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Pablo

Antonio
Cuadra
Una raya larga y roja en el
polvo de la historia

BIBLIOTECA
DIGITAL DE
AQUILES
JULIÁN

Muestrario de
Biblioteca Digital Poesía 66
Coeditores:
MÉXICO
Fernando Ruiz Granados
2
José Solórzano
José Eugenio Sánchez
ARGENTINA
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Francisco A. Chiroleu
Patricia del Carmen Oroño
Una raya larga y roja en
Ángel Balzarino
Fernando Sorrentino
Claudia Martin Trazar
el polvo de la historia.
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Aníbal Rosario
Pablo Antonio Cuadra, Nicaragua
José Alejandro Peña
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ESPAÑA
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distribuida por Internet
Losu Moracho
Rocío Parada
HONDURAS
Muestrario de Poesía 66
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VENEZUELA
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URUGUAY Aquiles Julián, República Dominicana.
Marta de Arévalo
APLA Uruguay
COLOMBIA Primera edición: Diciembre 2010
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PERU
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3

Contenido

Extravíos, desventuras y aciertos de un escritor / Aquiles Julián 5


Oración por Joaquín Pasos 24
El cacao 24
Nonantzin 29
República de poetas 29
Epitafio de un poeta 30
Una nueva cerámica india 30
Pedro Urdemales 31
Por los caminos van los campesinos 32
La estrella vespertina 33
Niña cortada de un árbol 33
Tigre muerto 34
Escrito junto a una flor azul 34
Lamento de la doncella en la muerte del guerrero 35
La noche es una desconocida 35
Interioridades de dos estrellas que arden 36
Escrito en una piedra del camino cuando la primera erupción 36
El nacimiento de Cifar 37
Escrito en un árbol 38
Tomasito, el cuque 38
Juana Fonseca 39
El maestro de Tarca 42
El niño 43
Abuelo, en la noche 43
Exilios 44
El testamento 45
El Panamá 47
Autosoneto 49
Albarda 49
Camino 51
4

El ángel 52
El cementerio de los pájaros 52
El indio y el violín 53
Mujer reclinada en la playa 54
Riverside 55
Meditación ante un poema antiguo 56
Canción de Granada y el mar 57
Elegía al Gozquemudo o perrillo de indias 58
Una raya larga y roja en el polvo de la historia 59
Patria de tercera 64
El vaquero de Apompoa 65
Thálatta, memoria y navegaciones 66
Memorias / La Tribu 76
El abuelo / memoria 85
La calavera de 88
Invención de la sirena 89
Paco Monejí 90
Ars poética 91
Piolín 92
El nacimiento del sol 93
Mitología del jaguar 93
Himno nacional en vísperas de la luz 94
Si la poesía nace junto al verbo 96
El otro 97
Apólogo con elefante 98
El hijo de septiembre 101
Canto de los cortadores de madera 101
Epigramas 102
La ceiba 103
En el calor de agosto 105
Mis cariátides 105
Urna con perfil político 107
Manuscrito en una botella 107

Pablo Antonio Cuadra / biografía 109


5

Pablo Antonio Cuadra: extravíos,


desventuras y aciertos de un escritor
latinoamericano.

Por Aquiles Julián

“Si Darío es el poeta que universalizó a Nicaragua, y le


dio a América Latina una proyección mundial que para 1900 no
tenía, Pablo Antonio Cuadra es el poeta que le dio a Nicaragua
una voz propia y auténtica, expresando en palabras simples y
símbolos plurívocos, la complejidad del ser nicaragüense, la
contradicción y el sentido del mestizaje, la conjunción de fe y
poesía, la búsqueda de la belleza en la justicia, la independencia
de pensamiento y la responsabilidad de la acción. No hay, a mi
juicio, en la Literatura Nicaragüense, obra más sólida y más
sostenida que la de PAC”
Nicasio Urbina
Profesor de Tulane University

El nicaragüense Pablo Antonio Cuadra, exquisito y extraordinario poeta, voz mayor de la


poesía centroamericana, es a la vez un exponente de las trampas y altibajos políticos que
han asediado y atrapado a tantos escritores e intelectuales. Muchos: Neruda, Vallejo,
Guillén, Benedetti… , seducidos por el fascismo de izquierda: el estalinismo y el
castrismo. Otros, entre los que se inscribe Cuadra, por el fascismo de derechas y las
tendencias más conservadoras y reaccionarias. Todos, en su momento, negadores y
críticos jurados de la sociedad abierta, de la tolerancia y las normas de convivencia
democrática.

En su caso, felizmente hubo la evolución, a finales de los años ´40, hacia los valores,
principios, creencias y comportamientos que rigen la sociedad abierta, plural y
democrática. Y esa evolución se acrecentó en su constatación diaria de los tristes
resultados de los regímenes de fuerza, tanto los de derechas como los de izquierdas.

Su historia es, en muchos aspectos, extraordinaria. Mucho más su evolución, desde las
fantasías totalitarias hasta las modestas y sensatas lindes de la sociedad abierta y plural.
6

La mayoría de sus contemporáneos nunca pudieron desatar los nudos ideológicos que
los ataban a modelos inhumanos y terribles. Él pudo. Y eso le hace una excepción.

Primeros años
Pablo Antonio Cuadra Cardenal nació el 4 de noviembre de 1912 en Managua, capital de
Nicaragua. Su padre, Carlos Cuadra Pasos fue destacado intelectual y hombre público:
jurista, canciller y diplomático; fundador, siendo canciller de la Academia Nicaragüense
de la Lengua en 1928. Su madre lo fue la señora Merceditas Cardenal. En 1916, su
familia regresa a Granada, ciudad de fuerte raigambre hispana, al pie del volcán
Mombacho y situada en la ribera noroccidental del lago Cocibolca, voz náhuatl, o Lago
de Nicaragua, “mar dulce” como le llamaron los conquistadores, el segundo más grande
de América Latina.

Emparentado y contemporáneo de poetas nicaragüenses de categoría continental como


José Coronel Urtecho, Ernesto Cardenal y Joaquín Pasos, sus primos, Pablo Antonio
estudia en el Colegio Centroamérica, de Granada, regenteado por jesuitas españoles,
mexicanos y franceses. Allí uno de sus profesores, el jesuita mexicano Miguel A. Pro,
beatificado en 1988, estimula su vocación de escritor. En los meses de vacaciones,
Cuadra viaja a la hacienda familiar, un contacto intenso con la naturaleza y con los
campesinos nicaragüenses que nutrirá su poesía y fundamentará su vida, tanto como
definirá su vocación de agricultor.

En 1923, con apenas once años de edad, empieza a florecer su vocación literaria,
alimentada por la biblioteca y el ejemplo paternos.

En 1924 retorna desde París, Francia, a Granada el poeta Luis Alberto Cabrales. Allí
entró en contacto con las corrientes renovadoras de las letras: el dadaísmo, el
surrealismo, el cubismo, el futurismo, etc., y al retornar a Nicaragua llevó muestras y
noticias de aquella convulsión, en medio de un ambiente que practicaba un modernismo
ya esclerosado, ritualizado.

Antecedentes del Movimiento Vanguardista


Y en 1927, Cuadra tiene entonces 15 años de edad, retorna de los Estados Unidos su
primo hermano José Coronel Urtecho, quien no sólo trae información sobre los
movimientos literarios europeos, sino también sobre la new american poetry, así como
sus autores. Urtecho retorna con una alforja llena de libros, antologías, revistas, y una
pasión en torno a la cual se congregan los jóvenes escritores de Granada.
7

El 29 de mayo de 1927, “El Diario Nicaragüense”, de Granada, publicó la hoy


famosa “Oda a Rubén Darío” de José Coronel Urtecho, poema escrito por éste un
año antes, en 1926, en San Francisco, California, al calor del encuentro de Coronel
Urtecho con la new american poetry. Fue una auténtica revolución expresiva que ponía
en cuestión al paralizante modernismo en que bostezaba la literatura por entonces. Al
final de la oda, con humor y sarcasmo (“Soy el asesino de tus retratos”), Coronel
Urtecho escribe:

En fin, Rubén,
paisano inevitable, te saludo
con mi bombín,
que se comieron los ratones en
mil novecientos veinte y cinco.
Amén.

Y antes, en su poema “Contrarrima”, de 1925, escribió:

Al fin murieron las princesas


de Rubén.
Después cambiaron las cosas
en las revistas francesas…

La reacción antimodernista se apegaba, en el fondo, al espíritu mismo de Darío que


escribió: “El clisé verbal es dañoso porque encierra en sí el clisé mental, y, juntos,
perpetúan la anquilosis, la inmovilidad”.

Coronel Urtecho y Dionisio Cuadra dirigen una revista: Criterio. Allí, siendo todavía
un colegial, empieza a publicar Pablo Antonio Cuadra sus poemas, varios de los cuales
luego conformarían su libro, por décadas inédito, “Canciones de pájaro y señora”
(1929-1931), adscritos a la nueva sensibilidad. José Emilio Balladares juzga que estos
poemas fueron “un contrapunto pertinente a la pomposidad y las sonoridades
excesivas de lo menos eximio de Rubén y de sus epígonos, llamando la atención de los
distraídos hacia la verdadera esencia de la poesía”.

El inicio de Vanguardia
Los poetas se reúnen en el campanario de una iglesia en su natal Granada. Allí leen y
comentan poemas, y reaccionan contra el modernismo, devenido caricatura exótica,
8

fórmulas verbales y parafernalia de ninfas, cisnes, heliotropos y canéforas. Frente a la


academia formal, proponen la anti-academia, frente a una fosilización del modernismo
en temas, registros verbales y recursos, que eran burdas copias de Darío, un
coloquialismo que recupera el lenguaje cotidiano, una recuperación del color, la
imaginería; frente al europeísmo y el exotismo modernistas, referentes locales, la
tierra, el indio, el mestizo, el entorno y la cultura nacional.

Una gacetilla publicada en el periódico “El Diario Nicaragüense”, el 17 de abril de


1931 da cuenta de que nació una “reacción literaria de los jóvenes”, los que se
agrupaban en una Anti-Academia de la Lengua, que integraban José Coronel
Urtecho, Luis Alberto Cabrales, Cristino Paguaga Núñez, Manolo Cuadra, Octavio
Rocha, Pablo Antonio Cuadra, José Román, Joaquín Pasos y otros.

Nueve días después, publican su “Ligera exposición y Proclama de la Anti-


Academia Nicaragüense”, manifiesto que firman Bruno Mongalo, José Coronel
Urtecho, Luis Castrillo, Joaquín Pasos, Pablo Antonio Cuadra, Octavio Rocha, Luis
Alberto Cabrales, Mano Cuadra, Joaquín Zavala Urtecho.

En aquel escrito exponían un programa que incluía un Café de las Artes, que dirigiría
luego Coronel Urtecho, un teatrito, cuadernos vernáculos, antologías e informes. Y su
pretensión excedía la puramente literaria: se proponían incidir políticamente en el
presente y el futuro de Nicaragua, como, de hecho, sucedió.

Pablo Antonio empieza a publicar a partir del 14 de junio de 1931 en El Correo, diario
de Granada, junto a Octavio Rocha, un suplemento bisemanal, jueves y domingos,
dedicado a la nueva literatura, que llamó “Rincón de Vanguardia” y que, tras
suspenderlo, reaparece el 10 de abril de 1932 como “Vanguardia”. En esas páginas, el
28 de junio de 1931, Cuadra establece:

“Nuestro movimiento (Movimiento de Vanguardia que llamamos) es


dinamizado por dos fuerzas.
Una: Nacionalizar.
Dos: Hacer un empuje de reacción contra las roídas rutas del siglo XIX.
Mostrar una literatura nueva (ya mundial). Regar su semilla.”

Jorge Luis Arellano puntualiza que estos jóvenes escritores se expresan con pasión y
entusiasmo:
 En contra de la intervención norteamericana, con la que habían crecido.
 A favor del ejército y la proeza del general Augusto César Sandino
 Contra el “espíritu burgués y comercialista” que identifican con los
interventores
9

 Contra el “amado enemigo”, Rubén Darío y la retórica modernista


 Por “la conquista del indio que llevamos dentro”

Entorno político y social del Movimiento


Nicaragua vivía para esos años la segunda intervención militar norteamericana. La
primera intervención norteamericana transcurrió de 1912, autorizada por el presidente
William Taft, a 1925, 13 años. Y de nuevo invadieron en enero de 1927 para intervenir en
la guerra civil entre conservadores y liberales, a favor del poder usurpado por el
conservador Adolfo Díaz, provocando la resistencia militar de los caudillos liberales.

En la intervención de 1912-25, para el año 1924 el U.S. Marine Corps había creado, por
indicación del Departamento de Estado, una fuerza subordinada local: la Constabularia,
“para que establezca el orden una vez que se retiren los infantes de marina
estadounidenses” (Carlos Solórzano). En 1928, la Constabularia daría origen a otra
institución, la Guardia Nacional, bajo el control del Cnel. Robert Y. Rhea (USMC),
fuerza punitiva local para funciones tanto de policía como de contrainsurgencia.

Cuando en 1927 se producen los Acuerdos de Tipitapa o “Pacto del Espino Negro”, árbol
bajo el que se negoció el acuerdo, para poner fin a la guerra civil en Nicaragua, y que
firma el general José María Moncada, líder de los liberales, uno de sus generales,
Augusto Nicolás Calderón Sandino, se niega a suscribir y aceptar el acuerdo, y decide
mantener la lucha hasta la salida de los norteamericanos y constituye el llamado
Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua, el “pequeño ejército loco”.

Desde Las Segovias, Sandino enfrenta a los norteamericanos y al gobierno de su ex –


líder, el general Moncada (1928-1932). Derrota a los norteamericanos y los lleva, en
1933, a salir de Nicaragua. En las elecciones de noviembre de 1932 fue elegido Juan B.
Sacasa.

Los poetas del Movimiento Vanguardista, que habían crecido durante los años de la
primera intervención (1912-1925), muestran expresas simpatías por Sandino y su proeza
y denuncian la intervención norteamericana. Simultáneamente, la reacción nacionalista
rechaza los valores, el sistema de gobierno, el sistema económico y la cultura
norteamericanos. La democracia liberal, el sistema de partidos, el capitalismo, todo es
rechazado por provenir de los odiados invasores. Así, Pablo Antonio Cuadra en su
poema “Intervención” se burla:

Ya viene el yanqui patón


10

y la gringa pelo e´miel.


Al yanqui decile:
go jon
Y a la gringuita:
very güel

Y posteriormente, Cuadra escribirá al respecto: “Todo lo que se puede decir de la obra


de nuestro grupo de vanguardia: de José Coronel, de Luis Alberto Cabrales, de
Joaquín Pasos, debe iluminarse con el fuego de ese momento histórico en que nos
arrasaba el volcán, no geológico, sino político, del Imperialismo. Es el momento en que
el pueblo de Nicaragua suscita una respuesta: la del inmortal guerrillero Augusto
César Sandino”.

El maurrasianismo juvenil
Influidos, quién lo duda, por los sacerdotes jesuitas del colegio Centroamérica, en plena
adolescencia y todavía cursando el colegio, Cuadra y sus amigos desarrollan un
entusiasmo por España y sus antiguas glorias, que es evidencia de la frustración que
experimentan frente a la intervención norteamericana y el desorden impuestos por
caciques y caudillos locales, levantiscos y venales. Frente al modelo político
norteamericano proponen la vuelta al imperio español. Caen bajo la seducción de
Maurras a través de su epígono español, Ramiro de Maetzu, al que escriben llenos de
entusiasmo juvenil. Se hacen pro monárquicos y pro fascistas.

Eugenio Vegas Latapie escribe en sus “Memorias políticas” una muestra de ese
entusiasmo juvenil: “Un día recibí en Acción Española un sobre procedente de
Nicaragua, patria del inmortal Rubén, con algunos recortes de periódico enviados por
un corresponsal para mí desconocido: Pablo Antonio Cuadra. Leí con atención los
artículos y decidí, sobre la marcha, incluir dos de ellos en el número de la revista que
estaba preparando. Uno era del propio Cuadra y otro la reproducción de un discurso
de José Coronel Urtecho.”

El pensamiento del joven poeta y sus amigos es influido por el falangismo español y el
fascismo italiano, que deploran y desacreditan la tolerancia liberal, la sociedad abierta y
plural, y proponen Estados corporativos con gobiernos autoritarios y líderes absolutos.
Al igual que sus referencias peninsulares: Maetzu y demás pro monárquicos de Acción
Española, contraparte hispana de la Acción Francesa de Maurras, proclaman el
autoritarismo, el menosprecio a los valores e instituciones de la sociedad abierta y la
declarada nostalgia del imperio perdido, sublimizado y mitificado, junto a la aspiración
11

de un líder mesiánico que encarne el ideal platónico del gobierno de los mejores,
conforman la ideología dominante en este grupo.

En una carta de 1935 a José María Pemán, Cuadra emocionado declara: “Nuestro
nacionalismo aspira a recobrar la tradición nacional, la cual, lógicamente, nos llevará
a la tradición imperial de la unión centroamericana sólo factible y posible dentro de
los cauces de la Hispanidad.”

La ideología que predominaba en la época es el totalitarismo, estalinista o fascista:


desprecio hacia la tolerancia y la aceptación de la diversidad; nacionalismo exacerbado,
discurso del aplastamiento, la opresión y la exclusión; odio cerval al oponente,
exaltación del exterminio, del derecho a dominar, sea una clase: los estalinistas; o una
raza, los fascistas.

Algo semejante sucedió en mi país, República Dominicana, alrededor de 1930: un


amplio sector de la pequeña burguesía urbana, hastiada de los caudillos semianalfabetos
o abiertamente iletrados que anarquizaban el país y lo mantenían en un estado continuo
de guerra civil; influida por el fascismo italiano, que tuvo como uno de sus promotores
al Lic. Rafael Estrella Ureña, y su concepción del Estado corporativo y del hombre
fuerte, providencial; y rechazando el modelo norteamericano, país que hacía poco nos
había intervenido, se congregó alrededor del hombre fuerte del momento: el general
Rafael Leónidas Trujillo, y lo estimularon a dar un golpe de Estado y asumir el control
del país. Y parecido a Nicaragua, nos condenaron a una cruenta y despiadada tiranía
que, en nuestro caso, duró 31 largos y mortíferos años.

El mito de la “superioridad espiritual”


Permitámonos aquí una breve digresión. El rechazo latinoamericano a la sociedad
abierta, al modelo democrático, tenía diversos motivos, pero una base material
fundamental: nuestra realidad de sociedades agrarias, en donde la propiedad de la
tierra, los inmensos latifundios, la semiesclavitud de indios, mulatos, mestizos, la hacía
inviable. ¿Iban los grandes hacendados y terratenientes a permitir que sus peones
impusieran el poder político y asumieran una fuerza que pusiera coto a sus desmanes y
abusos? Sólo la progresiva urbanización de nuestras sociedades, la creciente
industrialización y el desarrollo de las industrias de servicio, y la continua pérdida de
importancia política, económica y social de la agricultura y la ganadería dieron origen a
la progresiva liberalización de nuestras sociedades y a su democratización.
12

Debo a una mente preclara, al venezolano Carlos Rangel, el más brillante ensayista
político latinoamericano que he leído, y a un libro fundamental: “Del buen salvaje al
buen revolucionario”, que fue entusiastamente prologado por un pensador de la
talla de Jean Francois Revel, la mejor explicación que conozco para entender los
desatinos que nuestro atraso y nuestro rechazo a la sociedad liberal que los
norteamericanos querían imponernos, nos llevó a cometer.

Incluso una mente preclara como la de José Martí cae en inventarse una supuesta
superioridad espiritual de los hispanoamericanos sobre la pragmática sociedad
norteamericana, cuyo desarrollo industrial, cuyo empuje económico y político, cuya
efervescencia, nos sorprendía y desafiaba (es la función de la ideología: disfrazarnos la
realidad). Pretendimos establecer nuestros propios términos de comparación. Y de allí
nació aquel “Ariel” del uruguayo José Enrique Rodó, que verbalizó nuestro rechazo al
modelo económico, político y social norteamericano y nos brindó el falso caramelo de la
“superioridad espiritual” de nuestros pueblos y sociedades en comparación con la
norteamericana. La política expansionista de Theodore Roosevelt y su aplicación del
Big Stick (Gran Garrote), continuada por los presidentes norteamericanos posteriores
y que sólo la Gran Depresión del 1930 pudo romper (irónicamente, bajo el liderazgo de
un pariente de Theodore, Franklin Delano Roosevelt), produjo en nuestros pueblos no
sólo un rechazo al imperialismo y a la abusiva política de fuerza de los gobiernos
norteamericanos de entonces, sino a toda el modelo social, económico y político,
rechazado en bloque.

