Está en la página 1de 33

Francisco Canals Vidal

Epístola a los Romanos


Epístola a los Gálatas

Tradere
theologia

cuadernos 2
Francisco Canals Vidal

Epístola a los Romanos


Epístola a los Gálatas

plura ut unum

TRADERE
2010
Cubierta:
Reproducción parcial de la edición española de la Biblia Garofalo, Editorial Labor, 1969.

Nihil obstat:
Rev. P. Lorenzo Galmés
Censor

Barcelona, 1 de febrero de 1969

Imprímase:
Excmo. y Revmo. José Capmany
Vicario Episcopal

por mandato de su Excia. Rvdma.


Ernesto Ros, Pbro. - Canciller Secretario.

Edición en Tradere, febrero 2010

Tradere
theologia
cuadernos 2

Diseño de cubierta: Tradere


Composición: Tradere
Contacto: tradereeditorial@gmail.com
Santa María Virgen, Medianera de todas las Gracias.

Retablo que se venera en la sede de Schola Cordis Iesu (Barcelona)

tradere editorial
Francisco Canals Vidal (1922-2009)

Apóstol del Sagrado Corazón de Jesús.

Maestro fecundo de vida y doctrina cristiana.

Discípulo del P. Ramón Orlandis Despuig, S.I.

Socio de Schola Cordis Iesu,


sección del Apostolado de la Oración,
para la formación de celadores.
A doña Isabel Surís, vda. de Canals,

con nuestro agradecimiento.

Los editores
Noticia introductoria

La elaboración italiana la Santa Biblia, publicada por Marietti entre 1947-1960, fue coordinada
por Salvatore Garofalo (Torre del Greco,17 abril 1911 - Roma, 25 octubre 1998), profesor de Sagrada
Escritura en la Pontificia Universidad Urbaniana en Roma. Entre los estudiosos se suele indicar por
las palabras Biblia Garofalo.

En 1969 vería la luz, en la Editorial Labor, la edición castellana en tres tomos bajo el
intitulado La Biblia, acometida mediante un trabajo de equipo en el que se integraría el profe-
sor Canals Vidal, y a quien corresponde la traducción de las epístolas a los Romanos y a los
Gálatas. Los textos originales en italiano lo son de Leone Algisi, ordinario de Sagrada Escritura
en el Seminario Mayor de Bérgamo; y también la introducción a cada una de las epístolas, así
como el comentario exegético en las correspondientes anotaciones. Muy extensas en el cuer-
po de la obra. Es de suponer que la traducción del profesor Canals abarque igualmente las
introducciones y las notas. Pero lo que es de nuestro mayor interés lo es, en efecto, lo que se
corresponde estrictamente con el texto de las epístolas, donde más allá de la referencia del tex-
to italiano, el profesor Canals dispusiera de sus mismos conocimientos del latín de la Vulgata
y del griego bíblico.

La edición de la que se toman los textos, me es muy familiar en el tiempo. Es la Biblia


que he leído siempre en mis visitas anuales por Navidad y Semana Santa en la casa sevillana
de mis suegros. Un comentario marginal al querido José María Petit, poco tiempo antes de su
fallecimiento, me reveló que éste lo desconocía. Y comentándolo más recientemente con José
María Alsina, resultó que era más bien desconocida esta traducción de una y otra epístola de
San Pablo en los círculos más íntimos del profesor Canals Vidal. La razón abunda en el caracter
del mismo profesor: Tendía a apoyarse habitualmente en los textos de referencia común y recibi-
dos en la Iglesia. Por citar uno muy estimado, la traducción de Bover.

El texto lo ofrecemos particularmente a los discípulos, numerosos, que cosechó el pro-


fesor Canals Vidal. Sabemos que lo recibirán con gran alegría. Para nosotros es una gran sa-
tisfacción darlo a conocer. Estudiarlos en su redacción, y en el aporte que pudiera estimarse,
desde una aproximación efectivamente bíblica, queda fuera de nuestra intención y de nuestra
competencia. Por lo demás, si se observara alguna deficiencia en nuestra transcripción ya sa-
brán hacérnosla llegar de cara a la oportuna rectificación.

Evaristo Palomar

tradere editorial
Francisco Canals Epístola a los romanos 8

Epístola a los Romanos

1 Pablo -siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, elegido para el evangelio de
1

Dios, 2 que él había ya prometido por medio de sus profetas en las Santas Escrituras,
3
referente a su Hijo, nacido de la estirpe de David según la carne, 4 constituido, a partir de
su resurrección de entre los muertos, Hijo de Dios en el poder según el espíritu santificante,
Jesucristo, Nuestro Señor, 5 por cuya obra hemos recibido la gracia del apostolado, a fin de
predicar, para gloria de su nombre, la obediencia a la fe en medio de todos los gentiles 6 en cuyo
número estáis también vosotros, pertenecientes, por vocación, a Jesucristo-, 7 a todos los que
en Roma sois predilectos de Dios y santos por vocación: sean con vosotros la gracia y la paz
que descienden de Dios, Padre nuestro, y del Señor Jesucristo.
8
Ante todo, doy gracias a mi Dios por medio de Jesucristo respecto a todos vosotros,
porque vuestra fe es celebrada en el mundo entero.
9
Porque, en verdad, testigo me es Dios, a quien doy culto con mi espíritu anunciando
el evangelio de su Hijo, de que sin cesar hago memoria de vosotros, 10 y pido siempre en mis
oraciones que me sea dada finalmente una ocasión oportuna para ir a vosotros, si es la volun-
tad de Dios. 11 En efecto, ansío veros para haceros partícipes de algún don espiritual que os
confirme 12 o, mejor, a fin de que, al estar entre vosotros, podamos gustar juntos el consuelo de
tener, vosotros y yo, la misma fe. 13 No quiero que ignoréis, ¡oh, hermanos!, que muchas veces
me propuse ir hacia vosotros, pero hasta ahora se me impidió. Quisiera cosechar algún fruto
también entre vosotros, como entre las otras gentes. 14 Me debo a griegos y a bárbaros, a cul-
tos y a ignorantes; 15 de consiguiente, y en cuanto de mí depende, deseo anunciar el evangelio
también entre vosotros, que estáis en Roma.
16
Ciertamente no me avergüenzo del evangelio, que es poder divino para la salvación de
cuantos son creyentes: primero los judíos y luego los griegos. 17 En efecto, la justicia de Dios
se revela en él por la fe a la fe, como está escrito: El justo vivirá de la fe.
18
En efecto, he aquí que la ira de Dios se manifiesta desde el cielo contra toda clase de
impiedad e injusticia de los hombres que tienen a la verdad prisionera de la impiedad; 19 por-
que lo que puede conocerse de Dios es patente en ellos, ya que se lo ha manifestado el propio
Dios. 20 Sí, los atributos invisibles de él, su eterno poder y su divinidad, se pueden intuir desde
la creación con la aplicación de la mente, a través de sus obras. Éstos no tienen, pues, excusa,
21
porque, aun habiendo conocido a Dios, ni le dieron gloria, como a Dios, ni le dieron gracias,
sino que deliraron en sus razonamientos y su corazón insensato se ofuscó. 22 Ellos, que pre-
tendían ser sabios, se convirtieron en necios, 23 y sustituyeron la gloria del Dios inmortal con
imágenes de hombres mortales, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.

tradere editorial
Francisco Canals Epístola a los romanos 9

24
Por eso Dios los entregó, según los deseos de su corazón, en poder de la impureza,
de manera que llegaron al más profundo envilecimiento de sus cuerpos, 25 precisamente ellos,
que habían trocado al verdadero Dios por la mentira y rendido culto y adoración a la criatura
en vez de al creador -que sea bendito por siempre. ¡Amén!
26
Por eso Dios los entregó en poder de pasiones vergonzosas. En efecto, sus mujeres
mudaron las relaciones conforme a naturaleza, por relaciones contra naturaleza; 27 de la misma
forma, también los hombres abandonaron las relaciones naturales con la mujer y se encendie-
ron de deseo los unos hacia los otros, haciendo, varones con varones, cosas infames y recibien-
do en sí mismos el justo pago debido a sus aberraciones.
28
Desdeñaron conservar el verdadero conocimiento de Dios; entonces Dios los entregó
en poder de sus mentes pervertidas, y ellos cometieron cosas indignas. 29 Rebosan de toda clase
de injusticia, maldad, codicia, malicia. Están llenos de envidia, homicidios, discordias, engaños,
malignidad. Son difamadores, 30 maldicientes, odiosos a Dios, insolentes, soberbios, arrogantes,
urdidores de males, rebeldes a los padres, 31 insensatos, pérfidos, sin corazón, sin compasión.
32
Aun conociendo el decreto de Dios, el cual quiere que los autores de tales obras sean dignos
de muerte, ellos no sólo las cometen, sino que aprueban también a los que las cometen.

2 Por eso no tienes excusa tú, que te eriges en juez, quienquiera que seas ; sí, pues
1

mientras juzgas a los otros, te condenas a ti mismo, porque cometes las mismas ac-
ciones tú, juez. 2 Y sabemos que el juicio de Dios condena según verdad a los autores de seme-
jantes obras. 3 ¿Y crees tú, que juzgas a los que cometen tales obras mientras tú también las
cometes, poder escapar al juicio de Dios? 4 ¿O bien desprecias las riquezas de su bondad, de
su paciencia, de su longanimidad, sin comprender que esta bondad de Dios te impulsa sólo al
arrepentimiento?
5
Con tu obstinación y con tu corazón impenitente acumulas sobre tu cabeza la ira para
el día de la ira, cuando se manifieste el justo juicio de Dios, 6 que retribuirá a cada uno según sus
obras: 7 a los que, con perseverancia en la práctica del bien, buscan gloria, honor e incorrupti-
bilidad, les dará la vida eterna; 8 mientras que incurrirán en cólera y enojo los recalcitrantes que
se resisten a la verdad y se adhieren a la injusticia.
9
Tribulación y angustia recaerá sobre todo el que cometa el mal: primero sobre el judío
y luego sobre el griego; 10 por el contrario, todo aquel que haga el bien tendrá gloria, honor y
paz: primero el judío y luego el griego. 11 Porque ante Dios no existen las parcialidades.
12
En efecto, cuantos hayan pecado sin la ley, perecerán del mismo modo sin la ley; y
cuantos hayan pecado bajo la ley, serán juzgados a base de la ley; 13 no es justo ante Dios el que
oye la ley; sólo el que la observa será reconocido como tal.
14
En efecto, cuando los gentiles, que no tienen la ley, cumplen, siguiendo la naturaleza,
lo que la ley prescribe, ellos, aunque privados de ley, son ley para sí mismos. 15 Muestran escrita
en sus corazones la realidad de la ley, pues de ella rinden testimonio concorde su conciencia y
los pensamientos que, sucediéndose mutuamente, los acusan o los defienden... 16 Ello se verá
en el día en que Dios juzgue las acciones ocultas de los hombres, por medio de Jesucristo,
según mi evangelio.
17
Pero tú, que te precias del nombre de judío y descansas seguro sobre la ley, y te glorías
en Dios, 18 conoces su voluntad, e, instruido por la ley, sabes discernir lo mejor, 19 presumes de
ser guía de ciegos, luz de quien se halla en tinieblas, 20 doctor de los ignorantes, maestro de los

