VIOLETA NÚÑEZ
2
0. Presentación.
Mis recorridos han sido como todos: peculiares. Tal vez lo único reseñable, que
justifica esta publicación, sea el ánimo de compartir algunos hallazgos (junto a
las muchas dudas que éstos me suscitan) y ciertas lecturas que me han
acompañado en distintos itinerarios pedagógicos.
A todos agradezco el alfabeto, sin el cual este cuaderno nunca hubiera podido
redactarse; y el saber y el interés sobre el mundo, que me han permitido
desplazarme por los inquietantes mundos que dibujan los trayectos de la vida.
Los modos en que ese patrimonio nos fue dado son aún desconocidos. Las
maneras en que hoy sigue vigente son, asimismo, enigmáticas.
- de los amigos y colegas con los que largamente hemos discutido muchos
de los temas que aparecen en este libro. Vaya mi mención a Hebe Tizio;
Graciela Frigerio; Antoni Petrus; Adriana Puiggrós; Claudio Lozano; Juan
Sáez; José Antonio Caride; José Oretega Esteban; Margarita Poggi; Anna
Aromí;
3
- de los estudiantes/estudiosos que interrogan, forzando así las marchas e
insinuando nuevos recorridos; particularmente a los doctorandos José
García Molina; Montserrat Jubete; Segundo Moyano;
La idea para recorrer las páginas que siguen es que Ud. tome en sus manos la
decisión sobre el trayecto. Hipertexto, Internet, esas metáforas de nuestros
días, pueden también funcionar para guiar su lectura.
Por cierto, nunca la navegación es completa: deja siempre algo para volver a
ver en otro momento; insinúa territorios que luego recorreremos con más
calma: enseña y esconde a la vez. Quizás esté poblada de descubrimientos no
previstos inicialmente.
Llegados a este punto, podemos recordar las palabras que el Gato de Cheshire
le dice a Alicia: -¡Ah!, ten la seguridad de que llegarás, si andas lo bastante.
4
Un libro, depende de su uso, pude ser una cosa u otra:
puede ser un dogma fijo, que estipula recorridos ciertos. Quien lee hace de
él su brevario, su receta...
pero puede ser un conjunto de instrumentos. Quien lee, utiliza esa escritura
para construir sus reflexiones y dar nuevo nombre a sus dudas. Relanza la
andadura1. Esta puede, así, no tener fin.
donde encontrará:
Mapa conceptual:
avanza las ideas centrales del capítulo con la finalidad de ayudarle a situar los
temas del mismo...
Derroteros:
1
Andadura: se da tal nombre a la marcha de un buque con relación a la dirección del viento, disposición
del aparejo y rumbo que sigue, teniendo en cuenta las condiciones del calado y estado del tiempo.
5
Le propongo identificar problemas, confrontar con su práctica, establecer
nuevas conceptualizaciones de la realidad. Podrá establecer:
Situación de partida:
Mapa de faros:
A lo largo del texto encontrará también espacios para escribir. Los márgenes
tradicionales suelen no alcanzar para apuntar nuestras propias ideas, nuestros
acuerdos o desacuerdos con lo que leemos, nuestras asociaciones con lo que
hemos leído en otras obras, etc.
6
Introducción.
La apuesta por la educación permite fijar un punto en el caos. Punto que nos
permite, a los pedagogos y profesionales interesados y comprometidos en la
educación, formular un cierto orden. Este emerge incardinado en la noción, aún
difusa, del derecho a la inserción en la sociedad de época: el derecho a ser
parte de lo social, a participar en actividades económicas, culturales. La
educación puede ser una vía de acceso a tal participación, a condición de
admitir la pluralidad inherente a este peculiar momento histórico, es decir, a
multiplicar sus prestaciones revalorizando los diversos lugares en los que se
despliega la práctica educativa; recentrando las competencias escolares en
educación; propiciando la transmisión del valioso patrimonio cultural así como
el acceso a las nuevas tecnologías, que anuncian los despliegues del tercer
milenio.
2
APORÍA= DIFICULTAD. Literalmente, significa sin camino o camino sin salida.
3
Tomamos la definición de Alain Touraine: “El actor social existe sólo en la medida en que no es
ni un agente de reproducción del orden establecido ni un puro agente de la racionalidad impersonal
de los mercados y de las técnicas, porque combina el pasado y el futuro, la memoria cultural y los
proyectos económicos y profesionales”.
4
Vid. AUGÉ, M. (1998): Los no lugares. Espacios del anonimato. Una antopología de la
sobremodernidad. Barcelona, Gedisa.
7
Entre los temas de actualidad propios de la Pedagogía Social cabe citar: las
problemáticas de migración; las nuevas modalidades de segregación y
exclusión social; el tema del género; los procesos de inadaptación social; los
fundamentos y los efectos de las políticas sociales; el trabajo a favor de la
efectivización de los derechos individuales, sociales y de integración; la
consideración social de las drogadicciones; la cuestión de las infancias; los
retos sociales de la llamada tercera edad; las formas sociales emergentes de
ejercicio de la violencia; la protección a la biodiversidad; etc.
