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Biografía
Infancia y juventud
Era proverbial su timidez, que le hacía ser más que parco en palabras y su
aspecto manifestaba una modestia inverosímil, hasta el punto de sufrir al hablar
en público. Entre sus dotes estaba el poseer una memoria visual portentosa y
una retentiva increíble que le permitía recordar capítulos enteros del Quijote y
detalles minúsculos de paisajes vistos solamente una vez veinticinco años
antes. De ello nacía también su gran facilidad para el dibujo. Todas estas
cualidades desarrollaron en él una de las facultades más importantes en un
novelista, el poder de observación.
Primeras obras
En 1870 publicó su primera novela, La Fontana de Oro, escrita entre 1867 y 1868, en
parte durante uno de sus viajes a Francia, gracias al dinero de su tía. En realidad, en esa
época la publicación de un libro se hacía gracias a la ayuda de los periódicos y de las
revistas o corría a cuenta del autor. Esta obra, con los defectos de toda obra primeriza,
bosqueja la situación ideológica de España durante el Trienio Constitucional (1820–
1823).
Episodios nacionales
Madurez
Vida sentimental
Últimos años
Obras
Fórmulas narrativas
Galdós empezó cultivando una novela de tesis en que los personajes aparecían cortados
por un patrón maniqueo, que los dividía entre reaccionarios y liberales. Después empezó
a interesarse por los aspectos más costumbristas y por facetas más espirituales e intentó
describir la burguesía española de su época y buscar sus orígenes en la historia reciente,
mediante el uso de la novela histórica. También ensayó otras fórmulas narrativas, como
la novela dialogada.
Estilo
Galdós poseía una especial sensibilidad por el lenguaje popular; Baroja decía de él que
«sabía hacer hablar» al pueblo. Consciente de esta gran virtud, suele utilizar muy a
menudo el diálogo e incluso llega a ensayar novelas absolutamente dialogadas.
Su estilo busca la naturalidad y rehúye cualquier artificio retórico a fin de ofrecer, según
postulados estéticos realistas, la visión más directa posible de lo que pretende expresar.
Cuando narra su estilo es transparente, académico, pero siempre castizo; se trasluce sin
embargo el humor y la ironía. En los diálogos, el lenguaje se impregna frecuentemente
de términos corrientes e incluso vulgares y en alguna ocasión el narrador canario,
víctima de ese frenesí costumbrista, llega a mostrar un poco ridículos e infantiles a los
personajes que describe. Es frecuente en él un humor piadosamente irónico de sesgo
cervantino (Galdós fue un gran lector del Quijote).
Galdós fue uno de los más firmes candidatos al Premio Nobel de Literatura de 1912,
pero una campaña por parte de sus enemigos políticos disuadió a la Academia Sueca de
galardonarlo. Trazos de esto se ven en los Episodios nacionales escritos desde entonces,
que destilan un cierto tono anticlerical.