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Entre el otoño

del año 27 y la
primavera del
28 aparece en
Palestina un
profeta
independiente
que provoca un
fuerte impacto
en el pueblo.
Es Juan Bautista, que no predica en
Jerusalén como otros profetas: El vive
apartado de la elite social y del Templo,
en la aridez del desierto.
Juan ha escuchado a Dios en el
silencio y la soledad. Y predica una
llamada a la conversión.
En el Jordán, Juan Bautiza para
simbolizar esa conversión a Dios
La predicación de Juan está en
contexto apocalíptico con
advertencias de castigo a la clase
religiosa de Israel
Juan predica con verdad, libertad,
testimonio de vida, coherencia y
valentía.
La llamada de Juan, siempre en clave
de esperanza, es una invitación a un
cambio profundo.
La conversión se manifiesta en obras.
No se trata solo de no hacer el mal,
sino de practicar el bien y la justicia.
Predica un camino que no son las
calzadas romanas.
No son los caminos del templo.
Hay que abrir caminos nuevos
al Dios que llega con Jesús.
La conversión consiste
en quitar los obstáculos que impiden la
llegada de Dios a nuestra vida
La conversión es recorrer el propio camino.
No importa el pasado. Ahora lo decisivo es
confiar en Dios.
Abrirse a la
novedad de Jesús:
Esperar siempre
Eres profeta,
palabra de Dios viviente.
ve por el mundo, grita a la gente
que el amor de Dios no acaba,
ni la voz de Dios se pierde.
Sigue tu rumbo, profeta,
sigue sembrando en el mundo
que el fruto se hará presente.
Sigue anunciando a los hombres
que el Reino de Dios ya viene.

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