Está en la página 1de 2

Las Palabras y los Gestos

Siempre, desde que me acuerdo, me llamó la


atención el valor de las palabras y los
gestos.
El peso pesado de las palabras, su
significado y el efecto que causan en el
otro.
Vi también que hay palabras que sólo se
entienden con el tiempo, a medida que la
vida le enseña a uno algunas cosas y lo
golpea en otras.
Sólo entonces se descubre la rara
combinación que forman las palabras, las
letras que forman las palabras, que lleva a
entender su significado en forma más
profunda.
Durante gran parte de la vida uno se
comunica con el otro tal vez utilizando las
palabras correctas, pero el real significado
de lo que se dice viene después (o no viene
nunca, dado el caso).
En ocasiones me gusta jugar con las
palabras. Decir algo que no se supone que
diga, por el solo hecho de lo ridículo de la
cosa. También fantaseo con decir algo a
propósito, sin sentirlo, sin que venga al
caso, e imaginar el trastorno que causaría
en el que escucha.
Me encantan las malas palabras, soy menos
amigo de las buenas palabras, aunque sé
utilizarlas donde y cuando corresponde.
Me gustan los adjetivos descalificativos
más, y más aún cuando están colgados y no
vienen al caso.
El idioma creo, es un juego. Nos ponemos de
acuerdo y hablamos.
Pero nadie sabrá nunca si significamos lo
que decimos o de otra forma, si decimos algo
que no entendemos del todo porque nos falta
experiencia para desmenuzar los compuestos
de la palabra.
Hasta los nombres pueden descomponerse en
partes y entender por fin el significado que
esconden (o no).
Todo lo dicho para las palabras, vale para
los gestos, en este mismo y estrictísimo
orden.
Sólo la risa es sincera, a veces.

27/08/2009

También podría gustarte