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ENRIQUE LIHN (1929-1988),

es una de las figuras más significati-


vas de la literatura hispanoamerica-
na contemporánea. En su vasta y sin-
gular producción poética sobresalen
libros como La pieza oscura (1963),
Poesía de paso (1966), La
musiquilla de las pobres esferas
(1969), Por fuerza mayor (1975), A
partir de Manhattan (1979). Al be-
llo aparecer de este lucero (1983),
Pena de extrañamiento (1986), Dia-
rio de muerte y la importante reco-
pilación Álbum de toda especie de
poemas (1989). De 1995 es la anto-
logía Porque escribí.
Entre sus obras narrativas deben
mencionarse los libros de cuentos
Agua de arroz (1964) y La repúbli-
ca Independiente de Miranda
(1989) y las novelas La orquesta de
cristal (1976) y El arte de la pala-
bra (1980). Su vasto trabajo críti-
co y ensayístieo ha sido publicado
recientemente por esta editorial, en
un volumen dispuesto y anotado por
Germán Marín: El circo en llamas
(1997).
LOM PALABRA DE LA LENGUA YAMANA QUE SIGNIFICA SOL

Al bello aparecer de este lucero


© Enrique Lihn
© LOM Ediciones

Primera Edición, Ediciones del Norte, 1983, Estados Unidos


Primera Edición en Chile: mayo de 1997

Motivo de la cubierta: Moming Sun de Edward Hopper, 1952

ISBN: 956-7369-87-9

Composición, Diagramación e Impresión


LOM Ediciones Ltda.
Maturana 9 - 1 3 , Santiago, Chile
Tels.: 672 22 36 • 672 56 12
Fax: 673 09 15

Impreso en Santiago de Chile.


ENRIQUE LIHN

Al bello aparecer
de este lucero
Para Claudia.
Antes de que pase, como todo lo demás,
el tiempo y la inoportunidad de esta dedicatoria.
noticia preliminar*

Al bello aparecer de este lucero es, en un cierto sentido, un primer


libro de Enrique Lihn. Afirmación desconcertante para sus lectores
de Hispanoamérica que han leído muchos otros del autor en sus
lugares propios, pero en la que debo insistir porque este libro es el
primero en las condiciones actuales: las del ingreso de este poeta en
el ámbito hispanoparlante de los Estados Unidos, casi otro país cu-
yas cercanías y diferencias son sin duda algo más que la suma o la
resta de las cercanías y diferencias que hacen posible el diálogo de
un espacio y un texto, en un sitio y en un tiempo específicos.
Hay también otras razones para reducir la afirmación inicial. Deja
intocada esta evidencia: E. L. es conocido en USA a través de nume-
rosas traducciones en revistas y libros, el último de los cuales y — el
más abarcador — es The Dark Room and Other Poems, editado por
New Directions en 1978. Pero no es ése el tipo de difusión al que me
refiero en el párrafo anterior.
E.L. es uno de los poetas actuales más importantes en lengua
española. De esto vienen dando cuenta, desde la década del sesenta,
las antologías más exigentes, las revistas especializadas que solici-
tan y acogen reseñas y ensayos críticos sobre su trabajo, las diversas
ediciones que se suceden en Chile, en México, en el Perú, en España.
Los premios recibidos y esas otras formas de reconocimiento que
son las becas de fundaciones extranjeras indican asimismo un con-
senso valorativo.

* Por su interés informativo, se reproduce la nota de Pedro Lastra a la primera edición,


publicada en 1983 en Hanover New Hampshire, por Ediciones del Norte (N. del E.)

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En 1966, E.L. obtuvo el premio Casa de las Américas por Poesía
de paso, un libro escrito cuando era becario de la UNESCO. En un
orden parecido de azares favorables, una nueva estadía del poeta de
paso en New York como becario de la Guggenheim Foundation co-
incidió con la edición antológica de New Directions. Ese mismo año
escribe A partir de Manhattan, un volumen con el que la Editorial
Ganymedes se asoció al año siguiente a la celebración del
cincuentenario de E.L. Los testimonios de este suceso del exilio inte-
rior fueron recogidos en Derechos de autor (1981), un libro manufac-
turado de considerables proporciones, simultáneo en su aparición y
desaparición (la tirada de ochenta ejemplares estaba destinada a los
amigos literarios de E.L.)
En cuanto a las antologías, no es fácil nombrar una que omita la
presencia de E.L.: los lectores avisados de la poesía hispanoamerica-
na tendrían un fundado derecho a disentir de tal improbable omi-
sión. Y entre las compilaciones significativas en otras lenguas debe
mencionarse aquí 16 poetas hispanoamericanos, publicada en Atenas
por Rigas Kappatos (1980).
Como narrador, el cuentista de Agua de arroz (1964) ha vuelto a
la prosa en el pasado decenio con novelas decididamente experi-
mentales, en las que el lenguaje se representa a sí mismo
distribuyéndose los roles que la tradición ha asignado a los perso-
najes y a los acontecimientos. Las define bien el título de la última:
El arte de la palabra (1980).
Como ensayista sobre temas literarios no sólo interesan los artícu-
los y notas que E.L. publica con frecuencia en Hispanoamérica y en
USA. Considero legítimo incorporar en este rubro al conversador y
remitir a un libro que lo confirma: mis Conversaciones con Enrique
Lihn (1980).

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La esquemática figuración del quehacer de E.L. que he intenta-
do esbozar para los lectores de Ediciones del Norte debe completar-
se con otras observaciones. Me las sugiere la disposición misma del
diario de poemas que es Al bello aparecer de este lucero. Los días inter-
cambiables que lo conforman me inducen a la anotación marginal,
asistemática. Un resumen de la idea motivada por el diario: lectura
en movimiento suscitada por un conjunto de textos que en este caso
no podrá detener la materialidad del libro que lo contiene.
E.L. nos empezó a familiarizar con estos procedimientos desde
Poesía de paso, diario de viaje o registro de situaciones, que al
verbalizarse como respuestas fragmentarias e inmediatas a los estí-
mulos y provocaciones de lo desconocido abrían el espacio de un
paradojal reconocimiento: el que alcanza una mirada oblicua, dis-
tanciada y ajena, para la cual la percepción de un lugar produce la
memoria del mismo. Una primera vuelta de tuerca, en la que se re-
vela entonces una diferencia: las fascinaciones del viajero encubren
las tentaciones de una instalación imposible fundada en un saber
negado de antemano. Porque el poeta de paso no conocerá nunca
los lugares de que habla: se limitará a recorrerlos. Sus andanzas "dan
cuenta más bien de un cierto desarraigo, que se extiende a la propia
existencia sentida como un viaje". (E.L., Conversaciones).
"El viaje es un cambio de escenario que corrobora la persistencia
del sujeto que viaja", agrega E.L. Y así lo sentimos en los variados
espacios que sus libros parecen escribir, pero en los cuales sorpren-
demos de pronto a un sujeto que es escrito por ellos, circunstancia
insinuada en los títulos al determinar las menciones espaciales con
ciertas marcas —ambiguas— de ruptura de la univocidad: Escrito en
Cuba (1969); París, situación irregular (1977); A partir de Manhattan
(1979); Estación de los Desamparados (1982).

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Creo que París, situación irregular ilustra con plenitud la eficacia
de estos modos escriturales de E.L. y las proyecciones logradas.
Carmen Foxley describió en su oportunidad esa escritura en un es-
tudio ejemplar, modestamente titulado "Prólogo", y al que deberá
regresar sin tardanza el lector cuidadoso. Porque cambiando lo que
hay que cambiar (actitud que esa clase de lector siempre está dis-
puesto a asumir), advertirá que el diseño del diario de viaje, dibuja-
do con tanta precisión por Carmen Foxley en su lectura de aquel
libro, traza también algunas líneas aplicables al diseño de este dia-
rio de poemas. Otro dibujo, desde luego, pero de un sujeto igual-
mente "en situación irregular" con respecto al asunto que genera el
discurso de Al bello aparecer de este lucero.

Resumo los avatares de la escritura de E.L. en los últimos veinte


años, tomando de más atrás la corrida.
La pieza oscura (1963) explora centralmente "la relación entre la
memoria y el lenguaje poético, algo así como una misma actividad
que se desarrolla en planos homólogos" (E.L. Conversaciones). En
particular el poema que da título al libro y los de la serie que se
despliega allí como una constelación, manifiestan una imposibili-
dad del sujeto reminiscente o evocador en busca de un tiempo per-
dido: la infancia sólo existe gracias a la memoria en un presente que
es el texto. Ese viaje es ilusorio: no hay más infancia ni más tiempo
pasado que los que produce la memoria en el lenguaje. Comproba-
ción sombría, pero que tiene su contrapartida en el mismo carácter
ilusorio del rescate: una forma del deseo, un desquite contra la
ominosidad de lo real.
De modo semejante, o mejor, homólogo, se constituye el viajero
denodado que discurre por Poesía de paso y los otros libros (escena-
rios) de ese género. Sus desplazamientos se resuelven como

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desencuentros que originan un discurso antiutópico, corrosivo,
disfórico, crítico de sí mismo y del contorno que registra sin la me-
nor complacencia.
Una imagen une, para mí, la figura de ese viajero con la del per-
sonaje que habla en La musiquilla de las pobres esferas (1969): la muer-
te de los coribantes y el eco —ahora sólo un ruido— de la música a
cuyo son realizaban sus movimientos "descompuestos y extraordi-
narios". Ese ruido es el sonsonete vacuo, la lira envilecida que Waldo
Rojas sintió fluir por la única y desvencijada ventana que acaso per-
siste de la luminosa caverna de Blake ("Nota preliminar" a La
musiquilla...).
Al bello aparecer de este lucero puede leerse como un entramado
de las varias direcciones recorridas por E.L. hasta llegar a este pun-
to. Pero como un entramado no es una suma, se trata aquí de una
resultante singular y extrema respecto de algunos procedimientos
puestos en práctica en los libros mencionados, y no sólo de poesía
(téngase presente una vez más El arte de la palabra).
Recurrencias y resonancias de diversos lenguajes —prestigiosos
y llanos— sustentan la escritura de un emisor supuestamente insta-
lado en una seguridad. Este hablante cree o simula creer mientras
escribe su pasión que eso y no otra cosa es la literatura. Doble seduc-
ción: la de un referente (posible) que lo atrae hasta el borde de un
vacío que desearía llenar, y la de un distanciamiento que lo niega
mediante el reenvío irónico a la literatura. De ahí el juego de
intertextualidades (el título del libro procede de un poema de Fer-
nando de Herrera), al que no es ajeno la obra anterior de E.L.: como
un eco del verso "una muchacha cayó, en otro mundo, a mis pies"
(de La musiquilla...) surge esta anotación en un poema presente: "esa
misma muchacha a quien amé / en silencio hace cosa de cien años".

