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marzo 2010

san cristóbal. frontera de mil caminos.venezuela

año 2 No. 19

canal/intercambio de saberes/ expresión comunitaria/ información urbana/ cultura ciudadana / construcción del poder popular

apología del apagón Somos adictos al sexo, a la velocidad, a los espectáculos, al plástico, pero somos
adictos, sobre todo, a la luz eléctrica. No hay nada de extraño en nuestra dependencia
energética; sin ella ni la industria ni la sanidad ni la cultura serían ya posibles. Lo
extraño es nuestra dependencia estética; el hecho, es decir, de que esa luz que el
novelista inglés Robert Louis Stevenson consideraba, por contraste con la del fuego,
“un horror para realzar otros horrores”, nos parezca tan hermosa, hasta el punto de
que su prestigio se utiliza para reforzar todas las otras adicciones. La Razón, que los
franceses llamaban les lumières -las luces- sólo necesitaba una lamparita para
activarse; las luces que persiguen y destierran hoy todas las sombras han acabado por
ofuscar y cegar a la Razón misma. ¿Necesitamos tanta luz? ¿Es realmente bonita la luz
eléctrica? ¿Es de verdad interesante una luz que no produce sombras?
La sombra, que es la ropa del tiempo, ha sido arrancada de todas las superficies en un
frenesí de vatios, trapos y cosméticos. No sólo hemos acabado por identificar la
seguridad, la higiene y la belleza con la luz eléctrica sino que también la asociamos a la
emoción del espectáculo. Al contrario de lo que le ocurre a la razón, nada inmóvil y
oscuro puede atraer la mirada del consumidor.
Y sin embargo, el primer espectáculo, aquel que define al ser humano como
precisamente humano, aquel del que ha surgido todo lo que hemos hecho y todo lo que
somos, tiene que ver con la oscuridad y la quietud. El exceso de luz del capitalismo, lo
sabemos, tiene un coste ecológico insostenible: el mediodía perpetuo de las grandes
ciudades -mientras 2.000 millones de personas permanecen a oscuras- consume 1,5
Gtep de energía eléctrica, del que el 81% procede de centrales termoeléctricas
. Pero la llamada “contaminación lumínica” no tiene sólo un coste ecológico de
dimensiones catastróficas; se acompaña también de una catástrofe cultural, estética,
antropológica. En el campo, en una noche sin luna, pueden verse a ojo desnudo hasta
2.500 estrellas. En las ciudades, donde vive ya la mayor parte de la humanidad, si
levantamos la cabeza (¿y quién va a levantar la cabeza habiendo escaparates
iluminados a un lado y otro de la calle?) apenas si alcanzamos a distinguir entre diez y
doscientas estrellas, según se viva más o menos cerca del centro urbano.
el 93% de los habitantes de Estados Unidos, el 90% de los europeos y el 40% de la
población mundial vive en un permanente y artificial claro de luna. Pero más
inquietante aún: el 80% de los estadounidenses, el 70% de los europeos y más de un
cuarto de la población mundial vive en un falso plenilunio ininterrumpido. Para ellos -
para nosotros- nunca llega a hacerse realmente de noche, de manera que hemos
perdido la posibilidad de ver la Vía Láctea; es decir, la galaxia en la que habitamos y
que nos permite orientarnos en el cosmos. Nuestros cielos son tapas o valvas que
ocultan el firmamento. Como moluscos, estamos encerrados dentro.
¿Es muy grave esta pérdida? En uno de sus más famosos poemas de amor, Neruda
escribió: “ La noche está estrellada y tiritan, azules, los astros a lo lejos”. Al final de una
de sus más famosas obras, el filósofo Kant escribió: “Dos cosas llenan el ánimo de
admiración y respeto, siempre nuevos y crecientes, cuanto con más frecuencia y
aplicación se ocupa de ellas la reflexión: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral en
mí”. Y en uno de los pasajes de una de sus más famosas novelas, Joseph Conrad
escribió: “Era una de esas noches claras, estrelladas, cubiertas de rocío, que oprimen
relámpago del catatumbo el espíritu y aplastan nuestro orgullo con la brillante prueba de la terrible soledad, de la
oscura insignificancia desesperada de nuestro planeta”.
¿Y qué? ¿Es tan grave no poder escribir ya frases como ésta? ¿Habrá que conservar las estrellas por cursi elitismo literario? No. Fueron necesarios millones de
años de evolución para que una criatura viva se irguiese sobre sus pies, rellenase su casco craneal y levantase sus ojos hacia las estrellas. Desde allí se vio,
desde allí se conoció, desde allí interiorizó sus límites: mediante ese gesto de alzar la cabeza hacia el cielo para compararse con él, un animal -y sólo ése- se
hizo humano. El amor, la moral, la razón, la conciencia de la mortalidad -que es de lo que hablan Neruda, Kant y Conrad cuando evocan las estrellas- son
inseparables de esa transformación. Y la contaminación lumínica, por tanto, tiene el efecto de un retroceso catastrófico en la evolución filogenética de la
Humanidad. En un tiempo estuvimos encerrados en valvas, escamas, plumas, pieles, sin ninguna salida a la luz; hoy estamos encerrados precisamente en
nuestra luz, de la que no podemos salir hacia las estrellas.
Es imperativo desintoxicarse de la luz eléctrica, reacostumbrarse a la belleza de las sombras, recuperar el misterio y profundidad de la razón. Sí, me voy a
atrever a hacer una apología del apagón: del apagón controlado, relativo, igualitario, liberador, humanizador. De ese apagón que embridará los vatios y
desnudará los astros, velados por un puritano exceso de luz. De ese apagón que apagará Dubai y Nueva York y encenderá la Osa Mayor. De ese apagón, en fin,
del que depende, en materia y en espíritu, la posibilidad misma de formar parte de la Humanidad.
¿Es apagón? ¿O es revolución?

