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Motor del cambio

Por Roberto Martínez (29-Nov-1997).-

El PAN utiliza la idea del cambio como idea central en muchas de sus campañas
políticas y le ha dado resultado porque muchos queremos vivir en mejores
condiciones y el cambio lleva consigo esta esperanza.

Deseamos el cambio porque llevamos en lo más íntimo de nuestro ser una cosa que
nos pide constantemente que nos superemos: la conciencia. Es una voz inaudible,
pero que sin embargo entendemos porque está dentro de nosotros en el mismo
lugar en donde reside nuestra inteligencia, y por eso, sin necesidad de pasar por
medios externos como el tímpano o la retina, nos aporta información valiosa que
nos ayuda a tomar decisiones.

El primer paso para mejorar una situación suele ser el tomar conciencia del
problema, identificarlo, medirlo, definirlo y jerarquizarlo dentro de un contexto
predefinido.

Por ejemplo, hoy marchan los capitalinos para pedir al Presidente Zedillo que dé
prioridad al combate del crimen.

No van a erradicar los robos a mano armada, ni los secuestros por el simple hecho
de peregrinar desde el Angel de la Independencia hasta el Zócalo. Eso ya lo
sabemos todos, incluyendo los que participen físicamente en el acto, lo que sí van a
lograr es que tomemos conciencia del problema para buscarle solución.

Otra persona que está organizando marchas, pero a nivel mundial, es Bruce Harris,
director de la Organización No Gubernamental Casa Alianz. Esta asociación se
dedica a rescatar niños de la calle en las ciudades de América Latina. Cuando se le
preguntó porqué hace manifestaciones dijo que "es necesario que el mundo tome
conciencia de esta lacra mundial que es el trabajo infantil".
Según Harris, más de 7 millones de niños latinoamericanos se ven forzados a
trabajar en labores agrícolas y fabriles, sin oportunidad de recibir educación y sin
seguro social, por ello marchan para "buscar un consenso global para que los niños
tengan las condiciones necesarias no para ir a caer a una fábrica o a una
maquiladora, sino a la escuela para prepararse para el futuro".

La última marcha será en la Ciudad de México el 1 de mayo de 1998, después de


realizarse en casi todos los países de Latinoamerica, Asia y Africa.

Los problemas más grandes requieren de mayores recursos humanos y económicos


para conquistarlos.

Con frecuencia el dinero falta, pero si la comunidad toma conciencia de una


situación difícil y da prioridad a su resolución, puede con la unión de muchos
recursos humanos suplir las carencias económicas.

Por ejemplo, monseñor Iván Marín López, Arzobispo de Popayán, comentó en el


Sínodo de América, que se está celebrando en Roma para analizar los principales
problemas de esta parte del mundo y proponer caminos de superación; este hecho
que atrajo la atención de todos los obispos presentes en la asamblea.

"Sucedió hace seis meses en una comunidad de éstas, alejada y sin ningún servicio
médico, que una señora esperaba su primer hijo -explicó el obispo colombiano-. La
partera dijo: 'Es imposible que el niño nazca, tiene la cabeza muy grande'. En pocos
minutos corrió la voz de alarma, se organizaron 20 hombres jóvenes que en carrera
de relevos la llevaron durante seis horas hasta encontrar el primer puesto de salud,
llegaron a tiempo, el médico intervino y salvó a la madre y al niño. La gente llama
al niño 'el hijo de la comunidad' ".

Con estos hechos podemos constatar la importancia de este recurso tan poco
aprovechado que es la conciencia, y si tiene un protagonismo tan especial en la
solución de los problemas, creo que vale la pena repasar un poco este concepto, a
fin de que todos tomemos conciencia de lo que es la conciencia.
Podemos definirla como una voz interior que nos llama a una vida nueva. A esta luz
podemos deducir que los conformistas son personas que no escuchan la voz de su
conciencia y los hombres líderes son los que movidos por esta voz no descansan
hasta ver materializado lo que ella les dice.

La conciencia tiene otras cualidades, se desarrolla con los años como la inteligencia
y las habilidades motrices del cuerpo, es una parte espiritual que tenemos que
cuidar y formar.

Es importante hacerle caso porque si la desairamos constantemente acabamos por


domesticarla y silenciarla, lo que nos pone en grave peligro de cometer muchos
errores sin estar plenamente conscientes de ello.

Gracias a que tenemos esta voz interior que nos acompaña antes, durante y después
de los actos buenos y malos que cometemos, el hombre tiene la capacidad de ser
responsable y de contribuir positivamente al bien común.

Quítenle a una persona su conciencia y tendrán un sonámbulo, o en el mejor de los


casos, un sujeto que sólo sabe hacer un número limitado de suertes, como un perro
amaestrado.

A nivel personal, la conciencia nos impulsa como un motor en el camino de la


superación constante a través del servicio a los demás y los actos que fomenten el
bien común.

Es una voz que nos llama y nos pide que no construyamos como las babosas una
concha entorno a nuestra persona, que seamos sensibles a las necesidades de los
demás y que prestemos nuestra ayuda respetando a los demás y a sus conciencias.

Dicen que el hombre prudente es el que actúa según el dictamen de su conciencia.


Por lo tanto, la misma conciencia no sólo nos mueve a la acción, sino también a la
interioridad para que podamos escuchar mejor a esta voz interna y así errar menos.
De cara a esta relación íntima que conviene que desarrollemos con nuestra propia
conciencia, es importante aclarar que la conciencia no es infalible.

Tenemos que formarla rectamente, buscando siempre la verdad del ser humano
(para esto nos sirve mucho un buen libro de ética) y practicando los valores
humanos.

Sólo podemos tomar conciencia y, por lo tanto, ser parte de la solución los que
tenemos el hábito de escucharla.

Si no quieres seguir siendo conformista, parte del problema, siempre seguidor y


nunca líder, empieza hoy a ser un hombre prudente.

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