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El jefe ideal, según usted

Lo invitamos a reflexionar sobre los aspectos que debe cumplir un jefe con
liderazgo

Adriana Bandera* y Roberto James**

Puede ser el dueño de su negocio, pretender serlo un día, o bien estar a la cabeza
de un departamento o equipo dentro de la empresa para la que trabaja. Cualquiera
que sea su caso, lo invitamos a reflexionar sobre los aspectos que debe cumplir un
jefe con liderazgo.

En este análisis está plasmada la opinión de 1422 visitantes de nuestro sitio en


Internet, quienes respondieron el sondeo que realizamos en torno a los rasgos
positivos y negativos que presentan algunos jefes o líderes de equipo. Con esto
buscamos dibujar, con la participación de una parte de los lectores de
Entrepreneur, el perfil de un jefe respetable --para no caer en maniqueísmos entre
el bueno y el malo--, que pueda servir de guía a todos aquellos emprendedores que
busquen ser la cabeza de su propia empresa. Y para quienes ya dirigen un equipo,
este estudio resultará útil para hacer una autoevaluación que les permita detectar
algunos malos hábitos e incluir algunas actitudes que conduzcan a su empresa a un
mayor crecimiento y competitividad.

De acuerdo con los resultados del sondeo, en el que planteamos cinco


cuestionamientos distintos, nuestros expertos se enfocaron en las tres posiciones
dominantes de las respuestas para su interpretación.

El comunicador
Resulta interesante que al responder a la primera pregunta, los encuestados
seleccionaron los tres peores rasgos que puede tener un jefe. Las opciones que
obtuvieron mayor porcentaje fueron: que a los jefes sólo les interesa su bienestar,
sin importar lo que sienten y piensan sus colaboradores; que no asumen
responsabilidad y tienden a culpar a los demás, y generalmente tienden a bloquear
a sus subalternos más talentosos para no poner en riesgo su puesto.

Estas respuestas revelan que los rasgos más penados de los jefes están
relacionados con su propio bienestar y estabilidad dentro del trabajo. Los jefes son
capaces de mentir y culpar a otros con tal de mantener estabilidad y seguridad en
la compañía. Para los encuestados, a los jefes no les importa a veces sacrificar a
sus colaboradores, sin darse cuenta de que para poder escalar niveles dentro de la
organización deben apoyar a sus subalternos en lugar de bloquearlos, ya que de
esta forma el equipo, e incluso el mismo jefe, tendrá oportunidad de sobresalir y
cumplir con los objetivos propuestos.

La gran mayoría de los jefes son percibidos como personas con una gran
insensibilidad y muy poca seguridad en sí mismos. En su actitud y trato hacia los
subordinados dejan de lado la parte humana, centrándose aparentemente sólo en
la parte cuantitativa que puedan generar sus colaboradores.

Un jefe respetable conoce a cada uno de sus trabajadores, sabe escuchar, cuando
es necesario, asuntos que van más allá del trabajo para enterarse de sus
necesidades personales; tiene la humildad de reconocer los propios errores y
resarcirlos. Y, por supuesto, se rodea de personas capaces y con potencial; esto no
sólo le permite lograr un mayor desarrollo personal, sino que contribuye al
crecimiento de la empresa.

El concentrador, motivador y atento


Ahora, respecto a las tres características que son más valoradas en un jefe, los
encuestados eligieron: el poder de convocatoria y convencimiento que puede tener
el jefe en el equipo para ir en una misma dirección; que los jefes deben reconocer
en público y privado el trabajo bien hecho, y la tercera opción es que los empleados
gustan de jefes que logran mantener la calma aún bajo presión y momentos de
crisis.

La primera respuesta, definitivamente, tiene que ver con liderazgo y comunicación.


Lo que buscan los empleados es tener un jefe que sea congruente tanto en actos
como en ideas y que comparta estas con su equipo de trabajo, con el objetivo de
lograr las metas de la empresa. Esto no se gana de manera fácil, finalmente
siempre debe existir una pizca de carisma para poder lograr la convocatoria.

