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Marilyn Monroe

By juan re-crivello

Sus labios y sonrisa son universales, como lo


es su profunda discordia entre sus amantes de
la imagen pública y su íntima conciencia de
Norma Jean. El tiempo no ha apagado esta luz
que Hollywood crea para consuelo de nuestras
sencillas vidas en la piel urbana. Cuando era
pequeño las imágenes de la cultura católica
tenían esa fuerza de espiritualidad y ausencia,
dotados a su vez de sueños y martirios, en la
actualidad del siglo XXI los seres de la galaxia
de los mitos de sexo o deporte les han
remplazado.

Marilyn sola o abandonada, gris y oscura sigue mostrando ese disgusto del ocaso de su
vida, de las drogas para alejar los fantasmas, de los amantes que le escupen al
despertarse sus frívolas manías, incapaces de soportar al descubrir, que se han acostado
con la luz de la imaginación y despiertan con una aventurera en búsqueda de cariño.

Cruel destino espera a los mitos. Son dueños del aplauso, pero están dominados por la
desdicha, por la soledad caprichosa que impone la adulación que los seres normales
inventamos para vivir.

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