismo defecto orgánico que
genera o depresión o manía y, que los cambios metabólicos definen, en definitiva,
que conducta dominará en un momento determinado. En cambio, los clínicos que
se basan en causa psicológica, señalan que la manía es “una reacción o una
negación de sentimientos depresivos” (181).

3.- Las Oligofrenias. Se definen como aquel “estado consecutivo a


un desarrollo insuficiente de las funciones psíquicas principalmente denotable en
su aspecto intelectivo” (182).

Existen numerosas causas que pueden explicar el origen de esta


enfermedad mental, motivos que pueden agruparse en:

1.- Esenciales: corresponde al grupo de oligofrenia cuyo agente


causal no es posible determinar, no obstante ello existen casos en que la herencia
es importante.

2.- Adquiridas o exógenas: este grupo está por las oligofrenias cuyo
factor originador es detectable, el cual ha actuado desde el momento mismo de la
gestación del sujeto hacia adelante.

Con respecto al primer grupo se señalan las siguientes causas:

a) Herencia: El grado en que este factor influye no ha sido determinado con


exactitud, pero se entiende que si el progenitor presenta un defecto en la
célula germinal, puede por la vía de la herencia transmitirse a su
descendencia tal defecto.
En la mayoría de los casos, la causa de la detención del desarrollo cerebral
en los oligofrénicos profundos es de orden degenerativo, es decir, por grave
tara hereditaria. Respecto de los oligofrénicos moderados, se ha estimado
que la causa radica en u proceso morboso de tipo orgánico, el cual ha
alcanzado al cerebro durante la vida intrauterina del sujeto o durante los
primeros años de vida de éste.

b) Causas genéticas: Se producen como una consecuencia de sufrir alguna


alteración cualquiera de los 44 cromosomas (somáticos o autosomas o de
los cromosomas sexuales); la alteración de algún cromosoma puede ocurrir
debido a un aumento de éstos, o por disminución de los mismos durante la
meiosis.

c) Causas germinales: “Son las producidas por alteraciones en los gametos,


tantos femeninos como masculinos, debido a factores cronolóficos tróficos o
tóxicos en mujeres maduras” (183).

En lo concerniente el segundo grupo, esto es, oligofrenias adquiridas, se


señala que en la mayoría de estos casos el origen radica en lesiones sufridas
durante el desarrollo del individuo en la vida intrauterina, especialmente durante
los tres primeros meses de la gestación, periodo en el que cualquier lesión puede
provocar de inmediato la detención en el desarrollo de la inteligencia, la existencia
de malformaciones o bien, alteraciones neurológicas.

En la etapa del parto es posible que puedan huellas sobre la inteligencia del
sujeto, como consecuencia de sufrir éste lesiones encefálicas. Estas lesiones
pueden ocasionarse como consecuencia de que no siempre están en igual
proporción las dimensiones del feto y de la cavidad pelviana, o porque la dinámica
del parto podría estar alterada por otros motivos que va, en definitiva, a originar un
parto distócico o un sufrimiento fetal.

Durante los tres primeros años de vida, el niño puede sufrir infecciones que
afecten su sistema nervioso central; estas infecciones pueden ser consecuencia
de una enfermedad de importancia relativa, como es el caso del sarampión, o
bien, producto de la presencia en el niño de traumatismo encéfalo craneanos
ocurridos durante el primer decenio. Por otro lado, puede ser una consecuencia
de traumas psíquicos, siendo el más común el abandono de los padres, hecho que
conlleva la necesidad de que el niño se vaya a vivir a un hospicio, lo que le puede
originar un aparente retardo en su desarrollo , el que podría superarse siempre
que sea pesquisado a tiempo.
El autor Tredgord, citado por Wolff, señala cuatro factores post natales que
pueden originar la debilidad mental: “traumáticos, tóxicos, convulsivos y nutritivos.
Los primeros son los causados por accidentes; entres los tóxicos se encuentran el
alcohol y el envenenamiento por toxinas debidas a escarlatina, difteria y otras
enfermedades de la infancia” (184). Respecto de los factores convulsivos, se
señalan los producidos por la dentición y en lo concerniente a la nutrición, se
menciona el efecto de la desnutrición sobre el desarrollo mental de los niños,
como quedó demostrado en Europa después de la Primera Guerra Mundial.

En general, podemos concluir que, ante la problemática de establecer si la


oligofrenia es producto de un factor hereditario o de una causa producida en el
ambiente, será necesario que previamente se determine el curso de la normalidad
en esos casos específicos. En todo caso, es necesario que tengamos presente
que, si se trata de una oligofrenia adquirida por lesiones o enfermedades, ésta no
podrá ser transmitida a la descendencia del sujeto, en cambio la anormalidad sólo
podrá transmitirse por vía de herencia, cuando exista algún defecto en el gene de
un progenitor.

4.- La epilepsia: Desde un punto de vista psiquiátrico la epilepsia


comprende: “por una parte, los aspectos de desestructuración de la conciencia en
relación con la crisis y accidentes comiciales y, por otra, las modificaciones de la
personalidad que eventualmente están asociadas a estos trastornos” (185).

Lo característico en la epilepsia es la aparición de los llamados


accesos epilépticos, que producen una alteración en la musculatura del sujeto y en
su conciencia, pero también puede manifestarse a través de estados
crepusculares, dístimias, crisis que con bastante frecuencia pueden plantear
problemas médicos legales.

Entre las causas de las epilepsias se señala la herencia, causa que


juega un papel importante, ya que todo epiléptico genuino ha heredado su
enfermedad, el que a la vez puede transmitirla a su descendencia; ignorándose el
tipo de transmisión hereditaria, se piensa que debe predominar el tipo recesivo, y
además, que debe haber participación de varios genes en la integración del
genotipo epiléptico.

Las posibles causas de las epilepsias pueden agruparse de la


siguiente manera:

a) Tara genética: la epilepsia se debe en parte a factores genéticos,


pues como ya hemos dicho, la herencia es fundamental en estas
materias, lo que se demuestra por el hecho de que un sujeto con
lesiones cerebrales, pero con poca carga hereditaria, puede no
llegar a tener una crisis epiléptica, y además, porque para que
pueda desencadenarse una crisis en un determinado sujeto, es
necesaria la existencia de una determinada carga genética
facilitadora.

Por otra parte, debemos tener presente la predisposición y los


estímulos desencadenantes, ya que a mayor predisposición se
necesita menor estímulo para que aparezca la enfermedad, y que
por el contrario, un estímulo muy fuerte puede dar lugar a la
enfermedad sin que sea necesaria la existencia de una
determinada predisposición hereditaria en el sujeto.

b) Causas metabólicas: al igual que las anteriores, rebajan el umbral


convulsivo del sujeto, entre estas se encuentra la hipocalcemia,
que puede provocar crisis epilépticas en niños predispuestos a la
enfermedad del adulto. La hipovitaminosis B, galactosemia,
algunos con trastorno fenil pirúvico puede dar origen a síncronos
compulsivos de la infancia, la hipoglicemia, la uremia, la
encefalopatía porto-cava, las gestosis, las intoxicaciones de los
sujetos con grandes quemaduras, algunas endocrinopatías,
pueden en un sujeto con predisposición convulsiva, que muchas
veces es especifica solo a un determinado trastorno metabólico,
dar origen a crisis epilépticas. Un individuo puede sufrir una crisis
epiléptica como consecuencia de un determinado trastorno
metabólico, o bien, con cualquiera de ellas.
Malformaciones o displacías, como la esclerosis tuberosa,
malformaciones vasculares, facomatosis, craneoestenosis, etc.

Enfermedades infecciosas o parasitarias, como meningitis,


encefalitis, sífilis, cisticercosis, quistes hidatídicos,
tripanosomiasis.
Lesiones vasculares, embolias, trombosis, hemorragias.
Lesiones expansivas extra craneales.
Encefalopatías degenerativa, glioblastomatosis cerebral difusa,
encefalitis desmielinzantes, las encefalopatías con tesaurismosis
lipoides o amiloideas, etc.
5.- Alcoholismo y psicosis alcohólicas: La ingestión de bebidas
alcohólicas en dosis pequeñas produce una sensación de
bienestar, de alegría, de optimismo, motivos por los que ha tenido
una gran aceptación entre los hombres, e incluso más, es la
bebida alcohólica la de mayor difusión y se prefiere ante otras
bebidas (agua, leche), además, produce un efecto tónico y
euforizante, permite a los hombres evadirse de los problemas
económicos, emocionales y sociales.
Se dice que el alcoholismo debe ser considerado como una
conducta, circunstancia por la que el problema psiquiátrico del
alcoholismo nos exige examinar los problemas, motivos o causas
que inducen a los individuos a beber en grandes cantidades.
El alcoholismo no es hereditario, pero puede originarse debido a
factores que influyen durante la infancia y la adolescencia del
sujeto. Entre estos factores se distinguen 2 grupos:
1.- Factores ambientales
2.- Factores de la personalidad del alcohólico.

1.- Factores ambientales: La sociedad en la cual se desenvuelve


el sujeto tiene una importancia trascendental, puesto que, a
través de sus costumbres puede inducir al sujeto a beber el
alcohol, por ejemplo, los coktails, la necesidad de tomarse un
trago para iniciar amistad con otros individuos. Existen
profesiones que se prestan para que los hombres beban como es
el caso de personas que trabajan en la fabricación y distribución
de bebidas alcohólicas, personas cuya profesión les impone una
separación periódica o frecuente (marineros, camioneros,
viajantes de comercio), personas que deben laborar en zonas
aisladas (agricultores), personas que ejercen una actividad
política, etc.
El alcoholismo también puede ser una consecuencia de fracasos
matrimoniales, o de desilusiones profesionales. En efecto, puede
ocasionarse en sujetos provenientes de hogares rotos, hogares
en que hay desavenencias entre sus padres, extremada
severidad de los progenitores, frustraciones sexuales, inseguridad
social, etc.
Además en esta materia, tiene gran importancia la presión de
grupo (familia, amigos) que muy frecuentemente obligan a que el
niño o el adulto beban alcohol para demostrar su virilidad, pues se
piensa que el alcohol daría fuerza y virilidad de lo que debe
enorgullecerse.
2.- Factores de la personalidad del alcohólico (constitucional o
adquirida):
No existe un solo tipo de personalidad predispuesta al
alcoholismo, sino que varias. El rasgo común más generalizado
es una falta de armonía y balance entre los estratos anímicos
instintivos afectivos, por una parte, y volitivos, por la otra.
Este hecho, de que no exista una sola personalidad predispuesta
al alcoholismo, es una consecuencia de que ene de estos
individuos se confunden. Por un parte, los rasgos que fueron los
que originaron la inclinación a beber, y por la otra, los rasgos que
son resultado del deterioro producido por la intoxicación crónica
de la droga.
Por lo antes dicho, las causas del alcoholismo estriban la unión
entre hábitos alcohólicos, una predisposición caracterológica y un
desarrollo neurótico de la personalidad.
Entre los factores constitucionales se comprende la condición de
menores resistencias corporales o psíquicas o ambas a la vez,
para dar lugar a la adquisición del hábito, y la fragilidad del
individuo para que el alcohol produzca tal o cual tipo de desorden
mental.
Para el psicoanálisis, el alcoholismo es una consecuencia de la
represión de los instintos sexuales y de la fijación en la fase oral,
es decir, el vividor revive inconscientemente el placer que sentía
cuando niño el mamar el pecho de su madre.
6.- Las psicosis toxicas o toxicomanías: La toxicomanía conlleva
un apetito desordenado primario o adquirido, hacia el consumo de
sustancias que por su cantidad o frecuencia ocasionan
consecuencias nocivas. Los narcóticos son fuertes estimulantes,
sea marihuana, opio, cocaína, morfina, heroína, etc.
Las características más relevantes de las toxicomanías son:
1.- Un invencible deseo, una necesidad u obligación de continuar
consumiendo la droga, y de proporcionársela por cualquier medio.
2.- Tendencia al aumento de la dosis, debido a que los efectos
agradables son cada vez menos.
3.- Una dependencia de orden psíquico, psicológico y, a veces,
también físico, en lo que se dice relación con los efectos de la
droga.
Pérez arguilez, autor citado por Gilbert Galabuig, ha hecho una
división de las causas generales de las toxicomanías:
1.- Las causas constitucionales: Individuos hipersensibles,
abúlicos, son los predispuestos a los tóxicos.
2.- Causas ocasionales:
a) La predisposición medica del fármaco; con ocasión de una
afección dolorosa.
b) Causas de orden afectivo, disgustos, astenias-psíquicas, etc.
Falta de educación al dolor físico o moral (algo fobia).
c) Contagio mental:
a.- Propagación por lectura o espectáculos.
b.- Imitación, sobre todo por contagio psíquico interpsicologia
sexual en las parejas.
c.- Intereses (venganzas y celos por impotencia en la
morfinomanía.
d.- Condiciones sociales desfavorables (surmenage).
e.- propagandas de los que trafican drogas para aumentar su
clientela.

No es la droga el ultimo alimento a considerar en la génesis de


las toxicomanías, sino que en definitiva éstas surgen de la puesta
en contacto con una personalidad especial, predispuesta a
padecer toxicomanía. A esta predisposición se las denomina
“Toxicofilia”. Así Werner Wolff señala a este respecto, que “los
individuos de inteligencia baja y escasa capacidad para aprender
son especialmente susceptibles a los efectos de las drogas,
mientras que los que obtienen las puntuaciones más altas en los
distintos test de capacidad no son afectados por sus efectos
químicos” (190).

7.- Psicosis de la Senectud. Las psicosis de la vejez pueden


agruparse desde los puntos de vista clínicos y orgánicos, en dos
grupos: 1 La atrofia del cerebro (demencia senil simple), 2 La
atrofia ateroesclerosis cerebral. Ambas dependen de la
decadencia lesional progresiva de las células cerebrales.

Podemos decir que el envejecimiento no sólo es un problema


biológico, sino que además conlleva una problemática de tipo psíquico, lo que
queda demostrado por los cambios de tipo somático y los trastornos psíquicos
derivados del medio ambiente, como es la disminución de la actividad física y
mental.

1.- La demencia senil. “Desde el punto de vista anatómico se


muestra como una reducción física de todo el sistema nervioso central” (193).

La demencia senil es la consecuencia del envejecimiento anormal del


cerebro, que va aparejado con el envejecimiento general del individuo; aparece en
edades variadas, pero generalmente después de los sesenta y cinco años.
Como una de sus causas se señalan la predisposición constitucional
de tipo familiar, vale decir, existen familias que presentan una tendencia al
deterioro precoz de las facultades mentales. Conjuntamente con este factor
actúan, entre otros: la tensión emocional mantenida durante la vida del sujeto; el
cese brusco de los habituales estímulos de la vida, como es el caso de la
reducción o supresión de la actividad profesional; el consumo de toxicos durante el
curso de la vida pueden adelantar la destrucción de las células nerviosas
cerebrales. Puede además surgir como consecuencia de modificaciones en las
condiciones de vida, del medio, las que nacen del hecho de ser una carga para los
hijos, lo que acarrea su colocación en hospicios; y la situación de abandono en
que se encuentran por parte de la sociedad misma.

No raras veces la demencia senil es provocada por enfermedades


agudas debilitantes: pleuritis, fracturas de cuello fémur, etc. Por otra parte, en los
sujetos oligofrénicos, alcohólicos, maniacodepresivos y con enfermedades
cardiacas, se produce una reducción del sistema nervioso central a una edad más
temprana.

2.- Las demencias ateropáticas: A medida que va avanzando la


edad se producen un mayor aumento de estas lesiones ateromatosas y
esclerosas; hay un predominio por los seres del sexo masculino en esta
enfermedad.

Entre las causas que la ocasionan debe considerarse el surmenage


afectivo y emotivo, y las tensiones emocionales sufridas por los individuos como
consecuencia de las condiciones de la vida moderna.

Además, deben considerarse causas desencadenantes, “todas las


enfermedades capaces de debilitar el cerebro, cuyo riesgo sanguíneo sería
suficiente aún en circunstancias normales, no se nutre entonces lo bastante y se
atrofia con una intensidad tal, que determina la aparición de los síntomas
psíquicos. Las emociones intensas reiteradas, especialmente si son de índole
depresiva, van seguidas en ocasiones por una evolución rápida del síndrome
ateroesclerótico” (192).

8.- La Esquizofrenia. Las causas de las esquizofrenias es uno de


los grandes problemas que aún sigue latente en nuestros tiempos. Existen
diversas doctrinas, que pueden agruparse en 1) teorías biológicas, y 2) teorías
psicogenéticas.

1.- Teorías biológicas: Se han efectuado infinidad de investigaciones


respecto de la Anatomía Patológica y la Biología general. En lo que
concierne a la primera, no obstante los numerosos estudios, se desconoce
la esencia anatómica de esta enfermedad, de manera que, la esquizofrenia
no es una dolencia primariamente cerebral, e incluso se formula que
“microscópicamente el cerebro aparece inalterado” (193); pero ha habido
casos de esquizofrenias con presencia de lesiones cerebrales, como por
ejemplo; lesiones vasculares, alteraciones capilares, peri vasculares,
depósitos lipoideos, etc., pero Henry Ey estima que, “estas lesiones
histológicas no pueden ser consideradas no como el substrato necesario ni
como un factor suficiente para el determinismo de la enfermedad”. Agrega
el mismo autor que, “las investigaciones sobre la atrofia cerebral en la
esquizofrenia, sobre histopatología del cortex y del diencéfalo (Guiraud),
permanecen inciertas, y no se sabe si persisten a la enfermedad o si son la
consecuencia” (194).

Las investigaciones efectuadas en Biología General se han referido a


trastornos metabólicos, trastornos endocrinos, aparato cardiovascular,
aparato respiratorio, aparato digestivo, y además, estudios de la sangre y
de los humores, y en la actualidad se investigan los efectos de
determinadas drogas, especialmente LSD (dietilamida del ácido lisérgico) y
mezcalina (alcaloide del peyote), en las psicosis, y particularmente en la
esquizofrenias. Se señala que todas las drogas producen en el individuo
ciertos signos psiquiátricos, que varían según cual sea el estado inicial del
sujeto, tales como: alucinaciones visuales, dificultad de concentración,
ansiedad, fugas de ideas, etc., y la mayoría de los autores centran la acción
de los psicométicos sobre los mediadores químicos de la actividad
cerebral, y se puede concluir que, experiencias espontaneas con alguna
droga en un determinado sujeto provoca un comportamiento duradero de
tipo esquizofrénico.

No obstante el valor de estas investigaciones, numerosos autores


han estimado que el origen de la esquizofrenia es un motivo endógeno o
constitucional, ya que las lesiones, los trastornos funcionales, y los
trastornos dismetabólicos que se han observado, son inconstantes y, por
ende, secundarios.

La herencia juega un papel de importancia en estas materias, e


incluso se ha formulado, por Luxemburger, autor citado por Henry Ey, que
“parece existir una somatosis hereditaria en la estirpe de los
esquizofrénicos” (195).

La esquizofrenia tiene un origen familiar, de manera que a través de


las generaciones se suceden cuadros similares (esquizofrénicos) o
personalidades esquizoides. En opinión de M. Reichard, “la esquizofrenia
se presenta de un modo claramente familiar, es decir, que una familia en el
curso de las generaciones siempre se suceden miembros que padecen
cuadros semejantes o distintos, pero siempre esquizofrénicos y que existen
series completas de hermanos, que enferman de una forma
fotográficamente similar” (196).

Existe certeza a este respecto, y una absoluta incertidumbre acerca


de la interpretación de este origen familiar de las esquizofrenias, puesto que
no se sabe si se debe a noxas externa familiarmente acumuladas, o si es
debido a la herencia, e incluso se desconocen los medios de transmisión de
la herencia.

De manera que, los factores hereditarios influyen en determinadas


familias, ya que por medio de datos estadísticos se ha podido comprobar
que a mayor grado de consanguinidad hacia un determinado pariente
esquizofrénico, mayor probabilidad que el pariente sano adquiera también
la esquizofrenia.

No obstante lo anterior, debemos tener presente que la etiopatogenia


de la esquizofrenia es la resultante de los elementos que conforman las
perturbaciones somáticas del enfermo, de los factores psicológicos, de los
factores ambientales y de los factores genéticos, siendo, por consiguiente,
todos necesarios e insuficientes por si solos para originarla.

2.- Teoría psicogenética. En un principio se consideraba que la


esquizofrenia tenía como causa ciertos factores psíquicos, tales como problemas
amorosos, las preocupaciones económicas, remordimientos de conciencia,
pasiones insatisfechas. Con posterioridad quedó demostrado que la enfermedad
misma puede conducir a una situación de conflicto y, por consiguiente, los hechos
que antes eran considerados como causa de la enfermedad, pasan a ser una
consecuencia de ésta.

Entre los diversos autores que postulan esta teoría no existe


unanimidad. Así, “unos ven el trauma principal en la actual situación, que
impulsaría a una huida en la enfermedad; otros atribuyen un esencial papel al
desarrollo psicosexual durante la infancia; y otros, por último, sospechan sobre
todo que se trataría de trastornos referidos a la relación madre e hijo durante la
época de la lactancia” (197).

Las causas de mayor valor son las psicogénicas, esto es, las
vivencias de la niñez, especialmente la carencia de amor maternal, la orientación
bisexual de la libido, y los momentos posteriores de la vida del sujeto que
permanece alejado de todo contacto social, es decir, los periodos de tiempo
prolongados durante los cuales carece de amigos, familiares, etc.

Clasificación de las enfermedades mentales

Durante el siglo pasado se pretendió en Psiquiatría establecer una


ordenación o clasificación nosológica de los diferentes trastornos psíquicos,
trabajo que resultó ser absolutamente imposible, debido a que una noxa que
produce alteraciones psíquicas puede originar una gran variedad de cuadros
clínicos, y viceversa, un mismo cuadro clínico puede obedecer a diversas causas.

Por lo dicho, podemos afirmar que, no pueden coincidir las


clasificaciones de las enfermedades mentales según sus causas y según los
cuadros clínicos: que el pronóstico y la terapéutica no dependen siempre de la
etiología y de las manifestaciones clínicas, sino que en definitiva, dependerán de
la personalidad afectada, es decir de la disposición individual y su historia vital, de
manera que las consecuencias psíquicas de una noxa dependerán en especial, de
las personalidades afectadas por la misma.

En la actualidad existen infinidad de clasificaciones relativas a los


trastornos mentales, que si bien tiene variados puntos de conexión, no es posible
plasmarlos en una sola. Así, la Psiquiatría Clásica centroeuropea, que aplica a las
enfermedades mentales el criterio de la Medicina General, considerando por
consiguiente enfermedad mental solamente aquellas que son consecuencia de
malformaciones somáticas, y las restantes anomalías psíquicas como simples
variedades del modo de ser psíquico, señala una clasificación diferente a la que
postula la Asociación Psiquiátrica Americana, A.P.A., vigente desde 1952.

En estas materias nosotros nos atendremos a la clasificación clínica


de los desórdenes mentales, aprobada por la Sociedad de Neurología, Psiquiatría
y Neurocirugía de Chile en el año 1963, que es del tenor siguiente:

1.- Desórdenes mentales debidos a traumatismos cráneo-


encefálicos. (Precisar psicosis, deterioro, neurastenia u otras alteraciones post-
traumáticas de la personalidad).

2.- Desórdenes mentales debidos a la senilidad precisar como en el


numero 1).

3.- Desórdenes mentales debidos a alteraciones vasculares (precisar


etiología y manifestación clínica como en las anteriores).

4 Desórdenes mentales debidos a enfermedades cerebrales de


causa desconocida o incierta) (incluye: corea de Huntington, enfermedad de pick,
enfermedad de Alzheimer, enfermedad de marchiafava, enfermedad de kreutsis,
enfermedad de Wilson, enfermedad de fahr, esclerosis múltiple, lopoidosis
cerebral de niños y otras de naturaleza familiar y hereditaria)

5.- Desórdenes mentales debido a procesos expansivos


(intracraneanos. Incluye tumores, cisticercosis).

6.- Desórdenes mentales debido a infecciones intracraneanas.

a.- Por Lúes: a) Meningoencefalitis

b) Meningovascular

c) Otros (gomas).

b.- Otras : a) Encefalitis.

b) Meningitis.

c) No precisadas.

7.- Desórdenes mentales debidos a infecciones de otros sistemas (por


ejemplo: Tifoidea, enfermedad reumática, infecciones puerperales, infecciones
virales, etc.)

8.- Desórdenes mentales debidos a la ingestión de alcohol.

a.- Alcoholismo: a) Intermitente,

b) Inveterado,

c) Otras formas.

b.- Psicosis alcohólicas: a) Alucinosis aguda,

b) Delirium Tremens,

c) Otras formas agudas,

d) Psicosis de Korsakov,

e) Otras formas crónicas, con o sin demencia.

9.- Desórdenes mentales debidos a drogas o venenos (ingestión voluntaria o


intoxicaciones profesionales).

10.- Desórdenes mentales debidos a otras enfermedades o estados somáticos:


a) Por alteraciones en la alimentación (eje. Pelagra).

b) Por alteraciones en el metabolismo y endocrinas (precisar).

c) Por alteraciones en la gestión.

d) Otros estados y los no precisados

11.- Desórdenes mentales debidos a la involucración (precisar psicosis en su


diversas formas).

12.- Psicosis maniaco-depresivas.

a) tipo maniaco

b) tipo depresivo

c) otros tipos

13.- Psicosis esquizofrénicas

a) tipo simple

b) Tipo catatónico

c) tipo hebefrenico

d) tipo paranoide

e) Otros tipos

f) No precisados

14.- Parafrenia

15.- Paranoia y estados paranoides

16.- Epilepsia y psicosis epilépticas

17.- Psicosis reactivas (no incluir las que por su sintomatología pertenecen a una
de las categorías precedentes.

18.- Personalidades psicopáticas.

19.- Neurosis.

a) de ansiedad

b) obsesiva y compulsiva
c) depresiva

d) neurastenia e hipocondría

e) de conversión (histérica)

f) organoneurosis

g) formas mixtas y otras

h) No precisada

20.- Oligofrenia (precisar etiología en lo posible).

a) debilidad mental: 1 mínima, 2mediana, 3 profunda.

b) imbecilidad

c) idiocia

21.- Psicosis propias de la niñez

a) autismo infantil precoz

a) psicosis en niños débiles mentales

c) otras (precisar diagnóstico, enfermedad de Heller u otros).

22.- Perturbaciones de la maduración neuropsíquica con deficiencias parciales:

a) trastornos del lenguaje: 1, audimudez,

2, sordomudez,

3, tartamudez primaria,

4, dislalias.

b) trastornos del aprendizaje:

1.- dislexia primaria.

