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- Ven para acá, me dijo dulcemente
mi madre cierto día.
(Aún parece que escucho en el ambiente
de su voz la dulce melodía)
- Ven y dime qué causas tan extrañas
te arrancan esa lágrima, hijo mío,
que cuelga de tus trémulas pestañas
6  como gota cuajada de rocío.
Tú tienes una pena y me la ocultas;
6 ¿no sabes que la madre más sencilla
sabe leer en el alma de sus hijos
como tú en la cartilla
cartilla?
?
 6
 ¿Quieres que te adivine lo que sientes?
Ven acá pilluelo
pilluelo,,
que con un par de besos en la frente
disiparé las nubes de tu cielo
cielo..
Yo prorrumpí a llorar. Nada le dije.
- La causa de mis lagrimas ignoro,
¡pero de vez en cuando se me oprime
el corazón y lloro«!
Ella inclinó la frente pensativa,
se turbó su pupila
pupila,,
y enjugando sus ojos y los míos,
me dijo más tranquila:
- Llama siempre a tu madre cuando sufras,
que vendrá muerta o viva;
si está en el mundo, a compartir tus penas;
y si no, a consolarte desde arriba.
arriba.
Y lo hago así cuando la suerte rudaruda,,
como hoy, perturba de mi hogar la calma,
invoco el nombre de mi madre amada,
¡Y entonces siento que se me ensancha el alma!
alma!
 


 
  

 
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uy cargado de leña un burro viejo, ³Aprenda el mal jumento


triste armazón de huesos y pellejo, a tener sufrimiento;
pensativo, según lo cabizbajo, que entre las que habitamos la
laguna
caminaba llevando con trabajo ha de encontrar lección muy
su débil fuerza la pesada carga. oportuna.
El paso tardo, la carrera larga; Por Júpiter estamos condenadas
todo, al fin, contra el mísero se a vivir sin remedio encadenadas
6  empeña, en agua detenida, lodo espeso,
y a más de todo eso,
el camino, los años y la leña.
 Entra en una laguna el desdichado.
aquí perpetuamente nos encierra,
sin esperanza de correr la tierra,
  Queda profundamente
empantanado.
cruzar el anchuroso mar profundo,
ni aún saber lo que pasa por el

 Viéndose de aquel modo


cubierto de agua y lodo,
mundo.
as llevamos bien nuestro destino;
trocando lo sufrido en impaciente, y así nos permita Júpiter divino,
repartiendo entre todas cada día
contra el destino dijo neciamente la salud, el sustento y la alegría.´
expresiones ajenas de sus canas;
mas las vecinas Ranas, Es de suma importancia
al oír sus lamentos y quejidos, tener en los trabajos tolerancia;
las unas se tapaban los oídos, pues la impaciencia en la contraria
suerte
las otras, que prudentes le
es un mal más amargo que la
escuchaban,
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reprendíanle así y aconsejaban:
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oscas de todas las horas,
de infancia y adolescencia,
de mi juventud dorada;
Vosotras, las familiares,
de esta segunda inocencia,
inevitables golosas,
que da en no creer en nada,
vosotras, moscas vulgares,
de siempre« oscas
me evocáis todas las cosas. vulgares,
¡Oh, viejas moscas voraces, que de puro familiares
como abejas en abril, no tendréis digno cantor:
viejas moscas pertinaces yo sé que os habéis posado
sobre mi calva infantil! sobre el juguete encantado,
¡oscas del primer hastío sobre el librote cerrado,
en el salón familiar, sobre la carta de amor,
las claras tardes de estío sobre los párpados yertos
en que yo empecé a soñar! de los muertos.
Y en la aborrecida escuela, Inevitables golosas,
 raudas moscas divertidas, que ni labráis como abejas,
Perseguidas ni brilláis cual mariposas;
 por amor de lo que vuela, pequeñitas, revoltosas,
 - que todo es volar -, sonoras vosotras, amigas viejas,
rebotando en los cristales me evocáis todas las cosas.
en los días otoñales«
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EL ZAGAL
Apacentando un joven su ganado, Y
Gritó desde la cima de un collado:
¡Favor! que viene el lobo, labradores.» LAS EJAS
Éstos, abandonando sus labores,
Acuden prontamente,
Y hallan que es una chanza solamente.
Vuelve a clamar, y temen la desgracia;
Segunda vez los burla. ¡Linda gracia!
Pero ¿qué sucedió la vez tercera?
Que vino en realidad la hambrienta fiera.
Entonces el Zagal se desgañita,
Y por más que patea, llora y grita,
No se mueve la gente escarmentada,
Y el lobo le devora la manada.
¡Cuántas veces resulta de un engaño,
Contra el engañador el mayor daño!
Pues era para el guiso que miraba
Inútil tenedor su largo pico.
La Zorra con la lengua y el hocico
Limpió tan bien su fuente, que pudiera
Servir de fregatriz si a Holanda fuera.

as de allí a poco tiempo,


convidada De la Cigüeña, halla
preparada
na redoma de jigote llena;
Allí fue su aflicción, allí su pena;
El hocico goloso al punto asoma
Al cuello de la hidrópica redoma,
Y+23ÕÕ+Y+45678+ as en vano, pues era tan estrecho,
na Zorra se empeña Cual si por la Cigueña fuese hecho.
En dar una comida a una Cigüeña; Envidiosa de ver que a conveniencia
La convidó con tales expresiones, Chupaba la del pico a su presencia,
Que anunciaban sin duda provisiones Vuelve, tienta, discurre,
De lo más excelente y exquisito. Huele, se desatina, en fin se aburre;
Acepta alegre, va con apetito; archó rabo entre piernas, tan corrida,
Que ni aun tuvo siquiera la salida
Pero encontró en la mesa solamente
De decir: Están verdes, como antaño.
jigote claro sobre chata fuente.
También hay para pícaros engaño.
En vano a la comida picoteaba,
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 dudéis en prestarme;
que fielmente prmet
pagars cn ganancias,
Y+456+ÕÕ+Y+93Õ56+ pr el nmbre que teng
4  
 4   La cdicisa hrmiga
      respndió cn denued,
        cultand a la espalda
$    " las llaves del graner
. !    «¡Y prestar l que gan

     cn un trabaj inmens
        Dime, pues, hlgazana,

      ¿qué has hech en el buen tiemp


: 
  !
«Y, dij la Cigarra, a td pasajer

     cantaba alegremente,


     sin cesar ni un mment
      «¡Hla ¿cnque cantabas
9    9    cuand y andaba al rem
!    
 mues ahra, que y cm,
      baila, pese a tu cuerp

      
/
En casa de un cerrajero
Entró la Serpiente un día,
LA SERmIETE Y la insensata mordía
En una Lima de acero.
Y Díjole la Lima:
LA LIMA El mal, Necia, será para
ti;
¿Cómo has de hacer
mella en mí,
Que hago polvos el
metal?»
Quien pretende sin razón
Al más fuerte derribar
No consigue sino dar
Coces contra el aguijón.
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