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De manera parecida: "Un gran amor, la perla de su barrio / le roba
el corazón alegremente /para jugar con él a la pelota" (de La pieza
oscura) prefigura o recuerda prospectivamente estos versos actua-
les: "El corazón partido en dos por un mordisco / palpitaba melan-
cólicamente por ti y alegre...". Intertextualidades reflejas.
A lo largo del libro, el sujeto que describe este cortejo erótico
compara su experiencia con la de otros sujetos textuales (desde la
poesía medieval a Neruda, pasando por Sade y Masoch), sin adver-
tir que esos sujetos, anacrónicamente, también podrían reconocer la
suya en Al bello aparecer de este lucero. En el círculo (descentrado) que
es el acto literario escenificado en este libro, el hablante distancia la
experiencia propia remitiéndola a textos ajenos que lo devuelven a
ella y lo inscriben en la dilatada escritura de la poesía amorosa. El
lector descubre que —como ocurre a menudo en este género— esa
comunicación privada con una destinataria única solapada en el ar-
tificio de las atribuciones, citas y referencias que se trenzan a veces
con el improperio, es en última instancia la coartada consustancial
al arte de la palabra:

"Todo está hecho de palabras


no te asustes: son tropos: pavoneos de nada.

Por ti y no de ti está hecho el poema".

P.L.

Santiago de Chile, julio de 1983.

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Al bello aparecer de este lucero
Ángel de rigor

Tarde por la mañana se hizo ver


a mi puerta qué angel más terrible
esa misma muchacha a quien amé
en silencio hace cosa de cien años
La frustración de padre y señor mío
negándose a un incesto metafórico
que lo sepulta bajo siete capas
del alquitrán del sueño
Y me cogiste
en la debilidad del mediodía
Un soplo al corazón de la edad media
como el golpe que quiebra así el espejo
antes del baño, cuando un tipo insomne
bebe de la fatiga de sí mismo
un trago largo con sabor a muerte
Y no pude dejar de entrar contigo
con el cuerpo en la boca, digo, el alma
mismamente en la cama de mi hija
en un estado de inseguridad
el viejo efecto del deslumbramiento
Era como acostarse con un ángel
sin la preparación física mínima
tras una noche en blanco, de verano
Natural fue que nada resultara
La indecisión se apoderó de mí
y de ti, por rimar, la decepción
Herido y muerto del amor que huía

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en el momento mismo de su aparición
Disminución de Alicia al ir creciendo
al otro lado de un espejo roto
en el país de Nada y Nunca Más
reverso exacto de esas maravillas.

16
No hay Narciso que valga

A los cincuenta y dos años el espejo es el otro


No hay Narciso que valga ni pasión de mirarse
en el otro a sí mismo. La luna del estanque
es despiadada, finalmente dura
como una mala foto que él rompe en mil pedazos
Se liquida el espejo: vuelve a su liquidez
y licuado ese ojo de vidrio que llorara
es, por fin, una poza de agua verde y sin fin:
estanque del que fluye, envuelta en sus cabellos
y bajo los nenúfares, una ninfa, una ninfa...

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Carne del insomnio

Ruiseñor comí de tu carne y me hice adicto


al insomnio que ella contagia, por el cual
yo ya tenía una afición extraña
Oigo venir tu canto mudo aún
anudando la noche y el deseo de verte
Y no duermo jamás, sólo las horas
que muerdo el pan de preso y bebo el agua
de su Leteo en el tazón de fierro
Quieren que sobreviva a esta locura
y responda a tu canto con mi grito
por eso duermo poco y muero mucho
ruiseñor, escuchándote
"ave parlera la que fue niña muda".

Me parece la celda
no más la emanación de un lindo insomnio
y me parece frivolo compararlas con otras
de tantas. Es la noche sin ti con el regusto
de tu carne que produce el insomnio, Filomela
y una adicción al canto con que ese pajarillo
virtuoso de mi oído, me desvela
— oh maravilla — y maravilla
porque es su canto mudo el que estoy escuchando
a la niña no al ave, ensangrentada en pájaro.

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El bello pánico

Ya se sabe: la belleza
juvenil produce estragos en los hombres de mediana
edad
efectos que pueden llegar a ser devastadores Ellos
creen
ser visitados por ángeles
emisarios de la Divina Prostitución Se suponen
acreedores del cielo que les devuelve, por fin, la mano
El bello pánico
asociado a la autocomplacencia Se hunden en la
somnolencia
que les quita el sueño vegetal y les impone
la lúcida ensoñación de las intimidades del plancton
Allí se generan abstracciones imperceptibles
palacios perfectos radiolarios
Es un encanto de experiencia
desconsoladora en su temor de serlo
alimentada por el desconsuelo.

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La realidad no es verbal

Hablar cansa: es indecible lo que es


Como se sabe: la realidad no es verbal
(cansa el cansancio de decir esto mismo)
De las palabras se retira el ser
como de la crecida inminente del río
los animales que, realmente, lo saben
a diferencia de los orilleros humanos
Somos las víctimas de una falsa ciencia
los practicantes de una superstición:
la palabra: este río a cuya orilla
como el famoso camarón nos dormimos
virtualmente ahogados en la nada torrencial
Incapaces, incluso, de saber qué corriente
y hacia dónde nos lleva
si todavía cabe pensar en un sujeto
el verbo ir y como complemento
un lugar que no hay — aunque se diga —
en el adverbio donde y el hacia qué denota
en el hablar de nada (siempre se habla de nada)
— lo dice la gramática — la dirección del movimiento
reducido, también, a un simulacro.

Tú y yo hablamos del amor.

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Algo más que una fábula

Suplantar a una persona por otra:


crimen que don amor quiere legalizar
Pero ¿no es él el abogado del diablo?
¿Estoy contando algo más que una fábula?

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Escrito en Guillaume Apollinaire

Qué soy además de encantamiento


se pregunta el hada madrina
Sin su suave olor, qué mala espina
me daría la rosa que siento.

Y la mariposa de ocelos fijos


mira con ellos, sin pestañear
el terror que la haría volar
si no le hubiera dado esos hijos

— soportes ciegos de sus alas —


Se pregunta la mariposa:
¿tomaría larva por esposa
al que esta noche duplique mis alas?

Quiero saber de ti sin ti


murmuras — rosa — a mis oídos —
Y si estaríamos vencidos
de amor si no fuera por mí.

El hada quiere hacerse mendiga


reconvertir en bastón su varilla
la realidad la maravilla
y quién es quién que la desdiga

Quiere como la rosa loca


o la mariposa desesperada

22
dejar, para ser, de ser un hada
Es el amor quien nos aloca

El niño nos hiere en lo oscuro


La luna pierde la razón
Pierde su tiempo el corazón
intemporalmente inmaduro.

La rosa en la Ley murió


del deseo que le dio vida
Murió de esa muerte florida
¿Quién puede decir que vivió?

La mariposa que envejece


en su cajita de Pandora
de polvo y sombra, nada ahora
un puro vuelo, me estremece

Y el hada que está aquí por rimar


con el señor Apollinaire
no es tal sino mi partenaire
ni nadie: amo el verbo amar.

Ella, la pobre despavorida


que en otra quiere ser amada
de otro deseo deseada
es y no es y así es la vida.

23
El mundo de las pasiones

Anoche te acompañé hasta tres cuadras de tu casa


y eso ocurrió, hoy, hace muchos años
Vi, en el intertanto, en el cine Malamado
"El imperio de las pasiones", una película
de Nagisa Oshima
cuyo tiempo ilusoriamente real se arrastraba con
exasperante verosimilitud
entre 1892 y el 95 para una pareja adúltera condenada
por la comparecencia creciente
e ineluctable del fantasma del esposo asesinado
Un crimen demasiado grande para una comunidad
tan pequeña
de siervos de la gleba, reforzado
por la supresión del sospechante
— el amo — estrangulado repentinamente de un
árbol.

Los japoneses gustan de la morosidad para contar


historias transparentes y crueles
en el curso de esos tres años tuve tiempo demás para
abundar en la nuestra
como "el proverbial amnésico de Eretria"
que "inventa historias para colmar los vacíos de la
memoria
que le ocasionan dolor" l

1
Nicomedes Suárez, "Los escribanos de Loén".

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pues por ahora ella es intemporal
todo lo más se eterniza
entre el momento en que te dejé cerca de tu casa
hasta el remoto día de hoy plagado de incertidumbres.

