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Zombies:

Más Muertos Que Vivos


Los muertos pueden recobrar un cierto tipo de vida como
Zombies», esclavos sin mente sometidos a magos diabólicos. Esto es lo que creen los
habitantes de Haití, isla impregnada de tradición vudú. «Cerca de ella, los negros
dedos de un silencioso huésped agarraban rígidamente el pie de una copa de vino que,
ladeándose, estaba derramando su contenido. El horror que la embargaba se desbordó.
Cogió una vela, la acercó a la cabeza, que estaba inclinada y caída, y pudo comprobar
que el hombre estaba muerto. Estaba sentada a la mesa del banquete en compañía de
cuatro cadáveres...»Así finaliza el relato de un banquete de boda vudú celebrado en los
años veinte, tal como se lo contaron al periodista americano William Seabrook sus
amigos haitianos. El propósito era convertir a los cadáveres en zombies por arte de
magia. Esos zombies eran cuerpos semi animados que llevaban una vida crepuscular
como esclavos del brujo que había organizado el banquete. (De hecho, según cuenta
Seabrook, el brujo no pudo conseguir su objetivo, por lo que se marchó,
desapareciendo con él los cadáveres.)Sólo hay un país en el mundo occidental donde
pueda tener lugar una celebración tan horrible: Haití, cuna del vudú.¿Acaso los brujos
vudúes poseen de verdad el poder de reanimar los cuerpos que acaban de morir? ¿O
bien la noción de zombie no responde más que a una autosugestión de los practicantes
del vudú? La palabra zumbi aparece en muchos idiomas africanos. En el Congo
significa «fetiche»; en Dahomey se refiere específicamente al dios Python. Al parecer,
en el vudú moderno se recurre a una serpiente-diosa para que de vida al zombie según
los deseos del brujo, convertido en dueño del cadáver. Los ritos que se practican
combinan aspectos de la magia y de la religión africanas, junto con elementos
derivados tanto del ocultismo occidental como del catolicismo popular.
El vudú desempeñó un papel importante en la expulsión de los franceses por parte de
los haitianos. En agosto de 1791 Francia seguía zarandeada por la oleada
revolucionaria que había comenzado dos años antes. Al principio no pareció que las
cosas cambiaran mucho en Santo Domingo, el tercio occidental de la isla caribeña de
La Española, la joya más brillante de la corona colonial francesa. Allí, 40.000
franceses controlaban a medio millón de esclavos negros y a 30.000 mulatos y
cosechaban algodón, azúcar, café e índigo. El primer efecto de los disturbios en
Francia fue mejorar la suerte de los mulatos. Entonces, los haitianos de piel oscura
comenzaron a inquietarse, con la ayuda de un misterioso cura-brujo llamado Boukman
que había llegado a Santo Domingo procedente de la colonia británica de Jamaica. El
14 de agosto de 1791 Boukman reunió a los que querían seguirle en un remoto lugar
de la selva. Según los relatos de la época, miles de esclavos recorrieron las sendas
secretas de la selva hasta el lugar del encuentro, bajo una tremenda tormenta tropical
que debió de añadir aún más horror a los actos que siguieron. Boukman celebró un
ritual de sangre, sacrificando un cerdo y pidiendo a todos los que quisieran ser libres
que bebiesen la sangre caliente. La ceremonia acabó con una danza salvaje de
«borrachera divina», finalizada la cual los participantes desaparecieron de nuevo en la
selva. El ritual, en su conjunto, presentaba un estrecho parecido con las actividades de
los Mau-mau durante la guerra de la independencia de Kenya en los años cincuenta de
este siglo, y el resultado también fue similar. Durante los días siguientes la mayoría de
las grandes plantaciones fueron arrasadas, y sus propietarios asesinados. A pesar de
que los colonos franceses más valientes permanecieron allí 12 años más, el resultado
final de la reunión nocturna fue la derrota completa de los franceses y el
establecimiento, bajo el liderazgo del presidente Toussaint L'Ouverture, de la república
negra independiente de Haití, patria del vudú. Según las creencias del campesinado de
Haití y de parte de la élite educada, también era la patria de los zombies.El zombie es
esclavo de un brujo diabólico, conocido por el nombre de bokor, que es quien extrae de
su tumba el cadáver recién enterrado y quien le confiere una sombra de vida mediante
ciertos conjuros. Sin embargo, se trata de una existencia incompleta: el zombie come,
respira, excreta, oye e incluso habla, pero no recuerda nada de su vida anterior y no
comprende nada de su propia condición actual. En otras palabras, un zombie es un
robot de carne y hueso, una máquina biológica.
