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Paul Verlaine

(1844-96)

Tertulia poética

Biblioteca municipal de Irún

26 de noviembre de 2007

http://personal.telefonica.terra.es/web/jesusrcb/
http://tertuliaspoeticas.blogspot.com/
Obras de Verlaine en la biblioteca de Irún:

Carlos Baudelaire : viaje a Holanda, paseos y


Verlaine, Paul (1844-1896) recuerdos / Paul Verlaine ; prosas traducidas por E. ()
Puche
La buena canción ; Romanzas sin palabras ;
Verlaine, Paul (1844-1896) Sensatez / Paul Verlaine ; edición bilingüe y (1991)
traducción de Miguel Casado
Poèmes saturniens ; suivi de Fêtes galantes / Paul
Verlaine, Paul (1844-1896) (1961)
Verlaine
Sus mejores versos / Pablo Verlaine ; traducción y
Verlaine, Paul (1844-1896) prólogo de Luis Guarner ; portada e ilustraciones (1930)
de José Martínez de Ayora

Biografía

Paul Marie Verlaine , comúnmente llamado Paul Verlaine . Poeta francés nacido en
Metz el 30 de marzo de 1844 y muerto en París el 8 de enero de 1896.

De familia perteneciente a la pequeña burguesía: su padre, como el de Rimbaud, era


capitán de la armada. Hizo sus estudios en París, y llegó a trabajar en el ayuntamiento.
Frecuentó los cafés y salones literarios parisinos, y en 1866 colaboró en el primer
Parnaso contemporáneo publicando los Poemas saturnianos, influenciados por
Baudelaire, aunque ya anunciaban el «esfuerzo hacia la Expresión, hacia la Sensación
devuelta» (Carta a Mallarmé del 22 noviembre de 1866), propósito que desarrollaría en
sus mejores obras. En el año 1869, las Fiestas galantes, fantasías evocadoras del siglo
XVIII de Watteau, confirmaban esta orientación. En 1870, se casó con Mathilde Mauté,
a la que dedicó La Buena Canción.

Al año siguiente, la joven pareja está viviendo con los padres de Mathilde, cuando
Arthur Rimbaud aparece en su vida y la cambia completamente. Verlaine deja a su
mujer y se va con el joven poeta a Londres y a Bélgica. Durante estos viajes, escribe
una gran parte de la colección Romanzas sin palabras. En 1873, en una riña en plena
calle, en Bruselas, hiere de un tiro a Rimbaud y es condenado a dos años de prisión, que
cumple en Bruselas y en Mons. Durante su estancia en la prisión elabora la base de un
libro que no verá nunca la luz (Carcelariamente); su esposa obtiene la separación, tras
un proceso iniciado en 1871. En prisión se convirtió al catolicismo, en la madrugada,
escribió, de una «mística noche». De esta conversión data probablemente el abandono
de Carcelariamente y la idea de recopilar Sabiduría, que formará parte, con Antaño y
hogaño (1884) y Paralelamente (1888), de una gran antología.

En el café, fotografiado por Dornac (Museo Carnavalet)

1
Al salir de prisión, vuelve nuevamente a Inglaterra y después a Rethel, donde ejerce
como profesor. En 1883, publica en la revista Lutèce la primera serie de los «poetas
malditos» (Stéphane Mallarmé, Tristan Corbière, Arthur Rimbaud), que contribuye a
darlo a conocer. Junto con Mallarmé, es tratado como maestro y precursor por los
poetas simbolistas y decadentistas. En 1884, publica Antaño y hogaño, que marca su
vuelta a la vanguardia literaria, aunque el libro estuviera compuesto fundamentalmente
por poemas anteriores a 1874.

A partir de 1887, a medida que su fama crece, cae en la más negra de las miserias. Sus
producciones literarias de esos años son puramente alimentarias. En esta época pasa el
tiempo entre el café y el hospital. En sus últimos años fue elegido «Príncipe de los
Poetas» (en 1894) y se le otorga una pensión. Prematuramente envejecido, muere en
1896 en París, a los 52 años. Al día siguiente de su entierro, varios paseantes cuentan un
hecho curioso: la estatua de la Poesía, ubicada en la plaza de la Ópera, perdió un brazo,
que se rompió junto con la lira que sujetaba, en el momento en que el coche fúnebre de
Verlaine pasaba por allí:

Il pleure dans mon coeur


Comme il pleut sur la ville;
Quelle est cette langueur
Qui pénètre mon coeur ...

