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Editorial 19/09/2010

¿Quién eres, Espíritu Santo?

Hoy en día existen muchas palabras que han sido usadas y abusadas por toda la sociedad.
Una de ellas es la palabra “espiritualidad”. Son tales los abusos con esta palabra que hasta tenemos
temor a usarla porque creemos que nos estamos refiriendo a experiencias extáticas, extrañas
manifestaciones y posesiones incomprensibles. Nada más lejano a la verdad.

En un mundo que llama “espiritual” a cualquier tipo de experiencia (hasta a experiencias


amorosas) debemos tener bien claro quién es y qué hace el Espíritu Santo.

1. El Espíritu Santo es Dios. El Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad (Mt. 28:19)
y al atribuírsele el adjetivo santo (Salmos 51:11) adquiere el carácter y personalidad de
Dios. Es la presencia misma de Dios en toda la tierra (Salmos 139:7).

2. Lo que agrada al Espíritu Santo. Al ser una persona, el Espíritu puede ser molestado y
entristecido por lo que hacemos. Pablo nos exhorta a evitar contristar al Espíritu que mora
en nosotros practicando la benignidad, la misericordia y el perdón (Efesios 4:30-32).

3. Su obra en nosotros. A lo largo de la Biblia tenemos una interminable lista de acciones del
Espíritu en nuestro favor: mora con nosotros (Jn. 14:17), nos enseña (Jn. 14:26), intercede
por nosotros (Ro. 8:26), nos capacita, consuela, envía obreros, nos habla, guía, convence de
pecado, y un sinfín de cosas más.

Vivir en comunión con el Espíritu Santo es vida para el creyente. La lectura de la Biblia es
vivificante por su obra en nosotros. Por último, notemos que todos sus hijos fuimos levantados de la
muerte espiritual y llevados de su mano a la vida y a la luz divinas.

Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí,


yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis.
Ezequiel 37:5

Raúl Salazar

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