Poemas nicaragüenses
Para fines de 1933, Cuadra viaja a América del Sur acompañando a su padre que asistía
como delegado nicaragüense a la Conferencia Panamericana en Montevideo, Uruguay.
Consigo carga los manuscritos de sus poemas escritos entre 1930 y 1933.

Al llegar a Chile, pone en mano de la Editorial Nascimiento aquellos poemas, agrupados


bajo el nombre (que es, simultáneamente, declaración y denuncia, afirmación y desafío),
de “Poemas nicaragüenses”. Jorge Eduardo Arellano expresa que fue “…el primer
libro nuevo de tendencia vernácula en Centroamérica, a partir del cual comenzó una
obra fiel a lo nicaragüense que, tras cuatro décadas de quehacer, llegó a la más serena
y hermosa universalización”. El libro se publicó en Santiago de Chile en 1934.

Su primo, el sacerdote y poeta de renombre continental, Ernesto Cardenal, sobre quien


Pablo Antonio Cuadra ejerció una fuerte influencia tanto literaria como política, dice
que “Poemas nicaragüenses” y la rebelión guerrillera dirigida por César Augusto
13

Sandino fueron dos expresiones de un mismo fenómeno de emancipación nacional: en


poesía, contra un extranjerizante Modernismo, vuelto clisé, fórmula consagrada; en
política, contra la sumisión perruna al interventor norteamericano y por una soberanía
inexcusable y merecida. Una opinión similar expresó Carlos Tünnermann Bernhein.

De ese primer libro impreso y segundo producido, escribió Pablo Antonio: “Poetas
amigos de Chile me precipitaron bondadosamente a publicar los originales que llevaba
para leer en mi primer viaje por América del Sur.” El libro suscitó comentarios
formales de autores como la uruguaya Juana de Ibarbourou y el salvadoreño Salarrué.

“…Our son of a bitch”


En 1933, agobiado por la escasez de recursos debido a la Gran Depresión, el rechazo del
pueblo norteamericano a una presencia onerosa y carente de sentido en Nicaragua, las
derrotas que les propinaba el ejército del general Sandino, en el cual los dominicanos
estuvimos honrosamente representado con nuestro Gregorio Urbano Gilbert, y la
imposibilidad probada de vencerlo, el presidente Roosevelt resolvió evacuar las tropas
norteamericanas de Nicaragua.

Se decidió escoger un líder militar local. Y la elección cayó en Anastasio Somoza García,
Tacho.

Tacho Somoza, que no terminó sus estudios primarios, había estudiado Comercio,
enviado por su padre, modesto hacendado, en el Pierce Commercial College de
Filadelfia, período en que por igual aprendió el idioma inglés. Retornó a Nicaragua sin
concluir sus estudios. Durante la revolución chamorrista de 1926 participa y se
autoabroga el título de general.

Al acordar los líderes conservadores y liberales respaldar la creación de una Guardia


Nacional bajo la dirección norteamericana, Somoza al igual que muchos otros miembros
de los partidos Conservador y Liberal se incorpora a dicha institución. Un complejo
proceso de consultas entre el entonces presidente de Nicaragua, general José María
Moncada, el jefe de la Guardia Nacional, general Calvin B. Matthews y el embajador
estadounidense de entonces Matthew Elting Hanna, en comunicación con el secretario
de Estado Henry L. Stimson llevó a la escogencia de Somoza.
14

Evacuadas las tropas norteamericanas y electo un nuevo presidente, el liberal Juan


Bautista Sacasa, tío de la esposa de Tacho Somoza, se convence a Sandino de deponer
las armas y cooperar en la pacificación de Nicaragua.

El 21 de febrero de 1934, luego de que Sandino asistiera a una cena en el Palacio


Presidencial con el presidente Juan Bautista Sacasa, es apresado por una patrulla de la
Guardia Nacional, institución cuyos mandos había determinado ejecutar a Sandino, en
connivencia con el embajador de los Estados Unidos en Nicaragua, Arthur Bliss Lane,
con quien Somoza había consultado antes de ordenar el crimen. Simultáneamente,
tropas asaltan la casa del principal negociador del gobierno, Sofonías Salvatierra, y
asesinan a Sócrates Sandino. Y posteriormente, tropas de la Guardia Nacional arriban a
la población de Wiwilí, donde masacran a más de 300 ex –combatientes del ejército de
Sandino, incluyendo mujeres y niños.

Roosevelt solía decir tanto de Rafael Trujillo como de Anastasio Somoza, con sorna: “He
is a son of a bitch, but he is our son of a bitch”. Él sabía de lo que hablaba. Tal vez debió
autoaplicarse a sí mismo y muchos de sus colaboradores igual expresión. Si aquellos
eran los hijos, ¿quién era the bitch? ¿Estados Unidos?

Los “camisas azules”


El entusiasmo por el autoritarismo fascista, la identificación con el falangismo
peninsular, originó que en julio de 1934, los poetas granadinos junto a otros
intelectuales jóvenes crearan los “camisas azules”, versión local de los “camisas negras”
fascistas italianos.

Los promotores de esta iniciativa fueron, entre otros, Diego Manuel Chamorro, Diego
Manuel Sequeira, Pablo Antonio Cuadra, Joaquín Cuadra Zavala, José Coronel Urtecho
y Luis Alberto Cabrales.

Muerto Sandino, los “camisas azules” ven en Somoza al líder fuerte, autoritario, que
aspiran. Incluso quieren remedar una “marcha sobre Roma” mussoliniana. Alborotan y
llegan a promover la consigna “Somoza Forever”.

En 1935, Pablo Antonio y su primo José Coronel Urtecho, dirigen el periódico “La
Reacción”, órgano de un efímero movimiento político que integró a exvanguardistas.
15

Ese mismo año, 1935, Pablo Antonio Cuadra contrae matrimonio con la joven Adilia
Bendaña Ramírez, su compañera de por vida. Con ella procrearía con el correr del
tiempo cinco hijos.

Asociado con su hermano Carlos inicia actividades de explotación agrícola, ganadera y


maderera, mientras viaja por Nicaragua y navega en el “mar dulce”.

Al año siguiente, 1936, obtiene la licenciatura en Leyes por la Universidad de Oriente y


Mediodía, de Granada, Nicaragua. Aunque se graduó en Derecho, no quiso ejercer la
abogacía y renunció a la carrera.

En 1936 Acción Española publica en España “Hacia la cruz del sur. Manual del
navegante hispano”, textos de Cuadra surgidos a raíz de su viaje a América del Sur.
Anastasio Somoza García, alias Tacho, desde su posición de jefe de la guardia pretoriana
impuesta por los invasores y que él, al igual que hizo Trujillo acá, en Rep. Dominicana,
torció para que sirviera a sus fines personalistas, inició una serie de acciones populistas
que le granjearon simpatías en la población, oportunamente asesorado. El historiador
Aldo Díaz Lacayo cita una declaración del doctor Crisanto Sacasa: “Somoza se impone
porque así lo quiere el pueblo entero de Nicaragua: vean ustedes, vengo de León y allí
encontré que mi padre, mis hermanos y demás familiares son todos somocistas, hasta
los sirvientes de la casa. En Granada, hasta los conservadores en su mayoría
simpatizan con Somoza, lo mismo que en los otros Departamentos. Veo y palpo que así
es la cosa, y creo que nos debemos tragar la píldora del somocismo y buscar la
manera de que sea legal, pues de lo contrario, Tacho (Anastasio) será presidente el
primero de Enero de 1937, con formalismos legales o sin ellos” (citado por Adolfo
Miranda Sáenz: Polémico testimonio).

En mayo de 1936, Tacho Somoza encabeza una sublevación con el tío de su esposa, el
presidente Sacasa. Impotente, Sacasa dimite y Somoza impone su candidatura. Asume
la presidencia formal el 1ro. de enero de 1937.

Del somocismo al antisomocismo


Pablo Antonio, Coronel Urtecho y demás “Camisas Azules” habían incitado a Tacho
Somoza a alzarse con el poder. Ahora eran parte del nuevo poder instalado.

Tacho Somoza tenía en su despacho, según cuenta Knut Walter (The regime of
Anastasio Somoza), fotos de los caudillos nicaragüenses Zelaya, Moncada y del líder
fascista italiano Mussolini, el Duce (Tras la entrada de EE.UU. en la Segunda Guerra
16

Mundial, sustituyó la foto de Mussolini por la de Roosevelt). Pero Cuadra no necesitó


mucho tiempo para darse cuenta de que Tacho Somoza era un gángster, no ese hombre
fuerte de sus fantasías totalitarias. Incómodo con el nuevo régimen, al que sus amigos
“Camisas Azules” adulan y apoyan incondicionalmente, Cuadra se dedica,
provocativamente, a pegar carteles de Sandino. Esa conducta inesperada provoca que
Somoza lo encarcele.

Liberado posteriormente, asume la dirección de “Trinchera”, sección del periódico El


Correo, de Granada.

En la Constituyente de 1938, los “Camisas Azules”, inspirados en el ejemplo italiano,


piden para Anastasio Somoza García la “presidencia vitalicia”, una especie de
monarquía bastarda.

Cuadra mantiene contactos con sus amigos del bando autodenominado “nacionalista”
en la guerra civil española y en una arenga por radio declara: “Somos fascistas”. En 1939
el gobierno fascista italiano le invita a visitar Italia. Aprovechará para también visitar
España, tras el triunfo del bando liderado por Francisco Franco. Sus amigos le despiden
“brazo en alto”, el saludo fascista y falangista. Cuadra visita Italia y España. Su idea en
Italia era visitar en Roma al Duce y “a nuestro amado príncipe D. Juan”. Además, hacer
en el Aventino el “contrajuramento bolivariano para la reconstrucción de nuestro
Imperio”, como escribió en una carta a E. Vegas Latapié.

Tras su visita a Italia, llega a Tetuán en un avión italiano, procedente de Roma, en


agosto de 1939, lugar donde está destinado su amigo Vegas Latapié. Visitó Cádiz, Sevilla,
Santander y estuvo varias semanas en Madrid, donde fue agasajado por sus amigos
monárquicos de Acción Española. Le pide a Franco apoyo en armas para derrocar a
Somoza. Franco la deniega. Al partir, en una carta a Vegas Latapié, declara: “Bien lo
sabes que mi desilusión ante la realidad del nuevo régimen fue casi instantánea.
Bastaba un poco de solidez doctrinaria y el haberle dado aunque fuera una mediana
raíz a mis ideales para que, al conocer España y al palpar sus esencias vitales,
comprendiera que el camino iba torcido, demasiado torcido.”

Al retornar a finales de 1939 a su país, sus amigos del Movimiento de Vanguardia y el


sacerdote Azarías Pallais, su capellán, le agasajan con una cena de bienvenida. Joaquín
Pasos lee un poema coral de bienvenida, en cuya conclusión declama:

“¿Juráis ante Dios y los hombres, sobre la Cruz y la Espada,


dedicar alma y cuerpo a la Cruzada;
hacer en paz o en guerras
la reconquista de las almas y las tierras;
17

recobrar lo perdido,
devolver a la Patria su sentido;
darle su eterna ley
su aliento puro,
vivir para las Españas del futuro
morir por Cristo nuestro Rey?
Sí juro.
Si así lo hiciéreis, Dios os pague en su Gloria,
y el Imperio os lo deba en su Victoria.”

El Taller de San Lucas


Para 1940 publica en España “Breviario imperial”. Cuadra expresa su entusiasmo
ideológico por el fascismo y la restauración imperial hispánica. Como Alfonso Lazo cita
en su libro “La Iglesia, la Falange y el Fascismo”, Cuadra escribe: “La postura
propiamente reaccionaria es la que busca la salud perdida en donde realmente se
encuentra: en la tradición”. Y más adelante, con respecto a los jóvenes indica que estos
“han reaccionado ante el liberalismo y la gran engañifa democrática, pero en lugar de
caer en el materialismo marxista… se han acogido a la política clásica. Política que se
funda en la autoridad unipersonal… y cuya sustancia es la aplicación social de la
filosofía católica”.

Ese año dirige la publicación semanal “Los Lunes”, del periódico La Prensa,
propiedad de sus parientes, la familia Chamorro.

En 1942, los principales escritores vanguardistas se reagrupan en la “Cofradía de


escritores y artistas católicos del Taller San Lucas”. Editan una revista que
rápidamente adquiere prestigio internacional.

De 1942 a 1946 reside en México. Allí su primo, Ernesto Cardenal, se aloja como
huésped en la residencia de Cuadra, dado el cierre por la dictadura de Somoza de la
Universidad de Managua, en que estudiaba. Mientras Pablo Antonio trabaja en una
editorial y ejerce otras actividades, Cardenal estudia filosofía y letras en la Universidad
Nacional Autónoma de México, UNAM.

En 1943, Cuadra publica su poema “Canto temporal”.

El 26 de junio de 1945, Pablo Antonio Cuadra ingresa a la Academia Nicaragüense de la


Lengua, institución que su padre fundó en 1928, siendo canciller de Nicaragua. Su
18

discurso de orden fue “Introducción al pensamiento vivo de Rubén Darío”, un


homenaje al “amado enemigo”.

En 1945 publica su ensayo “Promisión de México y otros ensayos”.

En 1946 retorna a España. Es miembro de la delegación oficial de Nicaragua a XIX


Congreso Mundial de Pax Romana junto, entre otros, a Julio Ycaza Tigerino y Carlos
Martínez Rivas. Un resultado positivo de ese evento es la constitución del Instituto
Cultural Iberoamericano. En El Escorial le nombran presidente de la recién creada
institución. Este Instituto dio origen, posteriormente, a lo que fuera el Instituto de
Cultura Hispánica, hoy transformado en la Agencia Española de Cooperación
Internacional para el Desarrollo.

Publica el libro de ensayos “Entre la cruz y la espada”. En ese mismo año sale el
último número de la revista Taller San Lucas. Tras la Segunda Guerra Mundial y la
derrota del fascismo experimenta una crisis espiritual. Ese sacudimiento le aleja
definitivamente de la ideología y cosmovisión fascistas. Se produce una poderosa
conversión en términos emocionales y espirituales al catolicismo y una asunción de los
valores cristianos.

Justicia poética contra el hijo de nuestras vilezas


Para 1947, PAC, como le gustaba firmar sus artículos, Julio Ycaza Tigerino y Carlos
Martínez Rivas figuran como colaboradores de la revista española “Alférez”. En 1948
viaja de nuevo a España y “Alférez” le dedica una cálida bienvenida.

En 1949 es nombrado Encargado de Negocios en la Embajada de Nicaragua en España.


Publica su libro “Poemas con un crepúsculo a cuestas”.

Para 1950 retorna a Nicaragua e inicia la explotación agrícola de algodón. Dirige,


simultáneamente “Semana”, en Managua. En 1951 funda la Casa de la Cultura. Y en
1952 fracasa como agricultor, tras perder toda la cosecha de algodón. Publica su
poemario “La tierra prometida”.

En 1954 es nombrado codirector del diario “La Prensa”, propiedad de la familia


Chamorro, sus parientes. El medio es visto como opositor al gobierno de Somoza,
además de que comercialmente le hace competencia al periódico de los Somoza
“Novedades”.
19

Una revuelta contra la tiranía de Tacho Somoza, el 4 de abril de 1954, en la que se


involucran fuertemente su primo y discípulo, el poeta Ernesto Cardenal, y también su
pariente Pedro Joaquín Chamorro, ambos miembros de la Unión Nicaragüense de
Acción Popular, UNAP, fracasa. Los fusilamientos, torturas y persecusiones arrecian.
Somoza masacra despiadadamente a los insurrectos.

En 1955, Cuadra fija residencia en Managua.

En 1956 en León, el poeta Rigoberto López Pérez se cuela en una fiesta en La Casa del
Obrero en honor de Tacho Somoza y lo tirotea. Trasladan a Tacho de emergencia a una
clínica de Panamá, donde fallece. Tras la muerte del dictador, por orden del hijo de
Tacho y nuevo hombre fuerte, Luis Somoza Debayle, apresan a Pablo Antonio Cuadra
por trabajar en el diario de la oposición. En la cárcel presencia las torturas y maltratos a
que son sometidos los detenidos.

Uno de sus “Epigramas”, el VIII, Cuadra escribió:

Tanta vileza preñó la ciudad


Ciro: esta ciudad está preñada
y temo
que alumbre un nuevo tirano
Será el hijo bastardo de todos

El hijo bastardo de todos, al que había ayudado a alcanzar el poder y contra el que casi
de inmediato reaccionó, recibió justicia poética.

El pez y la serpiente
Para 1957, PAC publica su obra de teatro “Por los caminos van los campesinos”.
Su primo, el poeta Ernesto Cardenal, ingresa en el monasterio trapense Our Lady of
Getsemaní, en Kentucky, Estados Unidos. Allí se relaciona, y por su vía relaciona a
Pablo Antonio Cuadra, con una amistad que a ambos les enriquecerá poderosamente, la
del poeta y sacerdote norteamericano Thomas Merton, maestro de novicios en la trapa.
Con Merton mantendrá un copioso intercambio epistolar.

En 1958 publica el ensayo “Torre de Dios”. En 1959, PAC obtiene el Premio


Centroamericano de Poesía Rubén Darío y publica en Managua “El jaguar y la luna”,
uno de sus poemarios de mayor relevancia. La influencia de Merton se acrecienta. Una
carta del 13 de junio de 1959 de Thomas Merton a Pablo Antonio Cuadra expresa: “Las
20

tiranías y las compulsiones bajo las cuales vivimos en estos días son una afrenta moral
para el hombre, la imagen de Dios. Y se está volviendo cada vez más claro que nuestra
obligación moral fundamental es resistir la complicidad y la sumisión a cualquier
poder abusivo, ya sea físico, moral o espiritual. Y esto es complicado y peligroso a la
vez.”

En 1961 funda la revista y la editorial “El pez y la serpiente”, la que dirige por más de
cuarenta años. Ese mismo año se integra a la Junta Directiva que establece la primera
universidad privada de Centroamérica, la Universidad Católica de Managua, de la cual
será Decano de la Facultad de Humanidades y director de su Departamento de
Extensión Cultural.

En 1964, y desde ese año hasta su muerte en el 2002, asume la dirección de la Academia
Nicaragüense de la Lengua, institución a la que había ingresado en 1945. El escritor
Julio Ycaza Tigerino fue el secretario de la institución durante dicho período.

Ese año, 1964, inicia en “La Prensa” su columna “Escritos a máquina”. Ediciones
Cultura Hispánica, en Madrid, publica “Poesía” (selección 1929-1962). En 1965 el
Instituto de Cultura Hispánica le galardona con el premio Rubén Darío.

En 1967 publica tal vez el más importante de sus libros de ensayos: “El
nicaragüense”, una reflexión sobre la gente de su país, honda y perspicaz.

En 1968, la Editorial Universitaria, de León, Nicaragua, le publica “Poesía escogida”.


En 1970 publica sus libros de cuentos “Vuelva, Güegüense” y “Agosto”. Y en 1974, la
Editorial Universitaria Centroamericana, de San José, Costa Rica, le publica el
poemario “Tierra que habla”.

Para 1976 publica, editado por El Pez y la Serpiente, en Managua, su poemario “Esos
rostros que asoman en la multitud”. También ese mismo año publica su libro de
ensayos “Otro rapto de Europa”.

Durante todos esos años, desde 1954, va reformando poderosamente sus creencias,
valores y criterios políticos, incorporando aquellos liberales, los que favorecen
regímenes democráticos, abiertos, plurales, que respetan las normas legales, se ajustan a
poderes que poseen contrapeso y límites establecidos, que acuerdan y aplican derechos
ciudadanos y civiles, promueven la alternabilidad, las libertades públicas y el derecho a
la crítica y al debate abierto de las ideas, todo lo contrario de sus ideas juveniles. Eso le
convirtió en una persona con autoridad moral en su comunidad, que se granjeó el
aprecio y respeto de sus conciudadanos.
21

La efervescencia neototalitaria
La tiranía de Tachito Somoza Debayle, que había sustituido en el poder a su hermano
Luis, tras su muerte por infarto en 1967, hacía agua. Una rebelión de la juventud y el
pueblo nicaragüense, hastiado de un gobierno inepto, inmoral, corrupto y mediocre, era
reprimida cruentamente por la dictadura. Pero los tiempos habían cambiado.

En los Estados Unidos, la presidencia de Jimmy Carter abogaba tomaba distancia de los
regímenes de fuerza y promovía la vigencia de los derechos humanos. Las simpatías
hacia la lucha de los nicaragüenses se acrecentaba.

