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Las variaciones en la concentración de O2 arterial no tienen un efecto directo sobre el

centro respiratorio, pero cuando desciende, los quimiorreceptores periféricos se


estimulan enérgicamente transmitiendo esa información por vías aferentes hasta los
centros respiratorios.

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La finalidad última de la respiración es mantener las concentraciones adecuadas de


oxigeno, dióxido de carbono e hidrogeniones en los tejidos. Por tanto, es una suerte que
la actividad respiratoria sea muy sensible a las variaciones de cada uno de ellos.

El exceso de dióxido de carbono o de hidrogeniones es la sangre estimula


fundamentalmente al propio centro respiratorio y aumenta mucho la fuerza de las
señales inspiratorias y espiratorias a los músculos respiratorios.

Por otra parte, el oxigeno no tiene un efecto directo significativo en el centro


respiratorio del encéfalo para el control de la respiración. Por el contrario, actúa casi
exclusivamente sobre quimiorreceptores periféricos situados en los cuerpos carotídeos y
aórticos y estos, a su vez, transmiten las señales nerviosas oportunas al centro
respiratorio para el control de la respiración.

Control químico directo de la actividad del centro respiratorio por el dióxido de


carbono y los hidrogeniones.

Área quimiosensible del centro respiratorio -> existe otro grupo de neuronas, una zona
quimiosensible, situada solo a un quinto de milímetros por debajo de la superficie
ventral del bulbo. Esta zona es extremadamente sensible a las variaciones de la Presión
CO 2 o de los hidrogeniones sanguíneos y excita a las demás porciones del centro
respiratorio.

Respuesta de las neuronas quimiosensibles a los hidrogeniones: probablemente el


estimulo primario.

Las neuronas sensitivas de la zona quimiosensible responden sobre todo a las


concentraciones de iones hidrogeno; de hecho, se cree que los hidrogeniones son quizá
el único estimulo directo importante de estas neuronas. Sin embargo, los hidrogeniones
no atraviesan con facilidad la barrera hematoencefálica. Por esta razón, el efecto
estimulante de las variaciones de la concentración sanguínea de hidrogeniones sobre las
neuronas quimiosensibles es considerablemente menor que el ejercido por las
variaciones del dióxido de carbono estimula a estas neuronas de manera secundaria,
modificando la concentración de hidrogeniones.

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