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Las tramas textuales

Uno de los modos de acceder con mayor facilidad a los textos escritos es observar las
regularidades que aparecen en ellos. Estas regularidades han sido descriptas desde diferentes
perspectivas; por ejemplo, según la situación comunicativa o el ámbito de circulación, los textos
tienen distintas propiedades por pertenecer a un género discursivo o a otro. Asimismo, los textos
también han sido estudiados por las regularidades en su estructura, es decir, por su organización
interna. Por ejemplo, el lingüista J. Adam1 planteó que esta organización se relaciona con el
predominio de una trama textual. Según este autor, las tramas (o secuencias) son unidades
mínimas de composición textual, es decir, conjuntos de enunciados que se organizan de una manera
particular. En función de su organización, las tramas textuales propuestas son seis: narrativa,
descriptiva, expositivo-explicativa, argumentativa, conversacional e instruccional.
La trama narrativa se caracteriza por presentar una sucesión de acciones o eventos
finalizados. La trama narrativa predomina en el género discursivo cuento, pero también en géneros
que no pertenecen a la ficción, como por ejemplo la crónica periodística o los manuales de historia.
La trama descriptiva se caracteriza por presentar los rasgos salientes de un objeto, persona,
paisaje o acción. Este tipo de secuencia predomina, por ejemplo, en el género guía turística, en el
que también suelen aparecer insertas tramas narrativas para, entre otras posibilidades, contar
sucesos relacionados con el lugar que se describe.
La trama expositivo-explicativa se vincula con el análisis y la síntesis de conceptos. En
este sentido, los textos en los que predomina este tipo de secuencia responden siempre a una
pregunta que puede estar formulada explícita o implícitamente. En general, en este tipo de trama
predomina el tiempo presente del indicativo y se busca generar una ilusión de objetividad; pues la
explicación se presenta como una verdad no abierta al debate. En ella no se pretende discutir, sino
hacer comprender al interlocutor algo que desconoce o que no entiende. Los géneros discursivos en
los que predomina la trama expositivo-explicativa son, por ejemplo, la clase teórica y la respuesta
de parcial.
La trama argumentativa se estructura a partir de la postura que se adopta con respecto a un
problema controvertido. Para convencer al interlocutor de que la postura propia es la más adecuada,
se despliega una serie de argumentos o razones que funcionan como los pilares que la sostienen.
Los géneros discursivos en los que predomina esta trama son, entre otros, la nota de opinión y el
ensayo.
La trama conversacional se caracteriza por la alternancia de voces; su estructura es la de un
diálogo y los géneros discursivos en los que predomina son, entre otros, los guiones de cine o
televisión, las obras de teatro, la conversación cotidiana y la entrevista.
En la trama instruccional se presentan consejos y/u órdenes. Es habitual encontrar en ella
el modo imperativo, ya que se apela a la segunda persona para que lleve a cabo las acciones que se
consideran convenientes para lograr un determinado objetivo. Este tipo de trama predomina en los
manuales de uso, las recetas de cocina y los reglamentos.
Es importante señalar que hablamos de predominio de una trama determinada ya que a la
trama dominante suelen subordinarse otras. Tal es el caso, por ejemplo, de la trama descriptiva que
se inserta en una obra de teatro (cuya trama dominante es conversacional) con el fin de disponer
personajes y objetos en escena.

CONSIGNA

1) Lea los textos 1 a 9, que se presentan a continuación, e identifique todas aquellas tramas que
posean cada uno de ellos. Sistematizarlas en el siguiente cuadro:

1
Adam, Jean-Michel (1992) Les textes: types et prototypes, Paris, Nathan.
Texto Narrativa Descriptiva Argumentativa Conversacional Instruccional Expositivo-
explicativa
1
2
3
4
5
6
7
8
9

Texto 1
Undine
La sirenita viene a visitarme de vez en cuando. Me cuenta historias que cree inventar, sin saber que son recuerdos. Sé
que es una sirena, aunque camina sobre dos piernas. Lo sé porque dentro de sus ojos hay un camino de dunas que
conduce al mar. Ella no sabe que es una sirena, cosa que me divierte bastante. Cuando ella habla yo simulo escucharla
con atención pero, al mínimo descuido, me voy por el camino de las dunas, entro al agua y llego a un pueblo sumergido
donde hay una casa, donde también está ella, sólo que con escamada cola de oro y una diadema de pequeñas flores
marinas en el pelo. Sé que mucha gente se ha preguntado cuál es la edad real de las sirenas, si es lícito llamarlas
monstruos, en qué lugar de su cuerpo termina la mujer y empieza el pez, cómo es eso de la cola. Sólo diré que las cosas
no son exactamente como cuenta la tradición y que mis encuentros con la sirena, allá en el mar, no son del todo
inocentes. La de acá, naturalmente, ignora todo esto. Me trata con respeto, como corresponde hacerlo con los escritores
de cierta edad. Me pide consejos, libros, cuenta historias de balandras y prepara licuados de zanahoria y jugo de tomate.
La otra está un poco más cerca del animal. Grita cuando hace el amor. Come pequeños pulpos, anémonas de mar y
pececitos crudos. No le importa en absoluto la literatura. Las dos, en el fondo, sospechan que en ellas hay algo raro. No
sé si debo decirles cómo son las cosas.
Abelardo Castillo. Cuentos completos. Alfaguara

