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Con este trabajo se intenta dar una respuesta siempre provisional y flexible a las
relaciones e implicaciones entre educación y complejidad. Para ello se realiza un breve análisis
de las insuficiencias del actual paradigma educativo dominante con el fin de proponer todo un
conjunto de principios pedagógicos y didácticos que pueden inferirse de los operadores
cognitivos de la complejidad.
Abstract
Deconstruct the didactic means understand that the dominant scientific paradigm, the
heir of rationalism and mechanism, has reduced the understanding and explanation of vital
processes, social and educational for elements, diagrams and simple operations in which only
discrete variables involved. The educational processes have ended up becoming mere
mechanical tasks of knowledge transfer in which the role of the person who is educated is
restricted to passively and obediently consume curriculum products to which there is no
possibility to abstain or fast and whose exclusive benefit is in obtaining credentials, meeting
the demands answers and that the market or specialized education officials were asked.
This work tries to answer always temporary and flexible of implications relations
between education and complexity. For this purpose a brief analysis of the shortcomings of the
current dominant educational paradigm to propose a set of pedagogical and didactic principles
can be inferred from the operators'cognitive complexity. 2
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SUMARIO
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Profesor de Enseñanza Primaria. Licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación. Orientador psicopedagógico.
Doctor en Ciencias de la Educación. Miembro del Grupo de Investigación ECOTRANS. UCB. Brasilia.
el que ambos se hacen presentes, lo cual supone aceptar que unas determinadas propiedades
del objeto, del sujeto y del contexto, pueden realmente producir fácilmente el aprendizaje.
Demasiadas preguntas tal vez, pero todas necesarias para señalar que los problemas del
“cómo enseñar”, no son solamente inseparables de las cuestiones esenciales del “qué
enseñar”, sino que además se constituyen en determinantes para la consecución de las
grandes finalidades de la educación. Los medios son los fines y si los medios no están
prefigurados en el fin anunciado, la didáctica general o especial, ya sea ésta arte, técnica,
método, orientación o solemne ciencia de la educación y del curriculum, carecen de sentido
porque separa lo teórico de lo práctico, el sujeto del contexto y el objeto de aprendizaje de su
sentido para el desarrollo humano, como así ha sucedido y sigue lamentablemente sucediendo
en las instituciones escolares, incluyendo en estas a las que forman y educan a formadores y
educadores.
Todos los que hemos pasado por las Escuelas de Magisterio de antaño, posiblemente
recordaremos aquellas pesadas disertaciones en las que nos repetían de forma aburrida e
inmisericorde que el “acto didáctico” se componía de tres elementos, el docente, el discente y
la materia, y que la didáctica era en realidad una ciencia aplicada. De esta forma nos
inocularon la creencia de que aprender didáctica no era otra cosa que memorizar largos
listados de características y consejos que paradójicamente, el profesor de didáctica nos
“dictaba”, pero que obviamente no practica en sus clases, aunque a decir verdad, nos servían
para adivinar lo que un tiempo después preguntaba en los exámenes. Y así comenzamos un
nuevo aprendizaje, el de descubrir que la conocida sentencia popular de “una cosa es predicar
y otra dar trigo”, es absolutamente aplicable también a los formadores del profesorado,
porque al final, todos terminábamos por enseñar con los métodos que nos habían enseñado y
nunca con los métodos y principios que nos habían predicado. (FERNÁNDEZ PÉREZ, M.; 1988)
Casi cuarenta años después de tan singulares aprendizajes, hoy nos encontramos con
una situación similar, aunque paradójicamente enriquecida con megalománicas cantidades de
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¿Para qué hablar de didáctica si sabemos que todo se reduce a pasar exámenes? ¿Acaso
el examinador, el explicador y el administrador escolar pueden aportarnos algo en relación a la
necesaria y urgente reforma del pensamiento? ¿Acaso el alumno papagayo sabelotodo, o el
engreído profesor parlanchín, pueden decirnos algo nuevo acerca de los procesos de
enseñanza-aprendizaje y de cómo estos son procesos vivos indisociablemente conectados en
redes eco-formativas y eco-organizativas? Y es que ahora, aquel viejo “acto didáctico” de tres
elementos que desconsideraba la dinámica de los mismos y el papel fundamental del medio
ambiente y del “factor humano”, ha sido simplificado aun más si cabe. Ahora ya no existen ni
elementos del acto didáctico, sino simplemente medios tecnológicos: el ordenador, el power
point y el proyector, de tal suerte que si alguno de ellos falla, ese día no hay clase, o la sesión
acaba por convertirse en una inconexa improvisación de recuerdos para salir del, en ocasiones
bochornoso espectáculo, de no tener nada que decir.
