atención el valor de las palabras y los gestos. El peso pesado de las palabras, su significado y el efecto que causan en el otro. Vi también que hay palabras que sólo se entienden con el tiempo, a medida que la vida le enseña a uno algunas cosas y lo golpea en otras. Sólo entonces se descubre la rara combinación que forman las palabras, las letras que forman las palabras, que lleva a entender su significado en forma más profunda. Durante gran parte de la vida uno se comunica con el otro tal vez utilizando las palabras correctas, pero el real significado de lo que se dice viene después (o no viene nunca, dado el caso). En ocasiones me gusta jugar con las palabras. Decir algo que no se supone que diga, por el solo hecho de lo ridículo de la cosa. También fantaseo con decir algo a propósito, sin sentirlo, sin que venga al caso, e imaginar el trastorno que causaría en el que escucha. Me encantan las malas palabras, soy menos amigo de las buenas palabras, aunque sé utilizarlas donde y cuando corresponde. Me gustan los adjetivos descalificativos más, y más aún cuando están colgados y no vienen al caso. El idioma creo, es un juego. Nos ponemos de acuerdo y hablamos. Pero nadie sabrá nunca si significamos lo que decimos o de otra forma, si decimos algo que no entendemos del todo porque nos falta experiencia para desmenuzar los compuestos de la palabra. Hasta los nombres pueden descomponerse en partes y entender por fin el significado que esconden (o no). Todo lo dicho para las palabras, vale para los gestos, en este mismo y estrictísimo orden. Sólo la risa es sincera, a veces.