tradere editorial
Francisco Canals Epístola a los romanos 10

niños, porque posees en la ley la expresión misma de la ciencia y de la verdad... 21 pues bien, tú,
que instruyes a los otros, ¿no sabes instruirte a ti mismo?; tú, que predicas no robar, ¿robas?;
22
tú, que condenas el adulterio, ¿lo cometes?; tú, que abominas de los ídolos, ¿expolias sus
templos?; 23 tú, que te vanaglorias de la ley, ¿deshonras a Dios al trasgredir la ley? 24 Por eso está
escrito que por vuestra causa es blasfemado entre los gentiles el nombre de Dios.
25
La misma circuncisión te aprovecha sólo si observas la ley; pero si infringes la ley, tu
circuncisión resulta inexistente. 26 Y si un incircuncidado observa las prescripciones de la ley,
¿no será tenido como circuncidado aun no teniendo la circuncisión? 27 Más aún, el que es fí-
sicamente incircuncidado, y observa la ley, te juzgará a ti, que, pese a la ley y a la circuncisión,
eres transgresor de la ley.
28
Porque no es verdadero judío aquel que lo es externamente, ni verdadera circuncisión
es la que aparece sobre la carne; 29 el judío verdadero es aquel que lo es internamente, y ver-
dadera circuncisión es la del corazón, o sea, no en la letra, sino en el espíritu, la alabanza de la
cual deriva no de los hombres, sino de Dios.

3 ¿Cuál es, entonces, la superioridad de los judíos? O bien, ¿cuál es la utilidad de la


1

circuncisión? 2 ¡Grande en todos los aspectos! En primer lugar, porque a ellos se les
confiaron los oráculos de Dios. 3 ¿Pues qué? Pues si algunos fueron infieles, ¿podrá acaso su
infidelidad anular la fidelidad de Dios? 4 ¡No, ciertamente! Reconózcase, por el contrario, que
si todo hombre es mentiroso, Dios es veraz, como está escrito:
a fin de que seas reconocido justo en tus palabras
y prevalezca cuando se te juzgue.

5
Pero entonces, si es cierto que nuestra injusticia hace resaltar la justicia de Dios, ¿qué
deduciremos de ello? ¿Que Dios es injusto - me expreso al modo humano - cuando hace pesar
su cólera? 6 ¡De ningún modo! De lo contrario, ¿cómo podría Dios ser juez del mundo? 7 En
efecto, si por mi mentira se hace más insigne la veracidad de Dios, para su gloria, ¿cómo sucede
que todavía soy juzgado como pecador? 8 ¿No convendría decir, por el contrario - como se nos
calumnia y como algunos nos hacen decir -: «Hagamos el mal a fin de que de él derive el bien?».
Es justa la condena de tal gente.
9
¿Qué se sigue de ello? ¿Somos nosotros superiores? No del todo; porque acabamos de de-
mostrar que todos, judíos y griegos, se hallan bajo el dominio del pecado, 10 como está escrito:
No hay ni siquiera un justo,
11
no hay ningún sensato; ninguno que busque a Dios.
12
todos se han extraviado; todos se han pervertido,
no hay quien haga el bien, ni uno solo siquiera.
13
Su garganta es un sepulcro abierto,
sus lenguas traman engaños;
un veneno de áspides hay bajo sus labios,
14
y su boca está llena de maldiciones y de palabras amargas.
15
Sus pies corren veloces a derramar sangre,
16
en su camino dejan devastación y miseria.
17
No han conocido el camino de la paz.
18
No hay temor de Dios ante sus ojos.

tradere editorial
Francisco Canals Epístola a los romanos 11

19
Ahora bien, sabemos que cuanto dice la ley, lo dice para los que están sujetos a la ley,
a fin de que toda boca enmudezca y todo el mundo se reconozca culpable ante Dios; 20 porque
ninguno será justificado ante él en virtud de las obras de la ley; de hecho, por medio de la ley
se tiene sólo la clara conciencia del pecado.
21
Pero ahora, independientemente de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, a la
que rinden testimonio la Ley y los Profetas; la justicia de Dios, 22 bien entendido, por medio
de la fe en Jesucristo, para todos los que creen, no hay distinción, 23 ya que todos han pecado
y todos están privados de la gloria de Dios.
24
Al ser todos justificados gratuitamente, por su gracia, en virtud de la redención cum-
plida en Cristo Jesús, 25 al que Dios destinó como instrumento de propiciación, con su misma
sangre, por medio de la fe; para mostrar, finalmente, su justicia al perdonar los pecados co-
metidos anteriormente, 26 en el tiempo de la paciencia divina; y mostrar así su justicia en este
tiempo y ser justo con la justifica¬ción que se funda sobre la fe en Jesús.
27
¿Dónde está, pues, el motivo del orgullo humano? Ha sido eliminado. ¿Y por qué ley?
¿Acaso por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. 28 Porque sostenemos que el hombre
es justificado por medio de la fe, sin las obras de la ley. 29 ¿Acaso Dios sería solamente Dios de
los judíos? ¿Acaso no lo es también de los gentiles? Sí, también de los gentiles; 30 porque Dios
es uno solo: el mismo que justificará al circuncidado en virtud de la fe y al incircuncidado por
medio de la fe.
31
¿Hacemos, pues, ineficaz la ley con la fe? ¡Nada de eso! Antes bien, hacemos firme la ley.

4 ¿Qué diremos, pues, de Abraham, nuestro progenitor según la carne? 2 Porque si


1

Abraham fue justificado en virtud de las obras, tiene de qué gloriarse; ¡pero no en
Dios! 3 ¡En efecto, ¿qué dice la Escritura? Abraham creyó en Dios y ello le fue contado como justicia.
4
Ahora bien, a quien realiza un trabajo no se le cuenta el salario a título de favor, sino a título
de derecho; 5 mientras que a aquel que, sin realizar un trabajo, cree en el que justifica al impío,
la fe le es contada como justicia.
6
Así, también David proclama bienaventurado al hombre a quien Dios confiere la justi-
cia independientemente de las obras:
7
Bienaventurados aquellos a quienes les fueron perdonadas
las iniquidades y cuyos pecados fueron cubiertos.
8
Bienaventurado el hombre a quien el Señor no imputa el pecado.

9
Pues bien, esta declaración de felicidad, ¿se dirige sólo a los circuncidados o también a
los incircuncidados? En efecto, decimos que la fe le fue contada a Abraham como justicia. 10 ¿En
qué estado, pues, le fue contada? ¿Cuando era circuncidado, o como incircuncidado? No como
circuncidado, sino cuando era todavía incircuncidado: 11 recibió la señal de la circuncisión
como sello de la justicia obtenida mediante la fe cuando era todavía incircuncidado; para poder
así ser padre de todos los que creyeran sin ser circuncidados, a fin de que también a éstos les
fuese contada la justicia; 12 padre también en la circuncisión de los que no se apoyan sólo en la
circuncisión, sino que siguen también las huellas de la fe de Abraham, que fue nuestro padre
aún antes de la circuncisión.
13
De hecho, la promesa de que tendría el mundo como herencia se le hizo a Abraham y
a su descendencia no en dependencia de la ley, sino de la justicia de la fe; 14 porque si se es here-

tradere editorial
Francisco Canals Epístola a los romanos 12

dero sobre la base de la ley, la fe resulta vacía y la promesa es vana. 15 Y, además, la ley produce
la ira; mientras que donde no hay ley, tampoco hay transgresión. 16 Todo depende, pues, sólo
de la fe; de aquí que sea a puro título de gracia y la promesa quede en tal modo firme para toda
la posteridad que se apoya no solamente en la ley, sino también en la fe de Abraham, padre de
todos nosotros, 17 como está escrito: Te he hecho padre de muchos pueblos, ante Dios, en quien creyó
como en quien da la vida a los muertos y llama a la existencia a lo que no existe.
18
Abraham, esperando contra toda esperanza, creyó, y así llegó a ser padre de muchos
pueblos, según cuanto le fue dicho: Tal será tu descendencia. 19 Sin decaer en la fe, consideró su
cuerpo ya como muerto, cuando tenía casi cien años, y el seno de Sara era estéril, 20 pero no ti-
tubeó en la incredulidad frente a la promesa de Dios, antes se revigorizó en su fe y dio gloria al
Señor, 21 bien persuadido de que estaba en condiciones de cumplir cuanto le había prometido.
22
Todo esto precisamente le fue contado como justicia.
23
Ahora bien, el que le fue contado no fue escrito sólo para él, 24 sino también para noso-
tros; para nosotros, a quienes será contada la fe; para nosotros, que creemos en el que resucitó
de los muertos, en Jesús, Nuestro Señor, 25 entregado por nuestros pecados y resucitado para
nuestra justificación.