En 1978, Tachito Somoza ordena la muerte del periodista Pedro Joaquín Chamorro
Cardenal, director del diario “La Prensa”. Pablo Antonio Cuadra asume, en ese tiempo
luctuoso, la dirección del principal medio discrepante. Se involucra en el apoyo a las
fuerzas contestatarias sandinistas.

El régimen cubano se compromete en dar soporte al Frente Sandinista de Liberación,


organización de orientación marxista fundada en 1961 por Carlos Fonseca Amador, hijo
de Fausto Amador, administrador de los bienes de la familia Somoza. Oficiales cubanos
participan en los combates de la ofensiva final. La tiranía se tambalea y, finalmente, el
19 de julio de 1979, Tachito Somoza escapa de Nicaragua y el FSLN y sus comandantes
asumen el poder.

Cuadra, que celebra junto al pueblo nicaragüense la liberación, presencia cómo la


revolución sandinista es trágicamente orientada a buscar transformar a Nicaragua en
una nueva colonia soviética en América, al igual que Cuba.

Los comandantes sandinistas que apropian de las propiedades de Somoza y sus


colaboradores y se mudan a las mansiones abandonadas o incautadas. Asesores cubanos
pululan por doquier. Medidas de recorte a las libertades empiezan a imponerse de
manera dictatorial. Los Ortega buscan acallar cualquier crítica, cualquier disensión. Y
eso le enfrenta a Cuadra, quien desde las páginas de “La Prensa” denuncia los nuevos
desafueros.

En 1979, en edición de la Academia Nicaragüense de la Lengua, se publica su poemario


“Cantos de Cifar y del Mar Dulce” y en 1980, en edición de la Presidencia de la
República, de Caracas, Venezuela, su poemario “Siete árboles contra el atardecer”.

En 1983 se inicia la publicación de su Obra Poética Completa, que finaliza en 1989.


22

En 1985 es catedrático en la Universidad de Austin, Texas, EE.UU. En 1986 obtiene el


premio “Rímini”, en Italia. Y en 1987 publica su ensayo “Aventura Literaria Del
Mestizaje”.

En las elecciones celebradas el 25 de febrero de 1990, Violeta Chamorro, viuda de Pedro


Joaquín Chamorro y ex miembro de Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional que
gobernó tras la caída del somocismo, gana las elecciones al Frente Sandinista,
encabezando una coalición de partidos, con más del 54% de los votos. Un respiro
democrático volvía a la atribulada nación. Y la labor editorial y de opinión de Pablo
Antonio Cuadra había contribuido no poco a este resultado.

En 1991, la Organización de Estados Americanos, OEA, le otorga el premio “Gabriela


Mistral”. Publica su libro de teatro “El coro y la máscara”, compuesto por tres
piezas; “Death”, “Johana Mostega” y “Un muerto pregunta por Julia”. Ese mismo año
su nieto, Pedro Xavier Solís Cuadra, publica un Diccionario filosófico de Pablo
Antonio Cuadra. Solís Cuadra es director ejecutivo de la Asociación Pablo Antonio
Cuadra, subdirector de la revista El pez y la serpiente, miembro de la Academia
Nicaragüense de la Lengua y presidente del Instituto Nicaragüense de Cultura Hispana.

En 1992 se le propone como candidato al Premio Nobel de Literatura. Se le concede la


Orden Fulgencio Vega y es declarado Hijo Dilecto de Managua.

Ultimos años de vida


En 1993, mientras ejercía como director de “La Prensa”, es nombrado Rector de la
“Universidad Católica Redemptoris Mater”, función que ejerció hasta su deceso.

En 1998, siendo su nieto Pedro Xavier Solís Cuadra subdirector ejecutivo de “La
Prensa”, la familia Chamorro, propietaria, le sugirió a Solís presentar su renuncia.
Cuando su nieto le visita y le informa el caso, Pablo Antonio, que fungía como director,
se indigna pues ignoraba el caso. Se reúne con los Chamorro y se produce un fuerte
altercado que da origen a que abandone el diario junto a su nieto.

En 1999 recibe el Premio Nacional de Humanidades y publica su libro “Cuentos


escogidos”.
23

En el año 2000 fue declarado Ciudadano del Siglo. Y en febrero del 2001 le es otorgado
el Doctorado Honoris Causa, por la Universidad Americana, UAM. Fue el último acto
público al que asistió, pues venía con una salud muy quebrantada.

Finalmente, a raíz de una enfermedad respiratoria, fallece el 2 de enero del 2002 en su


residencia de Las Colinas, en Managua. Fue sepultado en 4 de enero en Granada.

El novelista norteamericano Paul Berman, quien lo entrevistó, dice de él en un artículo


póstumo publicado en “Letras libres”: “Sus méritos como autor de mitologías
poéticas y nacionalistas eran, después de todo, enormes. La nota mestiza en el
nacionalismo nicaragüense, el prestigio mítico de Sandino y de los guerrilleros en las
montañas, la grandiosidad de aspiraciones nacionales de Nicaragua (una
grandiosidad que, según creo, no comparte ningún otro país de tamaño equivalente),
el toque de milenarismo en la concepción revolucionaria nacionalista: todo ello era, en
buena medida, obra suya”.

Y para el escritor e historiador Jorge Eduardo Arellano, Pablo Antonio Cuadra reúne las
características del verdadero intelectual, porque “integró el concepto de intelectual por
antonomasia, lo encarnó totalmente, porque opinaba con autoridad moral. Diría que
es el intelectual del siglo XX, y eso lo manifestó en sus escritos”.

Su vida, en muchos aspectos, reflejó los excesos, las fantasías y delirios, los arrebatos
que obnubilaron el juicio de muchos escritores e intelectuales latinoamericanos,
atrapados en la seducción totalitaria, sea fascista, como en su caso, o estalinista, como
en el de muchos otros. Eso no le impidió producir una obra ejemplar y extraordinaria.

Más importante aún, la evolución de su pensamiento, su alejamiento del culto al hombre


fuerte del fascismo, su adscripción a valores democráticos, a la sociedad abierta y plural,
a los derechos ciudadanos y a las libertades, le llevó a ser un referente de valiosísima
importancia en la Nicaragua de las últimas décadas del siglo XX.

Una vida y una obra de indudable valor. Y de indudable enseñanza.


24

Oración por Joaquín Pasos


Señor,
si es posible,
¡qué no regrese más a conocer su ausencia!
Veo sus cosas ya insostenibles, deshabitándose.
Lejanas cosas,
coincidentes,
caen junto a su fecha
como ceniza de un fumador invisible.
¡Nadie sabe, Señor,
cuántas aves o estrellas interrumpen su destino
si un niño cesa
o si un poeta deja de murmurar su primavera!
He visto el azul caserío del patio
elemental y contemplativo.
Su árbol, casi profesor,
recitando sus últimos rumores.
Y su mesa en la comunidad de la noche
donde la luna tendía su mantel para los ágapes…
Todo esto –Señor- es parte de su presencia.
Te rogamos, pues, que él ignore
lo que ha destruido.

El cacao
A Juan Aburto

Lo bebían con flores.

En xícara pulida, batido con molinillo hasta levantar


espuma.
Era como beber la tierra: un trago
amargo
25

y dulce.
Linneo lo llama “Theobroma”: manjar de dioses.
Oviedo, el Cronista, lo encuentra: “precioso y sano”
“E dicen los indios que bebido el cacao en ayunas, no hay
víbora o serpiente que los pique”.
Pero Benzoni, el italiano, lo rechaza: “más bien parece
un brabaje para perros más que para hombres”.
Colón encuentra en su ruta una gran canoa con indios
transportando cacao.
Los lejanos caciques del Caribe trocaban oro y jade por
almendras.
Ana de Austria lleva en sus bodas a la Corte de Francia
la fragante bebida.
Y el Doctor Juan de Cárdenas –médico de Virreyes-
descubre que es bebida contradictoria:
- “Fría, seca, terrestre y
melancólica, como también aérea, blanda, lenitiva y
amorosa”
Por eso Madame de Segviné, moviéndose como una gaviota
en su salón bebe en la fina taza de porcelana y
sentencia:
“Esta bebida actúa según los deseos de quien la
toma”.
Y el reverendo Bruce en Londres, sorbe puritano un trago
de chocolate y opina:
- “Es un enardecedor romántico más peligroso que
una novela.”
No es con vino sino con tiste que brinda el Güegüence.
Ahora somos materia prima. Los precios del Cacao en las
pizarras de la bolsa de Wall Street.
Y Ezra, en su canto: “Con usura el campesino no consume
su propio grano.”
El cacique don Francisco Nacatime dijo a su hijo:
- “¿Quieres ser rico? - Siembra tu palito de cacao.”
Pero murió pobre. El árbol
juega con sus hojas alternas (ovaladas y grandes),
luego de cubre, como de estrellas, de inflorescencias
laterales (miles de pequeñas flores rojizas o amarillas).
Y las flores caen y sólo de unas pocas nacen sus “grandes
marzorcas
verdes o alumbradas de roxo”
26

con cinco celdas de semillas


o almendras envueltas en una pulpa jugosa.
Pero es árbol exigente. Y delicado.
“No vive sino en lugar cálido y umbroso
y de tocarlo el sol se moriría.”
Por eso siembran siempre un árbol a su lado –el
Madrecacao-,
que lo cubre con su sombra gigante como un ángel.
Porque es uno de los árboles del Paraíso
y requiere –como la libertad-, un cultivo laborioso
y permanente.
Su nombre viene de “caua”, tardarse, y “ca-caua” es
tardarse mucho
porque no es planta silvestre sino un don de Quetzalcoatl
a los pueblos que escogieron la libertad.
Antes del Tolteca y del Maya
Cuando Quetzalcóatl no era dios sino un hombre entre
nosotros
Cuando no se inmolaban hombres sino flores y mariposas
a los dioses
Quetzalcóatl nos dijo: “Somos pueblos en camino”
y nos dio el pinol –que se hace del maíz-
y nos dio el tiste –que se hace del cacao y del maíz -:
bebidas para pueblos peregrinos.
Porque esta es tierra de transterrados.
Gentes que sólo llamamos Patria a la libertad.
Pero vinieron los nahuas.
Voy cruzando caminos donde los tractores
desentierran ollas funerarias. Allí quedaron sus huesos.
(-Abuelo: traes a cuestas la memoria de tu pueblo y es
pesada como un fardo de piedras.)
Aquí quedaron sus huellas. Toltecas. Pueblo de artífices.
Fragmentos de un ánfora policromada tan exquisita
como una urna griega.
(Abuelo ¿qué fuego encienden tus pedernales?) Y leo
en el Libro de los Orígenes, en los anales de los hijos de
Tula:
Año 1 Acatl. Año del llanto.
Cayeron sobre nuestra tierra los Olmecas.
Fuertes yelmos de cuero cubrían sus cabezas,
gruesas corazas de algodón cubrían sus pechos
27

lluvias de flechas cubrían como un toldo su avance


pelotones con macanas seguían a los flecheros
y a la retaguardia rechonchos enanos con cuchillos de
obsidiana
brotaban de la tierra exterminando a los vencidos.
Y ya no habían páginas en nuestros libros para escribir
nuestra historia
sino la lista interminable de nuestros tributos:
Cien gallinas por tribu más cien cargas de cacao
Cien cargas de algodón más cien cargas de plumas
Cien cargas de maíz y 20 piedras de jade
Y cien piezas de loza y 20 piezas de oro.
Y los hijos de Tula comían lagartijas y gusanos.
Y esperaban la noche y uno a otro se decían:
- ¿Hemos castrado al sol que ya no alumbra?
Y fueron al templo y ayunaron
y sangraron sus miembros
y con lágrimas y sangre interrogaron a sus dioses
y los dioses les ordenaron partir.

Así emprendieron su éxodo los de la lengua nahua.


-“Encontraréis una Mar dulce, al sur
que tiene a la vista una isla de dos volcanes”.
Y bajaron los exilados.
Bajaban buscando la tierra prometida.
Y ahí donde llegaban, los pueblos los rechazaban.
-¿Quiénes son estos? se preguntaban.
-¿Conocemos acaso sus rostros? ¿No llevan en su pecho
un corazón extranjero?
Y los Mayas los atacaron con sus cuchillos de Zaquitoc.
Y los Cachiqueles los atacaron con sus mazos de Guayacán.
Y los Sutiavas les dieron batalla con sus dardos de
Huiscoyol.
Y las guerras fueron produciendo jefes guerreros.
Y los jefes guerreros instituyeron al Gran Jefe.
Y el Gran Jefe no pisaba el suelo –le tendían mantas.
Y la tiranía de los Olmecas les parecía pálida
comparada con la tiranía de Ticomega, el viejo
a quien sucedió Ticomega, el joven
a quien sucedió Ticomega, el nieto
28

Ahora estamos en la tierra de los lagos


También nosotros fuimos peregrinos. Fuimos
Emigrantes y estas tribus llegan cansadas.
Duelen sus lamentos en el corazón de los Chorotegas.
“¡Traemos heridos y enfermos!” –nos lloran. Son
mexicanos.
Son toltecas. Son artistas en el barro y en la piedra.
Son maestros en el arte plumario.
Tocadores de ocarina. Orfebres.
Conocedores de los astros.
Y entonces les damos cargadores para que se ayuden.
Les damos nuestros guerreros para que carguen sus cargas.
-“Van de paso”, nos dicen. Pero llega la noche.
Y entonces con su lengua de pájaro los nahuas imitan
Al búho.
Y cantaletean: “Tetec –tetec” (cortar, cortar)
Y los otros responden: “Iyollo –illoyo” (corazones,
corazones).
Y esta fue la señal y cayeron sobre los cargadores
Y luego que los pasaron a cuchillo cayeron sobre nosotros
Y nos despojaron de lo mejor de nuestras tierras – ¡todo
el sur del cacao!-
Y apenas fueron dueños de sus árboles
usaron sus semillas como monedas.
No bebió el pueblo ya más el cacao
-Sólo los teytes, los gamonales,
sólo los ricos señores y los jefes guerreros-
“E la gente común no osa ni puede usar para su gana o
paladar aquel brebaje
porque no es más que empobrecer adrede
e tragarse la moneda.”
Y se vende un conejo por diez almendras.
Y por 2 almendras se adquiere una paloma.
Y el valor de un esclavo es 100 almendras.
Y una mujer vende su cuerpo por 10 cacaos.

“Quiero decir que ninguna cosa hay que no se venda”

Cacao:
Dólar
vegetal.
29

Nonantzin
Amada, si yo muriera,
entiérrame en la cocina
bajo el fogón.

Al palmotear la tortilla
me llamará a su manera
tu corazón.

Mas si alguien, amor, se empeña


en conocer tu pesar,
dile que es verde la leña
y hace llorar.

(Traducido de Netzahualcoyolt)

República de poetas
Mi bandera pretende,
como el cielo,
unir el azul y el blanco.

Equivocados los próceres


quisieron juntar abajo
lo que solamente arriba
se hermana y no siempre.

Pero algo logras, paisano,


izando el cielo en tu mástil,
¡somos un millón de hombres
con la cabeza a pájaros!
30

Epitafio de un poeta
Yo canté las cosas naturales
en el momento en que las cosas naturales se extinguían.
Amé la tierra y las cosas de la tierra
cuando la tierra y las cosas de la tierra
eran destruidas por el hombre.
Mi poesía cabalgó hacia el campo huyendo de la ciudad
cuando la gente del campo abandonaba el campo
y se venía a la ciudad.
El canto no se escuchaba en la ciudad
porque la ciudad estaba llena de ruido
pero mi canto no se escuchó tampoco en el campo
porque el campo estaba lleno de soledad.
He abandonado la prosa y me he ido en busca de la poesía
cuando la poesía abandonaba la poesía
y se entregaba en manos de la prosa.
El poeta siempre llega donde nadie lo recibe
y así vive hasta que llega a la muerte;
solo entonces, cuando la muerte tampoco lo recibe,
es cuando todos reciben su canto.

Una nueva cerámica india


Los viejos signos
pintados en el barro
se olvidaron. Largos
siglos cayó sobre nosotros
la ignominia. Largos
olvidos, el tiempo.
Entonces
vino un hombre
con su mecapal lleno de ollas
-esta tinaja tiene
un signo nuevo- dijo
31

y la alcé en las manos


y vino el llanto
a mis ojos: el signo
estaba escrito
con la sangre del pueblo.

Pedro Urdemales

Pedro Urdemales, profesor


de aquella misteriosofía
mágica, dulce mentira
que hizo verdad tu boca de hablador.

¡Tus cuentos, Pedro Urdemales:


pantalón de prosa y camisa
de fantasía! !Refrán con sombrero
de palma! Fuiste burlero
metiéndote en berenjenales
y llenando de mentira y risa
los caminos de Chontales.

Con tu olor a monte y a sajino


--caminero, logrero, palabrero--
vendedor de cotonas y cususa
cruzaste las lomas
y los llanos. Terror
de los alcaravanes.
Ladino.
Inventor
de los cuentos de camino.
32

Por los caminos van los campesinos


De dos en dos,
de diez en diez,
de cien en cien,
de mil en mil,
descalzos van los campesinos
con la chamarra y el fusil.

De dos en dos los hijos han partido,


de cien en cien las madres han llorado,
de mil en mil los hombres han caído,
y hecho polvo ha quedado
su sueño en la chamarra, su vida en el fusil.

El rancho abandonado,
la milpa sola, el frijolar quemado.
El pájaro volando
sobre la espiga muda
y el corazón llorando
su lágrima desnuda.

De dos en dos,
de diez en diez,
de cien en cien,
de mil en mil,
descalzos van los campesinos
con la chamarra y el fusil.

De dos en dos,
de diez en diez,
de cien en cien,
de mil en mil,
¡por los caminos van los campesinos
33

a la guerra civil!

La estrella vespertina
Vimos las llamas y levantar la noche
y ensangrentar las aguas como un sol ahogado.
-¡Es la isla de Inés!- gritaron los marinos
y tiré la red y puse mano al remo
hundiéndolo en las aguas rojas.
Gritos se alzaban de ribera a ribera
y aves despertadas de sus nidos
giraban como cenizas.
¡Ya era tarde! Como una Y griega
escarlata escrita sobre mi sueño
la vi desnuda correr
y hundirse entre las olas.

Hablo de Inés.
Siempre hablo de Inés
cuando la triste y vesperal estrella
baja a las ondas
y su desnudo ardor baña en las aguas.

Niña cortada de un árbol


Las aves nicaragüenses se forman de los árboles:
de frutas enternecidas por la lluvia
de hojas suavizadas por el viento
de susurros que la savia amansa
[y pule en trinos.
Mi patria es entendida en vegetales
que cantan; en primaveras
34

que he besado; en frutales


que tú eres cuando me dices
desde el árbol --¡adiós!-- con mariposas.

Tigre muerto
Sueña el cadáver del jaguar su última rapiña
y en el pequeño cielo frío y azul
que guarda su pupila
zopilotes insomnes cierran círculos negros
sobre el esqueleto de vaca de la luna.

Escrito junto a una flor azul


"Temo trazar el ala del gorrión
porque el pincel no dañe
su pequeña libertad".

Anote
el poderoso esta ley del maestro
cuando legisle para el débil.

Escuche
este adagio del alfarero la muchacha
cuando mis labios se acerquen.
35

Lamento de la doncella en la muerte del


guerrero
Desde tiempos antiguos
la lluvia llora.
Sin embargo,
joven es una lágrima,
joven es el rocío.

Desde tiempos antiguos


la muerte ronda.
Sin embargo,
nuevo es tu silencio
y nuevo el dolor mío.

La noche es una mujer desconocida


Preguntó la muchacha al forastero:
--¿Por qué no pasas? En mi hogar
está encendido el fuego.

Contestó el peregrino: --Soy poeta,


sólo deseo conocer la noche.

Ella, entonces, echó cenizas sobre el fuego


y aproximó en la sombra su voz al [forastero:
--¡Tócame! --dijo--. ¡Conocerás la noche!
36

Interioridad de dos estrellas que arden


A Mario Cajina-Vega

Al que combatió por la Libertad


se le dio una estrella, vecina
a la luminosa madre muerta al alumbrar.
--¿Fue grande tu dolor? --preguntó
el Guerrero.
--No tanto como el gozo
de dar un nuevo hombre al mundo.
--¿Y tu herida --dijo ella--
fue honda y torturante?
--No tanto
como el gozo de dar al hombre un mundo nuevo.
--¿Y conociste a tu hijo?
--¡Nunca!
--¿Y conociste el fruto de tu lucha?
--Morí antes.
--¿Duermes? --preguntó el Guerrero.
--Sueño --respondió la madre.

Escrito en una piedra del camino cuando


la primera erupción…

¡Lloraremos sobre las huellas de los que huyen de


[Acahualinca!
Aquí comenzó nuestro éxodo.

Oyeron la gran voz cavernosa del monstruo.