2.- otros.

c) disfunciones de otros sistemas:

1.- Enuresis primaria.

2.- Tics.
3.- Desviaciones sexuales.

4.- otras.

22.- 1. Deficiencias globales

a) neuropatía

b) retardo del desarrollo psíquico con o sin retardo motor (prematuros, distróficos,
etc., con daño cerebral mínimo (deficiencias de la atención, contención,
perseverancia con hiperactividad y defectos motores, práxicos y gnósicos
minimos).

22.- 2. Perturbaciones del desarrollo de la personalidad

a) desajustes del párvulo (inmadurez emocional, celos, reacciones primitivas,


apnea emocional)

b) desajustes del escolar (carencia afectiva, agresividad, cimarras, fabulación,


robos, etc.).

c) desajustes del púber y adolescente (crisis puberales anímicas, vagancia,


delincuencia, etc.).

23.- Desorden mental no precisado.

24.- Sin desorden mental.

Problemas medico legales en las diversas enfermedades mentales

El enfermo vive, como todo ser humano, dentro de una determinada


sociedad, debiendo por consiguiente, ajustar su actividad a las normas
reguladoras de conducta imperantes en dicha comunidad.

El delito es el resultado del comportamiento anormal de un sujeto


determinado, hecho que nos induce a pensar que todo delincuentes es un ser
mentalmente anormal.

Pues bien, el enfermo mental, como consecuencia de su alteración


psíquica, esta expuesto a ocasionar numerosos conflictos de relevancia jurídica,
frente a los cuales el Derecho no puede aplicarse al igual que a los demás seres
normales, con sus mismos principios y normas, sino que, por el contrario, debe
observarse un tratamiento especial a su respecto.

En las siguientes páginas trataremos de precisar la sintomatología,


las características principales que se presentan en los diversos trastornos
mentales, así como también, la incidencia en el campo médico legal, la
imputabilidad y la responsabilidad que a su autor, enfermo mental le corresponde
ante nuestra ley penal.

Patología médico legal del alcohol, estado normal, estado anormal, alcoholismo
crónico, imputabilidad y jurisprudencia

En casi todos los pueblos, cualquiera sea su cultura o nivel


económico, hay un alto porcentaje de con sumo de bebidas alcohólicas. El alcohol
es de gran importancia médico legal, puesto que se dice que el alcohol y el delito
“forman un binomio inseparable” (198), de manera que a medida que aumenta el
primero, también aumenta el segundo.

El alcohol es una substancia más bien depresiva, cuya ingestión


provoca en el individuo modificaciones claras tanto de su personalidad como de su
vida mental, especialmente la relajación eufórica; la supresión de las
preocupaciones de orden económico, familiar, emocional, amoroso, etc.; y la
disminución o eliminación de la timidez, de manera que el sujeto se desinhibe
totalmente, pues a consecuencia del alcohol pierde el control sobre el mudo
externo y el interno.

La pérdida de las inhibiciones en el mundo externo se demuestra


porque el sujeto se pone más hablador, mas sociable, mas comunicativo, en tanto
que la perdida de las inhibiciones internas se manifiesta cuando el individuo se
libera de los tabúes morales y de aquellas restricciones interiores asentadas en
principios inherentes a su personalidad, dando por consiguiente paso a todos
aquellos deseos inconscientes, ocultos dentro de sí.

Para el autor Werner Wolff, “el alcohol relaja el autocontrol y es así,


para los introvertidos, un medio de refugiarse en fantasías y, para los
extrovertidos, una manera fácil de establecer relaciones sociales” (199).

Los bebedores pueden ser agrupados de la siguiente manera:

1.- Bebedores excesivos episódicos: comprende a todos los


individuos que se intoxican más de cuatro veces al año.

2.- Bebedores excesivos habituales: este grupo corresponde a los


casos que la intoxicación se produce más de 12 veces en el año en un individuo
determinado, o bien, cuando este se encuentra bajo la influencia del alcohol más
de una vez por semana.

3.- Adicción alcohólica: se manifiesta cuando el sujeto presenta


síntomas de abstinencia cuando deja de beber y cuando bebe sin interrupción
durante tres meses o más, o sea, existe adicción alcohólica en todos aquellos
casos en que el sujeto demuestra dependencia del alcohol.

Los adictos alcohólicos son enfermos alcohólicos con dependencia


física y con pérdida de su capacidad.

La adicción alcohólica puede ser inveterada o intermitente. La


primera abarca a todos aquellos individuos que beben en forma excesiva y
regular, sin que lleguen a embriagarse; la segunda produce en los sujetos que
beben excesivamente e ininterrupciones por un prolongado espacio de tiempo
(semanas o meses), dejando de beber bruscamente y sin que la falta del tóxico le
produzca alteraciones psíquicas.

Durante la crisis de intoxicación estos sujetos solamente se


preocupan de beber, sin importarles, por consiguiente, su trabajo, su familia, sus
obligaciones. Normalmente la interrupción se produce por carecer el individuo del
dinero necesario para continuar bebiendo.

Ahora bien, la ingestión habitual y prolongada del alcohol origina en


el sujeto innumerables lesiones somáticas, neurológicas y psíquicas. Entre los
síntomas somáticos más caracterizados encontramos el temblor, ligera
polineuritis, gastritis, y aumento del tamaño del hígado. Los daños psíquicos más
corrientes se han denominado por Eugen Bleuler, “transformación alcohólica del
modo de ser” (200), y se destacan, la degeneración ética, la depravación moral, el
embotamiento de los sentimientos más finos y el deterioro social.

Es posible que el consumo del alcohol origine el desarrollo de delirios


de celos, de persecución, y además, ocasione alteraciones en la percepción en
los casos de mayor gravedad.

Desde el punto de vista clínico, se puede distinguir diversas formas


de intoxicación alcohólica, a saber:

a) Intoxicación alcohólica aguda (embriaguez)

La intoxicación alcohólica aguda comprende dos tipos de


embriaguez:

a) embriaguez normal

b) embriaguez patológica

a) Embriaguez normal: Se define como “un síndrome de intoxicación


alcohólica aguda provocada por la ingestión continuada de una cantidad suficiente
del alcohol” (201).
La embriaguez normal es la intoxicación de mayor frecuencia, y
presenta “los síntomas de un fugaz episodio psicótico de base somática” (202).

En este tipo de embriaguez es posible distinguir diversas etapas en


relación con los cambios que experimentan las funciones psíquicas del sujeto. En
efecto, en la primer fase el individuo presenta un momentáneo aturdimiento o
atolondramiento, una disminución de la autocrítica, excitación intelectual y motriz,
euforia, optimismo, disminución del dominio de sí mismo, locuacidad anormal,
aumento de la impulsividad, alegría o mal humor.

La segunda etapa (ingestión mayor de alcohol), produce en el sujeto


incoherencia en el lenguaje, el bebedor habla muy alto y más rápido, disminución
o anulación de la crítica, torpeza de movimiento, reaccione muy lentas, titubeo,
incoordinación muscular, o sea, hay una “hipoestasia general y sensorial” (203).

Por último, encontramos la fase final en donde los reflejos están


totalmente disminuidos, las sensopercepciones afectadas, pudiendo el sujeto ver
doble, oír voces, ser indiferentes a la música, a las luces, al calor, al frio, se
produce una anestesia e incluso podría observarse una relajación de esfínteres, y
quedar el individuo en estado de coma o llegar a la muerte, en aquellos casos en
que la ingestión ha sido excesiva o cuando existe en él una deficiencia orgánica
anterior. En esta etapa final desaparecen completamente el juicio y la autocrítica,
los movimientos y las reacciones ante ciertos estímulos se encuentran
enlentecidas.

De lo antes dicho podemos concluir que en el estado de embriaguez


normal se produce en el sujeto una desinhibición, lo que permite exponer sus
ideas con mayor libertad, llevar a cabo los deseos reprimidos, y demostrarse tal
cual es en la realidad.

Por otra parte, a consecuencia del alcohol aumenta la impulsividad,


el sujeto se sobreestima, motivo que lo puede inducir a cometer cualquier tipo de
actos delictuales.

Entre los síntoma somáticos que origina la ingestión aguda se


señalan el enrojecimiento de la cara, el temblor, el tartamudeo, las palpitaciones,
los vértigos, el calor, etc.

¿Cuándo se inicia el periodo médico legal de la ebriedad? En


opinión del Dr. Pasmanik, este periodo, “se inicia con la primera ingestión” (204),
pues éste encierra el mayor grado de peligrosidad, durante el cual puede
ejecutarse cualquier acto contrario a las leyes.
Respecto de la imputabilidad del individuo, se considera ésta
ebriedad como normal, siendo por consiguiente responsable por los actos que
durante dicho periodo hubiere realizado el sujeto.

b) Embriaguez patológica o anormal: se denomina también


intolerancia alcohólica. Corresponde a “diversos estados de intoxicación etílica
aguda, caracterizados por la cantidad mínima de alcohol necesaria para
provocarlos, la desproporcionada intensidad o duración o las características
anómalas del episodio de embriaguez” (205).

La embriaguez patológica puede durar hasta 24 horas, pero lo


normal es que sólo permanezca por algunos minutos, es de aparición brusca y
espectacular.

La intoxicación alcohólica patológica provoca en el sujeto un estado


de agitación con obnubilación de la conciencia, de manera que este se encuentra
confuso, agitado, desorientado; puede sufrir alucinaciones de tipo visual, ideas
delirantes; presentar reacciones emocionales muy excesivas (rabia, angustia, o
ansiedad): hay un aumento de la actividad, tornándose esta agresiva, violenta e
impulsiva; termina este estado en un sueño profundo que se prolonga por varias
horas y además, con amnesia.

Este tipo de embriaguez puede desencadenarse en sujetos que no


acostumbran a beber o en individuos que beben en forma regular. Se presenta de
preferencia en personalidades psicopáticas explosivas o irritables, en alcohólicos
crónicos y en individuos que han sufrido traumatismos de cráneo encefálicos. En
opinión de Alfred Friedman son propensas a este tipo de embriaguez las
personas con temperamentos histéricos o epileptoides.

En general se ha estimado por los diversos autores que la


embriaguez patológica se presenta con mayor frecuencia en personas que han
sufrido una lesión traumática y en epilépticos, caso este último que es el mayor
peligro, pues en estos sujetos de alcohol exacerba la predisposición agresiva, la
instintividad e irritabilidad. A este respecto, Weitbrecht señala: los epilépticos no es
raro realmente alcohol intolerantes y en la embriaguez pueden mostrarse muy
excitados, agresivos y crepusculares.

En un comienzo nada se nota en el sujeto, pro en unos pocos


minutos este empieza a irritarse, o bien, a angustiarse, luego se enfurece
descargando su ira en contra de las personas o cosas que lo rodean.
Es muy discutida la embriaguez patológica como cuadro clínico
independiente, circunstancia que hace más difícil el poder determinar con
seguridad que un individuo sufre en realidad de una embriaguez patológica.

No obstante, ante las dudas que se trata de embriaguez patológica


es necesario que se compruebe en el sujeto que la padezca, la presencia de una
disposición de posibles alteraciones o trastornos en la orientación, la ausencia de
motivos exteriores que la originen, y los errores sensoriales que pudieren existir en
el paciente.

Ahora bien, si se logra demostrar que: ¨la cantidad de alcohol ingerida sea
tan reducida que no había sido capaz de provocar síntomas de intoxicación en un
sujeto normal, lo patológico de la embriaguez es patológico, aun cuando no se
haya demostrado la presencia de trastorno de la reflexión¨. (209).

En todo caso debemos tener presente que exista la posibilidad de que la


embriaguez patológica sea simulada. Se sospecha que así es, en los casos en
que el individuo presenta una amnesia exagerada, o sea, ¨no hay que dejarse
engañar con acepciones fingidas de termino de memoria¨, (210). Y además,
cuando el delito se ha cometido durante tal estado presenta una organización
perfecta obteniendo su autor mediante su comisión un fin útil y deseado. La
importancia médico legal de la embriaguez patológica, deriva 2 hechos:

a) De la frecuencia en la invocación de esta de la posible eximente de


responsabilidad penal,
b) De la abundancia y la gravedad que de los delitos que de forma
absolutamente inconsciente pueden cometerse banjo este estado
patológico, como consecuencia de ocasionar en el individuo que la padece,
violencia, impulsividad y agresividad incontrolada.

Entre los actos delictuales que pueden ejecutarse se mencionan los actos
homicidas, las violaciones, las automutilaciones, los incendios, el suicidio y las
lesiones contra terceros y las lesiones contra sí mismo.

En lo concerniente a la responsabilidad que le cabe a un autor de un delito


realizado durante una autentica embriaguez patológica, podemos afirmar con
certeza que este queda excluida de responsabilidad penal pues ha actuado
privado de la conciencia, que como ya lo dijimos es la presencia del yo en el acto
sin la cual no puede haber voluntad, y sin esta, no puede configurarse delito
alguno.

B) Alcoholismo crónico: el alcoholismo se define como ¨un trastorno de conducta


crónico manifestado por una preocupación desmedida por el alcohol y su
utilizaciones, en de trimento de la salud física y mental, por pérdida del control
cuando empieza a beber y por una actitud autodestructiva en las relaciones
personales y situaciones vitales¨ (211).

La organización mundial de la salud, diferencia en el alcoholismo de los


bebedores excesivos habituales diciendo que;¨los alcohólicos son bebedores
excesivos cuya dependencia del alcohol ha alcanzado tal grado que presentan
claros trastornos intelectuales o conflictos en su salud física o mental, en su
relaciones interhumanas, en sus funciones sociales y económicas, o muestran
pródromos de tales situación, por lo que necesitan tratamiento¨, (212).

De lo que resulta que, alcohólico es aquel individuo que dominado por la


necesidad de ingerir alcohol, abusa del consumo, y que, alcoholismo crónico es
una consecuencia lógica del consumo habitual y desmedido del alcohol.

No existe un tipo de personalidad predispuesta a sufrir de alcoholismo crónico,


pero entre las personalidades psicopáticas, deprimidas, inseguras de si misma,
asténicos, irritables, hipertimicas y abúlicas se encuentran el mayor número de
alcohólicos crónicos, claro está que tal personalidad se atribuye a factores
externos e internos.

El alcoholismo produce efectos inmensamente dañinos tanto para su


organismo como para su pisquis. Los más importantes para nuestro estudio son:
El debilitamiento dela voluntad frente al medio estimulante, la disminución o
descenso de la vida económica y social, la perdida de los valores sociales y
morales, la disminución de la autocrítica y el deterioro de la inteligencia. Todos
esos cambios llevan al individuo alcohólico a realizar una serie de actos
delictuales como por ejemplo: hurtos, robos, incumplimientos de contrato,
realización de negocios insensatos, delitos sexuales, especialmente abusos de
niñas menores de edad, sodomía y, por último, lesiones que generalmente
resultan ser de menor gravedad.

El alcohólico crónico sufre ciertas alteraciones de su personalidad, entre


otras encontramos la perdida de la afectividad tendencia al mal humor,
disminución del interés, irresponsabilidad, perdida del discerniente, debilitamiento
de la memoria y deterioro de la inteligencia.

Entre los factores somáticos sobresale la gastritis crónica, el


enflaquecimiento o la obesidad, la degeneración del hígado y la sorrisis.

El alcoholismo crónico puede generar cuadros crónicos de encefalopatías


crónicas que se traducen en lesiones periféricas o centrales del sistema nervioso.
Entre estas encontramos la polineuritis de corsakov, es decir, las modificaciones
del humor (excitación, depresión, o apatía), trastorno de la memoria (amnesia de
fijación, fabulación) y, la llamada encefalopatía de Gayet-Wernicae, antiguamente
denominada poli encefalitis hemorrágica superior; se caracteriza por la pérdida del
sueño la presencia de trastorno afectivos, inactividad del sujeto e indiferencia.

c) Psicosis alcohólica

En el curso del alcoholismo crónico pueden presentarse algunas psicosis


alcohólicas, de manera que estas son consecutivas la intoxicación del alcohol.

A continuación veremos someramente las distintas psicosis alcohólicas:

Delirium Tremes, alucinosis alcohólica, síndrome de Korsacov, estado


paranoide alcohólica y estado paranoide alcohólico y deterioro alcohólico.

a) Delirium Tremens: ¨Es un estado psicológico agudo que se produce


habitualmente tras un periodo prolongado de ingesta alcohólica copiosa¨, (213).

El delirium tremes es una psicosis aguda de base somática, que se


presenta en mayor proporción que las otras psicosis alcohólicas. En efecto,
Weitbresht, señala a este respecto que: ¨el delirio como psicosis aguda de base
somática sobrepasa, con mucha distancia, en frecuencia a todas las demás
psicosis alcohólicas (214).

Los rasgos característicos de esta psicosis son los siguientes:

1.- alteración grave de la conciencia

2.- Desorientación en el tiempo y el espacio

3.- presencia de trastornos de la tensión y la comprensión

4.- Estado anímico oscilante entre la euforia y la angustia

5.- Pseudopercepciones visuales, táctiles y olfativas

6.- Actividad motriz excesiva y presencia de insomnio

7.- Se puede presentar en el individuo presencia de temblor, inquietud, aumento


del pulso, pero este es irregular y débil, piel húmeda y temperatura alta.

El cuadro clínico en un comienzo presenta gravedad, y va precedido en la


mayoría de los casos de un pródromo que puede durar hasta por varios días,
durante el cual se presentan en el sujeto una gran inquietud motriz, irritabilidad,
asco a las comidas, insomnios pesadillas y temblor.
En los casos de delirium tremes, las facies es untuosas, el cuerpo se
encuentra bañado en sudor, el temblor es generalizado; la agitación es intensa e
incesante, el insomnio es constante y total¨, (215). Se produce además una
profunda desintegración de la conciencia (confusión), que involucra la liberación
de los movimientos generalizados a toda la musculatura del cuerpo. No existen
personas con predisposición a sufrir este tipo de enfermedades, pero algunas
enfermedades infecciosas pueden ser un factor que favorece en el sujeto que la
sufre, desde psicosis.

El delirium tremes puede durar de 2 a 10 días; la recuperación es total y va


precedida de un sueño profundo y prolongado hasta lograr el paciente la
aclaración de la conciencia y la desaparición de las alucinaciones.

b) alucinosis alcohólica: Generalmente es consecuencia de un periodo prolongado


de ingestión alcohólica y de ¨una larga fase de angustiado mal humor y actitud
desconfiada respecto al ambiente¨(216).

En esta psicosis hay un predominio de alucinaciones auditivas por medio de


las cuales el individuo escucha voces de varias personas que hablan de él,
especialmente oye insultes, amenazas, ante las cuales puede responder
defendiéndose de quienes se le acerquen, o bien tratando de suicidarse para
escapar de ellas.

Es muy probable que el individuo acerca de estas alucinaciones, lo que


ocurre cuando este deja de beber alcohol. Pero si posterioridad vuelve a ingerirlo
se presentaran nuevamente las alucinaciones y estas, tienen una mayor
posibilidad de dejar secuelas incurables en el sujeto, por ejemplo, demencia
orgánica cerebral.

Se ha comprobado que la alucinosis alcohólica se encuentra íntimamente


ligada a la esquizofrenia, más aun que presenta los síntomas esquizofrénicos de
primer orden.

c) Síndrome de Korsacov: Se denomina así a un síndrome confesional en el que


predomina la amnesia de fijación, la fabulación y los falsos reconocimientos y a la
cual se asocia una polineuritis (216).

En estos casos el enfermo presenta una desorientación tempo espacial,


amnesia, falsificación del pasado o fabulación, trastorno de la memoria que trata
de ocultar inventando hechos, perdida de la orientación encontrándose
incapacitado para relacionar el presente con el pasado.

Generalmente este síndrome es una consecuencia de carencia nutricional,


especialmente de tiamina y niacina (217).
Es posible que el síndrome, de Korsacov siga al delirium tremens a una
alucinosis alcohólicas, siendo este último de muy escasa ocurrencia; podría ser
una consecuencia de alcoholismo crónico caso este en que al curación total del
síndrome es absolutamente imposible.

d) Estado panoide alcohólico: (paraoide alcohólica) se caracteriza por


suspicacia, errores interpretativos, e ideas de persecución (218).

Se desarrolla de preferencia en alcohólicos crónicos (especialmente del


sexo masculino). Consiste esta enfermedad en la presencia del sujeto de ideas
delirante de carácter celo típicos que a veces se centran por completo en el deseo
de posesión animal de la pareja genital sin intervención alguna de la esfera
personal psíquico mental (219).

La parania alcohólica se diferencia del bebedor celoso pues en este ultimo


los celos no se desarrollan en forma de un delirio, sino que, por el contrario,
desaparecen tan pronto se produce la abstinencia.

e) Deterioro alcohólico: después de varios años de consumo inmoderado


de alcohol que ha desencadenado un alcoholismo crónico en el individuo, este
puede sufrir una desintegración de la estructura de su personalidad que se
manifiesta por trastornos que afectan a su moral, a su voluntad y a su afectividad.

Los síntomas más sobresalientes del alcohólico son:

1.- El permanente cambio del estado de ánimo

2.- La pérdida de control

3.- La carencia de responsabilidad

4.- las manifestaciones de demencia

5.- La disminución de la eficiencia tanto en el ámbito laboral como mental

6.- La agresividad y brutalidad

Ahora bien, cualquiera que sea la forma de la ingestión alcohólica, normal,


patológica, alcoholismo crónico, etc., es evidente la enorme influencia que esta
sustancia provoca respecto de la criminalidad, especialmente en los delitos de
sangre y los delitos culposos.

En cuanto a la imputabilidad podemos señalar que esta dependerá del


cuadro alcohólico bajo el cual haya delinquido el sujeto. Así, el acto se ha
ejecutado bajo un estado de embriaguez normal es imputable y por ende
responsable ante la ley penal. Si, por el contrario, el acto se ha ejecutado bajo un
estado de embriaguez patológica, el acto será juzgado según las normas de la
enajenación mental, quedando por consiguiente eximido de responsabilidad su
autor por aplicación del artículo 10 N° 1 primera parte de nuestro Código Penal.

Se consideran inimputables los individuos que sufran de psicosis alcohólica


crónica, estados demenciales de origen alcohólicos o encefalopatías alcohólicas
crónicas, o sea, el estado psíquico de los alcohólicos crónicos, presa del delirio y
de la locura alcohólica como de la enfermedad mental, y por ser una variedad de
esta, puede ser causa de exención de la responsabilidad. Los alcoholizados que
bajo el influjo de la locura alcohólica con anulación o con profunda alteración de la
personalidad comenten un delito, como enfermedad mental que son
irresponsables o responsables con responsabilidad atenuada (220).

Los cuadros netamente psicóticos, alucinosis alcohólica, delirium tremens,


síndrome de Korsacov, etc., se pueden reconocer con cierta facilidad y no
presentan dudas en cuanto a la imputabilidad que le cabe al enfermo que bajo tal
estado realiza un acto típico y antijurídico.

La determinación de la imputabilidad presenta problemas cuando se


trata de un sujeto que ha ejecutado el acto delictual bajo un estado de embriaguez
normal, pues como ya lo hemos señalado esta es una estado de intoxicación
aguda que produce una privación total y transitoria de razón pero no
independiente a la voluntad del sujeto, motivo este que lo hace ser imputable y,
por ende responsable de los actos que bajo tal estado realice.

Debemos tener presente en estas materias que los magistrados de justicia


son, en definitiva, quienes deben calificar si es aplicable la eximente de
responsabilidad penal en cada caso particular, jugando un rol esencial el
correspondiente peritaje médico, que determinara si el sujeto padecía de un
trastorno mental capaz de eximirlo de responsabilidad al momento de delinquir.

Por otra parte, debemos recordar en estas materias lo señalado sobre al


embriaguez al estudiar la privación de razón por causas independientes a la
voluntad del sujeto, es decir, solo eximen de responsabilidad criminal la
embriaguez forzada total y la embriaguez fortuita total.

La jurisprudencia se ha pronunciado en reiteradas ocasiones en estas


materias en el transcurso de los años. Primando el criterio de no acoger la
eximente de responsabilidad del articulo 10 N° 1 del Código Penal cuando su
fundamentación radica en la ebriedad del reo.
A continuación mencionaremos diversos fallos emanados de nuestros
tribunales de justicia que dicen relación con la embriaguez.

1.- Corte de Valdivia, gaceta tribunales, 1907, 21 de mayo, número 185, página
383.

La corte aprueba la sentencia consultada por estimar que la circunstancia


de encontrarse el reo embriagado al momento de ejecutar el delito no hace variar
la persona que le corresponde a su autor.

2.- Corte de Concepción, 22 de julio de 1907, gaceta tribunales 430, pagina 749:
Aunque se solicita la disminución de la pena basado en que al momento de
delinquir se hallaba en estado de ebriedad, esta circunstancia no puede tomarse
en consideración desde que depende de la voluntad del individuo.

3.- Corte de Concepción, 5 de abril de 1908, gaceta tribunales 1908, página 1667:
La corte rechaza la eximente de responsabilidad del articulo 10 N° 1 de nuestro
código penal pues quien comete el delito sin darse cuenta de ello por encontrarse
en estado de embriaguez, no es loco o demente, sino un sujeto que sufre un
trastorno mental pasajero ocasionado por motivos voluntarios.

4.- Corte de Talca, 28 de febrero de 1910, gaceta tribunales, tomo I, número 59,
página 186: la corte no acoge la eximente del articulo 10 N° 1 de nuestro código
penal, pues la embriaguez es voluntaria y la disposición citada solamente exime
de responsabilidad criminal al loco o demente y al que por cualquier causas
independiente de su voluntad se haya privado totalmente de razón, no obstante
que de los antecedentes del proceso se desprende que el reo al momento de
ejecutarse el delito se encontraba ebrio, pero no puede asegurarse que haya
perdido completamente la noción de sus actos.

5.- Corte de Concepción, 2 de febrero 1929, gaceta tribunales, tomo I, número


115: establece que la circunstancia de haber actuado el reo bajo la influencia del
alcohol no lo exime de responsabilidad ya que no obro privado totalmente de
razón según se desprende el proceso y porque la embriaguez la adquirido de un
acto voluntario suyo.

Más aun, la corte señala que la embriaguez ni siquiera puede ser


considerada una circunstancia atenuante a su favor por aplicación del artículo 11
N° 1 del código penal, en relación con el articulo 10 N° 1 del mismo cuerpo de
leyes, puesto que no concurren a favor del reo los requisitos necesarios para que
le beneficie el eximente de responsabilidad, es decir la privación total de razón por
causa independiente de su voluntad.
6.- Corte suprema, 5 de mayo 1958, Revista de Derecho y Jurisprudencia, 1958,
tomo LV, sección IV, pág. 15.