Lamentablemente hoy, a pesar de que esto ya no los advertía Freire hace más de
cuarenta años, la educación continúa siendo bancaria, antidemocrática, elitista, selectiva,
meritocrática y negadora de las posibilidades de aprendizaje y desarrollo que tiene un ser
humano. Hoy se ha producido una simplificación, una reducción masiva del proceso educativo
al acto de adquirir, copiar y pegar información en las carpetas, trabajos y exámenes a los que
cotidianamente son sometidos los alumnos por la ciega maquinaria de la burocracia escolar. Es
el reino de lo inmediato, de lo útil, de lo eficaz, de lo rentable, un reino en el que se santifica lo
obvio, se margina y desprecia lo crítico y lo complejo se considera peligroso. Basta pues con
que la maquinaria escolar funcione en su tarea de seguir expidiendo titulaciones, pero ya para
esto la didáctica no es necesaria y si acaso así se considera, ya se regulará el procedimiento
administrativo y normativo más conveniente para que profesorado y alumnado cumplan con lo
legalmente establecido. Se niega pues todo lo que suponga vida, relación, interacción,
proceso, autonomía, intuición, creatividad, sensibilidad, humanidad, reduciéndolo todo a pura
norma de boletín oficial, a puro programa curricular, a simple instrucción de evaluación. Y así,
al negar la complejidad, como diría nuestro inolvidable amigo y profesor José García Calvo,
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Solamente interesan los productos y los tramos finales de las etapas, que son los que
marcan y determinan la adquisición de los títulos, pero también las puntuaciones que se
obtienen en las calificaciones, la eficacia, la productividad y el sometimiento a las reglas del
academicismo, que a la postre son idénticas a las del mercado: ganancia, eficacia y
productividad. Se trata pues de la correspondencia entre las reglas del mercado y las reglas de
la educación, correspondencia que devalúa, menosprecia y obstaculiza todo lo que no sea
cuantificable, medible o traducible a certificaciones y acreditaciones, es decir, a productos con
valor de cambio que el sistema expide, independientemente de su valor de uso.
Los sistemas educativos y los mandarines que los administran, son generalmente
incapaces de entender una educación mejor sin no es en términos cuantitativos que impliquen
una mayor sofisticación y un mayor consumo de recursos, cuando el problema radical de toda
educación hay que situarlo en los fines y en qué medida los medios y recursos que se utilizan
son estratégica y tácticamente coherentes con los mismos. ¿Para qué nuevos medios si somos
incapaces de satisfacer fines verdaderamente humanos? ¿Para qué las nuevas tecnologías de
la información y de la comunicación sin con ellas no podemos informarnos ni comunicarnos?
¿Para qué tantos ordenadores sin con ellos estamos reproduciendo viejos y escleróticos
modos de transmisión? ¿Para qué necesitamos adquirir “competencias digitales” si nuestro
alumnado presenta insuficiencias severas en aspectos tan cruciales como la comprensión
lectora o la capacidad y habilidad para preguntar y dialogar? ¿No será que los nuevos medios
están realmente sirviendo para reproducir y ampliar más eficazmente las lógicas pasivas,
acumulativas, academicistas y bancarias de la educación, negando en la práctica las
extraordinarias posibilidades de aprendizaje creativo, autónomo, interactivo y crítico que las
mismas pueden tener?
creatividad, innovación y adaptación dinámica a entornos cada vez más complejos, resulta
obvio por ejemplo, que la enseñanza para el uso de la las nuevas tecnologías como
herramienta para la autoformación y la educación permanente, no pueda quedarse en una
mera alfabetización funcional que enajene y embrutezca a usuarios y consumidores.
Por esta razón, en el mundo de hoy, en el que cada día es más patente la influencia de
las nuevas tecnologías de la información que ponen a nuestra disposición unas posibilidades
que superan sobradamente la capacidad real de las escuelas para proporcionar datos y hechos,
basar exclusivamente la educación en la transmisión de conocimientos, es además de una
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pérdida de tiempo un flaco servicio a los ciudadanos, ya que hoy, las personas necesitamos
más que nunca habilidades, procedimientos, recursos y estrategias para que podamos
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Necesitamos ciudadanos que sepan preguntar, que estén capacitados para pensar, que
sepan expresar sus propias respuestas fruto de la reflexión, la observación y la acción, y esto es
también una opción ética por un modelo de ser humano autónomo, crítico y sobre todo libre y
capaz de afrontar retos para responder a la enajenación y las contradicciones de nuestro
tiempo.