bulevardossier@gmail.com
comunicación
Asocial ...lo que usted deja de saber por culpa de los medios de deformación
En ese marco, se produjo un incidente violento entre yukpas de las
comunidades vecinas Chaktapa y Guamo Pamocha, el 13 de octubre de
2009. Un día antes, el gobierno había entregado miles de hectáreas a tres
comunidades de la etnia que aceptaron los parámetros oficiales para las
demarcaciones.
La discusión entre la gente de Chaktapa y la de Guamo Pamocha degeneró
en violencia y hubo disparos de escopetas desde ambos lados, que
terminaron con la muerte de Eber García, yerno de Sabino Romero Izarra,
y de Mireya Romero, hermana de Olegario; otros tres indígenas fueron
heridos con disparos, y algunos más con golpes.
“no nos cruzaremos de brazos. Si los meses Están presos y comenzaron a ser juzgados por el incidente Olegario e
Israel Romero (menor de edad) y Alexander Fernández, quien pertenece a
pasan y nuestros caciques siguen presos, la vecina etnia wayúu, además del cacique Romero Izarra, quien tras ser
con riesgo para sus vidas y la fuerza de atendido en un hospital quedó prisionero en el Fuerte Macoa, un cuartel del
ejército en la región.
nuestras comunidades, entonces La jueza del caso, Judith Rojas, negó la petición de la defensa para que
entregase el caso a la jurisdicción indígena. La apoyó la sala de
ocuparemos otras ocho o 10 haciendas…” apelaciones de la región, en la ciudad de Maracaibo, capital del petrolero y
occidental estado de Zulia.
El artículo 260 de la carta magna establece que “las autoridades legítimas
Sabino Romero Martínez, de los pueblos indígenas podrán aplicar en su hábitat instancias de justicia
cacique segundo de la comunidad Chaktapa con base en sus tradiciones ancestrales y que sólo afecten a sus
integrantes, según sus propias normas y procedimientos, siempre que no
sean contrarias a esta Constitución, a la ley y al orden público”.
Las comunidades indígenas yukpa, que protagonizaron refriegas por el sistema
gubernamental de reparto de tierras en el extremo oeste de Venezuela, reclaman la Ambos flancos de la Sierra de Perijá, al este los estados venezolanos de
libertad de sus dirigentes presos para poder juzgarlos según sus leyes Zulia y Táchira, y al oeste los departamentos colombianos de La Guajira,
ancestrales.“Tenemos nuestra cultura, nuestra justicia. Podemos juzgar y castigar a Cesar y Norte de Santander, constituyen una gran cuenca carbonífera con
culpables de algún daño a la comunidad sin que nuestros caciques estén presos bajo la ley presencia de compañías transnacionales.
de los watía (criollos)”, dijo el joven Sabino Romero Martínez, cacique segundo de la En el caso de los yukpas, se les arrincona a parcelas en una franja que les
comunidad Chaktapa, a las puertas del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) en Caracas, privaría a la vez de tierras planas en manos de ganaderos a quienes el
donde un grupo de indígenas y activistas de derechos humanos reclamó, el pasado viernes Estado no quiere indemnizar, y de la franja fronteriza con Colombia, que se
12 de marzo, una respuesta a una solicitud de amparo para que “se restablezca el reservan los militares.
derecho que tienen el pueblo yukpa y todos los pueblos indígenas de Venezuela (36 etnias
con unas 600.000 personas) a ser juzgados por sus propias leyes, a partir de su
cosmovisión, usos y costumbres”. El trasfondo del conflicto está en la lucha de los yukpas
por la demarcación y posesión de sus tierras ancestrales, que comprenden planicies al
oeste del lago de Maracaibo y áreas de la Sierra de Perijá, que marca parte de la frontera
con Colombia, un territorio a entre 600 y 700 kilómetros al occidente de Caracas. Las
mejores de esas tierras fueron ocupadas a lo largo del siglo XX por ganaderos criollos, y los
12.000 yukpas viven en pobreza en áreas de montaña deseadas por empresas mineras
trasnacionales del carbón. El gobierno rechaza entregar a ese pueblo un territorio
indivisible y propone en cambio asignar parcelas a las decenas de comunidades de esa
etnia.
...Y yo que la lleve al rio, creyendo que era mozuela...pero tenia marido