El Tribunal Supremo, ante un recurso de casación en el fondo fundado en la


falta de voluntad del actor ocasionada por el estado de embriaguez en que se
encuentra al momento de cometer el delito investigado (homicidio), confirma la
sentencia recurrida pues los jueces apreciando el valor probatorio del Informe
Pericial no han concluido que el reo actuara en un estado enajenación mental
originada por la ingestión de alcohol, ni tampoco que el estado de embriaguez del
reo fuere fortuita y le hubiere privado totalmente de razón.

En el considerando 7° expresa: “El problema de la influencia del


alcoholismo sobre la culpabilidad no ha sido considerado por nuestro Código
Penal, especialmente en aquellos casos en que la acción del toxico no se ha
traducido en un estado de enajenación mental”.

En el considerando 8°, agrega: “Que lo anterior cobra mayor fuerza si se


atiene a que en las actas de la Comisión Revisora del Código Penal, se dejó
expreso testimonio de que la embriaguez no debía considerarse como una
excusa, ni aun tratándose de la locura alcohólica, con ataques de delirium
tremens, porque el art. 10 N° 1 exige que la falta de razón provenga de causas
totalmente ajenas a la voluntad del hechor”.

7.- Corte de Valparaíso, 8 de Junio 1959, R.D. y J., Tomo LVI, 1959, Sección IV,
pág. 115.

Establece que la ebriedad del reo no lo eximen de responsabilidad criminal,


pues el art. 10 N° 1 de nuestro Código Penal sólo es aplicable a aquel que
delinque estando privado totalmente de razón por causas independientes de su
voluntad, y en el caso específico investigado el actor tenía conocimiento que el
beber en exceso le ocasionaba graves trastornos. Además, porque el informe
psiquiátrico de fs. 142, expresa: que el reo no presentaba alteraciones de sus
facultades mentales y que no es posible concluir que en el momento de cometer el
delito el reo hubiese actuado bajo un estado de trastorno mental, sino que el acto
delictual fue producto del alcohol ingerido.

8.- Corte de Temuco, 29 de abril 1970, R.D. y j., 1970, Tomo LXVII, sección IV,
págs. 120 y ss.

Rechaza la eximente del art. 10 N° 1 de nuestro Código Penal por no


aparecer acreditado en el proceso que al momento de cometer los delitos el reo
hubiese obrado privado totalmente de razón o del uso de sus facultades
intelectuales, no obstante que el informe pericial de fs. 75, sostiene que se trata de
un débil mental, epiléptico y alcohólico. Se acoge sí, la atenuante del art. 11 N° 1
de nuestro Código Penal en relación con el art. 10 N° 1 del mismo cuerpo legal.

9.- Corte Suprema, 20 Enero 1971, R.D.J., Tomo LXVIII, 1971, sección IV, pág.
60.

Ante recurso de casación deducido por el reo por estimar que se han
vulnerado, entre otros, el art. 10 N° 1 de nuestro Código Penal y fundado en el
hecho de que los sentenciadores han rechazado la eximente incompleta alegada
como atenuante a pesar de darse por establecido que el reo obró en estado de
embriaguez, que padece de alcoholismo intermitente con embriaguez patológica
evidenciada por una moderada desorganización electroencefalografía, lo que
llevaría a carecer de suficiente capacidad para medir las consecuencias de sus
actos.

La corte estimó que el estado de embriaguez y las consecuencias que ésta


produjo en el reo sirvieron para configurar el delito ya que “manipular un arma de
fuego en estado de embriaguez, inicialmente voluntaria, importa imprudencia y a la
vez temeridad, y no es un atenuante como pretende en recurso”.

Respecto de las psicosis alcohólicas la Jurisprudencia en algunos casos las


ha considerado eximentes de responsabilidad en tanto que en otros, sólo
atenuantes.

a) Delirium Tremens: Esta enfermedad la jurisprudencia la ha estimado capaz de


eximir de responsabilidad o al menos atenuarla, no obstante que la Comisión
Revisora de nuestro Código Penal expresamente rechazó este caso de delirium
tremens como eximente por estimar que no proviene de causas independiente a la
voluntad del sujeto.

1.- Corte de Concepción, 18 de abril 1914, Gaceta Tribunales N° 546, pág. 1483.

Rechaza la eximente de responsabilidad criminal del art. 10 N° 1 de nuestro


Código Penal basada en la falta de razón, no obstante que los informes médicos
señalan que el reo es un alcohólico que presenta alteraciones de sus facultades
mentales, que padece de delirio alcohólico crónico que se hace más agudo
cuando hay exceso de ingestión ocasionando el llamado delirium tremens. Se le
considera responsable del hecho investigado pues la falta de razón se debe a un
hecho voluntario del reo.

2.- Corte Suprema, 1909, Gaceta Tribunales, Tomo I, N° 169, pág. 400.

El tribunal Superior tiene por establecido que el reo ejecutó el delito estando
bajo la influencia del delirio alcohólico, que corresponde a un estado de locura
originado por la ingestión excesiva de alcohol. La locura es capaz de eximir de
responsabilidad al reo, debiendo a que éste estado no es dependiente de la
voluntad del hechor, pues el sujeto puede tener presente calcular la posibilidad de
embriagarse, pero no que con ello va a perder la razón.

3.- Corte Marcial, 1942, R.C.P., Tomo V. año 1942, pág. 542.

Acoge la eximente del art. 10 N° 1 de nuestro Código Penal, teniendo


presente que el reo ha obrado en estado de delirium tremens, estado que no
puede atribuirse a la voluntad del sujeto.

b) Alcoholismo crónico

1.- Corte de la Serena, 4 Noviembre 1921, Gaceta Tribunales, Tomo II, N° 178,
pág. 726.

Hace aplicable la atenuante del art. 11 N°1 en relación con el art. 10 N° 1


del Código Penal en razón de que el reo no se encontraba en pleno dominio de
sus facultades mentales según los antecedentes del caso. El informe médico
señala la presencia de un alcoholismo crónico que produce perturbaciones
mentales, alteran la inteligencia y la voluntad del sujeto, lo que constituyen
premisas que llevan a admitir una atenuante de responsabilidad criminal.

2.- Corte de Santiago, 24 de Julio 1937, R.C.P., 1938, Tomo IV, pág. 522

Rechaza la eximente de responsabilidad del art. 10 N° 1 de nuestro Código


Penal pero acoge la atenuante del art. 11 N° 1 del Código citado.

En el considerando 7° la corte expresa: “Informe médico legal declara que


la reo es una alcohólica inveterada, que en estas personas son frecuentes las
impulsiones homicidas y que esta se encontraba con sus facultades mentales
perturbadas en el momento de cometer el delito; y otro Informe expresa que la reo
presenta características de alcoholismo inveterado, sin que exista síntomas de
enajenación mental transitoria o permanente y que le delito lo cometió en estado
de corriente de ebriedad en un bebedor habitual”.

Agrega el considerando 8°: “De estos informes se infiere que la reo padece
de alcoholismo crónico, estado que puede concebirse según los tratadistas como
una constitución morbosa adquirida por el abuso del alcohol, que produce un
estado permanente de trastorno mental que no puede imputarse en forma
completa a su voluntad”.
Considerando 10: “De lo expuesto en los considerados precedentes se
encuentra demostrado que la reo al cometer el delito que se le imputa, so se
encontraba privada totalmente de razón, ni puede atribuirse esa perturbación
mental a causas independientes a su voluntad, toda vez que uno de los efectos
del alcoholismo crónico, consiste en una perdida notable de la voluntad”.

3.- Corte suprema, año 1971, R.D.J., año 1971, Tomo LXVIII sección IV,
pág. 60.

Rechaza el recurso de casación en la forma deducido por el sentenciado


que estimaba debía ser eximido de responsabilidad penal por aplicación del art. 10
N° 1 de nuestro Código Penal. Sólo se acogió la atenuante del art. 11 N° 1 del
mismo cuerpo de leyes pues no se trataba de un loco o demente, ni tampoco se
comprobó en el curos del proceso que el reo hubiese actuado bajo una psicosis
alcohólica aguda. Se acepta, sin embargo, que se trata de un alcohólico crónico,
cuyas facultades mentales se encuentran deterioradas y que presenta un cuadro
débil mental bien definido.

4.- Corte de Santiago, 27 de marzo 11979, nueva gaceta, mayo-junio 1979,


volumen II numero 2, primera parte, pagina 25.

Acoge la atenuante del articulo 11 numero 1 de nuestro código penal basado en


que el reo padece de un alcoholismo crónico de largo tiempo de evolución, con
signos de deterioro patológico. Textualmente expresa: El alcoholismo crónico
puede ser considerado como eximente incompleta de responsabilidad penal, no
ocurre lo mismo con el ebrio causal que comete un delito bajo los efectos del
alcohol.

c) Embriaguez Patológica:

1.- Corte Marcial, 29 Diciembre 1960, R.D.J, tomo LVII, año 1960, sección IV,
pagina 275.

Rechaza la eximente de responsabilidad criminal del articulo 10 numero 1 de


nuestro código penal invocada por el reo, pues en el proceso no existen
antecedentes que permitan concluir tal estado de ebriedad patológica bajo el cual
habría ejecutado el delito su autor, único estado que permitiría eximirlo de
responsabilidad por perdida absoluta de su voluntad. Además porque la actuación
del reo antes y después de cometido el delito no revela un estado de enajenación
mental completa.

La Corte estima que tampoco favorece al reo la atenuante del articulo 11 número 1
en relación con el articulo 10 número 1 del código penal debido a que el reo no se
colocó en estado de ebriedad por causas independientes a su voluntad, requisito
este indispensable para que pueda operar tanto la eximente como la atenuante
señalada.

2.- Corete de Santiago, 9 de junio 1951, R.D.J, año 1951. Tomo XLVIII, sección IV,
pagina 89.

Rechaza la embriaguez patológica como eximente de responsabilidad penal pues


la embriaguez patológica en que se encontraba el reo al momento de ejecutar el
acto investigado, según lo establecido por los médicos en su informe de 107, no
puede ser aceptado por el tribunal, pues la embriaguez patológica no es un estado
permanente que haya podido observarse por los médicos informantes; por
consiguiente es solo una suposición. Además, porque el carácter patológico de la
embriaguez del reo no ha sido demostrada científicamente, ´por lo que sería
necesario que el reo presente una especial intolerancia alcohólica que le produzca
esta reacción patológica.

Acoge la atenuante del artículo 11 de nuestro código penal en relación con el


artículo 10 número 1 del mismo código:

3.- Corte de Santiago, 16 de octubre 1968, R.D.J año 1968 tomo LXV, sección IV,
pagina 89.

La embriaguez alcohólica salvo cuando es fortuita y el sujeto no la ha


experimentado antes que proviene de un acto voluntario del agente, aunque
produzca privación total de razón, no configura la eximente de responsabilidad den
número 1 del artículo 10 del código penal.

El reo hace valer la eximente del articulo 10 número 1 del código penal pues ha
actuado perdido de razón por causa independiente de sus voluntad al momento de
ejecutar el delito (homicidio), pues presentaba un alcoholismo y embriaguez
patológica, eximente que fue rechazada por no encontrarse en el proceso de
embriaguez-

También se rechaza la atenuante del artículo 11 número 1 del código penal por no
concurrir ninguno de los presupuestos exigidos por la ley para ser aceptadas.

MEDICINA LEGAL DE LAS TOXICOMANIAS, SINTOMATOLOGIA,


CARACTERIZTICAS, IMPUTABILIDAD

Las toxicomanías constituyen un problema médico, social y policial de


orden internacional, pues existe un aumento de contrabando y tráfico de drogas
toxicofilicas a través del as fronteras de los estados. Además, toxicomanía es un
problema de difícil solución práctica debido a que el médico, el psiquiatra y la
sociedad, deben definir la actitud terapéutica y profiláctica del toxicómano.
Stachelin, autor citado por Weitbrecht, expresa: Toda toxicomanía, está
motivada por una invencible necesidad de auto transformación en el sentido de
apaciguamiento y agradable esparcimiento, de recreación y alivio, de aumento de
las energías para el trabajo y para la emoción, de perdida para el dolor, de
embriaguez o adormecimiento (221), o como dice Henry Ey, la apetencia toxico
maniaca constituye una perversión que satisface sus necesidades búsqueda del
placer, evitación del sufrimiento, por medio de una absorción habitual y especifica
de un toxico (droga).

Respecto del uso de las drogas, existen varias expresiones que tienen una
significación diferente y que resulta de gran importancia precisar:

1.- Uso inadecuado: Es decir, cuando un medico suministra una dosis excesiva de
droga a un paciente.

2.- Abuso: Consiste en el uso de drogas por un sujeto determinado sin fines
médicos y recomendadas por si mismo.

3.- Dependencia psicológica: Se manifiesta cuando el individuo siente la


necesidad imperiosa de ingerir una droga a sabiendas del daño que le ocasiona.

4.- Habituación: Corresponde a la dependencia de la droga, sin que aparezcan


síntomas físicos cuando el individuo deja de consumirla.

5.- La adicción: Ocurre cuando exista dependencia y aparecen síntomas físicos


cuando el sujeto deja de suministrarse la droga.

6.- Dependencia física: Se refiere a los síntomas físicos que aparecen cuando se
suprime la droga. Estos síntomas se llaman síndrome de abstinencia.

7.- La tolerancia: Significa que el efecto, de la droga se encuentra disminuido


cuando ya se ha tomado tal cantidad en varias oportunidades, surgiendo la
necesidad de aumentar progresivamente la dosis hasta lograr el efecto querido por
el sujeto.

Lewin, autor citado por el Sr. Pasmanik, hace una clasificación de las substancias
capaces de inducir hábito:

1.- Euforizante: Opio y morfina

2.- Alucinantes: Marihuana, Mescalina, Psilocibina.

3.- Embriagantes: Alcohol, éter, bencina

4.- Hipnóticos: Barbitúricos


5.- Estimulantes: Nicotina, Anfetaminas, café.

El desarrollo de una toxicomanía pasa por diversas etapas cuyas características


varían, En efecto:

1.- En la primera fase, el sujeto muestra una reacción absolutamente normal a la


dosis indicada del toxico.

2.- En la segunda etapa hay un aumento en la tolerancia, debiendo incrementar la


dosis de la droga para conseguir el mismo efecto.

En esta fase, la supresión de la droga produce lo que se ha denominado signos de


privación como consecuencia de que el sujeto necesita tanto física como
psíquicamente la droga.

3.- En el tercer periodo el individuo presenta nerviosismo, debilitamiento y


depresión. En esta última fase el sujeto pasa a depender física y psíquicamente de
la droga; la supresión repentina de esta origina síndrome de abstinencia, un
colapso total que desaparece tan pronto le proporcionan una dosis. En esta fase el
sujeto no puede vivir sin la droga, siendo, por consiguiente, fácil víctima de los
traficantes que se le proporcionan. Son más propensos al delito y al suicidio.

La afición a las drogas podría originar decadencia y psicosis en el individuo como


resultado psicológico.

Cada fase tiene una duración diferentes según se trate de una u otra droga, de la
forma de suministrase y de la personalidad del adicto, Las diferentes etapas se
producen en forma gradual, y por lo tanto no se encuentran claramente
delimitadas.

A continuación analizaremos algunas de estas drogas, por considerar que son las
más importantes desde el punto de vista médico-legal, tales son: la morfina, la
cocaína, la marihuana y los barbitúricos.

1.- Morfina: Es una droga derivada del opio cuyo uso habitual origina en el sujeto
una seria de efectos de gran interés clínico, especialmente aquellos que dice
relación con el sistema nervioso central. Al respecto, Friedman señala que la
morfina ejerce en el sistema nervioso central una combinación de acciones
depresoras y excitantes a todos los niveles del neroeje. A nivel modular deprime la
sensibilidad del centro respiratorio al dióxido de carbono, pero aumenta la
sensibilidad de los quimiorreceptores del seno aórtico y la intensidad de los
reflejos respiratorios de los receptores vágales.
Podemos afirmar que el consumo de la morfina disminuye el rendimiento del
individuo, la memoria se torna incierta, origina estados anímicos muy variados y
provoca tendencia a la mentira.

Por regla general el adicto a la droga no conoce el motivo de su afición, pero se ha


estimado por los autores que las causas principales en las toxicomanías es la
inestabilidad emocional y la existencia en el sujeto de una enfermedad muy
dolorosa que permanece en forma prolongada.

Se inicia esta toxicomanía con una dosis muy pequeña de la droga, pero
rápidamente se produce en el sujeto un acostumbramiento, motivo este que obliga
a elevar la dosis en forma progresiva más allá de la tolerancia normal. El
acostumbramiento se produce como consecuencia de que sus efectos disminuyen
progresivamente en intensidad, necesitando una dosis mayor para lograr los
efectos obtenidos al comienzo.

En los casos de intoxicación crónicas se presentan en el sujeto grave síntomas,


debido a su gran dependencia física y a su alto grado de tolerancia, Así pueden
presentarse estados delirantes, el estado de ánimo del sujeto es especialmente
disforico, individuo manifiesta gran ansiedad y sentimiento de culpa, en el campo
sexual de los hombres se tornan impotentes y las mujeres dejan la menstruar, hay
una disminución del reflejo pupilar a la luz, se produce un adelgazamiento y surge
trastornos tróficos de los dientes y de las uñas.

Cuando existe intoxicación crónica, el estado euforizante inicial no se produce y


cada día el sujeto debe limitarse a evitar los desagradables síntomas de
abstinencia proporcionándose nuevas dosis de drogas.

Síntomas de abstinencia: Después de varias horas (12 a 16) de haberse inyectado


la última dosis de morfina, se presentan en el sujeto varios trastornos vegetativos,
predominantemente en el sentido de la simpaticotonía, con taquicardia, sudor,
vómito, diarrea, cólicos intestinales, espasmos de la musculatura y gran inquietud
motriz.

Esta abstinencia se reconoce porque la piel se torna excesivamente roja, el


paciente suda profusamente, hay una aceleración del pulso, palpitaciones,
temblor, las pupilas se dilatan, gran inquietud y un estado anímico muy
angustioso.

Los síntomas señalados alcanzan una mayor intensidad después de dos o tres
días de la última dosis de droga, y después de una semana dejaron hasta
desaparecer por completo después de seis semanas o más. Estos síntomas
desaparecen rápidamente cuando el sujeto se proporciona una dosis de morfina
en cualquier momento de la abstinencia.

La abstinencia produce en el sujeto un descenso en la escala social y económica


debido a que el morfinómano solo busca obtener la droga necesaria para
suministrársela no importándole el precio ni los actos que deba ejecutar para
cumplir su cometido. En este hecho radica la importancia médico-legal, de esta
toxicomanía, es decir, estos individuos pueden, durante el síndrome de
abstinencia, realizar cualquier acto delictivo con el objetivo específico de
preocuparse la droga, por ejemplo, robos, estafas, falsificación de recetas
médicas, sustracción de recetas, etc.

Además los morfinómanos que se encuentran en tratamiento para lograr la


deshabituación pueden causar lesiones al médico y al personal paramédico que lo
atiendo.

Bajo los efectos de la droga el individuo también puede ejecutar actos típicos y
antijuricos, especialmente atentados sexuales y robos destinados a procurarse la
droga que es su aspiración del momento.

Ahora bien, en cuanto a la imputabilidad de los morfinómanos, se ha estimado por


los autores la inimputabilidad de los actos ejecutados durante la intoxicación
crónica y durante el síndrome de abstinencia, Así lo confirma el Dr, Pasmanik al
expresar; durante el síndrome de abstinencia o en morfinómanos de gran
cronicidad, necesitados de altas dosis y con taras psicopáticas evidentes, debe
planearse la inimputabilidad penal.

Por su parte, López Ibor señala que las psicosis de base somática debidas a
reacciones exógenas son auténticas enajenaciones cuando el cuadro son
psíquicos alcanza la intensidad suficiente, si son enajenaciones mentales, no cabe
duda que el autor del acto delictual es inimputable y por ende irresponsable de
que sus actos, Esta irresponsabilidad se cree que solamente está reservada
respecto de los delitos ejecutados el fin de procurarse el morfinómano la droga.

Por otra parte, cuando el delito se ha cometido durante las primeras fases de la
intoxicación se ha pretendido, por los autores, aplicar una responsabilidad
atenuada.

2.- Cocaína: El Cocainismo consiste en la absorción, de polvos cocaína por la


nariz, rara vez en la inyección de soluciones, sin la necesidad de repetir tan
imperiosamente como en el caso de la morfina, pero capaz de producir
perturbaciones mentales graves, verdaderas psicosis.
Generalmente. La cocaína se usa en grupos juveniles que se sienten socialmente
abandonados, carente de principios e íntimamente vacíos. También es común que
se consuma en ambientes de gente libertinos, parasita y homosexual, en cantinas,
cabarets, etc.

La norma más común para procurársela es mediante la aspiración del polvo


cocainico, costumbre que puede producir ulceraciones y perforaciones del tabique
nasal, Raras veces se traga, pero cuando así ocurre, es anestesia el estómago y
el intestino del sujeto.

La intoxicación aguda por cocaína se manifiesta de diferentes maneras,


dependiendo ello de la constitución del individuo, si se trata de una primera
intoxicación o si, por el contrario, es habitual.

Cuando su uso es aislado, provoca en el individuo un estado de ánimo alegre,


excitación, inquietud corporal, aceleración del pulso, dilatación de las pupilas y
locuacidad.

En los sujetos habituados la cocaína origina euforia, disminución de la capacidad


psíquica de rendimiento, fuga de ideas, desaparición de las inhibiciones, estados
delirantes que pueden durar horas o semanas, alucinaciones táctiles o visuales
que pueden llevar al sujeto a poner en peligro a las demás personas o a si mismo,
presentan además un decaimiento afectivo intelectual y alteraciones de la
conducta.

El uso persistente de la cocaína puede originar una dependencia psicológica pero


jamás fisiológica y por lo tanto no se produce síntomas del síndrome de
abstinencia cuando el individuo deja esta droga.

Los problemas medico legales que pueden producirse en estos casos de


cocainismo son los mismos que hemos señalado respecto de la morfina, ya que al
igual que los morfinismos, estos sujetos tratan de procurarse la droga por
cualquier medio, sin importarles si es licito o ilícito.

Se consagra la inimputabilidad y por ende, la irresponsabilidad penal de los actos


delictuales cometidos por el individuo bajo un estado de delirio cocainico.

3.- Marihuana: Se denomina así en el oriente medio, Quif en áfrica del norte y
Grife en España. Se obtiene de una especie de cáñamo y se utiliza la resina de la
planta o sus hojas o flores desecadas.

La vía más utilizada para su consumo es la oral, masticándola, bebiéndola disuelta


en café o en forma de cigarrillo mezclada con tabaco.
En opinión de Werner Wolf la marihuana estimula la vitalidad la resistencia
impidiendo las reacciones a la fatiga, liberando los impulsos y produciendo en el
sujeto un estado de euforia.

Los efectos que la marihuana produce varían atención a la actitud psíquica del
individuo que la ha consumido, El rasgo común e inmediato es la euforia, la
violencia, la perdida de escrúpulos, y la excitación, es posible que después se
transforme el estado emocional en angustioso, pasando de la risa a un absoluto
silencio, surge desconfianza, se pierde la noción de tiempo, el pensamiento se
torna incoherente pueden surgir fases alucinatorios aneroides, hasta que de
pronto el individuo se duerme profundamente quedando en la mayoría de los
casos de amnesia.

La marihuana no produce dependencia física y por consiguiente, si el sujeto deja


consumirla no sufrirá los síntomas del síndrome de abstinencia hecho que permite
liberarse a este de su uso en cualquier momento y sin que origine mayores
problemas.

Es bastante común que los traficantes profesionales de estas drogas mezclen la


marihuana con otros productos a fin de trasformar a los individuo en toxicómanos,
con los consiguientes problemas que el lo involucra tanto la de la sociedad como
respecto del sujeto mismo.

El consumo de este toxico se presenta de preferencia en jóvenes de ambos sexos,


los cuales puede realizar actos delictuales como consecuencia de dicha droga les
produce una liberación de los impulsos subconscientes que les induce a ejecutar
actos violentos, como por ejemplo, suicidios lesiones a personas extrañas,
atentados sexuales, etc. O como bien señala Wolf, El impulsivo a las perversiones
sexuales a cometer actos agresivos y criminales y hacer groserías se hace más y
más fuerte hasta que el fumador pierde el razonamiento, el sentido de
responsabilidad y el valor moral.

4.- Toxicomanía barbitúrica: Los barbitúricos solamente fueron introducidos en el


presente siglo, año 1903, más aun, recientemente en el año 1938 se pensaba por
algunos médicos que estas drogas no narcóticas no producen dependencia física
en el sujeto lo que no es efectivo puesto que las personas adictas a los
barbitúricos pueden presentar convulsiones y psicosis cuando se les prive de la
droga.

En la actualidad se ha difundido la farmacomanía de hipnóticos barbitúricos, y


analgésicos, debido tal vez a la poca resistencia al dolor, al miedo en los últimos
años a diferentes amenazas o inducción psíquica como consecuencia de
propagandas.
En general, estas drogas van produciendo acostumbramiento pues con su uso se
pretende por ejemplo, dormir en los casos en que hay insomnio, debiendo
aumentarse la dosis en el transcurso del tiempo para que se logre el fin deseado y
alcanzado en las primeras veces.

También puede llegarse a la habituación transformándose el sujeto en un


toxicómano e incluso en algunos casos el abuso llega al extremo a producir
psicosis, estados paranoides agudos, con agitación, deluciones de referencia y
persecución y alucinaciones auditivas.

El habito de tomar barbitúricos o analgésicos produce ciertas perturbaciones


psíquicas, En efecto, existe un deterioro intelectual una confusión mental, disforia
e incoordinación motora, dístimias, ligeros trastornos de la capacidad de
concentración y de la memoria, y en los casos de mayor gravedad pueden
presentirse psicosis episódicas del tipo de reacción exógena aguda.

En los casos de intoxicación aguda se presentan generalmente fines suicidas que


llevan al coma y, frecuentemente, a la muerte del sujeto se producen estados
alucinatorios delirantes.

Cuando se trata de intoxicación crónica se presentan signos de apatía,


irritabilidad, abandono de los deberes, dístimias intolerancia ante cualquier
estimulo que les resulte desagradable.

Entre los síntomas somáticos encontramos trastornos de la articulación del


lenguaje, inseguridad el caminar y al escribir, etc.

La brusca supresión de estos medicamentos origina en los individuos los síntomas


del llamado síndrome de abstinencia siendo el más precoz el insomnio
acompañado de quejas de debilidad, desasosiego, sudoración y temblores que
aparecen al cabo de 24 horas de la última ingesta de drogas.

