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La clavícula de Salomón

Según me indicó Hugo Pratt, o quizás Corto Maltés, en el hombro derecho del león de piedra que
guarda la entrada del Arsenal de Venecia, descubriría grabadas unas iniciales que me permitirían
hallar la Clavícula de Salomón.
Salomón, hijo de David, Rey de Israel, fue famoso en la antigüedad por su sabiduría y por la
construcción del Templo de Jerusalén en cuyas ruinas levantarían siglos más tarde los Caballeros de
la Orden del Temple su cuartel general.
Un guerrero varego, mercenario, al servicio del Basileus de Constantinopla, conoció de boca de un
marinero árabe la leyenda y localización exacta de la esmeralda de Salomón. El musulmán explicó a
Oleg que estaba oculta en Venecia, y éste, para evitar que el secreto se divulgase, asesinó esa misma
noche a su confidente. Más adelante, en una incursión que hizo al Pireo en Grecia (1040) contra los
enemigos del Emperador de Bizancio, grabó, sobre el hombro derecho de un león de piedra que
había junto a una fuente, el lugar exacto donde hallar la esmeralda de Salomón.
Oleg murió en una conspiración de palacio, pero, casualmente, siglos más tarde (1687) los
venecianos robaron el león de piedra y lo ubicaron en su actual emplazamiento.
A mediados del siglo XX muchos fueron los que intentaron descifrar la inscripción rúnica: masones,
poetas, aventureros, buscafortunas, fascistas, pseudotemplarios, iluminados, etc., etc., no faltando a
la cita crímenes inconfesables, pero lo cierto es que nadie supo interpretar correctamente las
indicaciones del vikingo sobre el mármol. La clavícula de Salomón, como Troya, aún espera su
Schliemann.
Permanecí un largo rato frente a la puerta del Arsenal, contemplando al león que guarda el secreto.
La inscripción, desafortunadamente, es hoy día sólo un recuerdo que el tiempo y la contaminación
se han encargado de borrar. Pese a ello, por unos momentos creí estar a punto de descifrar el
enigma, pero la Clavícula de Salomón, hecha del mismo material que los sueños, se desvaneció
lentamente y yo me confundí como uno más entre la masa de turistas que inunda Venecia.

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