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El MENSAJE DE JAIME

Me llamo Jaime; es de noche y estoy solo en la


calle. A estas horas todos mis compañeros de clase
están acostados. Pero yo tengo que hacer un
trabajo, ahora que nadie puede verme.

Abro la bolsa de deportes que le he cogido


prestada a mi hermano y saco los dos sprays de
pintura que he comprado esta tarde en la droguería
de mi barrio. Yo los quería de un color más serio,
como el negro, pero sólo le quedaban de color rosa,
así que los he cogido. Espero que le guste.

La pared es grande y hago un cálculo mental


para estar seguro de que podré hacerlo bien…
Continúa la historia

Sin pensármelo ni una vez más, empecé a


escribir.
Supongo que te habías imaginado que iba a
hacer un graffiti o algo por el estilo, pero a mí no me
gusta pintar monigotes en las paredes. A mí me
gusta la venganza.
Mientras escribía, pasaron un par de
aficionados a la cerveza. Así que tuve que
agacharme un poco para que no me vieran.
Cuando por fin terminé, cogí la bolsa y los
sprays y me marché.
Antes de irme, te voy a contar todo lo que he
hecho para que no pienses mal de mí.
Arturo es mi mejor amigo, bueno fue mi mejor
amigo hasta que me robó a mi querida Ana. Yo
estaba perdidamente enamorado de ella, pero
seguramente el destino quiso que el muy canalla
separase nuestro amor.
Así que me quiero vengar por lo que me hizo.
Fue hace unos tres o cuatro años, pero es que
soy muy rencoroso. Además, me he quedado sin mi
amigo y sin mi amor y lo mejor de esto, es que
todavía son novios.
Si los vieras… parecen dos locos sacados el
manicomio.
Pero si ese alto, rubio y de ojos azules se cree
que es mejor que yo, está muy equivocado.
Al día siguiente, llegué el primero. La espera
para que vinieran la Ana y el Arturo fue eterna.
Pero… allí estaban agarraditos de la mano.
Cuando Arturo, Ana y todos mis compañeros
leyeron lo que ponían…” Arturo, el típico paleto que
se cree un chulo, duerme con un osito y con
pañales”.
Todo el mundo se echó a reír y la Ana lo miró a
la misma vez que se soltaba de la mano.
El muy estúpido estaba rojo, como mi corazón
muerto de amor por Ana.
La historia acabó así. La Ana y yo éramos una
pareja de novios preciosa, la pareja del momento y
el Arturo un paleto, pringo…
Vamos no es porque sea yo, pero creo que me
merezco un Goya o un Oscar.

Laura Guirao 6ºA

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