Desde los altos árboles miraron
[el sucio gigante decapitado,
37

la espalda rugosa, solamente el rugoso


pecho vomitando ira.

Abandonaremos nuestra Patria


[y nuestra parentela
porque ha dominado nuestra tierra
[un dios estéril.

Nuestro pueblo miró el gigante sin mente,


oyó el bramido de la fuerza sin rostro.

¡No viviremos bajo el dominio


[de la ciega potencia!
¡Quebraremos nuestras piedras de moler,
nuestras tinajas,
nuestros comales,
para aligerar el paso de los exilados!

Allí quedaron nuestras huellas,


sobre la ceniza.

El nacimiento de Cifar
Hay una isla en el playón
pequeña
como la mano de un dios indígena.
Ofrece frutas rojas
a los pájaros
y al náufrago
la dulce sombra de un árbol.
Allí nació Cifar, el navegante
cuando a su madre
se le llegó su fecha, solitaria
remando a Zapatera.
Metió el bote en el remanso
38

mientras giraban en las aguas


tiburones y sábalos
atraídos por la sangre.

Escrito en un árbol
De la verdad de la leyenda
doy ahora fe.

Marineros burlones me dijeron:


--Si le hablas
será trocada en árbol.

¡Vedme bajo su sombra!

Nunca el corazón
dio frutos tan numerosos!

Tomasito, el cuque
--¿En qué lancha las llevaron?
¡Contesta, Tomás, contesta!
--¿Desde cuál isla zarparon?
¡Jodido, Tomás, contesta!
--¿A quiénes las entregaron?
¡Hijo de puta, Tomás!
--¿Quiénes llevaron las armas?
39

¡Cabrón, contesta, Tomás!

Pero no habla Tomás.


¡Qué huevos de hombre. No habla!

¡Ya nunca hablará


Tomás!

Juana Fonseca

Rogad a Dios
por el eterno descanso
del alma
de Juana Fonseca
Sus hijos:
Emérita, Fidelina, Juan Ramón,
Justo Pastor, Camila y Pedro
están aquí
de negro.
Doblan las campanas y Emérita solloza.
Emérita
fue la última en acostarse.

Planchó la ropa de los varones


y el vestido de Camila.
Lloró pensando en la madre.

"Un día como hoy se estaba yendo."


Pero pensó en las flores,
en las rosas del barrio.

"Fídelina: mojá las flores para que amanezcan frescas:'


("Los pobres no tenemos tiempo de llorar", pero lloraba.)
40

y vio que Pedro llevaba los zapatos sucios


y sacudió los zapatos del niño con el borde del rebozo
y los ojos rojos
mientras las campanas doblaban.
La viva estampa de la madre
abandonada, como ella, del marido
con sus tres hijos
con sus cinco hermanos
planchadora como ella
Juana Fonseca.

"Libra, Señor, el alma de tu sierva Juana


como libraste a David
de las manos de Saúl
y de las manos de Goliat:"

Veníamos esa tarde huyendo y los soldados


nos esperaban en la bocacalle.
Juana tiró de mí, me metió en su tijera bajo la chamarra
y acostó a la Emérita -que era hermosa entoncesy
escuché las voces del Sargento
y la voz de Juana:

-¡Aquí no hay nadie; sólo mi hija enferma


que deben respetar!

y Emérita se reía;
pero ahora lloraba.

"Apartaos de mí todos
los que obráis en la maldad
porque ha oído el Señor la voz de mi llanto.
Señor, Dios mío, en Ti he esperado;
sálvame de mis perseguidores y líbrame."

Juana Fonseca,
te recuerdo
bajo la lámpara y vos de pronto llegando,
demudada:

-¡Me mataron a Pedro! (Tan estupendo


41

carpintero, pero borracho.


Mi ropero de cedro
jamás lo terminaba
hasta que un día llegó con el mueble
y era como un altar) ... ¡Me mataron a Pedro!
y no tenemos ni ropa para vestirlo
porque todo lo empeñaba,
hasta sus fierros.
y fui a 'buscar con los amigos
y reuní para su caja y lo enterramos
con dignidad. Y ella quiso pagarme.
Desquitarme planchando y lavando.
-Juana Fonseca,
no es así que se paga.
La amistad del pobre es la honra
De mi casa.

"Oh Dios, de quien es propio


el compadecerse y perdonar,
humildemente te rogamos
por el alma de tu sierva Juana"

que madrugaba para alistar a los muchachos


y encendía el fuego y ponía las primeras brasas en el fogonero
cuando se apagaban las últimas estrellas
y cocinaba el desayuno y ya estaba planchando,
golpeando la plancha sobre el burro de planchar desde la aurora
y ordenando
a la Emérita, su oficio
a la Fidelina, su oficio (y regañándola:
-Ese muchacho que se te acerca
no tiene oficio ni beneficio).
A Juan Ramón: -Me puso quejas el Maistro,
Hijo no hay que ser divagado.
A Justo Pastor -mi compañero- el que se iba
conmigo a los arroyos a matar iguanas:
-Justo Pastor, el día que yo sepa
que no vas a la escuela te mato.
y Camila, la que iba y venía
de la casa a la pulpería
de la pulpería a la casa
42

con las tortillas,


con el pinol y las chiltomas y la sal y las candelas
y Pedrito en el suelo,
dando guerra en el suelo
siempre con hambre.

Ahora están todos mirando el humilde catafalco


y los cuatro candelabros
y llorando a la finada.

"Dale el eterno descanso,


la luz perpetua brille para ella."

¡Emérita, si supieras
qué pedazo de mundo,
qué territorio vasto y dulcísimo
está cediendo al golpe
de esas campanas!

El maestro de Tarca
Dijo el maestro
de Tarca:

Coge la cigarra
del ala
Al menos
llevas en la mano
el canto.
43

El niño
El niño
que yo fui
no ha muerto
queda
en el pecho
toma el corazón
como suyo
y navega dentro
lo oigo cruzar
mis noches
o sus viejos
mares de llanto
remolcándome
al sueño.

Abuelo, en la noche
Esta es la casa que he perdido
habito en ella en sueños
y no quisiera hablar de ella después que todo
[ha sido consumado.

Mis hijos han edificado sus casas en Babilonia


y yo atravieso el desierto para pasar
[veladas con ellos
escuchando afuera, al borde de la puerta impotente
el ruidoso río de automóviles que
[filtra sus aguas turbias en el umbral.
44

Hablamos de esto y de lo otro en la


[apretada salita
como conspiradores bajo el sofocante
y ordenado itinerario de los relojes
porque todos trabajan, duramente,
invirtiendo su vida en el negocio de perderla
y llegan llenos de cifras como
[los carpinteros de virutas
fatigados de información. Entonces,
[si yo recuerdo
si fácilmente caigo en las viejas historias
si abro para ellos las puertas de la casa
abren los ojos y me reconfortan con su alegría
--piensan tal vez que es posible el retorno--
porque ellos vivieron, ellos nacieron
[y se criaron
en la casa que perdimos
en la vieja casa grande junto al río
donde yo vuelvo ahora
donde yo vuelvo siempre
apenas cae un poco de sueño en mis ojos vacíos.

Exilios
Dedicado a Stefan Baciú

Cuando canta el gallo me levanto


y veo el amanecer de mi patria.
Es hermosa y radiante
y mi corazón es un rey que recibe su trono.
No. No me iré de mi patria. Aquí moriré.

Pero se pone el sol


y vuelvo mis ojos al país de mis sueños
45

y toda la ceniza del mundo cae sobre su faz.


Entonces quisiera ser extranjero
para regresarme a mi patria.
Entonces oigo el rumor feliz
de las ciudades que no son mías.
Oigo la noche llena de exilios.
Debo partir, me digo.
Y mi sueño es un viaje bajo la tutela de los astros.

Hasta que canta el gallo


y otra vez el amanecer se apodera de mi canto.
No. No me iré. Y vuelvo
a levantar el muro con las piedras que cayeron.

El testamento

Llegó la abuela
con su pausado balanceo de navío.
Cuando ella entraba
la Historia con un fru-fru de páginas innumerables en el ruido
de sus enaguas.

Sus ojos gobernaban por decretos


de dulces mimos
y maternas severidades,
pero esta vez avanzó cargando la mansedumbre con fatiga,
se sentó quejumbrosa
en el monárquico taburete de las amonestaciones
y puso su canasta de tejedora al pie de la silla.
-Hija mía Juliana -murmuró-·: este delantal de bambas
es para que bailés al Doctor Jerónimo en nombre de tu raza.
46

Sé que te gusta el baile y la tremolina


¡bailá, muchacha! ¡que no se acabe
el ritmo de este pueblo! El día
que nuestros huesos pierdan su música
seremos desplazados por extranjeros.

-y a vos, Celedonio, te dejo el puño


de plata del bastón de tu padre.
Eres el mayor y tengo años de esperar
que presidas al Cabildo
con la vara de Alcalde en la mano. ¿Qué te pasa
muchacho? ¿Se hizo horchata
tu sangre de cacique? ¡A la casa
de tu padre el pueblo entraba
y salía a buscar sus palabras!

-A Dámaso díganle que le dejo la. cutacha del abuelo.


Está colgada del clavo.
Nunca la saqué de su vaina pero el muchacho es levantisco
y anda metiéndose en problemas.
Me gustan sus azares. Dámaso
es un peligro, pero no será por él
que mi pueblo acepte el yugo.

-y a vos, rinconero, que te gusta fatigarte con letras,


te dejo este libro de cantos
que cantaron tus antecesores.
¡Que no se rompa el hilo! ¡Escribe!
¡Pobre muchacho: Cuando tu padre sembraba
y te daba el arado
nunca trazaste un surco derecho! Te dejo
indefenso contra el hambre
¡pero mi pueblo necesita soñadores!

-y a vos, Lupita, que te estás quedando suelta sin tu voluntad,


te dejo mi canasta de tejidos con algunos ahorros en el fondo.
A ver si te cambiás de peinado y te empolvás y hacés un esfuerzo.

Lupita: ¡no hay que ser tan pasiva, hija mía!


enciende lirios, enciende pájaros,
quema el borde de la noche,
47

el oficio de la mujer es encender el cielo


de estrellas en el ojo del varón.
...¿A dónde vamos si se apaga la aventura?

y se recostó en el taburete cansada de su testamento


y se quedó suavemente dormida.

y nunca despertó.

El panamá
A Gloria Guardia

En el clan de los Sterculia este hermano mayor del Cacao y del árbol
/ de Cola,
este gigantesco pariente del Castaño australiano de tronco en forma
/ de botella,
y del venerado Parasol chino, bajo el cual soñó Tu Fu su extraño sueño
/ sobre Li Po,
prefirió entre nosotros el suelo calizo y arenoso
y la vecindad y el ruido de las aguas dulces.
Aquí creció fortificando su tronco con jambas o contrafuertes
que avanzan contra el viento como el pie de los faraones colosales de Luxor.

Esta inmensa lámpara verde da luz a la asociación y a la simplicidad.


Oyes el ruido sordo del bote arrastrado por los pescadores a la arena
las voces
que se avivan a la sombra del gran árbol.
Tiran de la red a la playa y las mujeres
ríen contando y escogiendo los pescados.
Aún salta el Sábalo. Colea agónico el Guapote.
Boquea la Machaca, la Guavina, el Bagre.
Ensartan en bejucos las Mojarras de colores.
48

Perlan el Gaspar y sube


el humo azul. Los niños
pepenan semillas del árbol y las tuestan al fuego. Entonces
recuerdas la sentencia antigua: “Los más hermosos
presentes de los dioses son siempre gratuitos.”
Una ave grande y blanca transportó la semilla de este árbol.
Una ave solitaria y desgarbada venida del mar o de la luna.
Ellos recuerdan, junto a la fogata, la noche
cuando el Jaguar cazó al hijo del Pez Gaspar dormido entre las jambas.
El Jaguar lo creyó muerto, lo cubrió de hojas
y lo dejó allí para llamar a su hembra y devorarlo.
Pero el árbol, compasivo, cerró sus jambas y lo ocultó en el tronco.
Por eso, cuando el árbol cayó y el pescador quiso aprovechar su madera
una voz le ordenó: - “No cortes ahí, corta más abajo”
y la voz lo fue dirigiendo
y le ordenó cavar el tronco y ahuecarlo con fuego
y el hombre echó el tronco al aguay vio que navegaba como el Pez Gaspar
y el hombre construyó la primera canoa.
Conoce este árbol: “Sterculia Apétala”
“Sterculia carthaginensis”
Conoce la mano verde de su hoja corácea, palmada, profundamente triloba.
Conoce sus pequeñas flores campanuladas, amarillas con manchas púrpuras
/ olorosas a estiércol y a corral.
Conoce sus frutos de cinco folículos verde-pálidos abiertos como un estuche
y sabe extraer sus cinco semillas negras y brillantes
envueltas en terciopelo gualda cuyos pelos erectos se clavan urticantes en
/ tus dedos.
Llámalo “Panamá”, que es su nombre y significa en náhuatl “farmacia” o
/ “venta de medicinas”
porque el indio descubrió que su semilla tostada tiene el sabor del maní y
/ alimenta y cura,
descubrió que su semilla molida produce un fino aceite,
que la concha de su fruto picada y cocida es un efectivo emoliente
contra el reumatismo y los golpes endurecidos.
Luego la ciencia analizó su fruto y descubrió la Cortisona.
49

Autosoneto
Llaman poeta al hombre que ha cumplido.
Llevo mundo en mis pies ultravagantes.
Un pájaro en mis venas. Y al oído
Un ángel de consejos inquietantes.

Si Quijote, ¡llevadme a mi apellido!


- De La Cuadra –: cuestor de rocinantes,
y así tenga pretextos cabalgantes
mi interior caballero enloquecido.

Soy lo sido. Por hombre, verdadero.


Soñador, por poeta, y estrellero.
Por cristiano, de espinas coronado.

Y pues la muerte al fin todo lo vence,


Pablo Antonio, a tu cruz entrelazado
suba en flor tu cantar nicaragüense.

Albarda
Soy mi memoria.
Piel errante,
subsistiendo entre mi último balido
Y mi eterna obligación de partir.
Yo
Dona Albarda
Mariposa inválida de mi forma
sobreviviendo al sueño y al tropel.
50

Toro en mi torso
-con mis cuernos en vacío
como una antigua furia que se cubre de olvido.
Novillo en mi piel
-deseo limítrofe en mis cascos perdidos
como un antiguo cansando que no llega al recuerdo.
Buey en mi cuero
-testículos arrancados a la sucesión
conjugando solteramente mi amor con la carreta
como una vieja madera conyugal quemada por el viento.
Yo
Doña Albarda
Vaca en mi soledad y piel
-con mis fervientes ubres excluidas de la sed
con el candor de mis pupilas hundidas bajo los ríos
con mi antigua maternidad creciendo bajo los árboles.
Yo
con mi linaje
con mi bandera de muertos
repitiendo el deseo de horironte
caminando
eternamente sonando el tambor de mi piel
como la luna.
Caminando sobre la llanura estúpida y fangosa
caminando
sobre la abierta senda pisoteada
caminando
bajo la lluvia torrendal y lacrimosa
caminando
bajo la garúa susurrante
caminando
bajo el sol insolente y fogonero
caminando
entre la música metal de los lecheros
caminando
tras de la tarde herida bajo el ala
caminando
tras de la noche
caminando
tras de la muerte,
de nuevo caminando…
51

Camino
Pasa un hombre cuyo nombre se olvida,
repicando la tierra dilatada con un trotecito
lento. El sol tirante y brutal reverbera sobre la meada
de una bestia desconocida.
-¿Cuánto tardaremos?
-Poco, patroncito ...
y el silencio, arrastrando sus caites, como una brisa anciana,
se me acerca al oído.
(Junto al camino, llena de sueño, una sombra humilde se echa al
pie de un árbol florecido.)
Así es la tarde.
Dobla la senda sin ruido
hasta inquietar a la pupila la lejanía de la sabana.
-Ahí nomasito queda, patrón: doblando aquel cerrito,
como quien va a la montaña.
Así será su voz y siempre así su extraña
medida, aunque el cerrito azul se nos ofrezca tal vez hasta mañana.
No hay prisa en caminar. .. El camino
diluye sus formas en la tarde serrana
y se desnuda de luces un aire crepuscular y felino.
Arboles en lontananza y aves nocturnas sin canto
rompen las primeras quietudes del cielo. Mientras tanto
él se persigna como dibujando una flor, y dice: -Aquí mataron
a Juan Hernández, el concierto de San Julián,
y yo pregunto:
-Faltarán tres horas?
-Puede, patrón.
Pero. .. ¿dónde vagarán
las horas? Ya la distancia pierde su medida en la distancia
y con la luna el cielo tiene una tierna mirada azul como la infancia,
¡oh!, tú lo sabes, como la infancia.
52

El Ángel
De pie, con su estatura de recuerdo,
limpio, como agua erguida a contraluz,
el enamorado de la mendicidad
construye mi biografía.
Amo este ser incansable que me hiere a silencios.
Mas, día y noche, como un perro macilento,
giro alrededor de mi paraíso
donde dejé mi nostalgia
ahora dulcemente mortal.
¡ Si su espada, incandescente de memoria,
durmiera como mi sangre en sus noches!
Pero aquí estás
como álamo empecinado en tu exactitud,
poniendo tu ala lenta, casi fluvial,
sobre mi hombro,
sobre este lugar de carne deliberante y libertaria,
palpando si hay cruz,
si hay al menos un vago dolor cirineo,
y vuelves tu rostro,
tu faz poderosa, como una dalia con la fuerza
intolerable del roble,
como una estrella, con la ira amotinada y luminosa
del relámpago.

El cementerio de los pájaros


Arribé al islote
enfermo
fatigado el remo
buscando
el descanso de un árbol.
No vi tierra
sino huesos.
De orilla a orilla
53

huesos
y esqueletos de aves,
plumas calcinadas,
hedor
de muerte,
moribundos
pájaros marinos,
graznidos
de agonía,
trinos tristes
y alguna
trémula
osamenta
aún erguida
con el pico
abierto al viento.
Con débil brazo
moví los remos
y di la espalda
al cementerio
del canto.

El indio y el violín
Cuando Mondoy toca el violín
las nubes de diciembre se desmenuzan en plumas
y al Este cruzan seres celestes en bandos de Calandrias
de Paujiles de Jilgueros de Zorzales.
Mondoy cierra los ojos y ladea la cabeza como los ciegos
porque la música es una ceguera dulce
una laguna de aguas azules.
Por su escala
bajan la siete muchachas, las madrugadoras
a recoger en su red el lucero matutino
¿coletea entre los juncos en el agua orillera?
y Tonantzin lo toma de las agallas y lo ilumina el alba.
El aliento de Tonantzin es el país ilimitado
donde aletea el violín de Mondoy y gira
54

volátil con un plumaje de palabras secretas. He oído


cánticos en las cerámicas chorotegas
¿ocarinas lunares de vientos lentos que levantan
olas en la laguna como escamas de peces?
pero no esta lluvia, no esta ternura cuando
Mondoy toca el violín y llueve
en Diorimo, en Diriá, en Dirita, en Nindirí.
(¿Acaso no has tenido en el pecho, empapándote
en música, el rostro de una mujer que llora?)
Volverá, tal vez, Agosto, el opresor
azuzando sus perros de fuego en la canícula.
Husmean los caminos del sueño. Saben
que la libertad es un vuelo. O un pensar.
O un cantar cuando Mondoy toca el violín.
Pero nada muere. En el aire
hemos sembrado nuestras estrellas y podemos
levantar el pensamiento y sostenerlo
sobre el puro azul. Mondoy
traza una cruz de música en la constelación
del Sur. Mondoy toca el violín
y nuestros pueblos indios peregrinan
al lugar de la promesa.
Una línea blanca marca el borde tiernísimo del horizonte.
Es la hora en que bajan las siete muchachas
¿las soñadoras?con sus sábanas blancas
a recoger el lucero vespertino
y Tonantzin lo toma entre sus brazos
y escuchamos el llanto de un niño
cuando Mondoy toca el violín.

Mujer reclinada en la playa


No ajena a la melancolía
Casandra me profetiza la gloria
y el dolor, mientras la luna
emana su orfandad.
55

Todo parece griego. El viejo Lago


y sus hexámetros. Las inéditas
islas y tu hermosa cabeza
de mármol– mutilada por la noche.