¿Alumnos o personas?
¿Aula o Centro?
El profesorado por lo general y debido a diversas razones entre las que se encuentran
los modelos educativos en que fueron formados y adiestrados, ha poseído siempre una
marcada tendencia a la rutina y al aislamiento. Las culturas profesionales dominantes,
amparadas en la especialización nos han hecho concebir la acción de educar como una suma
inconexa de ofrecimientos y de adquisiciones, ignorando que la maduración personal, el
desarrollo intelectual, el desarrollo afectivo o el desarrollo social, son procesos unitarios que
operan en bloque.
nuestro tiempo. Por tanto, la labor del profesorado no puede reducirse a la transmisión
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¿Conceptos o actitudes?
En los primeros años de la década de los noventa asistimos a la polémica de si son más
importantes los conocimientos o las actitudes y de cómo éstas podían configurarse como
objetos y contenidos específicos de educación y aprendizaje. Hoy desafortunadamente ese
debate no solamente se ha zanjado, sino que ha sido sustituido por un nuevo elemento
curricular que viene a homologarnos técnicamente con las necesidades del mercado: las
competencias básicas. Hablar de actitudes, o hablar de autoaprendizaje a partir de
experiencias de interacción, diálogo, cooperación y construcción colectiva de conocimiento no
resulta ya rentable, porque de lo que se trata es de que cada sujeto se individualice y
especialice en su función con el fin de que pueda adaptarse a las necesidades del mercado
obedeciendo sin rechistar a las reglas impersonales y de privilegio que se nos imponen. Hoy el
problema educativo fundamental consiste en como reproducir una estructura social de
consumidores obedientes hipnotizados por las supuestas excelencias de un mercado siempre
dispuesto a garantizar cuotas cada vez mayores de placer y bienestar material a base de
despilfarro, depredación ecológica y precariedad labora. Hoy el debate consiste en tenernos
entretenidos con falsas diatribas en torno a la “Educación para la ciudadanía” como si esto
fuera un problema técnico o curricular y no un asunta de auténtica emergencia naciona y
planetaria.
Por ello hoy necesitamos más que nunca reivindicar los aspectos formativos, educativos,
madurativos, de desarrollo personal y comunitario que están siendo intencionadamente
silenciados por las fuerzas ideológicas y políticas de una supuesta posmodernidad en la que
todo es débil, flexible y relativo. Necesitamos pues de más y mejor formación humana y social,
de más y mejor formación científica y ecológica, pero esta formación no es independiente del
desarrollo de la conciencia, del compromiso con nuestro medio ambiente y de nuestra
responsabilidad social como ciudadanos y educadores.
b) Desarrollo afectivo o sentimental, en cuanto que son los afectos y los sentimientos los
que nos permiten hacer el balance de nuestra situación, los que nos permiten evaluar la
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¿Consumir o construir?
¿Escolarizar o educar?
Tal y como señala Iván Illich y después de casi un siglo de escolarización en las
sociedades del Norte, los resultados en desarrollo humano no son todavía aceptables, sobre
todo porque las instituciones educativas cumplen una función de "custodia" de las jóvenes
generaciones, y más modernamente de "amortiguamiento" de crisis sociales y económicas.
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un mayor número de personas, sino que es necesario ir más allá. Nos hace falta reorientar la
educación para dar respuesta a las nuevas necesidades sociales, sabiendo integrar el
extraordinario conjunto de posibilidades que hoy nos ofrecen los sistemas educativos
informales y las nueves redes virtuales de comunicación.
¿Enseñar o aprender?
¿Calificación o evaluación?
que desconoce? ¿Qué hay detrás de cada nota en un examen? ¿Un proceso de aprendizaje
significativo y relevante o la recitación memorística de lo que viene en su libro?
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Práctica compleja también porque presupone la selección de unos contenidos y unos
medios: cuando respondemos a los qués y a los cómos estamos optando por una determinada
concepción de los hechos educativos y estamos atribuyendo una finalidad a las prácticas
evaluadoras. ¿Para qué evaluar? ¿Para cumplimentar un deber burocrático que se
corresponde con una función selectiva? ¿O para ayudar a que nuestros alumnos aprendan y se
eduquen?
