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¡Jesús, no me entran sus caudillos liberales!, llevo más de una hora intentando
memorizar pero solo he conseguido embarrar sus caras con mayonesa, ¡qué asco! La
bibliotecaria es estérica pero viva así como la Judith, la flaca peliteñida siempre tuvo
buenas notas, pero es mala gente, ¡y es espantosa! no recuerdo desde cuando empezó a
perseguirme, de repente encontraba en mi pupitre caritas y corazones estúpidos que
decían “Judith love Jefferson “en letras fosforescentes, me hice el loco hasta que se dio
el papelón en geografía, el Prof. vio a la Judith lanzándome un papel desde su puesto, “a
ver, Jefferson, comparta la clase su correspondencia” me ordeno, ¡qué pa-pe-lon!
Me obligo a una escalofriante confesión de amor mezclada con una supuesta aventura
romántica de culebrón mexicano , todos en la clase se rieron de mi, incluso la Kary, casi
se me caen las lagrimas de las iras cuando llegue al párrafo final de la carta, no recuerdo
bien lo que decía pero era algo como el amor que sentía por mi era tan poderoso como
para estar dispuesta a casarme conmigo y a vivir juntos en romance que tuviera como
limite la eternidad, !ay, que cursis son las flacas! La Judith se sentía realizada, flaca
peliteñida, “así que no has contado” me molestaban a cada rato las compañeras,
“juitjuiuuuu, la Judith y el Jeff” me silbaban los panas, ¡pendejos!, así se pasaron una
semana, la Kary también me molestaban, yo la seseaba tomarla por las hombros y
gritarla que la Judith y yo no éramos novios deseaba confesarla que a quien amaba era
a ella, a la Kary, a sus ojos negros sus ojos…… alguien se acerca, mi vieja entra a mi
cuarto, “si, mami, estoy estudiando” respondo a mi vieja, “claro que estoy concentrado,
¿no se nota?” la tranquilizo, se marcha de mi cuarto, ¡cómo pierdo el tiempo!, a ver,
todavía me falta este montón de páginas y no me sé el capítulo de los caudillos liberales,
ni modo, tendré que copiar, no, no debo hacerlo, mejor sí, es que no me entra, pero si
me pesca el de historia me deja de año, y yo le prometí a mi vieja que pasaría, y también
le juré que nunca más la haría sufrir, ella ya sufrió bastante , con lo de mi hermanito
tuvo suficiente, adelgazó cuarenta libras en una semana y su rostro se llenó de arrugas
como si las lágrimas hubieran abierto surcos en su piel, bueno, ya son las siette, no voy
a terminar si continúo despistándome, los caudillos liberales fueron Alfaro, Moreno y,
y, y, y… ¡y qué se yo!, estoy cansado, bajaré a la sala, esquivo la grande dañada, algún
día se matará en estas gradas, “¿qué están viendo?”, pregunto a mis hermanos, “!cierto,
el partido!”, había olvidado el fútbol, me siento en la alfombra, “me sé bien la materia,
no se preocupe, después del partido repaso un poquito que me falta y listo” miento a mi
madre, me hace falta despejarme un poco, luego podré regresar al texto para
aprenderme esos benditos caudillos liberales, ojala ganemos, ¿no habrá canguil?, no
hay, casi nos meten gol, ¡que mala defensa!, ahí falta un diez como mi hermanito, ¡él
pato si era bueno!, en la escuela era el mejor, cuando íbamos al parque todos los panas
del barrio querían jugar con él, ¡púchicas, ya nos pitaron penal!, ese árbitro es un
imbécil, “verdad que el árbitro es un imbécil? pregunto a mis hermanos. Cierro la boca
para ver el penal, uuuuuuuuuta, ya nos ganaron, el Pato es desvivía con la idea de ser
futbolista profesional, le rogó a mi padre todo un mes para que le diera permiso de
inscribirse en el equipo de la escuela, ya vamos dos a cero, uuuuuuuuuta, mejor me
largo a estudiar en vez de presenciar esta farsa, dos por cero es irremontable, me llevo
al cuarto otro san duche, pero este no tiene mayonesa, en la biblioteca me van a cocinar
vivo si se dan cuenta de las paginas que faltan; ya son las nueve, ¡qué sueño!, sigo
estancado en el recuerdo del Pato, su partida fue muy rápida, el doctor solo le dio seis
meses de vida, solo seis, ni a mí ni a mis otros hermanos nos dijeron nada, pero me
enteré cuando mi padre habla con mamá sobre la necesidad de endeudarse con la
chulquera para preparar el funeral del Pato, lo peor fue que el Pato también se dio
cuenta todas las noches antes de dormir lloraba en silencio, y yo me pasaba a su cama y
lloraba junto a el, por eso empecé a ir al colegio con los ojos rojos los profes me
