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La Real Academia de la Lengua Española dice que comunicar es: a) hacer a otro
participe de lo que uno tiene; b) describir manifestar o hacer saber a alguien alguna
cosa; c) conversar, tratar con alguien de palabra o por escrito; y d) transmitir
señales mediante un código común al emisor y al receptor.
Todos los seres humanos nos comunicamos, ya sea de una forma correcta o
incorrecta, voluntaria o involuntariamente. La comunicación es una cuestión de
adaptación al medio ya que cumple diversas funciones que son primordiales para el
individuo entre las que se encuentra, especialmente, el hecho de que es una fuente
básica de interacción para la satisfacción de necesidades sociales.
Desde un punto de vista técnico, han sido muchas las definiciones que se han
realizado sobre el concepto de comunicación. Una de esas definiciones, es la
realizada por R. Hofstadt y C.J. Van Der (2005) quienes apuntan que la
comunicación o mejor dicho el acto de comunicar, es un “proceso más o menos
complejo en el que dos o más personas se relacionan y, a través de un intercambio
de mensajes con códigos similares, tratan de comprenderse e influirse de forma
que sus objetivos sean aceptados en la forma prevista, utilizando un canal que
actúa de soporte en la transmisión de la información”.
En primer término, hay que tener claro que la comunicación no es una mera
transmisión de información. Las diferencias entre comunicación y transmisión de la
información se basan en los objetivos de cada uno:
Pasos de la comunicación
Tanto en una empresa como en cualquier otro contexto social, los elementos más
relevantes que intervienen en un proceso de comunicación son:
Para que un mensaje sea eficaz debe responder a unos requisitos fundamentales:
� Que quien envía la comunicación sea aceptado legítimamente como jefe o jefa.
� Que quien envía la comunicación sepa de lo que está hablando tenga
competencia sobre ello.
� Que quien reciba la comunicación crea en el mensaje recibido porque confíe en la
autoridad y conocimientos de quien lo/la envía.
� Que quien reciba el mensaje acepte las tareas y objetivos que dicha comunicación
trata de transmitir.
Antes de enviar ningún mensaje descendente, los emisores deben saber que
audiencia quieren tener y cómo llegar hasta ella. Por ello deben saber elegir el
canal de comunicación más apropiado. Los canales de comunicación más utilizados
en la comunicación descendente son de tipo formal: cartas, reuniones, teléfono,
manuales, y guías.
Las reuniones permiten un contacto interpersonal cara a cara, que junto con el
teléfono constituyen los llamados canales orales. Estos medios son más eficaces
porqué facilitan el feedback de manera instantánea.
Otros medios que se suelen utilizar en las empresas para llevar a cabo la
comunicación vertical descendente son:
� Circulares.
� Carteleras.
� Correo electrónico.
� Boletines.
�Intranet.
� Reuniones colectivas.
� Reuniones privadas.
� Teléfono.
Los medios o canales de comunicación que suelen utilizar con mayor frecuencia las
grandes empresas por la vía ascendente son:
La forma que tiene el coach de ayudar al coachee a lograr sus objetivos y mejorar
su rendimiento es precisamente a través de la utilización de la comunicación. De
esta manera, el coach da un uso de la comunicación que le permite al coachee ir
identificando los aspectos sobre los que es conveniente trabajar, desarrollar planes
de acción, trabajar sobre los problemas y valorar los resultados obtenidos.
2. Porque una buena comunicación entre los miembros de una organización y entre
sus diferentes niveles jerárquicos proporciona grandes ventajas a la empresa:
Perspectiva lineal
� Transmisión de la información.
Perspectiva dinámica
� Comunicación
Perspectiva productiva
� Comunicación productiva
No sólo se tienen en cuenta las intenciones de emisor y receptor sino también las
consecuencias que las acciones comunicativas tienen para ambos y para el sistema
de cual forman parte.
Aplicar esta visión, proveniente de la perspectiva sistémica, a la práctica del
coaching empresarial es muy útil ya que al fijar la atención tanto en la acción
comunicativa como en las consecuencias existen dos implicaciones por parte de los
sujetos: responsabilidad y aprendizaje.