Desde hace aproximadamente una década, hay un nuevo giro en las demandas
institucionales: una suerte de retorno al tema del sujeto, pero sin desconocer la
responsabilidad social en el problema. Esto es, se toma al sujeto como sujeto de
deberes y de derechos, y no como un objeto de aplicación de políticas más o
menos paternalistas.
8
presentación de avances de la investigación, organizado por el Departamento
de Investigaciones Educativas –DIE– del Centro de Investigaciones Avanzadas
de la Universidad Politécnica, para citar los dos ejemplos más emblemáticos.
9
profesores y profesionales de la educación social, han impulsado en
instituciones y políticas de atención a la infancia y a la familia.
10
Capítulo 1: La Pedagogía Social.
Mapa conceptual
Derroteros
Son claves las ideas de dos autores (Antonio Gramsci y Georg W.F. Hegel), en
torno a cuestiones pedagógicas. El primero fue un filósofo italiano de
comienzos de siglo, creador del concepto filosofía de la praxis. El segundo, sin
duda más conocido por el lector, es uno de los principales filósofos alemanes
del s. XIX, fundador de la corriente idealista postkantiana. De ellos interesa
conocer, para recorrer este capítulo, dos referencias a la educación. Ambas se
irán retomando en el transcurso del libro.
“En realidad, cada generación ayuda a la nueva generación, es decir,
la forma, y la educación es una lucha contra los instintos ligados a las
funciones biológicas elementales, una lucha contra la naturaleza, para
dominarla y crear al hombre ‘actual’ a su época.” (Gramsci, 1929-30
(1976); 187)
“Como ser viviente, en verdad, el hombre puede ser sojuzgado; es
decir, que su parte física, por lo tanto exterior, puede ser sujeta al
poder de otros. Pero la voluntad no puede en sí y por sí, ser violentada
(…) Sólo quien se quiere dejar violentar, puede de algún modo ser
violentado.” (Hegel, 1832 (1987); § 91)
“La violencia pedagógica o violencia ejercida contra la barbarie y la
ignorancia, aparece realmente autónoma en primer plano y no como
resultado de otra violencia.”(Hegel, op.cit.; § 93)
“La civilidad (…) es la liberación y el trabajo de la más alta
liberación(…). Esta liberación es en el sujeto el duro trabajo contra la
mera subjetividad del proceder, contra la contigüidad de los instintos,
así como contra la vanidad subjetiva del sentimiento y contra la
arbitrariedad del capricho. El hecho de que esa liberación sea tan rudo
11
trabajo constituye una parte del disfavor que recae sobre ella (…).”
(Hegel, op. cit.; § 187)
Azimutal
Aporía: Tal como indicamos (Nota 2), APORÍA= DIFICULTAD. Literalmente, significa sin
camino o camino sin salida. La aporía podría ser llamada, y así efectivamente lo ha sido,
ANTINOMIA o PARADOJA. En: FERRATER MORA, J. (1988) : Diccionario de Filosofía.
Madrid, Alianza, tomo 1. A lo largo del libro, aporía, antinomia y paradoja se utilizarán como
sinónimos, en el sentido indicado de dificultad.
Campo: es una metáfora espacial que hace referencia a las relaciones de poder y a la
estructura que estas adoptan en la producción de los discursos. A lo largo del capítulo y del
libro, se referirá a los discursos pedagógicos. Esta noción fue planteada por los filósofos
franceses Michel Foucault y Pierre Bourdieu, y aplicada en el campo pedagógico por Basil
Bernstein.
Efectos de verdad: señala que la verdad se construye: no es algo en– sí, sino producida por
un discurso. En ese sentido es un efecto del propio discurso que la produce (la postula) como
verdad. Cada época construye socialmente efectos de verdad. Por ejemplo, antes de Colón, la
idea de que la tierra era plana produjo efectos en distintos niveles: desde los prejuicios de los
navegantes hasta el calado de los buques.
Positivismo: concepción que tiene su origen en Auguste Comte, quien propuso una doctrina
no sólo sobre la ciencia sino sobre la sociedad y la manera de reformarla. El positivismo
considera que la ciencia es capaz de descubrir todo lo real: a lo sumo, es cuestión de tiempo.
En Pedagogía, el positivismo ha creado la ilusión de que es posible conocer todo del sujeto de
la educación, todo sobre la metodología, etc.
12
Concepción estructural: Es una concepción del siglo XX que tiene su epicentro en la
Universidad de Standford, en el área de las ciencias físico–matemáticas. Postula que no hay
necesariamente una relación de correspondencia unívoca entre la ciencia y lo real (en esto se
diferencia del positivismo); pero sí establece que las teorías son capaces de explicar algo de lo
real (y en esto se diferencia del idealismo). Se denomina estructural porque sostiene que las
teorías científicas son estructuras de redes que se van desplegando hasta que son sustituidas
por otras, que explican el mundo de manera más consistente. A su vez, estas teorías tienden a
configurarse y desplegarse en nuevas estructuras en red. En Pedagogía esta concepción es
reciente, este libro se inscribe en ella. Le propongo que, al final del mismo, complete Ud. su
definición...
Laissez-faire: locución francesa que literalmente se traduce por dejar hacer. Suele utilizarse
la expresión: laissez–faire, laissez–passer: dejar hacer, dejar pasar. Connota una posición
pedagógica que opta por no actuar de manera directa con relación al educando. Se dice
también de las posturas rusonianas.