preguntaban si me quedaba viendo tele hasta muy tarde, les respondía que sí , pero no lo
puedo mentir a la Kary cuando en un recreo se me escapó una lágrima, ella me trató con
mucho cariño y dejó dejo de molestarme con la Judith, flaca peliteñida en cambio siguió
con sus corazoncitos fosforescentes, los pitaba así para que pudiera verlos de noche,
¡que espanto!, a ver, ver, vamos, los caudillos liberales fueron masacrados en la cárcel y
sus cuerpos arrastrados hasta El Elegido, ¡eso mismo voy a hacer con la Judith!, voy a
arrastrarla hasta El Ejido para que pague su maldad de no prestarme el cuaderno de
historia para sacar copias, lo malo de la Kary es que vaguea mucho, y tiene una letra
horrible, ahora también debe estar hecha bolas con los caudillos liberales, ¿por qué el
examen debe ser acumulativo?, cuando la Kary sacó quince en una prueba de historia
ofrecí ayudarla, es que para buitrear soy pilísimas, jejejejé estudiamos juntos en su casa
y leíamos sobre la Revolución Liberal, cuando la Kary hablaba de los antecedentes de la
Revolución yo cerré el libro, ella abrió los ojos por la sorpresa, pero como soy un avión
me lancé a los labios, ¡sacamos cero en esa prueba!, ¡que brutos!, pero pasamos
excelente y lo mejor fue que desde ese día la Kary y yo éramos pelados oficiales, pero
cuando flaca peliteñida se entero, ¡que bestia!, puso una caaaaara nada fácil, los compás
no dejaban de molestar, “ Kary & Jeff, Kary & Jeff” nos molestaban, ¡me encantaba!,
Una mañana de adrede dejé que el profe de mate me atrape cruzando un papel para la
Kary, yo sabía que la profe. me obligaría a leer el papel en voz alta, ¡ojo por ojo!, y leí
un poema romántico que saque del libro de Bécquer que nos mando el de lite, la Kary se
puso rojísima, todo el curso nos silbo ruidosamente, pero no esperaba ver a la Judith con
una cara seca y furiosa, nunca había visto un rostro indignado, y se le fue una lagrima,
por primera vez en mi vida me sentí como un canalla, como esos malvados de las
telenovelas que ve mi vieja, ¡ah, pendejadas! de gana me compadezco de esa flaca
peliteñida maldita que no me prestó el cuaderno, pero…,pero…,esa lagrima se clavo
dentro de mi alma, ahora ya no me saluda, ni me dirige la palabra, ya no dibuja
corazones fosforescentes que dicen “Judith love Jeff”, ¡y tampoco me presta sus
cuadernos!, no, no puedo engañarme, aunque me hace falta sus cuadernos extraño mas
sus corazoncitos, ¡que gil soy!, no creo que sus lagrimas me hicieran tanto daño, pero yo
estaba enamorado de sus ojos de la Kary, de sus ojos negros y tristes, iguales a los ojos
que tenía mi vieja cuando mi hermano murió; el Pato amaneció con sus ojos cerrados y
sonriendo, ¡ah, que linda sonrisa tenia!, sobre todo cuando gritaba un gol y yo también
adquirí una mirada triste, y unas orejar así de largas, me afecto tanto que pase tres
semanas sin atender a clases, incluso ahora que acabo el año no me concentro porque
cuando suena el timbre de salida sigo con la idea de que el Pato me esperaba en la me
esperaba en la puerta del colegio para regresar juntos a la casa claro que yo le descolaba
porque me iba a pasear por el parque con la Kary, también que el Pato asome su cabeza
en el recreo a pedirme plata porque quiere una salchipapa, o para pedirme que juegue en
su equipo de fútbol, y ahorita mismo estaría mandándome al diablo encendida la luz y
dejarlo sin dormir por mi examen estoy mojando el libro de la biblioteca con mis
lagrimas, ya me fregué con los aburridos que son los profes y con mi estado de ánimo
perdí el hielo de las ultimas clases sola mente puedo escribir en mi banca “estoy muy
triste” el ultimo tri8mestre se me fue mientras contemplaban absorto esa frase con mi
cara apoyaba con mi mano izquierda he sufrido bastante, pero yo no era el único, ayer
nos cambiaron de banca para la prueba de cívica, fácil estuvo la Kary justo se sentó en
mi banca, cuando regresamos a nuestros puestos descubrí que ella había escrito “yo
también” en mi mesa, en el recreo le pregunte que le sucedía y me dijo que en cinco
días se mudaría a Madrid con sus familia, su padre había quebrado con el negocio de
llantas y debía huir de los chulqueros que le acosaban, apenas me lo contó se lanzo a
llorar en mi hombro, el rimen de sus ojos se corrió igualitos a las letras del libro de la