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Fernando de Herrera. 1534-1597

Quiso como simple mariposa su abrasada extinción


gélida — ya que no el abrazo y la vida — en "mi
serena luz hermosa"
Y temió, pues, que esa luz se esparciera trayéndole
cierto descanso
al ánimo afligido.
Suplicó que esa llama — apiadada — no cesara de
arder
celadora de la bella imagen — la imagen de la llama —
y la quiso como en el Africa, que enciende
«El cálido vapor del seco estío / y allí verás que al
corazón no ofende
su fuerza toda / que el sutil veneno
— que de vos lo penetra lo defiende»
Quiso sobrevivir hecho una brasa viviente, un
cadáver alborotado
en la luz de doña Leonor de Milán, fiel esposa de
Alvaro de Portugal
segundo conde de Gelves, amigo de las musas y los poetas
a partir del momento en que la pareja se estableció
en Sevilla.
La excelsa Eliodora lo premió una tarde de otoño
estando a la sazón en el Guadalquivir una parte de la
Armada Vencedora de Lepante
y ambos solos en los jardines de palacio
El premio fue el reconocimiento de su dolor escrito
y excederlo (la hizo decir Herrera, en un soneto)

26
"en pura fe y afectos de terneza".
Y el precio de ese premio: la omisión ulterior
del más mínimo contacto verbal como no fuera en
público:
el límite infranqueable de una cortés amistad.
Fernando de Herrera — mariposa viva y
carbonizada — sobrevivió a doña Luz
y a su esposo
e intentó, en forma felizmente inútil, desviar su
pluma
a la empresa de escribir — manuscrito extraviado -
una "Historia General del Mundo".

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Noche de paz

Nieve artificial que caes y que no caes


en la caja de música de una navidad descompuesta
De una casa a otra no hay ni aun el espacio
que separa a las estrellas, hay la Ley de la Inexistencia.

No soy tu Papá Noel ni estás posando junto a mí


para la eternidad de una postal en familia
ni estamos menos separados que los vivos de los
muertos.

La irrisoria noche de paz, la ridicula noche de amor


sigue endulzándose a medida que pasa
pero yo estoy metido en esta guerra
y si me apoyas no firmaré nunca la paz
tampoco esta noche que nos separa de un tajo
aunque parezca indolora, aunque parezca indolora

28
Flagrante espectáculo

¿Qué pasaría si hiciéramos lo primero que se nos


pase por la cabeza?
¿Cuántas locuras es prudente no hacer?
¿Se ocultan o se exhiben gato y gata entre las hojas
del acanto
cuando se ponen dialécticos?
Tomarse de las manos con su enamorada entre los
panteones
"antes que de la edad Febo eclipsado" es lo menos
que puede permitirse el caballero
y a su edad es un vicio la castidad, un pecado de
angelismo
una variación sobre el tema del suicidio.

¿Poco importa que nuestros dedos entrelazados sean


los dos juegos de cuchillos?
Aunque haya heridos, la intención vale
Que los hubiera habría sido lo último que se nos
hubiese ocurrido
Y si nos apareciéramos brotados de la sombra
el ensangrentado espectáculo ¿no seríamos nosotros?

Y aún así nos escondemos Por respeto a la tradición.

¿Y qué si en lugar de disolvernos en la noche


subiéramos al escenario
y nos diéramos este beso en la boca?

29
Ay infelice

Soy una desgracia que les ha ocurrido a todos


ustedes
en los últimos meses de esta primavera otoñal:
un invierno que decidió no venir, un inesperado
verano
No todos los sátiros jubilan, la apoteosis de un canto
delata a un cisne que necesariamente no agoniza
a un valetudinario y operático
príncipe azul (dirán ustedes con sarcasmo)
a un personaje de Francoise Sagan que fuera de ella
puede ser menos ridículo que en la banalidad de sus
novelas
demasiado conocidas, menos por mí.

A los cincuenta y dos años mi corazón late más


allá del infarto
bajo la presión de una criatura de ojos translúcidos,
demasiado joven
que se ha puesto a cantar deliciosamente para mí
ruiseñor-lengua-cortada pero no muda
Hemos redescubierto un acto de magia de cuyos
trucos somos
los inconscientes operadores. Con la mayor inocencia.

Soy una desgracia que Philomela acepta porque


de allí brota su canto
de ese pequeño manantial de sangre, pero no así tú
ni nadie, salvo error o excepción

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Una injusticia un bochorno una ridiculez un escarnio

Somos contemporáneos de historias diferentes


que no se equilibran en ninguna línea de circunvalación
y al encontrarnos se nos han cerrado una y mil puertas

Vienen, apurados, los empleados de servicio


con órdenes de la gerencia de retirar de nuestro
alrededor
todo escenario y los músicos huyen
para que cantemos a capella, en un teatro vacío
por derrumbarse sobre nuestras cabezas
abierto, en la oscuridad, a los vengadores:
no sólo el que dispara contra mi pecho
para poner a prueba mi resistencia al shock y en la
esperanza, pues, de un crimen perfecto
identidad del corazón y de una bala imaginaria.

Cuentan de mí historias desalentadoras


o de terror al oído de mi partenaire
Soy a ratos una desgracia para esta joven y para mí
mismo
porque no todas son amenazas siniestras ni estúpidas
frases
hirientes. Yo debía contar, además
con harpadas lenguas como la tuya, querida
brotada del teléfono, en la noche, con la suavidad
de una brillante intervención quirúrgica
Pues has vivido el dolor con lucidez y eres capaz
en pocas frases de devolvérmelo
tuyo y mío, en duplicado.

31
Del crudo amor en este trance no vencido
pero maltrecho hasta la desesperación, soy
la desgracia.

32
Renacimiento de Venus, la moribunda

Hay un dolor suave en la mentira


Filis, cuando a ella obliga la tan mentada Afrodita
Tú y yo bajamos con los demás a la playa
pero tú ya eras otra y la otra allí estaba
— recién se había ido — a unos pasos de ti
Nos tomamos del brazo y ya tú no eras Filis
ni tampoco, porque eras, la sombra de ti misma
El corazón partido en dos por un mordisco
palpitaba melancólicamente por ti y alegre
y dolorosamente por este nuevo amor
Yo sentía la ausencia presente de la otra
y tu presente ausencia como crueles gemelos
enemigos, Ay Filis, la de la suave piel
y un amor de siete siete años herido por el otro
suave pero mortalmente. Acompasé mis pasos
a los tuyos y hablamos
parte de la verdad. Se había desdoblado
el escenario en que nos conocimos
No era la misma, para mí, la materia
de la reminiscencia
puesto que yo veía en medio del oleaje
repetirse, y distinto, el nacimiento
Filis, de Venus, y tú sólo el recuerdo
de lo que había sido ese acontecimiento
años atrás. Lo celebramos
Pero la cara de la otra Filis
llenaba suavemente el escenario

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y la tal Afrodita lejos de ser recuerdo
era la diosa misma. Invisible. En persona
De pie sobre su concha como pidiendo auxilio
bamboleada por ese mar salvaje
y no enterarse de ello, una mentira
pecado de omisión, misterio escandaloso.

34
Del país de los sueños

Cientos, cientos de veces te encontraré a la vuelta


de la memoria abundante en esquinas
en la enrarecida atmósfera del país de los sueños
en que no hay cosa que no esté hecha de nada
Me harás, sin verme, un saludo con la mano, pues de
los dos yo seré el único
en vernos y no tú la buena amiga de los años reales.

Además allí, en la nada, encuentros y desencuentros


¿en qué se diferencian? El diálogo es su simulacro
hecho de las palabras recordadas. La que esté allí
es sólo una visión a la espera de un taxi de hace diez o
quince años
sin haber envejecido porque en ese país
no se vive ni se muere, con tu vestido pasado de moda
remedo de algunas escenas que habríamos podido
vivir juntos si todavía fuéramos reales
Y sentiré lástima de mí y me invadirá como si fuera
el amor
el recuerdo vacío de estas lágrimas.

35
¿O no?

De nuestros respectivos paraísos


mutuamente excluidos por decreto
del amor revertido en otro molde
Indiferencia tuya tras el gesto
de arrojarte en mis brazos como en
— tú lo dijiste — una película muda
Me cogoteaste el corazón, vampira
y lo golpeo ahora con un combo
para darle otra forma que la tuya.

O ¿no seguiste en eso por horror


al vacío que soy, verdad, paloma?

36
Escríbete

Que no pase otro día sin que yo tenga el calco de tu voz


entrampado en el papel silencioso
Y la mano, si no fuera demasiado pedir
Quiero tocar tu letra sin bulto con los dedos
acercarme otro poco
a lo imposible que trasunta la letra
y a la publicidad de la escritura
no importa lo secreta que sea cuando escribes
te circunscribes por iguales partes
a ti y al otro, asumes en suma una figura.
Tu letra te hace entrar en el papel
como al actor el suyo, la puesta en escena
Te inscribes en una imagen, en tu imago
Pasas, preciosa, articuladamente
del cuerpo a tu fantasma
y es tu fantasma el que, además, quiero tocar
tu ausencia y tu presencia
atadas por el lazo de la palabra escrita
pasto de los grafólogos, pero delicatessen
del eterno plumífero que soy.

Y no te exijas un poema de amor


Voy a temblar pensando en lo que puede ser.

37
Laberintos

Si una historia que fue llega a su fin


porque está en el pasado su futuro
y en parte alguna su culminación
duele el desenredarse completo del ovillo
pero es como si al salir, quizá, del laberinto
convertido, por la fuerza del tiempo, en un terreno
llano
pudieras ver el sol, de frente, que declina.