Texto 2
El Ciervo
No te sorprendas cuando encuentres al ciervo en el jardín, El ciervo es asustadizo y tu propia sorpresa puede
espantarlo. Sé suave, sé silencioso, sé gentil. Cuando lo veas (será sin duda en un atardecer ocre y rojizo, con nubes
como catedrales y rumor de órgano entre los eucaliptus), cuando lo veas, decía, debes simular que no te parece nada
extraordinario. Un ciervo en el jardín es la cosa más natural del mundo. Con las manos en los bolsillos caminarás por
los senderos de grava, sintiéndola crujir bajo tus pies. Te detendrás junto a las rosas amarillas, pero no cortarás ni una
(el menor indicio de crimen lo puede asustar al ciervo). Cuando estés cerca, muy cerca de él, podrás sonreír y extender
dulcemente la mano. Los ijares del ciervo temblarán y no tendrás más remedio que volver la mano al bolsillo y dar la
espalda al animal, estudiando atentamente el ir y venir de las hormigas por ese camino que conoces de memoria. El
ciervo tiene miedo, un miedo que él mismo ignora pero que desborda de sus tiernos ojos húmedos. Es el mismo miedo
que estás sintiendo ya, como unos terribles dedos cariñosos acariciándote la nuca, como unos brazos amantes ciñéndote,
como unos labios cálidos posándose en tus hombros y en tu columna vertebral. ¡Mira a las pobres hormigas afanándose
locamente por mover un liviano pétalo de rosa! Ahora sabes que el ciervo ya no está. Trata de caminar. Prueba. Verás
qué lindo es saltar sobre tus cuatro patas ágiles, qué lindo es mirarse en los estanques y descubrirse un gracioso hocico
negro y dos grandes ojos tristes y una profusa cornamenta. A lo lejos oirás el cuerno de caza y el furioso ladrar de la
jauría. Entonces deberás huir, llevándote contigo al miedo: amado, detestado y perpetuo inquilino.
Eduardo Gudiño Kieffer. Fabulario. Losada.

Texto 3
Fiord en primavera (cuento esquimal anónimo)
Yo iba en mi canoa, iba en el mar,
iba remando suavemente en el fiord
Ammassivik.
Había hielo en el agua y un petrel
que movía la cabeza de un lado a otro
no me vio remando.
De pronto sólo se vio su cola,
después nada. Se hundió el petrel, pero
no por mi culpa. Fue la gran foca peluda,
una gran cabeza sobre el agua,
enorme con ojos gigantes, y bigotes,
toda reluciente, chorreando agua,
se me acercó despacio.
Nos miramos a los ojos, la foca y yo.
¿Por qué no la arponeé?
¿Sentí lástima?
Era un bello día de primavera
y la foca estaba jugando al sol como yo.
Edward Fisher. Un café con Dios. Libro latino.

Texto 4
El Golem (fragmento)
El origen de la historia remonta al siglo XVII. Siguiendo los dictados de la Cábala, un rabino construyó un ser
artificial al que nominó Golem, para que tañera las campanas de la sinagoga y se dedicara a los quehaceres pesados. Su
existencia se apagaba durante las noches, por obra de una inscripción mágica que el mentor retiraba de sus dientes y que
atraía las fuerzas siderales del universo. Una tarde, antes de la oración de la noche, el rabino se olvidó de remover el
sello con la palabra Emet y la criatura enloquecida, corrió por las callejas oscuras y destrozó todo aquello que tuviera
enfrente. Hasta que el religioso logró detenerlo y rompió la palabra que lo animaba. Aquel organismo se desplomó en el
acto y los despojos de barro aún se muestra en la sinagoga de Praga. La figura del golem pertenece al folclore judío. El
nombre parece derivar del término gelem, que significa «materia en bruto».
Jorge Luis Borges. Manual de Zoología fantástica. F.C.E.