En la siguiente opción, los empleados buscan el reconocimiento de lo que han


realizado, quieren ser parte de los "aplausos" que en muchas ocasiones no llegan
hasta ellos (as) porque los jefes olvidan hacer públicas las felicitaciones que recibe
el equipo. Todos queremos tener al jefe que nos tome en cuenta, que reconozca
nuestros aciertos, pero que también tenga todos los asuntos bajo control. Es decir,
los empleados prefieren a jefes que demuestren madurez y control ante diversas
situaciones, especialmente ante los problemas que puedan tener dentro de la
compañía. Un jefe que controla las situaciones y sus reacciones en momentos de
crisis, tendrá mayor capacidad de respuesta para dar soluciones.

Aún bajo presión, en la medida en que el jefe se altere, grite, dé golpes en la mesa
o sea agresivo, la productividad disminuirá y es muy fácil llevar a la gente que
depende de nosotros a su más alto nivel de incompetencia.

Un jefe respetable busca tener una muy buena comunicación con las personas a su
cargo, empleados o subalternos, transmitiéndoles sus conocimientos o simplemente
poniéndolos al día de los asuntos de la compañía y del área. Motiva a su personal,
reconociendo su trabajo, primero en privado y posteriormente en la primer junta,
en público, o simplemente con un correo, llamada telefónica o al momento de tener
el resultado o logro. Aunque esté bajo presión, este jefe no confunde el desahogo
con la falta de respeto hacia sus trabajadores y no abusa de su autoridad, ni se
siente con el derecho de gritar, asustar y agredir de forma verbal.

La tercera pregunta de la encuesta es muy interesante y aún más la respuesta: los


empleados están dispuestos a trabajar más horas al día con tal de tener al "mejor"
jefe.

Queda claro que esta opción no está relacionada con un sueldo menor ni con dejar
de percibir determinadas prestaciones. Sin embargo, podemos decir que a las
personas, en un buen ambiente de trabajo, con buenas relaciones con jefes y
compañeros, no les importaría quedarse más tiempo en la oficina.
Un jefe de respeto estimula al equipo para que termine sus actividades dentro de
las horas establecidas, en medio de un clima agradable de respeto y cordialidad.

El receptivo y negociador
Finalmente, la mayoría de los mexicanos piensan que estamos liderados por malos
jefes y que ser un buen jefe se aprende mediante la práctica y no con títulos
profesionales. Esta inclinación hacia la parte negativa de la figura del jefe es un
foco rojo. La respuesta refleja que existe una falta de admiración y respeto
profesional de muchos empleados por sus jefes, y hay que preguntarse las razones.

Como jefes tenemos la obligación de analizar los factores que motivan estas
respuestas para mejorar el perfil de los líderes que encabezan a las empresas en
nuestro país. Aunque parezca difícil, el ejercicio de oír lo que piensan sus
trabajadores es muy útil para el crecimiento profesional de cualquier jefe, además
de que su personal se sentirá reconocido y con la libertad y apertura para recurrir a
usted. Esta táctica seguramente permitirá a las empresas de todas las tallas ser
más competitivas.

En conclusión, nadie nos enseña a ser jefes, sin embargo, hoy contamos con una
vasta información, cursos y apoyos en consultoría que pueden ayudarnos a
reconocer nuestras competencias, así como a detectar y trabajar las áreas que nos
están fallando para asumir el compromiso, obligación y responsabilidad que implica
ser jefes.

El jefe respetable se atreve a preguntarle a sus empleados o subordinados lo que


opinan sobre su desempeño y qué es lo que, consideran, debería modificar. Propicia
un ambiente adecuado, de apertura, se muestra receptivo y trata de tener la mente
muy abierta. Si no tiene las herramientas para practicar esta retroalimentación, un
jefe respetable acude a los expertos en Recursos Humanos, o bien, en coaching,
metodología que en corto tiempo ayuda a descubrir y desarrollar aquellas
habilidades para ser un mejor jefe.

El empleado respetable
Y una última reflexión, si como empleados o subordinados pensamos que nuestros
jefes son malos, ¿por qué no hacemos algo para cambiarlo? Nosotros también
tenemos una parte de responsabilidad cuando nos dirigen jefes no respetables,
pero quizá no queramos arriesgar la comodidad de nuestro puesto.

El empleado o subordinado respetable, para tener un jefe que inspire admiración,


deberá apegarse a la sinceridad y hablar con la verdad, basándose en el respeto. El
resultado será su crecimiento profesional y una mejor comunicación con los
superiores y compañeros al interior de su ámbito de trabajo.