se estrella un automóvil,
a la salida de moscú. el conductor
emerge del desastre y gime:
Ahora todas las cosas se echan a perder antes de los cinco días
de comprados, y no le podemos reclamar a nadie. –mi mercedes... mi mercedes...
Ni el departamento de reparaciones funciona, de modo que nuestra casa va día a
día llenándose de cosas lisiadas, de radios tartamudos, de cámaras fotográficas
alguien le dice:
ciegas, de sentimientos que vinieron
equivocados de fábrica.
–pero señor... ¡qué le importa el auto!
De melancólicas sillas rotas que andan por toda la casa pidiendo limosna con su ¿no ve que ha perdido
muleta debajo del brazo, de ganas de vivir que se frustran
dada la pésima calidad de las baterías. un brazo?
Usted no sabe lo lamentable que es dormir en una
almohada a la que se le botan los sueños.
y mirándose el muñón sangrante,
O cada despertar tener que apresuradamente saltar a correr las cortinas para
el hombre llora:
evitar que a la única ventana se le siga botando el paisaje.
–¡mi rolex mi rolex!
No sé cómo llegué el otro día a la estación de servicio, pues resulta que
a lo largo de todo el viaje se me había venido
botando la vida por el camino sin darme cuenta.

En los basureros de las ciudades hay cantidad de infelices que viven de las cosas
que se les botan a otros; de lo que el tiempo va acumulando
de las casas a las que se les botan los recuerdos.

Nosotros, los solitarios transeúntes de la noche nos ocupamos de recoger esas


materias de desecho para tener algo de qué vivir, bajo este miserable cielo de tan
mala calidad que se le botan las estrellas.

Ni siquiera nos queda el recurso de morir para de algún modo escapar de éste
infierno en el que sin merecerlo nos encerró vivos el sistema de la libre empresa,
porque nos sobrecoge el temor de que vayamos a parar a uno de esos
cementerios cuya primera cuota pagamos con tanto esfuerzo y entusiasmo y
mas sobre consumo...
resultan ser de tan pésima calidad que a los 3 ó 4 días de http://www.nodo50.org/consumirmenosvivirmejor/
enterrados ya empiezan a botárseles los muertos. http://www.consumehastamorir.com/
nos han dominado mas por la ignorancia que por la fuerza

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