La rutina de las prácticas evaluadoras tiene como objetivo el alumno, como medio el
examen y como fin la calificación selectiva expresada cuantitativamente. La evaluación de los
procesos, del Centro, del profesor, de currículum, de la misma evaluación, no son prácticas
habituales en nuestras instituciones educativas. Las prácticas evaluadoras están enfermas, y su
patología no sólo procede de la creencia de que es posible la objetividad en las ciencias
sociales, sino también de la función selectiva y competitiva de los sistemas educativos y sobre
todo, de esa tendencia a simplificar y a convertir en rutina los actos humanos que en los
profesores se traduce en la inclinación a enseñar, no con los métodos que nos han predicado,
si no con los que nos ha enseñado.
Hablar por tanto de un nuevo tipo de educación significa comenzar por reconstruir
nuestras prácticas educativas cotidianas a la luz de nuevos valores. Evaluar por tanto significa
atender a la persona de los alumnos para que tomen conciencia de sus logros y dificultades y
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podamos así establecer las estrategias más adecuadas para su potenciación y su mejora. No
tiene ningún sentido continuar permaneciendo con las rutinas examinadoras de siempre y
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habrá en consecuencia que dirigirse hacia un horizonte más cualitativo y educativo del que
hasta ahora venimos ejerciendo.
¿Dependencia o autonomía?
Las más modernas teorías del aprendizaje plantean la necesidad de partir de las
exigencias del sujeto que aprende, con el fin de que ajustándose a ellas podamos conducirlo a
mayores niveles de desarrollo. Sin embargo cuando el profesor facilita la ayuda puntual y
continua, que permite ir paso a paso consiguiendo nuevos niveles de desarrollo cognitivo,
afectivo y social, hay que tener en cuenta también que el proceso de enseñanza-aprendizaje es
un proceso de ajuste, es una especie de andamiaje, en el que el profesor al mismo tiempo que
se adapta al grado de desarrollo de sus alumnos, le va planteando nuevos retos y exigencias
con el fin de que por sí mismo, vaya progresando en la interminable escalera del aprendizaje.
Por tanto, la actual polémica sobre los niveles de aprendizaje y sobre la importancia de
los contenidos, se resuelve bajo el principio de autonomía: exigencia de que nuestros alumnos
trabajen, participen, actúen y adquieran el papel de protagonistas de su propio aprendizaje. El
mejor profesor es aquel que no es necesario, o aquel que es capaz de asumir las enseñanzas
que le ofrecen sus alumnos proporcionándoles permanentemente nuevos retos y exigencias
para que se hagan cada vez más autónomos. O como sabiamente nos señala la sabiduría
oriental «…El verdadero maestro entiende que la iluminación no es el fin, sino el medio.
Tomando conciencia de que la virtud es su meta, acepta el largo y con frecuencia arduo cultivo
que es necesario para alcanzarla. No maquina para convertirse en líder, sino que en silencio
sobrelleva cualquier responsabilidad que caiga sobre sí. No apegado a sus realizaciones, ni
atribuyéndose nada, guía al mundo entero orientando a las personas que le llegan. Comparte
su energía divina con sus alumnos, animándoles, poniéndoles pruebas para fortalecerles,
regañándoles para despertarles, dirigiendo las corrientes de sus vidas hacia el océano infinito
del Tao…» (HUA HU CHING; Siglo VI a.C.).
¿Respuestas o preguntas?
Ahora y sobre todo dado el tiempo que nos ha tocado vivir necesitamos de seres
humanos capaces de hacerse muchas preguntas, capaces de poner en duda el orden social
establecido que se nos presenta como natural, capaces en suma de generar nuevas prácticas y
nuevas alternativas que nos permitan construir diariamente, desde lo más sencillo a lo más
complicado, situaciones de mayor bienestar y de mayor racionalidad.
Democracia o autoridad
para aprender.
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Democracia y autoridad no son pues conceptos opuestos y aplicados a los procesos de
enseñanza aprendizaje suponen poner en marcha procesos de transformación social y
personal. Transformación social porque al poner en marcha procesos colectivos y/o de aula en
los que la participación, el diálogo, la escucha, el acogimiento, la expresión abierta y sincera de
ideas, puntos de vista, el compromiso ante el grupo, la reflexión individual y colectiva, la toma
de decisiones por consenso, el trabajo cooperativo, la rotación de responsabilidades, etc, a
partir de las necesidades y problemas existenciales que los sujetos viven y experimentan,
estamos en realidad produciendo y generando actitudes, y por tanto valores cuya expresión no
es ya una declaración realizada en texto legal, sino el resultado de una forma cotidiana de
estar y de vivir en el mundo.