5 Así, pues, justificados en virtud de la fe, estamos en paz con Dios gracias a nues-
1

tro Señor, Jesucristo, 2 que ha obtenido para nosotros el acceso, con la fe, a esta
gracia en la que nos mantenemos, y el gloriarnos en la esperanza de la gloria de Dios. 3 Y no
nos gloriamos sólo de esto, sino también de nuestras tribulaciones. En efecto, sabemos que la
tribulación es motivo de constancia; 4 la constancia, de virtud probada, y la virtud probada, de
esperanza; 5 aquella esperanza que no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en
nuestros corazones por el Espíritu Santo, que se nos ha dado generosamente.
6
En efecto, Cristo murió por los impíos en el tiempo prefijado, cuando nosotros nos
encontrábamos aún entre los impotentes. 7 De mala gana afrontaría uno la muerte por un
justo; en todo caso, sólo por un hombre bueno se aceptaría afrontar la muerte. 8 Pero Dios
demuestra su amor hacia nosotros por el hecho de que Cristo murió por nosotros cuando
éramos aún pecadores. 9 Con mayor razón, pues, ahora que hemos sido reconciliados en su
sangre, seremos salvos de la ira divina por su mérito.
10
Si, en efecto, fuimos reconciliados con Dios mediante la muerte de su Hijo cuando
éramos sus enemigos, con mayor razón ahora, ya reconciliados con él, seremos salvos en su
vida. 11 Y no sólo estamos reconciliados; nos gloriamos, además, en Dios por nuestro Señor,
Jesucristo, gracias al cual hemos obtenido ahora la reconciliación.
12
Es cierto que por obra de un solo hombre entró el pecado en el mundo y, a través
del pecado, la muerte; así, la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron... 13 En
efecto, antes de la ley había ya pecado en el mundo. El pecado no viene imputado cuando no
hay una ley; 14 sin embargo, la muerte dominó desde Adán hasta Moisés; por tanto, aun sobre
aquellos que no habían pecado como pecó Adán -figura de aquel que había de venir-. 15 Pero
la transgresión no es comparable al don.
Si por la transgresión de uno solo murieron los otros, ¡con cuánto mayor abundancia se
derramó sobre todos los otros la gracia de Dios y el don conferido por el mérito de un solo
hombre, Jesucristo! 16 No, no se equipara el don con los efectos del pecado cometido por uno
solo; porque el juicio que sigue a aquel solo pecado concluye en una condena; pero la obra de

tradere editorial
Francisco Canals Epístola a los romanos 13

gracia que viene después de tantas culpas, concluye en la justificación. 17 Si, por la transgresión
de uno solo, reinó la muerte por obra de aquel solo, ¡con cuánto mayor razón reinarán en la
vida por obra de sólo Jesucristo los que reciben la abundancia de la gracia y el don de la justicia!
18
Así como por la culpa de uno solo recayó sobre todos los hombres una condena, así
también por la obra de justicia de uno solo llega a todos los hombres la justificación que da la
vida. 19 Por la desobediencia de un solo hombre fueron los otros constituidos pecadores, y por
la obediencia de uno solo son los otros constituidos justos.
20
Es cierto que la ley sobrevino para que se multiplicase la culpa ; pero donde abundó
el pecado sobreabundó la gracia, 21 de modo que también la gracia, lo mismo que el pecado
reinó por medio de la muerte, reine ahora, mediante la justicia, en la vida eterna por obra de
Jesucristo, nuestro Señor.

6 ¿Concluiremos, pues, que debemos permanecer en el pecado para que abunde la


1

gracia? 2 ¡Es absurdo! Nosotros, muertos ya al pecado, ¿cómo podremos aún vivir
en él?
3
¿No sabéis acaso que todos nosotros, los que fuimos bautizados en Cristo Jesús, fui-
mos bautizados en su muerte? 4 Con el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, a fin
de que, como Cristo fue resucitado de la muerte por el poder glorioso del Padre, así también
viviésemos de una vida nueva.
5
En efecto, si nos hemos convertido en un solo ser con él en la semejanza de su muerte,
también nos haremos un ser con él en la semejanza de su resurrección; 6 porque sabemos bien
que nuestro hombre viejo fue crucificado con él, a fin de que fuese destruido el cuerpo domi-
nado por el pecado y no fuésemos ya esclavos del pecado.
7
Ahora bien, el que ha muerto se ha liberado del pecado. 8 Y si hemos muerto con
Cristo, creamos que también viviremos con él, 9 sabiendo bien, empero, que Cristo, una vez ha
resucitado de los muertos, ya no morirá, pues la muerte no tiene ya ningún dominio sobre él.
10
El que ha muerto, ha muerto al pecado de una vez para siempre: y el que vive, vive ahora ya
para Dios. 11 Así, consideraos también vosotros muertos, sí, al pecado, pero vivos para Dios
en Cristo Jesús.
12
Que el pecado, pues, no reine ya en vuestro cuerpo mortal, de modo que os dobleguéis
a sus deseos, 13 ni queráis ofrecer vuestros miembros como armas de injusticia al servicio del
pecado; por el contrario, ofreceos a Dios vosotros mismos como vivos resucitados de la muer-
te, entregad vuestros miembros como armas de justicia al servicio de Dios. 14 Porque el pecado
no ejercerá ya su dominio sobre vosotros, al no estar vosotros bajo la ley, sino bajo la gracia.
15
¿Y qué, pues? ¿Deberemos tal vez pecar por el hecho de no estar bajo la ley, sino bajo
la gracia? ¡Sería monstruoso! 16 Si os ofrecéis a uno como esclavos para prestarle obediencia,
ya al pecado que lleva a la muerte, ya a la obediencia que lleva a la justicia, sois sus esclavos y
le debéis obedecer. 17 Pero sean dadas gracias a Dios de que vosotros, antes esclavos del pe-
cado, habéis obedecido de corazón a aquella norma de vida a que os habéis confiado 18 y, una
vez liberados del pecado, os habéis puesto al servicio de la justicia. 19 Adopto una similitud
humana en atención a vuestra debilidad: como en otro tiempo ofrecisteis vuestros miembros
como esclavos de la inmundicia y de la rebeldía para ser rebeldes, así ahora ofrecéis vuestros
miembros como esclavos de la justicia para santificaros.

tradere editorial
Francisco Canals Epístola a los romanos 14

20
En otro tiempo esclavos del pecado, erais libres frente a la justicia. 21 Pues bien, ¿qué
fruto sacábais de ello? ¡Cosas de las que ahora os avergonzáis! En efecto, la muerte es su resul-
tado final. 22 Por el contrario, ahora, liberados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por
fruto la santidad y por fin la vida eterna. Naturalmente: 23 porque si el salario del pecado es la
muerte, el don de Dios es la vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor.

7 ¿O ignoráis acaso, hermanos -pues hablo a gente práctica en materia de ley-, que
1

la ley conserva el dominio sobre el hombre mientras vive? 2 La mujer casada, por
ejemplo, está ligada por ley al marido mientras éste vive; pero si el marido muere, queda des-
ligada de la ley del marido. 3 En consecuencia, será llamada adúltera si, viviendo su marido, se
convierte en mujer de otro hombre; por el contrario, muerto el marido y exenta de aquella ley,
no es adúltera si se convierte en mujer de otro hombre.
4
Así, también vosotros, hermanos míos, muriendo, fuisteis sustraídos a la ley mediante
el cuerpo de Cristo y sois ya de otro, o sea, del que resucitó de entre los muertos, a fin de que
diésemos fruto para Dios. 5 En efecto, cuando éramos carnales, las pasiones pecaminosas, que
se valen de la ley, explicaban tal acción sobre nuestros miembros produciendo frutos de muer-
te. 6 Mas ahora, liberados de la ley, muertos para quien nos tenía prisioneros, podemos servir
en novedad de espíritu y no ya en la vetustez de la letra.
7
¿Qué diremos entonces? ¿Que la ley es pecado? ¡No, ciertamente! Sin embargo, yo no
conocí el pecado sino por medio de la ley. Y realmente no habría conocido la concupiscencia
si la ley no me hubiese dicho: No desearás. 8 El pecado, pues, tomando ocasión en este precepto,
ha producido en mí toda suerte de deseos; sí, el pecado, sin la ley, estaría como muerto. 9 Sin
embargo, yo vivía un tiempo sin la ley; pero cuando vino el precepto, el pecado tomó vida
y 10 yo morí; y el precepto que se me dio para vida resultó fuente de muerte. 11 El pecado, to-
mando ocasión del precepto, me sedujo, y por medio de él me mató.
12
La ley es, pues, santa, y santo, y justo, y bueno es el precepto 13 ¿Entonces habría sido
una cosa buena mi muerte? ¡No, ciertamente! Antes bien el pecado, para aparecer como tal,
para mostrarse pecaminoso en extremo, me causó la muerte sirviéndose de algo bueno.
14
La ley es espiritual; pero yo soy carnal, vendido en poder del pecado; 15 en verdad no
sé lo que hago; no hago lo que quiero, sino lo que odio. 16 Estoy, pues, de acuerdo, si hago lo
que no quiero, en que la ley es buena; 17 y no soy ya yo el que hace el mal, sino el pecado que
habita en mí.
18
En efecto, sé que el bien no vive en mí, quiero decir en mi carne, porque querer el bien
está a mi alcance, pero no practicarlo; 19 no hago el bien que quiero, sino que cometo precisa-
mente el mal que no quiero. 20 Y si yo hago lo que no quiero, ya no soy yo el que lo hace, sino
el pecado que vive en mí. 21 Descubro en mí esta ley cuando quiero hacer el bien: que sólo el
mal está a mi alcance. 22 Yo me deleito, siguiendo al hombre interior, en la ley de Dios; 23 pero
siento en mis miembros otra ley en conflicto con la ley de mi razón, que me tiene prisionero
de la ley del pecado que existe en mis miembros.
24
¡Ay, infeliz de mí! ¿Quién me liberará de este cuerpo, fuente de muerte? 25 ¡Gracias
sean dadas a Dios: por medio de Jesucristo, Nuestro Señor! Resulta, pues, que yo mismo, con
la razón, sirvo a la ley de Dios, y con la carne, a la ley del pecado.

tradere editorial
Francisco Canals Epístola a los romanos 15

8 Ninguna condena, pues, pesa ya sobre los que están en Cristo Jesús. 2 La ley del
1

espíritu que da vida en Cristo Jesús te ha liberado de la ley del pecado y de la carne. 3 Lo
que era imposible a la ley, reducida a la impotencia de la carne, lo hizo Dios, que, enviando a su
propio Hijo en una carne semejante a la del pecado para vencer al pecado, condenó el pecado
en la carne de Cristo, 4 a fin de que se cumpliese en nosotros todo lo que prescribe la ley, pues
nuestra conducta no es ya según la carne, sino según el espíritu.
5
En efecto, los que viven según la carne tienen las aspiraciones propias de la carne,
mientras que los que viven según el espíritu tienen las aspiraciones del espíritu. 6 Ciertamente
las aspiraciones de la carne significan muerte; las aspiraciones del espíritu, por el contrario, vida
y paz; 7 las aspiraciones de la carne son enemigas de Dios: no se doblegan a la ley de Dios, antes
bien ni siquiera pueden hacerlo; 8 y los que son carnales no pueden agradar a Dios.
9
Pero vosotros no sois seres carnales, sino espirituales, si, como es cierto, el Espíritu de
Dios vive en vosotros. Por el contrario, si uno no tiene el Espíritu de Cristo, no le pertenece;
10
pero si Cristo está en vosotros, vuestro cuerpo se halla también muerto al pecado, pero el
Espíritu, a causa de la justicia, está vivo. 11 Y si habita en vosotros el Espíritu del que resucitó
a Jesús de la muerte, el que resucitó a Cristo Jesús de la muerte vivificará también vuestros
cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que habita en vosotros.
12
Por tanto, ¡oh, hermanos!, tenemos, sí, obligaciones, pero no hacia la carne, como si
hubiéramos de vivir de manera carnal; 13 viviendo según la carne, ciertamente moriréis; matan-
do, en cambio, con el espíritu las obras de la carne, tendréis la vida.
14
En efecto, cuantos vienen movidos por el Espíritu de Dios son los verdaderos hijos
de Dios. 15 Ya que no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; recibisteis el
Espíritu de hijos adoptivos que os hace exclamar: ¡Abba, Padre! 16 El Espíritu mismo testimo-
nia a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. 17 Y si somos hijos, somos también herederos:
herederos de Dios y coherederos de Cristo, con tal que suframos junto con él para ser también
con él glorificados.
18
En efecto, considero que los sufrimientos del tiempo presente no resisten la compa-
ración con la gloria que deberá manifestarse en nosotros.
19
Toda la creación anhela, en ansiosa espera, la manifestación gloriosa de los hijos de
Dios; la creación, que ha sido sometida a la vanidad no porque lo haya querido ella, sino por
20