En opinión de Bleuber, en los casos de síndromes de abstinencia se produce un


desasosiego, lipotimias, accesos epilépticos y psicosis del tipo reacción endógena
aguda; psicosis de Korsakov estados crepusculares o deliriosos.

Además puede presentarse temperatura muy altas, ansiedades, miedo, temblor,


etc, Generalmente las convulsiones aparecen después de 15 horas, en tanto que
los síntomas psicóticos se inician entre el 3 y el 7 día siguiente a la última dosis.
Es común que tales síntomas desaparecen después del transcurso de una
semana.
En general, los barbitúricos y analgésicos (anfetaminas y otros), originan en los
individuos alteraciones que los inducen a realizar actuaciones antisociales y
delictivas.

Cuando hay habituación, se aumenta la agresividad del sujeto, y también hay un


incremento en la tolerancia hacia las demás personas.

En cuanto a la imputabilidad, se ha estimado por los autores, que en los casos de


toxicomanía por ingestión aguda o por acción toxica prolongada, el individuo es
inimputable por los actos delictuales que pudiere ejecutar en estos periodos
netamente psicóticos. En cambio, si se trata de otras fases de la enfermedad del
toxicómano es imputable y, por ende, responsable ante la ley penal de los actos
delictuales que realice.

Psicopatología forense de las personalidades psicopáticas,


sintomatológicas, imputabilidad, jurisprudencia.

Se denomina psicopatías, aquellas personalidades heredadas del carácter y de la


vida pulsional-instintiva que conducen a sufrimientos subjetivos o a conflictos con
la sociedad.

El psicópata es un individuo que puede hacer sufrir a las demás personas que le
rodean en consecuencia de su constitución anormal, cuyo rasgo característico es
la desarmonía o falta de proporcionalidad entre los núcleos que integran y regulan
su vida psíquica en su doble vertiente íntima y social (conciencia y conducta), De
manera que el psicópata no es enfermo en el sentido estricto de la palabra, sino
que en ellos existe un estado anormal, es decir, una variación anormal del carácter
que en general es de tipo congénito.

Los psicópatas originas serios problemas sociales y delictuales en proporción


superior al resto de las enfermedades mentales, y se ha llegado a denominar
constitución psicópata a todos los actos delictivos resultado de un movimiento
corporal efectuado por un sujeto que presenta alguna alteración psíquica o sea,
esta denominación se aplica a los casos en que sin existir psicosis, el delito tiene
tales caracteres de anormalidad, desproporción o desarrollo extraños, que
necesariamente ha debido ser realizado por una mente alterada o desequilibrada.

Los actos que el psicópata ejecuta se diferencian en los realizados por los
delincuentes ordinarios porque:

1.- El psicólogo carece de una meta especifica no busca con ese delito un fin
determinado, en los delincuentes ordinarios el acto delictual tiene un objeto
definido.
2.- El psicópata no hace uso de las ganancias del acto de un modo apropiado, en
cambio en el delincuente ordinario el obtener una mayor ganancia hace más
comprensible su delito, su comportamiento.

3.- El psicópata carece de emociones y de sus correlatos somáticos (palidez,


temblor), lo que constituye un arma importante a su favor ya que no es descubierto
con facilidad, a diferencia del delincuente ordinario que se delata solo en muchas
ocasiones.

4.- El psicópata no tiene la coherencia del delincuente ordinario para planear su


evasión.

5.- Por último, el psicópata no muestra adhesión por ningún grupo de


delincuentes, puede en algunas oportunidades operar con bandas.

Es posible que estas personas ejecuten actos de homosexualidad, ya que hay en


ellos una falta total de inhibición, de remordimiento, de situaciones deshonrosas y
contrarias al buen gusto social. Ocasionalmente pueden encontrarse tendencias
sádicas en algunos psicópatas que los hacen ser peligrosos para la sociedad.

Las características generales de las diversas personalidades psicopáticas son:

1.- Atracción superficial e inteligencia.

2.- Poca capacidad del sujeto para ajustarse satisfactoriamente al medio humano,
y por consiguiente, adecuar su conducta a la convivencia social.

3.- Contraste entre el ser real del sujeto y la apariencia de sus exteriorizaciones,
siempre pretende engañar a los demás y también a si mismo, insinceridad.

4.- hay egocentrismo excesivo, el psicópata está conforme con su conducta a


pesar de ser hostil e inapropiada socialmente. Tendencia a ser dominante, de
manera que hay un constante deseo de someter a los demás a su propio dominio.

5.- Pobreza general de las relaciones afectivas los actos antisociales que realiza el
psicópata no le causan nerviosismo, pena , tristeza, vergüenza o ansiedad.

6.- Existe una incapacidad para ver y juzgar su comportamiento, o sea falta de
autocrítica.

7.- Superficialidad en las relaciones interpersonales, no logra relaciones duraderas


y maduras con otras personas, aun cuando puede en un momento de crisis
aparentar cordialidad, simpatía, afecto.
8.- Muestra un desprecio por la verdad, de manera que incurre en mentiras con
una sorprendente naturalidad que dan la impresión de ser verídicos.

9.- Tendencia excesiva a la originalidad y a la conducta extravagante y exagerada.

Las psicopatías pueden clasificarse, Así Kurt Schneider, autor citado Bleuber,
describe los tipos más característicos de personalidades psicópatas en:
Hipertimicos, depresivos, inseguros de si mismo, fanáticos, lábiles de humor,
necesitados de estimación, apáticos, abúlicos, asténicos, explosivos.

A continuación veremos los rasgos más sobresalientes de cada uno de estos


tipos, especialmente señalaremos aquellos síntomas que tienen un mayor
significación médico legal.

1.- Psicópatas hipertimicos: Se caracterizan por tener un estado de ánimo muy


alegre y libre de preocupaciones, se trata de personas bondadosas, activas, de un
optimismo inquebrantable, inconmovible a toda experiencia, impulsivas, de vida y
trabajo inestables, carentes de profundidad y de exactitud, suelen ser faltos de
crítica e imprudentes.

En lo que concierne al aspecto médico legal, podemos señalar que estos


individuos pueden fácilmente provocar una disputa o un escándalo, debido a que
sienten un especial placer al formar parte de un proceso determinado o al formular
reclamos por el solo hecho de que pase algo nuevo.

Es común que realicen estafas, desfalcos, robos, conflictos de orden familiar,


conyugal, etc.

2.- Psicópatas depresivos: Son personas de ánimo triste, deprimido, Kraepelin,


autor citado por Galabuig, los caracteriza por la constante acentuación afectiva,
sombría de todas las experiencias vitales, de manera que son individuos
pesimistas, amargados en los cuales es muy común el mal humor.

Jurídicamente tienen poca importancia pues se limitan a sufrir solos sin ocasionar
problemas a quienes le rodean, en los casos de mayor gravedad podría producirse
suicidios, homicidios o ruegos de la víctima, y la comisión de actos delictuales
como consecuencia de su gran nostalgia.

3.- Psicópatas inseguros de sí mismos: Se caracterizan por la sensación interna


de inseguridad e insuficiencia, que se traduce en falta de confianza en sí mismos.

Estos sujetos tienen escasa repercusión médica legal debido a que su inseguridad
coarta su actividad, por consiguiente, no realizan nada prohibido, o que puede
llamar la atención.
4.- Psicópatas fanáticos: Son personas que se caracterizan por la existencia en
ellos de ideas prevalentes o sobre valoradas, acompañadas de un temperamento
asténico, apasionados, obcecados, rasgos que normalmente se manifiestan a
través de ideologías, instituciones luchan por una idea organizaciones o
descubrimiento, considerando en ello es lo único de valor justo y digno, pueden
ejecutar estos actos delictuales como consecuencia de que se sienten llamados a
luchar por una cosa, por su ideal, como por ejemplo, injurias, calumnias, actos de
violencia.

5.- Psicópatas lábiles de humor: Son personas que se caracterizan por la


presencia de dístimias eufóricas, que se presentan en forma de humor depresiva o
desagradable, y dístimias eufóricas, endógenas de tipo irritable, malhumorado, es
decir se caracterizan por borrascas depresivas que aparecen y desaparecen de
nuevo inesperadamente. ´Pueden ejecutar actos de trascendencia médico legal,
que especialmente consiste en huir, beber, derrochar el dinero, también a veces
provocan incendios, tobos. Los psicópatas lábiles irritables cometen delitos
efectivos, en cambio los inestables cometen cualquier tipo de delito.

6.- Psicópatas necesitados de estimación: La necesidad de estimación se intenta


conseguir mediante una apariencia chocante, excéntrica, a veces mediante
impertinencias exageraciones simulaciones imitaciones mentiras, y se caracterizan
estos psicópatas porque se quiere aparentar más de lo que es. La expresión
médico legal está dada por la tendencia mito maniaca. Se incluyen aquí los
seudologías, que provocan a veces problemas con los estrados judiciales como
testigos, En psicópatas mujeres se frecuenta observar falsas denuncias de
violación, secuestros o atentados.

7.- Psicópatas apáticos: Son individuos capaces de experimentar sentimientos de


simpatía, afectos, valorización de si mismo, y de los demás, pero, por otra parte,
son personas que no pueden odiar, enojarse, no vengativos, incapaces de sentir
orgullo, y despecho. Repercusión médico legal: Estos individuos tienen una
importancia extraordinariamente grande ante la justicia, como consecuencia de su
acentuada peligrosidad. Depende de su inteligencia, posibilidad de ambientación y
asociación el que aparezca como ratero, vagabundo, mendigo, estafador. Es
posible que no falten a la ley penal gracias a la educación, castigo, freno de su
desequilibrio, pero en estos casos su anormalidad afecta la vida social y familiar,
ocasionando sufrimientos a sus familiares y cónyuges.

8.- Psicópatas abúlicos: El rasgo característico es la falta de impulso y de fuerzas


de empuje, pero no obstante de ello, estos sujetos saben imponerse a los demás
tienen aparente bondad y modestia.
La conducta médico legal se manifiesta por la dependencia al vagabundaje, al
alcoholismo, a la mendicidad a la homosexualidad y al hospitalitalismo.

9.- Psicópatas asténicos: Lo característico de estos individuos es el rápido


agotamiento de sus ciclos de actividad psíquica, la mayor parte de los cuales no
llega a conseguir expresión motriz adecuada a la naturaleza de los estímulos
desencadenantes.

Se trata, por consiguiente, de personas inseguras de sí mismas, depresivas, cuyos


rasgos fundamentales son: la fatiga fácil, por ejemplo cuando se ve sangre, la
flojera y la tendencia hipocondriaca.

Tienen repercusión médico legal pues podrían llegar a transformarse en


toxicómanos como consecuencia de buscar en el alcohol u otros estimulantes un
aliciente para vivir en algunas ocasiones se llega al suicidio. Lo más común es que
estos sujetos realicen delitos por omisión o negligencia y no por quebrantamiento
de sus obligaciones y deberes.

10.- Psicópatas explosivas: Presentan fácil irritabilidad del humor y violencia en


sus reacciones afectivas con arrepentimiento posterior, Durante los momentos de
irritación pueden cometer injusticias, delitos de sangre inmotivadas, como por
ejemplo, crímenes pasionales que son de aparición brusca y agresiva, delitos
sexuales, especialmente exhibicionismo, pederastias, sodomía y sadismo.

Los psicópatas explosivos se diferencian de los hipertimicos e histéricos porque en


estos la irritabilidad es rápida pero no produce tensión ni lleva a una descarga,
sino que la irritación se conserva y en algunos casos, sirve para configurar
síntomas psicógenos o para representar un papel. Del epiléptico y del lesionado
cerebral se diferencia, porque estos que se irritan rápidamente puesto que hay un
retardo en sus procesos psíquicos necesitando una mayor tiempo para poder
descargarse, y además, porque la descarga es larga, profunda y no de un solo
golpe como en los psicópatas explosivos.

De un modo general podemos afirmar que las personalidad psicopáticas son


causa constante de litigios jurídicos de orden penal, en razón de su inestabilidad
estructural, del desarrollo incoordinado de sus funciones psíquicas y de su
capacidad de adaptación al medio.

En cuanto al tipo de delito que pueden ejecutar estas personas, se incluyen todas,
puesteo que se cometen delitos sexuales como por ejemplo, exhibicionismo,
sodomía, delitos de sangre, robos, estafa, etc., Pero como ya lo hemos señalado,
en cada una de las diversas personalidades psicopáticas hay una afinidad
especial respecto a un determinado delito.
En lo concerniente a la peligrosidad delictiva se ha señalado por Velasco y
Sánchez- Mórate, autor citado por Gilbert Galabuig, que los psicópatas inseguros ,
los asténicos y los depresivos ofrecen nula o escaza peligrosidad. Resalta en
cambio la peligrosidad de los desalmados, fanáticos, abulidos e hipertónicos, La
peligrosidad de los ávidos de notoriedad, no se manifiesta tan solo en la mentira
patológica, sino también en delitos más activos.

En cuanto a la imputabilidad de las personalidades psicopáticas no existe


unanimidad. La escuela alemana y francesa postulan la inimputabilidad de estas
personas pero basadas en fundamentos diferentes. En efecto, para la alemana la
inimputabilidad se consagra por el hecho de la psicología es una causal de
grabación penal que sirve para reforzar la intimidación por la pena y facilitar la
profilaxis de la reincidencia. En cambio, la francesa establece la inimputabilidad
basada en que el delito es una manifestación involuntaria de una impulsión
patológica.

La tendencia moderna en estas materias es establecer la imputabilidad de las


personalidades psicopáticas. Si se considera imputable el individuo será
responsable jurídicamente y por consiguiente sufrirá la sanción que le
corresponda. Se ha estimado que la pena aplicable a estos sujetos como medidas
de corrección son inoperantes y, más aun, contraproducentes que ya que la
prisión puede resultar la escuela de perfeccionamiento criminal.

Por otra parte, la no imputabilidad o la se imputabilidad de las personalidades


psicopáticas también serían negativas pues favorecían la tendencia criminal y la
actuación futura.

Por las razones expuestas, el Dr. Pasmanik señala que, solución adecuada solo
puede estas constituida por la internación forzosa en instituciones especialmente
acondicionadas para este objeto, donde se cumplan además las condiciones de
vigilancia y seguridad, con programa terapéutico psiquiátrico, labor-terapia y
psicoterapia de grupo, que puede facilitar la remisión o atenuación ya que no la
curación, de la sintomatología psicopática y su rehabilitación social.

Ahora bien como ya lo hemos dicho al analizar la calidad de loco o demente,


expresiones usadas en el artículo 10 número 1 del código penal, las
personalidades psicopáticas no son consideradas como una enfermedad mental,
capaz de eximir de responsabilidad criminal, y así se ha confirmado por la
jurisprudencia, de manera que el hecho de tratarse de un individuo con
personalidad psicopática no lo exime de responsabilidad penal, pero en cambio se
ha estimado que si es capaz de atenuar la responsabilidad penal de un hecho
delictual, pues se trata de un eximente de incompleta que tendría cabida en el
artículo 11 numero 1 de nuestro código penal en relación con el articulo 10 número
1 del mismo cuerpo de leyes.

1.- Corte de Santiago, 12 de agosto de 1951, R.D.J 1951 tomo XLVIII, sección IV,
pagina 235.

Acoge la atenuante del articulo 11 numero 1 de nuestro código penal en relación


con el articulo 10 número 1 del mismo cuerpo de leyes, al señalar en su
consideración numero 2: tratándose de un individuo de personalidad psicopática,
que presenta los caracteres de un débil mental, aunque en un grado ligero y por
los mismos móviles aparentes que lo condujeron a la perpetración del crimen, que
demuestran que fue inducido de cierta manera por una obsesión impulsiva y
morbosa, es fuerza llegar a la necesaria conclusión de que delinquió con su
conciencia moral, e intelectual parcialmente aminorada o disminuida, en un
estado, de responsabilidad atenuada, y que hace plenamente aplicable a su caso
la circunstancia atenuante del número 1 del artículo 11 del código p3enal en
relación con el número 1 del artículo 10 del mismo.

1.- Corte de Santiago, 4 de mayo 1956, R.D.J 1956, tomo LIII sección IV página
151.

En la primera instancia el juez de primer juzgado del crimen de mayor cuantía de


Santiago, por el delito de homicidio, en el considerando 29 estableció: La reo no
es loca o demente, ni actuó totalmente privado de razón, pero si es una
personalidad psicopática, cuyos controles volitivos se encontraban disminuidos en
el momento del delito, luego agrega: que la hace participe o mejor dicho, con
derecho a una atenuación y es aquí donde tiene aplicación el precepto del articulo
11 número 1 del código penal que se refiere a la falta de algunos requisitos.

De esta sentencia se deduce recurso de casación en el fondo por el querellante,


basado en la causal del artículo 546 número 1 del código de procedimiento penal.
Recurso que fue desechado por el tribunal supremo.

3.- Corte de Concepción: año 1951 R.D.J 1951, tomo XLVIII, sección IV, pagina
121.

Señala que los epilépticos deben ser considerados psicópatas y no como


alienados, luego expresa textualmente; son personalidades psicopáticas aquellos
seres, que sin perder las condiciones de adaptabilidad y funcionamiento, de las
facultades psíquicas, presentan sin embargo, anomalías funcionales de escasa
gravedad o importancia. La personalidad psicopática es más bien el terreno
patológico, la predisposición para el desarrollo de una enfermedad mental, y en
cambio alienados o enajenados son los enfermos mentales que por la gravedad
de su reacción patológica, deben estimarse incapaces e inimputables.

4.- Corte de Valparaíso, año 1965, R.D.J tomo LXVIII sección IV, pagina 109.

Establece que las psicopatías o personalidades psicopáticas son anomalías que


afectan la personalidad más aun, nuestro código penal adopta el criterio
psiquiátrico entre las fórmulas legales sobre imputabilidad por consiguiente exige
que el estado psíquico del sujeto admita ser encasillado en alguna enfermedad
mental específica, de lo que resulta evidente que las psicopatías no están
incluidas entre los términos loco o demente.

5.- Corte de Santiago, 1949, Gaceta Tribunales, 1949, tomo II, numero 87 pagina
450.

Señala que la psicopatía, conocida como locura moral, no puede ser equivalente a
la locura o demente establecida en el artículo 10 numero 1 capaz de eximir de
responsabilidad penal, y añade, que tampoco debe ser estimada como atenuante,
pues la locura moral (psicopatía), es una anormalidad que no conlleva alteraciones
de ninguna de las funciones psíquicas en especial.

6.- Corte de Santiago, 1968, R.D.J 1968, Tomo LXV, sección IV, pagina 288.

Rechaza la eximente de responsabilidad criminal del articulo 10 número 1 del C.P


invocado por el reo, porque si bien es efectivo que al momento de cometer el
delito este presentaba una personalidad psicopática y alcoholismo, ya que según
los informes médicos de fs.47 respecto del examen psicológico del reo, expresan:
que se trataría de una personalidad con rasgos psicopáticos, o sea, simulador, sin
sentimiento de culpa, inmadurez afectiva con escaza resonancia emocional real
hacia el medio, con mal manejo de sus impulsos y de gran institividad que no le
permite soportar frustraciones, por consiguiente no se afirma, que el reo sea un
loco o demente ni un psicópata se estima por los peritos que el reo en la
actualidad se encuentra lucido, consciente y orientado.

En subsidio, se alegó la atenuante del articulo número 1 del C.P atenuante que
tampoco fue acogida porque de los exámenes efectuados en el curso del proceso
no fue posible comprobar la existencia de ninguno de los requisitos necesarios
para hacerla aplicable a favor del reo.

7.- Corte Suprema, R.D.J 1973, tomo LXX, sección IV, pagina 101.

El tribunal supremo ante el recurso de casación en el fondo deducido por uno de


los reos en contra de la sentencia pronunciada por la corte de apelaciones de
Valdivia, sentencia que confirma la de primera instancia.
Durante la vista de la causa, se presenta la posibilidad de la existencia de vicios
de casación en la forma, teniéndose por no haber interpuesto el recurso de
casación en el fondo, al estimar la corte que favorece al reo la atenuante del
numero 1 del articulo 11 del C.P en relación con el numero 1 del articulo 10 del
mismo cuerpo legal.

Respecto de la personalidad del reo, la corte estima que lo aqueja una debilidad
mental que lo hace acreedor de una imputabilidad disminuida.

En el considerando cuarto, establece que era necesario que los sentenciadores


hubieran tendió presente todos los datos que el proceso presentaba respecto de la
personalidad del reo, especialmente: a) el informe psiquiátrico que señala un
diagnóstico de neurosis psicopática calificable dentro del grupo de las psicopatías
dichos informes también expresan que se trata de una personalidad por lo cual
recomendamos una pronta excarcelación para someter al menor a un tratamiento
rehabilitación protegido y b) los móviles llevaron al reo a delinquir, según el
informe de los peritos fue su personalidad psicopática.

8.- Corte de Santiago, 12 de enero de 1979, numero 2 primera parte, pagina 15.

Acoge la atenuante del articulo 11 número 1 del C.P en relación con el articulo 10
número 1 del mismo texto legal. Por estimar que el reo no se encontraba en la
plenitud de sus facultades mentales al momento de cometer el delito, ya que como
consta de fs. 107 vta. El reo estuvo internado en un hospital psiquiátrico en dos
oportunidades como consecuencia de afectarle una debilidad mental, además
porque el informe psiquiátrico concluye que el reo, presenta alteraciones
conductuales propias de las personalidades psicopáticas y que requieren de un
tratamiento y control psiquiátrico.

Resumiendo lo antes dicho, podemos precisar que:

1.- Las psicopatías no son una enfermedad mental

2.- El hecho de que un individuo presente rasgos psicopáticos no asegura que sea
un loco o demente.

2.- Existe unanimidad en cuanto a no considerar como eximente de


responsabilidad penal a las personalidades psicopáticas.

3.- Existe, en cambio, una marcada tendencia a aplicar la atenuante del artículo 11
número 1 de nuestro código penal en relación con el artículo 10 número 1 del
mismo texto legal, en aquellos casos en que el reo presenta rasgos psicopáticos.
PSICOPATOLOGIA MEDICO LEGAL DE LAS PSICOSIS MANIACO
DEPRESIVA.

La psicosis maniaco depresiva, también denominada psicosis de la afectividad y


psicosis no progresiva. Sus síntomas básicos son:

1.- Dístimias alegres o depresivas.

2.- Fuga de ideas, o bien inhibición del curso del pensamiento.

3.- Facilitación o inhibición anormales de las funciones centrifugas


correspondientes a la decisión, la acción y la vertiente psíquica de la motilidad.

En las psicosis maniaco depresivas se puede presentar en forma alternada crisis


de sobreexcitación psicomotora con estados depresivos.

3.- Crisis maniaca: Se denomina manía a una estado de hiperexcitacion de las


funciones psíquicas caracterizado por la exaltación del humor y el
desencadenamiento de las pulsiones instintivo afectivas, de manera que, en la
manía hay una alteración en el estado de ánimo, los sujetos se sienten felices
alegres, colmados de energías, lo que les hace sentir la necesidad de iniciar
numerosas actividades que luego quedaran inconclusas, se sienten rejuvenecidos,
sus posturas y movimientos indican la absoluta satisfacción de si mismos,
constantemente hablan y se ríen, y frente a los acontecimientos tristes se
muestran insensibles, pero ante el dolor físico no se encuentra disminuida la
sensibilidad, en general poseen alegría y energía inextinguibles.

El pensamiento del maniaco es ideo fugas, es decir, no puede concentrarse


respecto de un tema específico sino que habla de una y otra cosa como
consecuencia de las desviaciones de su pensamiento, y en los casos más graves,
el individuo se siente molesto consigo mismo por esta falta de claridad, de
desorden de sus pensamiento, y de su gran dificultad de concentrar su ideas.
Suele tratarse de personas un poco superficiales, pero cautas.

En el plano penal, los maniacos pueden cometer una serie de actos contrarios a
las leyes como consecuencia de su euforia, energía constante que los induce a
realizar diversos e innumerables actividades, y por último, de sus sentimientos de
poder, entre las infracciones que pueden ejecutar se señalan lesiones,
escándalos, quiebras, abusos de confianza, etc.

La hipomanía que es el estado de agitación caracterizado por un humor jovial,


eufórico, por la abundancia de ideas y de actividad pues está en movimiento
constantemente sin demostrar cansancio, por la agresividad, irritabilidad,
autoritarismo, impulsividad, o sea, existe en estos sujetos triada clásica de
síntomas:

1.- Estado de ánimo eufórico, pero inestable: 2.- palabras abundantes y rápidas,
3.- aumento de la actividad motora.

La hipomanía es considerada de mayor peligrosidad en el plano del derecho


penal, debido al poder, a la autoconfianza del sujeto que lo impulsa a ejecutar
unas actividades comerciales desenfrenada, efectuando compras, ventas
absurdas, pagos con cheques sin fondos, creando empresas o actividades sin una
existencia real, lo que en definitiva se traduce en una serie de delitos, como por
ejemplo: estafas. Quiebras, robos, falsificación de documentos, fraudes, etc.

La manía aguda presenta la misma manifestación que la hipomanía, con la sola


diferencia de que en esta están más intensificados los síntomas de dicha
enfermedad. Existe ausencia total de la discreción, bromea constantemente, se
indigna si quienes le rodena lo ignoran, permanece en movimiento
constantemente pero jamás termina lo que empieza, presenta fuga de ideas,
cambios bruscos del estado anímico (llanto, alegría, etc.)

El trastorno más grave lo configura la manía delirante que puede aparecer


bruscamente o en forma depresiva. Aquí el individuo pierde completamente el
contacto con el mundo exterior, su lenguaje se torna consciente, realiza
movimientos constantes pero son objeto, presencia de alucinaciones y de ideas
delirantes.

2.- Crisis depresivas: melancolía: Se trata de personas que siempre se ven tristes,
silenciosas y evadidas, El Dr. Vallejo señala que en estos casos el sujeto hasta
entonces sano sufre trastornos que se agrupan en torno a dos fundamentales:

1.- Tristeza inmotivada: tristeza vital (desesperación, desconsuelo, pesimismo).

Durante la fase depresiva todas las vivencias del sujeto resultan dolorosas, tristes,
angustiosas, sin color ya que todo se ve gris, aun cuando la capacidad de percibir
los colores permanece intacta. Generalmente se trata de personas buenas,
sinceras, honradas, pero que jamás buscan responsabilidades.