El campesino de Haití, siempre alerta frente a cualquier aspecto diabólico o peligroso
del vudú, es capaz de descubrir a un zombie por varios signos. El zombie suele
caminar dando bandazos, realiza las acciones físicas de manera mecánica, tiene una
mirada helada y desenfocada, y habla con voz nasal. Esta última característica, en
particular, se asocia con la muerte en el folklore de Haití, probablemente debido a la
costumbre de taponar las fosas nasales de los cadáveres con algodón. Los guèdé
(siniestros y lascivos dioses de la muerte del panteón vudú) se caracterizan por hablar
de este modo. Cuando un devoto del culto vudú está poseído por un guèdé, siempre
habla con entonación nasal. Otra relación más entre los zombies y los dioses de la
muerte nos la da el hecho de que uno de los más famosos dioses, el Capitán Guédé, a
veces también es conocido bajo el hombre de Capitán Zombie. Casi todos los haitianos
temen la posibilidad de que sus parientes fallecidos puedan ser transformados en
cadáveres ambulantes. En el Haití actual pueden apreciarse con facilidad varias de las
medidas preventivas adoptadas para evitarlo. Así, por ejemplo, hasta los campesinos
más humildes se endeudan para recubrir con pesadas losas las tumbas de sus parientes
más cercanos. En las zonas rurales se excavan las tumbas lo más cerca posible de una
carretera o camino, para que los brujos, por miedo a las miradas curiosas, no puedan
llevar a cabo su nefasta tarea.En otros casos, la familia del muerto velará la tumba
durante noches seguidas hasta convencerse de que el cuerpo está suficientemente
descompuesto y ya no le es útil a un bokor. Ocasionalmente, los muertos son
enterrados directamente en los patios de las casas de los campesinos.Los que temen de
manera especial a la brujería toman precauciones mucho más extremadas para impedir
que sus muertos ingresen en el semi mundo brumoso de los zombies. Inyectan veneno
en el cuerpo, lo mutilan con un cuchillo, o incluso le disparan para «rematarle». Una
precaución menos drástica consiste en colocar en la tumba agujas y carretes de hilo, así
como miles de pequeñas semillas de sésamo. La creencia es que el espíritu del muerto
estará tan ocupado en la tarea de enhebrar las agujas y contar las semillas, que no oirá
la voz que le ordene salir de la tumba. Otra medida consiste en poner un cuchillo en las
manos del muerto, para que pueda defenderse.
A veces los brujos controlan enormes grupos de zombies, y en alguna ocasión han
llegado al extremo de alquilarlos como trabajadores. Uno de estos casos fue registrado
por William Seabrook.En 1918 la cosecha de azúcar fue extraordinaria. La Hasco
(Haitian-American Sugar Corporation, Compañía haitiano-norteamericana del azúcar)
ofreció nuevos puestos de trabajo en sus extensas plantaciones. Muy pronto acudieron
a las oficinas de empleo de la compañía pequeños grupos de habitantes del poblado, a
veces familias enteras. Era costumbre que los habitantes de un mismo poblado
trabajasen colectivamente; la persona más representativa recibía la paga de todos, que
luego repartía al regresar a casa.Una mañana, un viejo jefe de poblado llamado Ti
Joseph y su esposa Croyance llevaron a las oficinas de la Hasco a un grupo constituido
por nueve hombres harapientos y andrajosos. Joseph explicó que se trataba de unos
granjeros atrasados e ignorantes procedentes de una remota zona montañosa próxima a
la frontera de Haití con la República Dominicana. Sólo hablaban un extraño dialecto
rural, y no comprendían ni el criollo ni el francés. A pesar de esta desventaja, añadió,
eran excelentes trabajadores, fuertes y sanos. El responsable laboral de la Hasco
contrató al grupo, y aceptó la sugerencia de Joseph de que trabajasen lejos de los
demás grupos: el viejo explicó que eran tan primitivos, que en presencia de otras
personas se volverían tímidos y se asustarían. Sin embargo, el verdadero motivo para
insistir en que el grupo trabajase aislado era el temor de que alguno de ellos fuese
reconocido por un familiar o un antiguo amigo: todos los trabajadores de Ti Joseph
eran zombies. Los extraños hombres de Ti Joseph trabajaban diligentemente durante
las horas del día, y sólo paraban al atardecer para comer su potaje de mijo sin sal. La
tradición vudú sostiene que si un zombie prueba la carne o la sal se vuelve consciente
de su verdadera condición y regresa a su verdadero lugar, la tumba, derramando
amargas lágrimas. Un domingo por la mañana Ti Joseph dejó a su mujer Croyance al
cuidado de los zombies durante todo el día. Croyance, sorprendentemente, pensó que
tal vez les gustaría asistir a una procesión religiosa. Sin embargo, los zombies no se
conmovieron ni por el espectáculo ni por nada de lo que ocurría a su alrededor. Mudos
y ausentes, continuaron con la mirada fija en el espacio.