biblioteca que recibe mis lagrimas bueno, basta, ya son las doce de la noche, me rindo
mañana escribiré en las banca los nombres de los estúpidos caudillos liberales y se
acabo…
“¡Ya levante, Jeff!”me gritan alguien tengo la boca pegada,”¡No te atrases. Jeff”! me
sigue gritando alguien, me duele un poco la espalda, tengo pereza, “Jeff, ya son la siete”
¿las siete?, chuta me levante corriendo, me visto me quito las lagañas, me lavo la cara,
guardo todo en la mochila, busco debajo del colchón y encuentro 13 dólares, había junto
ese dinero para comprarle algo a la Kary por su cumpleaños, pero con esto que se va a
Madrid decidí adelantar el regalo tengo que repasar para la prueba la Kary se va lejos a
lo mejor no la vuelvo a ver nunca más la Judith debe estar contenta, flaca peliteñida que
no me prestó el cuaderno de historia, salgo corriendo hacia el colegio, me tropiezo en
las gradas, ¡putas gradas!, mis hermanos se ríen, sino estuviera apurado les caería a
coscachos, sigo corriendo el pasaje del bus cuesta 25 centavos, tengo que volver el libro
de biblioteca si doña Silvia lo revisa me mata, ingreso a la biblioteca hay muchos
alumnos, aquí devuelvo el libro, doña Silvia lo recibe, lo guarda, ¡todo en orden!, menos
mal que la bibliotecaria estaba atendiendo a ese montón de alumnos, cuando se dé
cuenta de los destrozos ya estaré lejos de aquí eso a menos de que la profe de historia
tome los caudillos liberales, entro al aula “que fuef” saludo con todos, la Kary me besa
en los labios, ¿Quién escribió esto? Me preguntas “más o menos “ le respondo, haber,
aquí está la lista de los caudillos liberales, la escribiré en mi banca está llena de, “yo
también, yo también, yo también”, alzo la mirada, mis compañeros me miran con ojos,
profundos esos malditos ojos, algunos me están sonriendo, hasta la Judith me sonríe, la
Kary también, ¡mierda, estoy a punto de llorar!, los abrazaría a todos, pero está entrando
el profe de historia, ya no tuve tiempo ni espacio para escribir los caudillos liberales, ¡ya
me tire el año!, ”bien señores, guarden todo y saquen papel y esfera” ordena el profe, ya
me orino del miedo, dicta la primera pregunta, esta fácil, dicta la segunda, ¡tillos!, dicta
la tercera, ¡es un regalo!, la cuarta y última, ¡pentejos!, ni siquiera menciono los
caudillos liberales, mas lo que me mato estudiando y no me tomo, al menos voy a pasar
de año, entrego la prueba “antes de que me vayan voy a inspeccionar las bancas”
anuncia el profe, no me preocupo, el profe se acerca a mi banca y, lee su cara cambia de
expresión, otra vez esos ojos tristes que tanto tropiezan en mi vida, el profe saca un
marcador de su chaqueta, y escribe “yo también”, ¿el también? El profe me griña el ojo
y regresa a su escritorio, guarda los exámenes en el portafolio y se despide de nosotros,
¿el también?, se acabo el año lectivo, se acabo, se acabo, ¿el también?, todos empiezan
a gritar, yo también quiero gritar, pero no puedo, algunas compras me abrasan, la Judith
me abraza, la Kary me toma de la mano, “salgamos a celebrar” le ofrezco, “ no tengo
dinero” responde la Kary, la imagen de los 13 dólares que llevo en mi bolsillo se me
aparece en la mente, “yo tengo” le digo y sin pérdida de tiempo la llevo corriendo por
los pasillos del colegio hacia la puerta de salida, quiere darme un disco de The Mugre
Music Band, un grupo de rock que le fascinaba a la Kary, ellos cantan una canción que
es para nosotros se llama “Sheila”, quiero regalársela estamos riendo, pero tengo ganas
de llorar porque estoy seguro que nunca la volveré a ver, ¡ay, que susto!, la bibliotecaria
se me aparece de repente !justó ahorita!, “señores padres, ¿qué significa esto?” me
reclama doña Silvia mientras me enseña los destrozos del libro de historia, observo con
pena la hoja que indica el capítulo de los caudillos liberales, como usted sabrá, señor
Paredes, debe cancelar el costo del libro si quiere pasar el año
Son 11 dólares extiende su mano la bibliotecaria, pago el dinero y veo con rencor los
pocos centavos que me quedan, la Kary me toma del brazo, no quiero verla, no quiero
que me vea llorar, la Kary toma mi cara en su mano y me obliga a clavar mis ojos en su
mirada, “no te hagas bolas, Jeff, solo demos un paseo. Yo te amo igual” me abrasa la
Kary, ¡Dios, cuanto la voy a extrañar!.