Ciencia o espiritualidad
Hoy necesitamos más que nunca habilitar espacios de encuentro, reflexión, diálogo,
interacción y construcción para que los saberes académicos y científicos se enriquezcan,
relacionen y mezclen con los saberes de experiencia y de acción, con los saberes éticos,
estéticos y espirituales. Ignorar las dimensiones espirituales del desarrollo humano en nombre
de un supuesto laicismo propiciador de objetividad y neutralidad, es prestar un flaco servicio a
la necesaria y cada vez más urgente cultura de la religación de los saberes, sobre todo porque
si la religión es una cuestión evidentemente privada y ligada a estructuras y jerarquías de
poder, la espiritualidad es en realidad una dimensión más del desarrollo, como pueda ser la
corporal, social, cognitiva o emocional.
Didáctica y complejidad
El pensamiento complejo por tanto, es aquel que es capaz de ver las cosas en su unidad
a partir de su diversidad; el que es capaz de relacionar conceptos e ideas divergentes
construyendo convergencias a partir de sus relaciones; el que puede analizar y sintetizar al
mismo tiempo, construyendo, deconstruyendo y reconstruyendo haciendo emerger lo nuevo.
En consecuencia un pensar complejo es aquel que es capaz de unir, integrar, relacionar,
descubrir conexiones, dimensiones y bifurcaciones, sintetizando y analizando dinámicamente
aquello que aparentemente se nos presenta como contradictorio, yuxtapuesto o disyuntivo.
lo es, sobre todo porque el pensamiento complejo lo que hace es integrar, unir, analizar y
sintetizar al mismo tiempo, tomar conciencia de la provisionalidad y singularidad de los
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procesos. Esto significa que el horizonte de una didáctica desde la perspectiva compleja
necesariamente aparecerán nuevas concepciones del aprendizaje, del curriculum, del papel
del profesorado, de la organización escolar, etc… concepciones, que aunque aparentemente se
nos manifiesten como novedosas, en realidad forman parte del acervo pedagógico que la
historia de la educación nos ha legado. Así por ejemplo, si hablamos de la indisoluble unidad
entre sujeto, objeto y contexto, o de la necesidad del papel del diálogo y la creación de
ambientes estimulantes de aprendizaje, de la indispensable participación activa y protagonista
de los sujetos, o de la función del profesorado a partir de perspectivas éticas y de
responsabilidad social, nos estaríamos refiriendo a la Educación Liberadora de Paulo Freire, a
la Educación Personalizada de Pierre Faure o a la Pedagogía de Celestin Freinet. En otras
palabras: el pensamiento complejo aplicado a la educación y a la didáctica no viene a sustituir
con nuevos métodos y programas los antiguos, sino a recuperar lo que de vivo, creativo,
enriquecedor y liberador tiene lo que realmente hacemos en las aulas, con objeto de
integrarlo y desarrollarlo a partir de nuevas miradas.
A partir de aquí nos resulta necesario hacer una breve incursión en los denominados
«operadores cognitivos del pensamiento complejo» ya que estos nos permiten comprender
mejor los fenómenos educativos en esa doble complejidad empírica y moral por la que es
imposible reducirlos a procesos lineales de causa-efecto, principios de entre los que habría que
destacar los siguientes (MORAES, Maria C.; 2008: 97-113).
Principio sistémico-organizacional
Al igual que la Física Cuántica nos muestra que observador, objeto observado y proceso
de observación son inseparables y forman parte de una totalidad en función del acoplamiento
estructural resultante del intercambio de materia, energía e información, en la acción didáctica
sucede exactamente lo mismo. Sujeto que aprende, sujeto que enseña, contexto de
aprendizaje, objeto de aprendizaje y acciones llevadas a cabo para enseñar y aprender, forman
parte de una totalidad articulada conforme a las relaciones e interacciones que resultan del
intercambio de materia, energía e información. Son entonces los intercambios e interacciones
sociales que se producen en la comunicación didáctica los que van a articular el acoplamiento
estructural: son las vibraciones, estimulaciones, provocaciones, intenciones, motivaciones y
acciones de carácter emocional (energético), las producidas y/o condicionadas por el soporte,
el formato, los métodos o las técnicas de la comunicación (material) y las asociadas al sentido,
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De esta manera si las relaciones del profesorado con el alumnado son coercitivas,
prescriptivas, limitadoras y en general obstaculizadoras de conductas autónomas, creadoras,
cooperativas y dialogantes, obviamente los procesos y resultados que se obtengan no
solamente serán muy escasos en las adquisiciones, sino también propiciadores de aprendizaje
pobres, de bajo nivel y con escasas posibilidades de anclaje y proyección hacia nuevos
aprendizajes.
3. Desarrollar visiones comunes sobre los objetivos de la organización y los fines últimos
que justifican el trabajo profesional.