Plano de clivaje: adelgazamiento de una superficie que posibilita puntos de ruptura, cambio
o discontinuidad.
13
1.1. Primera aproximación.
Entendemos por Pedagogía Social6 la disciplina que tiene por objeto (formal y
abstracto) la educación social. Se ocupa de:
Por educación social entendemos una práctica educativa que opera sobre lo
que lo social define como problema. Esto es, trabaja en territorios de frontera
entre lo que las lógicas económicas y sociales van definiendo en términos de
inclusión / exclusión social; a fin de paliar o, en su caso, transformar los efectos
segregativos en los sujetos. La educación social atiende a la producción de
6
En España, el movimiento que instaura esta nueva disciplina logra, asimismo, la creación de una nueva
carrera en al ámbito de las Ciencias de la Educación, a saber: la Diplomatura de Educación Social (curso
1991-92). Esta Diplomatura es una suerte de equivalente del Magisterio, cuyos titulados trabajan
educativamente en contextos no escolares de iniciativa pública o privada, pero de responsabilidad
pública.
¿Por qué esa particular exclusión de las instituciones escolares?. En realidad la cuestión es de especialización.
Por su larga historia, por su particular importancia e implantación, la escuela constituye una dimensión
específica de la política social. Precisamente, podríamos considerar al sistema educativo como EL lugar de
cristalización de la política social educativa. La Pedagogía Social ayuda a pensar qué otros recursos
educacionales son necesarios para que la escuela pueda cumplir con una función específica (en lugar de
confundirse pretendiendo dar respuestas a TODAS las múltiples necesidades sociales emergentes), cómo se
puede articular con otros servicios y qué carácter, posibilidades y límites, deberán tener esos otros servicios.
Se trata de pensar qué red educacional (en conexión a su vez con otros recursos), corresponde sostener a la
responsabilidad pública; sea desde la gestión propia, privada y/o mixta; a fin y efecto de posibilitar a todos los
ciudadanos un horizonte de igualdad de oportunidades. En la actualidad, en la Universidad de Barcelona, se
encuentra en fase de estudio la implementación de tal Licenciatura como título propio (Graduado Superior en
Pedagogía Social).
En estos momentos, las discusiones en relación a este tema desde los ámbitos universitarios, se centran en
la conveniencia, o no, de la creación de la licenciatura en Pedagogía Social, como eslabón entre la
Diplomatura y el Tercer Ciclo. Este se encuentra en pleno auge. Posgrados, maestrías y doctorados en el
campo de la Pedagogía Social, dan testimonio del interés que el tema suscita en ámbitos académicos,
profesionales y políticos. Las titulaciones que –hoy por hoy— abastecen al tercer ciclo son,
fundamentalmente, las de Pedagogía, Antropología y Psicología.
14
efectos de inclusión cultural, social y económica, al dotar a los sujetos de los
recursos pertinentes para resolver los desafíos del momento histórico.
La educación social está en estrecha relación con las políticas sociales que
establecen, en cada realidad particular, las posibilidades y/o imposibilidades
para su despliegue.
Desde hace ya varios años, un importante debate gira en torno al fin de un cierto
modelo de Estado conocido como el Welfare State o Estado del Bienestar.
Trátase, obvio resulta recordarlo, de un modelo de Estado concebido como
fórmula que, a través de una revisión y reajuste del sistema, evite los defectos del
Estado abstencionista liberal (Elías Díaz,1981;83). Tal definición sanciona el pase
del Estado Liberal de Derecho al Estado Social de Derecho, cuyos modelos
referenciales se instauran en los Estados Unidos y en la Europa de postguerra.
Juristas y sociólogos han establecido que esa mención de lo social remite a una
afirmación de los derechos sociales y a una realización de objetivos de justicia
social: “trátase de convertir en Derecho positivo viejas aspiraciones sociales,
elevadas a la categoría de principios constitucionales protegidos por las garantías
del Estado de Derecho” (ibid).
15
hacen presente y actual aquel discurso que, ya a mediados del siglo XIX,
postulaba —en palabras de P. Natorp— la implantación de la educación social,
definida como dínamo del progreso, de la igualdad y de la libertad de todos los
ciudadanos.
Por adquisición entendemos los actos que realiza un sujeto que se ubica en la
plaza de sujeto de la educación. Estos corresponden, en primer lugar, a
disponerse al trabajo educativo; en segundo lugar, a realizar el trabajo
educativo propiamente dicho, a saber:
16
• interpretar y hacer propio el acervo cultural que le es enseñado,
transformando los contenidos de la cultura en objetos de estudio y trabajo
preponderantemente intelectual;
• disponerse a enfrentar una aventura hacia lo desconocido o disposición a
cambiar el propio posicionamiento ante los otros, ante el mundo:
conceptualización y reconceptualización del mundo;
• establecer categorías de análisis para el procesamiento de las
informaciones.
(artesano)
TRABAJADORES DESEOS APETITIVOS TEMPLANZA
(abdomen)
7
Para ver un ejemplo de devaluación del discurso pedagógico en un compendio de modelos analógicos,
puede consultarse el libro VERÓN,E. (1999): Esto no es un libro. Barcelona, Gedisa.