Riverside
Perros
olfatean nuestras huellas y ladran. Flota
lento el tiempo con su espalda mojada.
Miro nuestras estrellas también
desterradas.
La carreta que lleva a la madre de Darío
con dolores de parto hasta Metapa.
El camión que lleva a Sandino atado
desde el cuartel de la Guardia hasta el
lugar emboscado donde lo fusilan
La Patria que pensó la madre sintiendo
los dolores del amanecer
la Patria que pensó el guerrillero
sintiendo las angustias de la noche. Esta
es tu Patria
y también el polvo de ese bus lleno de
nicaragüenses que cruzaron el río
Pregúntales por qué olvidaron sus arpas
en las ramas de los sauces
los aduaneros nos cierran sus puertas
porque estamos contaminados por la
pobreza.
El río recibe exilios afluentes
Verbos tristes. Mexicanos. Lunas
marchitas. Y el tiempo en sus orillas
hiede. Todo río hiede. De turbia
aleonada crueldad
sus aguas en éxodo arrebatan
los dorados racimos de la noche
y pudren
56

los astros estancados en los juncos.


Fuimos guerreros que cortamos la garra
del león para colgarla de nuestra cintura.
Pero los jefes juraron en vano el nombre
de nuestros muertos.
La opresión volvió de noche con su uniforme.
La guerra se detuvo de casa en casa:
Dejó pájaros ciegos
Memorias de cenizas
y el silencio de los que huyeron
-¡Ojalá no se te borre el rostro de tu madre!,
le dijo en la madrugada de la despedida
bajo la misma estrella que ahora flota
ahogada en las aguas oscuras.
El muchacho se bajó el ala del sombrero
para llorar a gusto.

(1988)

Meditación ante un poema antiguo


Preguntó la flor: ¿el perfume
acaso me sobrevivirá?

Preguntó la luna: ¿guardo algo


de luz para después de perecer?

Mas el hombre dijo: ¿por qué termino


y queda entre vosotros mi canto?
57

Canción de Granada y el mar

¡Granada, linda Granada


entre arroyos apresada!

Mercader y navegante
salieron a navegar;
hoy en el viento del lago
Granada suspira por el mar.

Granada:
desleal con la sombra
asoleada.

Altas torres divisaban


piratas y marineros,
hoy sólo vienen las frutas
de los isleños remeros.

Granada, puerto de mar,


ya no la puedo olvidar.

Circulan nuevos olores


por avenidas y calles.
En bajeles se fugaron
al mar sus buenos olores.

Granada,
grande y sin nada.

Viajera de monte y llano,


58

Granada había una mano


con que agarraba a la mar.
Granada,
la de la mano cortada,
llora en el Río San Juan.

Granada, lejano puerto,


c on el corazón abierto.

Elegía al gozquemudo o perrillo de indias

En el Quinto Centenario
de su extinción
“Per tropo variar, natura é belle”
cita Oviedo a propósito del gozque
prudente de las Indias
que no ladraba
-igual que las Cigarras de Seripho
la isla
que son mudas
y que las ranas de Cirene
que no cantan Es también el indio inclinado al silencio
por dar posada mejor al pensamiento. Pero
llegaron gentes de climas excitados o locuaces
como algunos abuelos incansables
y amontonaron sonoras
voces en el alto
tono del español hablante
-voces sobre voces y el perrillo
invadido de palabras –triste
59

fuese perdiendo.
Pero
dejó en el alma del mestizo
un respetuoso silencio
que hizo de la Casa del Ser
su Templo

Una raya largo y roja en el polvo de la


historia

Esa era nuestra ambición:


ser pequeños y diáfanos y libres.
John Ashbery

I
El hijo del domador odiaba a los leones
Entraba a la jaula
-como a la historia de su pueblo
lastimado por el fracaso de la mansedumbre.
Odiaba la excesiva potestad de la melena
heráldica y hedionda
y la zarpa con su sello
arbitrario
de uñas rampantes
en el mismísimo escudo de sus reyes.

Odiaba el miedo
-ese dominio
inestable
60

entre el rugido y el látigo-

La sonrisa fósil del Rey odiaba

“Un león es militar


y mata en sueños”
dijo.
Y huyó del circo.

II

Unos indios güetares lo descargaron de la


hamaca
náufrago, de blanca sal su barba y azul
su fiebre. Entonces
el mar de Poseidón se unía
con el mar de Chalchihuitl
-la diosa de las faldas de esmeralda-
por la aventura de un río oscuro
y bárbaro, en cuyas riberas
todavía acechaban
los pululantes silencios de la selva.

Así se conocieron.
El horóscopo la hacía inviolable
a las codiciosas miradas de las Ixcuinanes
-las cuatro diosas del amor-. Pero el prestigio
del Mar, ese muro de la casa de los astros
donde se cría el viento, hirió
su corazón.
61

III

En el principio
todos los caminos eran filosofía.

El hijo del domador decía: no he cruzado


la mar para encontrar otra vez la espada.
No he cruzado la mar
para repetir el mundo.
Ticay callaba. Venía
de una áspera geología. (Los bebedores,
los que rescatan los ocasos:
es del Golfo -decían-, de la sonriente
tierra totonaca.) Pero era Chorotega
-de Imabite- y bajó de la falda del volcán
con el andar de pie descalzo
que es danza y es dominio y adorable
cautela de jaguar. Por eso
-porque de niña- pasó su mano
sobre la áspera pelambre azul de Momotombo
y oyó la voz del monstruo-:
“Odio los volcanes, dijo
odio la arenga
aniquilante de su lava
No tienen mente y se alzan
sobre las muestras más arcaicas de la indiferencia:
arena y roca”.
Iban abriendo
un sendero inédito en la sagrada selva.
Sentían la misteriosa presión de su silencio
que igualaba a los hombres. Su desazón
que impele al viaje
-desazón del “aquí”
convertido en eterno transeúnte del “allá”.-
62

IV

Por la noche
al levantarse el primer viento
de la luna
unieron las riberas de dos mundos.
-Cavila, español, cavila-
dijo Ticay, la silenciaria:
Hemos juntado tales lejanías
que he perdido mis dioses.

Ellos iban a la aurora. “Esa era su ambición:


ser pequeños, y diáfanos, y libres”.

Pero rasgó la tiniebla


un viento oscuro y al ladrido
nocturno de los perros, respondió
una luna verdosa y funeraria.
Lejos
-entre el vocerío y los
gemidoslas antorchas quemaban
los harapos de la noche.

Avanzaba una rugiente


correntada humana y en los vírgenes llanos
sobre delgadas sendas abiertas por el pie
dos mil bueyes mugían
arrastrando la cureña de hierro y el inmenso féretro.

Había muerto Pedro Arias


63

el de Avila, el que antes de tocar tierra


ahorcó a un grumete en el mástil de su nave.
El que llevaba, junto al poder sin límites
doquiera su ataúd; el que salió del Romancero
a Panamá a cortar la cabeza al muy noble
/ Núñez de Balboa
-inventor del mar del Sur-. Los mastines
abrían el desfile. Aullaban
y el pueblo gemía. (El miedo gime).
Caballeros con pendones. Alcaldes. Regidores.
Jueces
y tambores. Dos mil bueyes
con banderolas negras, mugían
arrastrando al Poder, al Hombre,
al Justador
al Bravo
al galán
al que salió del Romancero
para matar en la plaza de León al buen Don Gil.
-El que inventó a Nicaragua
y su Cacique.
(“El paese scoperto é molto bello”)
y avanzaban los bueyes y los huesos próceres crecían
Los fémures crecían a fuerza de elegías
de gritos, a fuerza de mandos, de discursos,
/ el húmero,
el cúbito, la tibia, el peroné, crecían en
/ futuro, en muerte
fundaban tiranías
sonaban en el tiempo
en el féretro sonaban los huesos y los siglos
y su mano huesuda y empuñada
iba rayando el polvo.
Mano de mando y muerte/ su huesuda
64

mano/ iba rayando una línea adversa,


como un áspero hierro que rasga su futuro
una raya
un surco,
hondo y sangriento como un grito,
como una raya oscura
una raya
larga
y roja
en el polvo de la historia..

Patria de tercera

VIAJANDO EN TERCERA he visto


un rostro.
No todos los hombres de mi pueblo
óvidos, claudican.
He visto un rostro.
Ni todos doblan su papel en barquichuelos
para charco. Viajando he visto
el rostro de un huertero.
Ni todos ofrecen su faz al látigo del “no”
ni piden.
La dignidad he visto.
Porque no sólo fabricamos huérfanos,
o bien, inadvertidos,
criamos cuervos.
He visto un rostro austero. Serenidad
o sol sobre su frente
como un título (ardiente y singular).
Nosotros ¡ah! rebeldes
65

al hormiguero
si algún día damos
la cara al mundo:
con los rasgos usuales de la Patria
¡un rostro enseñaremos!

El vaquero de Apompoa

TELÓN
Rodríguez
Vaquero
De Apompoa.
Esa noche
Venía de cantar
A Rosa Reyes

No quiso
Tomar. Guardó
Silencio
Y nos dormimos.

Cuando tocamos
Puerto nadie
Supo de él. Cayó
En la noche
Del agua. Eso
Dijeron.
Conocí después
A Rosa
Reyes. Era
hermosa y alunada
66

Cuando Telón
Canto su serenata
Ella dormía
Con Víctor
El de Tisma.

Todo era secreto


Y música
Cuando
El caballo de Víctor
Relincho en la milpa.

Thálatta, memoria y navegaciones


(* Thallassa: mar, en griego)

Voyage qui n’enfinissait pas,


qui se tenait toujours a distance.
Henri Michaux

A Ricardo E. Molinari, agradeciéndole Las


sombras del Pájaro Tostado, “agora que só
(también) viejo”

Esa noche bebíamos frente a la ruidosa tumbazón de


[noviembre.
Una bombilla azul atrae gaviotitas lacustres al rótulo
[iluminado de La Perla del Gran Lago.’
Éramos Joaquín, Louis y Octavio
los lectores
[de Cendrars, de Morand, de Valery Larbaud.
Abríamos la noche con la llave de Huidobro:
“un verso sea como una llave que abre mil puertas”.
67

Burbujeaba el vaso de cerveza


y cada poeta escribía un verso en una carta de naipe
-barajábamos- y una secreta musa nos dictaba el
[oráculo del poema.
Todo era posible. “Un puerto, nos decía Pessoa,
[es la ebriedad de lo diverso”.
Louis no tardaría mucho en encontrarse con Barnaboot
[en una floristería de Oslo.
Octavio lentamente recordaría a Ekelof:
-“Quiero estar lejos
quiero lejanías
quiero otra cosa”.’

Pero la luna a veces alumbra al sesgo


zonas intransigentes de la noche:
un trozo de muelle robado a las soledades
[de Giorgio de Chirico
y la mendiga con su hijo en brazos cubierto con el
[rebozo
y el viento resbalando en su enagua sucia
[y la voz de la mendiga
-una voz sin tiempo, repetida, llorosa, en cantinela:
¡Hoy regresó de la guerra! ¡Hoy volvió a puerto!
Y contaba las cicatrices de sus heridas
y sus hazañas temerarias en una guerra civil
[que enloquecía a Nicaragua
¿Por que esta imagen, este pólipo de la sangre
retorna a mi recuerdo con el verso del Vidente:
‘la joven madre difunta desciende de la escalinata”?
Porque esa noche el pescador que cargaba sus remos
[y su atarraya
se acercó a la mujer y levantó la punta del rebozo
y vio el rostro azulado del recién nacido en un sueno
[sin retorno
y dijo a los compañeros: -¡Ese niño está muerto!
y gritó la madre con el grito de una gaviota herida
y subió la escalinata del muelle repitiendo:
-¡Hoy vino de las islas a mis brazos!, mientras el
[viento
tremolaba su oscura cabellera.
Joaquín se sirvió en silencio ron en un vaso
68

y volvimos a Homero. Buscábamos


a nuestros contemporáneos en la fuga del tiempo:
la antigüedad de lo nuevo. Dante cruzando
[el territorio del llanto
o el inefable del éxtasis. El mar
apresado en octavas reales por Camõens.
La carta de Penélope a Odiseo que escribió Horacio.
Y aquel que cantó:
“Era gia l’ora che volge il disio ai naviganti”.
-Esa mujer es la madre de Ulises,
dijo de pie Joaquín mirando la luna enfurecida de la
[mendiga
“Solamente ella y Joyce nos han dado a Odiseo en un
[sólo día”.
Y hablamos de Joyce, miope y jesuítico:
los dos filos de su peligrosa pluma cirujana
que llegaba hasta el oscuro límite
que separa a la bestia del ángel.
Y hablamos del mar. Hablábamos:
la juventud es la hora torrencial en que la carne se
[hace verbo.
Mis amigos me despedían porque partía para el Sur.
Joaquín sólo viajó en sueños o en alcohol
Louis en cambio cayó en la trampa -como
[Apollinaire- y desembarcó en Normandía.
La artillería rompió la débil resistencia de sus nervios
y sobrevivió entre la clínica y la poesía;
pero ya desde entonces un hombrecito azul, como una
[llama de acetileno
salía de su pupila invitado por los horizontes.
Yo jure en mi corazón: ¡He de partir!
¡oh Thállatta!, ¡rasga mis rutinas!
¡cuelga mis hábitos en los obenques de tus naves!
Beberé el vino que se hace substancia de una lengua,
tomare los alimentos que nos entregan los misterios de
[una raza.
¡El trigo de Castilla cuya tierra roja parece escrita para
[sembrar espadas!
Y en un puente sobre el Amo, el Chianti de Boticelli
[“boca de botella”
“París es su cocina”
69

“Tes menús / sont la poésie nouvelle”, canta Cendrars.


Pero ahora no era el Atlántico
-el viejo de verdosas barbas que esculpió el perfil de
[mi Patria-
ni la historia escolar de sus carabelas
transportando palabra por palabra toda la lengua
[castellana
hasta convertir a España en una lejana provincia de
[America.
Ahora se desplegaba ante mí la inmensidad cósmica
[del Pacifico.
A espaldas de América el mar de las soledades indias.
Y vi el rebano andino de inmensos volcanes nevados
y escuché pronunciaciones de quena o de ocarina de
[nuestras palabras usuales
como si un diptongo fuera un caramillo
y una “elle” una herida en la garganta de la mujer
[amada

II
Fue en el Sur -bajo su cruz de plata incaica- bajando
[en el ascensor del Hotel Cryllón de Santiago
con mi flamante Ministro de Relaciones de barbas
[tenidas
que coincidimos con Chocano (Jose Santos) el que fue
[llamado poeta de América
y me saludó con mano rústica y de inmediato
me habló del “paisano inevitable”
y “del tropel de potros”, etc,. de su generoso preludio.
-No se recitaba un poema en los colegios de América
-dijo Octavio- que no fuera de este poeta que Darío
[avala como “el decir de todo un continente”,
pero arrepentido agrega: “Tal vez es desigual”.
Y Joaquín nos recuerda: Goldberg lo señala: “He is an
[Inca”.
Pero luego también repara y agrega: “He is a Viceroy”.
¡Ni virrey, ni inca! ¡Retórica!, dijo enconado Louis -el
[alcohol es dogmático-
70

y me dolió un poco el recuerdo de aquel poeta peruano


cargado de espalda
que cargaba entonces el “Oro de Indias”
y que había montado un negocio de buscador de tesoros.
Pocos meses después un socio estafado lo apuñaleó en
[un tranvía
y volvió a mi memoria
su mano fuerte, su perfil de capataz y una cierta zona
[de sueño en sus ojos voraces.
Fue en el Sur, en el pago de los Güiraldes que comí un
[asado con los gauchos que me hablaban de Don
[Segundo Sombra.
En una sola noche -en el olor milenario de la barbacoa,
con la pampa negra detrás de las llamas codiciosas-
viví el Martín Fierro, fui huésped del corazón de
[Sarmiento
y ubique el Sur con Borges
“del otro lado de Rivadavia”,
esa calle que si tú la atraviesas
te introduce “en un mundo más antiguo y más firme”.
Pero fue en Santiago de Chile donde yo publiqué mi
[primer libro
cuando la poesía en guerra civil
te obligaba a evitar el fuego cruzado
entre Pablo de Rocka -con su Canto de Trinchera-
el impulsivo poeta disfrazado de “maldito”
o las severas exigencias de Alone
o la sombra de Huidobro que todavía ganaba batallas
[como el Cid Altazor.
“Es la tempestad sobre nuestras palabras -decía el
[verso de Rosamel-
cada vez que abrimos la boca surge un planeta de larga
[cabellera”.
En la noche lacustre hablamos del chileno Ángel
[Cruchaga’
el único que ha escrito un Apocalipsis dulce y pacifico
con Luzbel cansado de su atroz monotonía
o imitaba yo la voz en susurro de Juvencio Valle
cuando me leyó los borradores de El hijo del
/guardabosque.
Pero en Santiago el mayor incendio venía de la primera
71

[Residencia en la Tierra de Neruda


-una edición inasequible: ¡cien ejemplares!
que sin embargo encendía la sorpresa y los celos-.
De muchos labios oí como una nueva fundación de la
[lengua:
“Angela Adónica”
Y así descubrimos esa noche un estilo que tejía las
[materias dormidas de la lengua
desde los dos Valles desde Rojas (Gonzalo)
a Díaz Casanueva, desde el Gemido de Rokha
hasta Neruda, proa de ese nuevo esquife romántico y
[onírico.
-Fue del Pablo residente en la tierra que José Coronel
[Urtecho comentaba:
“Neruda repite dormido lo que Withman dijo
[despierto”.
Luego trepé a los Andes
en un viejo y osado tren de cremallera.

III
Nuestro sueño del Sur se llamaba entonces Buenos
[Aires.
Todos viajamos a la invención de Buenos Aires.
Por eso no pocas veces confundo
mi invención de Buenos Aires con mi recuerdo de
[Buenos Aires.
Joaquín esa noche no conocía el decreto de su destino.
Sólo un viaje realizó y en el mástil de su barco ebrio se
[posaba el cuervo de Poe.
Se adelantó al naufragio correspondiente
y no pudo bajar de su sueño precoz al puerto del
[tango.
Yo llegue con Marcelo Sánchez Sorondo a la Calle
[Alsina
y estaban los poetas escuchando una conferencia del
[Doctor Pico.
Los poetas jóvenes que hacían joven entonces a la
[ciudad de Buenos Aires.
Francisco Luis Bernárdez que encontró la forma de
72

[rescatar el Siglo de Oro


para las nuevas enumeraciones y éxtasis de la lengua
[de América.
O Marechal,” ese otro rigor, que tampoco quiso
sentarse en el poema como en una cátedra
(porque la poesía no tiene por fin
ni por oficio
conocer, sino crear).
O Máximo Etchecopar, o Jacobo Fijman y su Estrella
[de la Mañana
o Girondo, o Jijena Sánchez cuya palabra acarreó con
[paciencia de hormiga
las creaciones del pueblo y sus dictados.
O el mensajero del tenue viento del Sur y sus largas
[melancolías:
Molinari, Ricardo E. Molinari, el celebrado
huésped de la “Hostería de la Rosa y el Clavel”.
Me invitaron a una noche de teatro
La Lola Membrives cortaba los azahres de la luna
“con un cuchillo,
con un cuchillito
que apenas cabe en la mano”
y después de los aplausos Federico se vino con
[nosotros.
Acababa de recibir su Romancero gitano
editado por SUR y se golpeó con la mano la pierna y
[nos dijo:
-‘Ya soy de bronce”. Luego tocó el piano en el bar.
Había una España lejanísima como una alondra
en el fondo de su cante.
Y no era tan andaluz, viéndolo bien,
sino por la luna de los olivares que le daba siempre en
[el rostro.
Que le dio siempre en el rostro hasta su muerte.

IV
En todos los países busque la poesía de mi generación
y encontré a los poetas sin insignias ni melenas
inaugurando la normalidad.
73

No hablábamos de renovar la lengua.


Buscábamos la alegría de la lengua
-no la palabra “en estado de diccionario”
sino “en estado de gracia”-no el castizo
neo-rico y académico en su torre de marfil,
menos las “encanalladas revoluciones” en su torre de
[Babel.
Todos “sentíamos cercano -con Demián-
un ocaso de lo actual y una nueva aurora”
pero una tarde en el hall del Hotel City de Buenos
(Aires
Darío II, medico y pianista, me llamó:
-Te presento a Leopoldo Lugones.
(Mi admiración por Lugones
no la pudo derribar ni el mismo Lugones con sus
[artificios).
Y mire al poeta:
“¡Así que este embajador japones
con traje gris impecable
de ejecutivo cuello blanco
bombín en la mano
y corteces ojos orientales”
es el gran Lugones, el Laforgue porteño y lúdico
que agotó la adjetivación de siglos conquistados por la
[luna;
el payador de Río seco, casi un gaucho,
el de Poemas solariegos,
el que escribe bajo el argentino sol de sus 60 anos
los poemas que Darío ya no pudo escribir
bajo el nicaragüense sol de su precoz crepúsculo.
-¡Escríbalos usted!, me dijo
sin saber que me alentaba a seguir la estrella de mi
[canto.
Hablamos de Sandino. Me habló de Einstein y yo le ola
[rodeado de teoremas
Luego atacó a mi generación que arrancaba al cometa
[del verso la cofa luminosa de la rima.
Yo le hable de nuestra pampa chontaleña, menos
[solemne, pero cruzada también por misteriosos
[y analfabetos payadores
No le enseñe, por timidez, mis poemas
74

Ni pude entonces conocer a Borges”


-su mas joven y genial antagonista-
pero conocí calle por calle, el fervor de Buenos Aires de
[los sueños de Borges.