Principio hologramático
Otro de los principios del pensamiento complejo es el que nos permite apreciar que si el
todo, el conjunto, lo general está formado por partes, elementos y especificidades que
interactúan y se relacionan entre sí, al mismo tiempo las partes y elementos están integrados,
contenidos y subsumidos en las totalidades, conjuntos y generalidades. Decir hologramático
supone entonces constatar que todo está ligado y conectado en relaciones de supraordinación
y subordinación que configuran estructuras en la que el todo está en las partes y las partes en
el todo.
De la misma manera que en cada célula de nuestro organismo está contenido todo el
material genético de nuestra especie, en cada centro educativo, en cada estructura de la
organización escolar, en cada ambiente de aula, están igualmente contenidos los principios,
valores, expectativas y formas de pensar, sentir y actuar del paradigma o modelo de
pensamiento dominante o socialmente aceptado como normal.
Por otra parte y lo que aparentemente se nos presenta como una unidad, como un
elemento estructural de la realidad escolar, es en realidad la manifestación de todo un
conjunto de particularidades que se manifiestan en la diversidad. No existe un aula igual, una
intervención didáctica igual y universal, un profesor igual o un centro igual a otro, porque la
realidad se manifiesta unitaria y diversa al mismo tiempo. De este hecho se deriva que la
organización escolar y la didáctica no pueden concebirse como prescripciones fijas e
inmutables, ni mucho menos como normas burocráticas para regular el sistema, sobre todo
porque el aula, el centro, la acción didáctica, las estrategias metodológicas y las más diversas
técnicas requieren de autonomía, flexibilidad, dado que en última instancia, cada una de las
unidades y agentes que intervienen y forman parte de los centros educativos, son en realidad
estructuras vivas que integran una totalidad viva de otro nivel que es el centro y la comunidad
a la que pertenece.
Aplicar este principio a la acción didáctica significa satisfacer las necesidades que se
derivan de la atención a la diversidad de los educandos considerando que las finalidades
educativas esenciales pasan por ayudar a que se desarrollen personas armónicas, equilibradas,
autónomas para que estas contribuyan a construir unidades de convivencia, trabajo y
cooperación para el aprendizaje y la construcción de conocimiento. Pero significa también
comprender que nada de lo que sucede en un centro educativo, nada de lo que sucede en la
comunidad es indiferente o neutral a lo que acontece en los ambientes de aula y en la
interacción profesor-alumno, sobre todo porque si los modelos de gestión, organización y
administración escolar son verticalistas, rígidos, burocráticos y rutinarios no podrán estimular
y propiciar ambientes estimulantes y enriquecedores para el desarrollo de los procesos de
enseñanza-aprendizaje.
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Principio retroactivo
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Cualquier profesora o profesor sabe mejor que nadie, que todo efecto, toda reacción,
toda conducta es siempre provocada, motivada o inducida por una o múltiples causas que la
producen, pero a su vez, la reacción, el efecto o el fenómeno causado termina por actuar
como fenómeno causante modificando así la causa o causas iníciales que lo provocaron.
Mediante este principio, aplicado a la acción didáctica descubrimos que aquello que
aparentemente creemos que produce determinados efectos, en realidad lo que está haciendo
es generar transformaciones en la propia acción didáctica inicial: cualquier intervención
didáctica es siempre dinámica, porque los efectos que esta produce en las conductas y en el
proceso de aprendizaje vuelve a nosotros induciéndonos a generar una nueva acción sutil,
parcial o totalmente diferente a la que un principio iniciamos. Por tanto la didáctica es algo
dinámico, es algo en permanente cambio, en constante proceso de ajuste y acoplamiento a la
realidad. (NERICI, I.; 1973).
A partir de este principio, podemos constatar que las acciones de enseñar y aprender, la
docencia y la discencia son procesos relacionados y conectados, cuyos resultados no dependen
de la acción unilateral del docente o del discente, sino de la relación y los procesos de
interacción que se establecen entre ambos. La enseñanza por tanto, dada su naturaleza exige
de humildad porque lo que aprendemos no está causado por lo que hace el profesor, sino por
las condiciones ambientales de carácter psicosocial, psicoafectivo y relativas al contenido
material, que hacen posibles interacciones ricas, motivadoras u sugestivas. Pero además, esta
humildad, que se basa en el reconocimiento de que todo ser humano es un sujeto epistémico
con capacidad para construir conocimiento y aprender por sí mismo, se fundamenta también
en el hecho de que realmente nadie puede educar a nadie y nadie tampoco puede educarse a
sí mismo, puesto que los seres humanos «...nos educamos en comunión mediatizados por el
mundo....» (FREIRE, P.; 1975: 90).
