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Tight Wad Hill cuenta la historia de cuatro jóvenes. El personaje principal es una chica, Summer Burns, inicialmente de 17 años y en su anteúltimo año de secundaria. Vive sola con su padre, quien tiene un serio problema con el alcohol, las drogas y las apuestas, dificultando la convivencia cuando no está trabajando en la fábrica. Lo ocurrido con su madre, e incluso con su hermano mayor es un secreto del que jamás habla con nadie. Así también con su difunto mejor amigo. Está marcada por esas dos tragedias, de las cuales no ha podido recuperarse luego de unos años y aún carga con los ecos de ellas. No se interesa demasiado por estudiar, pero siempre asiste a clase con tal de estar lejos de su casa la cual no siente como hogar, incluso en ocasiones busca meterse en problemas para terminar en detención por las tardes.
Aparecen tres personajes más, siendo Billie Adams el segundo protagonista de la historia. Él es un chico de 18 años, el cual está en su último año de estudios, aunque tampoco se interesa demasiado por eso. Tiene una clase de banda junto a sus amigos Mike Davis y Tré Cooper, donde tocan punk y todo lo que sienten que deben tocar. Su música es solo para ellos, puesto a que no tocan en público. Simplemente no les interesa buscar fama y ser alguien por pertenecer a algún tipo de género musical. Las drogas están en su día a día, especialmente en la zona de los suburbios donde viven los dos amigos más cercanos, pero sin embargo esa no es su adicción. Su vicio es la música. Billie puede pasar horas con su guitarra y cantando, igual Mike con su bajo y Tré golpeando sus palillos en la batería.
Nota: Los nombres de los capítulos, empezando con el N°3 son nombres de canciones de Green Day. Quizás el nombre no dice nada, pero las elegí por el significado de las canciones y tiene alguna relación con el capítulo que va debajo. Me pareció gracioso tomar los nombres de los integrantes de Green Day y cambiarles el apellido. Así quizás es más fácil para mi pretender que aún imaginándomelos con la misma apariencia y nombres son tres personas completamente diferentes.
Tight Wad Hill cuenta la historia de cuatro jóvenes. El personaje principal es una chica, Summer Burns, inicialmente de 17 años y en su anteúltimo año de secundaria. Vive sola con su padre, quien tiene un serio problema con el alcohol, las drogas y las apuestas, dificultando la convivencia cuando no está trabajando en la fábrica. Lo ocurrido con su madre, e incluso con su hermano mayor es un secreto del que jamás habla con nadie. Así también con su difunto mejor amigo. Está marcada por esas dos tragedias, de las cuales no ha podido recuperarse luego de unos años y aún carga con los ecos de ellas. No se interesa demasiado por estudiar, pero siempre asiste a clase con tal de estar lejos de su casa la cual no siente como hogar, incluso en ocasiones busca meterse en problemas para terminar en detención por las tardes.
Aparecen tres personajes más, siendo Billie Adams el segundo protagonista de la historia. Él es un chico de 18 años, el cual está en su último año de estudios, aunque tampoco se interesa demasiado por eso. Tiene una clase de banda junto a sus amigos Mike Davis y Tré Cooper, donde tocan punk y todo lo que sienten que deben tocar. Su música es solo para ellos, puesto a que no tocan en público. Simplemente no les interesa buscar fama y ser alguien por pertenecer a algún tipo de género musical. Las drogas están en su día a día, especialmente en la zona de los suburbios donde viven los dos amigos más cercanos, pero sin embargo esa no es su adicción. Su vicio es la música. Billie puede pasar horas con su guitarra y cantando, igual Mike con su bajo y Tré golpeando sus palillos en la batería.
Nota: Los nombres de los capítulos, empezando con el N°3 son nombres de canciones de Green Day. Quizás el nombre no dice nada, pero las elegí por el significado de las canciones y tiene alguna relación con el capítulo que va debajo. Me pareció gracioso tomar los nombres de los integrantes de Green Day y cambiarles el apellido. Así quizás es más fácil para mi pretender que aún imaginándomelos con la misma apariencia y nombres son tres personas completamente diferentes.