voluntad de aquel que la sometió; y que se sostiene todavía por la esperanza 21 de que también
ella, la creación, será liberada de la esclavitud de la corrupción, para participar en la libertad de
la gloria de los hijos de Dios. 22 En efecto, sabemos que, hasta el momento, toda la creación
gime y sufre los dolores del parto.
23
Y no sólo ella; también nosotros, que ya poseemos las primicias del espíritu, también
nosotros gemimos en nuestro interior, anhelando la redención de nuestro cuerpo.
24
Porque somos salvos, pero en esperanza; y si una cosa esperada se ve ya, deja de ser
esperanza; en efecto, ¿cómo se puede esperar aún lo que se ve? 25 Si, por el contrario, es objeto
de esperanza lo que no vemos, a ello aspiramos con constancia.
26
De modo semejante, también el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque
no sabemos qué hay que pedir en la plegaria, ni cómo pedirlo; pero el Espíritu en persona in-
tercede por nosotros con gemidos inenarrables, 27 y el que escruta los corazones sabe cuál es el
deseo del Espíritu: sabe que él intercede a favor de los santos según las intenciones de Dios.
28
Sabemos aún que Dios hace cooperar todo al bien de aquellos que lo aman, de aque-
llos que han sido elegidos según su eterno designio. 29 Porque a quienes él conoció con an-

tradere editorial
Francisco Canals Epístola a los romanos 16

terioridad, los ha predestinado para reproducir la imagen de su Hijo, de modo que él sea el
primogénito entre un gran número de hermanos; 30 y a los que ha predestinado, también los ha
llamado; y a los que ha llamado, también los ha justificado; y a los que ha justificado, también
los ha glorificado.
31
¿Qué concluir, pues, de esto? Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros? 32 El
que no perdonó ni siquiera a su propio Hijo, sino que lo sacrificó por todos nosotros, ¿cómo
podrá no concedernos con él todo el resto? 33 ¿Quién promoverá acusación contra los elegi-
dos de Dios? ¿Dios, que justifica? 34 ¿Quién los condenará? ¿Cristo Jesús, que murió o, mejor,
resucitó?, ¿el cual está asimismo a la diestra de Dios y, además, intercede en nuestro favor? 35
¿Quién podrá arrancarnos del amor de Cristo? ¿Qué tribulación, angustia, persecución, ham-
bre, desnudez, peligro, espada? 36 Si también está escrito: por ti somos cada día condenados a muerte;
somos tratados como ovejas destinadas al matadero, 37 triunfamos plenamente de todas estas pruebas,
gracias a aquel que nos ha amado. 38 Ciertamente ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los
principados, ni el presente ni el futuro, ni las potencias, 39 ni cosas altas o profundas, ni ninguna
otra criatura nos podrá separar del amor de Dios que nos llega en Cristo Jesús, nuestro Señor.

9 Digo la verdad en Cristo: no miento, y mi conciencia me da testimonio de ello en


1

el Espíritu Santo: 2 siento una gran tristeza y un continuo dolor en mi corazón. 3


¡Oh, sí, me auguraría ser yo mismo maldito, separado de Cristo por mis hermanos y parientes
según la carne. 4 Porque ellos son israelitas. Les pertenecen a ellos la adopción, la presencia
gloriosa de Dios, las alianzas, la legislación, el culto, las promesas. 5 Su gloria son los patriarcas,
y de ellos desciende, en cuanto a la carne, Cristo, el cual está por encima de todo, Dios bendito
por todos los siglos. ¡Amén!
6
No es que la palabra de Dios haya llegado a ser caduca, sino que no todos los descen-
dientes de Israel son Israel; 7 ni todos son hijos de Abraham por el hecho de ser su progenie.
Como está escrito: De Isaac tomará nombre tu descendencia, 8 es decir: no todos los hijos de la
carne son hijos de Dios, sino sólo los hijos de la promesa son considerados como posteridad.
9
En efecto, he aquí los términos de la promesa: Pasaré alrededor de este tiempo, y Sara tendrá
un hijo. 10 Y no sólo esto. También Rebeca concibió de un solo hombre, o sea, de Isaac, nuestro
padre. 11 Sin embargo, cuando sus gemelos no habían nacido aún ni habían hecho ningún bien
ni mal, para que se impusiese el decreto fundado sobre la libre elección de Dios, 12 ligado no a
las obras, sino a la voluntad del que llama, se le dijo: El mayor servirá al más joven, 13 conforme a
lo que está escrito: He amado a Jacob y he odiado a Esaú.
14
¿Qué diremos, pues? ¿Habría quizás injusticia en Dios? ¡No, por cierto! 15 Porque él
dijo a Moisés: Uso misericordia con quien uso misericordia, y tengo compasión de quien tengo compasión. 16 Por
tanto, no es cosa ni del que quiere ni del que corre, sino de la misericordia divina. 17 Dice aún
Dios al Faraón: Te he suscitado precisamente para mostrar en ti mi poder y para que mi nombre sea celebrado
en todo la tierra. 18 Por tanto, usa misericordia con quien quiere, y endurece a quien quiere.
19
Entonces me dirás : «Si es así, ¿por qué reprende aún? ¿Quién puede resistir a su voluntad?».
20
¡Oh, hombre! ¿quién eres tú para discutir con Dios? ¿Acaso dirá un objeto de barro al
que lo ha modelado: «¿Por qué me has hecho así?». 21 ¿No puede el alfarero disponer libremen-
te de la arcilla y formar de la misma masa aquí un vaso de ornamento y allí uno vulgar? 22 ¿Y
qué, pues, si Dios, queriendo mostrar su ira y manifestar su poder, ha tolerado con inmensa
longanimidad vasos que provocan su ira, prestos ya para la perdición, 23 para hacer, por fin, pa-

tradere editorial
Francisco Canals Epístola a los romanos 17

tente la riqueza de su gloria hacia los vasos de su misericordia, preparados por él para la gloria?
24
Y esos vasos de misericordia somos nosotros, que él llamó no sólo de entre los judíos, sino
también de entre los gentiles.
25
Se dice bien aun en Oseas:
Al que no era mi pueblo lo llamaré: «Pueblo mío»,
y a la que no era amada: «Amada»;
26
y sucederá que precisamente allí donde se les dijo:
«No sois mi pueblo»,
allí serán llamados: «Hijos del Dios vivo».

27
Para Israel, por el contrario, exclama Isaías :
Aunque el número de los hijos de Israel fuese
como la arena del mar,
sólo un resto será salvo;
28
porque el Señor, sin vacilar y abreviando,
cumplirá su palabra sobre la tierra.

29
También Isaías había predicho:
Si el Señor de los ejércitos no nos hubiese dejado un germen,
habríamos venido a ser como Sodoma y semejantes a Gomorra.

30
¿Qué concluiremos, pues? Que los gentiles, que no procuraban alcanzar la justicia, han
conseguido la justicia: se entiende la justicia que proviene de la fe; 31 mientras que Israel, que
perseguía una ley que indicaba la justicia, no ha llegado a practicar la ley. 32 ¿Y por qué? Porque
no la buscaba por la fe, sino por las obras. Tropezaron contra la piedra de obstáculo, 33 como
está escrito:
He aquí que pongo en Sión una piedra de obstáculo,
una piedra de escándalo.
Mas quien cree en ella no será confundido.

10 Hermanos, sí, el anhelo de mi corazón y mi plegaria son para ellos y para su


1

salvación... 2 Bien puedo yo dar testimonio de su celo por Dios; pero es un celo
no iluminado.
3
En efecto, desconocen la justicia de Dios y se esfuerzan por establecer la suya propia,
por lo cual no han querido someterse a la justicia de Dios. 4 Pero el término de la ley es Cristo,
a fin de que todo el que cree consiga la justificación.
5
En efecto, Moisés escribe acerca de la justicia que proviene de la ley: El que la haya prac-
ticado vivirá por medio de ella; 6 mientras que habla así de la justicia que deriva de la fe: No digas en
tu corazón: «¿Quién subirá al cielo?» -dando a entender: al objeto de hacer bajar de él a Cristo; 7 o
bien : «¿ Quién bajará al abismo?»- dando a entender: para hacer subir de nuevo a Cristo de entre
los muertos.
8
¿Qué dice, pues? Cerca, sobre tu boca y en tu corazón, está la palabra, la palabra de la fe que
nosotros predicamos. 9 Porque si con tu boca confiesas que Jesús es el Señor y en tu corazón
crees que Dios lo ha resucitado de los muertos, obtendrás la salvación. 10 Con la fe de tu co-

tradere editorial
Francisco Canals Epístola a los romanos 18

razón consigues la justicia, con la profesión de tu boca obtienes la salvación. 11 ¿No dice aún
la Escritura: Quien cree en él no será confundido? 12 En efecto, no hay distinción entre judíos y
griegos, él es para todos el mismo Señor, rico hacia todos los que lo invocan; 13 sí, todo el que
invoque el nombre del Señor será salvado.
14
Pero, ¿cómo podrían invocarlo si no han creído en él? ¿Y cómo podrían creer en aquel
de quien no han oído? ¿Y cómo podrían oírlo si no hay quien predique? 15 ¿Y cómo predica-
rían sin haber sido enviados? Puesto que está escrito: ¡Cuán bellos son los pies de los mensajeros del
bien! 16 Pero no todos han prestado oídos al evangelio. Bien dice Isaías: Señor, ¿quién ha creído en
nuestra predicación? 17 La fe, pues, nace de la predicación, y la predicación se realiza por medio
de la palabra de Cristo.
18
Pero me pregunto: «¿Acaso no han oído hablar de él?». Porque
su voz se ha difundido en toda la tierra,
y sus palabras llegaron hasta los confines del mundo.

19
Añado aún: « ¿Acaso Israel no ha comprendido? ». Moisés responde en primer lugar:
Os haré celosos de un pueblo que no es un pueblo,
excitaré vuestra cólera contra un pueblo privado de inteligencia.