Influencia

La influencia de Verlaine fue grande entre sus coetáneos, y no hizo más que crecer tras
su fallecimiento, tanto en Francia como en el resto del mundo. En castellano, el
modernismo no puede entenderse sin la figura de Verlaine. Algunos grandes poetas del
ámbito hispánico, como Rubén Darío o Manuel Machado, sin duda habrían recorrido
otros caminos de no haberse expuesto al influjo del poeta francés, y con ellos,
probablemente, la historia de la literatura.

Obras
Poemas

? Poemas saturnianos (1866)


? Los amigos (1867)
? Fiestas galantes (1869)
? La Buena canción (1870)
? Romanzas sin palabras (1874)
? Sabiduría (1880)
? Antaño y Hogaño (1884)
? Amor (1888)
? Paralelamente (1889)
? Dedicatorias (1890)
? Mujeres (1890)
? Hombres (1891)
? Sensatez (1891)
? Canción para ellas (1891)
? Liturgias íntimas (1892)

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? Elegías (1893)
? Odas en su honor (1893)
? En los limbos (1894)
? Epigramas (1894)
? Ca (1896)
? Invectivas (1896)
? Biblio-sonetos (1913)
? Obras olvidadas (1926-1929)

Prosa

? Los Poetas malditos (1824).


? Louise Leclercq (1886).
? Memorias de un viudo (1886).
? Mis hospitales (1891).
? Mis prisiones (1893).
? Quince días en Holanda (1893).
? Veintisiete biografías de poetas y literatos.
? Confesiones (1895).
? Romanzas sin palabras.
? Carcelariamente.

Tomado de Wikipedia

SELECCIÓN POÉTICA

Poemas saturnianos

Los sabios de antaño, que valían tanto como los de hoy,


creyeron y este es un punto todavía mal dilucidado,
leer en el cielo tanto de dicha como los desastres
y que cada alma estaba unida a uno de los astros.
(Mucho se ha bromeado, sin pensar que a menudo
la risa es tan ridícula como engañosa
sobre esta explicación del misterio nocturno.)
Ahora bien, aquellos nacidos bajo el signo de Saturno,
fiero planeta caro a los nigrománticos
entre todos tiene, según los viejos grimorios,
buena parte de desdicha y de cólera.
La imaginación inquiete y débil,
en ellos anula el esfuerzo de la razón.
En su vena la sangre, sutil como un veneno
raro y ardiente como la lava, corre y arrolla

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encogiendo su triste ideal que se derrumba.
Y así los saturnianos deben sufrir y así
morir –admitiendo que seamos mortales–,
pues su plan de vida ha sido trazado línea a línea
por lógica de una influencia maligna.

NEVERMORE

Recuerdo, recuerdo, ¿que quieres de mí? El otoño


hacía volar el tordo a través del aire átono
y el sol lanzaba un rayo monótono
sobre el bosque amarillento donde restalla el cierzo.

Estábamos a solas e íbamos soñando,


de repente, volviendo hacia mí su mirada conmovedora:
«¿Cual fue tu día más bello?», dijo su voz de vívido oro,

su voz dulce y sonora, de lozano timbre angélico.


Una sonrisa discreta le dio la réplica
y besé su mano blanca devotamente.

¡Ah, qué perfumadas son las primeras flores


y qué sonido, qué murmullo encantador
el primer si que sale de los labios bienarmados!

LA ANGUSTIA

Naturaleza, nada tuyo me conmueve, ni los campos


nutricios, ni el eco bermejo de las pastorales
sicilianas, ni las pompas auroreales,
ni la solemnidad doliente de los ocasos.

Me rio del Arte, me rio del Hombre también, de los cantos,


de los versos, de los templos griegos y de las torres espirales,
que se estiran en el cielo vacío de las catedrales,
y con igual ojo veo a los buenos que a los malos.

No creo en Dios, abjuro y reniego


de todo pensamiento, y en cuanto a la vieja ironía,
el Amor, quisiera que no me hablaran más de él.

Cansado de vivir, teniendo miedo a morir, semejante


al brick perdido, juguete del flujo y del reflujo,
mi alma apareja para espantosos naufragios.

CANCIÓN DE OTOÑO

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Los largos sollozos
de los violines
del otoño
hieren mi corazón
de una languidez
monótona.

Del todo sofocado y


pálido, cuando
la hora suena,
me acuerdo
de pasados días
y lloro;

y me voy
con el viento malo,
que me lleva
aquí, allá,
semejante a la
hoja muerta.