En los casos de mayor gravedad hay ausencia de lagrima aun cuando el enfermo
contrae el rostro, solloza, realiza gestos iguales a los del llanto, pero no vierte
lagrima, O sea, se hallan inhibidas todas las actividades psíquicas, y también se
ha comprobado que la percepción sensorial se hace más lenta en estos casos. La
atención siempre gira hacia vivencias tristes, los movimientos se realizan
lentamente sin valor y sin energía, Es posible la presencia de ideas delirantes,
alucinaciones ópticas y acústicas: los enfermos habían en voz baja, carecen de
apetito, sueño, es muy inquieto, pero conservan la orientación y sus facultades
intelectuales.

En cuanto a la repercusión médico legal de estos cuadros depresivos, que el


suicidio constituye peligro real en todos estos enfermos ya que es una resultante
lógica y única de la modalidad y contenido psíquico de la depresión, incluso se ha
llegado a pensar que la mortalidad por suicidios en esta enfermedad es superior a
otras causas de mortalidad por enfermedades psíquicas. Lo característico en
estos casos es que el suicido es bien planeado por el enfermo e incluso en
algunas ocasiones este primero da muerte a su familia, hijos y cónyuge y luego se
suicida, Por consiguiente las depresiones endógenas producen en el individuo una
peligrosidad con respecto a sí mismo y de los demás sujetos que lo rodean.

La depresión aguda puede originarse en forma repentina o como consecuencia de


una depresión simple presenta iguales síntomas pero más intensos que los ya
señalados. En estos casos el enfermo se encuentra desesperado por haber
acarreado la desgracia as u familia, sean del pasado o del presente, duerme con
facilidad pero despierta al cabo de algunas horas, sufre de pesadillas falta de
apetito y por consiguiente baja de peso, se siente sucio, repugnante y por lo
mismo, la posibilidad de suicidio siempre está latente en su mente.

3.- Crisis maniaco depresiva: la psicosis maniaco depresiva consiste en fase de


dístimias que surge u desaparecen a intervalos diversamente prolongados,. Es
decir, el sujeto pasa de la depresión a la manía volviendo luego a la depresión sin
que transcurran periodos completamente libres.

Los síntomas descritos para la manía y la depresión son también aplicables en


esta fase mixta, con la única diferencia que en esta fase se acentúan, y por lo
mismo, llegan a su punto máximo, de preferencia se presentan los síntomas
fundamentales de las otras enfermedades, vale decir, estado de ánimo exaltado o
deprimido o fuga de ideas, inhibición del pensamiento, impulso de la actividad e
inhibición de la misma.

En cuanto a la imputabilidad se ha estimado que estos enfermos son inimputables


y , por tanto aplicable a su respecto la eximente de responsabilidad criminal
consagrada en el artículo 10 numero 1 de nuestro código penal pero solo es así en
aquellos casos de estados maniacos y depresivos de sintomatología
manifiestamente grave y profunda de la intensidad que le impida al sujeto conocer
el alcance de su acto y la capacidad para no ejecutarlo, de manera que sea
impulsado a su realización por fuerzas superiores a las suyas. Por consiguiente en
las fases acentuadas tanto maniaco como depresivas, el individuo es un
enajenado mental en el sentido señalado por nuestra ley.
Para precisar la imputabilidad en las fases atenuadas de la enfermedad (remisión
o comienza), debemos analizarse, en opinión del Dr. Pasmanik, la conducta total
de individuo valorando en que grado y forma se altera desde las fases de
normalidad a las patológicas; luego agrega: igualmente debe considerarse la
existencia de episodios maniacos o depresivos anteriores, su duración, intensidad,
y el tipo clínico evolutivo. Por su parte López Ibor estima que en las manías leves
hay que examinar si un estímulo exterior emotivo o toxico (alcohol, por ejemplo),
ha sido capaz de provocar un arrebato en el que ha cometido el hecho delictual.
Tal vez arrebato seria patológico y constituiría un trastorno mental transitorio.

Por los diversos autores se ha pensado que estos individuos deben ser
considerados semi-imputables e inimputables, pues les es aplicable a su favor el
articulo 10 numero 1, segunda parte de nuestra C.P, esto es, la eximente de
privación total o parcial de razón por causa independiente a la voluntad del sujeto.

Por otra parte, se ha creído que la internación de estos enfermos en un


establecimiento especial sería aconsejable, periodo en el cual se le aplicaría un
tratamiento eficaz, destinado a curarlo por completo, siempre claro está, que no se
permita la salida del enfermo hasta cuando no se haya logrado el objetivo
deseado. Al parecer esta es una solución mejor puesto que estos individuos son
peligrosos tanto para sí mismos como para la sociedad en que viven peligrosidad
que surge de su propia enfermedad.

Mayores problemas presentan con respecto a la determinación de la imputabilidad


en aquellos sujetos en los cuales existe un diagnóstico de carácter retrospectivo
caso en que deberán considerarse los elementos del delito, los elementos de la
conducta y los posibles casos clínicos, por ejemplo: la existencia de una crisis
maniaco depresiva anterior al delito, la existencia del temperamento ciclotímico, la
existencia de anteriores hospitalizaciones, tratamientos, etc. Siempre teniendo
presente que las depresiones reactivas no nos verdaderas psicosis sino que se
trata de reacciones vivenciales anormales.

PSICOPATOLOGIA MEDICO LEGAL DE LAS PSICOSIS DE LA SENECTUD.

El envejecimiento es un problema biológico que se manifiesta en el organismo del


individuo a escala molecular, a nivel de las células y de los tejidos, al de los
órganos y de sus funciones, en todo el organismo, a nivel de la personalidad y
podríamos añadir igualmente a nivel de los grupos humanos.

Alrededor de los sesenta y cinco años, se puede presentar en el sujeto una serie
de trastornos neuropsiquicos que se caracterizan por la perdida, disminución o
deterioro del nivel mental anterior al individuo.
Estas enfermedades neuropsiquicas pueden ser englobadas dentro del término
Demencia, donde el deterior de las facultades mentales parte desde el nivel
normal, siendo la demencia un cambio de retroceso desde la normalidad o desde
un nivel más alto hacia estados inferiores de menor jerarquía mental. la demencia
es una déficit adquirido.

Las formas clínicas principales de los estados demenciales son:

1.- Demencia senil

2.- Demencias atróficas preseniles (enfermedad de pick y enfermedad de


Alzheimer).

3.- Demencias ateropáticas

Las más importantes psicosis de la vejez son la demencia senil y la demencia


ateropáticas. En cuanto a las manifestaciones, ambas se caracterizan por un
síndrome orgánico (en sentido estricto) pueden ir acompañadas por estados
deliriosos y crepusculares.

1.- Demencia senil: El rasgo característico es el deterioro orgánico progresivo que


se produce entre los sesenta y los noventa años de edad, y se desarrolla
conjuntamente con una deterioración emocional e intelectual gradual.

Se produce un decaimiento de las funciones psíquicas que se caracteriza por una


reaparición de los rasgos propios de la infancia cuya diferencia radica, desde un
punto de vista afectivo, en que en el niño siempre existe alegría, en tanto que el
anciano es común la tristeza y a la desconfianza.

Normalmente se presenta después de los sesenta y cinco y setenta años,


pudiendo permanecer hasta por más de diez años antes de que sobrevenga la
muerte del enfermo.

En la demencia senil se producen cambios en la memoria y en el carácter del


individuo. Respecto de los primeros., podemos observar olvidos, negligencias,
perdida de la memoria de fijación, hecho que impide al morir de evocación no
existe para los hechos nuevos están muy mal fijados, pero se mantiene para los
hechos anteriores. También existe una desorientación termporoespacial que se
manifiesta por ejemplo, porque el sujeto no puede decir su edad, el lugar donde se
encuentra o una fecha determinado además, se presenta una incontinencia ideo
cerebral, predominio de automatismos, perseveracion y repetición, las facultades
del juicio y discernimiento.
Entre los trastornos del carácter encontramos las frecuentes cóleras, la irritación,
el autoritarismo. A veces la firmeza de carácter se transforma en una absurda
terquedad, la prudencia en desconfianza y el ahorro en avaricia.

En cuanto a la repercusión médico legal de esta enfermedad podemos observar


que en general se producen delitos sexuales, que no entrañan gran gravedad,
como por ejemplo tentativas de violación en niños menores de edad,
exhibicionismo, estos delitos se producen como una consecuencia de la
decadencia sexual que sufren estos individuos, como respuesta a la exacerbación
de la libido y disminución de la potencia y como consecuencia de la liberación de
los instintos eróticos.

Estos enfermos también presentan una tendencia a la pornografía y a la


coprolalia. Además estos sujetos pueden incurrir en incumplimientos de contratos,
de obligaciones, debido a la perdida de la memoria, raras veces cometen delitos
de sangre.

2.- Demencias atróficas preseniles: Se presentan generalmente entre los cuarenta


y cinco y los sesenta y cinco años de edad, de ahí su denominación de preseniles,
Tienen una marcada preferencia por el sexo femenino.

a) Enfermedad de Pick: Se define como un tipo particular de demencia, asociado a


trastornos de las funciones simbólicas, apareciendo a una edad generalmente
menos avanzada que la demencia senil y debida a una atrofia heredo generativa
circunscrita lo más a menudo a la región frontotemporal.

Al comienzo de esta enfermedad se produce progresivamente un déficit de la


memoria, del juicio y de la atención, El sujeto se pone indiferente, apartico, con
grases alteradas del lenguaje y su vocabulario, y por consiguiente, con reducción
de las ideas: se olvida de las palabras y del uso de determinados objetos
(apraxia). El sujeto pierde toda iniciativa: entre las alteraciones de la afectividad
se presenta una euforia agravan los síntomas y el sujeto queda inerte, indiferente
a lo que sucede a su alrededor: alteraciones del lenguaje son constantes, y el
paciente pierde el deseo de hablar llevándose a la boca todos los objetos que
estén a su alcance, en los estados finales del deterioro se produce parálisis y
crisis comiciales epilépticas, Esta enfermedad dura entre 2 y 11 años cuya
duración promedio es de 5 años.

B) Enfermedad de alzhéimer: Aparece al comienzo de los sesenta años y


excepcionalmente en la década de los cuarenta años. Se caracteriza por el
comportamiento desordenado del enfermo, es un sujeto insidioso que conserva
una conciencia relativa de sus trastornos, en los cuales existe una alteración del
pensamiento, memoria y atención, pero conservan la autocritica, están en
actividad aparente, hablan bastante charlatanes pero como consecuencia de su
transtorno mental pronto pierden el hilo de la conversación. Se presentan grandes
olvidos, hay desorientación temporoespacial precoz,. Puede originarse
Alucionaciones e ideas delirantes sobre las cuales el enfermo no puede dar mucho
detalle, pueden aparecer crisis epileticoas, casos en lso cuales el deterioro mental
se acelera depeus de cada crisis. La duración de esta enfermedad es de 2 a 5
años , excepcionalmente podría permanecer por mas tiempo.

En ambas enfermedades la repercusión medico legal es similar a la demencia


senil o arterioesclerosis.

3.- Demencia artereopaticas: se trata de lesiones del cerebro que después de un


cierto tiempo de evolución llevan a un estado de disminución demencial.

En un comeimzo se presentan estados depresivos el enfermo tien conciencia de


sus trnastornos y se queja por su déficit, falta de eficacia, se cansa rápidamente,
carece de iniciativa, disminuye su capacidad de resistencia al esfuerzo, se altera la
memoria y también la comprensión, se producen transtornos en su carácter,
irritabilidad, excitabilidad, cólera, dificultad en el caminar, en el mantenimiento del
equilibrio, pierde la agudeza de la vista y el oído, disminuye la fuerza en las
extremidades.

Enrre los síntomas somáticos sobresale el insomnio, lso vetigos, el desmayo, los
zumbidos de odios, ligeros trasntornos pupilares, etc.

La demencia arteroesclerotica tiene un curso bastante irregular, el proceso esta


determinado por lesiones arterales y fallas circulartorias, con periodos de
compensación alternados con periodos en que se acentúan los fenómenos
demenciales.

EN la demencia arteroesclerotica se presentan episodios delitantes y estados de


confusionales especialmente nocturnos, lo que constiruye una grave peligro a todo
lo que rodea al enfermo (gas, luz, etc.) también se pueden presntar ataques
convulsivos cerebrales, alucinosis, delirios y trastornos afectivos de índole
depresivos o maniacos.

En cuanto al a repercusión médico legal de estos enfermos podemos señalar que


como consecuencia de sus debilidad de juicio, de sus alteraciones del a atención,
de su afectividad, de su falta de crítica y perdida de la memoria suelen cometer
diversos actos antisociales. En efecto, es común que se extravíen de sus hogares,
hecho que se traduce en vagancia sin rumo fijo, pueden ocasionar incendios en
forma absolutamente accidental, sea por error o por desorientación.
Con respecto a la imputabilidad, se ha estimado que cualquiera que sea la fase de
iniciación o avanzada debe el individuo ser considerado inimputable. Por
consiguiente, jurídicamente irresponsable ante la ley penal por los actos que
ejecute durante su enfermedad ello porque son verdaderas enajenaciones
mentales capaces de eximir de responsabilidad de acuerdo al artículo número 1
de nuestro código penal.

En ciertas demencias (fases iniciales) existe una apariencia de normalidad total, lo


que acarea dudas acerca de la imputabilidad del sujeto, pero con una breve
averiguación comienzan a surgir en este los rasgos demenciales ocultos, vale
decir, los elementos, psíquicos, debiendo concluirse que también en este caso el
sujeto es inimputable.

PSICOPATOLOGIA MEDICO LEGAL DE LA PSICOSIS DE INVOLUCION.

Las psicosis de involución son desórdenes mentales condicionados


específicamente por los cambios inherentes al climaterio, tanto desde el punto de
vista causal, cuanto respecto del colorido de los síntomas.

En las mujeres se presenta entre los cuarenta y cinco y los cincuenta y cinco años,
durante la crisis de la menopausia y , en los hombres, entre los cincuenta y los
sesenta años, en las cuales hay un dominio de los estados hipocondriacos
depresivos, con un estado de ánimo ligeramente melancólico y con
quejumbrosidad, inquietud interna o irritabilidad.

Durante esta etapa de involución, tanto en las mujeres como en los hombres
existe una sensibilidad extremada, debido a que declinan totalmente las funciones
vitales.

En las psicosis de involución se presentan alteraciones del humor y del carácter,


las que generalmente se manifiestan por la agresividad y la desconfianza de no
haber recibido los cuidados necesarios, y en cuanto al humor, se observan
cambios caracterizados por la presencia de crisis de angustia, insomnio,
excitación erotismo emocional.

Existen diversas psicosis de involución, las más importantes son:

1.- La melancolía de involución: Esta psicosis pertenece al climaterio y se presenta


mas en las mujeres que en los hombres, normalmente 3 a 7 años después de la
menopausia.

En las mujeres la involución es un periodo especialmente deprimente por la


conjunción de los factores esenciales que intervienen en los mecanismos de la
melancolía, agotamiento de la energía biológica, perturbación del régimen
pulsional; y relacional retirada de las catexias libidinales, alejamiento del objeto
mismo.

Para establecer el diagnostico de esta enfermedad es primordial la ausencia de


antecedentes psicopatológicas personales, la carencia de enfermedades mentales
anteriores, y la comprobación de la existencia de ciertos rasgos per mórbidos en el
sujeto que los caracterizan especialmente personas de carácter rígido, inhibida y
obsesivas.

Normalmente es una psicosis de duración prolongada donde la depresión es


mayormente agitada, angustiosa, con temores, ideas y pseudopercepciones
hipocondriacas y paranoides; no rara vez complican el cuadro síntomas histéricos
y anublamiento de la conciencia y sobre todo amnesia y delirio.

Se inicia con ocasión de una emoción o como consecuencia de la avanzada edad


del sujeto, Los síntomas que presentan estos enfermos son:

1.- La carencia de inhibición

2.- Frecuencia de la excitación psicomotriz.

3.- Ansiedad permanente que se manifiesta por la inestabilidad, agitación y


enervamiento del sujeto; la ansiedad suele presentarse a través de crisis
neuropatías, actitudes pasionales, etc.

4.- Alucinaciones

5.- Desnutrición y la deshidratación como consecuencia del rechazo hacia los


alimentos

La repercusión médico legal está dada por el gran aumento de suicidios que se
producen en la edad más avanzada, por los actos contrarios a la moral, sexuales,
deshonestos y las numerosas autoacusaciones que formulan estos sujetos sea
por estimarse culpables, por remordimientos o por indignidad hecho realizado, la
más común es la autoacusación por incesto.

2.- Estados maniacos preseniles: Se caracteriza por la predominancia nocturna de


agitación, coexistencia de confusión, alucinaciones terroríficas de la vista y del
oído, frecuencia de los delirios y posible complicación por un delirio agudo
terminal.

3.- Psicosis delirantes crónicas: En estas psicosis se presentan alucinaciones


visuales, cenestésicas en relación a los genitales, ideas de grandeza, defectos
sensoriales, lo que implica por ejemplo, los delirios de persecución de los sordo;
delirios de perjuicios, especialmente ideas de celos y frustración material. Suelen
presentarse alucinaciones de los sentidos del olfato y del gusto.

4.- La paranoia de involución: Es una psicosis que presenta trastornos delirantes


graves. Los temas de mayor importancia en esta enfermedad son los celos. El
perjuicio sexual y las diluciones más frecuentes son las persecuciones, de
influencia y de daño.

PSICOPATOLOGIA MEDICO LEGAL DE LA ESQUIZOFRENIA,


SINTOMATOLOGIA, IMPUTABILIDAD Y JURISPRUDENCIA.

La esquizofrenia es una psicosis endógena que afecta indistintamente a personas


del sexo masculino o femenino y que, generalmente, se presenta entre los 25 y
los 30 años.

La asociación psiquiátrica americana define la esquizofrenia como un grupo de


trastorno manifestados por trastornos característicos del estado de ánimo y la
conducta. Los trastornos del pensamiento están marcados por alteraciones de la
formación de conceptos que pueden conducir a una mala interpretación de la
realidad, y a veces ideas delirantes y alucinaciones que a menudo resultan auto
protectoras desde el punto de vista psicológico. Los cambios de estado de ánimo
incluyen respuestas ambivalentes, limitadas e inadecuadas y falta de empatía en
los demás. La conducta puede ser de aislamiento, regresiva y extraña.

En la esquizofrenia existen alteraciones de las diversas funciones elementales, el


curso del pensamiento, afectividad y la vivencia subjetiva de la personalidad
propia se hallan típicamente alteradas, y una estrecha conexión con ello, también
lo están la voluntad y la acción. La ambivalencia y el autismo constituyen aspectos
especialmente importantes de la esquizofrenia. Sin embargo, el sujeto conserva la
percepción, la memoria, la atención y la orientación.

La esquizofrenia puede aparecer lentamente, o con un gran acceso delirante o


catatónico, puede tener una evolución en forma de brotes, o bien con aparición de
síntomas aislados.

Se manifiesta esta enfermedad, a través de diversos síntomas, siendo los más


corrientes:

1.- Disminución de las aptitudes y del rendimiento

2.- Desmedro de la capacidad de concentración.

3.- Dificultad para pensar

4.- Posibilidad de fatiga


5.- Confusión intelectual.

6.- Cambio del modo personal de ser, ideas hipocondriacas, depresión o angustia.

7.- Falta de espontaneidad, de naturalidad temores e impulsos insensatos

8.- Trastornos de la afectividad, depresivos y eufóricos, embotamiento emocional.

9.- Extravagancia, ideación de planes grotescos.

10.- Desordenes neurovegetativos y circulatorios en el aspecto físico, como por


ejemplo: insomnio, mareo, dolores reumáticos en los hombros, debilidad,
ingestión, etc.

Entre los trastornos del pensamiento encontramos incoherencia en las respuestas,


falta de relación en las diversas ideas, desplazamiento de conceptos, perdida de
cohesión, de armonía, de eficacia, tendencia a fuga de ideas, o sea, el
esquizofrénico piensa y razona según sus reglas privadas, puede tratarse de un
sujeto muy inteligente pero sus procesos mentales jamás coinciden con las
conclusiones de la realidad o de la lógica universal.

Existen trastornos de la afectividad como por ejemplo, desorganización de la vida


afectiva del enfermo disminución de las respuestas emocionales, por consiguiente
presentan indiferencia total respecto de asuntos que debieran importarle su futuro
o el de sus familia, puede sentir emoción ante una visita o por el contrario apatía,
el humor en estos enfermos puede manifestarse a través de euforia, ira,
depresión, angustia, en general la esquizofrenia origina la perdida de la capacidad
emocional, la rigidez afectiva. Lo que no significa que desaparezca la afectividad
en los esquizofrénicos sino que la enfermedad impide de un modo funcional las
manifestaciones de afectividad. También se presenta en estos enfermos lo que se
denomina ambivalencia, que consiste en la experiencia de un angustioso
simultaneo o sucesivo de dos sentimientos, de dos expresiones, de dos actos
contradictorios, deseo-temor, amor-odio, afirmación-negación, etc.

Por otra parte los esquizofrénicos pierden contacto con la realidad, haya
oposición al mundo exterior que es esporádicamente en los enfermos más leves y
continuada en los casos graves, viven por consiguiente en un mundo imaginario
(autismo), propio, impenetrable, mundo realmente alienado.

Los esquizofrénicos generalmente son personas de voluntad débil, pero a veces


mantienen propósitos en forma enérgica, lo que se llama hiperdulía. Voluntad
aparece en ocasiones como no libre, es decir, el individuo cree que piensa y actúa
por mandato de otras personas.
Las alucinaciones corporales en plena lucidez se presentan en la esquizofrenia,
también alucinaciones visuales, acústicas, táctiles, en ocasiones alucinaciones
olfativas, gustativas, o cenestésicas, estas pueden absorber por completo la
atención del sujeto pudiendo, por consiguiente, ser el motivo de su conducta.
Suelen presentarse en estos enfermos las ideas delirantes totalmente ilógicas, son
según sus necesidades y no conforme a una lógica intelectual, siendo la más
corrientes las de persecución.

Durante el curso de esta enfermedad el sujeto puede realizar diferentes tipos de


actos antisociales, como por ejemplo: fugas inmotivadas, intentos suicidas, que se
caracterizan por la frialdad de la ejecución y la carencia de emoción, homicidios
sin causa ya que la enfermedad puede aparecer en forma mono sintomática a
través de los llamados crímenes inmotivados, así, el esquizofrénico podría matar a
su padre o madre o a un extraño sin poder luego dar una explicación de su acto:
agresiones absurdas, fugas lucidas sin amnesia, tentativas de suidicio, de
autocastracion y de enclaustramiento, casos en los que debe plantearse el
diagnostico diferencial con las fugas de naturaleza reactiva, epilépticas, histéricas
o delirantes, y con las autoagresiones depresivas o las heteroagresiones
epilépticas; además es imprescindible, especialmente en este caso, un estudio
total de la personalidad del sujeto por medio de electroencefalogramas y test
adecuados.

Se distinguen cuatro formas clínicas de la esquizofrenia:

1.- Esquizofrenia simple: consiste en un empobrecimiento y una mengua en todos


los aspectos de la anímica, que progresan de manera lenta e imperceptible en
estos casos el debilitamiento puede llegar hasta la demencia del sujeto.

2.- Esquizofrenia hebefrenia: Esquizofrenia precoz de los jóvenes, se caracteriza


por la pérdida de rendimiento del joven, timidez, risas inmotivadas, proyectos de
reformas grandiosas, y extravagantes hay un debilitamiento intelectivo y motor,
apatía, etc.

3.- Esquizofrenia catatónica: Generalmente comienzo de un modo agudo y


crónico, se caracteriza por la realización de actos impulsivos (suicidios u
homicidas), reacciones de último momento, la obediencia automática, el mutismo,
la verborrea, el amanerismo, hiperquinesia y negativismo.

4.- Esquizofrenia paranoide: Sus rasgos característicos son: las ideas delirantes y
las alucinaciones, generalmente delirios de persecución, se conserva bien el
carácter y la capacidad intelectual.
Generalmente estas formas no se presentan puras sino que mezcladas con
síntomas de otras formas, y la denominación de la forma está dada por los
síntomas de mayor relevancia en cada una de ellas. Fuera de estas formas,
existen otras: esquizofrenia seudoneurotica (esquizoneurosis) esquizofrenia
cenestésica y autismo infantil.

En cuanto a la repercusión médico legal, estos enfermos pueden cometer todo tipo
de delitos. En la esquizofrenia paranoide se realizan los delitos de mayor
gravedad. En todo caso, los delitos en los esquizofrénicos aparecen en forma
repentina, inesperada e inmotivada, y como consecuencia de la perdida de
contacto con el mundo exterior, de la realidad y de la carencia de la afectividad.

Tales delitos son:

1.- Actos de resistencia a los ordenamientos oficiales y las fugas que se traducen
en delitos de deserción, vagabundaje.

2.- Delitos de sangre, homicidio contra una familia o un extraño, comúnmente son:
brutales, fríos, a veces premeditados, pero que hacen explosión repentina,
dejando una casi total indiferencia. Es un crimen irracional extraño e ilógico.

3.- Robos, hurtos, atentados al pudor, a las buenas costumbres, agresiones


violentas, exhibicionismo.

4.- Suicidios y automutilaciones que generalmente se deben a ideas delirantes por


medio de las cuales escuchan voces que lo mandan, o bien, a consecuencia de su
angustia y del gran temor que estos enfermos sienten.

Los delitos que el esquizofrénico realiza son inmotivados, inútiles, absurdos y


desconcertantes, lo que se demuestra, por ejemplo en robos de alimentos que no
se aprovechan.

Ottolaughi, autor citado por Gilberto Galabuig señala este respecto: los
heboidofrenicos se distinguen por su incapacidad para el trabajo, tendiendo a la
fuga. A no hacer, en los hebefrenicos predomina la tendencia al ocio,
vagabundaje, al hurto, a las obscenidades, a la masturbación, la inexperiencia en
los negocios, en los catatónicos, los actos impulsivos violentos: en los paranoides,
los delitos contra personas por las ideas de persecución y de influencia y por las
alucinaciones. En todo caso, estas acciones son realizadas sin compromiso de la
conciencia y de la memoria.

En cuanto a la imputabilidad de los esquizofrénicos, debemos distinguir:


1.- Casos de esquizofrénicos que evolucionan por brotes: que ejecuta el delito
durante una fase de remisión<: deberá en estos casos valorizarse el grado de
remisión clínica de la crisis, el momento residual o defectual de la enfermedad.
Tanto en la esfera intelectiva y afectiva, como en la personalidad total. Además
deberá aquilatarse el tiempo transcurrido desde el apagamiento del brote psicótico
hasta la comisión delictual especialmente la relación motivaciones entre el acto
delictual y los síntomas de la enfermedad.

