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El proceso de solución de problemas

Carlos Enrique Acuña Escobar

Hace ya varias décadas que la educación se ha venido liberando de la concepción enciclopedista que
pretendía enseñar una gran profusión de cosas y datos a los alumnos. La llamada explosión del conocimiento
puso en duda la posibilidad de lograr tal meta y, actualmente, la educación se ha centrado en tres grandes
tipos de habilidades como las más deseables para la formación del alumno. Éstas son: el pensamiento crítico,
la creatividad y el proceso de solución de problemas. Estas habilidades generales se encuentran en la base del
aprendizaje permanente como hábito y actitud que permite al alumno mantenerse actualizado
independientemente del sistema escolar. El aprendizaje permanente es una respuesta adecuada a la disyuntiva
que planteó en otros días la explosión del conocimiento.

Ciertamente, estas grandes habilidades son de tal complejidad que las escuelas no pueden aún decir que
las dominan. Y por otro lado, la visión meta-cognoscitiva del aprendizaje nos ha alertado respecto a las
posibilidades de que se trate de habilidades enseñables mediante el sistema escolar.

De las tres, probablemente la más difícil de enseñar sea la creatividad. Pero la que más ha llamado la
atención de investigadores y maestros ha sido la solución de problemas.

¿Se puede enseñar al alumno a ser un buen solucionador de problemas?

Al respecto de la solución de problemas, ha existido la controversia de si representa un proceso general


en el sentido de ser una especie de comportamiento y hábito que llevaría a la persona a resolver -mediante
procedimientos amplios- cualquier situación problemática que se le presente; o si se trata de una habilidad que
requiere -como con el aprendizaje experto- de la posesión de una amplia base de datos específicos con los
cuales operar sólo en aquellas situaciones que pertenecen a dicho rango y no en otras distintas.

Por otra parte, los estudios de meta-cognición nos han dicho que la solución de problemas, un
conocimiento (un aprendizaje) de tipo procedural (o procesal) que, por tanto, requiere de práctica extensa, por
largos períodos de tiempo y que no hay garantía de que se logre. Esto es, un aprendizaje que no depende de
sistema escolar de enseñanza sino de la experiencia de la persona.

En este artículo pretendo poner a consideración de los lectores un modelo de cómo procede la solución
de problemas en el ser humano, que nos permita:

• administrar de manera más eficiente nuestros propios procesos intelectuales: cognoscitivos y meta-
cognoscitivos,
• explicar por qué se requiere de práctica extensa y de mucho tiempo su aprendizaje,
• explicar por qué se trata de un aprendizaje sólo eventualmente alcanzable y,
• decidir qué tipo de proceso (general o específico) representa.

La manera en que procederé es:


1. Plantearé un problema sencillo invitando al lector a resolverlo.
2. Mostraré, paso a paso, con base en este problema, la forma como muchas veces se procede para
hallar una solución.
3. Mostraré en estos pasos cómo ante nueva información la persona busca información o reglas de
procedimiento que le permitan corregir la situación y hallar la solución.
4. Mostraré, mediante un diagrama de flujo, el camino seguido (y explicado) en la búsqueda de una
solución.

Si usted lector está listo, empezamos.

El problema que le invito a resolver es el siguiente:

Un leñador tarda nueve segundos en dividir, en cuatro partes, un tronco de cierto tamaño.
¿Cuánto tiempo tardará en dividir un tronco semejante en cinco partes?

Antes de continuar la lectura, tómese un par de minutos para encontrar una solución.

¡Muy bien! Lo que mucha gente hace con este problema es, primeramente, considerarlo como un
sencillo problema aritmético de los llamados de regla de tres, en que se establece la proporcionalidad entre
dos pares de datos: la relación entre el tiempo y el número de trozos originales, y la relación entre el nuevo
número de trozos y el nuevo tiempo que es la incógnita que hay que encontrar.

Aunque algunas personas encuentran fácilmente la respuesta al problema, una parte de la población,
cuando se le plantea, suele hacer lo siguiente:

* Si para 4 trozos tarda 9 segundos.


* Para 5 trozos tardará X segundos.

Esta relación se formula, más o menos, así:

* 4 es a 9, como:
* 5 es a X.

Y se hace una multiplicación cruzada:

Se obtiene la igualdad:

(5 x 9) = (4 x X)
Y resolviendo esta igualdad para X, se tiene que:

X = (5 x 9) / 4

Lo que da:

X = 45 / 4 = 11.25

Si usted, lector, obtuvo esta respuesta, 11.25 segundos, le pido conserve la calma cuando le diga que es
incorrecta.

La respuesta no puede ser un dato fraccional, debe ser un número entero, no debe contener decimales.

Muchas personas, en este momento, regresan a revisar si no hubo falla en sus operaciones de
multiplicación y división. Al comprobar que no hubo error pasan a revisar si se trata de un problema de regla
de tres. Tampoco en esto no hay error. Pasan, entonces a proceso más específico, buscando la respuesta para
cuánto tiempo se tarda en un solo trozo y luego multiplicarlo por la cantidad buscada. Otras personas inician
en este punto una búsqueda por tanteo y por ensayo y error.

Muchas más caen en la tentación de cumplir con la condición de que sea un número entero redondeando
el resultado, es decir, eliminando los decimales. Pero la respuesta correcta tampoco es 11 segundos. No se
vale redondear. El aprendizaje en solución de problemas no depende de problemas complejos ni de haber
llegado a la respuesta correcta. Si usted obtuvo la respuesta correcta, no por eso sabe cómo procedió para ello.

