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Deconstructing Haya de la

Torre (Primera Parte)

Pas de replâtrage, la structure est pourrie.

L'ennui est contre-révolutionnaire.

Vandalismo sincero en pintas del Mayo del 68 francés.

Así es, sus ojos no los engañan. Voy a escribir sobre aprismo y me he
irrogado la licencia de inscribir en una misma hoja deconstructing, Haya de la
Torre y mayo del 68 français. Sé que para muchos mayores de 35 años y ciertos
jóvenes burócratas ministeriales que no disfrutan del rock n roll y la pintura de
Andy Warhol, las líneas siguientes serán más insultantes y heréticas que las
propias vociferaciones de Eudocio Ravines o más recientemente, Nelson
Manrique. Y aunque esto último me tenga sin cuidado, estoy seguro que la
imaginación y el burlesque habrán de redimirme.

Si me preguntarán ahora mismo el por qué de estas líneas, contestaría en


el acto dos palabras: “por joder”, a las cuales les seguirían unas risas socarronas
pero vanidosas, como para no caer en lo chabacano y mantener lo dandi y luego,
argumentaría racional, moderada y solemnemente motivos tales como
reivindicación, la ética y la moral, la renovación de los cuadros, en ese sentido,
apelaría a recursos retóricos vetustos, arcaísmos y finalmente citaría a Haya de
la Torre, descontextualizándolo y omitiendo a todos los demás pensadores
apristas. RECOMENDACIÓN: No olvidar finalizar todo discurso o
conversación con el tantas veces mentado COORDINAMOS, mientras hacemos
la respectiva mano auricular, que lo hace ver a uno tan competente y serio como
nuestros secretarios de organización.

NO, todo lo anterior se lo dejo al 95% de los militantes (estimo ese


porcentaje debido a que también los he visto en mi universidad), a mí no me
sale muy bien, se me sale lo postmoderno y terminan por llamarme perro
comunista o esbirro liberal, la cual se suma a la gran retahíla de presunciones iuris
tantum que tengo que enfrentar por el sólo hecho de ser estudiante de la
Universidad Católica (comunista, sodomita, pequeño burgués por decir algunos
nada más).

Si existe un telón de fondo para estas líneas es la debacle aprista de la


cuales muchos hemos sido observadores y otros participantes. Es posible
encontrar ciertos atisbos proféticos en la obra de Haya de Torre (cada ser lleva
dentro de sí la semilla de su propia destrucción o algo por estilo si es que no estoy
confundiéndome con el argumento de alguna película de Hollywood) y así
también, como precedente, en ciertas actitudes suyas (Ramiro Vs. Manuel). En
ese sentido, me tomo la licencia de desmitificar (el título del artículo ya debe
haberle dicho algo, avispado lector) o burlarme de ciertas tendencias, las cuales
dificultan el normal proceso y evolución del partido, pero que por sobretodo,
me joden incalculablemente. Sin embargo, este no es un ensayo con valor
académico, ni pretende serlo, mientras más light mejor, sino vean a la gran
mayoría de los que se autodenominan intelectuales apristas, que prosperan con
las mismas peroratas o peor aún, los defensores del pensamiento aprista, los cuales
poco o nada han aportado, tan sólo gente para las marchas, menuda apuesta
por la democracia.

Empecemos con algo très sympa.

Quienes nos aproximamos a al aprismo, entendido este más que una


institución o una doctrina, es en el día a día del militante común, el vínculo que
lo ata con otros militantes, que como él probablemente tenga un padre aprista o
algún familiar aprista como sucede en la gran mayoría de los casos, entonces, el
aprismo es esencialmente un elemento subjetivo con tendencia
omnicomprensiva y punto. Si eso último es nocivo o perjudicial, lo dejó a
criterio de cada uno, pero la tónica de estas líneas ya deben haberle dicho algo.

Lo nocivo, creo, es que no se reconozca la potencialidad de dicha


subjetividad (impregnada no sólo de valores, sino también de traumas e
incomprensiones) que no se ha sabido sublimar o depurar. Se maneja mucho
esta separación tajante entre el sujeto (militante) y el objeto (aprismo), el cual es
un rezago de la modernidad, una modernidad que las elites y las bases no
quieren abandonar, ya sea, por miedo, conformismo o seguridad. El llanto por
un pasado glorioso de unos cuantos vejetes se ha convertido en la educación
sentimental de muchos militantes, los cuales añoran un pasado que no vivieron
ni vivirán, maquillado a más no poder, y nunca más emulado.

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