Al aceptar que existen consecuencias y que algunas pueden ser no deseables e
incluso perjudiciales, las personas se sentirán más responsables de sus acciones
comunicativas y estarán más predispuestas al aprendizaje de nuevas estrategias de
comunicación que sean más efectivas.
Centrándonos en el lenguaje verbal, puede resultar obvio decir que éste es una de
las grandes características de la comunicación humana y algo que nos diferencia del
resto de los animales. Es una capacidad de índole tanto fisiológica y psíquica que
nos capacita para abstraer, conceptualizar y comunicar y que pertenece tanto al
dominio individual como al social. El ser humano difícilmente podría comunicar sus
experiencias sin la utilización de palabras. Sin embargo, el lenguaje verbal es
estático y lineal mientras que el mundo en el que vivimos es dinámico y circular.
Esto lleva a una paradoja: no podemos expresarnos realmente con palabras pero
tampoco podemos expresarnos sin ellas.
Las palabras que utilizamos para expresarnos en una conversación nunca son
exactamente lo que hemos visto, escuchado u oído sino sencillamente una
representación de lo que hemos vivido. El lenguaje verbal traduce nuestras
experiencias sensoriales y emocionales generalmente de forma poco precisa. Hay
que tener claro que el lenguaje verbal sólo es una traducción convencional y
aproximada de la realidad. Esto hace que, incluso en su apariencia más descriptiva
y neutra, el lenguaje verbal esté cargado de connotaciones. Por eso, las palabras
pueden alcanzar en el receptor un nivel diferente al que nosotros queremos
expresar ya que en cada individuo están asociadas a experiencias muy diferentes.
Esto lo podemos observar a menudo en la vida cotidiana cuando debemos pedirle al
interlocutor que clarifique el sentido de las palabras que está utilizando a fin de que
las relacionemos mejor con la experiencia a la que se está refiriendo. Esto es un
signo de que las palabras no tienen un sentido absoluto, sino un sentido relativo
que depende, únicamente, tanto de la persona que las recibe como del contexto en
el que se emplean. Un buen comunicador trata de ajustarse al nivel de
comunicación de su interlocutor cuando emite un mensaje y hará preguntas para
saber qué le está queriendo decir el otro cuando está en el papel de receptor.
Muy a menudo dos personas pueden estar usando las mismas palabras y los
receptores le están dando sentidos diferentes a ambos discursos. A la inversa,
podemos emplear términos diferentes para hablar de la misma cosa. Las palabras
tienen tanto sentidos como personas las pronuncian y las escuchan.
Todo este fenómeno del significado relativo del lenguaje verbal puede constituir
verdaderas barreras a la comunicación. Cuanto más se aleje el lenguaje verbal de
la descripción fáctica y sensorial de la realidad para ir hacia una abstracción y
generalización, mayores serán la imprecisión y la incomprensión y, en
consecuencia, aumentarán los malos entendidos. Por esta razón, el coach debe ser
consciente de la manera en que utiliza su lenguaje verbal.
Vamos a ver ahora como podemos utilizar el lenguaje de manera más apropiada:
Cuando no se utiliza el verbo ser en una conversación, nos damos cuenta de que
tenemos que buscar significados concretos y directos, estableciendo quién dice qué
o quién hace qué. De esta forma, las nominalizaciones también pierden su espacio
y las palabras abstractas se convierten obligatoriamente en cosas sensoriales.
Dentro del lenguaje sensorial cada individuo le concede mayor protagonismo a unos
registros sensoriales que a otros, según sus contextos de experiencia. Esto es una
cuestión que ha sido estudiada por la teoría de la Programación Neurolingüística
(PNL), en la cual se desarrolló toda una concepción interesante sobre los procesos
de percepción y representación de la realidad.
Según esta teoría la realidad es percibida por nuestros sentidos a través de tres
canales fundamentales, el auditivo, el visual y el kinéstésico, a los que denomina
"canales o sistemas de representación sensorial" y estos canales presentan ciertas
predominancias entre unas personas.
