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El burro volador

Esto era un joven que quería comprar un burro para el ganado. Una mañana fue al
mercado y se encontró muchos animales pero no un burro. El chico se preguntaba como
no iban a tener burros en un mercado. Fue yendo de pueblo en pueblo pero no encontró
ni un solo burro así que decidió ir a la gran ciudad. Allí encontró multitudes de animales
pero seguía sin su querido burro. Una vez recorrida toda la ciudad decidió marcharse
cuando un hombre le llamó y le dijo:

– ¡Eh! ¿A dónde vas?--le dice el hombre.


– Voy buscando un burro.
– ¿As dicho un burro?
– Sí, señor así es aunque no encuentro ninguno. Me temo que volveré a casa sin
burro.
– No chico tranquilo, yo tengo uno ven a mi casa, te lo enseñaré.

Y así lo hizo. El joven se fue a su casa. Cuando llegó tenía un burro de al menos
cincuenta años. El joven se preguntaba que para que le iba a servir un burro tan viejo si el
lo iba a querer para transportar con la carga. El hombre le enseñó su burro. Porque lo que
quería era librarse ya de aquel burro tan anciano que no le servía. El anciano para
convencerlo de que se lo llevase, le dijo:

– Será muy viejo, pero es más fuerte que un roble.


– Este pedazo de carne que va a ser fuerte ni fuerte.
– Bueno si no lo quieres se lo daré a otro joven que me crea y se lo lleve. Y que
sepas que después no abra burro que valga.
– ¡Pero yo necesito un burro!
– Pues cómpramelo. Son ochenta pesetas.
– ¡Bah! Yo no lo compro a ese precio y aun menos siendo tan viejo porque si fuera
más joven lo comprendería, pero...
– Chico necesitas un burro tu mismo lo dijiste.
– Ya, ya lo sé, pero...
– Bueno allá tu, si no me necesitas...
– Vale, te lo compro, pero si me da problemas te enteras.
– Vale, ¿para cuándo lo quieres?
– Para ya.
– Aquí lo tienes. Adiós, que disfrutes de tu burro.

Ya tenía el joven el burro en sus manos cuando de


pronto el joven se giró y no vio al burro. Claro el chico se
puso histérico, normal después de lo que le había
costado.

– ¡Burro estúpido vuelve aquí ahora mismo! Te lo


ordeno.
– ¡Hi,ho! ¡Hi,ho!--Decía el burro.

El burro acabó bajando al cabo de una hora. Ya


era de noche cuando bajó el burro. El chico estaba que
alucinaba no se podía creer la maravilla de burro que
tenia y eso que era un viejo según él. Decidió que no se lo contaría a nadie porque se lo
robarían. A la mañana siguiente se llevó al burro al campo para trabajar; los demás
ancianos que estaban trabajando en sus campos vieron al burro volador del j<oven. Les
entró tal envidia que avisaron al anciano que le vendió el burro para que se lo reclamaran.
Y así hicieron; el viejo se enteró y fue a robárselo. El chico se dio cuenta y fue a
preguntarles que estaban haciendo con su burro.

– ¿Qué hacéis con mi burro? ¿Me lo intentáis robar?


– ¡No que va, ¿de que estas ablando?
– Lo, lo. ¡ah! Estamos cuidando de que nadie te lo robe.
– ¡Am!
– Bueno ahora que caigo, si te lo estoy robando;¿por qué no te lo iba a poder decir?
– Pero tu estas chiflado, tu querías que te quitara de en medio al burro y ahora me lo
robas.
– Pues si porque me he enterado de que no me has dicho que tu burro vuela. ¿Por
qué no me lo contaste?
– Porque sabía que haríais esto.
– ¡Am! Pues en cuestión el burro es mío así que me lo quedo. Y sacaré mucha pasta
con este burro.
– En ese momento el burro salió volando, cogió al chico y salieron los dos volando.
– ¡Ja,ja,ja,ja,ja! Ahora el burro me lo llevo yo que para algo me costó mi dinero.

...Y colorín colorado, este cuento se ha acabado, si quieres que te lo cuente otra vez cierra
los ojos y cuenta hasta tres.

Autora: Eva Fraile Delgado.

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