UNA GRAN DAMA

¡Bella como “para condenar a un santo” y turbar bajo el birrete


a un viejo juez! Camina imperialmente
y habla -y sus dientes producen un reflejo-
italiano con un ligero acento ruso.

Sus ojos fríos donde el esmalte engarza el azul de Prusia,


tienen el brillo insolente y duro del diamante.
Por el esplendor del seno, por el deslumbramiento
de la piel, ninguna reina o cortesana, ni siquiera

Cleopatra la lince o la gata de Nipón,


igualan su belleza patricia.
Lo ves, oh buen Buridan: “¡Es una gran dama!”

Y es preciso -¡no puede ser de otra manera!- adorarla de rodillas,


vulgar, no teniendo más astros el cielo que sus pesados cabellos rojos,
o bien azotarle la cara a esta mujer.

LASITUD/CANSANCIO
A batallas de amor, campo de plumas
Góngora

Encantadora mía, ten dulzura, dulzura...


calma un poco, oh fogosa, tu fiebre pasional;
la amante, a veces, debe tener una hora pura
y amarnos con un suave cariño fraternal.

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Sé lánguida, acaricia con tu mano mimosa;
yo prefiero al espasmo de la hora violenta
el suspiro y la ingenua mirada luminosa
y una boca que me sepa besar aunque me mienta.

Dices que se desborda tu loco corazón


y que grita en tu sangre la más loca pasión;
deja que clarinee la fiera voluptuosa.

En mi pecho reclina tu cabeza galana;


júrame dulces cosas que olvidarás mañana
Y hasta el alba lloremos, mi pequeña fogosa.

MI SUEÑO FAMILIAR

Sueño a menudo un sueño sencillo y penetrante


de una mujer ignota que adoro y que me adora,
que, siendo igual, es siempre distinta a cada hora
y que las huellas sigue de mi existencia errante.

Se vuelve transparente mi corazón sangrante


para ella, que comprende lo que mi mente añora;
ella me enjuga el llanto del alma cuando llora
y lo perdona todo con su sonrisa amante.

¿Es morena ardorosa? ¿Frágil rubia? Lo ignoro.


¿Su nombre? Recuerdo que dulce y sonoro,
como los de los amados que la Vida exila.

Como el de las estatuas es su mirar suave


y tiene en su voz, lejana, calma y grave,
la inflexión de las voces queridas que se han matado.

NEVERMORE

Vamos, pobre corazón mío, vamos, mi viejo cómplice,


levanta otra vez y pinta todos tus arcos triunfales;
quema incienso rancio en tus altares de oro falso;
siembra de flores los bordes abiertos del precipicio;
¡vamos, pobre corazón mío, vamos, mi viejo cómplice!

Eleva a dios tu cántico, oh chantre rejuvenecido;


entona, órgano enronquecido, espléndidos Te Deum;
anciano precoz, pon afeites sobre tus arrugas;
cúbrete de tapiz morado, muro amarillento;
Eleva a Dios tu Cántico, oh chantre rejuvenecido.

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¡Sonad, cascabeles; sonad, campanillas; sonad, campanas!
Porque mi sueño imposible ha tomado forma y yo la tengo
entre mis brazos ceñida: la Felicidad, esa alada
viajera que el hombre evita los acercamientos.
¡Sonad, cascabeles; sonad, campanillas; sonad, campanas!

La felicidad ah caminado codo a codo conmigo;


pero la FATALIDAD en absoluto conoce tregua:
el gusano esta en el fruto, el despertar en el sueño,
y el remordimiento está en el amor: tal es la ley.
la felicidad ha caminado codo a codo conmigo.

Caprichos
MUJER Y GATA

La sorprendí jugando con su gata,


y contemplar causóme maravilla
la mano blanca con la blanca pata,
de la tarde a la luz que apenas brilla.

¡Como supo esconder la mojigata,


del mitón tras la negra redecilla,
la punta de marfil que juega y mata,
con acerados tintes de cuchilla!

Melindrosa a la par por su compañera


ocultaba también la garra fiera;
y al rodar (abrazadas) por la alfombra,

un sonoro reír cruzó el ambiente


del salón... y brillaron de repente
¡cuatro puntos de fósforo en la sombra!

SERENATA

Como la voz de un muerto que cantara


desde el fondo de su fosa,
amante, escucha subir hasta tu retiro
mi voz agria y falsa.

Abre tu alma y tu oído al son


de mi mandolina:
para ti he hecho, para ti, esta canción
cruel y zalamera.

