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70 JORGE LUIS RORGES—ORRAS COMPLETA tora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la espiracién poderosa, (A veces me duermo realinente, 2 veces v2 cambiado el color del dia cuando he abierto los ojos.) Pero le tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterién. Finjo ue viene a visitarme y que yo Ie muestro la casa, Con grandes ‘everencias le digo! Ahora voluemos @ la encrucijada anterior » Ahora desembocamos en otro patio 0 Bien decia yo que te sustaria la canaleta o Ahora verds una cisterna que se lend de rena o Ya verds cémo el sétano se bifurca. A veces me equivoco nos refmos buenamente los dos. No silo he imaginado esos juegos; también he meditado sobre a casa. Todas las partes de la casa estén muchas veces, cualquier ugar ¢s otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, 1m pesebre; son catorce [son infinitos} los pesebres, abrevaderos, ratios, aljibes. La casa es del tamafio del mundo; mejor dicho, s el mundo, Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un Ajibe y potvorientas galerias de piedra gris he alcanzado la calle hhe visto el templo de las Hachas y el mar. Eso no Io entendi vasta que una visién de la noche me reveld que también son -atorce [son infinitos] los mares y los templos. Todo est muchas ve0es, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen ‘star una sola ver; arriba, el intrineado sol; abajo, Asterién. Quizé ‘0 he creado las estrellas y el sol y In enorme casa, pero ya no ne acuerdo. Cada. nueve afios entran en la casa nueve hombres para que ‘9 los liere de todo mal. Oigo sus pasos o su vor en el fondo le las galerias de piedra y coro alegremente a buscarlos. La remonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo ne ensangriente las manos, Donde cayeron, quedan, y lox cadé- veres ayudan a distinguir una galeria de las otras. Ignoro quignes, ‘on, pero sé que uno de ellos profetiz6, en la hora de su muerte, yue alguna ver Megaria mi redentor. Desde entonces no me duele a soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantara dobre el polvo. Si mi oido alcanzara todos los rumores del nfundo, vo percibirfa sus pasos, Ojald me Jleve a un lugar con menos lerias y menos puertas.

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