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Tight Wad Hill cuenta la historia de cuatro jóvenes. El personaje principal es una chica, Summer Burns, inicialmente de 17 años y en su anteúltimo año de secundaria. Vive sola con su padre, quien tiene un serio problema con el alcohol, las drogas y las apuestas, dificultando la convivencia cuando no está trabajando en la fábrica. Lo ocurrido con su madre, e incluso con su hermano mayor es un secreto del que jamás habla con nadie. Así también con su difunto mejor amigo. Está marcada por esas dos tragedias, de las cuales no ha podido recuperarse luego de unos años y aún carga con los ecos de ellas. No se interesa demasiado por estudiar, pero siempre asiste a clase con tal de estar lejos de su casa la cual no siente como hogar, incluso en ocasiones busca meterse en problemas para terminar en detención por las tardes.
Aparecen tres personajes más, siendo Billie Adams el segundo protagonista de la historia. Él es un chico de 18 años, el cual está en su último año de estudios, aunque tampoco se interesa demasiado por eso. Tiene una clase de banda junto a sus amigos Mike Davis y Tré Cooper, donde tocan punk y todo lo que sienten que deben tocar. Su música es solo para ellos, puesto a que no tocan en público. Simplemente no les interesa buscar fama y ser alguien por pertenecer a algún tipo de género musical. Las drogas están en su día a día, especialmente en la zona de los suburbios donde viven los dos amigos más cercanos, pero sin embargo esa no es su adicción. Su vicio es la música. Billie puede pasar horas con su guitarra y cantando, igual Mike con su bajo y Tré golpeando sus palillos en la batería.
Nota: Los nombres de los capítulos, empezando con el N°3 son nombres de canciones de Green Day. Quizás el nombre no dice nada, pero las elegí por el significado de las canciones y tiene alguna relación con el capítulo que va debajo. Me pareció gracioso tomar los nombres de los integrantes de Green Day y cambiarles el apellido. Así quizás es más fácil para mi pretender que aún imaginándomelos con la misma apariencia y nombres son tres personas completamente diferentes.
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A diferencia de lo que creía el profesor de Literatura, Summer Burns no solía ir a
fiestas. Y cuando iba evitaba el alcohol. No bebía con frecuencia, pero cuando lo hacía sabía que algo no terminaría muy bien. Sin embargo la noche anterior había aceptado la cerveza que su reciente amigo le había ofrecido, así también como todos las extrañas combinaciones de diferentes bebidas que había inventado Tré. Éstas habían sido la culpable de que todos se fueran a casa más “contentos” de lo normal. Aunque para ella había sido su perdición. Había llegado al punto en que no se podía parar por si sola y lo peor era que en la cocina todavía quedaba alcohol. Billie fue quien tuvo la madura idea de sacarla de allí. La muchacha estaba recostada en una cama de una plaza, se notaba que entre sueños había logrado destaparse de las sábanas. Poco a poco su mente se fue despertando hasta que finalmente pudo abrir los ojos, los cuales cerró mecánicamente al ver la mínima mota de claridad. No sabía de dónde provenía la luz, pero le intrigaba. Cuando intentó incorporarse un quejido se le escapó por la boca, la cual la tenía seca, al sentir que su cabeza pesaba toneladas. Y le dolía muchísimo. —Linda resaca, lo sé. Intenta moverte despacio… Créeme que lo sé. Repitió una voz masculina desde el marco de la puerta, aunque en realidad no había puerta y solo el espacio donde debería estar. Ella se colocó una mano sobre los ojos, intentando contrarrestar un poco la iluminación y abrió los ojos apenas para encontrarse con la figura que recordaba había estado en la fiesta. Aún así no recordaba nada. —¿Qué hora es? Inquirió Summer, con una voz tan ronca que le hizo picar la garganta por lo que comenzó a toser. Cuando él quiso acercarse ella posó una mano sobre su pecho, deteniéndolo. Podía sentir el olor a alcohol que ella misma desprendía, no quería que él también lo sintiera. Aquello no pareció molestarle a Billie, porque soltó una risa y se apartó, dejando algo sobre la mesita de luz. —Como las… dos. Ella pareció relajarse, puesto que había cerrado nuevamente sus ojos y se había recostado. Pero poco le duró la tranquilidad cuando relacionó la hora con la claridad que se colaba por la ventana de