Texto 5
La composición de la materia
Calculo que la primera vez que te vi fue en la clase de Matemática, por culpa de una ecuación directa. Pero recién me
di cuenta de que no eras una más cuando, en la hora de Historia, no pude evitar recordar tus ojos morochos ni tu nariz
turca ni tu boca apaisada, causantes de tantos futuros sueños. Hasta en Plástica te dibujé... mentalmente. Y al fin, en
medio del examen de Geografía, volviste a aparecer, y mis ojos recorrieron todas las latitudes de tu cuerpo, visibles y no
visibles, obligándome a descubrir que ya no iba a poder alejarte de mis pensamientos.
Maravillado hasta de tu ombligo, escribí esto en clase de Literatura, pero lo que me dijiste ese día en Idioma no lo
pude (o no lo quise) entender ni en Psicología ni en Filosofía. Derrumbaste mi corazón:
–Lo lamento, nuestra Química nunca va a ser Física.
Federico Brocchieri, 1981

Texto 6
Romance de don Tristán de Leonís y de la reina Iseo, que tanto amor se guardaron
Herido está don Tristán
de una muy mala lanzada;
diérasela el rey, su tío,
con una lanza herbolada.
El hierro tiene en el cuerpo,
de fuera le tiembla el asta.
Tan malo está don Tristán
que a Dios quiere dar el alma
Valo a ver la reina Iseo
la su linda enamorada,
cubierta de paño negro
que de luto se llamaba.
Viéndole tan mal parado,
dice así la triste dama:
–¡Quin os hirió, don Tristán,
heridas tenga de rabias,
y que no halle maestro
que sopiese de sanarlas!
Tanto están de boca en boca
como una misa rezada:
llora el uno, llora el otro,
toda la cama se baña;
el agua que de ellos sale
una azucena regaba:
toda mujer que la bebe,
luego se siente preñada.
Así hice yo, mezquina,
por la mi ventura mala.
Anónimo. Flor nueva de romances viejos (Menéndez Pidal). Esapsa-Calpe

Texto 7
La zorra y las uvas
Es voz común que a más del mediodía
en ayunas la zorra iba cazando.
Halla una parra, quedase mirando
de la alta vid el fruto que pendía.
Causábale mil ansias y congojas
no alcanzar a las uvas con la garra,
al mostrar a sus dientes la alta parra
negros racimos entre verdes hojas.
Miró, saltó y anduvo en probaduras;
pero vio el imposible ya de fijo.
Entonces fue cuando la zorra dijo:
"¡No las quiero comer! ¡No están maduras!"
No por eso te muestres impaciente
si se te frustra, Fabio, algún intento;
aplica bien el cuento
y di: ¡No están maduras!, frescamente.
Félix Samaniego. Fabulario español. Espasa-Calpe

Texto 8
Felinos
Algo sucede entre el gato y yo. Estaba mirándolo desde mi sillón cuando se puso tenso, irguió las orejas y clavó la
vista en un punto muy preciso del ligustro. Yo me concentré en él tanto como él en lo que miraba. De pronto sentí su
instinto, un torbellino que me arrasó. Saltamos los dos a la vez. Ahora ha vuelto al mismo lugar de antes, se ha relajado
y me echa una mirada lenta como para controlar que todo está bien. Ovillado en mi sillón aguardo expectante su
veredicto. Tengo la boca llena de plumas
Raúl Brasca. En Suplemento “Cultura” del diario La Nación. 19/1/1997

Texto 9
Colaboración de las cosas
Empieza una discusión cualquiera en una casa cualquiera pues llega un esposo cualquiera y busca la sartén ya que él
es quien sabe hacer las comidas de sartén y ésta no aparece. Crece la discusión; llegan parientes. Se oye un ruido. Sigue
la discusión. Se busca una segunda sartén que acaso existió alguna vez. El ruido aumenta. Tac, tac, tac. No se concluye
de esclarecer qué ha pasado con la sartén, que además no era vieja; se escuchan imputaciones recíprocas, se
intercambian hipótesis; se examinan rincones de la cocina por donde no suele andar la escoba. Tac, tac, tac. Al fin, se
aclara el misterio: lo que venía cayendo escalón por escalón era la sartén. Ahora sólo falta la explicación del misterio: el
niño, de cinco años, la había llevado hasta la azotea, sin pensar que correspondiera restituirla a la cocina; al alejarse por
ser llamado de pronto por la madre, después de haber estado sentado en el primer escalón de la escalera, la sartén quedó
allí. Cuando trascendió el clima agrio de la discusión conyugal, la sartén para hacer quedar bien al niño, culpable de
todo el ingrato episodio, se desliza escalones abajo y su insólita presencia a la entrada de la cocina calma la discordia.
Nadie supo que no fue la casualidad, sino la sartén. Y si es verdad que puede haberle costado poco por haber sido
dejada muy al borde del escalón, no debe menospreciarse su mérito.
Macedonio Fernández. Textos selectos. Corregidor

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