INFORME. EL CONCILIO DE EFESO. En el sigloV,un monje de Antioquia elevado a Patriarca de Constantinopla ,criticaba en su predicación la legitimidad del titulo de María ,madre de Dios : “Así maría no ha engendrado la divinidad ., no se puede decir que la divinidad haya sido llevada nueve meses en el seno de una mujer.,que la palabra de Dios haya sido envuelta en pañales ,ni que haya sufrido ,muerto y haya sido sepultada “. Frente a las opiniones de Nestorio, San Cirilo de Alejandría y el tercer Concilio de Èfeso testimoniaron la fe de la Iglesia en estos términos: el Hijo de Dios, “al unirse en su persona a una carne, animada por un alma racional, se hizo hombre”.En Jesús, lo divino y lo humano están unidos en único y el mismo sujeto, el Hijo de Dios. Por eso podemos llamar con verdad a María, la Madre de Dios: “no porque la palabra de Dios y haya tomado de ella su naturaleza divina, sino porque es de ella, de quien tiene l cuerpo sagrado dotado de un alma racional, unido a la persona de la palabra de Dios, de quien se dice que la palabra nació según la carne”. Por Tanto, cuando la Iglesia venera a Maria como madre de Dios, recuerda a la mujer pobre y oscura que acogió al plan de Dios sobre su vida y dio a la luz a Jesucristo, mediador único entre Dios y los hombres. María acogiendo la Palabra y dando la luz al verbo, es modelo de la Iglesia que camina por el mundo, cuya misión es ser signo de Cristo vivo en la historia humana. En el credo confesamos que Jesucristo “nació de Maria virgen”.Esta afirmación esta firmemente asentada en los relatos de la infancia de Jesús según Mateo (1,18-25) y Lucas (1,26-38).Estos textos nos hablan del nacimiento virginal como de un prodigio realizado por Dios manifestado con claridad que el mayor milagro de Dios es su manifestación en carne humana a través de Jesús. Igual que el comienzo, en la creación, el Espíritu de Dios aleteaba sobre la nada (Gn1, 2), va a ser este mismo espíritu quien va a iniciar en el seno de Maria la nueva creación. La concepción virginal de Jesús nos habla de la radical imposibilidad humana de conseguirse la salvación .esta es gracia, regalo de Dios a los hombres, que estos pueden recoger o rechazar.