Duele más una historia hecha de nada


en lo que toca a la sustancia del tiempo
Cuando entras al famoso laberinto
y ya no estás afuera y avanzas unos pasos
con el rumor entero del hilo en su carrete:
el susurro de amor de Ariadna en el oído
pero como el del mar en una caracola:
el rumor ilusorio del ovillo de Ariadna:
"¿Qué podemos hacer? Sal de ahí, sal de ahí"
Y oyes también al otro, desde lejos, gritándote
con una voz frenética:
"Concha 'e tu madre, mátame si puedes".

38
Magma

Cosas que aún forman parte de mi inagotable ignorancia


residuos vivos de los que fueron naufragios, informes
briznas confundidas en el magma
con las pulsátiles madréporas, todo esto me agita
cuando te veo como si fueras
una sirenita de la tierra y yo parte del mar
gelatinosa pero transparente y humana
como cualquier animal
lo que me pega a ti
en este gusto por la restitución, el deseo tardío pero
no menos imperioso
de romper en la orilla una ola de vida
que no me conocía
Existir a ciegas en lugar de perderse como era lo habitual
fingiendo lucidez, en un laberinto de espejos.

39
Parto de los montes

¿Hicimos bien en no inventar una fábula


para ocultar la historia del nacimiento de Venus?
Si se nos muere el tiempo de saberlo
y ese monte abortara el parto de los otros
y Eros naciera muerto
¿Quién de los dos sería el más culpable
Yo que vanidosamente cedí a la tentación
de la verdad o tú que decidiste confesarla
antes de conocerla?
¿Yo, el cincuentón olvidadizo
o tú que nada sabes de nada y no lo sabes?

40
Leda, presente

Un presente griego es el que me has hecho, Leda


de tu linda persona en estos días
alborotados
Cada cosa tiene su sombra, cada sombra su luz
— si se ha de ser inaguantablemente optimista —
y cada mujer el reverso sombrío
en que se embosca su cancerbero
tímido y brutal, aterrado y aterrador
El enloquecido que espera bajo la ventana
— pajarera sitiada — la salida de Leda
y el momento de entrar a saco en esta casa.

Por alguna razón, Leda, tú bien lo sabes


hasta los dioses inmortales mentían:
se disfrazaban para hacer el amor
Sólo tú en honor a la verdad
has entregado a un cisne mortal atado de pies y manos
dándole mi nombre y dirección al loco de tu esposo.

41
No más que suplicante

Fragilísima, perdóname: he desequilibrado,


vertiginosamente, la balanza
haciendo pesar en ella mi vacío; justo en el momento
en que te sentías fuerte y decidida, por fin
a ponerlo todo en una clave maestra
Unico pilar, tú, de esta torre de palabras
Yo y mi coquetería sepulcral.

He dejado caer sobre tus espaldas


el mentiroso grito de: nada con la vida
que tartajea Tánatos, el afásico
en lugar de confesarme culpable de algo menos sonado
que la muerte
en estos casos
deuda que no se paga con las penas de amor
Todo porque la otra, con su inteligencia proverbial
se condolió de mí y no de sí misma
Y luego de ese peso, de ese pequeño túmulo granítico
hizo brotar
lágrimas mías y suyas mezcladas, de dos usos:
"Voy a retirar de tu casa algo que no quiero que
forme parte
de otro tejido y lo único que, según parece, hemos
tenido en común
una mesa y una silla
y algún libro, Fabio, que te presté".

42
Ese funeral lo he dejado caer sobre tus espaldas.

Déjame avanzar, otra vez, las palabras


que te hicieron fuerte por algunas horas
Déjame, déjame — te lo imploro — borrar
de la ventana que abres para vencer a la asfixia
la otra cara — oscura — de la luna.

43
Sin sangre en las venas

"Un pasillo después de la puerta principal


y una puerta giratoria. Usted la abre
y desciende.
Escuche bien. Ahí no habrá nadie que se lo explique".

Vengo a retirar mis fondos de ti


Todo lo que queda de nuestra asociación
con la cautela de una módica suma
de dinero
Vengo a retirarme de la circulación de tu vida
procurando evitar un encuentro contigo
casi sin sangre en las venas.

44
Derechos de autor

Tú eres el primero de mis derechos de autor


Filomela, pues descubro que he escrito
antes de llegar a ti, mis Obras Incompletas, día y noche,
noche y día
sólo para cobrarte en mi edad media
y no para convertirme en un best seller
No tengo santos en ninguna corte
ni milito bajo bandera ninguna
Sólo para hacer intempestivamente el cobro de ti a los
dueños
no a los destripadores de tu nido, paxarilla
Los transgresores somos yo y tu capricho
a las convenciones de uso, todo lo que queda de la Ley
como se ve, suficiente.
Si supiera lo que has delirado a mi oído hasta Tereo te
cortaría razonablemente la lengua
Canta, canta, lengua cortada, ruiseñor. Tu carne de la
que comí es la madre de mi insomnio
Nunca volveré a quedarme dormido
"ave parlera la que fue niña muda"
Con tu canto me cobro de los libros que escribí:
lápidas en una alfombra
esa colina de papeles muertos. Llora tu canción
deliciosa
y aunque con lengua muda
dime ese adiós, dímelo mil veces.

45
Sólo por ti y para todo lector

Por ti, por nadie más; pero para quien quiera


leerlo, te dejo aquí clavada en un poema
Filis o mariposa de otro nombre. No agitarás, convulsiva,
las alas
como para formar alrededor del tallo
de acero una especie de flor más viva que las otras
la misma que te ofrezco — obra de la agonía —
Todo está hecho de palabras
no te asustes: son tropos: pavoneos de nada.

Por ti y no de ti está hecho el poema


Si es por mí, para ti (ojalá lo leyeras)
no sin luego romperlo en pedacitos
— constituye una prueba para la acusación —
Pero descuida: no guardas, lindura, en tus calzones
el único ejemplar de esto que hago por ti
Guardo copias, preciosa, te destino
a unas Obras Completas, y, en la vida, a estos besos.

46
Olvido de ilotas

Nada hay — los ilotas lo olvidan — de igualmente


imperdonable para las mujeres
de nuestros amigos como el llamado abandono
por parte nuestra, de la nuestra.
Ese peligro es la amenaza de todas
y, por consiguiente, nos declaran culpables
de una conducta aberrante: "ése no tiene remedio".

No hay perdón para el cambio de objetos


libidinales, esos desplazamientos
que lamentamos, son catástrofes de las que ellas nos
acusan
como de la muerte de sus pasajeros
es, de por sí, sospechoso el conductor del autobús del
que se sabe enseguida que estaba borracho
en el momento de la colisión.

Sólo los ilotas esperan ser comprendidos — y la


comprensión ocurre una de cien veces
como por parte de magia — y perdonados por aquéllas
que son metafóricamente víctimas
de las tropelías, en nosotros, de Eros
el verdadero conductor borracho.

Y tienen razón las más denodadas:


no existe una razón pura del amor:
los amigos que se hacen cómplices de las tropelías del
nuestro

47
lo hacen, quizá, por empatia, exponiéndose virtualmente
a la causa de todos los sobresaltos.

48
La estrella de dos nombres el nombre
de dos estrellas
Hay, y son figuras mellizas
el dolor del amor que está naciendo
— Venus, la estrella del amanecer —
y el dolor de la estrella vespertina
la de la otra Venus que agoniza
No dos figuras (ay) sino un planeta
bautizado de nombres diferentes
al mismo tiempo, pues, errante y fija.

Alba de la gran puta que titilas


mientras yo haya perdido la cabeza
¿cómo podrías eclipsarte a ti misma?
¡que baste para hacer la diferencia
un cambio de adjetivos y de horas!
No vayas a creerte, Venus, otra
aunque lo seas
casualmente tú
con la que fue su luz me estás cegando
en lugar de una estrella veo dos:
luz del amanecer luz del crepúsculo
que se distinguen en que son la misma:
amor y desamor enamorados.

49
Contraguerrillera

Como miembros de un ejército secreto que sólo


dispone de nosotros dos
nos reunimos, a la hora exacta, habiendo tomado
todas las previsiones
de la invisibilidad Tu cabeza de largo cuelo
y el pelo corto de las adolescentes, gira
hacia dos o tres de los puntos cardinales
Vienes vestida de negro y verde olivo, gacela
y no es que poses para una revista de modas
en traje de guerrillera, sino que pones de verdad
proa al terror del que somos adictos,
deslumhrados, en un verano de mierda
El deseo de vernos aumenta en proporción directa a
su imprudencia
estaríamos cada día más cercados por el enemigo
cierto del malestar que nos inspira y que redunda en
su ubicuidad
Esta batalla ganó
y no la guerra, pero fue un triunfo sonado
mantiene minado el territorio que nos pertenece
en nombre del amor tan impotente como cualesquiera
de los derechos humanos
y no menos lábil o insignificante que ellos
pues corren tiempos inhumanos y él bien lo sabe
el hosco partidario de las medidas de facto.

50
Weekend

De viernes a domingo retomaste el poder


absoluto, con unos pasos finitos
y algunos gestos
Pediste que me llamaran por teléfono a tu reino
y saliste como un paje a la puerta de palacio
de adobe y palo y jóvenes visitantes
y el mundo se me hizo soplado como una pompa
algo que uno ciñe por el talle
con la mayor delicadeza
Como un paje de la corte que te hago, con sus largas
medias verdes
y encargado de llevarme, gradualmente hacia ti
en el curso de esa noche exquisita
Así esperamos que pasaran las horas
ni apresuradas ni lentas, en sí mismas perfectas
mientras te observaba detrás de mi máscara de charlatán
y tú te disponías a tenderte en el sillón
donde yo aún simulaba hablar
después de haber perdido, al tocarte, el aliento.