V
Fue en la casa de Juana de Ibarbourou en Montevideo
donde por primera vez leí mis Poemas nicaragüenses.
Los leí con miedo, bajo sus ojos.
Dentro de mi corazón hablan luchado dos musas
[irritadas:
la que sólo se da tendida en la caverna
y la que se entrega perseguida en la lontananza.
¿Era acaso posible esta lírica bigamia?
¿El delicado equilibrio entre la tímida musa
[provinciana
y la pretenciosa musa cosmopolita?
Fui leyendo a tientas, bajo los ojos de esa mujer
donde se daban cita los ojos de todo el Mediterráneo
(fenicias, griegas, egipcias, andaluzas
y la emigrante osadía de la mirada de la mujer del Sur)
y fui perdiendo el espanto a ser tomado por un “poeta
[nativo”.
¡Nunca se conocen los secretos asedios del poema!
pero vienen a mi memoria los rostros de Julio
Casal, de
[Sara Bolho, de Falcao Espalter, de Ernesto Pinto
atentos, quizá sorprendidos de esa intromisión
de la lejanía nicaragüense,
donde un joven jinete enamorado
-que había perdido la fe en Pegaso-
cruzaba sin alas la fatigada esperanza de su pueblo.

VI
Do, Re, Mi, Fa, Sol, La, misa del Mar en La
smaar, raag, braam, toomb, aar.
Do, Re, Mi, Fa, Sol, La, misa del Mar en La
75

thaa, llaa, ssaa! thaa, llaa, ssaá!


Azarías H. Pallais

“El mar, el acechado mar de los navegantes”


que cantó Molinari.
El mar de Bernárdez:
“el inmenso solitario, el mar
que pregunta por nosotros en el lenguaje de sus olas
[más oscuras”.
El mar de Joaquín Pasos donde “los marinos están un
[poco excitados”.
(“Los marineros quieren lanzar el ancla
Los marineros quieren saber qué pasa.. .
Pero no es nada. Están un poco excitados
‘El agua del mar tiene un sabor más amargo.
No pasa nada. Están un poco excitados.
Nunca volverá a pasar nada. Nunca lanzarán el
[ancla”
En ese mar
-que alcanza en Coquimbo, frente a la altura de
[Aconcagua,
su mayor profundidad-
los pasajeros están un poco excitados:
¿en qué turbia hondura de su abismo
flotará todavía una bella muchacha
que dio una fiesta en su camarote
y su intrépido corazón saltó de la copa a la muerte?
Preguntaron por cable a la familia si pagaba su retorno
[en un féretro
y todos creímos escuchar el canto del músico de Saint
/ Merry.
“Canto la alegría de vagar
y el placer de morir errante””
Era una linda golondrina norteamericana
de ojos violetas y luminosa cabellera roja.
En una tabla inclinada, con un peso en los pies
se hundió en el dominio de las sirenas.
Y allí “donde hubo pájaros hay viento,
y oscuridad donde hubo peces.
Y en el abismo solitario todas las formas
del olvido están presentes”.‘
76

Memorias / La Tribu
Las memorias son ficciones del ego,
mejor que sean poemas: invenciones
más puras.
PAC.

En aquel tiempo nuestra juventud regresaba de una


temporada en el infierno
Comenzaban las Grandes Palabras, temidas por Joyce, a
desenvainar sus homicidios.
Una guerra. Una generación débil y desdichada
obligada a cargar de nuevo el inmenso cadáver de la
Esperanza.
Fue entonces que un ángel nos llevó aparte para enseñarnos
a purificar las palabras de la Tribu.
(Darío había regresado a nuestras playas
con “los azoramientos del cisne entre los charcos”.
Sobre la vieja cama de su agonía estaba todavía abierto el
antifonario:
“¡Oh Señor Jesucristo! ¿por qué tardas? ¿qué esperas?”
¡Era el grito de nuestra impaciencia!).
Era el grito de nuestra generación.
Dibujábamos sobre la arena del circo la figura del Pez y
nos reconocíamos
-nos reconocíamos por el hambre como se reconocen
los mendigospero el tren corría hacia los tristes horizontes
y en los postes telefónicos se balanceaban los ahorcados.
Pagaban el precio de nuestras culpas,
el precio de nuestros sueños.
Siglo cruel. “Fréres humains, qui aprez nous vivez,
nayez les coeurs contre nous endurciz”’
(no hagáis gala de duro corazón).
Años después oí a un sacerdote de la liberación.. .
desdeñar a un amigo que por hambre había
servido a los Somoza:
¿para qué mierda sirve?. ¡ ‘ ‘Fréres bumains.. “!.
“La Revolución no tiene amigos!“, le dijo.
Y yo intervine y le pregunté:
-Si una revolución no se hace para la amistad
del hombre
77

Fue entonces que recorrimos paso a paso, las frías losas


de Notre Dame
rezando el Vía Crucis de un extraño converso:
Un hombre llamado Pablo
que encontró a Cristo a
través de las blasfemias de Rimbaud.
Fue entonces también que los truenos de Léon Bloy
quebraron los vitrales del templo antiguo
(“áspero como la verdad” nos dijo en sus Raros, Darío)
“rugiendo en el vacío”, descendiendo
de la ebúrnea torre a la ingrata mendicidad
-arte contra el Arte- “ese parásito aborigen
en la piel de la primera serpiente”.
Fue entonces que llegó a nosotros Azarías...
a quien llamamos “nuestro Archipreste”
y a quien enloquecía Francis -el de Tournay- con su
cielo aldeano
(el mismo delicado azul del cielo nicaragüense pisoteado
por los Coroneles y los Generales).
Fue entonces que conocí a Peguy
con su carbón encendido
quemando los labios de la conformidad
porque este mundo moderno
“no es solamente un mal mundo cristiano,
sino un mundo incristiano, a - cristiano,
absolutamente anti - cristiano”, decía.
Y nos pedía el asombro de la poesía
el inefable asombro de la primera noche
cuando unos nobles seres luminosos
anunciaron a unos pastores
el nacimiento de ese ineludible desconocido.
Eran
azul”.
los primeros vientos del movimiento de renovación.
El profesor jesuita Jaime Castiello nos sentó en el aula
llena de brisas y rumores lacustres
y levantó, ante nuestro asombro, el velo del misterio:
“La Naturaleza es templo de cuyos cimientos suben
-de tiempo en tiempo- palabras oscuras”...
Tierra, aire, agua y fuego eran columnas
de un bosque de inéditas correspondencias
78

mientras nosotros, jubilosos,


perseguíamos los infinitos enlaces
entre la mujer y el adjetivo.
Teníamos 18 años. Pensé entonces:
La Naturaleza alcanza la perfección de sus formas
en el Caracol y el Árbol, el Caballo y la Mujer.
“Pero vuela un pájaro -corrigió el maestro y es tuyo el infinito
Teníamos 18 años y éramos
los buscadores de la Belleza
splendor veri, nos decían los platónicos
splendor ordinis, decía San Agustín
splendor fomae, decía Santo Tomás.
“El diablo tiene
un odio sobrenatural a la naturaleza y se vale del arte para
mostrárnoslo”,
nos advertía Maritaín.
Teníamos entonces 18 años.
Luis Alberto Cabrales
llegaba de Paris
con libros fragantes para remover el envejecido París dariano:
Él tradujo «La noche» de Peguy, ese “invento de la
sagacidad de Dios”.
¡ Ah!. ! desde entonces, cuando tú escuches en un poema mío
el rumor de estrellas y tinieblas de las noches nicaragüenses
piensa que fue un lejano hermano de Francia quien
colocó sobre mis hombros
esa nocturna capa pontifical que pesa siglos y sueños
infinitos.
Cabrales fechaba su fe de hierro en 1523.
Con tanto indio, con tanto africano en sus venas,
el hidalgo don Pío Castillo de la Llana, su antepasado,
prevalecía en su corazón mudéjar con la espada en la mano
repitiendo en altas y sonoras voces:
“Si hay alguna persona que pretenda negar este Evangelio,
salga conmigo a singular combate!“.
Eran años militares
Legiones de pies embotados marchaban
con el terrible paso mecánico de los hombres que saben
que pasan sobre cadáveres.
Los pies del mundo eran los pies de Caín.
“Sentíamos, con Demián, cercano y perceptible ya
79

un ocaso de lo actual y una nueva aurora”.


-“Me joden los cóndores”, nos había dicho Vallejo.
Y Gerardo nos alertaba sobre el hombre guillermosecundario
cuyos cuchillos duelen en el paladar.
Conocía Gerardo Diego en Santander ejecutando a Pulcinelli
en un piano de sobrecogedoras beatitudes
¡nunca dí con un poeta tan diferente a su poesía!
Entre más parpadeaba, más seguridad adquirían sus adjetivos.
Entre más timidez, era mayor la osadía de sus metáforas.
Conocí en España, también, a Evelyn Waugh, el novelista
inglés.
Por el equívoco de su nombre le llevaron al muelle en África
un ramo de rosas creyéndolo mujer.
Enrojecía cuando le elogiaba su obra.
Era un católico británico
tímido como todos los británicos
y terco como todos los católicos británicos.
Toreamos al alimón un becerro en Salamanca
Nada nos unía salvo aquel pañuelo blanco
frente a los cuernos de Mefistófeles
que me recordarían a Max Jacob en Paris hablando del diablo
ermitaño
y su hoz de luna que corroe las rocas
(se le apareció Cristo en un cine!).
En cambio Cocteau irónico, olfateando la celebridad con
su nariz de mirlo,
nos señaló proyectada en la pared la joroba de un ángel.
Luego cambió. Descendió a los infiernos con Orfeo
y yo no sé si falsificó una conversión cuando dijo:
La poesía, Dios mío, eres tú,.
Ingenia como Cocteau
Coronel el chispeante
cambiante
versátil maromero
mi maestro José Coronel Urtecho
todos los días exorcizaba un demonio
a quien había acogido como ángel
y “tantas veces dijo Ecce Horno frente al espejo
que nunca supo cuál de los dos era el verdadero
si acaso era alguno”.
Tú ya no lo recuerdas.
80

En mi juventud -pasadas las tinieblas los poetas preguntaban a Felipe:


- “¿Dónde mora el Señor?“. -“En Europa
sólo tú no eres viejo, oh Cristianismo”, cantaba Apollinaire.
Pero en mi ancianidad la moda es la blasfemia de barba
blanca.
Estaba escrito: “He de sufrir de los ancianos,
de los escritores y de los sacerdotes” (Mateo ).
Y Joyce
nos anunciaba “una horda de herejías
con mitras medio caídas”.
Pasó a mi derecha, buscando una patria, Stefan Baciu el
rumano.
Pasó a mi siniestra la corneja cantándole utopías a los poetas.
Lezama” desde su gordura sufriente nos escribía
atravesado de flechas marxistas: “urge que cambiemos el
futuro
urge adelantar el desengaño.
Viene la repetición y debemos adelantarnos.
Debemos adelantarnos.
Este es el fin. Ya no habrá generaciones
sino degeneraciones”.
Jorge de Lima llegó también pidiendo a Dios un caballo
para dirigirse a Damasco
y así cayó
en los brazos de su Anjo - da - Guarda.
“Louvado seja N.S. Jesús Cristo
e a Mâe d’Ele, Nosa Senhora, minha madrinha!“.
Atrapado por el cáncer, Jorge arrojó su ingenua profecía
contra una América erizada de armas:
“Las ametralladoras serán fundidas
y se transformaran en velocípedos para los nirios huérfanos”.
De otro temple, de otra materia agresiva y compasiva
se me viene ahora el recuerdo de Francisco, mi hermano,
mi compañero
cuando buscábamos en la lejana inocencia de las aldeas
el decir y el cantar de nuestro pueblo.
Francisco, nuestro rebelde Bloy mulato, golpeó con sus
puños impacientes las puertas eternas.
Dios en persona le abrió. (‘Voy a ser otro”, me dijo en su
agonía
y no sé si creía que iba a sanar
81

o si me hablaba de su resurrección.
Luego Mario nuestro experto en metáforas,
conoció a otro fulminante mensajero
que le arrebató a su linda hija
y tuvo fe para bendecir a Dios.
“Sólo yo sé lo que me cuesta” me dijo.
Pero el día que ella murió
los científicos descubrieron una nueva galaxia.
¡Ya vamos quedando pocos,
muy pocos poetas
aferrados al parpadeante “lucero puro
que brilla en la diadema de la muerte”.
Recuerdo una tarde lluviosa metida en lágrimas:
Azarías debía regresar a su Brujas de Flandes. Fue su
despedida.
Me señaló en la penumbra de la iglesia el rostro de la Señora
-el rostro más parecido al de Cristo-”
y me dijo: “Ella es la Madre del Verso”.
Fueron años negros. Stalin mataba
Hitler mataba
Somoza también mataba.
Las legiones marchaban triturando
el Antiguo y el Nuevo Testamento
Recuerdo a Gertrud Von le Fort tan pálida por el exilio
pero fuerte en su fe. -¡No he conocido
un genio de llama tan pura y luminosa como esta mujer
que me escribía con bella letra germana
llena de firmeza en su debilidad de “última en el cadalso”!
Fueron años negros.
Y fue en el oscuro fondo de su desesperanza
que Rouault pintó como quien abre una ventana entre la
Osa y las Pléyades
la Serena Faz. Fue la mirada de ese rostro
en el vitral de la noche
fue una naranja musical que arrojó a la calle, a mi paso,
Erik Satie
-como el salto de un gato angélico sobre un piano-
fue aquel poema que me leyó Alfonso Cortés” demente
con los ojos en éxtasis a la orilla de una ventana en una calle
leonesa
82

fue Pascal en el comentario de Romano Guardini


o fue Dante...
porque Dios pasa a tu lado
-conversando entre sus Tres Personas-
no en la pretenciosa tempestad, ni en el rayo
autocrático
sino en la humilde brisa
(en puntillas)
como aquella Sor María ¡oh!
aquella hermanita cualquiercosa
que bordaba uvas y espigas sacramentales
¿qué puede el ruidoso domador de palabras,
qué puede decir de este cielo - en - tierra,
cursimonjita, ¡y sin embargo
tú correrías por los tejados si vieras el monstruo
que ella dominaba con un hilo! Y aquí oscilan
“los fides” -dice Gerard Manley - “resbalan”,
y “los sin fe fabulan y yerran”, ¡oh Sor María!
¡oh Sor María!... ¡oh Sor María!
Todos huíamos de algo en la edad de los exilios
Parecía terminado el diluvio y Noé abrió la ventana
y entraron rompiéndose las alas la paloma y el cuervo.
Huyendo del tirano llegué a México
en la negra decena de los 40.
(La corrupción mexicana
nos sumergió en una tosigosa capa de sarcasmos
-la Sátira:
ceniza de las Utopías-).
Un hombre había dado su espíritu a la Revolución.
“Casi todo lo bueno que en México tenemos ahora
es fruto de su vastísima mirada”
me decía Pellicer**. Pero ese hombre
ahora maldecía la Revolución.
Y lo maldecían. Era José Vasconcelos.
Era el hombre de fuego que Orozco pintó en la cúpula
del Hospital de Cabañas.
-“¿Cómo pusiste tus esperanzas en un Generalísimo?”
me dijo, derribando mis apasionamientos católicos por la
rebelión de Franco.
Porque fue su precavida voz civil
la que me dio a conocer el peligro de la espada; peligro
83

que no se manifiesta en el filo de su espiga


sino en su empuñadura, allí donde la mano
cobra conciencia del dominio. Y su inflamada
voz civil condenaba a los Generales de la zaga mexicana
a la mediocridad perpetua:
“Aquí donde toda riqueza es posible
sólo es ya posible la pobreza; aquí
donde todo sueño ha sido cultivado
somos un desierto sin metafísica”.
Ebrio de Cristo, recién convertido, me dijo una tarde:
“Triste América,
en el amanecer de tus revoluciones
tus héroes fusilan
Y en el ocaso roban!”
Tom fue otra cosa. Tom Merton
subía la Montaña de los Siete Círculos
cuando fue arrebatado. Lo conocí
en el silencio de la Trapa, en Getsemaní, en los pastos
azules de Kentucky,
con su tosca chamarra de labrador
sobre su inmaculado hábito de trapense.
Trataba de salvar la hendidura geológica de América
entre la creación y el plagio.

Buscaba al indio (como Benito en Europa buscó al campesino)


para unir los bordes sangrantes de la universalidad herida.
América: un Occidente
de regreso a la humildad. América:
el grito de dignidad de la pobreza.
Lo rodeaban muchachos que habían regresado
con canas en las sienes de los cielos de Hiroshima,
ejecutivos sucios de números que venían de lavarse el polvo
del Mercado, en la secreta “fonte”,
amores, dulces memorias,
filosofías crepitando en las brasas del incensario
y a la hora de maitines, anticipando
el amanecer, arcángeles labradores
se levantaban de sus lechos a fabricar la Esperanza.
La Trapa es silencio, pero le permitieron hablarme:
“La Belleza que produce el poeta es parte del Reino”,
me dijo.
84

Luego me alertó, en una carta, contra los Gigantes


contra Gog
Y Magog
(porque el hombre de América no ha superado la etapa de
los Gigantes).
Y hablamos bajo la luna de la fundación de Solentiname.
Pero ya no vio a Ernesto
de boina y metralleta
convertir su sueño benedictino en una escuela
donde se enseñaba a matar con amor.
En su última carta Tom me anunció que viajaba al Asia
(trazaba su sueño
sobre la vieja ruta al Austro que salía de Granada, puerto
nicaragüense,
puerto de soledad donde los barcos se anuncian pero
desaparecen)
porque él quería regresar y morir en Nicaragua:
“garganta pastoril de América’ ’ .
Pero en la oscuridad de su noche, tocó las torres
de alta tensión del siglo XX
y quedó fulminado. ¡Aún no acabo
de reponerme de su muerte eléctrica!
Luego, cuando el recuerdo de Merton es ya una escultura de
tiempo
que se desmorona en olvidos
Cuando busco fotografías que aprisionen su realidad entre
fechas,
surge Eliot, casi viviente, entreverado con quienes fueron
sus amigos
y mis amigos: como Archivald McLeish
o su confidente, el padre de Grate Schulman (“Burn Down
the Icons’ ’ , mi maravillosa traductora)
¡Tanto Eliot leído en cátedra, señalándome sueños favorables
y ayudándonos a “explorar la bondad, comarca inmensa”
“Veinte anos
tratando de aprender a usar palabras”.
Muchas veces he pensado si sólo leí a Eliot o si la lectura es
.una amistad secreta.
También él reclamaba los ojos del indio para mirar nuestra
civilización enrarecida de racionalismo.
“Redeem the time, redeem the dream
85

-redime el tiempo, redime el sueño- nos repetía Eliot


y subían al barco voces nahuas y quichuas,
voces aymaras, voces mayas y mískitas,
y decían: “superemos el logos en el ágape”
y se escuchó en la apretujada tripulación
-de los desterradosel canto de la Salve. Cruzábamos
la vigilia y mirábamos en el mástil
al muerto levantado en alto. Su luz
pálida
nos reanimaba en la tiniebla
o en la culpa -esa hija de la noche.
Y el viento gemía. El viento
que mueve lo mismo un mar que una margarita
y rezábamos
“ea! pues, Señora
vuelve tus ojos”
y esa era el alba
y la luz eran sus ojos
los que devuelven a la fe la certidumbre
“after this our exile”
-después de este destierro-

1985/1993
Las Colinas
Managua

El abuelo / Memoria

Mi abuelo encontraba las brumosas soledades de su nieto


más dulces que la sociedad humana.
Robert Lowel

Al caer la tarde, después de cerrar su comercio


mi abuelo se encaminaba al lago con su hermoso perro
[y su nieto.
Bajaba por la calzada, una rambla sombreada de
[almendros,
86

una calle porteña abierta a la aventura:


al fondo el muelle. Vapores y lanchas que atracaban o
[zarpaban.
Los vecinos se sentaban en las puertas de sus casas.
Un paseo al lago era un paseo orlado de saludos.
Mi abuelo los distribuía con el sombrero.

