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Las novelas cumplen una condición que no se encuentra en los relatos cortos: el
requisito de que el lector simpatice o se familiarice hasta tal punto con el protagonista que
se sienta impulsado a creer que haría lo mismo en sus circunstancias... o, en el caso de la
narrativa escapista, que le gustaría hacer lo mismo. En un relato no es necesario crear tal
identificación, pues 1) no hay espacio suficiente para proporcionar tantos datos y 2) como
se pone el énfasis en los hechos, y no en el autor de los mismos, carece realmente de
importancia -dentro de unos límites razonables, por supuesto- quién es el criminal. En un
relato, se conoce a los protagonistas por sus actos; en una novela sucede al revés; se
describe a los personajes y después hacen algo muy personal, derivado de su naturaleza
individual. Podemos afirmar que los sucesos de una novela son únicos, no se encuentran en
otras obras; sin embargo, los mismos hechos acaecen una y otra vez en los relatos hasta
que, por fin, se establece un código cifrado entre el lector y el autor. No estoy seguro de
que esto sea especialmente negativo.
Además, una novela -en particular una novela de ciencia ficción- crea todo un
mundo, aderezado con toda clase de detalles insignificantes..., insignificantes, quizá, para
describir los personajes de la novela, pero vitales para que el lector complete su
comprensión de todo ese mundo ficticio. En un relato, por otra parte, usted se siente
transportado a otro mundo cuando los melodramas se le vienen encima desde todas las
paredes de la habitación... como describió una vez Ray Bradbury. Este solo hecho catapulta
el relato hacia la ciencia ficción.
Un relato de ciencia ficción exige una premisa inicial que le desligue por completo
de nuestro mundo actual. Toda buena narrativa ha de llevar a cabo esta ruptura, tanto en la
lectura como en la escritura. Hay que describir un mundo ficticio totalmente. Sin embargo,
un escritor de ciencia ficción se halla sometido a una presión más intensa que en obras
como, por ejemplo, Paul's Case o Big Blonde, dos variedades de la narrativa general que
siempre permanecerán con nosotros.