Podemos dar la respuesta correcta al problema: es 12 segundos, pero aún no sabemos por qué. ¿Puede
usted explicar por qué? La respuesta a esta pregunta es la base del aprendizaje en solución de problemas.
Pasemos a revisar este aspecto. Observe el siguiente diagrama:
Observe que en el tercer corte el leñador obtiene dos trozos. Par obtener cuatro trozos, necesita un total
de tres cortes y, si en cada corte tarda tres segundos, en un total de 3 cortes tardará nueve segundos y obtendrá
cuatro trozos.

Observe ahora un segundo diagrama:


Si el leñador tarda igualmente tres segundos por corte, para obtener cinco trozos requerirá cuatro cortes y
tardará en total doce segundos, que es la respuesta correcta, que sí cumple con la restricción de ser un número
entero.

¿Qué fue entonces o que falló? (si es que usted falló, claro está). La aplicación de conocimiento sobre
problemas de regla de tres fue acertada pero no le llevó al resultado correcto. Lo que se requería fue un
cambio de enfoque sobre a qué elementos aplicar dicho conocimiento.

Revisemos ahora el proceso seguido por la mente. A continuación se muestra un diagrama de flujo de la
forma como, generalmente, se procede ante un problema para tratar de resolverlo. Los pasos son:

a. Percibir y caracterizar el problema (en este caso como de regla de tres.) La percepción que tengamos del
tipo de problema nos dice dónde buscar las reglas para solucionarlo. El primer resultado que obtenemos de
esta percepción es considerar el problema como familiar (para el que tenemos reglas que aplicar) o cómo
nuevo (para el que no tenemos reglas que aplicar). Lo primero que usted hizo fue decidir que se trataba de un
problema que se resolvía mediante una regla de tres; es decir, definió en dónde buscar las operaciones que
tendría que aplicar.

b. Localizar una regla (regla de tres) aplicable a esta clase de problemas. Buscó usted en su repertorio el
procedimiento llamado regla de tres, las operaciones necesarias para aplicarlo y la forma de ir decidiendo en
cada caso. Al caracterizar el problema, recuperamos de nuestra experiencia un esquema general de problemas
semejantes que nos dice el procedimiento a aplicar. Se trata de los llamados sistemas de producción que
tienen la siguiente forma:

Y llenamos los espacios libres del esquema con los datos del problema

c. Seleccionada la regla, la aplicamos y obtenemos una respuesta. Aparentemente el problema fue resuelto,
pero al hacer intervenir una condición que no se había especificado y considerar incorrecta la respuesta
hallada:

d. Abandonamos esa regla y buscamos otra. Revisamos nuestras operaciones, procedemos por tanteo, etc.

e. Cuando ya no contamos con más reglas que aplicar, regresamos al inicio de la caracterización y enfocamos
el problema como una situación nueva (no familiar.) A parir de ahí seguimos otro camino diferente y más
general.
f. Elegimos reglas de aplicación general como: ensayo y error, aproximaciones sucesivas, tratamos de
adivinar, etc.

g. Si el problema no se resuelve, al no poder caracterizarlo como familiar, si ya no tenemos más reglas nos
detenemos.

Observe ahora, con detenimiento, el diagrama de flujo de la siguiente página.


Ahora bien, una vez que usted conoce la razón por la que falló en sus cálculos (aplicar la regla a los datos
equivocados) su experiencia se enriquece y añade usted el episodio al esquema que ya poseía de regla de tres.
La siguiente vez que usted recupere dicho esquema uno de los pasos que seguirá será revisar si los datos a los
que va a aplicar el procedimiento son los correctos. Ha habido un aprendizaje en solución de problemas.

Vayamos ahora a las conclusiones.

Señalamos que este modelo nos llevaría a explicar por qué se requiere de práctica extensa y de mucho
tiempo su aprendizaje. La conclusión al respecto es que para resolver un problema requerimos de una base de
datos (reglas) en la que buscaremos cómo resolver cierto tipo de problemas. Estas reglas las aprendemos
manea específica y las agrupamos en esquemas de producción de tipo general, que luego recuperamos y
complementamos con datos vigentes del problema. Por tanto, nos debe llevar tiempo formar una base de datos
extensa que nos sea útil para ser buenos solucionadores de problemas.

Buscamos, también, explicar por qué se trata de un aprendizaje sólo eventualmente alcanzable. En
conclusión, aquí es que no hay garantía de que la persona dé una estructura (organización y jerarquía) a una
cierta profusión de datos aprendidos. Esto requiere de habilidades de procesamiento de información aparte. Si
queremos que el alumno aprenda a resolver problemas, necesitaremos proveerle las condiciones que le lleven
a aprender muchas cosas específicas y a organizarlas dentro de estructuras generales; para lo cual, hay que
enseñarle cómo hacerlo. Luego habrá que enseñarle a localizar y usar esas estructuras ante problemas que
pueda reconocer como familiares.

También dijimos que este modelo nos permitiría administrar de manera más eficiente nuestros propios
procesos intelectuales: cognoscitivos y meta-cognoscitivos. Esta afirmación se basa en resultados obtenidos
por la investigación en transferencia del aprendizaje (aplicar lo aprendido a contextos nuevos) que nos señala
que ello sólo es posible cuando se ha comprendido por qué funciona la estrategia y se sabe cuándo aplicarla.
Conocer nuestros recursos nos permite administrarlos de modo más consciente y, por tanto, monitorear
nuestras acciones y sus resultados, lo que es un factor necesario para el desarrollo de la meta-cognición.

Finalmente, podemos decidir qué tipo de proceso representa la solución de problemas: es un proceso
específico, de aplicación específica, generalizable o transferible sólo a casos que pertenezcan al mismo rango
o dominio de datos. Es un proceso dependiente del contexto.

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