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POSTALES URBANAS
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Voceadora de la calle de Isabel la Católica y San Jerónimo.
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burócratas, vendedoras, costureras y demás, gran cantidad de personas que
salen, entran, vienen y van; que se dan cita para saborear los acostumbrados
tacos de la esquina que llenan la calle con su olor a carnitas, pollo, suadero y
bistec, en medio de limones, salsas, cilantro, cebolla y nopales, aunque si se
prefiere un almuerzo más ligero en la calle abundan las vendedoras que ofrecen
jugos, yogurt, gelatinas, atole, café, bebidas siempre acompañadas de un
exquisito pan de dulce, si se tiene mucha prisa ya tienen preparado una bolsa de
polietileno con un sándwich, fruta y yogurt.
Desde ese lugar se observa una gran afluencia hacia los cuatro puntos cardinales,
en cada cruce de semáforo se pueden llegar a contar más de cincuenta personas,
que esquivando a los comerciantes, tratan de cruzar las calles.
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Católica o Isabela como le dicen sus moradores; puerta constantemente
resguardada por vigilancia privada, antes siempre cerrada, ahora conecta el inicio
del corredor cultural en San Jerónimo y llega hasta la plaza de las Vizcaínas.
En la esquina con San Jerónimo, en la calle un inmenso árbol que para quién
transita por ahí, no significa nada en absoluto pero para Doña Margarita que se
resguarda en él, representa su protección, le asegura su comercio de fruta, que
compra en la Merced -manzanas, plátanos, ciruelas, guayabas, uvas, mandarinas
y melocotones de a seis o de a dos por diez, si te descuidas hasta de a ocho
pesos-, amaranto, palanquetas a parte de otros dulces mexicanos, de las once de
la mañana a las seis de la tarde.
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Es el Inmueble de Isabel la católica 99, consta de una planta baja y un nivel. En la planta baja hay un
departamento y tres accesorias (reparación de bicicletas, venta de uniformes, revelado de fotografías y en la
entrada una tienda, en el nivel superior existen seis departamentos. El edificio tiene una antigüedad de150
años, está deteriorado y en mal estado físico, por dentro ésta apuntalado), la mayor parte de los inquilinos
rentan y su sitio de trabajo es el Centro Histórico, tienen en promedio de ocho a treinta años de residencia.
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vende ni para los vecinos, habitantes del entorno. Por la tarde más allá de las
siete, llega la güera, siempre glamorosa, con su puesto rodante hecho de metal,
con una plancha caliente, la esquina se transforma en puesto para la venta de hot
cakes.
Detrás del rostro de la Sra. Margarita, se encuentra la vida de una mujer que migro
junto con su familia desde un lugar cercano a la ciudad de Toluca, hace más de
cuarenta años:
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La entrevista a la Sra. Margarita Pérez Cruz, se realizó en diferentes tiempos, en febrero 2002, en mayo de
2004 y la última se realizó en febrero de 2007.
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también se deja ver en las primeras horas del día el expendio de jugos que
atiende la Sra. Beatriz, quien llega todos los días poco antes de las seis de la
mañana, transitando desde Iztapalapa en compañía de sus hijas y a veces de su
esposo, quien va primero a la Merced por las naranjas, mientras se saca el puesto
que resguardan en un estacionamiento. Pasos adelante, como en la mayor parte
de las esquinas del centro, se halla una vendedora de atole y tamales siempre
rodeada de comensales, es la Sra. Paula, junto a ella un puesto establecido hace
muchos años para la venta de periódicos y revistas. En este lugar encontramos a
la Sra. Amada Rodríguez, nació dentro del edificio del Claustro de Sor Juana, hizo
su primera comunión en la capilla del exconvento, cuando este se utilizaba como
vecindad, además de centro nocturno, lugar que acogió al cabaret Smirna, hasta
antes de que entrara en custodia de la familia López Portillo. Ella dice que nunca
abandonaría este lugar, aunque todos los días venga desde el Estado de México,
cerca del medio día o cuando no puede venir a trabajar por alguna causa
relacionada con sus hijos, la que atiende y cuida el negocio es su mamá, quien
también tiene un puesto de periódicos, sobre las calles de Regina.
De este lado donde yo nací era una vecindad, de este lado era una tienda, más
para allá era el salón Smirna, era un salón de baile familiar y después seguía, una
vivienda y después otra vivienda, la iglesia, un hotel y aquí en la esquina de este
lado estaba una mueblería.4
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dos locales en su frente uno de jugos y frutas, otro de garnachas, sopes
quesadillas y tacos, también un local de venta de chapatas (dentro los vigilantes
se adaptan un espacio habitacional); contiguo, están los baños Señorial -alrededor
del cual muchos vecinos dicen se estableció la “zona roja”-, en ambas aceras se
han instalado mueblerías, pareciera que rompen con el contexto y el uso
tradicional de esta zona, en esta calle había más de cuatro mueblería las cuales
tienden a desaparecer por la falta de venta; también existen en la calle varios
talleres de imprenta, -oficio que se reconoce como la vocación tradicional de este
lado del Centro-, la oferta mayoritaria sigue siendo el comercio de alimentos, al
cruce con la esquina con Regina para dar paso a la tercera calle de Isabel la
Católica, que inicia con Nutri-frutas y Jugos, con el café El Jeque Emir, que se ha
convertido en el principal vendedor de café de grano de la zona; asimismo es el
espacio de sociabilidad, donde acuden dueños y administradores de locales
comerciales, como se puede observar entre las once de la mañana y las dos de la
tarde, se reúnen para platicar, descansar, tomar un buen café a más de comerciar
–es un espacio de interacción social- junto comienza la venta de material de dibujo
y papelería, hasta la calle república del Salvador.
Por el otro costado de la acera, la vida cotidiana cobra otro ritmo, se ubica la casa
pintada donde naciera el historiador Cosío Villegas y que ahora es un sitio para
conferencias y seminarios, afuera se venden playeras y artículos para celular. Más
adelante el comercio se dedica a la atención de los trabajadores del centro,
existen loncherías, torterías y una esquina para las nuevas tienditas como llaman
en el centro a las tiendas OXO, estos comercios establecidos compiten con las
principales vendedoras de la zona, mujeres que han encontrado en el comercio
ambulante un espacio para la sobreviviencia, la mayor parte de ellas expenden
pan, atole, café y tamales, desde antes de las siete de la mañana; mientras que
otras llegan alrededor de las ocho, cuando han dejado a sus hijos en las escuelas
cercanas, listas para vender jugos y frutas picadas, papaya, piña, melón, sandía,
las frutas más socorridas, pero también expenden zanahorias, pepinos y jícamas.
Junto a ellas nunca puede faltar la vendedora de tlacoyos y quesadillas, de
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chicharrón, papa, frijoles y requesón. Esta calle se distingue de las demás por su
colorido y diversidad de olores.
BIBLIOGRAFÍA
DELGADO Ruiz, Manuel, “Los procesos de apropiación del espacio público”, en Espacio y
territorio, miradas antropológicas. Barcelona: Universidad de Barcelona, 2000.