51
Dueña de mi culpa

Cuando el culpable por naturaleza


vive ignorante, es claro, de su culpa
en un feliz mortal se constituye
Pero yo soy el artificioso culpable
y no una víctima pasiva de Eros
Yo le tendí una trampa a esa belleza
que le venía como anillo al dedo
La hice revolotear en torno mío
cuando encendí el espejo de esta lámpara.

De buena fe y con mala conciencia


como lo dices, dueña de mi culpa
te despojé, me despojé de ambos
¿guardas aún mi sombra de recuerdo?
El mensajero de la nada soy
y la ferocidad de un pobre diablo
En uno y otro polo de mí mismo
dos veces uso de las mismas lágrimas
de amor a una y desamor a otra
de desamor y amor enamorados.

52
Reina de todo corazón

¿Qué lugar ocupé, después de todo, en tu vida?


Yo era el maduro visitante nocturno, el goliardo
a quienes las doncellas de palacio impusieron
por su sola presencia el trovar clus
Y tú, la reina de todo corazón, mi inteligente anfitriona
figura central de esa tapicería
en que sólo para ti yo estaba finamente incluido
yo: la figura superpuesta
a ese tejido que no pasaba por ella
clavado con chinches sobre esas tiernas
escenas familiares, desmadejado y falso.
Qué ausencia, querida, ocupé en mi presencia
desfasado, en realidad, de la trama
de la que tú eras la figura central y la gran tapicera a
la vez en el sitial de honor
desalentada pero no vencida
por la impotencia real de incorporarme al tapiz
sin dar descanso a esas pacientes manos que fingían
devanadera y telar
cansadas en verdad de su trabajo imaginario.

53
Recuerdos confusos de Bram Stoker en
relación a un caso particular
Yo, el prosaico vampiro que siestea
en la casa vacía como un perro que roe
un hueso, no: un pedazo de mármol por error
pues el sueño no viene ni viene. Sin embargo
soy otro en otro sitio, pues he mordido el cuello
de la doncella cuando vino, sonámbula, a mi casa
a este lugar del que no quiero acordarme
Y allí, tal vez, en lo de Mina, soy la catástrofe
inconfesada pero que el novio percibe
en el aire ausente de su futura esposa
O soy la confesión y la catástrofe
O el silencio y la reconciliación
O ya ella me dijo, temblando, y todos juntos
al doctor van Helsing — especialista en vampiros —
se desvelan pensando en cómo liquidarme
Y tú también mi amor y tú también mi amor.

54
Vampiro

He muerto para ti. ¿Quieres aún a un cadáver


viviente, a tu vampiro?
Pego mi boca
a tu corazón, pero he dejado de beber de ti
con dolor del mío, porque ya está sediento
de otro. Y es otoñal el beso moribundo
que tiernamente une mis dientes a tu carne
pero el que doy a otra es delirante
y, de verdad, sangriento
Duermo en un ataúd, tengo sueños exaltados
que, por desgracia, querida, te excluyen
como nunca antes había ocurrido y el insomnio me clava
la garra del no sueño a mí, el pobre vampiro
La piedad, desangrada, me ahoga por los tres:
porque existe la otra, porque existe la otra.

55
Eco de otra sonata

En tu opinión un amor borra a otro


y es así, querida, pero en el amor no todo
se hace parte del dardo y del carcaj
— los borradores — ni de la herida que encandila
toda placer toda dolor
melliza de la muerte, metáfora del parto
Las víctimas de Eros sobreviven al crimen
del que, gozosamente, son los agentes pasivos
sus autores en un momento de misterio y no olvidan
al menos yo: mi recuerdo de ti
independientemente del amor lo retiene
como en ese cuadro de Magritte el cielo del amanecer
no ha disipado en la calle a la noche
ni en su preciosa luna: luz cuajada
en el farol que alumbra oscuramente esa calle
Es verdad, el oxímoron
no es más que una figura de palabras y puede pecar de
premeditado
No así yo, así lo espero, si te digo:
un amor no borra a otro
La memoria, también, a su manera, ama
y, como alguien lo dijo: "no hay olvido".

56
Veinte exposiciones

El lente de la cámara es el abejorro


y tú, Cloris, una flor de cuyo nombre ni yo puedo estar
seguro
pero que debo fijar en veinte exposiciones, manteniéndola
en el anonimato
como si fueran las piezas de otros tantos rompecabezas
distintos
antes de que se ponga por primera y última vez el sol
del día de hoy
Sólo Febo sabrá que eres tú
el encuentro de la cabellera con una de las líneas de
tu cuello doblado hacia atrás
metáfora del cisne modernista
el escorzo que insinúa la nariz y los pistilos de un ojo
soslayados por una mejilla que rebalsa el encuadre
duna aunada con el viento
los aretes-ocelos de estas alas de pelo, mirando a la
cámara
reunidos por el cuerpo del cuello en una blanca y
gigantesca mariposa de otro mundo
Pero tus verdaderos ojos son la tentación del fotógrafo
que circunvoluciona a tu alrededor, desnudo y obsesionado
como un autorretrato de Egon Schiele
forzado por el acuerdo: que los pétalos impidan ver
la flor
Tus ojos, que todo el mundo reconocería, lo obseden
tu cara que antes de tomarla se le muestra

57
entera en un enfoque prohibido
Debe desplazarse hacia lo que de ti se insinúa y te
mantiene a la vez en el anonimato
la pequeña mano ocultando parcialmente la frente
la nariz fuera de foco
la otra mano que parece dibujar una línea maestra
retenida por el antebrazo
la cima del hombro llovida por los hilos del cabello
y la punta de unos deditos chupados

Todas las precauciones, Cloris, son pocas y Febo el


paparasso lo sabe
Un plano medio que te identificara
acostada en esta cama
sería la catástrofe.

58
Cuestión de creencias

No le creas en nada a los que hablan mal de mí


y si soy yo uno de ellos, no me creas
Filis, distingue el amor a la verdad
de la verdad del amor por el que el uno y la otra
no están unidos, como aquí, por palabras
ni por historias de más o de menos.
Por nonata primero y luego ausente
eres de esas historias la excluida
y maldita la gracia que muchas de ellas me hacen
No te las cuento para entretenerte
pero tampoco para que te preocupen
despreocupadamente te las cuento
porque nos dejen solos mis recuerdos
y la que cuenta es la más triste de todas:
como sujeto del amor y su objeto
en ese entonces me entretuve con Tánatos
desbaratando el tejido de Ariadna
el hilo rojo de mi propia vida
que la devanadera de las parcas
recuperaba de los puntos idos
del tapiz imposible de acabar
innecesariamente laberíntico
Nadie puede anidar en una fosa
y en ese nido de sepulturero
me abandonó, mientras dormía, Febo
como el lector a las historias ciegas
como el tapiz a los dibujos muertos

59
como Teseo a Ariadna en una isla
así dejé que hablaran mal de mí
y que al llegar tú pudieras, no sin razón, oírlos
y escucharlos, en eso, yo mismo me equivoco
porque no estabas ni eras
Ven ahora a tejerme a que te teja
lúcidamente ciegos como dos de esos pájaros
que vuelan por parejas, con un ala
pugnaces como topos, ciegamente
Y no creas de mí lo que se dice
piensa en lo que podamos hacer juntos.

60
Giovanni Bellini. Annunciation, reverse
of an organ shutter of S. María de
Miracoli, Venice Academy
Yo soy la Virgen y tú el Angel de la Anunciación
— viene a decirme que voy a concebirte —
y el Espíritu Santo es la Literatura
Lo que se conviene en llamar un oscuro pasado
y el nuboso presente se disipan
para que en esa escena de palacio
veneciano con fondo, en la puerta, de ruinas
arrodillado en mi reclinatorio
simule yo leer las Sagradas Escrituras
(en realidad este poema mismo)
bajo la geometría de un techo artesonado
sobre una perspectiva de baldosas perfectas
Angel de la azucena ad hoc en una mano
y el signo de tocar con la derecha un seno
no se sabe si usando de puertas o ventanas
entras a mi interior un misterio gozoso
para ser concebido en mí, la Virgen
no el poeta maldito
ni el sabio ni el ilota: la mente virginal
la mente vaginal
y el bolígrafo intacto: en un principio era el falo
Tú el ángel que yo escribo, copista de Bellini
según el orden sacro del compás y la escuadra
madre de tu inocencia
y por partenogénesis.

61
Raphael. St. George and the Dragon,
about 1502, París, Louvre
Si yo fuera San Jorge y el otro ese dragón
vencido, de antemano, por su pinta
Yo con mi lindo casco emplumado y la espada
que parte en dos al monstruo (el dos de la extinción)
Si yo fuera San Jorge posando en su corcel
opulento como una madona caballar
y fueras tú la diminuta cautiva
allá, en el fondo
huyendo de la escena ¿o entrando en ella a la carrera?
Si yo fuera, después de haber quebrado lanza
el autor de ese tajo de calígrafo
que extingue al monstruo en dos
y no fueras tú la cautiva que huye
para que él recupere sus cabezas
y no mate a San Jorge el de la espada trunca
el caballo de palo y la armadura rota.

62
La Naissance de Venus, vers 1485.
Florence, offices
Te pintaría Sandro Botticelli
si renacieras en el papel de Venus
que no es tan linda como tú, pero no
del seno de la ostra conyugal
que me retuerce con sus valvas los dedos
y me golpea en un charco de sangre
Y si yo fuera céfiro y las rosas volaran
a tu encuentro, mi amor, y una púdica ninfa
te envolviera en su manto sólo para guardar
las formas qué bien así desnuda lucirías
por una eternidad — la que retiene el manto —
Las deficiencias de esta copia no importan:
no me arrepentiría de todo lo demás
si te pintara Sandro Botticelli.