Principio recursivo
cuanto que de forma permanente producen condiciones que hacen posible procesos de auto-
eco-organización, en los que las personas que enseñan y aprenden al estar relacionadas en
entre sí y vinculadas al contexto y al objeto de aprendizaje, producen y crean experiencias que
permiten generar siempre diversos aprendizajes y diversas formas y procedimientos de
enseñanza. De aquí que la coherencia y la naturaleza plenamente didáctica de todo proceso de
enseñanza-aprendizaje, dependa del grado y la variedad de experiencias, vivencias, creaciones,
intuiciones, emergencias y retroacciones que se den en dicho proceso. En otras palabras: si en
las aulas no existen posibilidades para desarrollar la creatividad, la intuición, la
experimentación, la innovación y la reconstrucción y recreación permanente de procesos de
enseñanza aprendizaje, los aprendizajes que en ella se produzcan, o bien serán de bajo nivel
(conceptuales, de memoria y recuerdo, burocráticos, prescriptivos…), o serán incoherentes
con los principios didácticos que se derivan del hecho de que los procesos de enseñanza-
aprendizaje son en realidad procesos vivos de naturaleza compleja.
Principio dialógico
todas las construcciones analíticas y dicotómicas son abstracciones que utilizamos para mejor
analizar la realidad, pero que no son la realidad, sino solamente las líneas o elementos
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Principio de auto-eco-organización
el ahora (…) en el amor como emoción central de la historia evolutiva humana, como
fundamento biológico del fenómeno social y como modo de vivir en el respeto mutuo, en la
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Desde una perspectiva compleja, toda teoría, todo conocimiento y en nuestro caso toda
propuesta didáctica, aunque esté fundada en datos y hechos objetivos, realmente no podemos
afirmar con certeza y asegurar con precisión, que dicha propuesta o teoría sea efectivamente
objetiva, sobre todo porque tanto para su creación, expresión, interpretación y aplicación
siempre hay un sujeto humano que la subjetiviza a partir de su propia historia de vida, de sus
narraciones y metanarraciones. El sujeto por tanto forma parte del proceso de construcción y
de reconstrucción de conocimiento, de aquí que no pueda darse por válida y universal
cualquier teoría, propuesta, estrategia metodológica o técnica didáctica. Podemos
aproximarnos mediante el diálogo, la interacción y la vinculación indisociable al contexto, a
grados y esferas de objetividad, pero siempre a partir de la intersubjetividad compartida y la
participación de los sujetos.
Este principio entendido como principio didáctico nos lleva a situar en primer plano el
papel que juegan las personas desde su singularidad; las acciones que desarrollan como
consecuencia y/o expresión de su historicidad, de su biografía y las interacciones que se
desarrollan a partir de los subjetivo como encarnación de deseos, intenciones, afectos,
impulsos, valoraciones e interpretaciones. De aquí que la didáctica, al igual que la educación
no puedan ser en ningún caso neutrales, sino que por el contrario se materializarán siempre en
actos de beligerancia fundados en valores que responden a la singularidad de los deseos y
aspiraciones de cada ser humano. De ahí que toda didáctica, todo principio pedagógico o toda
metodología, por muy positiva y excelsa que se nos pueda presentar, lleve implícita la
posibilidad de ser negada, contraindicada o instrumentalizada por los sujetos, que al ser
sujetos de contradicción y error, podrán en cualquier momento actuar de forma incoherente
negando en la práctica los fines originales pretendidos.
tiene una extraordinaria importancia, sobre todo porque quiebra el tradicional paradigma
curricular de la especialización disciplinar: el hecho de considerar como un beneficio educativo
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Por otra parte lo que sucede en el aula, lo que vivimos en la realidad es siempre algo
completamente diferente a lo que planificamos y a lo que creemos que obtenemos. En
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4. El nivel de las asociaciones simbólicas que dan sentido a las formas de la experiencia o
las construcciones e interpretaciones que se realizan en función de las creencias
personales y las lógicas sociales que dan sentido a los acontecimientos
5. El nivel del lenguaje en el cual el sujeto narra, interpreta, nombra y divide la globalidad
de su experiencia vivida, lo que constituye el campo de las representaciones y
explicaciones conducidas en el lenguaje y el saber conceptual de una cultura o de un
grupo social.