En este templo haitiano, el altar está adornado con tambores, espadas y vasijas rituales
(objetos utilizados en las ceremonias vudúes), además de imágenes cristianas.
Croyance, apiadándose de ellos, decidió que quizá les gustaría alguna golosina, por lo
que compró algunos pastelitos hechos con azúcar moreno, cacahuetes y coriandros,
poniendo uno en la boca de cada zombie. Sin embargo, los cacahuetes habían sido
sazonados con sal. Al comer la golosina, los zombies se dieron cuenta de que estaban
muertos. Con un grito tremendo se levantaron y huyeron del poblado, dirigiéndose
hacia la selva en dirección a sus lugares de origen en las montañas.Cuando por fin
llegaron a su destino, fueron reconocidos por los parientes y amigos que les habían
enterrado meses atrás. Al llegar al cementerio cada uno de ellos se dirigió a su propia
tumba, apartó las piedras y la tierra que la cubrían y se echó dentro, convertido ya en
una masa en descomposición. El poder de Ti Joseph, que había evitado que sus
cuerpos se descompusiesen, se había desvanecido.Los habitantes del poblado se
vengaron de Ti Joseph. Pagaron a un brujo local para que le maldijera. Pero antes de
que la maldición pudiera surtir efecto, algunos hombres le tendieron una emboscada y
le cortaron la cabeza. A Seabrook le contó esta historia Constant Polynice, un granjero
de Haití que afirmaba no creer en las supersticiones de sus paisanos. Sin embargo,
añadió, los zombies sí eran una realidad. Poco después de contar esta historia, le
mostró a Seabrook un grupo de tres presuntos zombies. Estaban cavando la tierra con
machetes, bajo la supervisión de una mujer joven.Seabrook miró a la cara a uno de
aquellos hombres:y lo que entonces vi, junto a lo que me habían contado (o quizás a
pesar de ello), me produjo un tremendo shock. Lo peor eran los ojos. No eran
imaginaciones mías. Eran verdaderamente como los ojos de un hombre muerto: no
eran unos ojos ciegos, pero estaban fijos, desenfocados, sin visión. Toda la cara...
parecía no sólo sin expresión alguna, sino incluso incapaz de adoptar expresión
alguna.A Seabrook le tranquilizó la idea de que aquellos hombres «no eran más que
pobres seres humanos dementes, idiotas, obligados a trabajar en los campos». Sin
embargo, su amigo haitiano insistía en que se trataba de zombies. En los años
cincuenta, el antropólogo francés Alfred Métraux recogió abundantes pruebas tanto a
favor como en contra de la existencia de los zombies. Sin embargo, cuando le
mostraron uno decidió que se trataba de un «pobre lunático». Efectivamente, al día
siguiente la persona que había visto fue identificada como una enferma mental que se
había escapado de la habitación en la que se la mantenía encerrada. Otra escritora,
quizá menos crédula que Seabrook en materia del vudú de Haiti, fue Zora Hurston,
también americana. Se encontró con una muchacha (a la que fotografió) que al parecer
había sido un zombie durante 29 años. En 1907 Felicia Felix-Mentor murió de una
repentina enfermedad, y fue enterrada por su esposo y por su hermano. En 1936, una
muchacha vestida únicamente con una ligera y raída camisa de algodón, fue hallada
vagabundeando por una carretera próxima a la finca del hermano. Al parecer había
perdido la facultad del habla. Tanto el padre de Felicia como su hermano reconocieron
a la muchacha, muerta años atrás. Una vez en el hospital, cada vez que alguien se
aproximaba, la muchacha se encogía temblorosa, como si esperase malos tratos. Fue
allí donde Zora Hurston la fotografió y trató de hablarle. Después escribió:La visión
fue tremenda. La cara carecía de expresión, y los ojos estaban muertos. Las pestañas
eran de color blanco, como si hubiesen sido quemadas con ácido. No se le podía decir
nada, ni obtener nada de ella; sólo podía ser contemplada. Y la contemplación de aquel
despojo humano era imposible de soportar durante mucho tiempo.¿Era posible que el
padre y el hermano de Felicia hubiesen podido identificarla con tanta seguridad
después de tantos años? ¿Acaso la muchacha no era más que una simple loca errante?