Si el brote esquizofrénico no ha dejado secuelas en la personalidad del individuo,


este será responsable de los actos que ejecute. Si por el contrario han quedado
alteraciones en su personalidad, será necesario precisar el grado de la alteración y
la relación existente entre el acto delictual y la alteración de la personalidad. A
mayor alteración de la personalidad menores dudas de que el sujeto es
inimputable.

3.- Casos en que el delito es el síntoma de la crisis esquizofrénica; Sera necesario


esperar la reaparición de los síntomas, y no realizar una pericia apurada ya que
esta podría inducir a errores trascendencia para el establecimiento de la
imputabilidad del sujeto o la inimputabilidad del mismo.

El autor Cuello Calón señala que, si el brote esquizofrénico para sin alterar la
personalidad del sujeto, es responsable de los delitos cometidos en dicho estado,
si la personalidad queda alterada su responsabilidad dependerá del grado de
alteración de la misma y de su relación existente entre el hecho delictivo y la
alteración que el sujeto presenta. Para López Ibor, el esquizofrénico es imputable
cuando delito se ha cometido en plena fase de actividad de la esquizofrenia o
cuando se trata de un claro déficit o de una indudable demencia esquizofrénica.

La jurisprudencia en escasas oportunidades se ha pronunciado respecto de esta


enfermedad, no obstante de ser bastante común y de gran trascendencia médico
legal.

1.- Corte Suprema, año 1963 fallos del mes 1963 volumen V numero 59 pagina
235.

La corte suprema desecha el recurso de casación en el fondo y forma deducido


por el reo. El recurso de casación en el fondo lo fundamente en el hecho de haber
estimado que los sentenciadores habían vulnerados las normas reguladoras de la
prueba en materia penal, pues ellos se desentendieron del valor probatorio que
corresponde a dar a los informes psiquiátricos existentes en el proceso, informes
que señalaban que el reo es un sujeto que padece esquizofrenia simple, y que a
la época de la comisión del delito que se le imputa ya se encontraba enfermo,
obrando, por consiguiente, en dichos actos totalmente privado de razón, Los
sentenciadores aceptan el hecho de que sea una persona que padece de una
enfermedad mental, actuando en los actos por los que se procesa con sus
facultades disminuidas, enfermedades que no lo eximen de responsabilidad
criminal, pero que si la atenúan aplicándose por consiguiente la atenuante del
articulo 11 número 1 del C.P en relación con el articulo 10 número 1 del mismo
texto.

La corte suprema desecho este recurso por considerar no infringidas las leyes
aludidas.

2.- Corte de Chillan, año 1942 Gaceta Tribunales 1942 tomo I, numero 63 pagina
308.

Declara exento de responsabilidad penal al reo por tratarse de un psicópata


simple, esquizoide, que ha obrado bajo un impulso distimico, con obnulacion
parcial de la conciencia. De los informes periciales se deduce que el reo padece
de esquizofrenia o demencia precoz. Enfermedad mental, que equivale a una
psicosis intensa y grave, constitutiva de la eximente de artículo 10 número 1 del
código penal, esto es, de la locura o demencia.

PERTURBACIONES DE LA MADURACION NEUROPSIQUICA CON


DEFICIENCIAS PARCIALES, DESVIACIONES SEXUALES, IMPUTABLES.

Las desviaciones sexuales corresponden a comportamientos sexuales represivos


que sustituyen con predilección y a veces en forma exclusiva las condiciones
normales del orgasmo y a las conductas relacionadas con él.

Por consiguiente, se trata de numerosas alteraciones de la conducta sexual o


anomalías del instituto sexual que tienen una especial importancia en la
Psiquiatría Forense.

Se distinguen en dos fórmulas de desviación de la conducta:

1.- Desviación del objeto: Es decir, cuando el apetito sexual se orienta hacia otros
objetos diferentes al sexo opuesto, cuando hay anomalías en la elección objeto,
homosexualidad, pedofilia, fetichismo.

2.- Desviación del fin: Esto es, cuando la erotización sustitutiva puede recaer
sobre el placer o el dolor, o sea, cuando la descarga del placer y orgasmo no
radica en la consumación normal del acto sexual sino que en la producción del
dolor (sadismo, masoquismo, exhibiosionismo).

Someramente analizaremos las desviaciones sexuales más comunes:


1.- Homosexualidad: Corresponde a la atracción y a la satisfacción del instinto
sexual con personas del mismo sexo. Se define como una adaptación
caracterizada por la conducta sexual entre miembros del mismo sexo.

La homosexualidad puede darse en forma activa o pasiva, dependerá del rol que
adopte el sujeto, Se denomina Urbanismo cuando es el ser sexo masculino y
Lesbianismo cuando es el sexo femenino. Se llama pederastia el comercio de la
homosexualidad.

En cuanto a la repercusión médico legal de la homosexualidad radica


especialmente en la corrupción de menores, crímenes, y violentos, y
generalmente de orden pasional, escasamente el lesbianismo llega hasta nuestros
tribunales, ocasionando mayores conflictos el homosexual masculino.

2.- Exhibicionismo: Es el impulso irresistible a enseñar en público, y exhibir los


órganos genitales, normalmente la satisfacción sexual en estos casos se logra
mostrando los órganos genitales al sexo opuesto, de preferencia a niños razón
está por lo que generalmente se hace el exhibicionismo en el mismo lugar, como
ocurre en colegios, iglesia, etc., Se presenta con mayor frecuencia en sujetos del
sexo masculino.

Se distinguen dos clases de exhibicionismo:

a) Formado este grupo por los individuos que presentan una anormalidad más o
menos congénita pero con un grado razonable de integridad mental.

b) Comprende a los sujetos que presentan síntomas iniciales de neurosis o de otra


enfermedad mental que les hace disminuir su sensibilidad moral.

3.- Fetichismo: Anomalía sexual en la cual existe una inclinación erótica hacia
cosas animales o hacia partes corporales de otros sujetos que reciben el nombre
de fetichismo puede ser zapatos, lápices, corsé, etc. Y consiste en que al fetichista
obtiene la excitación sexual y orgasmo con algún objeto material inanimado. Se
presenta en mayor proporción en los hombres.

En cuanto a la repercusión médico legal de esta desviación sexual, es muy


escasa, pero en ocasiones, puede, el sujeto que la padece, cometer robos que
dicen relación con su fetiche y actos de violencia.

4.- Sadismo: Desviación sexual en que la excitación sexual requiere del


sufrimiento de la persona deseada, y que solo se logra el placer sexual
atormentado o hiriendo al acompañante. Se dice que el sadismo es la consecución
de excitación y gratificación sexual infringiendo dolor al objeto sexual.
Esta desviación tiene gran trascendencia médico legal ya que puede traducirse en
simples agresiones de orden verbal o moral, mordeduras, amenazas,
flagelaciones azotes encadenamientos etc, y en los casos de mayor gravedad
podría el sujeto cometer crímenes que revisten el carácter de brutales y
monstruosos.

5.- Masoquismo: Para la excitación sexual el masoquista necesita recibir tortura


física o mental, gozando con el dolor, que esta le ocasiona tiene poca repercusión
médico legal.

6.- Animalismo sodomía zoofilia erótica: En estos casos se trata de la realización


del acto sexual con animales normalmente se da en personas que viven en zonas
rurales, aisladas y de una mentalidad y cultura muy ínfima en ocasiones tiene
importancia medio legal, pues es posible encontrar algunos casos de necrofilia
excitación sexual con cadáveres para luego profanarlo. Generalmente se da en
personas con un déficit intelectual grave, que puede acarrear y violaciones de
tumbas.

7.- Psidofilia y gerontofilia: La primera se caracteriza por la búsqueda del objeto


sexual en niños generalmente del mismo sexo puede homo y heterosexual y tiene
importancia médico legal, en la segunda en cambio el enfermo busca el objeto
sexual en persona de edad avanzada.

Generalmente los delitos que los pervertidos sexuales cometen se refieren a


ultrajes a las buena costumbres, atentados al pudor abusos deshonestos violación
y agresiones.

Las desviaciones sexuales pueden presentarse solas o en conjunto, por ejemplo:


sadismo-homosexual.

En cuanto a la imputabilidad de las desviaciones sexuales, es necesario


establecer en cada caso particular el grado de intensidad de la desviación, el
grado de compromiso de la inteligencia y cuál es la personalidad del sujeto. En
general se aplica la imputabilidad disminuida, estableciéndose un tratamiento
psiquiátrico para el sujeto enfermo.

Es bastante frecuente que la desviación sexual vaya unida al alcoholismo y las


toxicomanías también es posible que esta alteración de la conducta sexual se
presenta en otras enfermedades, parálisis general, oligofrenias, demenciales
seniles.
Psicopatologías Médico Legal de las Epilepsias, Sintomatología,
Imputabilidad, Jurisprudencia.

La epilepsia es una enfermedad, ¨cuya característica fundamental en el


aspecto fisiopatológico es la diarritimia cerebral, y en el aspecto clínico es el
ataque convulativo causado principalmente en unos casos, de manera endógena,
por la disposición hereditaria, y en otros, de modo exógeno, por lesiones
circunscritas del cerebro o por factores nocivos cerebrales y Extra cerebrales de
diversas naturaleza¨ (286); por consiguiente la epilepsia puede ser esencial,
genuina o idiopática (cuando la causa principal es la herencia), o puede ser
sintomática (cuando es causada por factores adquiridos). En ambos casos, puede
faltar el ataque del gran mal y ser reemplazado por ausencias, estados
crepusculares, dístimias, etc., o bien en las dos epilepsias puede al acceso ir
acompañado de trastornos psíquicos agudos y crónicos.

1.- Epilepsias generalizadas de comienzo.

1.- Crisis de Gran Mal: Generalmente sobreviene súbitamente, de una


duración total de medio a tres minutos, ocasionando convulsiones de toda
musculatura. (286), Honorio Delgado, ob. Cit., pág., 333.
Tales convulsiones pueden dividirse en una fase tónica otra clónica que
sigue a la primera. Inmediatamente a la presentación de la rigidez tónica se
produce un grave trastorno de la conciencia que parece perderse por completo, o
sea surge una inconciencia que parece perderse por completo, o sea, surge una
inconciencia total que impide al sujeto recordar algo sobre el acceso. En algunas
ocasiones el acceso va precedido por pródromos (dístimias, sentimientos
desagradables, fatigas y, en general malestares de diversas índoles), por un aura
(sensaciones de frio, mareo, sensación en el estómago, alucinaciones visuales), o
bien, por un aura psíquica que consiste en súbitas dístimias o trastornos del
pensamiento subjetivamente percibidos (287).
Se inicia bruscamente y generalmente con un grito y la caída del sujeto al
suelo, se produce un estado de inconciencia absoluta, rigidez tónica con
posibilidades de producirse heridas; con contracción muscular, con convulsiones
primero tónicas después clónicas que afectan simétricamente a todo el cuerpo;
cpincidecon con esta fase la aparición de una dilación pupilar, aumento de la
tensión arterial, respiración róncate, y, además este espasmo da lugar a la
mordedura de la lengua y de los labios, a veces también emisión de orina.
Esta fase dura de uno a tres minutos, luego el sujeto queda agotado y cae
en el llamado sueño terminal y después en un estado de coma que dura algunos
minutos, de manera que la conciencia se va recuperando en forma progresiva.

2.- Crisis de Pequeño mal: Se define como la serie de accidentes que


sobrevienen cuando la descarga generalizada es muy breve (288).
Se puede clasificar en subgrupos desde el punto de vista electrónico y
terapéutico.
a) Pequeño mal típico: Caracterizado porque la crisis está constituida por
las llamadas ausencias típicas (breve eclipse de la conciencia, normalmente
completo), que se manifiesta ¨por una suspensión brusca y total de las funciones
psíquicas (289); de manera que durante varios segundos el sujeto permanecerá
inmóvil, sin fenómenos musculares, por ejemplo si el ataque sobreviene mientras
el sujeto estaba hablando, se calla; cuando estaba ocupado, se detiene; no se
producen convulsiones ni desordenes en el lenguaje; bruscamente desaparece la
ausencia sin que el sujeto tenga conciencia de lo ocurrido; en algunas ocasiones
la conciencia no desaparece totalmente, solamente se oscurece.

b) Pequeño mal atípico: En estos casos la suspensión de tono predomina


sobre el eclipse de la conciencia (290), hay un debilitamiento de la conciencia que
permanece mnosica.
c) Pequeño mal micológico: También denominado pequeño mal
impulsivo, pequeño mal motor, y se caracteriza por la aparición de las sacudidas
micológicas que afectan al individuo normalmente en forma más o menos
simétrica. Durante esta crisis el sujeto no tiene perturbación de la conciencia, pero
le es imposible evitar las sacudidas bruscas de los miembros superiores, y a veces
de los miembros inferiores de la cabeza. Aparece especialmente en la epilepsia
esencial.

2.- Epilepsia Focal: Estas epilepsias permanecen localizadas, y se definen


por signos clínicos y eléctricos, limitados a un sector neurofisiológico bipolar con
conexiones internas: se trata esencialmente de lasa áreas corticales y de sus
proyecciones talamicas (291), se trata de crisis que no alteran los procesos
generales de la integración psíquica, no hay alteración alguna de la conciencia,
circunstancia por la que no interesan mayormente desde el punto de vista médico
legal.
En la epilepsia esencial y en algunas epilepsias sintomáticas se producen
ciertas alteraciones psíquicas que pueden ser agrupadas como sigue:

A.- Alteraciones agudas (dístimias y estados crepusculares), y


B.- Alteraciones crónicas (transformaciones del modo de ser y demencias).

A1,. Dístimias: Se definen como un cambio más o menos manifiesto del


estado de ánimo que aparece, al menos en un sentido fundamental, independiente
de una motivación externa (292).
También se presentan en psicópatas, oligofrénicos, esquizofrénicos.
La dístimias epiléptica puede ser una depresión pura (con tendencia al
suicidio), apareciendo en forma repentina con desaparición brusca, o bien,
permaneciendo por horas e incluso días; se pueden presentar dístimias eufóricas,
en las que el sujeto siente una sensación de bienestar, pero sin que existan fugas
de ideas. La más corrientes son las irritables en las cuales el sujeto puede ser
peligroso, ya que por todo lo que sucede se molesta, siendo inevitable que se
originen conflictos, los cuales ocurren dada la gran agresividad y excitación que
experimenta el sujeto.
A2.- Estados crepusculares: Comienzan bruscamente, en forma súbita, y
desaparecen después de horas e incluso días, raras veces pueden durar más
tiempo, corresponden al nivel de desestructuración de la conciencia ¨, es decir, se
produce en el sujeto un enturbiamiento de la conciencia, un marcado deterioro del
nivel de la conciencia sin que se anule por completo, lo que permite al sujeto una
cierta reactividad mínima para responder a los estímulos del mundo exterior o de
su propio contenido vivencial.
Existe en estos casos una desorientación termporoespacial con predominio
temporal, pseudopercepciones terroríficas y anomalías angustiosas del estado de
ánimo. La forma más corriente es la manifestada por medio de alucinaciones,
especialmente de color rojo (sangre, fuego), y por alucinaciones que implican una
vivencia emotiva de carácter angustioso que podría acarrear actos de violencia
contra si mismos o contra terceros.
Durante los estados crepusculares epilépticos, los enfermos experimentan
alucinaciones e ilusiones oniroides, presentan ideas delirantes correspondientes a
ellas, captando erróneamente la realidad. Exteriormente pueden prestar diversos
aspectos, estuporosos, soñoliento, obnubilados, confusos, estáticos, agitado
agresivos, etc., (294).
El sujeto se muestra como atontado, responde con lentitud y en forma casi
absurda, Este estado crepuscular normalmente va seguido de una amnesia parcial
y completa que abarca el tiempo que ha durado el estado crepuscular.
Durante los estados crepusculares el sujeto puede realizar actos
delictuales, como por ejemplo exhibicionismo, robos, incendios, atentados al
pudor, a las buenas costumbres, etc. En los casos de estado ligero de
enturbiamiento de la conciencia como no hay poeseudopercepciones ni
desorientación termporoespacial difícilmente puede cometerse acto de relevancia
social y jurídica.
B1.- La transformación epiléptica del modo de ser: Se caracteriza por la
viscosidad de la vida intelectual y afectiva, por falta de fluidez, por la tendencia a la
prodigalidad, a la pedantería y a las dístimias y egocentrismos. Las emociones y
estados de ánimo adquieren un acento morboso, el curso del pensamiento se
encuentra lentificado es frecuenta la perseverancia, es poco claro.

b.2.- La demencia epiléptica: Se presenta trastornos orgánicos del pensamiento y


del juicio, incapacidad de captar, lo esencial hay por consiguiente una decadencia
mental que atenúa los rasgos de agresividad y peligrosidad hay retardo y una falta
de precisión de la comprensión y de los procesos intelectuales por tanto son
rasgos típicos la torpeza, lentitud, falta de claridad, pobreza en el pensamiento
tendencia a la perseverancia tendencia a la actividad, pero los planes y las
actuaciones revelan de juicio y superficialidad.
En lo que concierne al diagnóstico de la epilepsia, es necesario saber con certeza
la naturaleza comicial de los trastornos que se producen, electro clínico, completo,
además de un intenso interrogatorio tanto al enfermo como a la persona que lo
rodea, un examen neuropsiquiatrico, electroencefalograma, en el que los registros
deberán efectuarse durante o en la proximidad de un accidente comicial los
trazados deben repetirse estudiando en cada ocasión, de manera sistemática, las
modificaciones que sobrevienen en relación con la reacción de paro y las diversas
actividades la misma interrupción del tratamiento constituye ya un procedimiento
indirecto en el examen clínico de la epilepsia esencial es necesario someterla al
diagnóstico diferencial con otras afecciones cerebrales que pueden dar origen a
síntomas epilepformes, cono por ejemplo lúes, arterioesclerosis, alcohol, tumores,
etc.
En cuanto a la repercusión médico legal el epiléptico puede delinquir durante las
crisis comiciales o fuera de ellas, como consecuencia de la alteración del carácter
y de la condición del individuo.
1.- Durante las crisis demenciales: Debemos distinguir:
a) Antes de las crisis: incendios, atentados al pudor, atentados contra las
personas, como síntomas prodrómicos, En caso de auras prolongadas se cometen
actos antisociales relativas e insultos a la fuerza pública, destrucción de objeto,
cosas, etc.
b) Durante los ataques del gran mal, generalmente no se cometen actos
antisociales pero es posible que en forma accidental e involuntaria se produzcan
violencias tales como el caso de un chofer que causa un accidente de tránsito,
autolesiones involuntarias, quemaduras, etc.
c) Al término de la crisis se cometen actos delictuales normalmente atentados
contra las personas.
d) Durante los estados crepusculares, ausencias prolongadas, los sujetos
frecuentemente se fugan y desertan ya que caminan inconscientemente, viajan
hasta llegar a un lugar desconocido y sin igual como llegaron allí.
El autor Gilbert Galabuid establece que los delitos cometidos por los epilépticos
poseen siguientes características como son:

1.- Falta de motivo ocasional suficiente para provocarlo por tanto, ausencia de
premeditación
2.- Extraordinaria violencia y furor vital de la reacción ferocidad en desacuerdo
muchas veces con el carácter del sujeto, y que no parece saciarse ni aun después
de logrado el objeto de la agresión descuartizamiento o mutilaciones brutales.
3.- Amnesia consecutiva al acto que lo impide disimular a veces tras la agresión
sueño irresistible cayendo dormido al lado de su víctima.
4.- Muchas veces fidelidad fotográfica con que las infracciones se repiten en un
mismo individuo.

2.- Fuerza de las crisis comiciales: Es posible que la epilepsia no haya tenido
importancia alguna en la relación con el delti que el sujeto ha ejecutado o por el
contrario que existea una relación expresa entre el delito y la euforia del individuo
que realizo el acto, es decir, el individuo es un epiléptico con trastornos psicóticos
caracterizticos de su enfermedad, irritabilidad excitabilidad obstinación
impulsividad fanatismo servilismo mitomanía, que inducen el sujeto a cometer
actos de violencia, como por ejemplo: robo, golpes, prostitución, Estas
alteraciones que se manifiestan ya que desde la infancia del individuo,
ocasionando desarmonías, desajustes familiares y escolares, durante la pubertad
se cometen actos antisociales, robos alteraciones sexuales, y en los adultos se
cometen diversos actos delictuales que presentan caracteres específicos en
relación a la fase o momento de la enfermedad, Así, los delitos cometidos durante
el estado crepuscular y en fases dístimias se caracterizan pero su desarrollo
violento, impremeditado, de aparición brusca y con grave compromiso de la
conciencia y amnesia post delictual repetición incansable de golpes aun después
de muerta la víctima, suelen presentarse robos, incendios, atentados al pudor,
destrozos durante las dístimias.
En general la condición médico legal de epiléptica queda definida por el estallido
subido con grave compromiso de la conciencia y amnesia poste delictual. La
euforia conlleva al sujeto a un cambio en su vida social y económica que puede
conducirlo a la ejecución de conductas antisociales, especialmente alcoholismo,
siendo esta conducta antisocial la resultante de la agresividad impulsiva del
epiléptico de su excesiva irritabilidad y de la gran presión de sus tendencias
instintivas.
En cuanto a la imputabilidad se consagra únicamente la inimputabilidad respecto
de los actos ejecutados durante un acceso epiléptico, pues se trata de actos
independientes a la voluntad del sujeto, y donde la razón está totalmente detenida
en los periodos que preceden a un ataque convulsivo aura o pródromo estado
crepuscular , fuga o fase demencial, en los delitos ejecutados durante el intervalo
de los accesos, vale decir, en la aparente vida normal de estos enfermos, será
necesario estudiar en forma particular cada caso, tomando en consideración la
personalidad del actor, el tipo de delito, los motivos del delito, provocación,
probable ingestión de alcohol, y demás antecedentes previos y , en definitiva será
o no imputable el individuo según el cual sea el informe del perito psiquiatra ya
que este deberá decidir si la responsabilidad del enfermo estaba anulada o
atenuada en el momento de la ejecución del acto.
El dr. Pasmanik estima que la inimputabilidad no podrá invocarse en aquellos
casos en que el nivel de la conciencia y la conservación amnésica de los hechos
sean de grado suficiente y a lo más, podrán servir de atenuante de la
imputabilidad, los rasgos propios de la caracterología epiléptica, valorizados a
través del modo y forma en que se produjo el delito.
De este breve análisis podemos afirmar que la epilepsia es una enfermedad
mental llamada en psiquiatría psicosis, ante el derecho no obstante de ser psicosis
el sujeto que la padece y comete un acto delictual será o no imputable según sea
el momento en que cometió el acto en relación con su euforia.
La jurisprudencia se ha pronunciado acerca de la responsabilidad penal que el
corresponde a estos sujetos epilépticos en diversos fallos.
1.- Corte de concepción año 1918 numero 370 pagina 1145.
Resolvió que el sufre ataques epilépticos hereditarios. Que se repiten
mensualmente ya queda con sus facultades mentales perturbadas durante varios
días, y que ha estado en dos ocasiones asilado en un manicomio, es
irresponsable del delito de homicidio cometido en uno de los periodos posteriores
al ataque.
2.- Corte de Valdivia año 1938, R.C.P año 1938 tomo IV, pagina 532.
Estableció que está exento de responsabilidad penal el que obra durante una fuga
epiléptica porque en tal estado el sujeto se encuentra probado totalmente de
razón.
En otras ocasiones la jurisprudencia ha acogido la atenuante del artículo 11
número 1 de nuestro código penal en relación con el número 1 del artículo 10 del
mismo texto.
1.- Corte de Santiago, 1951, tomo LXVIII, pagina 89.
Estableció que tratándose de un epiléptico aun cuando no aparezca acreditado
que el reo haya obrado dentro de un impulso epiléptico la enfermedad psíquica
que padece, lo sitúa, no entre los sujetos normales plenamente sino entre aquellos
que si bien no pueden ser declarados exentos de toda responsabilidad, por lo
menos son acreedores a ser considerados con una responsabilidad atenuada,
aplicándose la atenuante del articulo 11 número 1 del código penal.
2.- Corte de Valdivia, 30 de junio de 1965, R.D.J tomo LXII, IV.
Al igual que el fallo anterior acoge la atenuante del artículo 11 del código penal en
relación con el número 1 del artículo 10 del mismo cuerpo legal, pues si reo es un
epiléptico cuya enfermedad le sitúa no entre los individuos normales plenamente
imputables sino entre aquella que han de considerarse con una responsabilidad
disminuida.
3.- Corte de Punta Arenas: En la doctrina se establece, una de las características
de la epilepsia enfermedad que al reo le aqueja es la irritabilidad, los individuos
que la padecen con cualquiera motivación rompen en reacciones violentas y
súbitas y en ellas ejecutan agresiones actos antisociales, la corte, atendiendo a los
diversos antecedentes existentes en el proceso considera que el reo es un
epiléptico pero que no cometió un delito, por el cual se le procesa, privado de
razón, ya que no lo cometió en estado de crisis epiléptica, además porque no
padece de demencia epiléptica pero que atendida la naturaleza de sus
enfermedad el reto actuó sin una precisión cabal de la ilicitud de su conducta, con
privación parcial de la razón, lo que hace que si imputabilidad sea disminuida,
concurriendo a su favor el atenuante del articulo 11 número 1 del código penal en
relación con la eximente del articulo 10 número 1 del mismo trato, exige que ha
sido denegado.
4.- Corte de apelaciones de Temuco, 29 de abril 1970, R.D.J 1970 tomo LXVIII,
página 120 y ss.
Teniendo presente el informe pericial que rola a fs 75, ya que manifiesta que el reo
desde los seis años de edad a los dieciséis, sufrió de ataques del tipo
epileptiformes, diurnos y nocturnos, con caídas traumatizantes, que con
posterioridad ha sufrido traumatismos enecefalocraneanos pro diversas caídas y
golpes y se trata de un bebedor, que padeció tuberculosis por varios años, que es
hijo de padre demente y posiblemente epiléptico que tiene escasa formación
general y limitada capacidad de cálculo elemental, concluyen los peritos que se
trata de un débil mental, epiléptico y alcohólico por consiguiente le es aplicable la
eximente del articulo 10 número 1 del C.P la corte expresa que no es procedente
eximirlo de responsabilidad penal pues no aparece acreditado en el proceso, que
el reo se hubiera encontrado privado totalmente de razón y de uso de sus
facultades mentales al momento de ejecutar el delito, pero en cambio, si lo
beneficia la atenuante del articulo 11 número 1 del C.P en relación con el número
1 del artículo 10 del mismo cuerpo de leyes, en atención a las anormalidades
psíquicos que lo aquejaban.
Resumiendo podemos concluir que se declara inimputable y exento de
responsabilidad penal a aquellos individuos epilépticos que han obrado durante
una crisis comicial, antes de una crisis en los periodos prodrómicos o auras,
periodos que anteceden a dichos ataques y por ultimo durante el estado
crepuscular que se origina con posterioridad al ataque mismo. Cuando el sujeto
actúa fuera de los casos señalados se acoge a la atenuante del articulo 11 número
1 del C.P en relación con el número 1 del artículo 10 del mismo texto, pues se
considera que esta enfermedad produce cambios psicorganicos no tratándose de
un sujeto plenamente normal.