Cantaré tus ojos de oro y de onix


puros de toda sombra,

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cantaré el Leteo de tu seno, luego el
de tus cabellos oscuros.

Como la voz de un muerto que cantara


desde el fondo de su fosa,
amante, escucha subir hasta tu retiro
mi voz agria y falsa.

Después loare mucho, como conviene,


A esta carne bendita
Cuyo perfume opulento evoco
Las noches de insomnio.

Y para acabar cantaré el beso


de tu labio rojo
y tu dulzura al martirizarme,
¡Mi ángel, mi gubia!

Abre tu alma y tu oído al son


de mi mandolina:
para ti he hecho, para ti, esta canción
cruel y zalamera.

Fiestas galantes

CITEREA
Un pabellón de claraboyas
abriga dulcemente nuestros goces
que abanican los rosales amigos;

el olor de las rosas, débil, merced


al viento ligero del verano que pasa,
se mezcla a los perfumes exhalados por ella;

como tus ojos lo habían prometido,


su valor es grande y sus labios
comunican una exquisita fiebre;

como el Amor lo calma todo, menos


el Hambre, sorbetes y confituras
nos preservan de las flojedades.

MANDOLINA

Los que brindan serenatas

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y las bellas oidoras
intercambian insípidos requiebros
bajo las frondas cantoras.

Ellas son Tirsis y Aminta.


Ellos, Clitandro el eterno,
y Damis, que a las crueles
de antaño compuso versos.

Sus cortas telas de seda,


sus largas faldas de cola,
su elegancia, su alegría,
y sus blandas y azules sombras,

giran en el torbellino del éxtasis


de una luna gris y rosa,
y la mandolina murmura
en los temblores de la brisa.

A CLIMENE

Místicas barcarolas,
romances sin palabras,
querida, puesto que tus ojos
color de los cielos,

puesto que tu voz, extraña


visión que trastorna
y turba el horizonte
de mi razón,

puesto que el aroma insigne


de tu palidez de cisne
y puesto que el candor
de tu olor,

¡ah!, puesto que todo tu ser,


música que penetra,
nimbos de ángeles difuntos
tonos y perfumes,

tiene persuasivas cadencias


en tu correspondencias
e induce mi corazón sutil,
¡que así sea!

La buena canción

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XVI

El ruido de los cabarets, el fango de los andenes,


los árboles marchitos deshojándose en el aire negro,
el ómnibus, un huracán de hierro y de barro,
que rechina, mal sostenido sobre sus cuatro ruedas
y hace girar lentamente sus ojos verdes y rojos,
los obreros que van a la taberna, haciendo humear
sus pipas en la nariz de los agentes de policía,
tejados que gotean, muros
chorreados, lisos adoquines,
brea esparcida, arroyos que llenan los desagües,
ese es mi camino, con el paraíso en el fondo.

XXI

El invierno ha cesado: la luz es tibia


y danza, del sol al firmamento claro.
Es menester que el corazón más triste ceda
a la inmensa alegría dispersa en el aire.

Incluso este París fastidioso y enfermo


parece acoger a los jóvenes soles,
y como con un inmenso abrazo
tiende los mil brazos de sus tejados colorados.

Tengo desde hace un año la primavera en el alma


y el verde retorno del dulce florear,
igual que una llama rodea a una llama,
pone ideal sobre mi ideal.

El cielo azul prolonga, eleva y corona


el inmutable azul donde ríe mi amor.
La estación es bella y mi parte es buena
y todas mis esperanzas tienen al fin su ocasión.

¡Que venga el verano! ¡Que vengan de nuevo


el otoño y el invierno! ¡Cada estación
me será encantadora, oh Tú, que decoras
esta fantasía y esta razón!

Romanzas sin palabras


LLUEVE SUAVEMENTE SOBRE LA CIUDAD

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Il pleut doucement sur la ville
Arthur Rimbaud

Llora en mi corazón
como llueve sobre la ciudad
¿Qué es esta desazón
que penetra mi corazón?

Oh, ruido dulce de la lluvia


en la tierra y sobre los tejados
para un corazón que se aburre
¡Ay, el canto de la lluvia!

Llora sin razón


en este corazón que se descorazona
¡Qué! ¿ninguna traición?
Este duelo es sin razón

Y es así de todos el peor dolor


no saber por qué
sin amor y sin rencor
mi corazón tanto pena

ARIA DE ANTAÑO
Son joyeux, importum, d'un clavecin sonore
Petrus Borel

Lucen vagamente las teclas del piano


a la luz del suave crepúsculo rosa,
y bajo los finos dedos de su mano

un aire de antaño canta y se querella


en la diminuta cámara suntuosa
en donde palpitan los perfumes de Ella.