De esta forma, para describir una misma situación, una persona más receptiva al
lenguaje de las imágenes utilizará más frecuentemente términos visuales. Otra, afín
al lenguaje de los sonidos usará más términos auditivos, mientras que un tercero,
que tenga preferencia por las sensaciones, se expresará por medio de registros
kinestésicos. Un coach puede utilizar más unos tipos de palabras u otras
dependiendo del “sistema de representación sensorial” preferente por el
coachee. El mensaje será comprendido tanto mejor cuanto más se adapte al
contexto de la experiencia de aquel a quien se dirige. A este respecto, existen
formar de valorar las preferencias del coachee las cuales veremos más adelante.
Aquí tenemos una lista de ejemplos de palabras con base sensorial de tipo visual,
auditivo y kinéstisico:
Ver
Mostrar
visualizar
mirar
a primera vista
evidentemente
visiblemente
claro
confuso
luminoso
aclarar
Clarificar
iluminar
objetivo
flash
Perspectiva
horizonte
pintoresco
imagen
fotográfico
resplandor
radiante
discernir
distinguir
percibir
señalar
espectáculo
Vistazo
ilustrar
luz
inspeccionar
Signo
fachada
demostrar
nítido
coloreado
oír
está claro
estar atento
hacer eco
Amplificar
anunciar
articular
exclamar
voz
ruidoso
llamar
comentar
proclamar
proferir
rumor
sugerir
sonido
agudo
disparador
interferencias
estruendo
grito
conversación
armonía
melodioso
ritmo
acuerdo
charlar
contar
desacuerdo
pronunciar
declarar
inaudito
palabra
silencio
charlatán
tocar
calor
tibieza
frialdad
choque
agarrar
sentir
conectar
presión
sólido
ligero
descargar
relajar
tomar
unir
cerrado
suave
tensión
flotante
crecer
esfuerzo
confortable
tangible
impacto
confortable
probar
herir
mover
empujar
carga
entrañar
trastornar
mantener
concreto
activo
enérgico
4. Otra de las cosas que debemos hacer para aprender a utilizar nuestro lenguaje
de manera efectiva es aprender a elegir un estilo de formulación apropiado al
mensaje que queremos transmitir. Todo contenido verbal puede expresarse bajo
diferentes estilos de formulación: una afirmación, una sugerencia, una
interrogación, una generalización, un juicio, etcétera. La forma de decir las cosas
expresa el sentido del mensaje a veces más que las palabras seleccionadas para
decirlo. En la práctica del coaching, el estilo de formulación del lenguaje que se
realiza es principalmente a base de formulación de preguntas y a modo de diálogo
donde el coach no pretende traspasar ciencia ni conocimiento sino hacer reflexionar
al coachee.
En cualquier deporte en el que se usa la pelota, por ejemplo en el tenis, una de las
instrucciones más comunes y que más se repiten es “no pierda de vista la pelota”.
Realmente la orden de “mira la pelota” no consigue lo que se propone y no hace
que el tenista mejore. Ordenarle a una persona que haga lo que necesita hacer no
produce el efecto deseado. ¿Qué pasaría si se intentara mejorar el rendimiento del
tenista por medio de la formulación de preguntas?
¿Esta mirando la pelota? o ¿Por qué no estas mirando la pelota? probablemente den
como resultado respuestas defensivas que no produzcan la reflexión del tenista.
Pero y estas preguntas:
1. Este tipo de preguntas obliga a que el jugador observe la pelota por de otra
manera no podría responderlas.
2. Para dar una respuesta a cualquiera de estas preguntas el tenista tendría que
concentrarse a un nivel profundo ya que se le pide una información mucho mas
precisa.
3. Cualquiera de estas preguntas intentan ser descriptivas sin pretender juzgar de
manera que no hay riesgo de que la persona a quien va dirigida se sienta criticada
como podía suceder con las anteriores preguntas.
4. Tiene la ventaja de establecer un circuito de feedback con el coach de forma que
se puede verificar la respuesta del jugador y así también su nivel de concentración.
¿Cuales son las preguntas más efectivas que podemos formular para obtener los
mejores resultados en coaching? Hay dos cuestiones muy importantes: Una es el
hecho de elegir entre formular preguntas abiertas o cerradas y otra es la manera
de empezar a formular las preguntas.
Hay preguntas abiertas y cerradas y cada una de ellas proporciona una respuesta
diferente. Las preguntas cerradas tienen por respuesta un sí o un no y se usan
para:
� Centrar la respuesta. Por ejemplo: “¿Está satisfecho con la realización de esta
tarea?”