Lo que nos sucede en la práctica, es que al ignorar los diferentes niveles de realidad del
sujeto que enseña y aprende los niveles 1 y 5 se confunden, ignorando así los diferentes filtros
que intervienen en los procesos de construcción de conocimiento. Por tanto un aprendizaje
puede ser catalogado como transformador, si al tomar conciencia de los múltiples niveles de la
realidad de la experiencia, es capaz de eliminar todo aquello que hay de enajenación e
ignorancia en las representaciones construidas que confunden el mapa con el territorio.
Dice Edgar Morin que los seres humanos somos «máquinas no triviales», es decir,
organismos cuyo comportamiento no se puede predecir, no se puede controlar, especialmente
cuando se producen crisis, puesto que toda crisis ya sea social, personal, económica o política
supone un aumento de las incertidumbres, haciéndose así imprevisible cualquier salida o
solución a la misma, por ello es necesario prepararse para lo inesperado porque las soluciones
que solucionaban las viejas crisis ya no nos sirven. (MORIN, e.; 2000: 116 y 117).
El principio de ecología de las acciones pone de manifiesto que «…en el momento en que
un individuo emprende una acción, cualesquiera que fuere, esta comienza a escapar a sus
intenciones. Esa acción entra en un universo de interacciones y es finalmente el ambiente el
que toma posesión, en un sentido que puede volverse contrario a la intención inicial. A menudo,
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la acción se volverá como un boomerang sobre nuestras cabezas…» (MORIN, E.; 2000: 115).
y didáctica, sobre todo porque una de las habilidades y/o cualidades que debe ejercer toda
educadora o educador, es la de hacer frente a las emergencias, la de enfrentarse a lo
imprevisto siendo capaces de reconducir los acontecimientos hacia aquellos lugares en los que
puedan integrarse y aprovecharse educativamente. Dicho en palabras de Freire: todo docente
debe afrontar el riesgo de convertir las dificultades en posibilidades, riesgo que es al mismo
tiempo la base de toda esperanza (FREIRE, P.; 1997: 63). Creer por tanto que por el simple
hecho de que actuemos de una forma supuestamente didáctica, vamos a obtener los
resultados esperados es ignorar que cuando se actúa humanamente, cualquier cosa puede
suceder.
Principio de la enacción
El principio enactivo nos indica que «...toda acción cognitiva es una acción
perceptivamente guiada…» (VARELA, F.; 1997 citado por MORAES, Maria C.: 2008: 108) lo cual
nos indica que el conocimiento no es algo preexistente que nos es dado como algo físico-
material y que está ahí para ser tomado, poseído o recibido, sino que por el contrario es algo
fenoménico que únicamente es activado en determinadas y específicas circunstancias,
circunstancias que cambian constantemente como consecuencia de la actividades que realiza
el sujeto que observa, aprende o conoce en su acoplamiento estructural con el medio
ambiente.
Para Varela, las propiedades y cualidades de los objetos, como por ejemplo el color, no
están fuera del sujeto como una propiedad al margen e independiente de nuestras
capacidades perceptivas, ni tampoco es algo que esté dentro de nosotros, sino en función de
lo que sucede tanto en el interior como en el exterior, función del desarrollo de «acciones
encarnadas» o corporificadas. (MORAES, Maria C.; 2008: 109).
c) Cuidar, vigilar y estar más atentos a los procesos de intercambio, relación, interacción y
cooperación con el fin de que estos sean más educativos, formativos y sustentables,
permitiéndonos seguir trabajando educativamente de forma permanente.
d) Crear espacios externos e internos, en los que profesorado y alumnado como sujetos
complejos, misteriosos y en permanente proceso de cambio y transformación, puedan
proponer, sugerir, expresar y manifestar a partir de todos sus recursos y capacidades de
creatividad e intuición, todas aquellas intenciones, deseos y acciones que contribuyan a
un desarrollo plenamente humano en lo social y en lo personal.
Resumiendo…
A modo de resumen e intentando dar una mayor precisión a las consecuencias que se
derivan de la mirada compleja de los procesos de enseñanza-aprendizaje, proponemos el
siguiente cuadro diferenciador:
PARADIGMA EMERGENTE
PARADIGMA DOMINANTE (tradicional,
(complejidad, ecológico, holístico,
cartesiano, mecanicista, cuantitativo…)
transdisciplinar…)
Importancia del texto y el objeto de estudio y/o Importancia del contexto, el ambiente, el clima y el
aprendizaje. sujeto que aprende.
disciplinariedad.
interdisciplinariedad.
Pág.
Referencias bibliográficas
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paradigma educativo. San Marcos. Lima (Perú).
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MORÍN, Edgar. (1999) Los siete saberes necesarios a la educación de futuro. [En línea] Cátedra
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