El miedo del mundo dibujado en tu espalda con arañazos y pintalabios rojo. Paisajes en la carne. Mirándome a los ojos gritándome mientras te callas. Falsos ídolos colgados del techo becerros, corderos, dorados todos, flotando en este silencio. Vamos a pudrirnos, dices sin separar tus labios. Ven. Puedo oírte respirar, puedo oír cómo te mueres, ahora puedo oírlo todo.