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d) El sistema epiciclo-deferente da cuenta de las diferencias existentes entre un trayecto y el siguiente,
proporcionando con ello una explicación bastante simple de una de las irregularidades observadas en los
movimientos planetarios.
e) El sistema epiciclo-deferente reproduce otro importante aspecto cualitativo de los hechos observados: un
planeta sólo puede retrogradar cuando su movimiento lo lleva a ocupar el punto de su trayectoria más
próximo a la tierra. Aquí el planeta debe presentar, y efectivamente presenta, una mayor intensidad de
brillo. Su gran simplicidad y el haber dado por primera vez una explicación de la variación de la
intensidad de brillo de los planetas son las principales razones que sustentan la victoria del nuevo sistema
sobre el de las esferas homocéntricas.
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III. EL UNIVERSO DE LAS DOS ESFERAS EN EL MARCO DEL PENSAMIENTO ARISTOTÉLICO
[pp. 116-137]
1. El universo aristotélico
a) Para Aristóteles (384-322 a. C.), el universo entero estaba contenido en la esfera de las estrellas o, más
exactamente, dentro de la superficie externa de dicha esfera. En el exterior de la esfera no había nada, ni
materia ni espacio. En cada punto del interior de la esfera había materia; el vacío era absurdo.
b) La mayor parte del universo estaba lleno por un solo elemento, el éter, que es un elemento celeste, un
sólido cristalino, puro e inalterable, transparente y sin peso, a diferencia de las sustancias que se conocen
sobre la tierra. De él están hechos los planetas, las estrellas y los caparazones esféricos concéntricos.
c) Según Aristóteles, había exactamente 55 caparazones cristalinos de éter, y éstos encerraban en un
mecanismo físico el sistema matemático de las esferas homocéntricas elaborado por Eudoxo y Calipo.
Aristóteles duplicaba el número de esferas empleadas por los primeros matemáticos, pero las que él
añadía eran matemáticamente superfluas. Su función era proporcionar los lazos mecánicos necesarios
para mantener en rotación todo el conjunto de caparazones concéntricos. Puesto que el universo estaba
lleno, todas las esferas se encontraban en contacto, y el frotamiento de unas con otras transmitía
movimiento a todo el sistema.
d) Entre Ptolomeo y Copérnico, la mayor parte de las gentes cultivadas, incluidos los astrónomos, creían,
como mínimo, en un versión bastarda de las esferas de Aristóteles. Los astrónomos se servían de
epiciclos, deferentes y excéntricas para explicar el movimiento de cada planeta en el interior de su propio
caparazón, cuya realidad era como mínimo metafórica. Pero raras veces se preocuparon por encontrar
una explicación física al movimiento de un planeta dentro de su esfera.
e) A pesar de las pequeñas dimensiones de la región sublunar, la tierra, centro del universo, es la semilla de
que nace todo lo restante, es el dominio del ser humano. Su carácter es muy distinto al de las regiones
celestes. Está totalmente ocupada por cuatro elementos, ordenados en una serie de caparazones
concéntricos (tierra, agua, aire, fuego) de modo similar a como se distribuyen las esferas de éter del
quinto elemento que los envuelve.
f) Abandonada a sí misma, sin la acción de fuerzas exteriores que turben el esquema, la región sublunar
sería estática, reflejo de la estructura propia de las esferas celestes. Sin embargo, la región terrestre jamás
está en calma. Limitada en su pare superior por la esfera en movimiento de la luna, el movimiento de tal
frontera impulsa sin cesar a la capa de fuego situada inmediatamente por debajo de ella, estableciendo de
este modo una serie de corrientes que empujan y entremezclan los restantes elementos a lo largo y ancho
de todo el mundo sublunar.
g) ¿Por qué, a pesar de las dificultades reales planteadas por el sistema ptolemaico, los astrónomos han
continuado afirmando durante tantos siglos que la tierra ocupaba el centro del universo, o como mínimo
el de las órbitas planetarias medias? En parte porque Aristóteles, “el Filósofo”, había proclamado la
inmovilidad de la tierra, y su afirmación había sido tomada muy en serio por sus sucesores.
h) A pesar de que la lista de las alteraciones introducidas por los últimos aristotélicos en las enseñanzas
originales del maestro es casi ilimitada, ninguno llegó a sugerir que la tierra fuera un planeta o que ésta
no fuera el centro del universo.
i) Puede construirse un universo aristotélico con tres o cinco elementos terrestres tan bien como con los
cuatro propugnados por el propio Aristóteles; también es posible sustentarlo sobre la teoría de los
epiciclos casi tan bien como sobre las esferas homocéntricas; sin embargo, no puede resistir, como de
hecho no resistió, la modificación que convierte a la tierra en un planeta. Copérnico intentó concebir un
universo esencialmente aristotélico alrededor de una tierra en movimiento, pero fracasó en su intento.
Sus sucesores captaron en todo su alcance la innovación copernicana y, al obrar en consecuencia,
hundieron por completo el magno edificio cosmológico erigido por Aristóteles. La idea de una tierra
central e inmóvil era uno de los pocos grandes conceptos básicos sobre los que gravitaba una visión
coherente y globalizadora de un determinado sistema del mundo.