PSICOPATOLOGIAS MEDICO LEGAL DE LADS OLIGOFRENIAS


SINTOMATOLOGIA, IMPUTABILIDAD JURISPRUDENCIA.

Las oligofrenias son insuficientes congénitas o adquiridas del desarrollo intelectual


es decir son estados de déficit psíquico que se caracterizan,
1.- Por ser genuinos o bien tempranamente adquiridos durante el periodo fetal, el
parto o la temprana infancia y
2.- Por afectar sobre todo a la inteligencia hay pues un retardo o detención en el
desarrollo normal del psiquismo, Para establecer con exactitud un diagnóstico de
oligofrenia debemos tomar en consideración un aspecto social y un aspecto
científico esto es social que corresponda a comprobación de una dificultad
practico, comprobación de una dificultad practica para conducirse autónomamente
en la vida y científico, comprobación de un rendimiento deficiente en las llamadas
pruebas o reactivos de la inteligencia.
Se distinguen diversos grados de oligofrenias
1.- El más grave corresponde a los anteriormente llamados idiotas, hoy
oligofrénicos profundos en estos casos el individuo tiene una edad mental de
hasta tres años de edad y un cociente intelectual inferior a 0-3 se trata de sujetos
incapaces de aprender a hablar pero hay casos en que aprender pero hablan muy
mal pueden aprender gestos fundamentales de la vida cotidiana pero, están
completamente supeditados a los demás sujetos que le rodean.
2.- Los entes llamados imbéciles u oligofrénicos moderados, que tienen un C,I
entre 0.3 y 0.5 son sujetos parcialmente educables que pueden aprender a hablar
y asimilar algunos conocimientos escolares básicos.
3.- Los oligofrénicos leves, se trata de aquellos individuos que tienen un C,I entre
0.5 y 0.65 pueden aprender con sacrificio una enseñanza primaria y de ganarse la
vida realizando trabajos sencillos.
Los oligofrénicos se caracterizan principalmente por la incapacidad para asimilar el
material empírico y para establecer connotaciones asociativas. La fijación sobre
imágenes concretas y la incapacidad para la abstracción y la diferenciación el uso
de repeticiones que se aplican a menudo en forma inadecuada, la credulidad y la
dificultad para adquirir conocimiento mediante la experiencia carecen de juicio y
son torpes de expresión.
La sintomatología en las oligofrenias básicamente está dada por la insuficiencia
del pensamiento, la deficiente capacidad de abstracción, la carencia de capacidad
para desprenderse de lo que es habitual, la gran dificultad de aprendizaje y la
insuficiencia para enjuiciar y comprender determinados hechos en cuanto al modo
de expresión este varía según el cual sea el grado de oligofrenia que afecta al
sujeto, así en los grados más profundas el individuo no puede hablar además se
observa una lentitud de percepción la memoria puede ser deficiente o por el
contrario excelente pero en general la memoria no es mala, sino que a veces, el
sujeto no puede captar algo y por tanto no fija la mente en ese hecho y por ello no
lo recuerda, también es posible que estos individuos sufran amnesias después de
una dístimias estado confesional o emoción intensa, tienen buena orientación
termporoespacial pero deficiente orientación situacional en cuanto a la afectividad,
es muy variada, pero la generalidad de los oligofrénicos son apáticos, un menos
número es erótico un porcentaje ínfimo es intermedio, Es frecuente la presencia
de dístimias en estos sujetos depresivos, irritables, escasamente eufóricos, que en
algunas ocasiones van acompañadas de estados confusionales también pueden
surgir psicosis episódicos que normalmente consisten en estados paranoides que
duran semanas o meses, la atención generalmente es normal, pueden demostrar
cariño, gratitud y en cuando a los impulsos sexuales no se encuentran bajo el
control de la voluntad o el juicio por consiguiente en algunos casos el instinto
sexual se manifiesta en forma brutal y sin freno alguno y hay una mayor tendencia
a las perversiones sexuales que en los seres normales ,que se manifiesta por
medios de exhibicionismo sodomía prostitución psidolfilia etc., los movimientos los
oligofrénicos profundos, son mal coordinados y el lenguaje es torpe, la marcha se
lenta y pesada, no tienen elasticidad.
En cuanto a la repercusión médico legal de los oligofrénicos podemos decir, que
su potencial delictivo se encuentra aumentando como consecuencia de su escasa
capacidad de valoración, circunstancia por la que ante mínimos pretextos pueden
cometer un crimen, incendio o atentando sexual.
La conducta antisocial de los débiles mentales está determinada, como bien lo
señala el doctor Pasmanik por el bajo nivel de sus juicio ético y de su
discernimiento por su estrecho sentido del deber, de la responsabilidad y del
cumplimiento, por el grado de disminución de su autocritica y por la liberación de
sus frenos instintivos, A estos factores, agrega el mismo autor, deben sumarse el
tipo de disposición clínica erótica, que da lugar a un tipo de delincuencia activa, e
inhibida que determina una conducta delictual pasiva.
El tipo de delito que pueden realizar los oligofrénicos varían según los grados. En
efecto, los oligofrénicos profundos pueden incurrir en actos antisociales, como por
ejemplo matar a las personas que le rodean, provocar un incendio, El oligofrénico
moderado puede cometer cualquier acto delictual sea de vagabundaje, de
mendicidad, robos, homicidios, lesiones, incendios, atentados a pudor,
exhibicionismo sodomía, bestialidad, necrofilia, etc., Los delitos ejecutables por los
oligofrénicos profundos y moderados, son bruscos, agresivos carentes de
premeditación y de finalidad, es decir, son delitos absurdos e incomprensibles. Por
su parte el débil mental puede ejecutar cualquier delito, pero normalmente estos
sujetos requieren del impulso exterior para cometerlos, es decir, es primordial en
estos individuos el medio ambiente, la educación, pues la credulidad y la sugestión
que los caracteriza los hace física instrumentos de terceros en la comisión de
complicidad de delitos, esa categoría de oligofrénicos es que proporciona la más
alta cuota de criminalidad.
En lo relativo a la imputabilidad será necesario en cada caso particular valorar el
grado de compromiso del juicio, temperamento, instintos, capacidad de adaptación
al medio y disposición clínica.
Se ha estimado que en los oligofrénicos profundos, por carecer de capacidad para
valorar sus actos son declarados inimputables casi sin discusión, Los oligofrénicos
moderados jamás son totalmente imputables por el acto realizado, dependerá del
grado de insuficiencia y del tipo de delito que se haya realizado, pero
generalmente se consagra la inimputabilidad ya que en estos sujetos se encuentra
altamente comprometida la capacidad de juicio, de discernimiento y de valoración.
En el débil mental será necesario analizar cada caso particular, ya que su
imputabilidad varía según se vaya acercando a la normalidad intelectual, De
manera que debe valorarse la profundidad del trastorno, las influencias
ambientales, el tipo de delito, la profundidad del acto, el desarrollo del acto u la
actitud del individuo. El Dr Pasmanik expresa que, a mayor simplicidad técnica del
delito por ejemplo: homicida, violación, robo, mayor imputabilidad. Y a la inversa,
la participación de un oligofrénico en delito de complejidad técnica mayor, estafas,
malversaciones falsificaciones inclinan a una menor imputabilidad.
En los casos de oligofrenia somática que conlleva un retraso mental, no existe
duda alguna de que se trata de sujetos inimputables en tanto cuando se trata de
variantes individuales del desarrollo intelectual de carácter relativo la
determinación de la imputabilidad depende del grado que afecta al sujeto.
Resumiendo lo antes dicho podemos concluir que la imputabilidad se consagra
cuando el delito realizado por el oligofrénico ha requerido de una cierta capacidad
de comprensión, como ocurre en el caso de la estafas y la imputabilidad cuando el
sujeto, se aproxima a la normalidad y cuando se demuestra que ejecuta el delito
en forma consiente sabiendo el alcance y las consecuencias que dicho acto
ocasionara.
Como punto de partida para establecer la imputabilidad en los oligofrénicos se ha
fijado un cociente intelectual de 0.50 de manera que, todo individuo cuyo
cuociente intelectual, sea inferior a este cifra mínima será inimputable y por ende
jurídicamente irresponsable por los actos que ejecute, pero en opinión de
numerosos autores esta cifra tiene solo un valor de orientación y por lo mismo, no
puede por sí definir la imputabilidad de un individuo, es decir, debe tomarse en
consideración el cuociente intelectual en la determinación de la imputabilidad pero
está en definitiva, deberá deducirse del examen global del sujeto, clínico y
psicométrico sumando al análisis de la conducta y situación delictual especifica.
No hay, pues, un límite fijo entre la oligofrenia y la normalidad psíquica, lo que en
la práctica ocasiona numerosas problemas ya que los peritajes médicos respecto
de un mismo caso podrían ser totalmente contradictorios.
La jurisprudencia sobre estas materias no ha sido unánime.
1.- Corte de Concepción, 7 de julio 1956 sección IV página 81.
Esta Corte declaro exento de responsabilidad penal al reo por padecer este de
una deficiencia psíquica denominada debilidad mental u oligofrenia, que se
caracteriza por la escasa inteligencia del sujeto, su ingenuidad, simpleza, falta de
madurez, credulidad y sugestionalidad. De acuerdo con los antecedentes del caso,
el reo sufre un déficit intelectual profundo, debido a que nació con poca
inteligencia, perdida de la capacidad intelectual por enfermedades infecciosas,
ausencia de memoria, desorientación termporoespacial, padece de bradipsiquis,
es un sujeto sugestionable, obediente, presenta lesiones físicas debido a
enfermedades infecciosas catarata en el ojo derecho de orden traumático, sordera
de ambos oídos debido a una otitis supurada antigua.
2.- Corte Suprema, 5 de octubre 1956 R.D.J 1956, LIII sección IV, pagina 131.
En este fallo la excelentísima corte suprema rechaza el recurso de casación en el
fondo deducido por el reo en contra de la sentencia dictada por la corte de
apelaciones de Santiago, con fecha 13 de julio de 1956, por estimar que ha sido
condenada no obstante querella obro sin conocimiento de causa, es decir, no ha
estado en situación de determinarse a si misma, porque carece de inteligencia
debido a la enfermedad que padece, esto es, oligofrenia profunda agravada por
intenso traumatismo craneano cerebral que debe haber dejado lesiones cerebrales
graves y permanentes, Según este antecedente la reo se encontraría exenta de
responsabilidad penal por aplicación del artículo 10 número 1 del código penal,
norma que ha sido violada, una que la reo fue condenada sin que se tomara en
consideración esta eximente, La corte suprema, rechaza este recurso, pues se
trata de un hecho que debe servir de base a la decisión, cuyo establecimiento
corresponde a los jueves de las respectivas instancias en ejercicio de facultades
que le son privativa y que no pueden ser inferidas por el tribunal de casación.
3.- Corte de Santiago 30 de septiembre 1980. R.D.J 1960. LVIII sección página
216.
En este caso la corte de apelaciones de Santiago absolvió a la reo, por estimar
que, si bien esta no sufría de una enfermedad que pudiese ser considerada como
enajenación mental, si presentaba un déficit ostensible de su inteligencia es una
oligofrénica, con rasgos epileptoides, y neuróticos que la ocasionaron, junto con
un estado emocional intenso de angustia o de ansiedad, originado por la mala
situación y su temor exagerado, la tensión que la produjo y que culmino con un
paroxismo emocional violento con perdida momentánea de la razón.
En otras ocasiones la jurisprudencia no ha considerado la oligofrenia como una
enfermedad capaz de eximir de responsabilidad penal al sujeto que la padece,
sino que ha sido estimada como una circunstancia atenuante por aplicación del
artículo 11 número 1 del código penal en relación con el articulo 10 número 1 del
mismo cuerpo legal.
4.- Corte de Santiago, 30 de septiembre 1969 RDJ 1969 T, LXVI, sección IV
página 287.
Esta sentencia acoge la atenuante del número 1 del artículo 11 del código penal
en relación con el número 1 del artículo 10 del mismo texto, puesto que la reo
presenta una oligofrenia que es una anormalidad mental congénita en la que se
manifiesta una detención del desarrollo intelectual del individuo. La inteligencia
puede faltar totalmente o ser notoriamente deficiente: esta diferente intensidad
explica los grados que se le asignan, el más grave de los cuales corresponden a la
idiotez, y el criterio predominante es considerar inimputables a los idiotas
imbéciles, situación en la que no se encuentra la acusada, pues la conclusión
segunda de la pericia afirma que su coeficiente intelectual corresponde a una
debilidad mental profunda, deficiencia psíquica que no alcanza a constituir la
locura o demencia exigida en el artículo 10 número 1 del código penal disposición
exige la privación total de la razón y por tanto su conducta resultara solo favorable
con la imputabilidad disminuida en los términos del artículo 11 número 1 del
código penal en relación con el articulo 10 número 1 del mismo texto legal.
5.- Corte de Temuco 1970 R.D.J LXVIII IV página 120.
Aplica este tribunal la atenuante del artículo número 1 del código penal en relación
con el número 1 del artículo 10 del mismo cuerpo de leyes debido a que el
procesado además de ser epiléptico y un alcohólico es un débil mental.
6.- Corte Suprema Casación en el fondo, 12 de diciembre 1956 R.D.J T.LXB 1969
Sección IV página 376.
En la primera instancia no se acoge la eximente del articulo 10 numero 1 no se
acoge a la existencia del articulo 10 número 1 del código penal pues en el curso
del proceso no se comprobó que la reo hubiese obrado estando loca o demente o
que hubiese obrado privada totalmente de razón, y los informes periciales
concluyen que la enjuiciada no presenta síntomas o signos de psicosis o neurosis,
se trata de una debilidad mental superior, limítrofe con la normalidad condición
psíquica compatible con el modo y condición de vida que la reo ha llevado, no
presenta rasgos psicóticos y que desde el punto de vista psiquiátrico forense,
debe considerarse imputable, Sentencia que fue apelada y la corte de apelaciones
de Santiago, ante dicho recurso señala que respecto de las facultades mentales
de la reo, tiene plena cabida el informe psiquiátrico que rola al fs 436, que
expresan que no presenta trastornos psicopáticos que es una personalidad
primitiva y con un nivel intelectual torpe, condición limítrofe entre la normalidad y la
debilidad mental y que no padece ni habría padecido con anterioridad, locura o
demencia, que no aparece demostrado que la reo sea retrasada ni una enajenada
mental que permita eximirla de responsabilidad personal por aplicación del artículo
10 número 1 del código penal, ni tampoco atenuada en virtud de la circunstancia
atenuante del articulo 11 numero1 del código penal, ni tampoco atenuada en virtud
de la circunstancia atenuante del articulo 11 número 1 del código penal, por no
existir circunstancias físicas o morales que permitan acoger dicha eximente o en
subsidio, la atenuante invocada por la defensa. La Corte Suprema, rechazo el
recurso de casación en el fondo deducido, por la reo por no estimar infringida la
norma del artículo 472 del código de procedimiento penal, señala al respecto que
la reo es imputable y que no la favorece la atenuante del articulo 11 numero 1
invocada, pues de los informes psiquiátricos se deduce que la reo es consciente,
lucida, con adecuado control volitivo, juicio autocritico y razonamiento con límites
normales, agrega que tiene buena capacidad discriminatoria en el sentido moral,
que la reo es normal en el plano del pensamiento, no tiene trastornos de la
conciencia y no se precian en ellas anomalías de la emotividad. En otros párrafos
de los informes señalados se hace mención a las leves deficiencias de
memorización, la pobreza del lenguaje, lo que es normal atendida la escaza
escolaridad del reo.

7.- Corte Suprema. Casación en el fondo. R.D.J 1965, XII, sección IV, pagina 19.
Rechaza este recurso pues de los informes periciales existentes en el proceso no
resulta comprobado que el reo quede comprendido en la eximente de
responsabilidad penal del artículo 10 número 1 del código penal, por el contrario,
resulta que el reo tiene plena capacidad mental no obstante que los informes
médico legal de fs 246 y 249 establecen que el reo presenta un déficit mental en
su grado inferior, cuya mentalidad corresponde a los 8 años de edad y 10 meses,
y que por consiguiente, debe considerarse comprendido dentro de la eximente del
articulo 10 numero 1. Los jueces del fondo tampoco consideran que favorece el
reo la atenuante del articulo 11 número 1 del código penal en relación con la
norma señalada, como ya se dijo anteriormente, el reo tiene plena capacidad
mental y esta atenuante invocada, exige que el sujeto presente alguna
anormalidad psíquica o intelectual que no llegue a constituir la eximente del
articulo 10 número 1 del código penal.

8.- Corte Suprema. Casación en el fondo, R.D.J 1959, T. LVI, sección IV, pagina
212 de 8 de septiembre de 1959.

No acoge este recurso, deducido por el reo en contra de la sentencia de la corte


de apelaciones de Santiago, sentencia que no acogió la atenuante del articulo 11
número 1 del código penal en relación con el número 1 del artículo 10 del mismo
texto pues el reo es un delincuente mental que solo influye en poco freno de su
impulsividad, lo que no es suficiente para tenerlo como privado de un criterio que
le permita discernir sobre si son o no delictuosos son los actos que ejecuta y cuya
falta de discernimiento, aunque solo fuera parcial, pudiera permitir tener por
atenuada su responsabilidad dentro de una interpretación amplia del articulo
número 1 del artículo 11 del código penal, a pesar de haber sido considerado un
oligofrénico por los médicos legalistas, que es una debilidad mental congénita,
cuyo alcance corresponde a una debilidad mental superior que le significa un
menor control volitivo sobre sus impulsos especialmente agresivos.

9.- Corte de Apelaciones de Santiago, 1978. NEA Gaceta. Septiembre-Octubre


1978, numero 4, pagina 32.

No acoge la eximente del articulo 10 numero 1 del código penal porque de la


pericia efectuada en el proceso, resulta que el reo padece de una debilidad
mental, un actuar con escasa reflexibilidad y un menor control, que disminuirían la
imputabilidad del procesado, pero no se puede afirmar que esté presente
antecedentes psicopatológicos, psicopáticos, neuróticos o psicóticos,
antecedentes necesarios para hacer actuar en favor del reo la circunstancia de
que se trata.

10.- Casación de Oficio, 15 de diciembre 1966, R.D.J, T, LXIII, Sec IV, pagina 443.

Esta sentencia anula la sentencia de fs. 96, pues la corte considero que los jueces
del fondo debieron haber tenido en cuenta el dictamen del fiscal respecto de las
facultades mentales de la reo, esto es, psiconeurosis reactiva del tipo represivo y
ansioso, con personalidad histérica, primitiva, inmadura, de nivel intelectual
colindante con el débil mental y escaso control voluntario, incapaz de resolver el
conflicto emocional que vivía, que si bien no la exime de responsabilidad, si se la
atenúa pues la enjuiciada ha voluntad de que la privaron parcialmente de la
capacidad de refrenar sus voliciones patológicas.
11.- Corte Marcial, Casación en el fondo, 28 de diciembre 1962. R.D.J T, LX,
Sección IV, pagina 311.

Acoge la atenuante del articulo 11 número 1 del código penal en relación con el
número 1 del artículo 10 del mismo cuerpo de leyes, en atención a que el reo
actuó en evidente limitación del juicio y de la autocrítica, que importan una
limitación de la razón a que se refiere el artículo 10 numero 1 ya que, además de
comprender la facultad de pensar comprende la facultad de someter la decisión a
una deliberación libre y consciente.

PSICOPATOLOGIA MEDICO LEGAL DE LOS DELIRIOS CRONICOS.


PARANOIA, ESTADOS PARANOIDES, IMPUTABILIDAD, JURISPRUDENCIA.

Los delirios crónicos, son psicosis caracterizadas por ideas delirantes


permanentes que constituyen lo esencial del cuadro clínico.
La idea delirante es una idea errónea e irrefutable, pero que es verídica para el
enfermo, puede referirse a conceptos, creencias, a fenómenos ideo afectivos por
medio de los cuales el delito se manifiesta (alucinaciones, ilusiones). El delito se
encuentra incorporado en la personalidad del delirante, de manera que el delirio
crónico es una enfermedad mental que compromete la totalidad de la
personalidad, especialmente el campo de la afectividad que es en definitiva, la
presión que de forma totalmente el juicio normal y la realidad, lo que explica el
hecho de que estados afectivos profundos de tipo delirante (amor, envidia, odio,
ambición, etc.). Sean capaces de hacer percibir al enfermo una realidad
totalmente diferente.
La principal enfermedad delirante crónica se denomina Paranoia (antes llamada
locura) se caracteriza por el insidioso desarrollo de un sistema delirante
persistente e inconmovible, hallándose al mismo tiempo conservadas la claridad y
el orden del pensamiento, la voluntad y la acción. (307) (Kraepelin).
La asociación psiquiátrica americana define los estados paranoides como
trastornos psicóticos en los cuales la anomalía esencial es un delirio,
generalmente de persecución o de grandeza. De este delirio se derivan trastornos
del estado de ánimo, la conducta y el pensamiento (incluyendo alucinaciones).
En la paranoia permanecen totalmente intactas las sensaciones y la percepción, la
memoria es buena, la orientación termporoespacial es normal, la atención gira en
torno a la idea delirante, no se comprometen los sentimientos ni la afectividad en
principio, ya que toda vivencia tiene un determinado cariz de afectividad.
Generalmente la paranoia se presenta alrededor de los cuarenta años y de
preferencia en el sexo masculino.
Los delitos paranoicos abarcan todas las posibilidades de la actividad humana,
pero se basan en deseos y temores del enfermo, y el ser humano es muy original
en cuanto a lo que teme o desea pueden encuadernarse los delirios en cuatro
tipos diferentes de persecución, de grandeza, eróticos y de justicia.
a) Delirio de persecución: En enfermo se siente perseguido constantemente por
personas extrañas, generalmente importantes y por organizaciones. Este delirio de
persecución es una personalidad paranoide con buen nivel de la inteligencia, es el
de mayor frecuencia e importancia médico legal, ya que el individuo comete el
delito en forma muy disimulada, cuidadosamente bien organizado.
b) Delirio de justicia: Aquí el sujeto se siente totalmente asilado e injustamente
tratado por su familia, magistrado de justicia, etc. Se quejan de ser traicionados,
juzgados injustamente, que persiguen generalmente la defensa de su honor,
derechos y propiedades, amenazan con tomar la justicia en sus propias manos y
es posible que cometan atentados políticos, calumnias, escándalos, ya que ellos
tienen un convencimiento total de sus ideas, de manera que se transforman de
perseguidos en perseguidores rodeados de enemigos y exasperados de justicia:
hacen justicia y llegan hasta el crimen contra sus enemigos.
c) Delirios eróticos o pasionales, puede tratarse de celotia (delirio de celos, de
infidelidad, y de rivalidad o de erotomia ilusión delirante de ser amado).
Existen otras psicosis crónicas denominadas estados paranoides o ilusión
paranoide con sintomatología parecida a la anterior en cuanto al contenido de las
ideas delirantes, pero en las cuales se agregan alucinaciones auditivas o visuales,
alteraciones de la conducta y trastornos del curso del pensamiento, los contenidos
son iguales y la importancia médico legal semejante.
En los casos de delirios celo típicos el enfermo se las ingenia para descubrir los
sentimientos de las otras personas, y los actos de conducta de estas personas son
mal interpretados, mal entendidos, falseados por el delirante, hasta así llegar a
formar su propia verdad (absoluta) y que puede incluso llevar a conductas
antisociales. En los casos de delirios erotomanías los sentimientos que generan
estos; orgullo, deseo, la esperanza; el enfermo siente enamorado de una persona
de rango social superior al suyo. Este delirio termina generalmente con el rencor
con reacciones agresivas hacia el objeto hasta el crimen pasional.
En opinión del Doctor Pasmanik, la pasión celosa delirante, suele determinar
conductas medico legales agresivas, que se traducen en crímenes, bien
elaborados y premeditados, y efectuados con un sentimiento de acción justa y
necesaria. El delirio de celos es el que ocasiona mayor número de delitos
pasionales, y este delito es una consecuencia lógica de este delirio.
En cuanto a la imputabilidad en principio se consagra la imputabilidad pues el
enfermo conoce y sabe que el acto ejecuta es un delito que tiene trascendencia
penal, ya que algunas de las funciones psíquicas del individuo permanecen
totalmente normales esto se demuestra porque en la mayoría de los casos,
después de cometer el delito, se entregan por si solos a la justicia, pero en verdad,
se trata de personas incapaces de inhibirse, de abstenerse de ejecutar el acto,
porque son tan potentes las cargas afectivas de sus ideas delirantes, tienen para
el tal carácter de realidad, se imponen de tal modo a su voluntad, que se crea en
ellos la necesidad imperiosa de actuar, de manera que, existe una apariencia de
lucidez, no obstante estos sujetos presentan una alteración global de su
personalidad, por lo señalado, se ha estimado por los diversos autores, que el acto
le es inimputable al sujeto toda vez que el estado patológico corresponde a una
psicosis y no puede serle imputado el acto a quien lo ha realizado sin la
intervención de su voluntad sana e consciente.
Se consagra la imputabilidad en los casos en que el delito no tiene relación alguna
con el delirio que padece el autor de dicho acto, lo que resulta bastante difícil de
determinar, en casos muy calificados se aplica la imputabilidad disminuida.
En la práctica, nuestros tribunales de justicia han acogido la eximente de
responsabilidad penal del artículo 10 número 1 del código penal respecto de
aquellos individuos que padecen paranoia, por estimarse que esta enfermedad es
constitutiva de la locura o demencia exigida en la disposición citada.

1.- Corte de la Serena, año 1942, Gaceta tribunales 1942, tomo II, numero 180
pagina 746.

Exime de responsabilidad penal al reo pues actuó por un delirio de persecución


que lo ha privado totalmente de razón además de padecer de un alcoholismo
crónico que lo hace ser un individuo impulsivo.