La firme creencia de los haitianos en el sentido de que parientes y amigos han sido
vistos después de su muerte en forma de zombies, arroja una sombra de duda sobre
esta reconfortante teoría.

El Pez Globo El Pez Globo, también llamado Fugu en Japón, o puercoespín, es


de la familia de los Tetraodontídae (posee dos dientes en cada maxilar) tiene la
característica que cuando se siente en peligro, traga agua hasta tomar una forma casi
esférica y es la causa por la cual se le llama pez globo, posee una toxina muy potente
que a bajas dosis mata al 50% de los humanos que han ingerido pequeñas cantidades
en menos de 20 minutos; no obstante ello en los más prestigiosos restaurantes del
Japón figura como uno de los platos del menú, sin embargo, a raíz que en 1958
murieron mas de 200 personas a causa de la toxina, los chefs que manipulan y
preparan al pez globo, deben seguir un curso oficial para convertirse en expertos en
extraerle las vísceras donde se concentra más el veneno, hígado, intestino y en menor
grado piel y músculos. Los gourmet, afirman que, justamente es la toxina la que le da
el sabor especial que tanto aprecian, sin embargo hasta la actualidad. En Japón se
producen todos los años varias muertes que suelen llegar a cien, por la ingesta , aunque
la mayoría se produce por imprudencia en la preparación doméstica. Aunque hasta
ahora se había supuesto que la toxina era sintetizada por el mismo pez, se ha
comprobado que la síntesis de la misma Se debe a bacterias, dado que los peces globo
de cultivo no la producen hasta que no son alimentados con alimentos provenientes del
mar o se ponen en contacto con peces globo salvajes. Gracias a la toxina se pudo
dilucidar la fisiología de la transmisión nerviosa. El Pez Globo vive cerca de la costa
entre los dos trópicos cerca del Ecuador sobre todo en los arrecifes de coral. Los
efectos del veneno son
a) Bloquea los canales de Sodio;
b) Produce insensibilidad por falta de transmisión nerviosa sensitiva periférica,
c) Parálisis de los músculos estriados ; y
d) EDEMA CEREBRAL.
El Edema cerebral es el puente que une la introducción que hicimos sobre los
ZOMBIES ó los Muertos Vivos, con el pez globo. Bouckman (ver más arriba) inglés
Inglaterra formó parte de todas las alianzas en contra del Imperio Francés, por aquellas
épocas al mando de Napoleón I Bonaparte y sin lugar a dudas su misión en Haití era
la de generar una rebelión contra Francia y bajo la máscara de una supuesta
independencia, crear una colonia inglesa... y explotarla... y de alguna manera que
ignoramos se enteró de la toxina del Pez Globo. Los ZOMBIES fueron una forma de
tener “Mano de obra barata”...Se lo administraban a la víctima, la misma podía morir
en menos de 20 minutos o entrar en coma, si entraba en coma lo enterraban. Sus
futuros explotadores, amparados por las sombras de la noche lo desenterraban y hasta
existe la posibilidad que le administrasen “cuidados” para disminuir el edema cerebral
(imaginemos los cuidados ¡! ) sangrías, líquidos hipertónicos... etc. Si sobrevivía
transconvertía en un obrero que trabajaba por la comida. El resto de lo relatado ut
supra es mito. Hay quienes aún actualmente, en Haití, se hacen hacer tumbas que son
verdaderas fortalezas, para impedir que los “BRUJOS” los desentierren y conviertan
en ZOMBIES.
Bueno... ahora los invito a degustar Sushi de Pez Globo
Veamos cuantos valientes hay en el grupo.

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