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Visibilidad de la adolescencia
Hasta hoy, estamos empezando a ubicar el significado de ser joven, así como
los principales ejes para comprender el fenómeno del cortejo. En principio podemos
afirmar que la adolescencia existe. Aunque parece una obviedad, no podíamos
suponer de entrada que la categoría adolescencia fuera una realidad en esta
comunidad rural. Aparentemente la institución escolar, particularmente la
telesecundaria, delimita un nuevo espacio territorial y temporal que gradualiza las
edades, facilita el contacto entre hombres y mujeres, estrena el discurso de las crisis
vitales y pretende, sin lograrlo, la secundarización de las actividades laborales entre
las muchachas y los muchachos. Si antes se transitaba al estatus de adulto junto con
la maduración sexual, hoy parece haber una etapa de mediación relativamente
reciente en la que los jóvenes y las jóvenes se identifican como parte de un sector
específico, con necesidades, prácticas y territorios propios, así como con
construcciones simbólicas particulares.
Los conocimientos sobre sexualidad en las aulas son mínimos. Al lado de las
actividades pedagógicas, es muy evidente una actitud represora a la participación
activa y crítica, al juego, al noviazgo, a los acercamientos corporales y a las formas
de vestir. Los contenidos de la educación sexual se incluyen como parte de una
nueva materia titulada Orientación Educativa. Como en todo el país, están casi
totalmente enfocados a la reproducción, aunque también se abordan las
enfermedades de transmisión sexual y el sida. Las maestras parecen muy
satisfechas, tanto con los programas videograbados que llegan, como de su actividad
educativa: “Los muchachos lo saben todo y lo han visto todo, hasta cómo se meten
los espermatozoides en el óvulo”, nos dice la maestra de tercero.
El cortejo y el noviazgo
Con esta mínima información las jóvenes y los jóvenes salen de la secundaria
a iniciar una nueva etapa de vida dentro de un menú muy restringido de opciones
futuras: la unión o matrimonio y la migración. Entre los jóvenes de la última
generación casi nadie tiene la expectativa de continuar estudiando. La mayoría de
las mujeres se ha reintegrado a las labores domésticas y los muchachos al campo;
para ambos grupos la fantasía de un mejor futuro está afuera, en el otro lado, lo cual
se expresa como una actitud pasiva de espera; espera de una oportunidad o excusa
para migrar.
En visión de los investigadores apenas empieza a emerger una serie de
prácticas sexuales variadas que nos hablan de una sexualidad galopante, la cual no
se acostumbra llevar a las conversaciones ni reflexionar desde un homosexual que
llega al balneario a tener encuentros sexuales con los jóvenes locales, las
narraciones de mujeres casadas e infieles, las jóvenes embarazadas por un hermano
mayor, la estudiante a punto de ser raptada por el ex novio y, lo que menos
esperábamos, relaciones sexuales dentro del noviazgo y experiencias puntuales de
aborto inducido.