20
Después, Isaías se atreve a decir :
He sido encontrado por aquellos que no me buscaban,
me he dado a conocer a aquellos que no preguntaban por mí.

21
Mientras dice de Israel: He extendido todo el día las manos hacia un pueblo desobediente y rebelde.

11 Pregunto entonces: «¿Acaso Dios ha rechazado a su pueblo?». ¡Ciertamente no!


1

¿No soy yo también israelita, de la estirpe de Abraham, de la tribu de Benjamín? 2


No, Dios no ha repudiado a su pueblo, al que conoció precedentemente. ¿Qué dice la Escritura
en el fragmento de Elías, cuando habla con Dios contra Israel? 3 Señor, han dado muerte a tus
profetas y derribado tus altares; he quedado solo, y aun a mí tratan de quitarme la vida.
4
Pero, ¿qué le responde el oráculo divino? Me he reservado siete mil hombres, que no han do-
blado la rodilla ante Baal.
5
Del mismo modo ha quedado también ahora un resto elegido por gracia. 6 Y si lo es
por gracia, no lo es entonces a base de las obras; de otro modo, la gracia no sería ya gracia.
7
¿Qué se sigue, pues de ello? Lo que busca Israel, eso no lo ha conseguido, mientras que
lo han conseguido los elegidos; en cuanto a los otros, fueron endurecidos 8 según la palabra de
la Escritura Dios les ha dado espíritu de torpor: ojos para no ver y oídos para no oír, hasta el día de hoy.
9
Y añade David
Su mesa se convierta en una trampa y un lazo,
y un tropiezo, y un justo castigo;
10
ofúsquense sus ojos para no vernos,
hazles doblar sin descanso la espalda.

11
Me pregunto aún: ¿Tropezaron, pues, precisamente para caer? ¡No, en absoluto! Por
su caída, los gentiles tuvieron la salvación, para moverlos así a celos. 12 Que si su caída vino a

tradere editorial
Francisco Canals Epístola a los romanos 19

ser una riqueza para el mundo y su quiebra una riqueza para los gentiles, ¿cuánto más no lo
será la conversión de la masa?
13
A vosotros os digo ahora, ioh, gentiles!: como apóstol de los gentiles, quiero hacer
honor a mi ministerio 14 para tratar, si es posible, de mover a celos a los de mi sangre y para
salvar a algunos de entre ellos. 15 Porque, de nuevo, si su repudio vino a ser reconciliación para
el mundo, ¿qué otra cosa será su admisión, sino una resurrección de los muertos?
16
Si es santa la primicia, lo es también la masa; y si santa es la raíz, lo son también las
ramas. 17 Que si algunas ramas fueron arrancadas, y si tú, siendo olivo silvestre, fuiste injertado
entre ellas y hecho partícipe de la savia de la raíz y del pingüe jugo del olivo, 18 no te ensober-
bezcas frente a las ramas; y si te ensoberbeces, has de saber que no eres tú quien sostiene la
raíz, sino que es la raíz la que te sostiene a ti.
19
Puedes muy bien decir: «Las ramas fueron quebradas, para que fuese injertado yo».
20
Sí, pero fueron quebradas por su incredulidad; y tú estás firme, pero gracias a la fe. No nu-
tras sentimientos de altivez, antes bien tiembla; 21 porque si Dios no ha perdonado a las ramas
naturales, tampoco a ti te perdonará.
22
Medita, pues, la bondad y la severidad de Dios: severidad hacia los que han caído,
bondad de Dios hacia ti. Pero sólo si persistes en su bondad; que, de otro modo, también tú
serás arrancado. 23 Y ellos, por su parte, si no persisten en la incredulidad, serán reinjertados,
que Dios es bastante poderoso para hacerlo. 24 Tú, cortado del olivo silvestre al que pertenecías
por naturaleza, fuiste injertado, contra tu naturaleza, en el olivo doméstico; con mayor razón,
pues, serán injertados en su propio olivo los que son sus ramas naturales.
25
Hermanos, no quiero que ignoréis este misterio, a fin de que no os consideréis sabios
a vuestros propios ojos: habrá obstinación de una parte de Israel hasta que el conjunto de los
gentiles no haya entrado. 26 De tal manera, todo Israel será salvado, según lo que está escrito :
Vendrá de Sión el libertador;
él renovará la impiedad de Jacob.

27
Y ésta será mi alianza con ellos, cuando haya eliminado sus pecados.
28
Respecto al evangelio, son ciertamente enemigos, para vuestro bien; sin embargo, por
elección, y a causa de sus padres, son elegidos, 29 ya que Dios no se arrepiente de sus dones
ni de su llamada. 30 Así como vosotros fuisteis un tiempo desobedientes a Dios, mientras que
ahora, por la desobediencia de ellos, habéis obtenido misericordia, 31 así también ellos, por la
misericordia usada con vosotros, han rehusado ahora obedecer, pero sólo para que, a su vez,
obtengan también misericordia. 32 Dios ha encerrado, pues, a todos en la desobediencia, para
usar misericordia con todos.
33
¡Oh, abismo insondable de la sabiduría y de la ciencia de Diosl ¡Cuán impenetrables
son sus decretos e inexplorables sus caminos! 34 En efecto, ¿quién ha conocido jamás el pensa-
miento del Señor? ¿Quién fue nunca su consejero? 35 ¿Quién lo previno con sus dones, como
para tener derecho a la reciprocidad? 36 En realidad todo viene de él, todo sucede gracias a él y
por él: a él sea la gloria eternamente. ¡Amén!

12 Os exhorto, pues, ioh, hermanos!, por la misericordia de Dios, a ofrecer vues-


1

tros cuerpos como hostia viva, santa, grata a Dios, en culto espiritual, cual con-
viene a vosotros. 2 Y no queráis conformaros a este mundo; antes transformaos y renovaos en

tradere editorial
Francisco Canals Epístola a los romanos 20

la mente para saber discernir cuál es la voluntad de Dios : lo que es bueno, lo que es grato a él
y es perfecto.
3
En virtud de la gracia que me fue dada generosamente, yo digo a cada uno de vosotros
que no os estiméis en más de lo justo, sino que os estiméis con sabia modestia, en la medida del
grado de fe que Dios ha concedido a cada uno. 4 Porque así como tenemos en un solo cuerpo
muchos miembros, y no todos los miembros cumplen la misma función, 5 así nosotros, aunque
muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo y somos, cada uno por su parte, miembros los
unos de los otros.
6
Porque, pues, poseemos carismas diferentes, según la gracia que se nos ha dado, quien
tiene el don de profecía, sírvase de él en proporción a su fe; 7 quien tiene el del servicio, dedí-
quese a servir; quien tiene el de enseñar, conságrese a la enseñanza; 8 quien tiene el de exhortar,
exhorte; quien distribuye, dé sin cálculos; el que preside, use celo; quien ejerce misericordia,
hágalo en la alegría.
9
Sea vuestra caridad sin ficciones; rechazad con horror el mal, permaneced adheridos
al bien. 10 Amaos mutuamente con amor fraterno, considerad a los otros como más dignos de
honor, 11 no tengáis un celo perezoso, sed fervientes de espíritu, servid al Señor.
12
Gozaos en la esperanza; sed pacientes en las pruebas, perseverantes en la oración.
13
Tomad parte en las necesidades de los santos; sentid ansia de practicar la hospitalidad.
14
Bendecid a quien os persiga: bendecid, en vez de maldecir. 15 Alegraos con quienes
se alegren y llorad con quienes lloran. 16 Tened recíprocamente sentimientos concordes. No
soñéis grandezas, sino amad las cosas humildes. No os tengáis por sabios a vuestros propios
ojos. 17 No volváis a nadie mal por mal: procurad hacer obras buenas ante todos los hombres.
18
Si es posible, en cuanto de vosotros dependa, vivid en paz con todos los hombres. 19 No os
toméis la justicia por vosotros mismos, sino dejad hacer a la ira divina, porque está escrito: ¡A
mí la venganza! Yo daré el justo pago - dice el Señor. 20 Antes bien, si tu enemigo tiene hambre, dale de
comer; si tiene sed, dale de beber; porque al obrar así, amontonarás carbones ardientes sobre su cabeza. 21 No
te dejes vencer por el mal, antes triunfa sobre el mal con el bien.

13 Cada uno esté sometido a las autoridades que están en el poder; porque no hay
1

autoridad que no venga de Dios, y las que existen son establecidas por Dios.
2
Quien combate, pues, contra la autoridad, se pone contra el orden establecido por Dios; los
rebeldes atraerán sobre su cabeza la condenación.
3
Los gobernantes no causan temor al que obra rectamente, sino al perverso. ¿Quieres
no tener miedo a la autoridad? Haz el bien y recibirás de ella franca alabanza, 4 ya que la au-
toridad es, en beneficio tuyo, ministro de Dios para el bien. Naturalmente, si obras mal, teme,
que no en vano lleva la espada. Ministro de Dios, es también ejecutora de justicia para castigar
al que obra mal.
5
Hay que someterse, pues, no sólo por causa del castigo, sino también por razones de
conciencia. 6 He aquí por qué pagáis también los tributos; en efecto, son funcionarios de Dios,
dedicados por completo precisamente a esto. 7 Dad a todos los que les es debido: a quien el
impuesto, el impuesto; a quien las tasas, las tasas, a quien el respeto, el respeto; a quien el ho-
nor, el honor.
8
No tengáis con nadie deudas de ninguna clase, excepto la del mutuo amor; quien ama
al prójimo, ha cumplido plenamente la ley. 9 En realidad, los mandamientos: No cometer adulterio,

tradere editorial
Francisco Canals Epístola a los romanos 21

no matar, no hurtar, no desear y todos los demás preceptos quedan compendiados en esta frase:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
10
La caridad no hace mal al prójimo. La caridad es, pues, el pleno cumplimiento de la ley.
11
Todo esto, especialmente conociendo este tiempo nuestro. En efecto, es hora de que
os despertéis del sueño, porque nuestra salvación está ahora más cerca que cuando abrazamos
la fe. 12 La noche está muy avanzada y se acerca el día. Alejemos, pues, de nosotros las obras de
las tinieblas y vistamos las armas de la luz. 13 Comportémonos dignamente, cual corresponde
a pleno día: no entre comilonas y borracheras, no en lujurias y libertinajes, no en pendencias y
envidias. 14 Antes revestíos del Señor Jesucristo y no tengáis para el cuerpo aquellas atenciones
que favorecen su concupiscencia.