*Search & Asociados/Socia Certified Personal & Executive Coach.

**Director de la Incubadora de Empresas del Tecnológico de Monterrey-Campus


Toluca.
Jefe, jefecito, jefazo

La multi-definición del que manda, ¿con quién se identifica?

Eduardo Luis Feher

Aunque el término jefe es universal, en nuestro atribulado país tiene tantas


definiciones, sentidos y conceptos que la lista sería muy larga para el apurado
lector que podría, con justa razón, recordarnos a "la jefa". El término jefe lo
heredamos del vocablo francés chef, y significa: el que manda.

Así, para el mexicano, como para el resto del mundo, el jefe es el que ordena,
incluso con los ojos; el jefazo es el que manda más, mientras el jefecito puede ser
el popularmente mexicano "Gutierritos", destinado a dar tristezas. El jefe es el jefe,
aunque no siempre tiene la razón, pero es el jefe.

Los más cultos, acostumbrados a usar terminología extranjera, nos hablan de


"chief", en tanto el "cheff" (con dos efes) es el jefe, pero de la cocina. Y nos
imaginamos a un gordo, con cara colorada y gorro blanco, al que algún comensal
de inmediato se dirigirá si encuentra algo errado en su platillo, y al que
seguramente le tocará que aparezca nuevamente su jefecita en escena, si no
resuelve la situación de inmediato. Y es que el diminutivo de este término, en
masculino o femenino, es usado por nuestro pueblo con particular dulzura, aunque
a veces tenga una connotación peyorativa: el muertito, el enfermito, el jefecito... y
la jefecita.

Esta última siempre hacía su aparición, como sufrida y abnegada, en las viejas
películas nacionales. Aunque debo decir que una viejecita a quien le pregunté sobre
la abnegación de las mujeres mexicanas me sacó de dudas: "sí mi niño", me dijo,
"las mujeres mexicanas somos abnegadas, pero no tontas, por no decir otra cosa".

Jefe, jefa, jefecito, jefecita o jefazo, como ya vimos, tienen muchos sentidos, que
incluso cambian según la entonación que les demos o el contexto en el que los
usemos, y pueden pasar de lo dulce a lo amargo.

El caso es, amigo lector, que usted es el jefe de todos los que aquí escribimos. Por
lo tanto, puestos de pie y con la mano saludando a la altura de la frente le
decimos: "jefazo...gracias por su preferencia".
Por un liderazgo efectivo

En el camino para convertirse en un mejor jefe, escuche estos consejos

Lourdes Esquivel

Sistematizar fortalezas
Los jefes mexicanos deben aprovechar sus fortalezas en forma ordenada y
sistemática. Ricardo Bolaños considera que deben mantener un esquema de
cercanía con la gente, "agregando componentes de planeación y formalización en la
relación con los colaboradores, tales como: tabuladores de sueldos, descripciones
de puestos, etcétera".

Las distinciones y concesiones selectivas basadas en la simpatía personal o lazos de


amistad, por otro lado, pueden tener efectos nefastos en el área de trabajo. Los
jefes deben mostrar con hechos que la labor de sus empleados será juzgada por
criterios como el cumplimiento, la responsabilidad y el esfuerzo.

Comunicación y reconocimiento
Sin agravio del presupuesto y con escasa inversión de tiempo, los jefes pueden
propiciar y mantener la estrecha comunicación de su equipo (reuniones semanales
o mensuales, mensajes grabados en el teléfono, correos electrónicos, entre otros),
así como motivar a quienes se han esforzado por cumplir su labor (reconocimiento
público y privado, bonos, etcétera).

La comunicación efectiva promueve la detección oportuna de problemas en la


organización; permite que jefes y empleados conozcan la misión, la visión, los
valores y los objetivos de la empresa y, por lo tanto, que el trabajo se organice en
una misma dirección. Además, reduce la rotación de personal que, de acuerdo con
la Asociación Mexicana en Dirección de Recursos Humanos, es uno de los
principales desafíos que tienen los jefes en nuestro país.

Por pequeña que sea la organización, el jefe siempre tendrá la alternativa para
demostrar a sus empleados o subordinados el valor que su trabajo representa
dentro de la empresa.

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