Después de leer los tres primeros artículos referentes principalmente a la situación
laboral en México en una compañía transnacional que maquila en Guanajuato, la posición de la Secretaría de Trabajo de modificar leyes laborales (entre otras dar voz a empresas en litigios de huelgas, autorizar contratos temporales, etc.) y, la presión del FMI sobre PEMEX una paraestatal mexicana -La paraestatal- para dar entrada al capital privado y tener una mayor flexibilidad laboral; da la sensación de que aquí en México es cada vez más evidente el cómo además de ser escaso el trabajo, éste es cada vez más mal pagado, sin beneficios sociales los cuales son negados en la inmensa mayoría de los trabajos eventuales, con contratos temporales o simplemente sin ellos que niegan al trabajador una estabilidad futura, propiciando la informalidad y la migración en la búsqueda de un sustento.
Personalmente, suponía que al subir la derecha al poder y estar ésta al amparo
de los grandes empresarios y sus intereses dejando a un lado el de los trabajadores, sería ésta la culpable en gran parte de crear en el país esta devastación laboral en tan poco tiempo debido a sus pésimas políticas laborales, solapar leyes que beneficien a empresarios, entrada indiscriminada al capital extranjero, etc. Sin embargo, al revisar el último artículo de los campesinos argentinos y el de la trabajadora china; es indudable que lo que sucede en México no es una tendencia local sino global.
Si en este momento la crisis de trabajos es tan alarmante que tiene tantas
implicaciones sociales como la migración, prostitución, crecimiento de crimen organizado, condiciones de semiesclavismo en el campo, en maquilas y cadenas de fastfood; incertidumbre total futura que te da la certeza laboral y con ello el beneficio físico, personal y familiar redundante en un bienestar social. Si todos estos factores detrimentes siguen creciendo a nivel mundial entonces el panorama mundial no es nada halagüeño.