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Hasta ayer

muchos pasos diferentes anunciaban su llegada.


Hoy nada.

Hasta ayer
mirábamos transcurrir la historia como desde una ventana.
Hoy, de repente, somos sus protagonistas.

Hasta ayer
amar era tan normal, tan bueno y tan seguro.
Hoy miramos atónitos los nombres en las lápidas.

Hasta ayer
las 9.53 no nos decía nada.
Hoy nos llaman a la cita.

Hasta ayer
los lunes iniciaban la semana.
Hoy nos encuentran en tribunales todas las mañanas.

Hasta ayer
repudiábamos el nazismo, el terrorismo y el fascismo.
Hoy seguimos repudiando lo mismo.
Pero el minuto de silencio
ya no nos paraliza.

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