14 Acoged bien al que es débil en la fe, sin discutir con él de opiniones. 2 Uno cree
1

poder comer de todo, mientras que el débil se alimenta sólo de verduras: 3 el que
come no desprecie al que no come; y el que no come no condene al que come, si Dios mis-
mo lo ha acogido. 4 ¿Quién eres tú para juzgar al criado ajeno? Es asunto de su amo que esté
en pie o caiga; por lo demás, permanecerá de pie, porque el Señor tiene poder bastante para
sostenerlo.
5
Hay también quien distingue un día de otro, mientras que otros consideran iguales
todos los días. 6 Que trate cada uno de hacerse, en su opinión, una plena convicción. Quien
tiene en cuenta el día, lo hace por el Señor; pero también el que come de todo lo hace por el
Señor y da gracias por ello a Dios, lo mismo que el que no come y se abstiene por el Señor, y
también da gracias a Dios.
7
Ninguno de nosotros vive ni muere para sí mismo; 8 si vivimos, vivimos para el Señor;
y si morimos, morimos para el Señor. Ya vivamos, ya muramos, somos del Señor. 9 Para eso
precisamente murió Cristo y resucitó, para ser el Señor de los muertos y de los vivos.
10
Mas tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? ¿Por qué desprecias a tu hermano? Todos de-
beremos comparecer ante el tribunal de Dios; 11 pues está escrito:
Como es verdad que vivo -dice el Señor- toda rodilla
se doblará ante mí y toda lengua celebrará a Dios.
12
De manera que cada uno de nosotros deberá dar cuenta de sí a Dios.
13
No nos juzguemos, pues, más los unos a los otros; proponeos más bien no crear tro-
piezo o escándalo en perjuicio del hermano. 14 Yo sé y estoy persuadido de ello en el Señor
Jesús, que nada es en sí impuro; pero si uno juzga que algo es impuro, para él es cosa impura. 15
Por cierto que si por un alimento que tomes se entristece tu hermano, no te comportas ya se-
gún la caridad. ¡No quieras causar por esa comida tuya la ruina de alguno por quien murió Cristo!
16
Que vuestro bien, pues, no quede expuesto a juicios desfavorables. 17 El reino de Dios
no es comida ni bebida, sino justicia, paz, gozo en el Espíritu Santo. 18 Sólo quien sirve a Cristo
con estas disposiciones es grato a Dios y aprobado por los hombres. 19 Busquemos, pues, lo
que promueve la paz y la mutua edificación. 20 ¡Que no se destruya, por un poco de comida,
la obra de Dios!
Es verdad: todo es puro, pero se hace malo para el individuo que come y escandaliza.
21
Es mejor no comer carne ni beber vino y evitar cuanto pueda ser tropiezo, escándalo, fuente
de debilidad para tu hermano. 22 Guarda para ti, ante Dios, esa convicción de fe que tienes.
Bienaventurado el que no es condenado por su conciencia en lo que decide hacer. 23 Pero si el

tradere editorial
Francisco Canals Epístola a los romanos 22

que está en duda come, es condenado, por no haber obrado según la sugerencia de la fe, Todo
lo que no deriva de la fe es pecado.

15 Ahora bien, nosotros los fuertes tenemos el deber de soportar las flaquezas de
1

los débiles y no complacernos a nosotros mismos. 2 Que cada uno de vosotros


procure complacer al prójimo en vistas del bien y para edificación. 3 Cristo no buscó compla-
cerse a sí mismo. Por el contrario, está escrito: Han caído sobre mí los ultrajes de los que te injurian.
4
Y todo lo que fue escrito en otro tiempo, fue escrito para nuestra enseñanza, a fin de que,
mediante la paciencia y el consuelo que derivan de las escrituras, conservemos la esperanza.
5
Que el Dios de la esperanza y del consuelo os conceda tener mutuos sentimientos con-
cordes, a ejemplo de Jesucristo, 6 a fin de que con un solo corazón y una sola boca glorifiquéis
unánimes al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.
7
Daos, pues, mutuamente buena acogida, como Cristo, por su parte, os ha acogido a
vosotros para gloria de Dios. 8 Sí, lo afirmo: Cristo se ha hecho ministro de los circuncidados
en obsequio a la veracidad de Dios, para cumplir las promesas hechas a los patriarcas 9 y para
que los gentiles glorifiquen a Dios con motivo de su misericordia, como dice la Escritura:
Por esto te celebraré entre los gentiles y alabaré tu nombre.
10
La misma añade:
Alegraos, ¡oh, gentiles!, junto con su pueblo.
11
Y recalca:
Vosotros todos, ioh, gentiles!, alabad al Señor,
y que lo ensalcen todos los pueblos.
12
E Isaías, por su parte, declara:
Vendrá el retoño de Jessé,
el que se levanta para gobernar a los gentiles.
En él pondrán su esperanza las naciones.

13
Que el Dios de la esperanza os colme de toda alegría y paz en la fe, de modo que vues-
tra esperanza sobreabunde cumplidamente por la virtud del Espíritu Santo.
14
En cuanto a mí, ¡Oh, hermanos míos!, estoy personalmente convencido, en lo que
respecta a vosotros, de que por vosotros mismos estáis ya llenos de buenas disposiciones y
plenamente provistos de todo conocimiento, como para poderos prevenir mutuamente. 15 No
obstante, os he escrito acá y allá un poco atrevidamente, como para refrescar vuestros recuer-
dos, en virtud de la gracia que me ha sido conferida por Dios 16 de ser ministro de Cristo Jesús
cerca de los gentiles, ejerciendo la sagrada función de predicador del evangelio, para que los
gentiles sean una ofrenda grata, santificada en el Espíritu Santo.
17
Sí, por cuanto respecta al servicio de Dios, en verdad puedo gloriarme en Cristo Jesús.
18
Pues no me atrevería en modo alguno a hablar de lo que Cristo no hubiese obrado realmen-
te por medio de mí para la conversión de los gentiles con la palabra y con las obras, 19 con la
fuerza de las señales y de los prodigios, con el poder del Espíritu Santo. Desde Jerusalén y, en
un amplio radio, hasta Iliria, he llevado a cumplimiento la predicación del evangelio de Cristo.
20
Sin embargo, me he impuesto, como cuestión de honor, no anunciar el evangelio allí donde

tradere editorial
Francisco Canals Epístola a los romanos 23

el nombre de Cristo fuese ya conocido, para no edificar sobre fundamentos puestos por otros,
21
ateniéndome a lo escrito:
Lo verán aquellos a los que no llegó noticia de él,
y lo comprenderán aquellos que no han oído hablar de él.

22
Esto era precisamente lo que me impedía cada vez ir a vosotros. 23 Pero ahora, que
no tengo ya mi campo de trabajo en estas regiones y deseando vivamente desde hacía muchos
años ir a vosotros, 24 cuando me dirija a España... Espero veros a mi paso y recibir ayuda vues-
tra en mi viaje hacia aquel país, después de haber gozado antes un poco de vuestra presencia.
25
Pero ahora voy a Jerusalén para el servicio de los santos. 26 Los de Macedonia y de
Acaya decidieron hacer una colecta para los que son pobres entre los santos de Jerusalén. 27 Si
lo decidieron es porque son deudores hacia ellos. En efecto, si los gentiles han participado de
sus bienes espirituales, es justo que, a su vez, ellos les presten ayuda con bienes temporales.
28
Cuando haya, pues, realizado esta tarea y entregado fielmente a ellos el fruto de esta
colecta, partiré para España y pasaré a veros.
29
Y sé que al llegar cerca de vosotros lo haré con la plenitud de las bendiciones de
Cristo. Sin embargo, os invito, ¡oh, hermanos!, por nuestro Señor Jesucristo y por la caridad
30

del Espíritu Santo, a rivalizar conmigo en vuestras oraciones a Dios por mí, 31 a fin de que
pueda escapar a los incrédulos de Judea y sea bien recibido por los santos el subsidio que llevo
a Jerusalén, 32 y así, al llegar cerca de vosotros, pueda gozar con el favor de Dios un poco de
descanso en vuestra compañía.
33
Que el Dios de la paz sea con todos vosotros. Amén.

16 Os recomiendo a Febe, nuestra hermana, que está al servicio de la Iglesia de


1

Cencres: 2 dispensadle, en el Señor, una acogida digna de los santos y ayudadla


en todo cuanto pueda necesitar de vosotros, pues ella también fue ayuda para muchos y, en
particular, para mí.
3
Saludad a Prisca y a Aquila, colaboradores míos en Cristo Jesús, 4 que han arriesgado
sus vidas por salvar la mía. Por lo demás, no sólo yo les debo reconocimiento, sino también
todas las Iglesias de los gentiles. 5 Saludad también a la Iglesia que se reúne en su casa. Saludad
a mi querido Epeneto, que es la primicia ofrecida por Asia a Cristo. 6 Saludad a María, que tanto
ha trabajado por vosotros. 7 Saludad a Andrónico y a Junia, mis parientes y compañeros de pri-
sión, insignes entre los apóstoles y seguidores de Cristo antes que yo. 8 Saludad a Ampliato, tan
querido para mí en el Señor. 9 Saludad a Urbano, nuestro colaborador en Cristo, y a mi querido
Estaquis. 10 Saludad a Apeles, que ha dado tan buena prueba en Cristo. Saludad a los miem-
bros de la casa de Aristóbulo. 11 Saludad a Herodiano, mi pariente. Saludad a los de la casa de
Narciso, que pertenecen al Señor. 12 Saludad a Trifena y a Trifosa, que se fatigan por el Señor.
Saludad a la amada Pérsida, que ha sostenido muchas fatigas en el Señor. 13 Saludad a Rufo, el
elegido en el Señor, y a su madre, que es también para mí una madre. 14 Saludad a Asíncrito,
Flegón, a Hermes, Patroba, Hermas y los hermanos que están con ellos. 15 Saludad a Filólogo
y a Julia, a Nereo y a su hermana, y a Olimpia y a todos los santos cerca de ellos. 16 Saludaos
mutuamente con el ósculo santo. Os saludan todas las Iglesias de Cristo.
17
Hermanos, os recomiendo que estéis en guardia de aquellos que, en contraste con la
doctrina que habéis aprendido, causen discordias y escándalos. Manteneos alejados de ellos.

