Cada vez está más eufórico, cada vez está más arrogante, más soberbio, más pesado ese

hombr
ue, gracias al alce de unas manos femeninas y otras masculinas, empezó a subir su
popularidad y alborotar las tendencias de la intención de voto.

Ahora es más grosero, más chabacano, más malcriado y, si no estuvieran las cámaras de te
levisión delante de él, sería capaz de golpear a los hombres y mujeres de prensa que s
in miedo le lanzan preguntas que sus amigos de ciertas casas editoras, esas que
hablan de la objetividad y golpean por lo bajo, callan.
Ahí está PPK con el mentón en el cielo como jirafa envejecida, gritando ¡no!, ¡no!, ¡no! al
que se deja gritar, caminando en medio de sus ayayeros como terrateniente que ha
perdido el chicote, por el cual se pelean en una tienda que cerró sin antes haber
abierto.
Ahí está PPK cosechando más seguidores incautos que no saben que miente, que no saben
que el gringo no es ciudadano peruano ya y que ha entregado su vida y su alma a
los Estados Unidos por su ambición de siempre que es el dinero.
Ahí está PPK mirando sobre el hombro a sus simpatizantes que ni se imaginan que el v
erdadero lobo disfrazado de cordero es el abuelo del Tío Sam.
No se puede ocultar la verdad toda la vida y hay algunos de sus seguidores que s
e van dando cuenta ya que PPK, el candidato que deshonra al cuy, es tan autorita
rio como Fujimori.
Si ciertos jóvenes, la minoría por supuesto, no fueran tan cabeza-huecas, las payasa
das que hace PPK apenas quedarían para el especial del humor y le exigirían para seg
uir con él que se deje de vivo y muestre las pruebas de haber cumplido con su prim
era promesa electoral que es renunciar a la nacionalidad estadounidense.
Si un joven le dice que votará por PPK porque él es el mejor, rece un Padre Nuestro
para que Dios proteja al mundo de esos jóvenes. Haga lo mismo si una jovencita le
dice que votará por él porque es un tío lindo. De una juventud así se aprovecha la Gring
a Inga con ademanes masculinos, porque consigue votos con solo hacer payasadas.
Ahora está insoportablemente arrogante porque va bien en las encuestas. Mientras s
ube en los sondeos de opinión, Alan García y sus amigos, esos que piensan con el bol
sillo, se frotan las manos, porque sabe Dios qué planes tienen para el país.