2.- Corte suprema. 1951, R.D.J. tomo XLVIII, 1951, IV, pagina 10 y s.s.
Se pronuncia respecto del recurso de queja deducido por el procesado en contra
de la sentencia dictada por la corte de apelaciones de Santiago que lo declaro
exento de responsabilidad penal, porque de los informes psiquiátricos se concluyó
que el reo actuó privado de razón y de voluntad, colocándose en ese momento en
la condición de alienado o demente, que el enjuiciado cometió el delito de un
síndrome pasional de celos, nacido de su constitución psicopatológica y bajo cuya
influencia actuó transitoriamente privado de voluntad y razonamiento. Recurso de
queja que solo dice relación con el internamiento del sujeto en el manicomio
nacional, aceptándose dicho recurso en cuanto autoriza al señor Gálvez a salir de
dicho establecimiento sin que sea necesario quedar sometido a control médico.
3.- Corte suprema, R.D.J 1952, tomo XLIX, IV, página 151, s.s.
Recurso de casación en la forma, anula la sentencia de primera y segunda
instancia, que establecía que la reo en la comisión del delito fue determinante por
un estado de emoción patológica que le impidió la acción de sus controles
cerebrales, excluyendo la acción de su libre voluntad privándola en ese momento
de la razón.
4.- Corte de apelaciones de Santiago, 1979, nueva Gaceta, volumen 2, número 3,
Julio Agosto 1979, página 21.
No acoge la eximente del articulo 10 número 1 del código penal ni la atenuante del
articulo 11 número 1, en relación con el articulo antes citado, porque el informe
psiquiátrico, no comprobó la existencia de enfermedades mentales, del acuerdo
que permitiera considerar, ya no imputabilidad, sino una semiimputabilidad, Se
trata de una persona normal que en la situación en que se encontraba y durante el
hecho mismo, actuó impulsado por una fuerte alteración de sus emociones que
repercutió en su estado de conciencia perturbando el adecuado control de sus
actos.

ALTERACIONES PSIQUICAS DEBIDAS A TRAUMATISMO DE CRANEO

Los traumatismos cráneo encefálicos pueden producir alteraciones psíquicas que


ocasionan una destrucción de tejido cerebral, hemorragias inmediatas o necrosis
secundaria, generalmente como consecuencias que ha sufrido el individuo.
Los trastornos mentales originados por traumatismos cráneos cerebrales pueden
dividirse en tres grupos, que corresponden a tres periodos distintos:
1.- Los trastornos del periodo inmediatamente post traumático.
2.- Las confusiones agudas post traumáticas
3.- La evolución ulterior de la enfermedad traumática.

1.- Patología aguda inicial: Estos varían según la intensidad del traumatismo y la
constitución del sujeto: generalmente se trata de alteraciones transitorias de la
conciencia, entorpecimiento de la conciencia que ocasiona un corto estado de
obnulacion, trastorno que puede presentarse bruscamente en el momento del
trauma y durar días, semanas o meses, y van desde el coma profundo, donde solo
se mantienen la funciones vegetativas, hasta los casos más leves que
corresponden a las diversas fases de la conmoción cerebral definida como la
perturbación funcional sin lesión anatómica descubrible.
Siempre se observa trastornos de conciencia de duración prolongada existe con
seguridad una lesión cerebral grave, pero en la mayoría de los casos el trastorno
de la conciencia es pasajero y va asociado a inquietud motora o estados de
excitación, hay por consiguiente, agitación, irritación, delirio y alucinaciones.
2.- En los trastornos confesionales agudos post traumáticos que se presentan
inmediatamente después del accidente, el individuo puede presentar inactividad
total, quedando inmóvil con expresión impávida, mirada fija, sin comprender nada
de lo que sucede a su alrededor, desorientación termporoespacial, contesta con
frases incoherentes y con bastante dificultad.
Podría también ocurrir el caso contrario, es decir que el herido trate de levantarse
golpeando a quien fuese necesario a las personas que le rodean, con el fin de huir
del lugar pueden también oponerse al examen médico.
3.- Secuelas psíquicas post traumáticas: Después de un periodo de tiempo, es
posible que sean descubiertas ciertas secuelas que presentan a consecuencia del
accidente sufrido por el hecho con persistencia de amnesia lacunar del periodo
confesional, y astenia, durante meses, pero también pueden producirse
complicaciones tales como:
a) Korsakov post traumático, cuyos síntomas son amnesia de fijación, fabulación y
falso reconocimiento, además es posible encontrar en estos sujetos, restos
vestigios, de obnubilaciones desorientación en el tiempo, dificultad para
concentrarse la atención y mantenerla, lentitud y torpeza. Aparece generalmente
en los enfermos que han pasado por periodos inmenso de delirium post traumático
sana en la mayoría de los casos.
b) amnesias post traumáticas. Puede manifestarse como amnesia de fijación y
luego evocación de los recuerdos al cabo de unas semanas va sucedida una
amnesia la cunar que permanece durante cierto tiempo.
Puede presentarse como una amnesia sistematizada, es decir, se trata de una
amnesia que recae sobre una parte solamente de los recursos, y por último, como
amnesia global, que corresponde a una abolición total de los recuerdos, hasta de
sus propia identidad, casos estos de poca frecuencia, pero de gran importancia
médico legal.
b.- Amnesias post traumáticas. Puede manifestarse como amnesia de fijación y
luego evocación de los recuerdos que al cabo de unas semanas ya sucedida de
una amnesia lacunar que permanece durante cierto tiempo.

c.- Delirium post traumático, El herido sale del coma a una fase de agitación
psicomotriz, intenta levantarse, zafarse de las personas que se le acercan
golpeándolas grita etc. El estado de ánimo del enfermo varía entre la angustia,
reacciones de pánico y fases de irritabilidad. Al observarse el enfermo. Encuentran
pérdidas globales de memoria, desorientación debilidad de la atención, Dura días
o semanas hasta que desaparecen totalmente los síntomas, pero hay casos en
que la evolución es desfavorable hay un tipo que lo hace hacia una demenciación
con debilitamiento progresivo de todas las facultades intelectuales, y otra tipo que
deriva hacia una codificación de la evolución con su fatigabilidad de la atención y
dificultad de comprensión.

d.- Epilepsia post traumática, Se presenta en sujetos jóvenes después de una


fractura de cráneo por lesiones del tipo nervioso, Inmediatamente después del
accidente epilepsia traumática precoz, que se caracteriza por la presencia de
contracciones musculares pequeñas y puede presentarse después de varios
meses o años (epilepsia traumática tardía), que es de un diagnostico mas
favorable que el primer caso. El electroencefalograma es el mejor método de
investigación de estos focos epilépticos de estos traumatizados de cráneo es una
epilepsia de tipo jacksoniano.

e) estados deficitarios post traumáticos, Es posible que resulten alteradas la


capacidad intelectual, la orientación, adaptación, rendimiento, profesional y por
último, el control de la conducta a veces corresponde a un deterioro leve de
duración breve quedando una conducta alterada que se manifiesta por medio de
empatía, desinterés por las cosas que suceden, falta de iniciativa en otras
ocasiones el deterioro alcanza funciones más importantes del pensamiento por
ultimo puede originarse la llamada demencia post traumática demencia orgánica,
que consiste en un trastorno grave que alcanza a todos los comportamientos del
individuo, tanto las funciones psíquicas como memoria, atención, y también
funciones afectivas (irritabilidad, labilidad emotiva).

K. Schneider autor citado por el dr Vallejos-Nájera, distingue tres tipos diferentes


de lesiones cerebrales: Los impertinentes, eufóricos, locuaces, detallistas y
confiados, 2.-Los torpes, apáticos, embotados, pobres de impulso, lentos. 3.- Los
indisciplinados, irritables, gruñones, explosivos y violentos.

La existencia de estos cuadros de deterioro orgánico mental y las secuelas post


traumáticas presentan graves problemas en cuanto a su diagnóstico y tiene gran
incidencia en problemas jurídicos relativos a indemnizaciones de personas,
especialmente por accidentes del trabajo y de tránsito. En cuanto a la
imputabilidad, se ha estimado que los actos que estos individuos ejecutan serán
apreciados en función del grado de deterioro de los trastornos instintivos afectivos
o niveles de desestructuración de la conciencia.

Pero en general en estos casos debe considerarse inimputable al sujeto el acto


por el ejecutado, ya que las reacciones delictivas de estos enfermos, se deben al
estado confesional que altera la capacidad de comprensión (intelectual y afectiva),
y favorece la liberación de automatismos lo que ocasiona, a su vez, trastornos de
la voluntad.

Difícil de demostrar el trastorno del pensamiento y de la memoria y los


traumatismos encefalocrananos son en general, de escasa significación criminal
pero de importancia médico legal, especialmente en la valoración de secuela s y
síntomas post emocionales.

DESORDENES MENTALES DEBIDOS A INFECCIONES INTERCRENEANAS.

Existen agentes infecciosos que pueden actuar directamente en el cerebro, como


también es posible por insuficientes funcionales de otras vísceras, hígado,
vesícula la infección acciones, indirectamente sobre el cerebro. Se dice que todas
las infecciones neurotropas pueden engendrar trastornos psíquicos esencialmente
contusiónales. Las más importantes son ocasionados por la lúes cerebral, que
comprende tres tipos de lesiones, meningíticas, endorateriales gomosas.

La meningitis se divide en purulento y tuberculoso. La primera de origen a


secuelas tales como casos de oligofrenias que van desde la debilidad mental
hasta la oligofrenia profunda, epilepsia, sordera, ceguera, etc., También puede
traducirse en consecuencias menores como por ejemplo, retrasos en el desarrollo
del sujeto, en la memoria, atención, falta de iniciativas carencia de control emotivo,
tendencias a las depresiones, cambios del carácter, que se manifiestan por los
contanstes cambios de humor, ansiedad, cólera, impulsividad,

En la meningitis la sintomatología psiquiátrica cosiste esencialmente en


somnolencia, obnulacion por ultimo coma. En la meningitis tubesculosa,se
producen trastornos psíquicas que se refieren a las modificaciones de la
inteligencia, enlentecimiento de la educación, astenia, dificultad para relajar
cualquier actividad que requiere inteligencia demás , perturbaciones del humor,
irritabilidad, cólera, impaciencia, es posible que se presenten crisis de depresión
con delirios, alucinaciones, que pueden producir conductas antisociales, Raras
veces origina secuelas neurológicas en la personas adultas esta meningitis
tuberculosa, pero no ocurre igual con los menores, donde tienen especial
importancia las secuelas neurológicas (sordera, afasia), por su incidencia en el
desarrollo intelectual.

Entre las encefalitis tienen especial importancia la encefalitis epidémica o


letárgica, que desde el punto de vista anatomopatologica, es una auténtica
inflamación cerebral que presenta desordenes psíquicos de variada índole, según
se trate de una fase inicial o de fase crónica.

En la fase inicial aguda, se caracteriza por la presencia de un síndrome infeccioso


ligero, que se acompaña de signos psíquicos de tipo confesional de signos
neurológicos. Se presenta de un modo brusco o bien, procedida de un pródromos,
cansancio, dolor, etc. Y puede ocasionar trastornos mentales que van desde una
atenuada confusión mental a una sicosis delirante, alucinatorias y estados
estuporosos Además se encuentra alterada la orientación, termporoespacial, hay
una parálisis de la musculatura ocular, por consiguiente el sujeto tiene reacciones
anormales de las pupilas, rígidos de la luz, el sistema vegetativo también se altera
excesiva sudoración.

En la fase crónica se originan diversas secuelas:

1.- El parkinsonismo, que puede sintetizarse de la siguiente manera: rostro de


mascara, rígido, lenguaje monótono y mal articulado, actitud algo encorvada
rígidos (acompañados frecuentemente por un fenómeno de la rueda dentada a la
movilización pasiva=, y el temblor de grandes oscilaciones, a más acentuado
muchas veces en la mitad del cuerpo, adiadorincela, ausencia de movimientos de
los brazos, durante la mareja y alteraciones de tipo vegetativo, sobre todo saliveo.
Se presentan en estos individuos trastornos psíquicos leves relativos a la
afectividad, indiferencia, inactividad, desasosiego en los niños, irritabilidad.

2.- Síndrome de Brad psiquis, se caracteriza por una disminución de la atención


voluntaria, del interés espontaneo de la iniciativa de la capacidad de esfuerzo y del
trabajo con fatigabilidad objetiva y objetiva y ligera disminución de la memoria. En
los casos de mayor gravedad estos enfermos permanecen sin realizar actividad
alguna de manera que llevan una vida vegetativa y dependiente de otros sujetos.
También ocasionan trastornos del equilibrio instintivo afectivo en el humor,
carácter, etc, En general, se puede afirmar que en los niños la encefalitis puede
determinar cambios del carácter, impulsividad, inquietud motora. En los adultos,
en cambio pobreza de impulsos y bradifrenia.

Estas secuelas de enfermedades encefálicas se traducen con posterioridad en


alteraciones conductuales y de la personalidad que se manifiesta por medio de
agresividad sexual robos que se caracterizan únicamente por ser impulsivos
furtivo, repetivo, poco importante, especialmente la comisión de hurtos reiterados,
La psicosis Reactiva: Las psicosis reactiva son trastornos mentales que
generalmente de tipo agudo que se originan de la presencia de otros factores
concomitantes:

1.-Factor biológico: entre los cuales son mas frecuentes las alteraciones
hormonales producto del embarazo y del parto, pero también pueden ser
producidas de otras alteraciones metabólicas, endocrinas o infecciosas.

2.- Factor hereditario: que consiste en la presencia de una carga familiar de


patología psiquiátrica.

3.- Factor vivencial: Que corresponde a situaciones emocionales que implican


temor, angustia y otras emociones y que son insuperables para el o la enferma.

La psicosis reactiva se caracteriza por la presencia de alteraciones de la


conciencia, alucinaciones, alteraciones de la conducta y agresividad, pues originan
trastornos psíquicos mas o menos intensos que influyen sobre su imputabilidad,
perturbaciones psíquicas que no alcanza a constituir una psicosis especifica.

Dentro de la psicosis reactiva, la de mayor importancia médico legal, son las


psicosis del puerperio o la lactancia ya que pueden dar origen a delitos e
infanticidio.

En la psicosis del puerperio, la enferma puede presentar ideas de persecución o


perversiones sexuales, Existen alucinaciones y con bastante frecuencia escuchan
voces que les dicen que maten al niño, La conducta hacia el hijo generalmente
importa evasión y por el contrario, excesivos cuidados no permitiendo que otras
personas lo toquen, es común que piensen que alguien los quiere robar.

El acto delictual más común en esta enfermedad es el infanticidio, que se


caracteriza por algo ilógico y no comprensible.

Conclusiones.

El objetivo de nuestro trabajo consistió en dar una visión global de la eximente de


responsabilidad criminal consagrada en el artículo 10 número 1 de nuestro código
penal.

Al analizar la calidad del loco demente expresiones comprendidas en la eximente


aludida, dijimos que estas debían ser entendidas en un sentido amplio, de manera
en que ellas deben estimarse incluidas cualquier enajenación mental capaz de
impedir al sujeto su acción en forma libre y conciente.

Pues bien, basados en las investigaciones efectuadas respecto de este complejo


tema de las enfermedades mentales, podemos concluir cuales de estas, a nuestro
parecer, deben configurar la eximente contemplada en la primera parte del articulo
10 numero 1 de nuestro código penal.

En lo concerniente a la segunda parte del artículo de estudio, esto es, la privación


total de razón por causas ajenas a la voluntad del sujeto, podemos afirmar con
certeza que esta eximente presenta problemas graves en su aplicación práctica.

Dichos problemas derivan de que esta eximente exige una privación total de
razón, requisito que elimina la posibilidad de incluir en ella a:

1.- Los individuos que sin ser enajenados mentales son anormales psíquicamente.

2-.Los sujetos padecen solo de una privación parcial de razón.

Esta deficiencia legal en parte ha sido subsanada por la jurisprudencia pues está
en los casos anteriormente señalados ha hecho aplicable la atenuante del articulo
11 numero 1 de nuestro código penal en relación con el número 1 del artículo 10
del mismo cuerpo de leyes.

Pensamos que esta solución solamente es apropiada respecto de aquellos


individuos que, en forma transitoria y accidental obran durante una privación
pasajera y parcial de sus facultades psíquicas, y no cuando se trata de sujetos que
padecen permanentemente de una privación parcial de sus facultades mentales.

A continuación concluiremos que enfermedades mentales eximen de


responsabilidad criminal en virtud de la primera parte del articulo 10 numero 1 de
nuestro código penal y cuales por aplicación de la segunda parte de la misma
disposición.

I.- Alcoholismo y psicosis alcohólica: En esta materia necesitamos distinguir las


diversas situaciones que pueden presentare para obtener el fin propuesto.

1.- Intoxicación alcohólica aguda:

.a- Embriaguez normal: Esta no es una enfermedad mental y por consiguiente no


queda incluida dentro de los términos loco o demente a que se refiere el artículo
10 numero 1 primera parte.

Sin duda alguna, la embriaguez normal ocasiona en el individuo alteraciones de


sus facultades intelectuales y cognoscitivas, de manera que el sujeto que en tal
estado realiza un acto ilícito podría invocar a su favor la eximente consagrada en
la segunda parte del articulo 10 numero 1, es decir la eximente de haber obrado
privadamente total de razón. Sin embargo no debemos olvidar que dicha privación
debe prevenir de causas independientes a la voluntad del sujeto, quedando por lo
tanto amparado por la eximente contemplada en la segunda parte del articulo 10
número 1 del código penal, siempre que el sujeto desconozca dicha anormalidad.

2.- Alcoholismo Crónico: En psiquiatría el alcoholismo es una enfermedad mental y


por ende debería ser capaz de eximir de responsabilidad a quien padeciéndola
realiza un delito pues queda amparado por la eximente contemplada en la primera
parte del articulo 10 numero 1.

No obstante ello nuestros tribunales de justicia han adoptado el criterio de


absolver al autor del delito en virtud del artículo 10 numero 1 segunda parte es
decir de la privación total de razón por causas ajenas a la voluntad del sujeto o de
atenuar su responsabilidad en conformidad a lo dispuesto en el número 1 del
artículo 11 de nuestro código penal en relación con el número 1 del artículo 10 del
mismo cuerpo legal por estimar que el agente padece una pérdida de su
capacidad de control que le impide abstenerse de actuar.

3.- Psicosis Alcohólica: Entre estas nos referimos al delirium tremens síndrome de
korsakov alucinosis alcohólica estado paranoide alcohólica. Como su nombre lo
indica constituyen una forma de enfermedad mental que queda comprendida en
los términos loco o demente, utilizados por nuestro Código Penal en su art. 10 N°
1, primera parte.

Recordemos en estas materias que, la Comisión Redactora se refirió,


expresamente al Delirium Tremens diciendo que, éste no podía eximir de
responsabilidad al autor de un acto ilícito, pues tal estado no provenía de causas
ajenas a su voluntad, aun cuando le producía una privación total de razón.

Contrario a lo sustentado por la Comisión Redactora consideramos que, las


Psicosis alcohólicas deberían eximir de responsabilidad criminal a título de
enajenado, pues quien las padece es un enfermo mental con grave compromiso
de sus facultades psíquicas superiores.

II.- Toxicomanías

Los Toxicómanos no son seres normales, pues presentan una base o fondo
patológico. No obstante lo señalado, estos individuos no se incluyen entre los
enfermos mentales y, por ende, no quedan amprados por la eximente consagrada
en la primera parte del art, 10 N° 1 de nuestro Código Penal.

Ahora bien, si durante el Síndrome de abstinencia o síndrome de intoxicación


realiza un acto ilícito con el objeto de procurarse la dosis de droga necesaria, éste
debiera quedar eximido de responsabilidad penal por beneficiarlo la eximente
contemplada en la segunda parte de la disposición citada, pues ha actuado
privado totalmente de razón por causas independientes a su voluntad.
III.- Personalidades Psicopáticas

Las personalidades psicopáticas no son enfermos mentales, razón por la cual no


están comprendidos en las expresiones loco o demente empleadas en la primera
parte del art. 10 N° 1.

Sin embargo, como se trata de personas que presentan una base patológica se
les hace aplicable la atenuante de responsabilidad del art. 11 N° 1, en relación con
el art. 10 N° 1 de nuestro Código Penal.

IV.- Psicosis Maniaco Depresiva

En las fases acentuadas de una crisis, Sea maniaca o depresiva, el sujeto es un


enfermo mental en los términos exigidos en el N° 1 del art. 10, lo que le permite
eximirse de responsabilidad en virtud de la primera parte de dicha disposición.

Fuera de las fases agudas, vale decir, durante las fases atenuadas de una crisis,
el individuo actúa privado totalmente de razón por causas ajenas a su voluntad y,
por consiguiente, le beneficia la eximente consagrada en la segunda parte del art.
10 N° 1.

V.- Psicosis de la Senectud

Como lo dijimos en su oportunidad, estas psicosis se engloban dentro del vocablo


“Demencias”, lo que podría inducir a pensar que sólo a estas enfermedades
mentales se refirió nuestro legislador al expresar “El loco o demente…”, lo que es
un error, puesto que las psicosis de la senectud constituyen una de las tantas
enfermedades mentales existentes en Psiquiatría.

En consecuencia, podemos afirmar que las psicosis de la senectud son una


enfermedad mental que queda comprendida en la primera parte del art. 10 N° 1,
cualquiera que sea la fase de dicha enfermedad.

VI.- Psicosis de Involución

Es una enfermedad mental que en sus fases más agudas altera gravemente la
conciencia del sujeto, lo que implica que éstas deben quedar comprendidas en los
términos loco o demente empleados en el N° 1 del art. 10 de nuestro Código
Penal.

VII.- Esquizofrenia
Es una enfermedad mental que configura, en principio, la eximente de
responsabilidad del art. 10 N° 1 relativa a loco o demente.

Decimos “en principio”, pues en cada caso particular será necesario tomar en
consideración la forma de evolución de esta enfermedad en relación con el acto
delictual para determinar acertadamente la responsabilidad que le cabe al autor.

VIII.- Desviaciones Sexuales

Las desviaciones sexuales no son una enfermedad mental y, por lo tanto, no


quedan comprendas dentro de la primera parte del art. N° 1 de nuestro Código
Penal; se trata de una anormalidad del instinto sexual.

Atendiendo al grado e intensidad de la anomalía sexual que afecte a un individuo


determinado es posible que su responsabilidad penal pueda quedar beneficiada
con la atenuante del N° 1 del art. 11 en relación con el N° 1 del art. 10 del Código
Penal.

IX.- Epilepsia

Para la Psiquiatría la epilepsia es una enfermedad mental y por ende, debería


quedar comprendida en las expresiones loco o demente a que hace mención la
primera parte del art. 10 N° 1 del Código Penal.

No obstante ello, la epilepsia no está incluida en la eximente aludida y en la


práctica nuestros Tribunales han estimado que, cuando el sujeto delinque durante
una crisis epiléptica, estado crepuscular y fase demencial epiléptica, queda
amparado por la eximente consagrada en la segunda parte del art. 10 N° 1, pues
ha actuado privado totalmente de razón por causas ajenas a su voluntad.

XI.- Oligofrenias

La oligofrenia es una enfermedad mental de las exigidas por nuestro Código Penal
en su art. 10 N° 1 para poder eximir de responsabilidad criminal.

En esta enfermedad se distinguen diversos grados, y pensamos que sólo cuando


se trata de oligofrénicos profundo y moderado con alto compromiso de su
conciencia, se trata de enfermos mentales. Respecto de los oligofrénicos leves no
puede configurarse esta eximente, pues no se trata de enfermos mentales que
queden comprendidos en el art. 10 N° 1. Estimamos que esta deficiencia mental
debería eximir de responsabilidad o al menos atenuarla, pues se trata de
individuos que en forma permanente son anormales psíquicamente.

XII.- Paranoia y Estados Paranoides


En Psiquiatría la paranoia es una psicosis y, por consiguiente, una enfermedad
mental que cabe en las expresiones loco o demente utilizadas en el art. 10 N° 1
del Código Penal.

Debemos tener presente que si el delito realizado por el enfermo no guarda


relación alguna con su delirio, éste no puede quedar amparado por la eximente
contemplada en la primera parte del art. 10 N° 1.

XIII.- Alteraciones Psíquicas Debidas a Traumatismos de Cráneo

Respecto de estas alteraciones podemos decir que no se trata de enfermedades


mentales propiamente tales y por lo tanto no pueden quedar comprendidas en la
eximente consagrada en el N° 1 del art, 10 de nuestro Código Penal.

A estos individuos que padecen de trastornos psíquicos originados por un


accidente le es aplicable el art. 10 N° 1 segunda parte, pues se encuentra privado
totalmente de razón por causas independientes a su voluntad, atendiendo en cada
caso particular a la intensidad de las alteraciones sufridas por el sujeto y a la
relación que éstas guarden con el acto delictual.

XIII.- Desórdenes Mentales debidos a Infecciones Intracraneanas

En los casos que la infección deja secuelas graves, como por ejemplo, una
meningitis purulenta que origine una oligofrenia profunda, no cabe duda que es
una enfermedad mental capaz de eximir de responsabilidad criminal por aplicación
de la primera parte del art. 10 N° 1.

Cuando la infección deja huellas de menor gravedad no podrán éstas ser


clasificadas como enfermedad mental comprendida en la disposición citada, pero
sí pueden originar una privación total de razón provenientes de causas ajenas a la
voluntad del sujeto lo que haría aplicable a su favor la eximente contemplada en la
segunda parte del art. 10 N° 1.

En las fases iniciales de una encefalitis epidémica o letárgica se produce en el


individuo un estado de confusión mental que lo lleva a una verdadera psicosis
delirante lo que nos indica a concluir que en este caso el paciente debe quedar
comprendido dentro de los términos loco o demente utilizados en el art. 10 N° 1.

En la fase crónica las secuelas constituyen enfermedades mentales que deben


entenderse comprendidas en la primera parte del art. 10 N° 1.

XIV.- Psicosis Reactiva


Como su nombre lo indica, es una enfermedad mental que debe estimarse
comprendida en la eximente contemplada en el art. 10 N° 1, relativa al loco o
demente.

Al terminar nuestro trabajo, debemos hacer presente que, nuestro deseo fue el de
contribuir, en alguna medida, al esclarecimiento de la eximente de responsabilidad
criminal consagrada en el art. 10 N° 1 de nuestro Código Penal. La visión global
de la eximente aludida tiende a la obtención de la finalidad y última del hombre en
la aplicación de Derecho, cual es, la Justicia.

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Gacetas Jurídicas:

Gaceta de tribunales 1900 a 1950


Gaceta Jurídica Número 10, 15 de julio de 1977.
Gaceta Jurídica Numero 23, Febrero 1979, Impreso. Filadelfia.
Nueva Gaceta, volumen II, número 2, 1979
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