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c ALUMNO: Rafael Adrián Plata Flores.

TEMA: ‰  
     
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c Reporte de lectura
Núm.: 4
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Muchas de las ideas que la educación tradicionalista ha heredado a la sociedad son las que
se mantienen con gran arraigo en la mentalidad colectiva como aquellas que dictan que el
docente solamente es un ejecutor de los programas educativos, dejando a un lado
razonamientos y experiencias que afirman lo contrario de esto, a decir de algunas, como de
que la profesión docente no se reduce únicamente a seguir al pie de la letra instrucciones o
guías académicas, debido a que para la práctica educativa tiene que contemplar información,
contexto y estrategias. De ahí que no hay que soslayar que los fundamentos para la
elaboración de planes y programas de estudio consideran las necesidades de educación
integral y el papel activo de la profesión docente para la creación de ambientes de
aprendizaje adecuados. Además, algo que igualmente merece mención para ser
comprendido de mejor manera es el proceso de la globalización que ha traído un cambio en
los sistemas económicos y de producción, lo que también ha permeado a la educación, al
docente, en especifico, cuando antes su imagen era respetable, hoy se ha devaluado su
papel en el aula.
Las propuestas surgidas para la elaboración de programas escolares durante la
segunda mitad del siglo XX responden a la necesidad de lograr una mayor eficiencia de los
sistemas educativos. Por la forma que adoptan los planteamientos elaborados
particularmente por autores estadounidenses pueden agruparse en dos grandes bloques: el
primero corresponde a los desarrollos efectuados en la década de los cincuenta,
representado por las aportaciones de Ralph Tyler e Hilda Taba; el segundo bloque proviene
del reduccionismo que el pensamiento tecnocrático estableció a partir de la propuesta de
Robert Mager, en los años sesenta.
El desarrollo de las propuesta para la elaboración de planes de estudio se concretó
en los trabajos publicados primeramente por Tyler en 1949. Sin embargo, con Taba la
discusión sobre la propuesta curricular adquiere mayor solidez conceptual, y en ella las
etapas para la formulación de un plan y un programa de estudios tienen por objeto lograr la
articulación entre la teoría y la técnica. Para Ralph Tyler, las decisiones en relación con los
aprendizajes que deben promoverse en un programa escolar deben ser resultado del análisis
de diversas investigaciones. A los resultados de estas investigaciones los denomina
<<fuentes>>, las cuales son de naturaleza diversa, por ello plantea que <<ninguna fuente
única de información puede brindarnos una base para adoptar estas decisiones>>. Estos
fundamentos se traducirán en objetivos conductuales, los cuales se armonizarán por el
cedazo de la filosofía y la psicología. A estos dos los denomina filtros y su fin es organizar
objetivos filosóficamente coherentes y factibles en el proceso del aprendizaje.
Hilda Taba concibe el programa escolar como un <<plan de aprendizaje>> que, por lo
tanto, debe <<representar una totalidad orgánica y no tener una estructura fragmentaria>>.
Hace una aportación muy importante respecto a la necesidad de elaborar los programas con
base en una teoría curricular. El desarrollo de esta teoría esta fincado en la <<investigación
de las demandas y los requisitos de la cultura y de la sociedad, tanto para lo presente como
para lo futuro>>. Para realizar el juicio ordenado que permita tomar decisiones en relación
con los programas escolares, Taba enumera siete pasos: diagnostico de necesidades,
formulación de objetivos, selección de contenido, organización de contenido, selección de
actividades de aprendizaje, organización de actividades de aprendizaje y determinación de lo
que se va a evaluar. Se puede considerar que el planteamiento de Taba es una continuación
de las elaboraciones inicialmente formuladas por Tyler, aunque hay que reconocer que el
desarrollo de la perspectiva curricular de esta autora constituye un significativo avance, por
la pluralidad de enfoques conceptuales que recupera en sus planteamientos y la articulación
que en los hechos hace entre teoría y propuesta curricular.
Como una expresión del pensamiento tecnocrático, a partir de la década de los
setenta obró vigencia el modelo de organización de programas escolares centrado en los
objetivos conductuales. Estamos ante un modelo genérico que se presenta usando un punto
de vista muy técnico, pero que se puede revestir de un ropaje alternativo: en el fondo, el
mantenimiento de esta técnica significa que a través de ella se adopta la propuesta
tecnocrática, que viene siendo mucho más reductiva que la pragmática. Este modelo pone
énfasis en la coherencia que debe existir entre los objetivos especificados conforme a la
propuesta mageriana, la enseñanza y la evaluación de resultados.
A partir de este modelo básico centrado en objetivos, se ha generado la propuesta de
realizar la planeación cerrada de un curso, tomando como base un modelo que torna rígidos
los elementos didácticos y desprofesionaliza la función docente. La carta descriptiva consta
de lo siguiente: se elabora una matriz, en cuya parte superior se anotan los datos generales
de identificación y la matriz se divide en siete columnas que contiene tema, subtema,
objetivos, evaluación, métodos y/o técnicas de enseñanza, experiencias de aprendizaje,
observaciones y bibliografía. En realidad las cartas descriptivas son <<prescriptivas>> e
impiden aproximarse a los problemas tanto de la formación de profesores como del
aprendizaje de los alumnos. La critica a estas cartas como modelo de planeación didáctica
plantea el reto de lograr una propuesta de planeación que supere ciertos vicios.
Distintos aspectos tuvieron lugar en el siglo pasado como resultado de movimientos
sociales y avances en la investigación y el conocimiento. En el texto se evidencian las
propuestas hechas en Estados Unidos hacia la elaboración de programas, que pretenden
una mayor certeza en los criterios de los objetivos, organización y evaluación en el ámbito
educativo. Se muestra esquemáticamente lo expuesto por R. Tyler e H. Taba, así como la
propuesta de Mager, modelo del cual se desprende la carta descriptiva. En la carta
descriptiva, es cierto que se tiende a hacer de la práctica docente una actividad cerrada sin
una participación intelectual, pero en este caso puedo sugerir que, si se pide como requisito
se debe de elaborar, pero en la práctica dentro del aula se pueden desarrollar las actividades
de una mejor manera, porque varias ocasiones hacen falta otro tipo de acciones que en una
simple planeación no se permiten representar con palabras.

BIBLIOGRAFÍA
Díaz B., A. (2008). Didáctica y currículum. Barcelona: Paidós Educador.

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