Bebí de tu saliva y me emborrache, saboree de tu sangre,
fumé tu esencia pero jamás solté el humo de tu calor y así provoqué un cáncer en mi interior, un cáncer que no tiene cura... un cáncer tan extraño, que me deleito al padecerlo.
Recuerdo el cansancio de una danza de pasión y muerte
sobre un lecho color rojo. Sueños impregnados de tu escencia, recuerdo también el miedo del que fui presa al encontrarme en tu recinto multifacético, sin saber x donde comenzar a recorrerlo palmo a palmo y poder encontrar una pista una respuesta y descifrar el misterio que t envuelve... una mascara blanca de belleza fantasmagórica, una petrificada mariposa con su fulgurante mirada de búho, y aquel reloj cruel que marcaba la hora. Sumando horas de muerte. Restando los segundos y minutos de gloria que pase a tu lado.
Me mecí en las cuna de tu boca con tu tibia saliva, la cuna
de la mía besaba el salado de tu cuerpo; con el ligero pensamiento de no volver a saber de ti me aferré a tu cuerpo una y otra vez...