8
Vid.: PALOMERA, V. (1985): La personalidad. El retorno de una ilusión. Barcelona, Montesinos.
17
¡Pero no más que las nuevas analogías que circulan en el campo pedagógico!
Estas producen, efectos de verdad que hacen difícil detectar la arbitrariedad o,
en su caso, lo impropio de las asociaciones. El constructivismo funciona en
educación como el modelo platónico de nuestra actualidad. Veamos un
ejemplo:
18
rueda o la técnica de encender el fuego... eso lo aprendemos, sí nos toca, a
cada generación, decidir acerca de ello.
Por otra parte dicho modelo opone la normatividad a la permisividad... Entre las
preguntas que se podrían formular, planteamos la siguiente: ¿es viable una
educación sin transmisión de las normas y reglas que regulen la convivencia?
¿Acaso las normas no posibilitan, entre otras cosas, que el acto mismo de la
educación sea posible? Ciertamente hay estilos autoritarios, pero no hay que
echar al niño junto con el agua sucia de la bañera...
Tal vez el lector pueda encontrar un tanto extremas estas apreciaciones. Sin
duda las he planteado así ex profeso, para dar relieve a la necesidad del
ejercicio crítico. La crítica evidencia la naturaleza retórica de los modelos: no
son lo real mismo, son construcciones que, en cada momento, responden o
canalizan a ciertas preocupaciones, tanto de carácter teórico como social,
económico, etc. y que, en nuestro caso, hacen referencia a la educación.
19
¿Cuáles son estas concepciones? En términos generales, diremos que
responden a tres grandes núcleos teóricos9 desde los que se han pensado las
ciencias sociales: el positivismo, el idealismo y la concepción estructural
(AZIMUTAL).
9
Para profundizar en las cuestiones epistemológicas puede consultarse una amplia bibliografía,
particularmente en el campo de las ciencias físico- matemáticas (ver final del capítulo). En cuanto a lo
específico de la Pedagogía Social, pueden consultarse los trabajos de Juan Sáez y Violeta Núñez (ver
final del capítulo)
20
Ciertamente, no se trata de culpa alguna, sino de una cierta responsabilidad
que hay que analizar. Es decir, que hay que someter a las prácticas (y a las
teorías en las que éstas se fundan) a un ejercicio crítico.
La segunda clase de efectos, los de promoción cultural, tienen que ver con la
siguiente idea: corresponde a la educación asumir una responsabilidad directa
en la inserción cultural de los sujetos y, por lo tanto, en su inclusión en lo social.
De esta manera, la cronificación de la situación, lejos de tener justificativo en la
falta de recursos, en las condiciones familiares, barriales, sociales,... es motivo
de discusión y cambio en las ideas y metodologías del trabajo educativo. Los
efectos de promoción tienen, sin duda, su punto de partida en la
consideración de que todo sujeto es un sujeto de derechos y deberes (esta
noción se retoma en el capítulo 4).
Cada momento histórico tiene sus peculiaridades. A mediados del siglo XIX, se
entendió que la única política social capaz de intersectar con la Pedagogía, era
la de universalización de la alfabetización, política que fundará el sistema
escolar moderno (ver capítulo 2).
10
La expresión momentos cruciales su utiliza aquí en el sentido dado por M. Pecheaux. Se refiere a
situaciones de cambio, donde queda en evidencia que las razones hasta entonces vigentes ya no alcanzan,
ni para explicar ni para orientar las acciones que las nuevas circunstancias exigen.
21
Desde este enfoque, los dispositivos de las políticas sociales han de procurar la
autonomía social de los ciudadanos en el planteamiento y resolución de sus
problemáticas. La administración pública es una garantía para esas prácticas.
Podríamos equiparar esta idea del tercer tiempo con la de Jacques Donzelot11
(lo social de tercer tipo) y con la especificación que realiza Piere Rosanvallon 12
(1995; 163 -164):
11
DONZELOT, J. (1991): Le social de troisième type. En: Face a l’exclusion, le modèle français. Paris,
Ed. Esprit.
12
ROSANVALLON, P. (1995): La nueva cuestión social. Buenos Aires, Manantial.
22
La Pedagogía social encuentra en esta formulación una sugerente invitación al
trabajo de conceptualización de las prácticas de educación social, que se
constituyen como aporte innovador a las prácticas sociales.
1. educación = escuela;
2. educación = aprendizaje.
23
que hemos de pensar hoy para la adecuada culturalización de las nuevas
generaciones. Este tema, dada su importancia, lo iremos retomando a lo largo de
todos los capítulos del libro.
24
Educación social – Educación especializada: una incursión en la historia.
La educación especializada tiene sus orígenes en Francia, hacia 1945, una vez
finalizada la Segunda Guerra Mundial. Entonces, un acuerdo franco-alemán se
propone reconstruir ciertos lazos entre ambos países, devastados por el conflicto
bélico, a partir de formar a ciertos jóvenes en tareas educativas que se
consideraron prioritarias. En Alemania, esa formación retomó su nombre
histórico: pedagogía social. En España, la tradición de la educación especializada
arranca en el franquismo (vid. Núñez, 1990; Núñez–Planas, 1997) Hacia
comienzos de la década de los 50, Juan José Piquer, desde la Universidad de
Barcelona, e Isabel Díaz Arnal, desde la Complutense de Madrid, inician la
difusión de lo que, con el tiempo se dará en llamar el modelo francés.
