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En zonas templadas donde se cultiva el ajo se planta desde mediados del verano o en otoño y se

cosechan desde el comienzo al final de la primavera, según la región y tipo considerado. El cultivo
del ajo presenta una primera etapa que es de crecimiento vegetativo, en la cual los procesos
metabólicos y fisiológicos de la planta están orientados a formar el sistema radical y las hojas.
Normalmente, esta etapa ocurre durante otoño y gran parte del invierno. En ese periodo no hay
desarrollo del bulbo ni del escapo flora. La emisión y alargamiento de las raíces desde la base del
diente es una de las primeras manifestaciones del crecimiento luego de la plantación.
Paralelamente se produce el crecimiento de la hoja de brotación y de los primordios de hojas
contenidos en la yema ubicada en el interior de la hoja de reserva.

La primera etapa del crecimiento de la planta es dependiente de las sustancias liberadas por las
hojas de reserva. El crecimiento en las primeras semanas está directamente relacionado con la
disminución del peso seco del “diente” madre. El aporte de reservas por parte del “diente” se
mantiene por mucho tiempo, aun después que las plantas han emergido y se encuentran
realizando fotosíntesis. La etapa de crecimiento vegetativo se realiza en condiciones de días cortos
y con temperaturas en paulatino descenso. Los factores que afectan el desarrollo y duración del
área foliar y de las raíces, tendrán una decisiva influencia en el rendimiento final del cultivo. La
inducción y el desarrollo del bulbo y el escapo requieren el cumplimiento de una etapa de
vernalización (bajas temperaturas) seguida de fotoperiodos largos. Los requerimientos
ambientales para la etapa de crecimiento vegetativo no son idénticos a los de bulbificación y/o
formación de inflorescencia.

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