Mi abuelo se sentaba en los cimientos ruinosos


[del viejo fuerte.
Colocaba sus dos manos sobre el puño del bastón
y sobre sus manos el poderoso y voraz mentón de
[hombre de presa
mientras sus ojos azules elaborados
[hace siglos por el mar Cantábrico
lo traicionaban y se perdían en el horizonte
[nublados por la nostalgia.
Ya era rico entonces. Ya había cruzado veinte veces
[el Atlántico.
Compraba en París, en Londres, en Hamburgo,
[vendía en Nicaragua.
Pero amaba el mar. Y nunca pude saber, como se dice
[de los fenicios,
si navegó para comerciar o comerció para navegar.
-Abuelo -le decía- cuéntame otra vez de tu barco
[en el Mediterráneo escoltado por los delfines.
Y le preguntaba por Julio Verne a quien conoció
[en una tómbola.
Y por la Torre de Eiffel, fea como una jirafa de hierro.
Me miraba entre fastidiado y sorprendido.
No era locuaz. No era como mi padre que me hacía
[vivir sus relatos.
Me decía, numeral y añorante: en ese viaje
salimos de Génova a Nápoles, a Mesina, al Pireo,
[a Atenas, a Constantinopla;
recuerdo que navegamos de noche con luna hasta
[la isla de Rodas...
Y yo lo detenía: --¡Pero, abuelo!... Y la isla de Rodas
me llenaba de expectativas y ansiedades en el azul
[nocturno del Egeo.
El me miraba entre fastidiado y sonriente
y encendía su puro que mascaba con fuerza
87

[como los pescadores en las borrascas


mientras las olas golpeaban contra los
[cimientos del viejo fuerte
con sus viejos cañones llenos de herrumbre apuntando
[al infinito pretérito.
Mi padre, agricultor como Hesíodo,
citaba del aeda su temor “al mar de ruidos
[sin número”
y me decía: -“De tu madre te viene
[el gusto por las aguas.
Yo soy marinero en tierra”. Y mi abuelo asentía
y me contaba de su abuelo don Lorenzo
-un vasco de Tolosa, un tipo barojiano,
[“piloto de puerto y de derrota”
que cruzó los mares, entonces de España
[como timonel de veleros
y en su última ruta guió su barco de 500 toneladas
[al equívoco Pacífico;
cruzó Magallanes, subió el lento litoral del Sur
y cuando alcanzaba el Golfo de Fonseca
un huracán lo hizo naufragar frente al Realejo.
Así entró a León, amargado y náufrago
el fundador de la familia de mi madre.

(A este país no sólo lo hicieron conquistadores,


[gloriosos capitanes y destinos manifiestos
sino también náufragos, oscuros exilados
[y destinos adversos.)
Cuando mi abuelo llegaba a este punto
la historia sobrecogía la imaginación del nieto
que por entonces cruzaba el dulce tiempo
[de las iniciaciones
Cuando Dios tiende al pequeño Adán y lo adormece
para que el sueño fabrique doncellas inasequibles
y mi abuelo acentuaba la expectación con una chispa
[de malicia en los ojos
porque en la casona leonesa donde el náufrago
se hospeda hay un jardín y en el jardín una higuera
[traída de los jardines mudéjares
y bajo la sombra de la higuera, como Eva,
[una muchacha que corta los frutos
88

y cruza luego los soñolientos corredores


[con un cestillo, con una cinta.
Años más tarde leí las amarillentas cartas cruzadas
entre los padres de Lorenzo, de Tolosa y los padres
[de Manuelita.
(En el cuadro del pintor provinciano los dedos
de Manuelita ofrecen un higo del cestillo
[al invisible amado)
y en las cartas unos padres hablan de
[dote y otros de virtudes
y en la casa de Tolosa de España
queda esperando al navegante
un aposento con una cama
con una mesa
con una lámpara
y unos libros de astronomía
y un tratado de geografía
y un cuaderno de cálculos
y una vieja brújula marcando inútilmente la ruta
[del retorno.

Porque en este país siempre hay un poema


[en el origen de las especies.
Y Manuelita engendró a Pedro que casó con Marcelina
Y Marcelina engendró a Salvador que casó con Isabel
e Isabel engendró a Mercedes y así entró el mar
[hasta el borde de mi cuna
en los ojos verdes de mi madre

La calavera de
Arqueólogos desempolvan interrogaciones
junto a mis huesos.
Mayo ya no es vida
ni sus lluvias
recubren la risa de mi calavera.
¿En balde mi dolor?
89

¿Sobrancero mi canto? Ríe.


¿Fue acaso lo reído más tuyo, posteridad
que mi palabra?
Estoy tendido
a la usanza de los creyentes
y busco entre las amapolas
restos de mi corazón. ¡Ah! Mis cantos
¿serán también arqueología?
Investigadores
cavan el lugar de mi sueño.
oigo sus términos. Escucho.
No dicen: "amó como nosotros."
Miden mi cráneo.

Invención de la sirena
Una mujer en aguas dulces.
Una estrella mojada en el límite del mar.
Dejar que la sonrisa se desnude
de su traje de lágrimas.
Una mujer en el centro
de todas las navegaciones
y lo vientos. El oleaje
su poema
-versos de espuma- y alguna gaviota gira
arriba
coronándola
y alguna mariposa
que parpadea
un revuelo de sorprendidos amarillos.

No conocí el aviso clásico:


"Huye de las playas de Circe".
Nuestros antepasados
no concibieron la sirena:
ni Chalchiuhtlicue de la falda de agua
la celeste diosa de los ríos
90

ni Huixtocihuatl, la diosa azul


de las aguas saladas del mar
dejaron oír al hombre sus cantos.

Nuetros antepasados
no escucharon la voz de las aguas
en el vientre de la mujer.
Pero yo inventé un reino sumergido
cuya música esculpía en agua
el silencio del pez, líquido beso,
y el embeleso de su voz, líquido canto.

En el dulce mar de Nicaragua


antes de que arribaran a vela las fábulas antiguas
yo inventé la sirena.

Paco Monejí
AHORA, desde la selva oscura, mi infancia es alta
como la montaña donde los héroes indiferentes
–"vestidos de aire"--
apartan las nubes con desdeñosos gestos de la mano.
Asciendo a la cumbre casi fatigado y reconozco
que era mucho más alto el mundo.
Los que transitan
el cosmos no llegarán donde nosotros
colocamos nuestros ojos: ninguna nave
a tres mil pájaros por hora
se acercará siquiera al país secreto
donde un niño lisiado
extraía al silencio
las cosas del misterio.
¡Paco Monejí
a menudo
un niño perdido
es hallado en el poema! Tus palomas
de barro
91

susurraban el secreto
del Katún antiguo. Y las risas
de los invisibles cuando bajaban
de las cándidas galaxias
en una piedrecita blanca…
Luego
te ladeaste hacia el astro
y salió entre llantos escasos
tu ataúd de cosmonauta.
Reposa
diocesillo!
¡Aún te miro
–en papel de la China, lejanísimo
como Buda y así de sutil--
elevando tu cometa!
Ah!
Mi paraíso
–mecido por el viento--
pende aún de tu mano
dulce patria
en un hilo!

Ars poética
Volver es necesario
a la fuente del canto:
encontrar la poesía de las cosas corrientes,
cantar para cualquiera
con el tono ordinario
que se usa en el amor,
que sonría entendida la Juana cocinera
o que llore abatida si es un verso de llanto
y que el canto no extrañe a la luz del comal;
que lo pueda en su trabajo decir el jornalero,
que lo cante el guitarrero
y luego lo repita el vaquero en el corral.
Debemos de cantar
como canta el gurrión al azahar:
92

encontrar la poesía de las cosas comunes,


la poesía del día, la del martes y del lunes,
la del jarro, la hamaca y el jicote,
el pipián, el chayote,
el trago y el jornal;
el nombre y el lugar que tienen las estrellas,
las diversas señales que pinta el horizonte,
las hierbas y las flores que crecen en el monte
y aquellas que soñamos si queremos soñar.
Decir lo que queremos.
Querer lo que decimos.
Cantemos
aquello que vivimos!

Piolín
Una isla picoteada por las gallinas
Un pedazo de estrella- fue el país de Piolín
el niño de los gallos.
A la vela llega Magdaleno
vela de cuerpo ausente
el remo del niño y cuatro candelas
Piolín: Salvaste a la niña Rina
salvaste a Teo /mi hijo!
Tocan violines
Lloran alto las abuelas
y los pescadores con lámparas
buscan el cuerpecito
Entonces canta el gallo de Piolín:
¿Dónde estará?
La noche llena de gallos
¿Dón-de-es-taraaá ?
De isla en isla
los gallos preguntan por el niño
y con preguntas van haciendo el alba.
93

El nacimiento del sol

He inventado mundos nuevos. He soñado


noches construidas con sustancias inefables.
He fabricado astros radiantes, estrellas sutiles
en la proximidad de unos ojos entrecerrados.
Nunca, sin embargo,
repetiré aquel primer día cuando nuestros padres
salieron con sus tribus de la húmeda selva
y miraron al oriente. Escucharon el rugido
del jaguar. El canto de los pájaros. Y vieron
levantarse un hombre cuya faz ardía.
Un mancebo de faz resplandeciente,
cuyas miradas luminosas secaban los pantanos.
Un joven alto y encendido cuyo rostro ardía.
Cuya faz iluminaba el mundo.

Mitología del jaguar


La lluvia, la más antigua creatura
—anterior a las estrellas— dijo:
«Hágase el musgo sensitivo y viviente.»
Y se hizo su piel; mas
el rayo, golpeó su pedernal y dijo:
«Agréguese la zarpa.» Y fue la uña
con su crueldad envainada en la caricia.
«Tenga —dijo el viento entonces,
silabeando en su ocarina— el ritmo
habitual de la brisa».
Y echó a andar
como la armonía, como la medida
que los dioses anticiparon a la danza.
Pero el fuego miró aquello y lo detuvo:
Fue al lugar donde el «sí» y el «no» se dividieron
—donde bifurcó su lengua la serpiente—
94

y dijo: «Sea su piel de sombra y claridad.»


Y fue su reino de muerte, indistinto
y ciego.
Mas los hombres rieron. «Loca»
llamaron a la opresora dualidad
cuando unió al crimen el Azar.
Ya no la Necesidad con su adusta ley
(no la luna devorada por la tierra para nutrir sus hambrientas noches
o el débil alimentando con su sangre la gloria del fuerte),
sino el Misterio regulando el exterminio. La fortuna,
el Sino vendando a la Justicia —«¡dioses!»—
gritaron los rebeldes —«leeremos en los astros
la oculta norma del Destino».
Y escuchó el relámpago el clamor desde su insomne
palidez. —«¡Ay del hombre!» —dijo
y encendió en las cuencas
vacías del jaguar la atroz proximidad de un astro.

Himno nacional en vísperas de la luz


En el límite del alba, mi pequeño país toma las aguas tendidas
–las grandes aguas desnudas que descansan–.
«Haré lagunas este día», piensa. Cuenta, de dos en dos, sus árboles,
sus aldeas cubiertas de rocío,
sus territorios que salen despacio noche afuera.

Antes del hombre,


mi dulce país arregla su pequeña porción de paisaje.
«Colocaré este azul sobre una nueva mujer.»
«Este lugar proyecto para mejores vientos.» Va diciendo.
A vosotros os antecede, hombres de mi tierra.
Pulsa el alba, otras corrientes pulsa para buscar el ángel
que circula de sueño a sueño alrededor de nuestros aires.
Mi pequeño país, entre tantos, va historiando sus flores,
la biografía más difícil de la golondrina, fechas de ceibos, de conejos,
historias revolucionarias de hombres, otros destinos
en una fuente, en una comarca apenas designada.
95

Países hay que escogieron calendarios afanosos


para eclipsar las antiguas escrituras.
Llámase Imperio el dolor de unos hombres lejanos.
Se llamará Inmortal un nombre arrojado contra el bronce.
Pero esta vez existe este lugar dispuesto para ser eterno
por esta palabra que un ángel dicta recorriendo los maitines.
Mi pequeño país es habitado por vegetales menos solemnes.
Por silencios naturales que van de canto a canto,
entre hombres así, entre montañas asequibles al llanto,
y ríos prudentes que transportan con mansedumbre sus estrellas.
Aquí hemos criado olvidos elementales para ser comunes,
vegetaciones insistentes para cubrir a tiempo nuestras huellas.
Existe un ángel que repudia nuestras oportunidades
–cierra con insolencia las pequeñas ventanas de los oficinistas–
y viene urgiendo una palabra más, un canto más,
en la pobre aldea que no trasciende
donde habita ese niño pálido que nosotros desconocimos.
Por eso el alba toma un hilo al sueño desde los pájaros
y va penetrando a todos los que tienen inscrito su silencio.
Mi pequeño país cristiano se compone de unas pocas
primaveras y campanarios,
de zenzontles, cortos ferrocarriles y niños marineros.
–«Tenemos este quehacer, esta palabra entre todos» –ha dicho–,
y así comienza, a punto de los albores, reclamando
a ti, zafiro, llamado último lucero,
al venado, al güis, al chichitote –un pájaro madrugador–;
su coro de claridad para alabar la luz.
«Voy recorriendo a tantos, llamando a cuantos tienen ganado su silencio.»
«A ti, José Muñoz, carpintero de oficio, que sabes hacer mi mesa,
toma este lucero. Sale a guiar su hora. ¡Arréglalo!
Y tú, Martín Zepeda, pues vas, de caminante, arrea
estos pájaros. Dales canto o diles
lo que sabes del pan y la guitarra.
Y a ti, Pedro Canisal, vaquero, muchacho agreste,
ensilla el horizonte, monta al final la noche, dómala!
Todos sueñen. Todos muestren que están contigo haciendo
este futuro día, esbelto y sin zozobras.
Busca a Juan, el «chato», en este barrio de albañiles;
y a Gumersindo, jornalero de caminos;
tengo un ancho espacio que llenar
de Chontales a León, de norte a río, de río a corazón.
96

Quiero tierra y voz.


Esta voz tuya, Gregorio Malespín, cantador de Cuiscoma, ¡levántate!,
mira la gente que va conmigo. Ya lo están cantando:
Lagos, lagunas, madreselvas,
árboles y campesinos dicen:

«Alabado sea el Justo


y Buen Señor que va dando a cada país lo suyo.
Esta noche al nuestro. Este descanso conseguido.»
Por tanto,
en alabanza y canto merecido,
árboles y campesinos dicen:
«Alabado sea el Dueño
de esta posesión. Levantó una noche más y fuese
andando, a cubrir otro lugar de más necesidad.»

Porque así agradecemos debidamente este lugar.


Así volvemos a vivir debidamente nuestro lugar.
Mi pequeño país te solicita para la oración y el himno de los que vamos a despertar.
Recuerda, hermano, las lomas de Colojá y su césped verde.
Tú, Jacinto Estrada, regocíjate de tu isla, con sus frutales que rondan en susurro las
abejas.
Madre mía, desde el balcón de tu casa bendice mi respiración.
Porque yo sueño con un canto donde va amontonándose
todo este ritmo patrio de ángeles celestes y verdes palmas
mecidas, de babor a estribor, por un viento de flautas lentas.

Si la poesía nace junto al verbo


Si la poesía nace junto al verbo
junto a la danza
junto al andar,
el correr,
97

el marchar,
ella verbi gracia, verbi marcha
verbi corre
verbi anda
verbi danza.

El otro
En Managua, capital de los temblores
por pura casualidad nací.
Se equivocaron los ángeles pastores
y un niño campesino pusieron en vez de mí.
Yo venía equipado con la flor de la albahaca,
la piel de algún vaquero y un sueño de refresco
para nacer en un rancho, en un viejo tapesco
y beberme la inocencia de la leche de vaca.
Se equivocó mi abuelo, honrado comerciante,
se equivocó mi padre, hidalgo y pensador:
cuando lloré, lloraba buscando a Rocinante,
el caballito flaco de una aventura en flor.
Canto por eso ahora lo que lloré en mi cuna,
el corral que no hallaba en mi casa burguesa,
el arbolón del rodeo donde anida la luna
y la sabana inmensa que el camino atraviesa.
Canto la vida errante a lomo de caballo,
la muchacha que espera en la casa del estero
y la otra que saluda a mediados de Mayo
y la otra que se olvida a finales de Enero.
Canto el cielo abierto, sin cercos y sin dueño,
canto el canto libre que siembra cosas bellas,
canto al que laza desde su potro un sueño
y al pobre que tiene cien millones de estrellas.
Canto lo que no he sido
porque en mi canto lo fui:
al ganadero de todo lo perdido
y al campesino que llevo dentro de mí.
98

Apólogo con elefante

“Allí donde la razón adapta monstruos *’


Roberto Juárroz

A través de los agujeros de la carpa


vimos tendido al Empresario
con el rostro todavía enharinado y su gran boca roja
de payaso
envenenado -decían- por el Domador.
La vieja lucha entre el Poder y la Sátira
reinvestida luego por una aura de leyenda
cuando cruzó galopante las calles del pueblo el
caballo blanco
y se perdió en la noche
llevando de pie en la silla de plata
a la pecosa amazona de cabellera opalescente.
Se disolvió el GRAN CIRCO AUGUSTO.
Desapareció el enano como por encanto.
Desaparecieron las trapecistas y los
prestidigitadores.
Los perros maromeros -sabios de hambrebuscaron las casas de los ricos
y en los cofres abandonados, los trajes de luminoso
esplendor
resultaron harapos con lentejuelas de brillo fatuo.

Solo quedó el elefante.

El pueblo lo hizo suyo.


Amó su forma huérfana, sin orígenes, que convertía
en habitual lo exótico

Allí donde pasaba con su pesado paso lento


creaba un paisaje insólito.
Los indios viejos, sentados bajo los almendros,
escrutaban suspensos indicios de la deidad
99

que el tiempo destronara. Y temían


la azarosa amistad de su potencia.
El elefante les tendía su trompa desde una edad
remota
meneando en su extremo un dedo anacrónico y
deforme
como si el oler y el tocar pertenecieran
a un reino todavía indiviso

En las noches de silencios rutinarios


los estudiantes y los enamorados lo veían moverse
como una oscura enciclopedia
de piel rugosa y texto indescifrable.
Sus pequeños ojos eran tristes,
prisioneramente tristes bajo su enorme frente
comba,
como si un peñasco o un vetusto
árbol abriera el secreto párpado de lo inanimado.

Comenzamos, entonces, a inventar nuestros


recuerdos.
Comenzamos a notar que nuestras casas reducían
su estatura,
que nuestros árboles degradaban la elevación de sus
anhelos,
que crecía un dominio, que crecía
la incontrolable fascinación de lo gigante.

¿Qué puede un pueblo de musas rústicas y


pesadumbres provincianas
cuando recorre sus noches, con sus colmillos de
marfil,
la corpulencia del Orden
con el sello lunar de su pezuña
y el manto de su piel, el ominoso
manto de un pasado insondable como el tedio?
Los poetas preguntaron: ¿es lúcida
o es ciega la potestad que rebasa nuestras formas?
Porque el tiempo iba pesando, denso y
paquidermo.
Y su peso era un arma. Y su tamaño un reino.
100

Y mendigaba como todo rey.


Extendía su trompa imponiendo el tributo
demoledor de su ternura.
El pueblo lo hizo suyo.
Amó su forma huérfana, sin orígenes, que convertía
en habitual lo exótico.
Los sembradores dijeron: “pisotea nuestras
milpas”
Las vivanderas del mercado: “destruye nuestros
tiangues”.
Y el párroco abrió el Libro
donde Eleazar, hijo de Saura -el Macabeo-
mató con hacha al mamut de Siria
y pereció aplastado por su masa.
¡Mas ya era tarde!
El plenilunio
hirió su sexo con el salvaje filo de su hoz. Y fue el
amor
su furia. Olfateó en el viento, hacia Oriente
-donde rugía el mar -
la hembra inaccesible.
Y embistó sobre nosotros
barritando su brama.
Con gritos
con piedras
con antorchas
la multitud lo echó del pueblo
al cenagoso páramo.
Costó vidas su muerte.
Como antaño aplausos, levantó aleteos
y chillidos de aves agoreras.
Y lo vimos hundirse por su propio peso
fangoso sol arcaico
deforme
y extranjero.
101

El hijo de septiembre
Yo pelié con don Gil en la primera
guerra nicaragüense. De muchacho era indio
y español y al unísono me herían.
Tengo el grito bilingüe en las dos fosas
porque me dieron flechas en el lado blanco
y balas
en mi dolor moreno.

Más tarde, en el 21, se batieron


mis dos mitades fértiles en sueños:
el ORDEN con el Rey y fui colgado;
la AVENTURA –demócrata- a empellones
de alegre libertad y… ¡fusilado!
¡Lindo túmulo Septiembre para flores!