3. El plenum aristotélico
a) Antigua concepción de la plenitud del universo: el horror vacui: la naturaleza intentará impedir la
formación de cualquier vacío.
b) La teoría de un universo lleno entró en la ciencia antigua gracias a la autoridad combinada de la lógica y
de la experiencia, convirtiéndose desde un primer momento en uno de los ingredientes esenciales de las
teorías cosmológicas y astronómicas.
c) Aristóteles sostenía, no sólo que de hecho no hay vacíos en el mundo terrestre, sino que, en principio, no
puede haberlos en parte alguna del universo. Así, Aristóteles explica:
i) La persistencia del movimiento de la esfera de las estrellas. Si uno de los caparazones, celeste o
terrestre, se viera reemplazado por el vacío, desaparecería todo movimiento en el interior de dicho
caparazón.
ii) La finitud del universo. Sin un concepto que una indisolublemente materia y espacio, habría que
admitir la infinitud del universo. La materia podría estar limitada por el vacío, y el vacío, a su vez,
podría verse limitado por la materia, pero nada acotaría la continuidad de esta cadena. Sin embargo,
hay dos razones que difícilmente permitirían a un universo infinito seguir siendo aristotélico:
• Un espacio infinito no tiene centro, y entonces no hay ningún punto privilegiado donde pueda
acumularse el elemento pesado, la tierra, y tampoco existen un “arriba” y un “abajo” intrínsecos
que permitan determinar cuál es el movimiento natural que sigue un cuerpo para retornar a su
posición propia, a su “lugar natural”.
• En un espacio infinito es poco plausible que los cuatro elementos se hayan acumulado en un sólo
y único punto del mismo, y es natural suponer que existan otros mundos dispersados aquí y allá a
lo largo y ancho de todo el espacio. Quizá haya también plantas, hombres y animales en ellos. La
tierra y el ser humano ya no se encuentran en el centro del universo. Durante la antigüedad y la
Edad Media, la mayor parte de los filósofos que, como los atomistas, creían que el universo era
infinito se veían obligados a admitir tanto la existencia real del vacío como la pluralidad de los
mundos. Hasta pleno siglo XVII no hay nadie que adoptando tales conceptos consiguiera
elaborar una cosmología capaz de rivalizar con la de Aristóteles en la explicación de los
fenómenos cotidianos, ya sean terrestres o celestes.
d) La multifacética función desempeñada por la idea de un universo lleno en el pensamiento aristotélico es
nuestro único ejemplo de gran categoría para dar cuenta de la coherencia de su cosmología o visión
global del mundo. El plenum se halla estrechamente vinculado con la neumática, la persistencia del
movimiento, la finitud del espacio, las leyes del movimiento, la unicidad de la tierra, etc.
e) Para ser justificado lógicamente el plenum no necesita ni de la unicidad, ni de la posición central, ni de la
inmovilidad de la tierra. Y viceversa, el movimiento de la tierra no exige la existencia del vacío ni la
infinitud del universo. Sin embargo, no debe tomarse como simple casualidad que ambas nociones fueran
admitidas y aceptadas poco después del triunfo de la teoría copernicana (el propio Copérnico no creía ni
en el vacío ni en la infinitud del universo).
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4. La majestad de los cielos
a) Según Aristóteles, la superficie interior de la esfera de la luna divide el universo en dos regiones
totalmente diferentes, ocupadas por distintas materias y no sometidas a las mismas leyes:
i) La región terrestre, en la que vive el ser humano, es la sede del cambio y de la variedad, del
nacimiento y de la muerte, de la generación y la corrupción.
ii) La región celeste, por el contrario, es eterna e inmutable. De todos los elementos, sólo el éter es puro
e incorruptible. Sólo las esferas celestes, engranadas entre sí, se mueven natural y eternamente en
círculos, con una velocidad siempre constante, girando sobre sí mismas por los siglos de los siglos y
ocupando en todo momento la misma región del espacio.
b) La substancia y el movimiento de las esferas celestas son los únicos compatibles con la inmutabilidad y la
majestad de los cielos, siendo éstos quienes controlan y provocan toda diversidad y cambio producido
sobre la tierra.
c) Desde el momento en que Aristóteles introdujo un mecanismo físico –la transmisión por frotamiento– por
medio del cual los cuerpos celestes podían provocar cambios sobre la tierra, se le ofreció al estudioso una
base plausible sobre la que fundamentar su creencia en que la posibilidad de prever las configuraciones
celestes permitiría a los hombres vaticinar su futuro y el de las naciones.
d) Desde el s. II a. C., la astrología iba a verse indisolublemente vinculada a la astronomía a lo largo de más
de 1800 años, constituyendo conjuntamente una sola actividad profesional. Tipos de astrología:
i) Astrología judicial: vaticinaba el porvenir de los hombres a partir de las estrellas.
ii) Astrología natural: vaticinaba el porvenir de las estrellas partiendo de su presente y de su pasado.
e) Ptolomeo, cuyo Almagesto presenta la astronomía antigua en su forma más elaborada, era igualmente
famoso por su Tetrabiblos, contribución clásica de la antigüedad al campo de la astrología judicial.
f) La astrología ejerció una enorme influencia sobre los más cultivados espíritus de Europa. A principios de
la Edad Media fue parcialmente suprimida por la Iglesia, cuya doctrina, al subrayar la libertad de que
goza el hombre para escoger el bien del cristianismo, era absolutamente incompatible con el estricto
determinismo astrológico.
g) La astronomía y la percepción del poder celestial que ella implica pierde gran parte de su plausibilidad si
la tierra es un planeta. Una tierra planetaria puede ejercer sobre Saturno una influencia tan poderosa
como la que Saturno puede ejercer sobre ella; aplicando idéntica argumentación a todos y cada uno de los
planetas restantes, se hunde por su base la dicotomía terrestre-celeste.
h) La astronomía y la majestad de los cielos nos dan un ejemplo más de las consecuencias indirectas de la
estabilidad y unicidad de la tierra. Si las propuestas de Copérnico no hubieran tenido repercusión alguna
sobre sectores ajenos a la astronomía, su aceptación generalizada no se habría visto diferida durante tan
largo tiempo ni habría encontrado tan encarnizada resistencia.