� Confirmar lo que el interlocutor ha dicho. Por ejemplo: “¿O sea que su problema
es que no se organiza?”
� Mantener el acuerdo entre ambas partes. Por ejemplo: “¿Estamos de acuerdo en
que su rendimiento actual no le permitirá alcanzar estos objetivos?”
Por el contrario, las preguntas cerradas son demasiado limitadas. Una respuesta de
si o no, no obliga a nadie a realizar una reflexión para poder dar una respuesta.
Ante una pregunta como esta: ¿Te ha resultado difícil el trabajo que te he
encomendado?, es mejor preguntarle: ¿Qué es lo que te ha resultado más difícil del
trabajo que te he encomendado?
Con respecto a la manera de empezar a formular las preguntas, las más eficaces en
el coaching son las que comienzan con palabras como “qué...”, “cuando...”,
“quién...”, “cuanto...” o “cuantos...” ya que con este tipo de preguntas se
intenta cuantificar o deducir hechos.
Una vez que sabemos que tipo de preguntas son las más efectivas en el coaching
debemos determinar sobre qué hacer las preguntas y en que secuencia.
4. LA COMUNICACIÓN NO VERBAL
Muy a menudo, el efecto del lenguaje corporal tiene lugar a nivel inconsciente, de
manera que, después de estar sólo un par de minutos conversando con alguien a
quien acabamos de conocer, podemos llegar a la conclusión de que esa persona no
es de fiar o no nos gusta sin que podamos explicar el motivo exacto. Lo más que
podemos decir es "tiene algo que no me gusta". Ese "algo" procede, casi con toda
seguridad, de lo que su lenguaje corporal nos ha transmitido. Y, a la inversa,
cuando hablamos con alguien es posible que le estemos diciendo mucho más de lo
que creemos. De este modo, nuestras emociones se ven influidas por otras
personas sin necesidad de decir una sola palabra, pues puede bastar una
determinada postura, mirada y gesticulación para hacernos sentir incómodos,
nerviosos o enfadados, o bien alegres, joviales y optimistas. Por supuesto, esto no
quiere decir que nuestro interlocutor vaya a captar toda la información que estamos
transmitiendo; el grado en que lo haga dependerá de lo bueno que sea a la hora de
interpretar este lenguaje y de la atención que nos esté prestando.
A veces es posible enviar mensajes contradictorios, como cuando alguien está
contando una anécdota divertida pero la expresión de su cara es triste. Esto puede
ser debido, por ejemplo, a que mientras habla está pensando en otra cosa, tal vez
en lo siguiente que va a decir, y la expresión de su cara se corresponde con lo que
está pensando y no con lo que está diciendo. La incongruencia entre lo que uno
expresa verbalmente y el lenguaje no verbal puede ser un factor de malestar y
bloqueo para el pupilo. Cuando las señales no verbales están en contradicción con
el mensaje verbal, es preferible apoyarse en las señales no verbales. Las personas
que inspiran confianza son, habitualmente, aquellas cuyo comportamiento no verbal
confirma y refuerza el contenido de su expresión verbal. Sólo basta con
imaginarnos el efecto que puede producir una persona que diga: “Le escucho”
mientras está rebuscando continuamente entre sus papeles.
Podemos mentir con las palabras con bastante facilidad pero es mucho más difícil
hacerlo con nuestro lenguaje del cuerpo pues nuestros gestos, las entonaciones, las
inflexiones de voz, los cambio de ritmo respiratorio, etcétera, nos traicionan. En el
coaching esto es un aspecto a tener muy en cuenta. Un buen coach tiene que
asegurar la claridad y la consistencia en sus comunicaciones y, por esa razón, tiene
que haber concordancia entre lo que comunica verbalmente y lo que comunica
mediante códigos de índole no verbal. Además, el coach debe saber “escuchar” e
interpretar los aspectos no verbales que le está transmitiendo su pupilo.
1. La distancia íntima: Nuestro espacio personal íntimo está formado por nuestro
cuerpo y una zona a su alrededor de unos 15 a 45 centímetros. En ese espacio sólo
permitimos que entren los amigos más íntimos, parejas y familiares.