la habitación. Nuevamente se incorporó, sentándose de manera brusca y haciendo que todo se le moviera por unos segundos. Agitó la cabeza, como si así se le fuera el mareo y se puso de pie, dando unos pequeños pasos mientras intentaba ver hacia delante. —Espera, Bob Esponja, no tan rápido —soltó Billie entre risas y la sostuvo del brazo derecho antes de que se chocara contra una silla que no había visto. <<¿Bob… Esponja…? Oh… no>> escuchó Summer a su propia voz hablándole y se refregó el rostro, tapándoselo con ambas manos. —¿Cuá…? —debió tragar, aunque en vano. —¿Cuánto bebí? —o lo poco que se le había entendido al tener el rostro tapado. —Eso depende si cuentas lo que quedó de alcohol en tu cuerpo luego de expulsar tanto líquido, que dudo que tengas algo ahora mismo. ¿Quieres agua? Ella agradecía no haberse destapado el rostro para mirarlo cuando él respondía eso. <<¡OH POR…! Has vomitado tanto que…>> la voz en su mente se calló al sentir una nausea. No. No vomitaría frente/sobre él. No de nuevo al menos. Apartó un dedo, para mirarlo por detrás de su mano y volvió a agachar la cabeza al ver que él la observaba atento. No solía importarle lo que demás creían de ella, pero si le importaba la imagen que ese joven ahora tendría de ella. Era mucho más que emborracharse hasta perder el conocimiento. —Iré por un vaso de agua. El baño está cuando termina el pasillo, puedes ducharte si quieres. Mientras a mi madre no le molestará hacerte uno de esos cafés que me hace a mi cuando más los necesito, ya verás… —comentó simpático mientras se alejaba a la puerta. —¿Qué? —inquirió ella, atónita, abriendo los ojos como platos ahora sin cubrirse la cara. —¿Qué? —preguntó él también, en tono bajo, sin saber que era lo que había detonado esa reacción. —Di… dijiste madre… —Oh, si. Estás en mi casa. Summer se lo quedó observando, quieta en el lugar y luego se volteó a la cama donde aparentemente había dormido. Paseó la mirada por toda la habitación, llena de pósters de bandas de punk-rock, incluso de algunas portadas de Maxim y dos guitarras en un rincón. Nuevamente sintió ese calor que había sentido la primera vez que lo había visto. Aunque ahora no se sonrojaba por encontrarse con sus ojos, sino por enterarse no solo que la había visto en el estado más deplorable que podía tener sino que la había llevado a su propia casa y había cuidado de ella. <<Al menos que…>> una idea apareció en su mente y ella se volteó rápidamente hacia él nuevamente, observándolo incluso señalándolo con un dedo. —¿Nosotros…? —comenzó a preguntar, sin embargo no dijo nada más. Le llevó un tiempo a Billie entender aquella pregunta, pero por la mirada de Summer y la sorpresa o espanto tras enterarse que estaba en su casa lo entendió. Sin embargo no contestó en seguida, ¿buscando hacerla dudar? ¿Realmente no recordaba nada? Quizás era una buena oportunidad para decirle que habían dormido juntos y ahora estaban saliendo. No, no podía mentirle, ni siquiera en una broma así. Antes de contestarle una imagen invadió la mente del joven un año mayor que ella. Era de la noche anterior, cuando había logrado que ella dejara de vomitar y quisiera dormir. Recordaba como Summer le había pedido que se recostara junto a ella, no lo pensó, puesto que él también había bebido un poco. Sin embargo sabía seguro que nada en absoluto había pasado. Ella se abrazó a él enérgicamente y el también la había abrazado. No recordaba cuando un abrazo lo había reconfortado tanto. Quizás porque el abrazo de la muchacha parecía estar deseoso de cariño. Así se habían dormido ambos, aunque él se despertó antes para que ella no despertara y viera esa escena de manera errónea. —No. No, no, no —contestó él repetidas veces, tras reaccionar. —Genial —soltó ella, aliviada y suspiró, aunque se detuvo. —No es que me aterra que suceda algo entre nosotros, pero si sucede algo me gustaría estar conciente, ya sabes —rápidamente cerró los ojos ante aquella confesión e hizo una mueca. —Ve, yo aceptaré la ducha. —La necesitas, si —la sonrisa en su rostro lejos era por la ducha y si por la confidencia. —¡Ya lo sé, no necesito que tu lo digas! —exclamó sin más y le hizo un gesto con la mano, para que se fuera. Cuando se quedó sola volvió a observar mejor el cuarto y vio lo que Billie había dejado sobre la mesita de luz. Eran un par de prendas, que definitivamente era para que ella las usara. Le hubiera gustado poder evitar