Es curioso constatar cómo, con las particularidades propias de cada país, estas
marcas persisten. En Uruguay se verifica un movimiento que tiene también su
epicentro en las instituciones de atención a menores.
25
La noción de menor, tan cara al discurso jurídico, ha designado en nuestras
sociedades a los otros niños, la otra infancia, la que transcurre en instituciones
cuasi-penitenciarias (o lisa y llanamente penitenciarias). En nombre de... ¡la
educación! (o reeducación, o reforma o... ¡protección!) se legitimó su minoridad,
su exclusión.
Ahora bien, conviene una cierta aproximación crítica que, recogiendo las historias
de las que la educación social es deudora, permita nuevos diseños para el
abordaje de problemas diversos y cambiantes.
Pero todo esto comporta una exigencia de gran precisión conceptual, pues de
lo contrario se corre el riesgo de confundir la necesaria atención a la
particularidad que acompaña a la educación social, con la discrecionalidad en
su planteamiento y su gestión.
De allí la urgencia de comenzar a transitar el camino hacia nociones
consensuadas acerca de qué es la educación social, sus alcances y sus
límites: si la educación social es un derecho del ciudadano y no una dádiva de
26
las instituciones, hay que precisar cuáles son los mínimos que configuran ese
derecho y qué puede conculcarlo.
Una hipótesis (que haremos nuestra) señala que los problemas prácticos son,
en realidad, problemas teóricos: se trata de dificultades que la teoría no
alcanza a explicar convenientemente, que no puede resolver: se trata de la
brecha de la que habla Rosanvallon (op.cit).
Por tanto, consideramos pertinente esbozar algunas cuestiones básicas de la
Pedagogía Social, aún a riesgo de abusar de la buena disposición del lector.
27
Desde la teoría que sostenemos, los modelos de educación social postulan
como intencionalidad última de la educación la promoción cultural de los
sujetos. Se trata de una apuesta social sobre su futuro: la incorporación de
cada sujeto particular a las redes normalizadas de época. La educación social
promueve la sociabilidad del sujeto para posibilitar su acceso y circulación por
los circuitos sociales amplios. Se trata siempre de un trabajo particularizado, es
decir que, tomando en cuenta las peculiaridades de un sujeto, le oferta
recursos de socialización y culturalización valiosos para el acceso a la
actualidad de época. Este trabajo educativo es siempre individualizado, aunque
puedan utilizarse técnicas grupales y/o de desarrollo comunitario.
Se trata de acciones particulares en las que un agente de la educación realiza
la transmisión de contenidos (del patrimonio cultural amplio) juzgados como
necesarios para un sujeto de la educación. Este es quien realiza el trabajo de
adquisición (apropiación, recreación, transformación,...) de los contenidos en
cuestión y quien, en última instancia, define el sentido mismo del acto
educativo.
Esos contenidos del patrimonio cultural amplio son —hoy por hoy— de difícil
precisión.
Pero el esfuerzo de conceptualización es necesario, pues se trata de preservar
la educación social como derecho del ciudadano y no como mera intuición o
buena voluntad del profesional de turno ni, menos aún, fruto de las
necesariamente ambiguas fórmulas de las políticas sociales o sus
concreciones jurídicas.
Desde nuestra perspectiva, la Pedagogía Social es una disciplina que, al
repensar los orígenes kantianos y herbartianos de la Pedagogía, y reubicar las
aportaciones de Paul Natorp, permite conceptualizar la producción educacional
que se gesta en diversas instituciones y prestaciones sociales.
Estas consideraciones bien pueden anudarse con las reflexiones que, al hilo de
sus pensamientos sobre los acontecimientos de su época, planteara Gustave
Wyneken allá por comienzos del siglo XX, en su conocido tratado Las
antinomias centrales de la Pedagogía:
28
discurso pedagógico, donde lo prioritario no es ya la responsabilidad de una
transmisión para que los sujetos decidan sobre ella, sino que la prioridad se
desliza al alma infantil, que recibe un nombre propio en cada momento histórico:
estadio de desarrollo, afectividad, autoestima, creatividad... El educador deviene
un conocedor (más aún: debe ser un conocedor) del niño: de sus características
propias, de su sexualidad, de su afectividad, de lo que le es significativo y lo que
no, de su familia, de su entorno, de lo que le afecta negativamente,... Así
podríamos continuar ad infinitum. Por eso postulamos un corte.
13
Tomamos aquí la noción en el sentido planteado por Robert Castel, en diversos trabajos. Pueden
consultarse, al respecto, los siguientes: - La Metamorfosis de lo social. Barcelona, Paidos, 1997.
- De la exclusión como estado a la vulnerabilidad como proceso. En: Archipiélago. Cuadernos de
crítica de la cultura. Madrid, Nº21. 1995
29
La función del agente de la educación social es abrir a los sujetos la posibilidad
de acceso a nuevos lugares en lo social y cultural, propiciando la conexión (o,
en su caso, la re-conexión) en las redes de la sociedad de época.
