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Evolucién multirregional de los humanos EI registro fosil y la genética proclaman que los grupos humanos surgieron donde se encuentran hoy Alan G. Thome y Milford H. Wolpoff inte afios atrés, los paleoan- ‘tropélogos se enzarzaron en una polémica sobre el origen de los primeros humanos. La discre- pancia se centraba en si el f6sil Ra- ‘mapithecus fue un antecesor humano primitivo © si fue antecesor de las estirpes humana y de antropomorfos. Los biGlogos moleculares.terciaron en el debate y apoyaron Ia posicion ‘minoritaria mantenida por uno de no- sostros (Wolpoff) y sus. discipulos, segiin 1a cual Ramapithecus no era un fésil humano, que era Io que se ‘erefa mayoritariamente. Pero su base demostrativa descansaba en una fe- ccha para la divergencia chimpanc ‘humanos que se fundaba en un “reloj ‘molecular” averiado. Hubimos, pues, de rechazar tal apoyo. La comunidad de paleoantropélo- gos toma a verse comprometida en tun debate, esta vez sobre cémo, cuéndo y ‘dénde se originaron los Jhumanos modemos. De un lado estan algunos investigadores que, como nosotros, rechazan la reduccién a un solo hogar de Ie humanidad moder- nna, para defender que los humanos ALAN G. THORNE y MILFORD H. WOLPOFF se han ontzegade con ahin- 0 al estudio del material f6sil original implicado en los orfgenes de Homo sa- pens, Thome dirige el departamento de prehistoria del Tnstituto de Estudios Avanzados en la Universidad Nacional 4e Australia. Se grads en antropologta y zoologia por la Universidad de Sid- fey en 1963 y Iuego ensens anatomia hhumana en su facultad de medicina. Las excavaciones de Thorne en Kow Swamp y el lago Mungo rindieron Ia ‘mayoria de restos bumanos pleistocenos e Australia. Wolpoff ensefa antropolo- sia en Ia Universidad de Michigan en ‘Ann Arbor, donde diige el laboratorio. e paleoantropologla. Kecibio su docto- rado en 1960 por a Universidad de Il nois en Urbana-Champaign. 4 se originaron en Africa y desarrolla- ron-Iuego sus formas modemas poco poco en cada zona del Viejo Mun- do. Del otto lado hay autores que proclaman que Aftica sola engendré Jos humanos modemos en los ilti- ‘mos 200.000 afios. De nuevo, los genéticos moleculares han entrado en [a liza, intentando inclinarla en favor de a hipotesis africana reciente con tun reloj molecular. Una vez més, su ayuda debe rehusarse porque su is- curso hace agua No puede negarse que a ta inves- tigacién genética se debe una de los grandes principios de la biologia del siglo x: todas las personas so: mos parientes sumamente proximos. Las semejanzas de nuestros ADN Son mucho mayores de lo que pue- den sugerir las dispares variaciones anatémicas de la humanidad. Los cestudios sobre el ADN que portan las mitocondrias, que heredamos ex-' clusivamente de nuestras madres y e8 trazador de los linajes mater- nos, adquieren un papel protagonista en el desarrollo de teorfas sobre el origen de las razas humanas mo- demas. Pero el ADN mitocondrial no ago- ta las fuentes de informacién que tenemos sobre el tema. Los restos ¥y artefactos fésiles representan tam- bien un cuerpo monumental de tes- timonios y, lo afirmamos convenci- dos, mucho més fiable. El interés peculiar de los estudios del ADN mi- focondrial reside en que muestran que una de las teorias del origen dis- ciutidas por los paleontélogos ha de ser falsa, Junto con Wu Xinzhi, del Instituto de Paleontologia de Vertebrados y Paleoantropologis de Beijing, hemos hilvanado el modelo multirregional de evolucién humana. Nos llevé a saber que algunas de las formas que distinguen a os principales grupos hhumanos, como asidticos, aborigenes australianos y europeos, se desarro- Maron durante un largo. periodo, aproximadamente all{ donde hoy se encuentran. La evolucién multirregional rastrea todas las poblaciones modernas hasta la salida de los humanos desde Afri- cca, hace por lo menos un millén de aiios, a través de una trama de lina- Jes antiguos en los que su aportacién Benética a las poblaciones vivientes varié con la regién y con el tiempo. Todavia hoy, distintas poblaciones mantienen sus diferencias fisicas, a pesar del mestizaje y migraciones demogréficas; esta situacién ha exis- tido siempre ‘desde los primeros hu- manos que colonizaron Europa y Asia. La humanidad moderna se ori- gind dentro de esas poblaciones des- plegadas, y la modernizacion de nuestros anfecesores fue un proceso ccontinuado, a teorfa altemativa del “Arca de Nog”, elaborada por el paleon- t6logo William W. Howells, de la Uni- versidad de Harvard, planteabe que Ja gente modema surgié recientemen- fe en un solo lugar y que, a conti- uaci6n, se expandi6é por el mundo, reemplazando a los demés grupos humanos. Esta sustitucién, creen los Sltimos defensores de la teorfa, debe hhaber sido completa. Segiin sus and- lisis genéticos, Allan C. Wilson, de- saparecido el aflo pasado, y sus co- Tegas de la Universidad de California en Berkeley concluyeron que el re- gistro evolutivo del ADN podia ras- frearse hasta una tinica mujer, consa- grada como “Eva” en una de sus primeras publicaciones sobre el tema, que vivid en Africa hace aproxima-

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