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Inturrisi Giuseppina Mat.

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PUNTOS DE VISTA

Los dos amigos estaban sentados en un bar y acababan de desayunar.

Joaquín estaba quejándose de las incompetencias de los funcionarios recién


contratados de la empresa en la que trabajaba. Se quejaba cada día, como el día
anterior, como el día de antes del día anterior. Pues, como siempre, Rafael aburrido
y harto de oír siempre las mismas quejas, aneaba con desinterés mirando por todas
partes, cuando sus ojos se pararon sobre una mujer. Tenía el pelo largo y moreno.

Era la camarera del bar y sin esperar a que su amigo acabase el cortado, se encargó
con rapidez de pedir la cuenta. La mujer, una joven que podía tener nada más que
veinticinco años, se la trajo. Dos cafés cortados y dos medias tostadas de atún y
queso: 6,20 euros. Joaquín pronto sacó la cartera y puso su parte. Rafael esperó.
Miró la mujer y miró el plato de la cuenta. Puso lo que quedaba hasta llegar a 7
euros.

Joaquín: - Mira hombre, creo que te has equivocado... has puesto 80 céntimos más.
Recógelo y venga ya que es tarde y mi jefe esta vez me mata si llego tarde...¡como si
yo y mis retrasos fueran el problema! ¡JA!

Rafael: - Estate quieto Joaquín... si no te tranquilizas uno de estos días, con todas
estas preocupaciones, te vendrá un infarto y te quedarás frito... y yo el café me lo
tomaré en el camposanto... justo encima de tu lápida... Y de todos modos... deja ese
dinero. La camarera estará feliz aunque sólo sea por un instante.

J: - ¡UH! No me digas... ¡eres uno de ellos! No me lo creo acabas de dejarle una


propina?

R: - ...¿Y qué? ¿Cuál sería tu problema con la propina?

J: - No veo porque dejársela... Yo trabajo todo el puto día y mi jefe o mis clientes no
me dejan el dinero que le sobra, ni un duro. No veo porque yo tengo que dejar mi
dinero por aquí y por allí... ¡que esa camarera trabaje para ganar más!
Inturrisi Giuseppina Mat. 658/001328

R: - Joaquín, querido amigo mío... no seas siempre tan cínico y tan


duro...dime...¿Nunca has tirado un piropo?

J: - Aunque mi mujer diga que no... bueno sí, claro que he tirado piropos en mi
vida... ¡Ja! En mis tiempos de oro era el rey de los piropos... me acuerdo que una
vez fulanica o menganica cuando estábamos los dos en el instituto... ¡¿pero que
estoy diciendo, por Dios?! ¿Que pegan ahora los piropos?

R: - Te he dicho mil veces que por lo mujeriego que quieras parecer nunca serás un
caballero...¡ahy! ...decía, la propina es como un piropo. Nada más...

J: - ¡Venga!...pero ¿cómo puedes compararlos? La propina es igual que la limosna,


nada más, nada menos. Es una manía usuraria...¡y me sorprendo que la hayan
institucionalizado! Ahy, ahy...Rafa, hacemos tanto los respectables...

R: - No se trata de hacer los respectables Joaquín. Se trata de demostrar, como de


tirar un piropo, son aprecios o deseos de agrado hacia otra persona... claro que no
pretendo que me entienda...tú que para demostrar tu agrado a una camarera, la
única cosa que sabes hacer es ponerle la mano encima del culo...

J: - ¿Quééééé? Hombre ha pasado sólo una vez...y además iba borracho, ya sabes...
Vaya... Te digo que no...que no. Como te digo, es simple usura... elevada a categoría
de manifestación de buena voluntad y signo de distinción en las relaciones
humanas.

R: - El problema de nuestra sociedad es el mecanicismo... mira a los católicos o qué


sé yo... a los judíos... rezan para obtener algo. Rezan para su salvación. Que sepas
que hay otros mundos afuera de este... en otras culturas existe el concepto de
dono... sin querer nada atrás. Piénsalo así... la propina es una manera para
solidarizarse con aquellos que no tienen ¨TU¨ sueldo cada mes. ¿No empezarás a
decirme que tu sueldo es igual a lo de una camarera?

J: - ...pues, ¡casi! ...con lo que me pasan en estos últimos años... mira que podría de
verdad ponerme a pedir propina o limosna o lo que sea yo también... vaya crisis de
mierda...
Inturrisi Giuseppina Mat. 658/001328

R: - si, si...vaya crisis... déjalo que ya se ha hecho tarde... tu jefe te matará. Nos
vemos mañana hombre... ¡en el camposanto!

J: - ¡Vaya amigo que tengo!

Y así Rafael se encaminó hasta su coche y Joaquín sin tanta prisa desapareció
entrando en un edificio de vidrios relucientes que ponía encima: ‘SANTANDER,
queremos ser tu banco’.

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