30
consiste la educación en un cambio de la propia posición ante el mundo? ¿Es
lícito exigir (pues la educación va ligada a la exigencia) algo así a un adulto?
Es una apuesta a favor del sujeto. Pero, para que sea viable, se requiere del
educador una concepción de la educación como dimensión temporal abierta,
esto es, introducir la incertidumbre: una idea del futuro como terra incognita,
que no nos pertenece de manera radical, que no podemos anticipar ni, mucho
menos, intentar determinar.
14
Hay una traducción castellana del texto de H.Arendt al que se hace referencia: La crisis de la
educación. En: Entre el pasado y el futuro. Barcelona, Península; pp.185-208.
31
como los violentos... La ausencia de autoridad y el borramiento de
responsabilidades promueven efectos devastadores en el campo educativo.
Es lícito comenzar por preguntarnos qué pasa con el deseo de educar, pues para
educar hay que plantarse en el presente, rescatando el pasado con miras hacia lo
incierto del futuro. El saber y el enigma se combinan para mantener e incentivar
el
deseo de educar.
Para educar debemos saber qué transmitir (aunque podamos discutir sobre qué
materiales de la cultura conviene trabajar y sepamos que todo corte es arbitrario)
y admitir que el mundo y los niños son enigmáticos.
Tal vez una curiosa cuestión que podemos evocar sea la paradoja planteada
por Jean Buridan, rector de la Universidad de París en el siglo XIV. Se le
atribuye la llamada paradoja o problema del asno que, como bien recordará el
lector, suele enunciarse en los siguientes términos: “un asno que tuviera ante
sí, y exactamente a la misma distancia, dos haces de heno exactamente
iguales, no podría manifestar preferencia más por uno que por otro y, por tanto,
moriría de hambre”.
32
El problema teórico que nos plantea (ya que empíricamente tal problema no
existe…el burro no suele estar para disquisiciones filosóficas...), es que el libre
albedrío no puede ser reducido a un liberum arbitrium indifferentiae (un libre
arbitrio indiferenciado) pues, de no haber preferencia, no puede haber elección.
33
Hasta ahora hemos hecho hincapié en la responsabilidad del sujeto. No
obstante, hay en juego otras responsabilidades respecto a esta plaza: las del
agente de la educación y las de la sociedad.
Sin duda está en juego qué noción de educación se maneja: si ésta es mera
imposición, mero laissez-faire (AZIMUTAL) o bien un trabajo, un verdadero
trabajo que el sujeto debe realizar, pero de cuyo resultado el educador es
también responsable. Hablar de trabajo es introducir la flecha del tiempo.
34
Y tal ayuda consiste en proveer incentivos para soportar las renuncias, ya que
la adaptación del sujeto a lo social está determinado menos por la naturaleza
de las renuncias que por la capacidad para soportarlas.
El planteamiento que realiza Aichhorn parte de esta premisa: “Cada niño es, al
principio, un ser asocial, porque exige una satisfacción instintiva, primitiva y
directa, sin preocuparse del mundo que le rodea. […] El fin de la educación es
conducir al niño desde aquel estado asocial a uno social”. (p.32).
Entre las condiciones y sus riesgos, queda ese estrecho margen de maniobras
que llamamos educación…
En cuanto a los métodos, podríamos afirmar que el autor sólo señala dos líneas
sobre las cuales cada profesional deberá diseñar sus propias modalidades.
Estas líneas maestras son:
35
1. encontrar una tarea adecuada para que el sujeto pueda canalizar sus
impulsos disociales, en lugar de castigarlo por ellos (p. 195-196);
2. sostener al sujeto, sobretodo en momentos de dificultad, en lugar de
sermonearlo o reprenderlo por tener dificultades (p. 200): “psicología
práctica de reconciliación”, es también un nombre que le da Aichhorn (p.
188-189).
Señala Aichhorn: “Todos estos niños habían sido educados sin afecto y habían
sufrido una severidad y una brutalidad irracionales. Ninguno de ellos había
visto satisfecha su necesidad de afecto[…]. Todos estos muchachos habían
sido pegados despiadadamente; ellos, a su vez, habían golpeado y atacado
cuando se sentían dueños de la situación. En cada caso se podía fácilmente
observar una reacción de odio. […]
”Primeramente tuvimos que compensar esta falta de cariño y luego,
gradualmente y con gran precaución, empezar a exigir de los niños” (p. 212-
213).
“En la Institución, la agresividad que había resultado efectiva en el
ambiente anterior, no producía el resultado esperado y anhelado. […] Cuando
un muchacho fallaba en su intento de alcanzar la reacción deseada, sólo podía
ser porque no era bastante agresivo. Por esto debe aumentar su agresividad
hasta una intensidad que acarree del educador la severidad inconcientemente
deseada. Esta severidad tenía que ser provocada a fin de ofrecerle una base
racional para odiar al educador. Si no conseguía asegurarse esta reacción, ya
no tendría justificación para su actitud total hacia la vida.
“Es fácil comprender que la agresividad sólo puede alcanzar cierto
grado. Si no contenemos ese curso, es inevitable una explosión. Como no nos
opusimos a la conducta destructiva de este grupo, su agresividad debía
forzosamente topar con un límite” (p.215).