2. La distancia personal: Un poco más lejos, entre unos 46 y 120 centímetros, se
sitúa la distancia personal, en la que sólo dejamos entrar a amigos y compañeros
con quienes mantenemos una buena relación.
3. La distancia social: Este espacio se da entre 120 y 360 centímetros. Es la
distancia que nos separa de los extraños. Se utiliza con las personas con quienes no
tenemos ninguna relación amistosa, la gente que no se conoce bien.
4. La distancia pública: Por último, la distancia pública se da a más de 360
centímetros y no tiene límite. Es la distancia idónea para dirigirse a un grupo de
personas. El tono de voz es alto y esta distancia es la que se utiliza en las
conferencias, coloquios o charlas.
Respecto a todo lo que hemos visto hasta ahora sobre la comunicación no verbal,
un coach no debe olvidar las siguientes cuestiones en su interacción con el/los
coachee/coachees:
5. SABER ESCUCHAR 0.
� Eleva la autoestima del que habla, pues le permite sentir que lo que dice es
importante para el que lo escucha y, con esto, la comunicación y la interrelación se
hacen más fluidas, respetuosas y agradables.
� Le permite al que escucha identificar intereses y sentimientos del que habla y, de
esta forma, puede ser más efectivo en la comunicación con su interlocutor.
� Se reducen las potencialidades de conflictos por malas interpretaciones en las
comunicaciones.
� Se aprende de los conocimientos y percepciones del otro.
� Amplia el marco de referencia, cultura e intereses del que escucha.
� El que escucha con atención, proyecta una imagen de respeto e inteligencia.
Cuando el coach hace gala de unas buenas técnicas de escucha la alianza del
coaching se potencia. En general, se puede decir que toda sesión de coaching
implica entre un 60 y un 80 por ciento de escucha. Aunque todos creemos ser
buenos escuchadores, la mayoría de las personas, incluyendo los gerentes, sólo
escucha cerca de un 25% de lo que dicen los demás. Entre otras cosas, sólo
escuchan palabras, y no los sentimientos expresados o el verdadero significado de
lo que el interlocutor trata de decir.
Existen múltiples motivos por los que esto ocurre. En la lista siguiente se
encuentran algunas de las razones por las que las personas y, en concreto, los
gerentes y directivos, no practican una buena escucha, las cuales, suponen grandes
obstáculos a la comprensión de lo que la otra persona está diciendo:
“Tenemos tendencia a precipitarnos, a arreglar las cosas con un buen consejo. Pero
a menudo no nos tomamos el tiempo necesario para diagnosticar, para empezar a
comprender profunda y realmente el problema.... Si yo tuviera que resumir en una
sola frase el principio más importante que he aprendido en el campo de las
relaciones interpersonales, diría: procure primero comprender, y después ser
comprendido. Este principio es la clave de la comunicación interpersonal efectiva...
La aptitud para la comunicación es la más importante de la vida. Dedicamos a la
comunicación la mayor parte de nuestras horas de vigilia... pasamos años
aprendiendo a leer y a escribir, a aprender a hablar. ¿Y a escuchar? ¿Qué
adiestramiento o educación nos permite escuchar de tal modo que comprendamos
real y profundamente a otro ser humano en los términos de su propio marco de
referencia individual?...”.
Según Covey, cuando otra persona habla, por lo general, la escuchamos en uno de
los cuatro niveles siguientes:
Según Covey, además de estos cuatro niveles existe un quinto nivel en el que muy
pocas personas se sitúan y que representa la forma más eficiente de escucha. Ese
quinto nivel seria la escucha empática, que Covey identifica como “escuchar con
la intención de comprender”.
Resulta un hecho evidente que cada persona desea o necesita ser escuchado con
respeto y cortesía. Puede decirse que todos queremos expresarnos, y obtener
atención y reconocimiento.
Sin embargo, tendemos a sentirnos frustrados, pues son pocos los que pueden
ostentar algún dominio notable en el arte de saber escuchar.
Algunos consejos que el coach debería seguir si quiere mejorar sus estrategias de
escucha activa son:
Algunas técnicas de feedback que puede utilizar el coach con su pupilo son: