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Tema 21.

Los Gobiernos democráticos y la integración en


Europa

1.- La primera legislatura socialista (1982-86)


El primer gobierno enteramente socialista de la historia de España decidió de inmediato
afrontar con pragmatismo y moderación los graves problemas que el país padecía.

Uno de los principales a los que tenía que hacer frente el nuevo gobierno era la
desastrosa situación económica que vivía el país. Las graves consecuencias de la
crisis de 1973 no habían sido afrontadas durante la transición, y a ello se unió los
efectos de una nueva crisis petrolífera mundial en 1979. El paro no dejaba de crecer, la
inflación era altísima (14%) y el crecimiento anual era muy bajo. El Gobierno, con el
ministro de Economía Miguel Boyer a la cabeza, apostó por una mayor apertura y
liberalización de la economía, y además empezó a aplicar un duro plan de
estabilización: subió los tipos de interés, devaluó la peseta y aumentó los impuestos,
todo ello con el objetivo de rebajar la inflación y aumentar la competitividad de las
empresas. De momento, el objetivo de crear empleo fue dejado de lado. También se
adoptaron las primeras medidas de saneamiento financiero, como la expropiación del
holding Rumasa.

También fue muy importante la intensificación del proceso de reconversión


industrial que los gobiernos de la UCD habían iniciado tímidamente. Ahora las más
afectadas fueron las empresas siderometalúrgicas y navales del INI, que presentaban
grandes pérdidas. Los masivos despidos provocaron protestas masivas, pero el apoyo de
la patronal y de los sindicatos a las medidas de saneamiento consiguió que el clima
social fuera en general estable.

Durante dos años la situación económica, como se esperaba, fue muy dura. La
ausencia de inversiones hundió a las empresas menos rentables, los salarios se
congelaron, el consumo cayó y la inflación se contuvo. A partir de ahí comenzaron a
notarse los efectos positivos: se recuperó la inversión y reapareció el crecimiento
económico, que se haría espectacular en la segunda mitad de la década.

También se avanzó en la flexibilización del mercado de trabajo, mediante la reforma


de 1984 del Estatuto de los Trabajadores de 1980.

También se llevaron a cabo importantes reformas políticas y sociales para


profundizar en la democracia y extender el “Estado del bienestar”. Podemos señalar
como las más importantes las siguientes:

• Reforma de las Fuerzas Armadas: el objetivo era modernizar y democratizar


el Ejército, y para ello se redujo el número de efectivos y se legalizó la objeción
de conciencia. Los generales franquistas fueron relegados y sustituidos por
militares más jóvenes y leales a la democracia. Mediante la Ley de Criterios
Básicos de la Defensa Nacional se impuso la supremacía del poder civil sobre el
militar (con todo, en 1985 se produjo un último intento de golpe de Estado
militar que fue atajado por el también reformado CESID).
• Reforma de los Cuerpos de Seguridad del Estado: se reorganizó la Policía,
que pasó a denominarse Policía Nacional, mientras que la Guardia Civil
mantuvo su estatuto militar.

• Legislación sobre derechos y libertades: se realizaron numerosas leyes sobre


distintos aspectos, como la asistencia legal o el hábeas corpus, sobre los
extranjeros, sobre la situación de la mujer, se despenalizó el aborto (1985) bajo
una serie limitado de casos, se legisló sobre el derecho de reunión y la libertad
sindical,…, etc.

• Aprobación de los últimos Estatutos de Autonomía en 1983: Extremadura,


Baleares, Madrid y Castilla-León.

• Reforma educativa: se aprobó la LODE (Ley Orgánica del Derecho a la


Educación), que fijaba la enseñanza obligatoria y gratuita hasta los dieciséis
años, establecía los Consejos Escolares y el sistema de financiación pública de la
escuela privada a través de subvenciones. También se aprobó la reforma
universitaria, que aumentó el grado de autonomía de las universidades y afrontó
la reforma de la situación del profesorado.

• Reforma judicial: afectó sobre todo al CGPJ, con el objetivo de organizar una
judicatura más progresista.

• Ley General de Sanidad: avances hacia la cobertura universal, así como el


asegurar en el futuro las pensiones.

En cuanto a la política exterior, España había avanzado durante los gobiernos de la


UCD en su integración en el concierto mundial de naciones, pero aún era incompleta y
ambigua en muchos aspectos. Los socialistas abandonaron los postulados
antiimperialistas y neutralistas y promovieron una política internacional posibilista con
varios objetivos prioritarios:

• Incorporación a la Comunidad Económica Europea: las negociaciones para


ingresar en la CEE se remontaban a 1977, y en el momento de la llegada de los
socialistas al poder estaban estancadas. El ministro de exteriores, Fernando
Morán, se propuso estrechar relaciones con los países que serían decisivos a la
hora de permitir la entrada de España en la Comunidad (Francia, Alemania y
Gran Bretaña). Finalmente, en junio de 1985 se firmó el Tratado de Adhesión,
en el cual se incluían duras condiciones para varios sectores de la economía
española, que se veían obligados a reconvertirse (sobre todo la agricultura y la
ganadería). El 1 de enero de 1986 España se incorporó definitivamente a la CEE.

• La OTAN: una de las promesas electorales socialistas había sido la salida de


España de la OTAN, pero una vez en el gobierno se dieron cuenta de la utilidad
de mantenerse dentro de la organización para acabar con el aislamiento
internacional y modernizar el Ejército. Además, durante las negociaciones de
ingreso en la CEE, los países europeos dejaron entrever que su ingreso estaba
relacionado con su permanencia en la OTAN. Felipe González optó, por tanto,
por dar un giro radical a su postura inicial y a finales de 1984 anunció su
posición favorable a la permanencia en la OTAN, aunque previamente sería
necesario someter esta decisión a referéndum.

El referéndum se convocó para el 12 de marzo de 1986. El Gobierno


recomendó el voto afirmativo con tres condiciones: no integrarse en la estructura
militar; prohibir la instalación, almacenamiento o introducción de armas
nucleares; y reducir la presencia militar estadounidense en nuestro país. Hasta el
último momento la decisión fue incierta, y por sólo un 52,5% el voto fue
afirmativo.

• Iberoamérica y el Mediterráneo: los socialistas tuvieron una decidida voluntad


de ahondar en las relaciones con Iberoamérica, sobre todo en las relaciones
políticas más que en las económicas y culturales. En el área mediterránea se
adoptó una política que tendía a favorecer la estabilidad en todo el norte de
África, sobre todo cuidando las relaciones con Marruecos y Argelia.

Al finalizar la primera legislatura, el gobierno socialista pudo presentar unos


resultados de su gestión bastante satisfactorios. Aunque algunas promesas no se habían
cumplido, sobre todo en lo referido a la reducción del desempleo y del terrorismo, la
economía se hallaba relativamente saneada, se habían producido importantes reformas
sociales y políticas, la democracia estaba consolidada y se había entrado definitivamente
en Europa.

2.- La segunda legislatura socialista (1986-89)


El PSOE volvió ganar las elecciones de 1986 renovando la mayoría absoluta. Además
gobernaba en ocho de las Comunidades Autónomas y en los principales ayuntamientos
del país, lo que les permitió gobernar con mucha comodidad.

El nuevo Gobierno de González se benefició de la superación de la crisis


económica. La expansión económica internacional trajo consigo una entrada masiva de
inversiones y divisas procedentes del turismo. El fuerte crecimiento económico (con un
crecimiento anual del PIB alrededor del 4,5% anual), que se prolongó hasta 1992,
permitió el auge de los negocios, el aumento de la producción industrial, de los salarios
y la creación de empleo (aunque la tasa de paro se mantenía muy alta, 22,7%). El
aumento de la recaudación fiscal y las ayudas europeas permitieron iniciar una amplia
política de inversiones públicas destinadas a modernizar las infraestructuras. Igualmente
tuvo lugar un espectacular crecimiento de los servicios educativos y sanitarios, que
permitió por primera vez dar cobertura a la gran mayoría de los españoles. Este proceso
de modernización fue compatible con el aumento del número de pensionistas, gracias a
un sistema fiscal progresivo que absorbió los costes del llamado “Estado del bienestar”.

Sin embargo, no todo fue positivo. La sociedad española se modernizó a gran


velocidad, pero con la misma rapidez se dio cuenta de las desigualdades de distribución
de la renta entre una minoría escandalosamente enriquecida y un contingente de parados
que, pese a su disminución, seguía siendo considerable. Una de las primeras medidas
para garantizar el crecimiento había sido el recorte de las pensiones en 1985. Esto, junto
a las medidas de liberalización del trabajo, provocó que los sindicatos, en especial la
UGT, se distanciaran del Gobierno socialista, dando lugar a la convocatoria de una
huelga general.
La huelga general del 14 de diciembre de 1988 tuvo un respaldo masivo, paralizando
por completo el país (el 90% de la población laboral). A la huelga se sumaron
numerosos colectivos profesionales y una opinión pública sensibilizada ante las
acusaciones de prepotencia en la actuación del Gobierno. González se vio obligado a
negociar con los sindicatos la retirada del programa de liberalización laboral.

Sin embargo, el Gobierno superó pronto los efectos políticos de la huelga. La


primera presidencia española de la CEE en el primer semestre de 1989 elevó el prestigio
de González, quien decidió adelantar las elecciones. En el otoño de ese año el PSOE
volvió a ganar con mayoría absoluta las elecciones, aunque esta vez con una pérdida
importante de votos.

3.- La tercera legislatura del PSOE (1989-93)


La tercera legislatura estuvo marcada por la celebración en el país de dos
acontecimientos internacionales de gran importancia: la Exposición Internacional de
Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona, ambos en 1992. Para ello se realizaron
grandes inversiones tanto en comunicaciones como en la reordenación de las ciudades
afectadas. Ambos acontecimientos fueron un éxito, y sobre todo sirvieron para mostrar
al exterior la modernización del país.

La continuación del crecimiento económico permitió no sólo afrontar con éxito las
inversiones de 1992, sino completar los planes de carreteras y de dotaciones sociales.
Particular importancia tuvo la inversión educativa, dirigida a la construcción de centros
escolares, apertura de nuevas universidades y aumento del número de becas. La
LOGSE, aprobada en 1990, sería la encargada de poner en marcha la reforma educativa.

Pero a partir de 1992 la economía española empezó a mostrar claros síntomas de


crisis económica. Fue una recesión mundial que aquí se vio agravada por las enormes
inversiones realizadas con motivos de los acontecimientos de 1992. La crisis
sobrevenía, además, justo cuando se había aprobado el Tratado de Maastricht, en 1991,
en el que se establecían los criterios de convergencia económica europea para establecer
la moneda única, criterios que España no cumplía. En pocos meses se disparó la
inflación, se hundió el consumo, se multiplicaron la quiebra de empresas y el paro se
disparó hasta los tres millones de desempleados. El ejecutivo respondió con un duro
Plan de Convergencia con Europa, pero resultó ineficaz. La crisis económica estaba
además deteriorando la situación política progresivamente.

En política internacional hay que destacar la participación de España en la


guerra del Golfo, en 1991, que suscitó una dura polémica interna al ser la primera
intervención armada en el exterior desde la entrada en la OTAN. El otro acontecimiento
importante fue la celebración en Madrid de la Conferencia Internacional de Paz en
Oriente Medio (1991), que por primera vez sentó en la misma mesa a israelíes y
palestinos.

En política interior, se acordó el modelo de financiación de las Comunidades


Autónomas. Más importante fue la política antiterrorista, que con la ayuda de Francia,
permitió la detención de importantes dirigentes de ETA, lo cual limitó la capacidad de
actuación de la banda. La firma de los Pactos de Ajuriaenea y Madrid, en 1988,
permitió formar un frente político unido contra la organización terrorista. Los éxitos
contra ETA fueron simultáneos al estallido del escándalo del GAL (grupo armado
antietarra formado por miembros de las fuerzas de seguridad y mercenarios. Algunos de
los detenidos acusaron a altos cargos de la cúpula de Interior de estar detrás de la
organización de la banda y de haberla financiado con fondos estatales). Otro revés fue la
aprobación de la Ley de Seguridad Ciudadana, promovida por el ministro Corchera y
conocida como la “ley de la patada en la puerta” (sería anulada por anticonstitucional).

La legislatura se vio también marcada por la aparición de los primeros casos de


corrupción en torno al Gobierno y al PSOE, que empañaron la imagen del partido. El
primero implicaba al hermano del vicepresidente en el tráfico de influencias, lo que
provocó la dimisión de Alfonso Guerra. Luego estalló el escándalo Filesa, trama de
empresas fraudulentas encaminadas a financiar ilegalmente al PSOE. González se vio
obligado a adelantar las elecciones.

4.- La cuarta legislatura del PSOE (1993-96)


En los comicios de junio de 1993 los votantes volvieron a dar la victoria al PSOE,
aunque esta vez con una mínima ventaja sobre el PP, por lo que ya no contaba con
mayoría absoluta. Felipe González fue investido presidente con el apoyo de su partido y
los de CiU, PNV y Coalición Canaria. El líder socialista estableció una alianza
parlamentaria con la minoría catalana a cambio de la cesión del 15% del IRPF a las
Comunidades Autónomas. Sin embargo, no consiguió que los nacionalistas entraran a
formar parte de un gobierno de coalición, por lo que González tuvo que gobernar en
solitario.

El Gobierno dedicó sus máximos esfuerzos a luchar contra la crisis económica y a


lograr la entrada de España en el euro. Para ello llegó a acuerdos con CiU para
establecer una política de ajuste y rigor presupuestario, a lo que se unió una mayor
liberalización del mercado de trabajo que aumentaba la precariedad en el empleo. Esto
fue respondido por los sindicatos con la convocatoria de una nueva huelga general el
24 de enero de 1994. Aunque al año siguiente la situación económica mejoró, España
seguía sin cumplir los requisitos establecidos en Maastricht y el Gobierno no conseguía
entenderse con empresarios y sindicatos.

Pero sin duda los tres años del último gobierno de González estuvieron marcados por
los continuos escándalos de corrupción. Algunos fueron estrictamente financieros,
como los del grupo Torras-Kio o el de Banesto, que obligó a intervenir el banco y que
supuso el procesamiento por estafa de su director, Mario Conde. Otros, como los de
Filesa o el GAL, venían de la legislatura anterior, pero continuaron destapando
información que comprometía al Gobierno y al PSOE. Sin embargo, el caso que más
desprestigió al Gobierno fue el de Luís Roldán, director general de la Guardia Civil, que
fue detenido por haber estafado varios miles de millones de pesetas de los fondos
reservados y a través de comisiones ilegales por obras. Su huída de España aumentó las
críticas por la dejadez del Gobierno en el asunto.

El Gobierno, arrastrado por el descrédito político y por la aparición continua de


casos de corrupción, intentó contraatacar aceptando la formación de comisiones de
investigación en las Cortes y creando la Fiscalía Anticorrupción. Tanto la oposición
como la prensa afín a ésta pedían continuamente la dimisión de Felipe González. El
crispado ambiente político acabó erosionando el pacto de los socialistas con la minoría
catalana, que se acabó rompiendo tras el escándalo de las escuchas ilegales del CESID a
importantes personajes del país. Los presupuestos de 1996 hubieron de ser prorrogados,
y el Gobierno se vio obligado a adelantar las elecciones.

5.- El Gobierno del PP (1996-2000): la política neoliberal


Las elecciones de mayo de 1996 dieron el triunfo por primera vez al PP, liderado desde
el año 1989 por José María Aznar. Pese a los pronósticos ganó por un estrecho
margen, lo que le obligó a negociar un pacto de legislatura con las minorías
nacionalistas que le costó la cesión del 30% del IRPF a las Comunidades Autónomas.
Además, del Gobierno del estado, el PP obtuvo importantes victorias tanto en las
elecciones europeas como en las autonómicas y municipales, pasando a controlar la
mayoría de las autonomías y capitales de provincia.

Con el gobierno de Aznar se inició una nueva etapa política marcada por la vuelta al
poder de la derecha. En los años siguientes se emprendió una política económica de
orientación neoliberal encaminada a reducir el gasto público en beneficio de la
actividad privada en materia económica. El objetivo era cumplir los criterios de
convergencia económica establecidos en Maastricht para formar parte del grupo de
países que pondrían en marcha la moneda única. Estos años coincidieron con una etapa
de crecimiento económico mundial sostenido, que en el caso de España superó los
índices de los países desarrollados. Gracias a él, la inflación y el déficit público fueron
descendiendo hasta ajustarse a lo exigido en Maastricht. Así, el euro comenzó a
funcionar en 1999 como moneda de cambio, y en el 2002 como moneda circulante. El
crecimiento económico permitió reducir el paro y sostener las pensiones, a lo que
contribuyó la privatización de las empresas públicas, entre ellas las que daban más
beneficios (Telefónica, Repsol,…), así como la aportación de los fondos de cohesión
europeos, que permitieron financiar unas infraestructuras.

No obstante, la reducción del gasto del Estado fue significativa, en parte por la
política gubernamental de reducir los impuestos directos, en beneficio sobre todo de las
clases medias y altas. Esta política trajo consecuencias negativas en servicios públicos,
como las insuficiencias en el sistema sanitario, servicios a la tercera edad, escuela
pública,… En conjunto, la política neoliberal acentuó el desigual reparto de la renta.

En el campo político, la primera legislatura del Gobierno popular se caracterizó por


la ineficacia de la oposición debido a la crisis interna del PSOE. El pacto de
gobernabilidad con CiU y Coalición Canaria facilitó la estabilidad del Gobierno, pero
obligó al PP a moderar su programa.

El problema del terrorismo fue uno de los campos más significativos de la acción del
gobierno, sobre todo tras la crisis del verano de 1997 cuando el asesinato de Miguel
Ángel Blanco provocó una movilización social sin precedentes y suscitó una convulsión
en el País Vasco. Consecuencia de la crisis y de un acuerdo entre las fuerzas
nacionalistas para caminar hacia la independencia (Pacto de Lizarra) fue la declaración
de una tregua unilateral de ETA en 1998 que duró más de un año y que hizo concebir
esperanzas de que fuera a terminar la violencia. Mientras, el acuerdo de Lizarra
provocaba la ruptura entre el gobierno del PNV y el de Aznar.

En política exterior, el gobierno del PP mantuvo el alineamiento con la política


norteamericana que ya había seguido el gobierno socialista. En enero de 1997 se
produjo la plena integración en la estructura militar de la OTAN. Se participó en la
guerra yugoslava sin la necesaria autorización de las Cortes. También se produjo un
enfrentamiento abierto con el gobierno de Fidel Castro que rompía una larga tradición
de buen entendimiento con Cuba.

Por último, el gobierno popular aceleró el proceso de profesionalización de las


Fuerzas Armadas, con una importante reducción de efectivos, que a su vez permitió
programar la extinción del servicio militar obligatorio.

Las elecciones a Cortes fueron convocadas para el 12 de marzo de 2000. El avance


de los populares y la derrota de los socialistas resultaron considerablemente más
amplios de lo previsto. El PP lograba la mayoría absoluta, y en adelante podría gobernar
en solitario y aplicar su programa sin restricciones.

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