63
Objeto de tus pensamientos

Me haces objeto de tus pensamientos


Te vas para pensarme, pero yo me rebelo
contra el estado de cosificación
la podrida del ser
esta angustia de meramente existir
en un tiempo estancado que se va
la amarrada a una silla de tortura
El sexo se desdobla, me brotaron tus brazos
Deseo a la deriva sin forma ni figura
compostura, carnet de identidad.

Que alguien, no importa qué, me devuelva al


sujeto
al verbo transitivo, y, por fin, a la cópula.

64
Rueda de la fortuna

Rueda de la fortuna que a mis expensas giras


Contigo estuve ayer, reina de corazones
hoy estoy en la nada en un lecho de pólvora
(como para encender un cigarrillo en tu nombre
y volver explosivamente a ese vicio)
Rueda de la Fortuna Medieval que hasta el día de hoy
gira con la energía de una bestia
Ayer tú y yo hicimos el amor
como si eso no fuera el paraíso
Por la violencia fuimos expulsados de allí
por mucho que quisiéramos
ser el uno y el otro inocentes serpientes.

Triunfa, triunfa la Rueda, poniendo boca abajo


a la reina, rompiendo el laúd del goliardo
haciendo un monumento funerario
de la felicidad de algunos días.

65
Inconvenientes de la memoria

Tú no eres mi recuerdo de ti
Tu recuerdo es tu aparición de cada día
pero hecha de nada
Tu carita se inclina unos pasos más allá
como si se apiadara de no ser más que eso
Baja conmigo el cerro
Santa Lucía y el sol es una puta
como lo dijo el Presidente Schreber
Este es un día hecho, no más, de tu recuerdo
La muerte está que habla convirtiéndolo todo
en ella, en ti, carita.

66
La literata desesperación

La desesperación es literata
Casi, casi dejo de existir escribiendo
el escriba suspende, al menos, su existencia
a imagen y semejanza del jugador de ajedrez
cuando se empeña en una partida difícil
Y no es fácil escribir un par de buenos versos
(no son éstos) con toda desesperación
ponerle letra a la lata
de la gran literata

67
Quevedo erótico

No puedo reducir a doctrina platónica


mi amor por Lisi como lo hizo, retorciendo sus versos
Quevedo: "amo y no espero porque espero amando"
de esta engañosa dialéctica sálvese antes que el alma
el cuerpo
No es más que la rodada del siglo diecisiete
y, por añadidura, español:
un plato que mata el hambre y en seguida al hambriento
a falta de pan malas son estas clases de tortas
O ¿nos ha dado alcance el siglo diecisiete y no
estaría demás ensayar la receta?
Tu celoso quiso hacerme jurar anoche que acataría
yo también a ejemplo tuyo
la Ley del Eroscidio
Está visto que se propone rescatarte por la vía violenta
de mi degenerada manía por corromperte
Y que me excuse Quevedo, le cedo la palabra:
"Continúa la significación de su amor
con la hermosura que le causa,
reduciéndolo a doctrina platónica".

68
Corte de pelo

Te pedí que te cortaras el pelo


para que volviera a su suavidad natural
Como todo lo demás, lo hiciste a medias
A medias me rompieron la cara en tu nombre, a la
vuelta de la esquina
y a medias me esperabas, entretanto, en la casa, pues
partiste enseguida
a refugiarte en otra. Y a medias le habías dicho al
agresor
que me amabas. Pero, eso sí, le diste mi nombre y mi
dirección
pues no todo ha de hacerse a medias
tuviste la honradez de pensar
en un cincuenta por ciento.

69
Penas de amor

¿Se cumple, alguna vez, con las penas de amor


o nos sentencia a todas la última en venir?
La experiencia me enseña que Febo siempre muere
pero esta certidumbre, en lugar de consolarme, aumenta
mi desconsuelo
mi apasionado escepticismo amoroso.

70
Dormir de espaldas

Si me duermo de espaldas
despierto en el sueño a la pesadilla
mientras al momento de su evaporación el guardián
de mi reposo lo dice todo
y es rasgado el tejido de este teatro
en que soy el público y el autor, los actores y el
escenario
deshaciéndose el todo sobre mi cabeza
Nos dividimos los incapaces ya de condensarnos:
yo, quien "al bello aparecer de este lucero" hice de mi
escritura
el rastro de Leonor de Milán. Yo que escribí
con la sangre de mis víctimas reales e imaginarias:
"estoy contento del mal que hago a los demás
como Dios está contento del mal que me hace"
yo, el autor de La Venus de las pieles, firmando, bajo
la mirada equívoca de su víctima y victimaría
el pacto que lo haría su esclavo, objeto de sus
flagelaciones.

Una pesadilla de amor me despierta del sueño.

71
Graves inconvenientes

Graves inconvenientes se han constelado


en el bello momento de tu aparición
Me costarás, lucero, un ojo de la cara:
por ti he perdido a la mejor de las mujeres del mundo
por ti husmea mi rastro un enemigo peligroso
por ti sigo postergando con extravagantes pretextos
mi viaje a las islas Afortunadas
Culpa tuya sería si no fuera por ti.

72
Sueño y variaciones

Me despierto a las cuatro de la mañana, no porque


los sueños — variaciones sobre tu persona —
sean exquisitamente intolerables; me ocurre, de otra
manera, lo que a Fernando de Herrera
a quien la imagen del ser querido encendía "en deseo
de gozar la belleza amada"
al punto de transformarse, al fin, en ella.

En mi sueño de transformista despierto convertido


en ti
sobreexcitado por esa transformación que no dura
más de unos segundos pero me desvela
y me arroja a la escritura, un modo
aunque insuficiente de prolongar el misterio:
la representación del otro por su ausencia
que encarna en la palabra.

73
Sino

Para sobrevivir el amor en peligro


obliga al pacto, impone
una legislación extraordinaria
y ese capricho se convierte en ley
Tus repetidas infracciones Lisis
te han puesto fuera de la ley del amor
y éste — ignoro si muerto o congelado —
nos abandona, cada cual a su sino
y no a una misma suerte buena o mala

Vamos a desgraciarnos separadamente.

74
Volatería

Porque nos está negado el retozo y el reposo los


animales que somos
pierden toda compostura humana y medio mundo
adquiere enseguida
la habilidad de azuzarnos el uno contra el otro
como si fuéramos su halcón como si fuéramos su
paloma.

75
Cálculos

El uso del guatero


para combatir el cálculo renal
y la noche pasada en una vela de armas:
el citado implemento y la aguja hipodérmica
escudo y lanza de mi edad
La paranoia objetivo de los amenazados
en vísperas de un viaje que no puedo emprender
mientras no se resuelvan los susodichos cálculos
todo conspira en contra nuestra
porque me voy de no poder hacerlo
y me quedo, por ti, donde no estás.

76
Yo el libro

También el cuerpo se descompagina


porque lo hojeen distraídamente
Soy un imbroglio de maltratado papel
entre las manos de una lectora poco atenta
un magazine en una sala de espera
que irá a parar en unos días más
a la bolsa negra de polietileno
Antes de que esto ocurra, lee en mí
el último capítulo de nuestra historia en común
para que sepas.

77
Locus horridus

Dirás que estoy en el quinto cielo


de mis idilios con Filis
mientras haces un tour por el olvido en el Sur
pero no es así pues en honor a la justicia inmanente
en la que si fuera por mí no creería
todas las llagas de mi cuerpo los sueños
se han desencadenado en la vecindad del Averno
La joven, es verdad, en esos raros momentos en
que ceden el temor y la culpa
se tiende junto a mí en mi lecho de enfermo
como Péronnelle junto a Guillaume de Machaut
En estos veinte días he envejecido cinco años
y no es juventud lo que me sobra a su lado
pues la doblo en edad, como muy bien lo sabes
No será, ya lo sé, llevadero para ti
contestar a las preguntas con que te asaltes en el Sur
golpe de remo en el chillido de las aves acuáticas
pero yo ni aun puedo moverme de aquí
desencadenó Eros al Averno
y todo el mundo sin excluir a Péronne está ansioso de
que me vaya
a Reims o Nueva York
para desinflamar — aconseja Fabio — la zona del
conflicto

Enfermo estoy de no se sabe qué


tal vez del monstruoso encuentro conmigo mismo

78
en el centro del laberinto y a pesar del amor
(que no deja de ser una palabra)
enamorado y desenamorado por culpa de los desórdenes
en los que he incurrido y en los que he sido incurrido
cinco o seis médicos entran y salen de mi cuerpo
sin obtener informaciones precisas
Y no puedo irme ni quedarme de aquí.

79
Hotel Lucero

Finito todo y también estos brazos


que se me tienden en la semipenumbra
y un hilo — el de la voz — soplo que apenas brota
pero incisivamente de una fuente: la duda
El bello aparecer de este lucero
¿El del amanecer? ¿El de la tarde?
¿Abre el día o lo cierra?

Bajo la ducha una estrella se apaga


que, absurdamente, la comparte contigo
Las estrellas que viste nacer, a mediodía
estaban muertas desde hace cien años
sólo hiciste el amor con una luz
olfateaste "la ausente de todos los ramos".

Resuena un timbre en el Hotel Lucero


traga y escupe esta boca de sombra
para el caso es lo mismo: apariciones
y desapariciones instantáneas.

No sé en qué sentido hemos hablado de todo


¿Era la duda el tema que nos hizo vestirnos
justo en la hora convenida
salir de allí en distintas direcciones
y la que me detuvo
para ver, y fue inútil, si volvías la cara?

