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I

Cuando estemos en aquél lugar


donde nos permitan tirar los dados
varias veces. Entonces.

Abandonaremos la seda,
brillarán por fin las alas
y el resto cubrirá el suelo.

Y si La Justicia tiene algo que decir


quizá tengamos que asesinarla,
quizá debiéramos empezar así.

En una colina, un bosque de estacas


con ahorcados colgando,
todos ellos de mentira.

Y tienen huevos en los ojos


y larvas entre los ropajes.

Somos la nube de polillas que les niega la luz del sol,


volamos cada vez más alto,
reclamando nuevos dados.

Queríamos ahogar la suerte y mirar al sol


y ahora no sabemos ni hacia dónde huimos.
II

Me enseñaste a hacer juegos de sombras con las manos, pintando la pared con color
negro. Cuando te fuiste continué mirando la pared blanca. Si sólo tuviera un par de
manos...

III

Quizá fuera esto


por lo que tantos lucharon.
Quizá lloraron más los ganadores.
Quizá los perdedores sólo arrastraron una cruz,
ni siquiera tuvieron que pagar los clavos
de sus pies y sus manos.

Son los que se quedan


los que recogen los clavos
y limpian las cruces.

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