tintineaban las pequeñas lucecitas de la ciudad. Ya empezaba a refrescar pero eso a Arianna le gustaba mucho. En verdad le gustaba la noche, aunque le daba miedo la oscuridad. Su aire frio le recordaba a cuando era pequeña, el silencio que se proyecta por todos los rincones le daba una tranquilidad que ella suele añorar cuando está en el centro de la ciudad y la oscuridad hacía una combinación irresistible para Arianna.