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ALUMNO: Rafael Adrián Plata Flores.

TEMA: “El grupo y la interacción educativa”.


Reporte de lectura
Núm.: 11

Las actividades y el proceso en el que se ponen en práctica las distintas teorías, estrategias y
técnicas educativas tienen en sí un denominador común el cual es que están destinados para un
número determinado de personas que conforman un grupo, grupo que lleva implícito una
“influencia recíproca” por el solo hecho de contar con diferentes ideales, formas de aprender y
modos de ver la situación que se estudia o el problema que se plantea. De ahí se parte para que
en el transcurso del proceso educativo se dé en el grupo una interacción comunicativa y
conductual positiva con el fin de enmarcar la socialización como factor más importante en la
construcción y reafirmación de conocimiento, donde se enfatiza el papel del maestro como guía,
mediador y orientador de los alumnos. En la escuela, como segundo espacio relevante en la
educación de los individuos, la comunicación e intercambio de ideas favorece la interpretación de
la información que se presenta en un tema o una sesión, pero se hace también importante que el
docente tenga consideraciones para su actuar con cada alumno, como también debe favorecer al
trabajo colectivo, aplicando criterios de igualdad y crecimiento para todos, fomentado así la
colaboración de cada integrante del grupo.
Un aspecto negativo que se ha mantenido en las aulas, con mayor auge en la actualidad
por las condiciones marcadas internacionalmente, es la forma en que se da aprendizaje. Como lo
manifiesta Díaz Barriga y Hernández (2010), la institución educativa enfatiza un aprendizaje
individualista y competitivo, que se ve plasmado en el pensamiento del docente y sus alumnos.
Entonces aquí se distinguen tres situaciones escolares denominadas convenientemente
estructuras de aprendizaje: individualista, competitivo y cooperativo. Los dos primeros presentan
rasgos idénticos como el ser únicamente para la búsqueda de logros personales y obtención de
retribuciones. En cambio, la estructura de aprendizaje cooperativo caracterizado por un elevado
grado de igualdad y un grado de mutualidad variable, tiene metas más allá de solo conseguir éxito
individual, al tener como base el desarrollo colectivo o grupal en todos los ámbitos. Aunque un
punto a resaltar en esta forma de trabajo es la falta de conocimiento para llevar a cabo actividades
que generen esa cooperación entre los alumnos. Esto se traduce en distintos comentarios en
contra de los docentes, evidenciando su falta de preparación o de manejo de un grupo y la
desaprobación de su trabajo, descalificando con ello la labor docente.
Centrándonos ya en actividades del aprendizaje cooperativo Johnson, Johnson y Holubec
(1999, cit. en Díaz Barriga y Hernández, 2010) identifican tres tipos de grupos en esta estructura de
aprendizaje: grupos formales, grupos informales y grupos de base o a largo plazo. Esta clasificación
responde al funcionamiento por el tiempo en que se trabajará y al objetivo que se persigue. Así los
grupos formales “funcionan durante un periodo que va de una hora o sesión a varias semanas”;
los grupos informales “tienen como limite el tiempo de de duración de una clase; son grupos que
el profesor utiliza en actividades de enseñanza directa”; y los grupos de base trabajan un año o
ciclo escolar para “posibilitar que sus integrantes se brinden el apoyo y el respaldo para tener un
buen rendimiento”. (p.109)
En el aprendizaje cooperativo, como en cualquier estructura de aprendizaje o proceso
educativo, se hace necesario contar con componentes que den sentido a la organización con el fin
de otorgar a cada alumno la conciencia pertinente en la búsqueda de beneficios y para cubrir sus
expectativas académicas, al igual que lo estimulan a desarrollar su persona. Estos componentes
básicos son: interdependencia positiva; interacción promocional cara a cara; responsabilidad y
valoración personal; habilidades interpersonales y de manejo de grupos pequeños; y
procesamiento en grupo. Considerando estos componentes, y en una comparación con la
educación tradicional, se nota que el trabajo que es realizado en el aprendizaje cooperativo
interviene en un trabajo consensual y en la construcción de mejores mentes, con la capacidad de
franquear mejor los retos.
Así, en la aplicación de esta estructura de aprendizaje en el aula es imprescindible un
diseño o plan de ejecución, tomando en cuenta el rol del alumno, el rol propio del docente y los
posibles imprevistos, para un buen manejo de la situación. En la misma línea de acción, no hay que
olvidar que la forma de organización física del aula posee influencia en cuanto a la visualización de
los integrantes del grupo o equipo de trabajo, que posibilita la interacción y el intercambio de
puntos de vista. En consecuencia, durante el transcurso del trabajo el docente debe estar al
pendiente de las dudas e inquietudes, para que en la evaluación puedan incluirse lo cualitativo y
cuantitativo del aprendizaje logrado, evitando exigir aspectos no trabajados.
Considero que las estrategias que se plantean para el trabajo de la estructura de
aprendizaje cooperativo son, también, dignas de ser rescatadas para que, en el momento que sea
propicio, puedan aplicarse y con ello dar un giro total en la concepción del trabajo docente,
porque ya no es tiempo de mostrar estrategias que se han quedado con poca efectividad o son
anacrónicas por el tipo de información y el contexto de cada alumno. Todo el proceso educativo
tiene gran importancia y es el docente el que tiene que darle una forma adecuando su trabajo
acorde a su grupo, pues son los miembros del grupo quienes reflejarán ese esfuerzo en actitudes,
conocimientos y habilidades individuales y colectivas.

BIBLIOGRAFÍA
Díaz B., F. y Gerardo Hernández R. (2010). Estrategias docentes para un aprendizaje significativo.
México: McGraw Hill.

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