“La solución del problema de este grupo fue debida a la paciente
tolerancia de los educadores” (p.214).
Sin duda, los clásicos de la educación social han hablado de los tiempos que la
educación requiere y cuya medición es tan difícil, por cuanto se abren en y a
diferentes temporalidades, tanto en lo social como en lo subjetivo.
17
BERNFELD, S. (1973): Psicoanálisis y educación antiautoritaria. Barcelona, Barral.
36
Sin embargo, tal vez por las prisas de la vida moderna, los pedagogos, los
educadores, hemos dejado de leerlos: plano de clivaje (AZIMUTAL) por el que
se ha roto un puente importante de transmisión, y de ello también somos
responsables… Por eso se trata de aproximarnos, cada vez con miradas
nuevas, a los viejos buenos libros del acervo pedagógico…
El primer paso para que un sujeto ocupe la plaza de sujeto de la educación, por
tanto, remite al capital inicial que se haya depositado y del cual, puede
decirse, el sujeto obtiene cierto interés. Según la definición clásica de interés,
éste es lucro producido por el capital o incremento de valor experimentado por
un capital, motivado por la variación del tiempo de su disponibilidad
(Enciclopedia Espasa Calpe).
Esto nos permite establecer que el interés del sujeto tiene que ver tanto con la
actividad del educador y el tipo de contenido que éste oferta como con la
posición del sujeto ante el trabajo que exige la educación.
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KANT, E. (1992): Pedagogía. Madrid, Akal.
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Hay una definición interesante de Kant, que merece ser recordada. En su libro Fundamentación
Metafísica de las costumbres, leemos: ”los seres racionales llámanse personas porque su naturaleza
los distingue ya como fines en sí mismos, esto es, como algo que no puede ser usado meramente como
medio y, por tanto, limita en ese sentido todo capricho (y es un objeto de respeto)”. (México, Ed. Porrúa,
1986; 44)
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Así, el interés es el pivote que articula la actividad del agente, los contenidos
educativos y la actividad del propio sujeto. Podemos recordar aquí la
aportación de Johann Herbart; quien fundó la Pedagogía justamente en esta
encrucijada del interés. Herbart la establece como disciplina para intentar
encauzar esa incógnita, que se renueva con cada generación.
Es decir, el profesional debe crear las condiciones del trabajo educativo, y ello
sólo es posible en la medida en que atiende, provoca, moviliza, ... los intereses
particulares del sujeto abocándolos a ofertas socialmente valiosas. Este es el
tema que trataremos a continuación.
Esta noción remite a las ofertas culturales que cada proyecto educativo
propone al sujeto.
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para su efectiva inclusión social) Contenidos que incluso pueden provocar
desinterés del sujeto por la tarea educativa y que sólo parecería que sirven
para sostener y justificar el mantenimiento de las instituciones en los que se
gestionan tales contenidos.
Por ello, al indicar aquí el asunto de los contenidos, por un lado apuntamos a
que el educador no se olvide de tomar en cuenta horizontes culturalmente
valiosos. Pero por otro, se trata de potenciar el esfuerzo de invención, de
creación del educador a la hora de diseñar las actividades: proponemos
señalar contenidos mínimos, pero diversificando las actividades que permitan la
apropiación de dichos contenidos y de los que se consideren oportunos en
cada caso particular. De allí la importancia de la metodología de trabajo (apdo.
1.7.d)
El agente de la educación social ofertará propuestas de contenidos que
recojan:
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4. Area de tecnología.
5. Area de juego y deporte.
Ahora bien, ese configurar según la época, señala para los adultos y,
particularmente para los profesionales de la educación, dos cuestiones:
• que los adultos han de tener una apertura a lo nuevo para poder transmitir
lo “viejo”;
• que NO–TODO se puede transmitir.
Respecto a esto último, hay que decir que la transmisión nunca es completa,
sino que relanza a las nuevas generaciones a sus propias búsquedas y
producciones. Pero ello es, precisamente, lo que define a la educación:
transmitir elementos culturales que posibiliten a los sujetos de la educación
hacer sus propias combinatorias, trazar sus propios recorridos, buscar
(constituir) sus anclajes sociales, culturales, económicos,...
Si pensamos que el mundo sólo es nuevo para el niño, si nos aferramos a las
imágenes más rudimentarias y a los conocimientos más adocenados; si, en
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síntesis, el mundo ya se ha cerrado para nuestra curiosidad, si se da por sabido,
la transmisión no es tal.
Pero lo viejo no a modo de una lata de conservas, sino como un legado que
hay que poner a trabajar. Es decir, hacer que la herencia (lengua, historia,
nociones matemáticas, procesos de abstracción, razonamientos lógicos,...) se
reparta equitativamente entre los recién llegados al mundo (Arendt, op.cit.)
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Hay que decirlo: no todo vale igual. También hay que saber que toda
transmisión es arbitraria, porque toda selección lo es.