80
Conveniencias del otoño

Seré otoñal, el verano pasó


y la primavera es, por naturaleza, sangrienta
¿Cuántas veces tendría un animal que caer
en la misma trampa? Armada por Eros
cubierta por hojas en que se transparenta el resplandor del
cebo: la belleza de Filis
y de la cabellera viva de la tierra con sus flores recién
pintadas
Pero detrás, Filis, de tu imagen perfecta
como lo es todavía un verso de Góngora
lo que te falta y lo que te sobra, pastora, allí está
Detrás de todas ustedes, doncellas encantadas, se
emboscan
los locos terribles de la sierra, los pastores
que se enardecen con la idea
de matar a palos a quien esto escribe.

Me tiendes, sin saberlo, dos pares de brazos


Unos que inmovilizan y otros que muelen.

81
La desaparición de este lucero

La desaparición de este lucero


lo puso ferozmente en evidencia
no era Venus, la estrella vespertina
no era Venus, la estrella matutina
Era una lucecilla intermitente
no nacida del cielo ni del mar
y yo era sólo un náufrago en la tierra
No era siquiera una mujer fatal
bella, sí, pero espuma del oleaje
un simulacro de la Diosa ausente
Ni de pie sobre el mar: en la bañera
ni espuma: algo de carne, algo de hueso
un pajarillo, y eso, de mujer
dócil al aire pero desalado
y desolado, pues volar podía
tan sólo cuando el viento lo soplaba
ni tuvo al mar por mítico escenario
En la ciudad más fea de la tierra
se hizo humo a la hora de los quiubos
Era fulana, y eso, simplemente
y yo, el imbécil que escribió este libro.

82
Anything book
1
Ayer nuestras miradas mutuamente insistentes
fueron ojos del cielo, sus turbulencias claras
Hoy voy, a contrapelo, por el cielo real
dejando atrás y adelante tu sombra
Nunca estuve más lejos de ninguna ciudad
ni tan pintado un fantasma.

2
Los vidrios del viejo autobús no permiten
ver más que parte del color de las casas
y la degradación de la nieve en el bosque-
cilio. Lo que parece ser el cementerio consiente
en su centro una fábrica, botes varados
lápidas que se amontonan allí en competencia con la nieve
Se entredivisa sobre el todo este cielo
como de acero y vidrio
cuando la ciudad brota de una curva de piedra
limpia y feroz y llamada Manhattan.

83
Postales de Manhattan
1
Las excitantes vitrinas de la Avenida Madison
maniquíes calvos que modelan con los vestidos y los
gestos más sofisticados
te citan sin saberlo
en su increíble ignorancia

2
No olvides que soy tu corruptor
Pesas y mides lo que algún maniquí calvo de Madison
Ave.
tus tobillos son lo que las muñecas de otras
y tus muñecas caben en un anillo formado por el
pulgar y el índice
Pero de tu belleza sin peso ni medida
falta aquí toda información
porque ninguna, obviamente, la iguala
El corruptor incorruptible
en este punto, tiene la palabra.

3
Buscando un poco de tu cara entre las bellezas de
Manhattan

84
que te citan con la imprecisión a la que tienen derecho
(la ciudad no es pródiga en estos maniquíes vivientes)
soy algo así como el autor de una fórmula
que se siente insuperable
y víctima incomprendida de los plagiarios
condenado a la oscuridad mientras no te declare
¿y a quién y cómo
si no estás hecha, como este poema, de palabras?

4
Busco una aguja en el pajar
a una belleza, en Nueva York, que se parezca a la tuya
Indiferente, por ahora, al juego de las diferencias
al espejo de tu cara en el laberinto de las otras.

5
Harta irrealidad había ya en todo esto
como para que agregáramos, entre nosotros
tamaña distancia
Bajo la nieve, en Manhattan
repito tu nombre y no te conjuro
lo callo y no te exorcizo.

6
Mi incompatibilidad con la máquina
mi incapacidad para leer, incluso en mi propio idioma,
cualesquiera instrucciones

85
en suma, mi torpeza
ha malogrado todas las fotografías que te tomé en el
zoológico
Ya nunca estarás allí a mediados de enero del remoto
año en curso
ni siquiera en imagen
posando para la condenada Cannon, de espaldas a
monos y elefantes
o aislada en un banco (de piedra) como en un banco
de arena (artificial) algunas de esas aves acuáticas
que parecen artistas de cine
Ni interpretamos tú y yo esa película muda en doce
tomas recíprocas
Tú en tu amplio vestido tejido del color de tu piel
tú como una gacela de Salomón
y yo como el estúpido que malogró esas maravillas.

7
Tú y yo no somos más que palabras
Nuestros nombres no le dicen nada a nadie
identidad ilusoria de cada cual
Es la especie eterna la que nos ofrece la oportunidad
del amor
valiéndose, casualmente, de nuestros cuerpos
Se lo agradeceríamos si un protocolo así
tuviera el menor sentido
Mejor callar
olvidados de las formas pronominales
como de meros espejismos lingüísticos.

86
8
A la pinta

No te involucres
en la frivolidad con que te pinto
Es cosa mía, hazme el favor.

9
La mar de tiempo

No hace un mes que estuvimos allí


en un viaje secreto
Cuando cosas así pasan
mar y tiempo se unen por la partícula de
y la perfección del secreto borra lo que éste guarda

10
Los comandos organizados para tomar por asalto
la mentalidad burguesa
revolucionan la historia pero no cambian la vida
que aburguesa a la más cruenta de las revoluciones
Estas entregan a sus líderes y a sus comparsas
el poder del capital
más el aura — versión burguesa del Misterio —
Las alteraciones, en profundidad, de la vida
nunca dejan de ser superficiales.

87
11
He sido víctima de un sistema político
Los celos que enceguecieron a mi rival lo han
convertido en un agente de Seguridad.

12
Zoología y religión la llave y la cerradura
están en perfecto acuerdo
en lo tocante a la conservación de la sociedad humana
zoológicamente burguesa
Lo demás: libertad de desfacer los sagrados vínculos
los derechos del corazón y la ilegalidad del divorcio
cosas son que el Orden desbarata a patadas.

88
Pascuas en Nueva York"

Momentos antes de que el aire se congelara


por las chimeneas del Village brotaba delicadamente
el humo moldeado
por manos de artistas y a la luz del sol de hielo
resplandeciente
se operaban las cristalizaciones preliminares:
charcos y esputos.

Las excepciones confirmaban la regla, no se veía


ni un alma
salvo las que, vestidas de cuero y lana, paseaban a sus
perros inquietos
por la inminencia de la catástrofe
Y se veía al poeta de turno
aunque no dejara de pasar desapercibido
Las palomas imitaban en el vuelo a los murciélagos,
con un zigzagueo histérico y ciego
y él dobló no sabía qué esquinas, una y otra vez
porque estaba de paso en la ciudad y ella lo había
seducido:
la cara blanca espolvoreada de hielo, los labios amoratados
sedientos de rouge, aguardiente y drogas.

Empezaba el día de navidad hundido en el incógnito


de las humaredas artísticas
que brotaban de las casas como avalanchas de nieve
azotadas por el sol

89
y de las chimeneas gigantescas
Había hombres diminutos y perros mínimos
pero en un número tan escaso que alguno de esos
paseantes
podía inspirar una desconfianza sobrenatural.

El poeta bien abrigado que lloraba de frío — copos


en lugar de lágrimas
era un vidente: olfateaba la catástrofe
y tenía la adicción perruna al callejeo
Descendió, pues, en la calle cuarenta y dos a los
infiernos
la Gran Estación Terminal retiene allí en sus
concavidades marmóreas un resto de calor y lo
redistribuye entre los desventurados:
viejos y agonizantes que fingen esperar el tren
entredormidos sobre las bancas
que parecen lápidas
Se bajó del Metro vacío, terrible de no ocupantes
por equivocación en la catorce street
En una de las bocas tapiadas del Metro tuvo, antes de
huir, la entrevisión
de una muchacha que parecía un pierrot, vestida de
harapos negros
a la espera de un viejo pascuero de las postrimerías
del mundo
con su saco de heroína.

Por las chimeneas brotaban nubecillas de nieve, en


las vitrinas se congelaban
los desperdicios del veinticuatro de diciembre

90
(regalos para el próximo milenio)
En los cines sin nadie pasaban películas de terror
Entró a uno de ellos, pero lo aterrador era el frío; lo
emocionante, estar allí
en la misma ciudad en que el operador ausente
proyectaba en la pantalla
simulacro en blanco y negro
una maquette de Manhattan flotando en una
palangana de agua helada
que emitía un resplandor boreal para luego
desaparecer en él.

La película era muda como el poeta y la muchacha


vestida de negro que
le devolvió, por fin, la mirada en la oscuridad
Una mirada obviamente glacial, un cuchillo que
podía desprender el alma del cuerpo
sin dolor
la boca un escupo de sangre lanzado sobre el
petrificado montón de nieve y todo eso
que significaba graciosamente el horror.

Al salir del cine sin haber conseguido romper el


hielo que lo separaba de todo
vio cómo el aire convertido en un solo bloque
oscilaba de un lado para otro, aunque este fenómeno
pasara desapercibido
pues el cielo estaba más que transparente
Y se dispuso a participar de la congelación general.

91
Decepciones
1
Con sólo mover un dedo
desencadenas mi ruina
en el alborotado Mar de la Tranquilidad.

2
Venganza de la otra
este placer de las diosas
después de haber usurpado su lugar se lo dispensas
Haciendo como si no lo sabes te has dormido sobre
sus laureles
indolencia que eres y de la que eres capaz
No me has enviado ni una sola hoja de ese arbusto
Nada se me debe, es claro, a mí.