eso, ya tenía bastante con el hecho de que la había llevado a su casa, y le brindaran servicios. Maldijo por lo bajo mientras tomaba las prendas y se dirigió al baño. Era bastante chico, igual que el que tenía en su casa, lo que la hizo sentir más cómoda de lo que debería estar en una casa extraña. Aunque con frecuencia ella se sentía extraña en su propia casa. Encendió la ducha y no dejó correr mucho el agua antes de meterse y ducharse. Tardó su tiempo mínimo, y tras salir dudó de secarse con la toalla que estaba allí. Se quedó un momento abrazándose a sí misma, titiritando y finalmente la tomó. Tampoco era que podía usar su ropa para secarse, apestaban a alcohol y cigarrillo. Se puso su ropa interior y observó la remera negra que le habían dejado. “No man can eat 50 eggs” decía la leyenda que se leía en la parte delantera, lo que le hizo reír sola. ¿Qué rayos era eso? Ahora estaba segura que se trataba de una remera de Billie. No tardó en colocársela y sintió algo de colonia. Le gustaba como olía. Observó los pantalones, puesto que parecían de mujer. ¿Serían de su madre? No podría usar ropa de su madre… Sin embargo no tenía opción, sus propios pantalones ya se habían mojado porque ella se había parado sobre ellos al salir de la ducha. Al terminar de vestirse y arreglarse un poco el pelo, y enjuagarse el delineador negro que había quedado alrededor de los ojos siguió el largo pasillo hacia donde sentía ruidos. Sostuvo mejor su ropa debajo de su brazo derecho y se asomó con timidez a la cocina. Una mujer de unos 45 años tenía el pelo azabache recogido y planchaba ropa mientras miraba hacia el televisor que estaba justo frente a la mesa. Allí estaba sentado Billie, quien también parecía entretenido en lo que sucedía en las noticias. El aroma a café inundó su nariz, así como el aroma a algo horneado, lo que le hizo revolver el estómago desesperadamente hambriento. Summer no se animó a entrar, le encantaría poder quedarse, porque al recibir sus cuidados probablemente la invitaran no solo a un café sino le darían algo de comer. Pero tenía que volver a su casa. Su padre debería estar furioso por su ausencia, no porque se preocupara, ella creía que no le importaba, pero si porque no tenía quien le cocinara y aseara su desastre. —Cariño… ¿vas a quedarte ahí todo el día? La voz de la mujer la sobresaltó y cuando recibió las miradas de ambos presentes en la cocina volvió a sonrojarse un poco, suerte que estaba lejos y ellos no pudieron notarlo. Billie se puso de pie en seguida y la invitó con un gesto en la mano. Summer se acercó a la mesa, observando a la madre. —Buen d… tardes —se mordió el labio, algo nerviosa y miró a su amigo de reojo. —Siéntate —dijo él en seguida, apartando una silla junto a él. —Yo… debería… irme, ya sabes —dijo bajito. Él observaba como le quedaba la remera, intentando no reír y cuando escuchó su comentario de que se tenía que ir soltó la carcajada que guardaba. Sin embargo la muchacha estaba bastante seria, aunque quizás incómoda por la amabilidad que tenían con ella. No estaba acostumbrada a eso. —Summer, has faltado toda la noche y mañana de tu casa, no creo que media hora más haga la diferencia —apuntó Billie, más tranquilo, pero sonriéndole. Antes de que Summer pudiera hacer o decir otra cosa, la mujer de ojos tan verdes como su hijo se acercó a ella y le arrebató las ropas sucias que sostenía. La chica intentó detenerla, pero ya se había alejado hacia la puerta que llevaba al patio, seguramente donde tendría su lavadero. Cuando se encontró sola con Billie nuevamente le dio un golpe en el hombro para expresar de alguna manera su… ¿pavor? —¿Qué haces? Dile que no tiene que hacerlo… —se quejó y pataleó un poco, aún de pie. Él lejos de enojarse o sorprenderse por el golpe, probablemente sus amigos golpeaban más fuerte, la tomó de la mano para tirar de ella. Logró hacer que prácticamente se sentara en la silla junto a él y le acercó una de las tazas de café que había sobre la mesa. Ella frunció el ceño observándolo y rodeó los ojos, rindiéndose. Era molestamente maravilloso. Tanto que le daban ganas de golpearlo y ahogarlo a besos a la vez. Se mordisqueó los labios desviando la mirada de él justo en el momento en que la Señora Adams entraba nuevamente. Algo que Summer agradecía, dudaba que su estómago se retorciera solo por la falta de alimento, puesto que ese joven la había tomado con la guardia baja.