tradere editorial
Francisco Canals Epístola a los romanos 24

18
Tales personas no sirven a Cristo nuestro Señor, sino a su vientre, y seducen los corazones
ingenuos con su hablar dulce y adulador. 19 Es cierto que la fama de vuestra obediencia ha lle-
gado a todos. Por eso me alegro por vosotros. Pero deseo que seáis sabios en el bien y cautos
ante el mal. 20 El Dios de la paz aplastará muy pronto a Satanás bajo vuestros pies. La gracia de
nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros.
21
Os saluda Timoteo, mi colaborador, como también Lucio, Jasón y Sosípatro, mis
parientes. 22 Os saludo en el Señor yo, Tercio, que he escrito esta epístola. 23 Os saluda Gayo,
que me da hospitalidad, a mí y a toda la Iglesia. 24 Os saluda Erasto, el tesorero de la ciudad, y
Cuarto, nuestro hermano.
25
Al que tiene poder para haceros salvos en mi evangelio y en el mensaje de Jesucristo,
de conformidad con la revelación del misterio que, mantenido en secreto en los siglos eternos,
26
ha sido manifestado, sin embargo, ahora, y, por medio de las Escrituras proféticas, según la
orden del Dios eterno, ha sido llevado a cono-cimiento de todos los gentiles, para que se so-
metiesen a la fe: 27 a él, Dios, que es el solo sabio, sea la gloria por toda la eternidad por medio
de Jesucristo ¡Amén!

tradere editorial
Francisco Canals Epístola a los Gálatas 25

Epístola a los Gálatas

1 Pablo, apóstol, no por voluntad humana ni por medio de hombre, sino por obra de
1

Jesucristo y de Dios Padre, que lo resucitó de los muertos, 2 y todos los hermanos
que están conmigo a las Iglesias de Galacia: 3 gracia y paz a vosotros de parte de Dios, Padre
nuestro, y del Señor Jesucristo, 4 el cual se sacrificó por nuestros pecados para arrancarnos del
malvado mundo presente, según la voluntad de Dios, Padre nuestro, 5 a quien sea la gloria por
todos los siglos. ¡Amén!
6
Me maravillo de veros pasar tan pronto del que os ha llamado mediante la gracia de
Cristo, a un evangelio distinto. 7 ¡Pero no hay ningún otro evangelio! Sólo hay algunos que es-
tán arrojando turbación entre vosotros y quieren trastornar el evangelio de Cristo. 8 Pues bien,
cualquiera que os anunciase un evangelio distinto que os hemos predicado, aunque fuésemos
nosotros mismos o un ángel bajado del cielo, ¡sea anatema! 9 Como ya os hemos dicho, así lo
repito ahora: si alguien os anuncia un evangelio distinto del que habéis recibido, ¡sea anatema!
10
¿Trato con ello de captarme el favor de los hombres o el de Dios? Si buscase aún complacer
a los hombres, no sería siervo de Cristo.
11
Sí, os lo declaro, ¡oh, hermanos!: el evangelio por mí anunciado no es de índole hu-
mana; porque yo no lo recibí ni lo aprendí de hombre, sino que lo tuve por revelación de
12

Jesucristo. 13 Vosotros, sin duda, habéis oído hablar de mi conducta en un tiempo en el ju-
daísmo: perseguía con pasión a la Iglesia de Dios y trataba de devastarla. 14 En el judaísmo
superaba yo a muchos coetáneos de mi estirpe, porque era mucho más que ellos encarnizado
sostenedor de las tradiciones de mis padres.
15
Pero cuando plugo a aquel que, desde el seno de mi madre, me eligió ya y me llamó
mediante su gracia, 16 revelar en mí a su Hijo, a fin de que lo anunciase a los gentiles, inmedia-
tamente, sin tomar consejo de la carne ni de la sangre 17 y sin subir a Jerusalén a ver a aque-
llos que eran apóstoles antes que yo, me retiré a Arabia y luego volví de nuevo a Damasco. 18
Luego, tres años después, subí a Jerusalén para visitar a Cefas y permanecí quince días cerca
de él; 19 y no vi a ningún otro apóstol fuera de Santiago, el hermano del Señor. 20 Y en cuanto
a lo que os escribo, ¡Dios sabe que no miento! 21 Después fui a las regiones de Siria y Cilicia.
22
Pero seguía siendo personalmente desconocido para las Iglesias cristianas de Judea. 23 Sólo
oían decir: «Aquel que un tiempo nos perseguía predica ahora la fe que antes quería destruir».
24
Y glorificaban a Dios en mí.

2 Después, catorce años más tarde, subí de nuevo a Jerusalén junto con Bernabé y
1

llevé conmigo a Tito. 2 Subí allí como consecuencia de una revelación, y les expuse

tradere editorial
Francisco Canals Epístola a los Gálatas 26

el evangelio que predico entre los gentiles, tratando de él en privado con las personas más no-
tables, por temor a correr o a haber corrido en vano. 3 Pues bien, ni siquiera Tito, que estaba
conmigo, fue obligado, aunque griego, a circuncidarse. 4 Y ello, pese a los intrusos, los falsos
hermanos que se habían insinuado para espiar la libertad que poseíamos nosotros en Cristo
Jesús y reducirnos a esclavos. 5 No cedimos ni por un instante a su intento de someternos, para
mantener así intacta para vosotros la verdad del evangelio.
6
En cuanto a los que parecían ser algo -no me importa lo que pudieran ser en otro tiem-
po; Dios no hace distinción de personas- esos precisamente, los más notables, no impusieron
nada más. 7 Por el contrario, al ver que se me había confiado a mí la predicación del evangelio
a los incircuncidados, como a Pedro la de los circuncidados, -8 pues aquel que había guiado a
Pedro en su apostolado entre los judíos, había también sostenido el mío en favor de los gen-
tiles- 9 y reconociendo la gracia que me había sido dada, Santiago, Cefas y Juan, considerados
como las columnas, nos estrecharon las manos a mí y a Bernabé como signo de pleno acuerdo.
Se convino que nosotros fuésemos a los gentiles y ellos a los circuncidados. 10 Sólo deberíamos
acordarnos de los pobres, lo cual me he apresurado a hacer.
11
Pero cuando Cefas vino a Antioquía, me opuse a él cara a cara, porque se había puesto
de parte de la sinrazón. 12 En efecto, antes de que le llegasen algunos del círculo de Santiago,
él solía comer con los gentiles; pero después que llegaron aquéllos, se sustraía a su compañía
y se mantenía aparte por temor a los circuncidados. 13 Y aun los otros judíos se asociaron a su
ficción, hasta el punto que incluso Bernabé dejóse arrastrar a simular con ellos. 14 Pero cuando
vi que no procedían rectamente en lo tocante a la verdad del Evangelio, dije a Cefas ante todos:
«Si tú, que eres judío, vives al modo de los gentiles y no de los judíos, ¿cómo puedes forzar a los
gentiles a vivir al modo de los judíos?». 15 Nosotros somos judíos de nacimiento y no pecadores
nacidos de gentiles; 16 sin embargo, sabemos que el hombre no es justificado en virtud de la
práctica de la ley, sino sólo mediante la fe en Jesucristo. Por tanto, también nosotros hemos
creído en Jesucristo para ser justificados por la fe en Cristo y no por las obras de la Ley, porque
nadie será justificado por la práctica de la ley.
17
Pero si, tratando de obtener la justificación en Cristo, resultamos todavía pecadores,
¿es tal vez Cristo ministro del pecado? No, por cierto. 18 Porque si reconstruyo lo que he de-
molido, me doy a mí mismo por transgresor. 19 En realidad, por obra de la ley estoy muerto a
la ley, a fin de que viva para Dios: estoy crucificado con Cristo; 20 y ya no vivo yo, sino que es
Cristo el que vive en mí. Y la vida que vivo ahora en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios,
que me amó y se dio a sí mismo por mí. 21 No hago nulo el don de Dios: porque si la justicia
se obtiene mediante la ley, entonces Cristo ha muerto inútilmente.

3 ¡Oh, gálatas insensatos!, ¿quién os ha fascinado, después que ante vuestros ojos fue-
1

ron configurados los rasgos de Jesucristo crucificado? 2 Sólo esto quisiera saber de
vosotros: ¿recibisteis el Espíritu en virtud de las obras de la ley o por haber dado oídos a la fe?
3
¿Os halláis tan privados de entendimiento que, después de haber empezado con el Espíritu,
termináis ahora en la carne? 4 Hechos tan grandes, ¿los habréis experimentado en vano? ¡Sin
embargo, sería realmente en vano! 5 Por tanto, ¿Dios os prodiga el Espíritu y obra milagros
entre vosotros por la práctica de la ley o por vuestra adhesión a la fe?
6
Precisamente así Abraham creyó a Dios y le fue contado como justicia. 7 Y sabéis que
los verdaderos hijos de Abraham son los creyentes. 8 Habiendo previsto la Escritura que Dios

tradere editorial
Francisco Canals Epístola a los Gálatas 27

justificaría a los gentiles en virtud de la fe, dio anticipadamente a Abraham el alegre anuncio de
la misma: en ti serán benditas todas las gentes. 9 En consecuencia, los creyentes son benditos
con Abraham el creyente.
10
Y, ciertamente, todos los que se apoyan en la ley quedan bajo una maldición, porque
está escrito: Sea maldito todo aquel que no se atenga fielmente a todo lo que está escrito en el libro de la ley
para ser practicado. 11 Ahora bien, es evidente que la ley no puede justificar a nadie delante de
Dios, porque el justo vivirá en virtud de la fe. 12 En cambio, la ley no se edifica en la fe, sino que
dice: El que observa estos preceptos, vivirá gracias a ellos. 13 Cristo nos ha rescatado de esta maldición
de la ley, al haberse convertido en maldición por nosotros -en efecto, está escrito: Maldito sea el
que es colgado del madero del patíbulo-, 14 a fin de que la bendición de Abraham, en Jesucristo, pasase
a los gentiles y recibiésemos nosotros, mediante la fe, el Espíritu prometido.
15
Hermanos, me explico a la manera humana: un testamento en debida forma, aun vi-
niendo de un hombre, nadie puede anularlo ni añadirle nada. 16 Ahora bien, las promesas se le
hicieron a Abraham y a su descendiente. No se dice: «y a sus descendientes», como si se tratase de
muchos; sino que se habla de uno solo: y a tu descendiente, o sea, Cristo. 17 He aquí ahora lo
que quiero decir: un testamento establecido ya por Dios en debida forma no puede ser invali-
dado por la ley, emanada cuatrocientos treinta años después de modo que resulte abolida por
ella la promesa. 18 En efecto, si la herencia se tuviese en virtud de la ley, no provendría ya de la
promesa; pero Dios, mediante una promesa, concedió su favor a Abraham.
19
Y entonces, ¿a qué la ley? Fue añadida en vista de las transgresiones, hasta que viniera
el descendiente para el que se hizo la promesa, y fue impuesta por medio de los ángeles y por
conducto de un mediador. 20 Ahora bien, nadie hace de mediador de uno solo; y Dios es uno
solo en la promesa. 21 Por tanto, ¿se hallaría la ley en contraste con las promesas de Dios? No,
en absoluto. Cierto que si se hubiese dado una Ley capaz de comunicar la vida, la justicia pro-
vendría entonces realmente de la ley. 22 Pero la Escritura lo encerró todo bajo el dominio del
pecado, a fin de que apareciese que el bien prometido se daría a los creyentes en virtud de la
fe en Cristo. 23 Antes que viniese la fe nos hallábamos bajo la custodia de la ley, encerrados en
espera de aquella fe que se debía revelar. 24 Por eso la ley fue nuestro pedagogo para conducir-
nos a Cristo, a fin de que obtuviésemos la justificación en virtud de la fe.
25
Pero desde que ha venido la fe no estamos ya bajo el poder de un pedagogo. 26 En
efecto, todos vosotros sois hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús. 27 Porque cuantos
fuisteis bautizados en Cristo, os habéis vestido de Cristo: 28 ya no cuenta el ser judío o griego,
ni ser esclavo o libre, ni ser hombre o mujer; porque todos vosotros sois un ser en Cristo
Jesús. 29 Por tanto, si pertenecéis a Cristo sois descendencia de Abraham y, de consiguiente,
herederos según la promesa.