Un plácido ensueño mi espíritu mece


mientras que el teclado sus notas desgrana;
¿por qué me acaricia, por qué me enternece

esa canción dulce, llorosa e incierta


que apaciblemente muere en la ventana
a las tibias auras del jardín abierta…?

Antaño

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ARTE POÉTICA

La música antes que nada,


y para ello prefiere lo Impar,
más vago y más soluble en el aire
sin nada en él que pese o que pose.

Es preciso también que no vayas


a elegir tus palabras sin alguna confusión:
nada mejor que la canción gris,
donde lo indeciso se une a lo preciso.

Es la gran luz temblorosa del mediodía,


unos bellos ojos detrás de los velos,
es, en un cielo entibiado de otoño,
¡el azul revoltijo de las claras estrellas!

¡Lo que queremos siempre es el matiz,


no el color, sólo el matiz!
Nada más que el matiz ennovia
El sueño al ensueño y la flauta con la trompa.

¡Huye lo más lejos de punta asesina,


del espíritu cruel y de la risa impura
que hacen llorar los ojos del azur
con todo ese ajo de barata cocina!

¡Coge la elocuencia y retuércele el cuello!


Harás bien, aprovechando tu energía,
en devolver un poco de sensatez a la rima.
Si no vigilamos, ¿hasta dónde irá?

¿Quién hablará de los errores de la rima?


¿Qué niño sordo o qué negro loco
nos forjó esa joya con una moneda que suena
a hueco y a falso bajo la lima?

¡La música aún y siempre!


Que tu verso sea la cosa volada
que sentimos huir de un alma en marcha
hacia otros cielos y otros amores.

Que tu verso sea la buena ventura


esparcida al viento crispado de la mañana
que va floreciendo menta y tomillo...
Y todo lo demás es literatura.

A LA SEÑORITA ***

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Rústica belleza
tenida en los rincones,
oliendo mucho a heno,
a carne y a verano.

Tus treinta y dos dientes


de joven animal
no van nada mal
con tus ojos ardientes.

Tu cuerpo depravador
bajo tus vestidos cortos,
-recogidos y pesados-
tus senos bien destacados,

tus buenas pantorrillas,


tu busto tentador,
-tan alegre como impúdico-,
tu culo firme y gordo,

nos ponen en la sangre


un fuego tonto y suave
que nos vuelve locos,
grupa, riñón y flanco.

El vaquerito
tan orgulloso de su caso,
el amo y sus orgías,
los pecados del pastor,

que muera si miento,


a todos esos culos terrosos,
yo los encuentro felices
de ser tus amantes.

BALADA DE LA MALA REPUTACIÓN

A veces tuvo algún dinero


e invitó a sus camaradas
de un sexo o de dos, inteligentes
o encantadores, o bien ambas cosas,
sin que en los espíritus enfermos
su buena reputación
sufriese más que tropezones.
¿ Lúculo ? No. ¡Trimalción !

Bajo sus artesonados, cantos


y palabras nada insípidas,
Eros y Baco, indulgentes,

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Presidían aquellas serenatas
Acompañadas por abrazos.
Luego, coros y conversaciones
Cesaban para unos fines poco severos.
¿ Lúculo ? No. ¡Trimalción !

El alba despuntaba y aquellos malvados


la saludaban con cien alboradas
que despertaban, y con mil brindis,
de lejos a las gentes de bien.
Sin embargo, vagos brigadas
-¿ celo o denuncia ? -
verbalizaban en las alcaldías.
¿ Lúculo ? No, ¡Trimalción !

Tonada
Príncipe, oh altísimo marqués de Sade,
una sonrisa para vuestro retoño,
orgulloso tras su empalizada.
¿Lúculo? No. Trimalción.

SOÑÉ CONTIGO ESTA NOCHE

Soñé contigo esta noche:


Te desfallecías de mil maneras
Y murmurabas tantas cosas...

Y yo, así como se saborea una fruta


Te besaba con toda la boca
Un poco por todas partes, monte, valle, llanura.

Era de una elasticidad,


De un resorte verdaderamente admirable:
Dios... ¡Qué aliento y qué cintura!

Y tú, querida, por tu parte,


Qué cintura, qué aliento y
Qué elasticidad de gacela...

Al despertar fue, en tus brazos,


Pero más aguda y más perfecta,
¡Exactamente la misma fiesta!

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