3
¿En qué piensas que no piensas en mí?
¿En lo real? La resaca
deja en la orilla las que fueron estrellas
como mucosidades pegadas en la pared del urinario
Así me dejas, en la irrealidad, al descubierto
aplastado sobre el muro.

92
4
Decepción de la que se es el actante
(actor activo o pasivo)
Deseché, al azar, a la reina de corazones
y la de bastos se ha ido con la música a otra parte
me dejó plantado frente al tapete nevado
nunca se sabe en estos casos por qué
al arbitrio de la justicia soberana.

5
¿Por qué no me has escrito?
¿quién ha soplado
de viva voz sobre este puente de papel
por el que pasa, ahora, tu silencio
llevados, él y el puente, por el viento?

6
El temor de confundir las palabras
hace que las olvide
Vive en un mundo de cosas innominadas
que como si no fuese de por sí amenazante
combina el vértigo y la afasia.

7
Consuélate pensando que no llegaré nunca al centro
del laberinto

93
el minotauro, como se sabe, era yo
y yo, Teseo, el falso salvador de muchachos y muchachas
Con una de ellas me partí de tí
después de ese enfrentamiento confuso
a la vuelta de cualquiera esquina
entre el monstruo y yo el monstruo
Trampa tendida por tu célebre ovillo
que parecía darle una orientación a mi vida.

94
El pez en la botella

Un pez algo más chico que una botella con agua


en forma de pez
donde está en trance de ahogarse
pues no puede ponerse de cabeza
y su boca coincide con el gollete.

95
Piedra sacrificial

No me quiero hacer la víctima


A lo sumo estoy cómodamente tendido sobre la piedra
de los sacrificios
y un tipo que se limpia las uñas con un cuchillo
me dice ¿qué es de tu vida?
¿No te parece que sobra?

96
Cupido

No le digas que él es una espantosa serpiente


querida Venus, a Psique
Ella podría creerlo para verlo
encender — contra lo convenido — la luz del velador
en ese horroroso hotel parejero
(ah, no dispone de un palacio, el dormido)
y creer que descubre la verdad:
una culebra en la cama.

97
Modelo

Posaste una y otra vez para Edward Burne Jones


de eso hace más o menos cien años
y aunque en la realidad no sigas siendo la misma
¿a quién pueden copiar estos dibujos
si tanto te pareces a Psique o a Danae
y aún a algunos maquillados ángeles
prerrafaelistas? Sobre la otra cayó
la tapicería del telón y el telón
cayó sobre el telón: nada detrás de nada
Después de la Leyenda de la Rosa
o de la construcción del templo bíblico
la muchacha tuvo que abandonar el taller
dejó en el suspenso de estos dibujos la vida
para morir como lo ordenaba la lógica
de los hechos, no así de la Belleza.

Dibuja que dibuja está Burne Jones


detrás de sus dibujos y tú ocupas la escena
aunque él no lo sepa ni ella y sí nosotros.

98
De moda

Figuras como la tuya se pusieron de moda


una vez que, a la siga de la primera dama Eugenia de
Montijo
naufragaron las madonas del Segundo Imperio
Burne Jones, del otro lado del Canal de la Mancha,
te proyectó obsesivamente
con su linterna mágica
en el segundo acto del Prerrafaelismo
tocando — muda — la Canción del Amor
"Hélas je sais un chante d'amour
Triste, tour a tour". En 1878
Reapareciste en la Escuela de Viena
como Mada Primavesi de Gustav Klimt
y luego en su dulce y corrompido discípulo.

99
Sobre el amor

Hago mi oficio para los mitómanos


para los adolescentes, para madame Bovary
para ti, que te la dabas de enamorada absoluta
Escribo para quienes creen que van a morir en un
momento
de ofuscación
sobre el amor.

100
El día único

No me digas que en algo tú compites conmigo


que tengo la palabra y tienes la belleza
la juventud y yo la edad de los que vienen de vuelta
No es verdad, no es verdad, de poco o nada
me ha servido vivir y desconfío
del doble de la muerte: la experiencia
Nada tomé de allí que le viniera
como el dedo de hoy
al anillo de ayer. Hoy es el único
día, el día único, no soy yo
el que mejor lo sabe, lo sabrás tú mejor.

101
Alamos de cajón

Cirros que como rebaños de mejillas


ruborosas se apagan por pastar en lo oscuro
Cielo que de tan pálido no es ni oro ni azul
Lata, espejo en que se mira el campo chileno
empotrados potreros
Y amor por el que sólo el sol daría un peso
estampando su firma de fuego en tu retrato
Arreboles, carmín al natural
porque aun vacas y álamos
de cajón, me emocionan
mientras los paso en bus, pensando en ti.

102
Mi planta

Planta que obedeció al transtierro de cuajo,


trasplantada señora, estás herida:
sangran tus raicillas de medusa
todo te liga a tus viejos terrones
y te abruma el terror de así entenderlo a ratos
Porque no siempre te encenizas
como "la vulpeja consumida" a mi lado.

Aquí llegaste por tus propios pies, no fui yo


quien te hizo volar, planta, a mi encuentro
Soy, más bien, la víctima de ese capricho
el floradicto que aspira de tus flores artificiales
el momento en que ellas, como en un entierro, se
abren
extenuadas, mi planta.

103
Larga distancia

Persiste en el teléfono, detrás de la voz


de la operadora trivial, la sorpresa
eco nupcial de lo que fue el matrimonio secreto de la
Magia y la Ciencia
deslumbramiento no obstante la oscuridad meridiana
Una comunicación de persona a persona
convierte en casi nada no importa qué distancia
y la deja penosamente intacta.

Voz a voz
esos cuerpos que increíblemente no se comunican
de viva vida
— toda magia tiene su sombra —
comparecen desde las más distintas y distantes
ciudades a la intimidad
de un lugar que no hay en el espacio y que cabe
de un lado y otro del espacio en el hueco separado de
dos manos
auriculares
una realidad de la que nadie se asombra
como si nunca persona a persona hubiera significado
cuerpo a cuerpo
sólo voz a voz, algo que es y no es lo mismo.

Pero tú y yo, fantasmas de carne y hueso,


irrealizamos la regla
que nos confirma como si fuéramos su excepción

104
Yo el tiempo

El tiempo que me hace pasar como el anverso al


reverso
de una hoja — ésta — de papel
parece deslizarse como un río navegable
parece deslizarse como un gato
represento apenas la edad que tengo
equivocado — en esto — de papel:
error constantemente irreparable
un corte transversal a mi fuero interno, eso sí,
pondría violentamente a la luz la huella
húmeda de un par de naufragios
felina de unas patas delanteras
los costurones en el bajo vientre
El corazón ha dejado de ofrecer sus latidos
en el mercado libre del amor,
arrítmico, al margen de la oferta y la demanda
Te he perdido, Ariadna, en este laberinto
que agotó tu ovillo, y el monstruo, querida, soy yo.

"Viejo cansado y triste y pensativo".

105
Post data

Leo estos versos como si fueran de otro


que nació y murió en mí por unos meses
de eso hace ya tan poco tiempo
Pudo ser un vampiro y escribirlos con sangre
no porque haya cicatrizado la letra en el papel
ni porque aún me duelan, pero estoy agotado
Sufro, seguramente, de anemia perniciosa.

106
índice
Nota preliminar, por P. L. 7
Angel de rigor 15
No hay Narciso que valga 17
Carne del insomnio 18
El bello pánico 19
La realidad no es verbal 20
Algo más que una fábula 21
Escrito en Guillaume Apollinaire 22
El mundo de las pasiones 24
Fernando de Herrera. 1534-1597 26
Noche de paz 28
Flagrante espectáculo 29
Ay infelice 30
Renacimiento de Venus, la moribunda 33
Del país de los sueños 35
¿O no? 36
Escríbete 37
Laberintos 38
Magma 39
Parto de los montes 40
Leda, presente 41
No más que suplicante 42
Sin sangre en las venas 44
Derechos de Autor 45
Sólo por ti y para todo lector 46
Olvido de ilotas 47
La estrella de dos nombres el nombre de dos estrellas 49
Contraguerrillera 50

107
Weekend 51
Dueña de mi culpa 52
Reina de todo corazón 53
Recuerdos confusos de Bram Stoker en relación
a un caso particular 54
Vampiro 55
Eco de otra sonata 56
Veinte exposiciones 57
Cuestión de creencias 59
Giovanni Bellini. Annunciation, reverse of an organ
shutter of S. Maria de Miracoli, Venice Academy. 61
Raphael. St. George and the Dragon, about 1502, Paris,
Louvre 62
La Naissance de Venus, vers 1485. 63
Florence, offices
Objeto de tus pensamientos 64
Rueda de la fortuna 65
Inconvenientes de la memoria 66
La literata desesperación 67
Quevedo erótico 68
Corte de pelo 69
Penas de amor 70
Dormir de espaldas 71
Graves inconvenientes 72
Sueño y variaciones 73
Sino 74
Volatería 75
Cálculos 76
Yo el libro 77
Locus horridus 78
Hotel Lucero 80

108
Conveniencias del otoño 81
La Desaparición de este Lucero 82
Anything book 83
Postales de Manhattan 84
"Pascuas en Nueva York" 89
Decepciones 92
El pez en la botella 95
Piedra sacrificial 96
Cupido 97
Modelo 98
De moda 99
Sobre el amor 100
El día único 101
Alamos de cajón 102
Mi planta 103
Larga distancia 104
Yo el tiempo 105
Post data 106

109

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