4 Añado ahora: mientras el heredero es niño, no difiere en nada de un esclavo, por


1

más que sea dueño de todos los bienes, 2 sino que está bajo tutores y administra-
dores hasta la fecha fijada por el padre. 3 Así también nosotros: en nuestra minoría de edad
estábamos sometidos a los elementos del mundo. 4 Pero cuando el tiempo llegó a su plenitud,
Dios mandó a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, 5 a fin de que rescatase a los
que estaban sometidos a la ley; a fin de que recibiésemos la dignidad de hijos adoptivos. 6 Y
la prueba de que sois hijos es que Dios mandó a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el

tradere editorial
Francisco Canals Epístola a los Gálatas 28

cual clama: ¡Abba, Padre! 7 Por tanto, ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, también eres,
gracias a Dios, heredero.
8
Sin embargo, un tiempo, cuando no conocíais a Dios, erais esclavos de dioses que no lo
son realmente. 9 Pero ahora que conocéis a Dios, o, mejor, fuisteis conocidos por Dios, ¿cómo
podéis volveros de nuevo a aquellos elementos miserables e impotentes y ha¬ceros por segun-
da vez sus esclavos? 10 ¡Vosotros observáis días, meses, tiempos y años...! 11 Temo que me haya
cansado en vano por vosotros.
12
Hermanos, os ruego que os hagáis como yo, ya que yo me he hecho como vosotros.
No me habéis hecho ningún agravio. 13 Antes bien, sabed que os anuncié el evangelio por pri-
mera vez con ocasión de una enfermedad mía 14 y, si bien aquella mi enfermedad fuese para
vosotros una prueba, no me mostrasteis por ello desprecio ni repugnancia, sino que me aco-
gisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús. 15 ¿Dónde está, pues, aquel vuestro gozo?
Porque debo daros este testimonio, que, si hubiese sido posible, os habríais arrancado los ojos
para dármelos. 16 ¿Me he convertido, pues, en enemigo vuestro al deciros la verdad?
17
Algunos muestran celo por vosotros, pero no honradamente; quieren más bien sepa-
raros de mí, a fin de que dirijáis a ellos vuestro celo. 18 Buena cosa es ser objeto de celo, pero
en el bien y siempre, y no sólo cuando me encuentro entre vosotros. 19 Hijos míos, de nuevo
sufro por vosotros dolores de parto, hasta que Cristo se forme en vosotros. 20 ¡Oh, cómo qui-
siera encontrarme ahora junto a vosotros, para dar otro tono a mis palabras, porque me siento
confundido respecto a vosotros.
21
Decidme, vosotros, que queréis someteros a la ley: ¿no oísteis esta ley? 22 En efecto,
está escrito que Abraham tuvo dos hijos, uno de una esclava y otro de la mujer libre. 23 Pero el
tenido de la esclava nació según la naturaleza, mientras el hijo de la libre, en virtud de la prome-
sa divina. 24 Tales cosas tienen valor alegórico: aquellas mujeres representan las dos alianzas; la
primera proviene del monte Sinaí y engendra para la esclavitud: y es Agar -25 porque el monte
Sinaí se encuentra en Arabia- y corresponde a la Jerusalén actual, que es precisamente esclava
junto con sus hijos. 26 La Jerusalén de arriba, por el contrario, es libre y es nuestra madre;
27
en efecto, está escrito: Regocíjate, ¡oh, estéril! tú que no engendras; prorrumpe en gritos de júbilo, tú que
no conoces los dolores del parto; porque los hijos de la abandonada son más numerosos que los de la que tiene
marido. 28 Y vosotros, hermanos, a la manera de Isaac, sois hijos de la promesa.
29
Pero como entonces el hijo engendrado según la naturaleza perseguía al otro, nacido
según el espíritu, así ocurre también hoy. 30 Pero, ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y
a su hijo, porque el hijo de la esclava no debe compartir la herencia junto con el hijo de la mujer libre. 31 Por
eso, nosotros, hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la libre.

5 Para que fuésemos libres, Cristo nos ha dado la libertad. Manteneos, pues, firmes
1

y no os dobleguéis de nuevo al yugo de la esclavitud. 2 He aquí que yo, Pablo, os lo


digo: si os hacéis circuncidar, Cristo no os aprovechará de nada. 3 Sí, una vez más declaro,
a todo el que se hace circuncidar, que está obligado a observar toda la ley. 4 Habéis roto los
lazos con Cristo vosotros, los que buscáis la justicia en la ley; habéis decaído de la gracia. 5 En
cuanto a nosotros, por el Espíritu y en virtud de la fe aguardamos la esperanza de la justicia.
6
Porque en Cristo Jesús no tienen valor la circuncisión ni la incircuncisión, sino la fe que actúa
por medio de la caridad.

tradere editorial
Francisco Canals Epístola a los Gálatas 29

7
Corríais con ahínco; ¿quién os ha impedido hacer caso a la verdad? 8 Esta sugerencia no
proviene de aquel que os llama. 9 Un poco de levadura hace fermentar toda la masa. 10 Y en el
Señor confío de vosotros que no pensaréis de otro modo: pero el que arroja la turbación entre
vosotros sufrirá el castigo por ello, sea cual fuere. 11 En cuanto a mí, ¡oh, hermanos!, si todavía
predicase la circuncisión ¿por qué sería aún perseguido? El escándalo de la cruz sería entonces
eliminado. 12 ¡Ah, ojalá se hiciesen mutilar los que os causan turbación!
13
Ciertamente fuisteis llamados a la libertad, ¡oh, hermanos!; únicamente no invoquéis
la libertad como pretexto para una conducta carnal; sino, mediante la caridad, poneos los unos
al servicio de los otros. 14 Porque toda la ley está plenamente resumida en este solo concepto:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 15 Pero si os mordéis y os devoráis mutuamente, ¡procurad
no destruiros unos a otros!
16
Os digo, pues: caminad según el Espíritu y no correréis riesgo de satisfacer los de-
seos de la carne. 17 En efecto, la carne tiene deseos opuestos a los del espíritu, y el espíritu,
deseos opuestos a los de la carne: están en lucha entre sí, y así vosotros no hacéis todo lo que
quisierais. 18 Pero si os dejáis conducir por el Espíritu, no estáis ya bajo la ley. 19 Pero es bien
sabido lo que produce la carne, o sea, fornicación, impureza, disolución, 20 idolatría, magia,
enemistades, riñas, celos, arrebatos de ira, rivalidades, discordia, divisiones, 21 envidias, embria-
gueces, orgías y otras cosas semejantes. Respecto a acciones tales, os repito, como ya os dije,
que quien las cometa no entrará en posesión del reino de Dios. 22 Por el contrario, los frutos del
Espíritu son: caridad, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fidelidad, 23 mansedum-
bre, templanza. Contra acciones tales no hay ley. 24 Los que pertenecen a Cristo han crucificado
la carne con sus pasiones y sus deseos. 25 Si vivimos del Espíritu, conformémonos al Espíritu.
26
No busquemos la gloria vana, provocándonos mutuamente, envidiándonos unos a otros.

6 Hermanos, si algunos fuese cogido en cualquier falta, vosotros, que sois espiritua-
1

les, corregidlo con espíritu de dulzura; pero tú presta atención a ti mismo, para no
caer también tú en la tentación. 2 Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas y así cumpliréis
la ley de Cristo. 3 Quien se imagina ser algo no siendo nada, se engaña a sí mismo. 4 Que cada
uno examine sus propias obras. Entonces tendrá motivo de gloriarse, pero sólo ante sí y no en
comparación con el prójimo; 5 porque cada uno tendrá que llevar su propia carga.
6
El que ha sido instruido en la palabra de Cristo, haga partícipe de todos sus bienes a
quien lo instruye.
7
No os hagáis ilusiones: Dios no se deja burlar. Porque cada uno cosechará lo que haya
sembrado; 8 sí, el que siembra en su carne, cosechará de la carne la corrupción; el que, por el
contrario, siembra en el espíritu, recogerá del espíritu la vida eterna. 9 No nos cansemos de
hacer bien; que si no desmayamos, a su tiempo tendremos la cosecha. 10 Así, pues, mientras
tengamos oportunidad de ello, hagamos bien a todos y, sobre todo, a nuestros hermanos en
la fe.
11
¡Ved con cuán grandes letras os escribo con mi propia mano! 12 Los que os impulsan
a que os hagáis circuncidar quieren quedar bien en el tribunal humano, con el solo objeto de
sustraerse a las persecuciones por la cruz de Cristo. 13 En efecto, tampoco ellos, esos adeptos
de la circuncisión, observan la Ley, sino que quieren que os hagáis circuncidar para poder glo-
riarse de vuestro cuerpo circuncidado. 14 Nunca suceda, en cambio, que yo me gloríe de otra
cosa aparte la cruz de nuestro Señor Jesucristo, gracias al cual el mundo está crucificado para

tradere editorial
Francisco Canals Epístola a los Gálatas 30

mí y yo lo estoy para el mundo. 15 Porque el ser o no ser circuncidado no cuenta nada; sólo
cuenta el ser una nueva criatura. 16 Y a todos los que sigan esta regla, como a todo el Israel de
Dios, paz y misericordia.
17
Que de ahora en adelante nadie me moleste, que yo llevo impresas en mi cuerpo los
estigmas de Jesús.
18
La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea, ¡oh, hermanos!, con vuestro espíritu.
¡Amén!

tradere editorial
tradere editorial
tradere editorial
Epís-
tola a los Romanos.
Epístola a los Gálatas, de Tradere
editorial, se terminó de componer el
año de gracia de 2010, celebrando el calen-
dario romano la memoria de Santa Agueda

ADVENIAT REGNUM TUUM!


VENI DOMINE IESU!

tradere editorial

También podría gustarte