Pasando a sangres más fáciles la pólvora


sonó después en funerales bipartitos:
Me fueguié liberal hasta el sepelio
con discursos en León. Pero en Granada
me enterraron de verde y con tambores
¡Histórica es mi muerte en dos versiones!

Hoy de pobre peleo con el rico:


me soy patrón o me declaro obrero
en huelga general mi sindicato.
¡Bicéfalo ataúd lleva mis restos,
pues cuando quiero libertad me mato
y cuando tengo libertad me muero!

Canto de los cortadores de madera

En San Miguel, al sur, nacimos


desgraciados, el agua a la cintura,
102

soles sonando sus tambores,


lunas zumbando zancuderos,
chingueros, labradores,
madereros,
fuimos
mojoneando el país con sepulturas.

Trochas maláricas abrimos


Cruzando los esteros toboberos
Y podridos de frío nos bebimos
El sol en rones coyoleros.

Patria talada tu patria, maderero,


se lleva la madera al extranjero
y al nativo
nos queda el lodazal.

Dimos muebles, altares,


sillas, sillones y sillares
y techos y lechos a millares
a los señores de otras latitudes,
mientras nosotros del fangal
cautivos
quedamos entre tumbas vivos
labrando nuestros propios ataúdes.

Epigramas
I

Que yo pueda tomar lo ajeno


y hacerlo mío. Que yo pueda
tomar lo tuyo
y hacerlo propio
Que tu aventura
sea mi canto
Que tu amor
103

sea mi canto
Ladrón de cantares
llamaron los indios
al indigente corazón

IV

Jenófanes reconoció
la voz de su amigo
en el perro que apaleaban.
Yo la reconocí
en el que me mordía.

VIII

Tanta vileza preñó la ciudad


Ciro: esta ciudad está preñada
y temo
que alumbre un nuevo tirano
Será el hijo bastardo de todos

La ceiba
Cuando vinieron nuestros progenitores
-“e viniéronse porque en aquella tierra
tenían amos, a quien servían,
e los tractaban mal”-
subieron al gran árbol el día en abre sus frutos
y soplaron sus semillas aéreas para trazar la ruta del éxodo.
Y unas semillas tomaron la ruta de las aves que se nutren de gusanos
y otras las de los pájaros chicos que vuelan en solidaridades y se
alimentan de granos
y otras tomaron la ruta de los buitres y quebrantahuesos que viven de
la carroña y desde su altura sólo ven la muerte
y otras tomaron la ruta de las águilas y cóndores, la más alta,
104

la que sólo es cruzada por las mariposas y por los pensamientos de


los pensadores.

Este es el árbol de la contradicción.


Este es Vahonché que cita Landa y “que quiere decir palo enhiesto
de gran virtud contra los demonios.”
Este es el árbol gigante que Gómara vio y quince hombres cogidos
de las manos no podían abarcarlo.
Este es el árbol de los Trévedes que cuenta Oviedo más alto
que la torre de San Román de la ciudad de Toledo.
Y es el que cuenta Núñez de la Vega que tienen los moradores de
esta tierra en todas las plazas de sus pueblos
y debajo de ellos hacen sus cabildos
y los sahúman con braceros porque tienen por asentado
que de las raíces de la Ceiba les viene su linaje.

Yo he recordado su sombra antigua recorriendo esta ciudad en ruinas.


En la Calle Candelaria donde esta mi casa
-hablo de la vieja casa donde yo nací-
ya no queda piedra sobre piedra.
Y la luna
ese cuervo blanco
diciendo ¡Nunca más!

Yo he recordado su antigua sombra aquí donde no hay amor


suficiente
para levantar estas piedras.
“¡Sal de ellas, pueblo mío!”
Un techo nuevo cubra tus exilios. Un madero
extienda sus ramas.
He aquí
lo que estaba dicho en el libro de los profetas de Chumayel:
“Se alzará Yaax-Imixché, la Verde Ceiba, en el centro de la provincia
como señal y memoria del aniquilamiento”.

Allí donde nace este Árbol es el centro del mundo.


Lo que tú ves desde su copa es lo que tu corazón anhela.
Este es el árbol que amorosamente sienta tu infancia en sus rodillas.
Con el algodón liviano y sedoso de su fruto tu pueblo fabriicó sus
almohadas
donde reclina su descanso y elabora sus sueños.
105

Si suben a este árbol, la serpiente se hace pájaro


y la palabra, canto.

Esta es la Madre Ceiba en cuyo tronco hinchado tu pueblo veneró


la preñez y la fertilidad.
De su madera blanca y fácil de labrar tu pueblo construyó una
embarcación de una sola pieza
y esa embarcación es su cuna cuando inicia su ruta y es su féretro
cuando llega a puerto.

De este árbol aprendió el hombre la misericordia y la


arquitectura,
la dádiva y el orden.

En el calor de agosto
Como las rondas de ángeles que Fra Angélico pintó junto al establo,
vi a los gráciles, gárrulos y excitados pájaros lacustres
danzar con ingenua alegría
alrededor del cadáver de la serpiente,
como si el Mal hubiera con su muerte terminado para siempre.

Así el pueblo saltó a las calles jubiloso agitando banderas,


creyendo que un hombre solo resumía su daño,
danzando al sol
mientras en la grieta oscura de uno o dos corazones
calladamente anidaba la nueva tiranía…

Mis cariátides
Tía Trinidad tenía un tacto de pétalo
afinado por el pasar incontable
de las cuentas del rosario
y era el verbo dar vestido de blanco
106

con una dulce contribución de lágrimas


en sus ojos verdes otoñales
La otra
-alta y doméstica-, pero también dadivosa
como los árboles del Paraíso
era tía Isidora, el otro crepúsculo de ojos cenicientos
como la región donde los pájaros duermen
Ellas sostenían, como las Cariátides, las tardes municipales
De la historia antigua
donde ahora es Grecia o Granada o Tula
con sus columnas
rotas y el mismo cielo azulísimo repleto de aventuras
y Atenea, tan agorera, tan diosa de barrio
ayudándonos en la lucha contra la noche
siempre inquietante y adusta
Leo a Homero y tía Trinidad espanta las preguntas sobre
Circe
Los navegantes que ciñeron la húmeda cintura de las islas
conocieron la leyenda y la esparcieron en nuestra ciudad
Así llegaron los jóvenes desoyendo (decía)
desoyendo la precavida voz de los viejos
y anclaron en la ensenada

Ahora, cuando el solitario marino escucha


El gruñido de los cerdos
recuerda en blanco mármol a la vejezuela
y se aconseja y sabe
cuánto exige el áspero corazón
pero tía Isidora era de tierra. De aquella familia que
bajó con Booz a nuestros valles
para encontrarse con los domadores de caballos
gentes de finos tobillos peregrinos
que fundaron en el corazón de la patria la tierra de
promisión
“Ganadería es historia” decían mis abuelos
-ganaderos ellos y nuestros padres-
Nubes de polvo anunciaban a los caminantes en las
cansadas lejanías
y tía Isidora había aprendido el verbo recibir
con un corazón de posada evangélico y aromado de
panadería
107

Pero cuando el regreso de mi padre


(“los príncipes aqueos durmieron toda la noche
vencidos por el plácido sueño /
más no probó sus dulzuras Agamenón /
pastor de hombres /
porque en su mente resolvía muchas cosas”)
cuando el regreso de mi padre mi casa estaba en ruinas.
Once veces mártir
mi ciudad se levantó de sus cenizas
urgiendo un canto de Fénix para sus muros arrasados
Pero pasaron sobre ella los mercaderes
y no queda piedra sobre piedra
excepto este mármol, esta Cariátide
alta y doméstica soportando el techo
donde el soldado resguarda su infancia de una lluvia
insistente

Urna con perfil político


El caudillo es silencioso
(dibujo su rostro silencioso).
El caudillo es poderoso
(dibujo su mano fuerte).
El caudillo es el jefe de los hombres armados
(dibujo de las calaveras de los hombres muertos)

Manuscrito en una botella


Yo había mirado los cocoteros y los tamarindos
y los mangos
las velas blancas secándose al sol
el humo del desayuno sobre el cielo
del amanecer
108

y los peces saltando en la atarraya


y una muchacha vestida de rojo
que bajaba a la playa y subía con el cántaro
y pasaba detrás de la arboleda
y aparecía y desaparecía
y durante mucho tiempo
yo no podía navegar sin esa imagen
de la muchacha vestida de rojo
y los cocoteros y los tamarindos y los mangos
me parecía que sólo existían
porque ella existía
y las velas blancas sólo eran blancas
cuando ella se reclinaba
con su vestido rojo y el humo era celeste
y felices los peces y los reflejos de los peces
y durante mucho tiempo quise escribir un poema
sobre esa muchacha vestida de rojo
y no encontraba el modo de describir
aquella extraña cosa que me fascinaba
y cuando se lo contaba a mis amigos se reían
pero cuando navegaba y volvía
siempre pasaba por la isla de la muchacha de vestido rojo
hasta que un día entré en la bahía de su isla
y eché el ancla y salté a tierra
y ahora escribo estas líneas y las lanzó a las olas en
una botella
porque ésta es mi historia
porque estoy mirando los cocoteros y los tamarindos
y los mangos
las velas blancas secándose al sol
y el humo del desayuno sobre el cielo
y pasa el tiempo
y esperamos y esperamos
y gruñimos
y nos llega con las mazorcas
la muchacha vestida de rojo.
109

Pablo Antonio Cuadra / biografía


(Managua, Nicaragua; 4 de noviembre de 1912 - 2 de enero
de 2002) fue un poeta, ensayista, crítico de arte y de
literatura, dramaturgo, artista gráfico e ideólogo
nicaragüense.
Pablo Antonio Cuadra Cardenal, más conocido como Pablo
Antonio Cuadra, por lo cual se le solía llamar "PAC". Fue hijo
del jurista, estadista, canciller y diplomático nicaragüense
Carlos Cuadra Pasos (1879-1964) y de la señora Merceditas
Cardenal. Se casó con Adilia Mercedes Bendaña Ramírez,
con quien compartió su vida hasta fallecer.
Históricamente, su famila ha estado ligada a la la política y a
la poesía de Nicaragua, evidencia de esto son sus
primos: José Coronel Urtecho, poeta, ensayista y
dramaturgo, y el presbítero Ernesto Cardenal, poeta,
escritor, escultor, religioso y político, quien incluso fue
Ministro de Cultura durante el gobierno sandinista (1984-
1990).
En 1931 PAC, junto con José Coronel Urtecho, Joaquín Pasos y otros escritores
como Manolo Cuadra y Luis Alberto Cabrales, funda en Granada el movimiento literario
denominado "Vanguardia", que procuraba innovar o liberar la cantidad de reglas y
estamentos que ya estaban establecidos por los movimientos anteriores, por lo que su
única regla era no respetar ninguna regla.
PAC se opuso a la intervención de los Estados Unidos en Nicaragua contra Augusto
César Sandino a inicio de la década de los 1930's y rompió con la dinastía de los Somoza
en los años 1940's. Este compromiso político y social con su pueblo, lo llevó más tarde a
abogar de manera franca y directa por los pobres de Nicaragua, abrazando la teología de
liberación y otras corrientes intelectuales que el gobierno de Somoza consideraba
subversivas,1 razón por la cual fue brevemente encarcelado por el régimen de Somoza
en 19562 y por muchos años se autoimpuso un exilio en Costa Rica y Texas.
Muchos años más tarde, también criticó al gobierno del Frente Sandinista de Liberación
Nacional por comprometer la independencia cultural de Nicaragua.3
En 1936 se licencia en Leyes en la Universidad de Oriente y Mediodía de Granada,
Nicaragua. En 1939 pudo viajar por primera vez a España, visitó Cádiz, Sevilla,
Santander y estuvo varias semanas en Madrid, a finales de ese año regresa a Nicaragua.
110

El 26 de junio de 1945, Pablo Antonio Cuadra ingresa en la Academia Nicaragüense de


la Lengua (que precisamente había fundado su padre en 1928, siendo Canciller de
Nicaragua), con un discurso titulado "Introducción del pensamiento vivo de Rubén
Darío". Fue director de esta Academia desde 1964 hasta su muerte en 2002.
Vuelve a España en 1946, como parte de la delegación oficial de Nicaragua al XIX
Congreso Mundial de Pax Romana. En esa asamblea, se constituye el Instituto Cultural
Iberoamericano (presidido por el propio Pablo Antonio Cuadra), que sería la base para
la creación del Instituto de Cultura Hispánica unos meses más tarde; en la
actualidad Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo.
Nuevamente viaja a España en 1948.
A partir de 1964 comenzó a publicar en el diario "La Prensa" de Nicaragua sus "Escritos
A Máquina", en los que desde una perspectiva política y filosófica, comentó sobre la
agitada historia de su natal Nicaragua. Llega a ser codirector de este diario en1954 junto
con su sobrino Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, quien fuera asesinado por la
dictadura somocista en enero de 1978.
En 1960 funda la revista centroamericana de cultura "El pez y la serpiente" y funge
como director ésta durante más de cuarenta años.
En 1988 formó parte del jurado que concedió en España el Premio Cervantes a María
Zambrano. En octubre del mismo año, se presentó en el Palacio Nacional de la Cultura
de Caracas, Venezuela una recopilación de la poesía religiosa de PAC: "El Libro De Las
Horas", ocasión en la que él declaró a la prensa: "América sólo puede encontrar y
realizar a plenitud su propia identidad si logra, con los elementos de su propia historia,
realizar la síntesis entre cultura y fe".4
En 1991 fue galardonado con el Premio Interamericano de Cultura Gabriela Mistral,
concedido por la Organización de los Estados Americanos (OEA).1
En 1993 es nombrado Rector de la Universidad Católica (ÚNICA), conservando
simultáneamente el cargo de Director del Diario "La Prensa", dirección ésta, que
abandona en 1999.
El 15 de octubre de 1999 el Gobierno nicaragüense, le otorgó el "Premio Nacional de
Humanidades", consistente en 5,000 dólares, por sus aportes al rescate de la
"nicaraguanidad" y porque la literatura es parte sustantiva de las humanidades".5
En diciembre de 2001, el día 4, PAC, ya bastante desmejorado de su salud, recibió un
merecido homenaje dentro de las actividades conmemorativas del aniversario número
32 del Teatro Nacional Rubén Darío de Managua, durante el cual se contó con la
participación de muchos jóvenes poetas que le rindieron tributo, casi un mes después, el
2 de enero de 2002, fallece PAC a causa de un paro respiratorio tras una prolongada
enfermedad. Fue sepultado en Granada, ciudad donde vivió por muchos años, el 4 de
enero de 2002.
111

Obra

 Poesía
 "Poemas Nicaragüenses", Editorial Nascimento, Santiago 1934
 "Canto Temporal", 1943
 "Poemas Con Un Crepúsculo A Cuestas", 1949
 "La Tierra Prometida", 1952
 "El Jaguar Y La Luna", Editorial Artes Gráficas, Managua 1959
 "Poesía (selección. 1929-1962)"Ediciones Cultura Hispánica, Madrid 1964
 "Poesía Escogida", Editorial Universitaria, León 1968
 "Tierra Que Habla", Editorial Universitaria Centroamericana, San José 1974
 "Esos Rostros Que Asoman En La Multitud", Ediciones El Pez y la Serpiente,
Managua 1976
 "Cantos De Cifar Y Del Mar Dulce", Ediciones de la Academia Nicaragüense de la
Lengua, Managua 1979
 "Siete Árboles Contra El Atardecer", Ediciones de la Presidencia de la República,
Caracas 1980
 "Obra Poética Completa" (7 vols.), Libro Libre, San José 1983-1989

 Ensayo
 "Hacia La Cruz Del Sur", 1936
 "Promisión De México Y Otros Ensayos", 1945
 "Entre La Cruz Y La Espada", 1946
 "Torres de Dios", 1958, 1985
 "El Nicaragüense", 1967
 "Otro Rapto De Europa", 1976
 "Aventura Literaria Del Mestizaje", 1987

 Cuento
 "Agosto", 1970, 1972
 "Vuelva, Güegüense", 1970
 "Cuentos Escogidos", 1999

 Teatro
 "Por Los Caminos Van Los Campesinos", 1957
 "El coro y la máscara", 1991, que contiene tres piezas: "Death", "Johana Mostega"
y "Un Muerto Pregunta Por Julia"
Tomado de Wikipedia
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Muestrario de Poesía

1. La eternidad y un día y otros poemas / Roberto Sosa 32. Nunca de ti, ciudad y otros poemas / Czeslaw Milosz
2. El verbo nos ampare y otros poemas / Hugo Lindo 33. El barco en llamas y otros poemas / Jaroslav Seifert
3. Canto de guerra de las cosas y otros poemas / Joaquín 34. Uno escribe en el viento y otros poemas / Gonzalo
Pasos Rojas
4. Habitante del milagro y otros poemas / Eduardo 35. El animal que llora y otros poemas / Antonio
Carranza Gamoneda
5. Propiedad del recuerdo y otros poemas / Franklin Mieses 36. Los andamios del mundo y otros poemas / Ledo Ivo
Burgos 37. Dominican Style y otros poemas / Alexis Gómez Rosa
6. Poesía vertical (selección) / Roberto Juarroz 38. Poesía francesa actual / Muestra de 40 autores
7. Para vivir mañana y otros poemas / Washington 39. Número equivocado y otros poemas / Wislawa
Delgado. Szymborska
8. Haikus / Matsuo Basho 40. Desde la república de la conciencia y otros poemas /
9. La última tarde en esta tierra y otros poemas / Mahmud Seamus Heaney
Darwish 41. La tierra giró para acercarnos y otros poemas /
10. Elegía sin nombre y otros poemas / Emilio Ballagas Eugenio Montejo
11. Carta del exiliado y otros poemas / Ezra Pound 42. Secreto de familia y otros poemas / Blanca Varela
12. Unidos por las manos y otros poemas / Carlos 43. Tal vez no era pensar y otros poemas / Idea Vilariño
Drummond de Andrade 44. Bajo la alta luz inmerso y otros poemas / Mariano
13. Oda a nadie y otros poemas / Hans Magnus Brull
Enzersberger 45. Las ocupaciones nocturnas / Jorge Enrique Adoum
14. Entender el rugido del tigre / Aimé Césaire 46. La gruta de las palabras y otros poemas / Vladimir
15. Poesía árabe / Antología de 16 poetas árabes Holan
contemporáneos 47. La vida nada más, la sola vida y otros poemas /
16. Voy a nombrar las cosas y otros poemas / Eliseo Diego Gastón Baquero
17. Muero de sed ante la fuente y otros poemas / Tom 48. El futuro empezó ayer / Luis Cardoza y Aragón
Raworth 49. Los errores necesarios y otros poemas / Joaquín
18. Estoy de pie en un sueño y otros poemas / Ana Istarú Giannuzzi
19. Señal de identidad y otros poemas / Norberto James 50. Jardín de Piedra / Fernando Ruiz Granados
Rawlings 51. Hablar desde la inseguridad / Rafael Cadenas
20. Puedo sentirla viniendo de lejos / Derek Walcott 52. El hombre acorralado y otros poemas / Luis Alfredo
21. Epístola a los poetas que vendrán / Manuel Scorza Torres
22. Antología de Spoon River / Edgar Lee Masters 53. Territorios Extraños /José Acosta
23. Beso para la Mujer de Lot y otros poemas / Carlos 54. Cuadernos de Voronezh / Osip Mandelstam
Martínez Rivas 55. La traición de los sueños / Francisco de Asís
24. Antología esencial / Joseph Brodsky Fernández
25. El hombre al margen y otros poemas / Heberto Padilla 56. Quemaremos los días por venir / Radhamés Reyes-
26. Réquiem y otros poemas / Ana Ajmátova Vásquez
27. La novia mecánica y otros poemas / Jerome 57. Sobre toda palabra / Rafael Guillén
Rothenberg 58. Días de Carne / César Sánchez Beras
28. La lengua de las cosas y otros poemas / José Emilio 59. Bajo la noche enemiga y otros poemas / Ulises
Pacheco Varsovia
29. La tierra baldía y otros poemas / T.S. Eliot 60. La imperfección es la cima / Yves Bonnefoy
30. El adivinador de hojas y otros poemas / Odysseas 61. Voluntad de la luz / Luis Armenta Malpica
Elytis 62. Ciudad en llamas y otros poemas / Oscar Hahn
31. Las ventajas de aprender y otros poemas / Kenneth 63. Iniciación final / José Alejandro Peña
Rexroth 64. Gente desarraigada y otros poemas / Cesare Pavese
65. La luz interrumpida y otros poemas / Luis Rosales
66. Una raya larga y roja en el polvo de la historia / Pablo
Antonio Cuadra
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Colección

Muestrario de
Poesía
2010

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