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Sin embargo, no está de más señalar que los objetivos no son evaluables de
manera directa. Es decir, los logros educativos de un sujeto no son observables,
pese a ciertas afirmaciones de la didáctica. No son observables ni evaluables de
manera directa por cuanto educación no equivale a aprendizaje. Recurriendo a la
metáfora de la adquisición del alfabeto, podemos evaluar si un niño sabe usar el
alfabeto (aprendizaje), pero no podemos saber (no en ese momento) si se
aficionará a la lectura, si hará de la escritura una forma de vida, si inventará algo
nuevo al respecto, etc. No obstante, son esos los verdaderos efectos de la
educación. La principal diferencia entre educación y aprendizaje está allí: en los
tiempos de realización.
En este sentido, hay que destacar que el patrón grupal se impone en el trabajo
educativo como exigencia institucional. Por tanto, habrá que transformarlo en una
fuente de recursos educativos para cada sujeto. Ello puede ser posible a
condición de que el grupo no sea entendido como una instancia de manejo
grupal, sino una opción al servicio del sujeto. Es necesario que al educador no se
le desdibuje lo peculiar de cada uno, y que admita ritmos diferentes, actividades
diferentes, un cierto desorden propio de la diversidad.
El ejemplo más conocido para tratar de articular la actividad de grupo con los
intereses particulares, es el trabajo por proyectos grupales: propuestas que
enganchan transversalmente las distintas áreas de contenidos, según núcleos
de intereses propios de cada sujeto dentro del grupo. Esta metodología
consiste, en términos generales, en plantear una tarea y tratar de realizarla, lo
cual no es siempre un proceso que requiera actos continuados y numerosos...
Se trata de partir de una idea (proyecto) para incorporar saberes y experiencias
nuevos que ayuden a concretarla: el proyecto supone una fuente de
información, una colaboración, una búsqueda de los materiales adecuados y
una superación de las dificultades que surgen en tratamiento de los temas. En
cuanto a quiénes plantearán la tarea, lo más interesante es que surja del grupo
de educandos. El educador deberá, en ese caso, evaluar si el tema merece
ocupar tiempo y actividades y si posibilita una cierta riqueza, una cierta
incorporación de contenidos nuevos.
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1.7.e. Marcos institucionales de la educación social.
Las instituciones son pactos sociales que se concretan para canalizar las
representaciones o imágenes sociales en un momento dado. Por ejemplo, en el
siglo XIX, la creación de la escuela respondió, desde esta perspectiva, a una
determinada imagen de la infancia (ver apdo. 4.1) y a una manera nueva de
entender el pacto intergeneracional. Este pacto tuvo como garante al propio
estado. A la vez, circunscribió la responsabilidad pública, respecto a la infancia,
al ámbito escolar.
Pero las instituciones que funcionaron a lo largo de los siglos XIX y XX no son,
necesariamente las que habrán de hacerlo a lo largo del XXI o, al menos, de la
misma manera. Entendemos que este es el caso de la educación: las
responsabilidades públicas han de ir más allá de la escuela.
Hay espacios que vamos reconociendo como educativos. Esta ha sido la tarea
de la educación social: ir otorgando visibilidad a los otros niños y asumir un
compromiso social y educativo con ellos.
¿Cuáles son esos marcos institucionales? Algunos son herencia del siglo XIX:
centros llamados de protección y de reforma. Otros son producto de la
reconversión de ciertas instituciones que, a lo largo del siglo XX, se
establecieron como alternativas al sistema escolar. Otros se están
construyendo, como diques ante los efectos de segregación de la sociedad de
la información.
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Los marcos institucionales de la educación social son diversos pues dependen,
en cada realidad, de los nuevos pactos que logren establecerse entre el
Estado; los actores sociales; las instituciones hegemónicas en cada campo y
en cada segmento poblacional21; los representantes políticos; los grupos de
presión; etc.
Es posible que lo más sorprendente para la propia Pedagogía Social haya sido
descubrir que el tiempo de la institución (única, exclusiva) ha pasado. La
complejidad del mundo y los desafíos que aparecen, ligados a esa complejidad,
nos advierten de la urgencia de revisar nuestras perspectivas.
Por ahora tenemos, tal vez, más preguntas que respuestas: ¿vamos a legitimar
otros espacios de producción educativa? Y si así fuera, ¿cómo?
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Podríamos citar, a título de ejemplo, la escuela en el campo educativo del segmento infancia; las
comunidades terapéuticas en el campo sanitario, en el segmento llamado población drogodependiente; los
centros de reforma, en el campo penal, en el segmento de los menores de edad, etc. Los actores sociales
no pueden desoír a estas instituciones cuando propongan innovar educativamente en esos campos o en
esos segmentos de población.
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Este es un primer espacio, dentro del libro, para que Ud. pueda escribir /
esbozar / diagramar una primera aproximación, una primera idea, acerca de
cómo volver a pensar la educación.
Situación de partida
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Mapa de faros:
Bien, llegados a este punto, estimado lector, puede Ud. dar un paseo por
algunas historias de los siglos XIX y XX (capítulos 2 y 3) o bien saltar a nuevos
interrogantes que parece plantearnos el siglo XXI (capítulos 4 y 5). Ciertamente
las cuestiones que, a lo largo de este primer capítulo, han ido surgiendo,
reaparecerán en los restantes, bajo una forma u otra: como historia o como
nuevo desafío.
Bibliografía:
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FREUD,S. (1990[1929]): El Malestar en la cultura. En: Obras completas.
Buenos Aires, Amorrortu, Tomo XXI.
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